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28/06/2024

La nao Victoria de Juan Sebastián Elcano


La caída de Constantinopla en poder del Imperio otomano en 1459 había generado el bloqueo de las rutas marítimas comerciales entre Europa occidental y las Indias orientales. Buscando rutas alternativas, a finales del siglo XV se desarrolló una carrera por las especias y otras valiosas mercancías que llevaría a España y Portugal a lanzarse a la aventura oceánica.

Durante las últimas décadas del siglo XV, Portugal había establecido una ruta marítima rodeando la costa atlántica africana, doblando el cabo de Buena Esperanza, y poniendo rubo a las Indias atravesando el océano Índico, gracias a la determinación de su promotor Enrique el Navegante y del marino Vasco de Gama. Castilla reaccionó y patrocinó la expedición de Cristóbal Colón a las Indias, pero atravesando el Atlántico rumbo al oeste que ocasionó el descubrimiento de América en 1592.

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MAQUETAS DE NAOS EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS

Tres décadas después, España ya había descubierto y colonizado buena parte del Nuevo Mundo, sin embargo, no había alcanzado las tierras de las especias asiáticas. El emperador Carlos V quiso retomar este proyecto. Al mando de Fernando de Magallanes, se reunieron cinco naos: Santiago, San Antonio, Trinidad, Concepción y Victoria; todas construidas en astilleros de la costa vasca y tripuladas por 237 hombres, buena parte de ellos eran procedentes de estas tierras.

La nao es un tipo de embarcación con grandes estructuras a proa (castillo) y a popa (alcázar), de propulsión a vela y con gran capacidad de carga. Se extendieron por el Mediterráneo durante los siglos XII y XIII, llegando al punto más alto de su evolución en el siglo XVI, cuando se convirtieron en protagonistas de los grades descubrimientos geográficos y de las primeras flotas de Indias.

La fortaleza estructural, el cuidado diseño de sus cascos, la especialización de su arboladura y su velamen las convirtieron en naves resistentes y veloces, aptas para hacer frente a las mareas gruesas de las navegaciones transoceánicas.

Modelo nao Victoria Iglesia San Salvador Guetaria Juan Sebastián Elcano
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN LA IGLESIA DE SAN SALVADOR DE GUETARÍA

La nao Victoria fue construida en los astilleros de Zarauz, podía contener 85 toneles de porte (110 toneladas), tenía 3 palos de arboladura y 26 metros de eslora. Su coste de fabricación se especula al rededor de los 300.000 maravedís. Pertenecía a Domingo de Apallua hasta el día de su embargo por la Corona española el 23 de septiembre de 1518, según firmado por Pedro de Arismendi (hijo del propietario), cuyo documento se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla.

Esta armada a la Especiería fue organizada por la Casa de Contratación de Sevilla, organismo controlado en parte por los comerciantes y armadores vascos, junto a los andaluces, y aprovisionada desde la costa vasca por Nicolás Artieta.

Modelo nao Victoria Oceanográfico Aquarium Donostia San Sebastián
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN EL OCEANOGRÁFICO DE SAN SEBASTIÁN

Para la alimentación a bordo de la Victoria, se embarcó alguna vaca, así como carne y pescado en salmuera bizcocho, legumbres, tocino, harina, queso, almendras, miel, ajos, cebollas, aceite, vinagre, almendras, pasas, vino, agua… Y por si las reservas se agotaban, arpones, anzuelos y redes. A la ruta a seguir se destinaron cartas de marear, cuadrantes, astrolabios y agujas de marear, y al registro de los descubrimientos y de los gastos, pergaminos y cuadernos.

Por si se producían situaciones de guerra, portaban cañones, bombardas y falconetes, con sus correspondientes balas de plomo y piedra, y con 1.000 libras de pólvora, que también se emplearían para los 10 arcabuces a bordo. Asimismo, llevaban armas blancas, como ballestas, flechas, dardos, lanzas y picas, y armas defensivas como petos, cascos y escudos, además de dos armaduras completas.

Para las labores cotidianas se embarcaron cabos, lonas, poleas, clavos, faroles, tablones, candados, cazos para la pez, una fragua con fuelle, herramientas, una piedra de amolar, escudillas, cuencos, medias, pesas, balanzas y libros de cuentas. Para imponer la imprescindible disciplina, grilletes, y para el servicio religioso, hostiarios, cálices, misales, manteles de misa, corporales, baptisterios y vinagreras. Y para realizar el comercio se llevaron productos como tejidos, plomo, alumbre, cobre, peines, cuchillos, vidrio, gorros, pulseras y campanillas.

nao Victoria exposición Museo Naval Vuelta Mundo Magallanes Elcano
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS

Carga completa de la nao Victoria:
731 costales de harinas
659 costales de legumbres
20 libras de azúca
4 cajas de carne de membrillo
30 libras de arroz
2 jarras de alcaparras
2 jarras de mostaza
10 quintales de miel
120 barriles de agua
110 barriles de aceite
82 pipas de vinos
1 pipa de harina
30 barriles de anchoa
15 barriles de pasas
11 barriles de pólvora
20 arrobas de ciruelas pasas
20 serones de higos
60 botijas de aceite o aceituna
40 botijas de vinagre
41 botijas de tocino
400 costales de bizcocho
50 ristras de ajo
19 arrobas de queso
3 fanegas de almendras
8 botas de habas
18 botas de garbanzo

Tripulación total de la nao Victoria:
45 tripulantes
9 oficiales
11 marineros
10 grumetes
2 pajes
10 criados
3 lombarderos

MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN EL MUSEO NAVAL DE MADRID

La organización de la expedición contaba con tripulación de origen vasca. De los 245 hombres que comenzaron la expedición, alrededor de 30 eran vizcaínos o guipuzcoanos, también hubo algún navarro.

En la nao Vitoria zarparon Lope Navarro, natural de Tudela, marino; Martin de Gárate, natural de Deva, carpintero; Ochoa de Bilbao, natural de Erandio, grumete; Pedro de Tolosa, natural de Tolosa, grumete; Juanico el Vizcaíno, natural de Somorrostro, grumete; Juan de Arratia, natural de Bilbao, grumete; Juan de Zubileta, natural de Baracaldo, paje.

Elcano Sebastián de Elcano, natural de Guetaria, fue maestre de la Concepción, terminó como almirante de la expedición en la >Victoria, junto a él Juan Acurio y Berriz, natural de Bermeo, fue contramaestre de la Concepción, y también terminó la expedición en la Victoria.

El resto de marinos vascos se repartieron en las otras cuatro naos, pero especialmente en la Concepción.

naos Santiago Victoria Armada Magallanes Molucas Elcano Exposición
MAQUETAS DE NAOS EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS

El 10 de agosto de 1519, partieron del puerto de Sevilla con el objetivo de abrir una ruta navegable por el oeste hasta las siete islas de las especias, las Molucas. Primero debían atravesar el océano Atlántico hasta la costa sur de América, y encontrar un desconocido paso hacia el océano Pacífico, el estrecho de Magallanes. Después de atravesarlo, reconociendo islas, pasaron por las Marianas hasta que alcanzaron las Filipinas. Allí, asaltados por los indígenas, murió el almirante Magallanes. La expedición ya había perdido a tres de sus barcos y la mayoría de los tripulantes.

Tras fallecer varios capitanes, el guipuzcoano Juan Sebastián Elcano fue nombrado capitán de la nao Victoria en las Molucas. Desde allí, inició la travesía de regreso, navegando hacia occidente a través del océano Índico hasta alcanzar el continente africano, y una vez doblado el cabo de Buena Esperanza poner proa a España. No tuvo la misma suerte la otra nao que partió desde las Molucas, la Trinidad, en dirección al este, que terminó perdida y encallada sin hallar una corriente favorable a través del Pacífico.

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MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS

La nao Victoria llegó a Sevilla el 8 de septiembre de 1522, con 18 marinos de los 245 iniciales, tras 32.000 millas navegadas. De esos 18 tripulantes, 4 eran vascongados: Juan Sebastián Elcano, capitán, de Guetaria; Juan de Acurio, contramaestre, de Bermeo; Juan de Arratia, grumete, de Bilbao; y Juan de Zubileta, paje, de Baracaldo.

Al año siguiente, otros 12 miembros de la Victoria fueron rescatados en Cabo Verde, tras ser arrestados por portugueses. Y en 1526, se encontraron a 3 supervivientes de la Trinidad.

El presupuesto de las cinco naos con su equipamiento, víveres, cartas e instrumentos náuticos, mercaderías y sueldos para cuatro meses ascendió a 8.334.335 maravedís, de los cuales la Corona financiaba 6.454.209 y el mercader y armador burgalés Cristóbal de Haro 1.880.126. Tras el regreso de la Victoria, la venta de sus mercancía generó unos ingresos de 8.680.551 maravedís, lo que supuso un beneficio neto de 346.216, es decir, un 4,5% de rentabilidad en tres años.

Réplica nao Victoria Sevilla Guadiana
RÉPLICA DE LA NAO VICTORIA EN SEVILLA

Aunque el alto coste en vidas no quedaba respaldado por la baja rentabilidad económica, aquella la expedición realizó la mayor hazaña marítima de los tiempos: completar la primera circunnavegación del planeta entre 1519 y 1522. Además de comprobar la esfericidad de la Tierra de forma empírica, descubrió que rodeándola siempre rumbo este se le sustraía un día al calendario.

Entonces, la tecnología naval vasca era la más avanzada de la Europa de principios del siglo XVI, y el alto nivel de conocimiento náutico de los marinos de la Monarquía española se combinaron para concluir la primera vuelta al Mundo. Un hecho que cambiaría de manera irreversible la manera de entender el mundo. La enrome travesía de la nao Victoria abrió las puertas de todos los océanos a la navegación europea, constituyendo la base sobre las que se establecerían las rutas comerciales que unirían a todos los continentes de la tierra.

DOCUMENTO DE EXPROPIACIÓN DE LA NAO VICTORIA

10/03/2023

El mapa del fin del mundo, por Ignasi Serrahima


EL MAPA DEL FIN DEL MUNDO, POR IGNASI SERRAHIMA

El mapa del fin del mundo
Ignasi Serrahima, Ediciones B., Barcelona (2019), 453 páginas

Entre los años 2019 y 2022, se conmemora el V Centenario de la primera circunnavegación al planeta Tierra por la expedición que comenzó Fernando de Magallanes y terminó con Juan Sebastián Elcano. Con este motivo Ignasi Serrahima realiza una retrospectiva biográfica de un personaje histórico que culminó una gesta trascendental para la humanidad, con rigor histórico y fiel a los datos que se conocen.

Comienza El mapa del fin del mundo en julio de 1526, relatando Elcano en primera persona su pasado para que quede constancia de su gran hazaña. Estaba a punto de morir, como consecuencia del escorbuto, mientras surcaba el Océano Pacífico en la segunda expedición a las Molucas, comandada por Jufre García de Loaisa.

El marino de Guetaria narra su infancia y su primer viaje con su padre, también piloto, y cómo consiguió su primera nao. Después estuvo en la conquista de las plazas del norte de África y en las batallas de la Guerra de Italia, sirviendo en los Tercios del general Gonzalo Fernández de Córdoba, el Capitán Capitán, siempre pensando en la mayor gloria de su país y teniendo que acabar mendigando hasta los estipendios acordados. Como buen marinero padeció tempestades, motines e incluso los devastadores efectos de los espías portugueses, siempre intentando socavar a la Real Armada Española, la única que les superaba en todos los aspectos.

Una mala decisión lo obligó a huir y cambiar de identidad, hasta llegar finalmente a Sevilla, donde con contactó con Fernando de Magallanes. El día 20 de septiembre del año 1519 partía de Sanlúcar de Barrameda una expedición que trataba de navegar a la Isla de la Especias, límite geográfico que otorgaba a la Corona de Castilla según Tratado de Tordesillas con Portugal.

La muerte de Magallanes en Filipinas, en 1521, le puso al mando de la expedición y en consecuencia cayó sobre sus hombros la pesada carga de tomar la decisión de retorna a España por el Pacífico. Fue Elcano quien concibió la idea de regresar por el oeste y el que llevó lo que quedaba de flota a las islas de las especias.

El 6 de septiembre de 1522, Elcano regresaba al puerto de Sanlúcar con solo 17 hombres de los 265 marineros que partieron, y en su sola nave, la Victoria, de las cinco. Había conseguido realizar la primera circunnavegado del planeta Tierra y, con ello, demostrar de manera empírica que era redonda.

Todavía hoy se cree en muchas partes que la primera vuelta al mundo la completó Magallanes y que la expedición fue portuguesa, pero éste nunca pretendió dar la vuelta al mundo y ni siquiera llegó a las Molucas.

01/04/2022

Vascos en la Expedición a la Especiería (islas Molucas) por Jofre de Loaísa en 1525


Las informaciones proporcionadas por Juan Sebastián Elcano sobre el estrecho de Magallanes, al sur de América, auspició una nueva y rápida expedición con rumbo a las Molucas, por orden de Carlos V.

Según Gonzalo Fernández de Oviedo, el cronista de Loaísa, este era "buen caballero y persona de experiencia en la guerra de la mar y de la tierra", lo que unido a su prestigio y abolengo hizo que el emperador Carlos V lo nombrara capitán general de la armada que debía dirigirse a las Molucas y gobernador de aquellas tierras del Índico desde las que Juan Sebastián Elcano inició su asalto a la primera circunnavegación planetaria.

JUAN SEBASTIÁN ELCANO Y GARCÍA JOFRE DE LOAÍSA

La expedición estaba a cargo de fray Jofre de Loaísa, como segundo jefe de esta armada y guía fue designado Juan Sebastián Elcano. García Jofre de Loaísa nació en Ciudad Real a mediados del siglo XV, era militar y explorador marítimo.

El objetivo era la ampliación de la circunnavegación del globo terráqueo que había realizado años antes Elcano y establecer la definitiva Ruta de las Especias.

La flota se componía de siete navíos (seis naos y un patache), cuatro de estos navíos estaban construidos en la villa vizcaína de Portugalete y contenía una tripulación de 460 hombres. Las naves eran las siguientes:

-Santa María de la Victoria, de trescientos toneles, capitana, mandada por García Jofre de Loaísa
-Sancti Spiritu, de doscientos, por Juan Sebastián Elcano
-La Anunciada, de ciento sesenta, por Pedro de Vera
-San Gabriel, de ciento treinta, por Rodrigo de Acuña
-Santa María del Parral, de ochenta, mandada por Jorge Manrique de Nájera
-San Lesmes, de ochenta, por Francisco Hoces
-Santiago, de cincuenta, el único patache, llevando por capitán a Santiago de Guevara

FLOTA COMANDADA POR LOAISA

La expedición contaba con muchos naturales de Vizcaya y Guipúzcoa. Elcano había contratado a amigos y parientes suyos:

-Santiago de Guevara, de Mondragón, cuñado de Elcano, capitán del patache Santiago
-Martin Pérez de Elcano, de Guetaria, hermano de Juan Sebastián, piloto de la Sancti Spiritu
-Antón Martin de Elcano, de Guetaria, hermano de Juan Sebastián, ayudante de piloto de la Santa María del Parral
-Ochoa Martin de Elcano, de Guetaria, hermano de Juan Sebastián, tripulante del Santiago
-Juan de Areyzaga y Guevara, de Cestona, presbítero, primo del capitán Santiago de Guevara
-Toribio Alonso de Salazar, de las Encartaciones, tesorero del San Lesmes
-Andrés de Urdaneta, de Villafranca de Ordizia, paje de la Sancti Spiritus
-Martin Iñiguez de Carquizano, de Elgoibar, alguacil mayor
-Martin García de Carcicano, de Elgoibar, sobrino o primo de Martín Iñiguez de Carquizano
-Ortuño de Alango, de Portugalete, piloto del Santiago
-Antonio de Victoria, de Bilbao, contador de la Anunciada
-Martín de Uriarte, vizcaíno, piloto
-Andrés de Gorostiaga, de Guetaria

La lista de vascos es larga, unidos por lazos de parentesco y amistad: Hernando de Guevara, Diego de Ortiz Orue, Diego de Vitoria, Joanes de Zabala, Andrés de Aleche, Martín de Somorrostro, Martín Vizcaíno, Bartolomé Vizcaíno, Juan de Gorri, Iñigo de Elorriaga, etc.

MAQUETA DE NAO DEL SIGLO XVI

El 24 de julio de 1525, la expedición partió desde La Coruña y, tras aprovisionarse en isla canaria de La Gomera, siguió por el golfo de Guinea hasta poner rumbo a Brasil.

El 14 de enero de 1526, cuatro de los siete navíos pasaron el estrecho de Magallanes. Los otros tres (la nave capitana Santa María de la Victoria que dirigía Jofre, la San Gabriel, otra nao, y el patache) entraron por equivocación por la desembocadura del río Gallegos y embarrancaron, aunque consiguieron continuar más tarde al subir la marea. Fray Juan de Areyzaga fue uno de los que exploraron este río y la costa cercana. Una tempestad hizo naufragar a la nave comandada por Elcano en el cabo Vírgenes y tuvo que pasar a otra, mientras que la nao San Gabriel puso rumbo a España.

El 24 de enero, García Jofre de Loaísa logró entrar en el canal con una de las naos, la San Lesmes dirigida por Francisco de Hoces. Impulsada por los violentos vientos, fue obligada a salir del estrecho y llevada a contornear la costa de la Tierra del Fuego, hasta llegar a la latitud 55° sur. Al reunirse luego con el resto de la escuadrilla, informó haber alcanzado allí donde hay acabamiento de Tierra. Se trataba del descubrimiento de un nuevo paso hacia el Pacífico al sur de Tierra del Fuego, el llamado cabo de Hornos.

Areyzaga, Uriarte y Urdaneta escribirían detalladas relaciones de su paso por el estrecho de Magallanes y sus aventuras en tierra.

BARCOS POR EL ESTRECHO DE MAGALLANES

El día 26 de mayo de 1526, las naves, reducidas ya a cuatro, se adentraron en el océano Pacífico después de seis meses de dificultosa navegación.

Volvieron a sufrir terribles tormentas, una de las cuales, el 2 de junio, dispersó las naves, separando el Santiago. Este patache, al mando de Guevara, llegó a las costas de Tehuantepec en México. Una vez que desembarcaron los marineros en tierra firme, junto con el capitán Guevara, muy enfermo, Areyzaga emprendió el camino de visita a la ciudad de México, para dar cuenta al recién nombrado virrey de Nueva España, Hernán Cortés. Este lo recibió con grandes muestras de distinción y afecto; admiró tanto las peripecias y desgracias relatado por Areyzaga que mandó organizar otra expedición desde la costa occidental de Nueva España, a cargo de Álvaro de Saavedra, en auxilio de la maltrecha Armada de la Especiería.

El día 20 de julio, avistaron otra isla a la que pusieron por nombre La Magdalena, y el 30 de julio, murió fray Jofre de Loaísa. Elcano asumió el mando de la flota, pero por poco tiempo, pues falleció de escorbuto el 4 de agosto de 1526, a bordo de la nao capitana Victoria.

ISLAS MOLUCAS

El 21 de agosto, Toribio Alonso de Salazar descubría las islas Carolinas (islas Marshall), en la nao Santa María de la Victoria. Para entonces, su barco era el último superviviente de la expedición. A la muerte de Salazar, Iñiguez de Carquizano fue elegido general de la expedición de entre los pocos supervivientes. La nave capitana llegó exhausta a las islas Molucas, donde una vez allí, Carquizano fue asesinado por colonizadores portugueses.

La expedición fue un fracaso. De toda la tripulación, el primero que llegó de regreso a España fue un marinero llamado Andrés de Urdaneta, doce años después.

Es digno de resaltar el paso de la jefatura de la expedición de un vasco a otro: Elcano, Salazar y Carquizano. Un constante monopolio, que dice mucho del alto grado de participación de vascos en las gestas españolas del siglo XVI y posteriores, y su alta preparación como marinos.

ITINERARIO DE LA EXPEDICIÓN DE LOAISA

12/01/2022

Escultura a Juan Sebastián Elcano en Getaria por Ricardo Bellver


ESCULTURA A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN GETARIA

La escultura Juan Sebastián Elcano está situada en la plaza Gudarien Empartza de la guipuzcoana villa de Getaria. Es un homenaje al navegante de esta localidad, realizada por escultor madrileño Ricardo Bellver en 1888.

Este escultor es reconocido por ser el autor de El Ángel Caído, que se encuentra en el madrileño Parque El Retiro. Tras realizar justamente esta obra, Bellver fue pensionado por el Ministerio de Ultramar, el actual Ministerio de Asuntos Exteriores, que le encargó el monumento al guipuzcoano.

Juan Sebastián Elcano ha pasado a la historia universal por ser el navegante que consiguió dar la primera vuelta al mundo en la Expedición de Fernando de Magallanes a las Indias Orientales, demostrando de forma empírica que la Tierra es esférica entre los años 1519 y 1522. Representa al clásico explorador de ultramar del siglo XVI, buscando nuevas rutas y descubriendo nuevas tierras.

ESCULTURA A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN GETARIA

El boceto para esta obra fue realizado en 1877 y la escultura se presentó en la Exposición de Bellas Artes de 1881. Se trata de una figura en mármol de Carrara, de dos metros de altura, que se alza de pie, sobre un pedestal octogonal con un escudo de armas en bajorrelieve. Este conjunto es alzado sobre un pilar en mármol negro, también octogonal, con el nombre grabado del protagonista: "JUAN-SEBASTIAN DE ELCANO"

En esta escultura, Bellver creó una composición casi teatral, basándose en los atuendos y atributos propios de un navegante del siglo XVI, reflejando diferentes calidades textiles en los ropajes con gran lujo de detalles y contornos bien definidos.

Elcano es representado como un personaje de pose serena y firme, que logra movimiento apoyándose en un bello soporte, y que refleja un espíritu audaz y carácter triunfante.

El estado de conservación de esta escultura es excelente, a pesar de los problemas derivados de la contaminación ambiental que se traduce en forma de manchas. También presenta una pequeña rotura en uno de los atributos que la complementan y la falta de una pieza metálica perteneciente al astrolabio.

ESCULTURA A JUAN SEBASTIÁN ELCANO EN GETARIA

29/07/2021

Primera Vuelta al Mundo por Magallanes y Elcano (1519-1522)


Entre las muchas aportaciones que España ha realizado a la ciencia universal, hay una que en su momento fue decisiva: la primera demostración empírica de que la tierra es redonda. El deseo de llegar por las rutas de Occidente a las islas de las Especias, que acababan de descubrir los portugueses navegando por las rutas de Oriente, significó la oportunidad de dar, por primera vez, la vuelta al mundo. Y aquella hazaña contó con la participación y el liderazgo de un vascongado de relevancia universal: Juan Sebastián de Elcano.

Eso es lo que logró el viaje de Elcano alrededor del mundo. Después de tres años de calamitosa travesía, el 6 de septiembre de 1522, Juan Sebastián de Elcano junto con 17 hombres desnutridos y enfermos desembarcó de la nao Victoria en el puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda, tras recorrer unos 80.000 kilómetros.

JUAN SEBASTIÁN DE ELCANO

La primera vuelta al mundo partió de la idea de Fernando Magallanes, un marino portugués nacido en 1480, experto en las artes de navegar e intrépido aventurero. Había realizado unos primeros viajes por la India y Malaca entre 1505 y 1511, regresando a Portugal sabedor de la enorme riqueza que generaba la importación a Europa de las especias asiáticas. Los portugueses tenían colonias por las costas de África y Asia, controlaban las rutas a las islas de las especias en dirección este.

Su proyecto trataba de buscar una ruta alternativa a la ya establecida por la corona portuguesa, en dirección oeste buscando un estrecho marítimo en América que permitiera pasar al mar del Sur, el mismo que la expedición de Vasco Núñez de Balboa llamó también Pacífico. Pero su proyecto fue rechazado por el monarca luso Manuel I el Afortunado.

Sólo España estaba en condiciones de reunir la experiencia marinera, el conocimiento geográfico y cartográfico, la audacia humana, la voluntad política y los recursos económicos para emprender tal aventura marítima. Por eso, en 1517, Fernando de Magallanes viaja hasta Sevilla, donde se puso en contacto con Juan de Aranda, factor de la Casa de Contratación. Ambos consiguieron que, en 1519, llegase su proyecto expedicionario a manos de Carlos V, quien recibió al portugués en Valladolid, la capital de España.

TRATADO DE TORDESILLAS

Su objetivo consistía en llegar a las islas Molucas para obtener especias permitiendo que España se convirtiese en la principal suministradora de pimienta, clavo, nuez moscada y otras especias tan codicias en Europa. El plan consistía en abrir una ruta por el oeste, rodeando el continente americano por su extremo sur, y pasando sólo por dominios españoles. Surgió una dificultad diplomática, ya que según el Tratado de Tordesillas firmado en 1494 entre Castilla y Portugal, ambos países se habían repartido el mundo en dos mitades. Por tanto, si las islas Molucas quedaban del lado luso, Carlos I quebrantaría las relaciones diplomáticas con Portugal. Magallanes, basándose en los mapas de su tiempo, creyó que el camino occidental es viable y que las primeras islas asiáticas están cerca de la barrera americana.

Se trató, a posteriori, de un error de cálculo, pero el rey de España confió en la empresa y puso al portugués al frente de 265 hombres y 5 barcos: la capitana Trinidad, la Concepción, la Victoria, la Santiago y la San Antonio, cargadas de provisiones previstas para dos años (galletas, sardinas arenques, higos y siete vacas que les proporcionaban leche fresca). Era la llamada Flota de las Molucas.

Juan Sebastián Elcano tuvo conocimiento del proyecto y tomó partida en él como contramaestre de la nave Concepción. Marino guipuzcoano con amplios conocimientos náuticos, nació en Getaria en 1476. Participó en la expedición del cardenal Cisneros a Argel de 1509, y en las campañas de Italia del Gran Capitán. Elcano, arruinado, perseguido por la justicia por haber entregado la nave que mandaba a sus acreedores extranjeros, estaba en Sevilla, tratando de embarcarse en alguna de esas expediciones descubridoras que le supondría un empleo conforme a su capacidad y el indulto subsiguiente. Para ello debió recurrir a un alto empleado de la Casa de Contratación, Ibarrola, pariente suyo.

Durante la preparación de la armada magallánica, la Casa de Contratación contaba con bastantes administradores y funcionarios de origen vascongados. Uno de ellos era el vizcaíno Sancho de Matienzo. En el libro de gastos de la expedición consta el envío de una alta suma de ducados de oro al capitán de Lequeitio Nicolás de Artieta, con fecha de 19 de agosto de 1518. Durante el otoño e invierno Artieta, acompañado del cuñado de Magallanes, Duarte de Barbosa, y de Cormeño, polvorista de la Casa de la Contratación, trabajaban en la costa vasca preparando el abastecimiento necesario para la expedición. El capitán Artieta compraba la Trinidad en Bilbao.

Juan de Aranda, oficial de la Casa de Contratación de Sevilla, estuvo también implicado en la compra de las naves, siendo probable la procedencia zarauztarra de la nao Victoria.

Juan López de Recalde cumplía funciones de contador. Los Isasaga, Equino, Munibe-Alberro, Isasti, Urquiza, Oña, Iturriza, Berrozpe e Ibarrola ocupaban también otros elevados cargos.

De Guipúzcoa y Vizcaya, procedían gran parte de los pertrechos y de la artillería, desde los cañones, falconetes, bombardas, armaduras, ballestas, lanzas, saetas y escopetas, hasta el menaje de las despensas y artes de pesca, pasando por una fragua completa con sus barquines, yunques y tobera. La alta calidad y bajo coste determinaron a los organizadores la adquisición de estas armas y pertrechos de marinería en armerías y ferrerías vascas.

En la época de los descubrimientos la costa vasca jugaba un papel de primer orden en la construcción de naos y pertrechos de marinar.

JUAN SEBASTIÁN ELCANO Y FERNANDO MAGALLANES

La organización de la expedición contaba con tripulación de origen vasca. De los 265 hombres que comenzaron la expedición, alrededor de 30 eran vizcaínos o guipuzcoanos, cuya distribución en las 5 naves fue la siguiente:

En la Trinidad, mandada por Magallanes: el escribano León de Espeleta, el marinero de Lequeitio Domingo de Urrutia, y el escribano Juan de Elorriaga.

En la San Antonio: el maestre guipuzcoano Juan de Elorriaga y el marinero de Segura Juan de Segura; los 11 vascos restantes volvieron a España al fugarse la nao cuando abandonó la expedición desde el estrecho de Magallanes.

En la Concepción: el maestre de Guetaria Juan Sebastián de Elcano, el contramaestre de Bermeo Juan Acurio y Berriz, el calafate de Bermeo Antonio de Basozabal, el carpintero de Deva Domingo Icaza, los grumetes de Bermeo Juan Aguirre y Martín de Iraurraga, el marinero de Soravilla Lorenzo de Iruña, el grumete de Pamplona Joan Navarro, el grumete de la merindad de Marquina Pedro de Muguertegui, y el paje de Bermeo Pedro de Chindurza. Elcano y Acurio terminaron la expedición en la nave Victoria.

En la Victoria: el carpintero de Deva Martin de Gárate, el grumete de Somorrostro Juanico el Vizcaíno, el grumete de Bilbao Juan de Arratia, el grumete de Bilbao Ochoa de Erandio, el grumete de Tolosa Pedro de Tolosa, el paje de Baracaldo Juan de Zubileta, y el marino de Tudela Lope Navarro.

Como servidores del contador Antonio Coca estaban enrolados el ballestero de Bilbao Juan de Menchaca, el barbero de Galdácano Pedro Olabarrieta, el grumete de Somorrostro Juan de Santelices. Además, tomaron parte en la expedición Juan de Aroca, Perucho, Rodrigo de Hurrira, Martín de Barrena y Pedro Santúa.

DESCUBRIMIENTO DEL ESTRECHO DE MAGALLANES

La expedición partió del puerto de Sevilla el 10 de agosto de 1519. El primer tramo de la expedición es relativamente tranquilo. Toda la armada cruzó el océano Atlántico y se dirigió a Sudamérica. Tocan Río de Janeiro, bordean la costa de Brasil, hacen un breve descanso en Río de Janeiro, exploran la gran boca del Río de la Plata y el litoral de la Patagonia. Pero empiezan a surgir los problemas y las desconfianzas de la tripulación con respecto a Magallanes debido a varios motivos: primero, Magallanes mantiene en secreto el objetivo de su viaje, lo cual inquieta al resto de capitanes; segundo, los capitanes españoles desconfían de Magallanes, en buena parte por las discusiones establecidas en Sanlúcar con agentes portugueses; y tercero, la costa suramericana parece interminable, no aparece ningún paso hacia el otro lado y, además, a bordo hace un frío insoportable.

La armada navega por el hemisferio sur, donde en invierno empieza en marzo, las temperaturas son tan bajas que deciden invernar en la bahía de San Julián, en la Patagonia, donde hubo un intento de sublevación. El inspector de la expedición, Juan de Cartagena, secundado por otros tripulantes, Luis de Mendoza, tesorero, Antonio Coca, contador, y Gaspar de Quesada, se niega a seguir adelante. Magallanes resuelve el problema con astucia, pero fue severo con los cuatro cabecillas del complot. Más bien prefirió contemporizar con unos marineros muy necesarios para continuar el viaje. Uno de los más beneficiados por aquella indulgencia fue Elcano, subordinado de Gaspar de Quesada, que estaba entre los cabecillas del motín. Elcano se vio atrapado en un conflicto de fidelidades: o seguir al capitán de su barco, o seguir al jefe de la expedición. Primero se amotinó, pero luego contribuyó a sofocar el motín, ganándose la confianza de Magallanes. No tuvo la misma suerte el guipuzcoano Juan de Elorriaga, quien murió durante el conflicto.

En la bahía de San Julián sobreviven durante cinco meses bajo el frío, cazando animales como avestruces, zorros y moluscos y derritiendo el agua de bloques de hielo. La nao Santiago, durante un reconocimiento, se estrella contra la costa por un temporal, sin consecuencias. Y toman contacto con los indios tehuelches, los "patagones" por las enormes huellas que sus abarcas dejan en la nieve.

El 21 de octubre de 1520, se adentraron en el deseado paso al que Magallanes bautizó como estrecho de Todos los Santos y de las Once Mil Vírgenes. El 28 de noviembre salieron al mar del Sur, al que denominaron con el nombre de mar Pacífico o mar de las Damas por los suaves vientos alisios que soplaban. Por él navegaron durante tres meses en condiciones calamitosas, los marineros mueren a mansalva al carecer la tripulación de agua y provisiones frescas y, en consecuencia, padecieron de escorbuto. Cuando los víveres se agotaron, llegaron a alimentarse de cuero, ratas, cucarachas y todo lo que encontraban.

Durante la etapa transpacífica, la San Antonio, al mando del portugués Esteban Gómez, abandona la flota por falta de víveres para volver a España.

TRAZADO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO

El 24 de enero de 1521, llegaron a la isla de Guam, perteneciente a las islas Marianas, también conocidas como islas de los Ladrones, que las llamaron así porque los indígenas entraban en los barcos y robaban todo cuanto encontraban. Continuaron hacia el oeste en dirección Cebú.

El 16 de marzo llegaron a la playa de San Lázaro, en Cebú, isla perteneciente al archipiélago de Filipinas, donde establecieron buenas relaciones con los nativos. Las tripulaciones se abastecen, descansan y se recuperan. No así para los vascos Juan de Aroca y Martín Barrena, que fueron los primeros enterrados en Filipinas.

En la isla de Mactán, el 27 de abril, surgieron las complicaciones. Magallanes desembarcó con 60 hombres armados para obtener la soberanía española sobre todas aquellas islas. Contaba el portugués con el apoyo del rey de Cebú y sus soldados. Pero, mientras entraban en amigables tratos con los aborígenes, el jefe cacique local Lapu-Lapu se niega a reconocer a Magallanes como su señor, y unos 1.500 isleños rebeldes cayeron sobre ellos.

Durante la emboscada, los soldados españoles atacaban con fuego de mosquetón y tiros de ballesta, mientras que los indios se protegían con escudos de madera y contraatacaban con flechas envenenadas.

Magallanes participó durante su juventud, en 1511, en una expedición para conquistar Malaca, en la India portuguesa. Sus compatriotas se impusieron a los nativos en gracias a la ventaja que les proporcionaba la artillería. Ahora, a la vista de unos indígenas filipinos técnicamente incapaces de hacer frente a los europeos, el portugués cometió el error de infravalorarlos y no tomar las debidas precauciones, costándole la vida y la de algunos de sus compañeros. También fue un error el haberse implicado en una contienda de jefes locales. Allí cayeron los vascongados León de Espeleta, Rodrigo de Hurrira y Sancho de Heredia.

Sobrevivieron 114 hombres para tres barcos. La expedición quedó al mando, sucesivamente, de varios de sus capitanes que se disputaban el poder, mientras continuaban explorando las islas, entablando relaciones con los jefes locales y buscando la ruta de las Molucas. Duarte de Barbosa, el capitán, fue asesinado junto con 24 soldados en otra emboscada. El mando superior pasó a Juan Carbajo. Entonces, decidieron hundir la nao Concepción, debido a una plaga de moluscos que había carcomido el casco. La cada vez más mermada tripulación se repartió entre las dos únicas naves efectivas. Gonzalo Gómez de Espinosa mandaba la Trinidad, y Juan Sebastián de Elcano recibía la Victoria.

Desde Cebú, la expedición buscó las tan deseadas Molucas, haciendo una aventurada travesía. Primero pasando por Mindanao, y tras hacer escala en Bohol y Panilongo, llegaron a Cimbonbon. Finalmente, un triunvirato encabezado por Elcano se hizo con el mando de lo que quedaba de la flota, argumentando que los jefes portugueses colaboradores de Magallanes habían eludido a propósito las Molucas para no perjudicar a Portugal, que poseía el lucrativo monopolio del comercio de las especias.

Elcano, al mando de la expedición, puso rumbos suroeste, atravesó los archipiélagos de Basilán y Joló, desembarcó en las islas de Batuán, Calagán y Monolipa, donde encontraron una canela de gran calidad. Llegaron a su destino, las Molucas, el archipiélago de las ricas especias, a finales de 1521.

Allí, en la isla de Tidore, establecieron tratados con los príncipes nativos y cargaron un importante cargamento de especias, con lo que se cumplió el objetivo del viaje.

El 21 de diciembre, la expedición se dividió. La Trinidad, dirigida por Gómez Espinosa, sufría una avería, por lo que se acordó su permanencia en las Molucas hasta su adecuada reparación. El viaje de regreso se efectuaría con rumbo al Darién, entre Panamá y Colombia. Pero el plan fracasó, no consiguieron encontrar una travesía de vientos que les retornase a América, el torno-viaje que medio siglos más tarde hallaría Urdaneta, y sus hombres terminaron presos de los portugueses, dueños comerciales de la zona. Domingo de Urrutia quedó prisionero en Borneo y Antonio de Basozabal en Tidore.

La proximidad de los portugueses, hizo que Elcano al frente de la Victoria pusiese rumbo al oeste. Allí se gestó el proyecto de dar la vuelta al mundo. Regresar a España por el océano Índico suponía la violación del Tratado de Tordesillas. Acompañado de 47 españoles y 13 naturales, arribó a la isla de Timor, ya en 1522, donde supo de la existencia de otras tierras e islas, las actuales China, Java e Indonesia.

ESTATUA A ELCANO EN GETARIA

La expedición de Elcano cruzó el océano Índico por una ruta lo más meridional posible, pasando un calvario de hambre, sed y enfermedades. Por otra parte, el rey Juan de Portugal se propuso sabotear la nueva ruta, por eso, ordena a todos los puertos portugueses que negaran cualquier ayuda a las expediciones españolas.

Elcano consiguió dominar la impaciencia de la tripulación, ansiosa de bajar a tierra desde que pasaran ante las costas de Mozambique y el 19 de mayo de 1522, doblaron el cabo de Buena Esperanza.

En Cabo Verde, en el África occidental, Elcano decidió enviar a trece hombres en una pequeña embarcación, un esquife, para conseguir víveres sin revelar su identidad. La colonia era de dominio portugués, y su gobernador se ofreció a comerciar. Cuando consiguieron agua y comida, cometieron el error de pagar en especias, descubriendo su ilegal procedencia, por lo que los marineros fueron apresados. Entre ellos, estaban Pedro de Chindurza y Pedro de Tolosa, aunque después fueron repatriados. Fue en este lugar donde supieron que llevaban un día de retraso como consecuencia de haber navegado de este a oeste, dando la vuelta a la Tierra. Un descubrimiento más, comprobado empíricamente por la expedición. Elcano comprendió la situación, nadie puede aportarles ayuda, y puso rumbo final por la costa oeste del Atlántico hacia España.

En el Atlántico, la carencia de alimentos se hizo sentir de nuevo. Durante días y días, los supervivientes navegaron sin probar alimento fresco. El escorbuto se cebó en los hombres, a los enfermos se les hinchaban las encías y se les caían los dientes, muchos murieron completamente extenuados entre grandes dolores. Sólo el indomable tesón de Elcano mantuvo la moral de sus hombres para hacer frente a tanta adversidad.

Cuando ya estaban cerca, una enorme tormenta desvía la nao Victoria hacia las portuguesas islas Azores.

Por fin, después de tres años menos catorce días de navegación, el 6 de septiembre de 1522 la expedición al mando de Magallanes-Elcano, tras recorrer 14.000 leguas, entraba en el puerto gaditano de Sanlúcar de Barrameda. Llegó con sólo 18 supervivientes, exhaustos, hambrientos y enfermos, a bordo de la nave Victoria, la única que quedaba de las cinco que partieron, eso sí, con las bodegas cargadas de especias. Misión cumplida.

PLACA HOMENAJE A LOS SUPERVIVIENTES DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO

Los 18 supervivientes que llegaron a Sevilla eran trece españoles, tres italianos, un portugués y un alemán: Juan Sebastián de Elcano, de Getaria, capitán; Miguel de Rodas, piloto; Juan de Acurio, de Bermeo, piloto; Antonio Lombardo (Pigafeta), de Vicenza, cronista; Juan de Arratia, de Bilbao, grumete; Juan de Zubileta, de Baracaldo, paje; Martín de Yudícibus, de Génova, marinero; Francisco Albo, de Axila, piloto; Hernando de Bustamante, de Alcántara, marinero y barbero; Nicolás el Griego, de Nápoles, marinero; Miguel Sánchez, de Rodas, marinero; Antonio Hernández Colmenero, de Huelva, marinero; Francisco Rodrígues, portugués de Sevilla, marinero; Juan Rodríguez, de Huelva, marinero; Diego Carmena, marinero; Hans de Aquisgrán, cañonero; Vasco Gómez Gallego, el "portugués", de Bayona, grumete; Juan de Santandrés, de Cueto, grumete.

De los 13 españoles, 4 eran vascos: Juan Sebastián de Elcano, de Getaria, capitán; Juan de Acurio, de Bermeo, piloto; Juan de Arratia, de Bilbao, grumete; y Juan de Zubileta, de Baracaldo, paje.

Elcano y la tripulación superviviente fueron socorridos en Sevilla por la rápida intervención, entre otros, del tesorero de la Casa de Contratación Domingo de Ochandiano y del escribano real Juan de Eguibar. Más tarde, marcharon para Valladolid ante la corte del emperador Carlos V. Allí presentaron a los indios que traían de aquellas remotas islas, los regalos de sus reyes, pájaros raros, producciones exquisitas, y las preciosas especias adquiridas. El cargamento traído en la nao Victoria era de 381 sacos de especias, con un peso de 524 quintales. Su venta en el mercado español y europeo cubrió los gastos de la expedición y arrojó un beneficio de 346.220 maravedíes.

El emperador llenó de honores a los héroes de tal hazaña, recibió personalmente a todos los supervivientes y, además, se preocupó de que fueran liberados los marineros apresados por los portugueses tanto en Filipinas como en Cavo Verde. Elcano recibió una cuantiosa renta anual y un escudo de armas cuya cimera, un globo terráqueo, lleva la leyenda Primus circumdedisti me (El primero que me diste la vuelta).

Tras el hallazgo, las Cortes de Castilla y de Portugal trataron de aclarar las diferencias contraídas sobre la pertenencia de las Molucas por medio de jueces instruidos, reunidos entre Yelves y Badajoz. El emperador convocó a Elcano, el gran testigo ocular de la verdadera situación de aquellas islas. Su voto y manifiesto fue razón de mucho peso y autoridad en las conferencias. Con su ayuda los castellanos impusieron sus argumentos sofocando la razón de los lusitanos, y en 1524, sentenciaron la titularidad de las Molucas a favor del emperador.

Apenas cuatro años después Elcano regresa al mar, se enrola en la expedición marinera de García Jofre de Loaysa para conquistar las Molucas. Muere el 4 de agosto de 1526 mientras atravesaba el Pacífico al mando del Espíritu Santo.

Hay un viejo dicho latino que Plutarco atribuye a Pompeyo y que la Liga Hanseática adoptó como lema: Navigare necesse este, vivere non est necesse (Navegar es necesario, vivir no es necesario).

REGRESO DE JUAN SEBASTIÁN ELCANO A SEVILLA,
POR ELÍAS SALAVARRÍA INCHAURRANDIETA (1919)

17/04/2021

Retratos e ilustraciones de Juan Sebastián Elcano


Ya que no se conoce la existencia de algún retrato de Juan Sebastián Elcano, el primero modelo de referencia fue el dejado por Tomás López Enguídanos. Fue un grabador calcográfico valenciano del siglo XVIII, que compuso la serie de los Retratos de los españoles ilustres con un epítome de sus vidas, ambiciosa empresa llevada a cabo por la Imprenta Real y la Calcografía Nacional entre 1791 y 1819.

Basándose en el dibujo preliminar de Enguídanos, el grabado de Luis Fernández Noseret realizó este otro definitivo Juan Sebastián de Elcano, que pertenece a la Biblioteca Nacional. En su parte inferior incluye el epítome:
"JUAN SEBASTIAN DE ELCANO. Hábil piloto y argonauta inmortal por haber sido el primero que dio la vuelta al mundo. Nació en Guetaria y murió en la mar del Sur en 1526."
elcano españoles ilustres retratos
JUAN SEBASTIÁN EÑCANO, RETRATOS DE LOS ESPAÑOLES ILUSTRES


A su vez, basándose en el grabado de L. Fernández Noseret y J. López de Eguíndanos, se realizó este retrato de Juan Sebastián Elcano al óleo, que acoge el Museo Naval de Sevilla.

elcano retrato óleo museo sevilla
JUAN SEBASTIÁN ELCANO, MUSEO NAVAL DE SEVILLA


Ilustración de Juan Sebastián Elcano pertenecientes al libro Las glorias nacionales: grande historia universal de todos los reinos, provincias, islas y colonias de la Monarquía Española, desde los tiempos primitivos hasta el año de 1852.

JUAN SEBASTIÁN ELCANO, LAS GLORIAS NACIONALES


Este otro óleo de Juan Sebastián Elcano fue realizado por el también guipuzcoanos
Ignacio Zuloaga por encargo de la Diputación Foral de Guipúzcoa para el IV Centenario de la Primera Vuelta al Mundo (1522-1922). Forma parte de la Colección del Palacio Foral de la Diputación.

JUAN SEBASTIÁN ELCANO, POR IGNACIO ZULOAGA


El desembarco de Elcano en Sevilla
 es un óleo sobre lienzo realizado por
Elías Salaverría Inchaurrandieta. También es llamado La ofrenda de Elcano porque refleja el momento del desembarco del almirante Juan Sebastián de Elcano junto a sus tripulantes de la nao Victoria en el puerto de Sevilla, el 8 de septiembre de 1522. Los marinos aparecen portando velas encendidas en la mano con la intención de acudir a las iglesias de Nuestra Señora de la Victoria y de Nuestra Señora de la Antigua, en acción de gracias.

Fue un encargo solicitado por la Diputación de Guipúzcoa en 1922 para conmemorar el IV Centenario de la Primera Vuelta al Mundo (1522-1922).

EL DESEMBARCO DE ELCANO EN SEVILLA, POR ELÍAS SALAVERRÍA


Muerte de Juan Sebastián del Cano es un cuadro de F. Guevara. Expresa el momento de la despedida del marino de Guetaria a sus compañeros, aquejado de una enfermedad irreversible, durante la expedición a las islas de las Especias dirigida por Jofre García de Loaisa.

MUERTE DE JUAN SEBASTIÁN DEL CANO, POR F. GUEVARA


Mapa del atlas náutico de 1543 realizado por Battista Agnese. Este cartógrafo
gustaba de incorporar los nuevos hallazgos geográficos en sus mapas; en este incluyó la trayectoria del viaje de circunnavegación de Magallanes, aplicando en hilo de plata y luego deslustrado. Después trazó la ruta desde Cádiz a Perú con estadías a través del itsmo de Panamá. Este era la ruta del oro que surcaban barcos cargados con los tesoros americanos y custodiados por grandes galeones fuertemente artillados. Pertenece a la Biblioteca Nacional francesa en París.

RUTA MAGALLANES-ELCANO, POR BATTISTA AGNESE


Ilustración de la portada del libro de Lázaro de Flores titulado Arte de Navegar, editado en Madrid en 1673. En torno a la representación de la nao Victoria figura un poema de Melchor de Galarza que rinde homenaje a Elcano:
"Con instrumento rotundo,
el imán y derrotero,
un Vascongado el primero
dio la vuelta, a todo el Mundo."

ARTE DE NAVEGAR, POR LÁZARO DE FLORES


Escudo de armas Elcano concedido por el emperador Carlos V que contiene en la parte inferior especias: clavo, canela y nuez moscada; en el centro un castillo y en la parte superior un yelmo y un globo terráqueo con una orla que lleva escrita la inscripción latina "Primus circumdedisti me" (Primero en circunnavegar me).

ESCUO DE ARMAS DE ELCANO

06/01/2021

La ruta infinita, por José Calvo Poyato



La ruta infinita. Buscando un paso, una ruta y confirmar una sospecha, dieron la Primera Vuelta al Mundo
José Calvo Poyato, Editorial Harpercollins, (2019), 480 páginas

El 10 de agosto de 1519 partía del sevillano muelle de las Mulas una flota compuesta por cinco naves (la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago) dirigida por el experimentado navegante portugués Fernando de Magallanes, que había tenido el empeño y la tenacidad de hacer realidad su proyecto para buscar un paso entre el Atlántico y el mar del Sur. Tras permanecer cuarenta días en la desembocadura del Guadalquivir, frente a Sanlúcar de Barrameda, salieron a mar abierta.

Tres años después, solo una de ellas, la Victoria, con el velamen destrozado y una menguada tripulación de dieciocho hombres hambrientos y agotados, llegaba al puerto sevillano ante la atónita mirada de una multitud que se apiñaba en el Arenal y llenaba las riberas del Guadalquivir. Al mando de la nao estaba el vasco Juan Sebastián Elcano. Las calamidades y contratiempos sufridos eran incontables, pero habían encontrado un paso para llegar al mar del Sur, a las islas de las Especias, y dado la primera vuelta al mundo...

Calvo Poyato llevará al lector a Lisboa, donde se están construyendo la Torre de Belém y el monasterio de los Jerónimos, y en la cual Magallanes da forma a sus sospechas. También viajará a Sevilla, una ciudad en la que se siguen con pasión los viajes a las Indias, y a la corte de un jovencísimo Carlos I, donde se multiplican las intrigas cortesanas y los intentos de frustrar la expedición que protagonizará la gran aventura de viajar alrededor de la Tierra a través de mares desconocidos y hacer frente a los peligros en tierra firme. Un hecho tan grandioso como poco conocido, en sus más jugosos detalles y secretos, que merece la pena recordar.

En el Quinto Centenario de una de las más grandes gestas de la historia de la humanidad, con su impecable estilo y habitual rigor histórico, Calvo Poyato nos desvela en La Ruta Infinita la historia de esa aventura que fue algo más que la Primera Vuelta al Mundo.