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23/05/2025

García Ibáñez de Mújica y Echevarría


Consejero de la Casa del príncipe Juan, y miembro del Consejo Real de Castilla en los reinados de Isabel la Católica y de Juana de Trastámara

GARCÍA IBÁÑEZ DE MÚJICA Y BRACAMONTE

García Ibáñez de Mújica y Echevarría "el hijo" nació en Villafranca de Ordizia, Guipúzcoa, a mediados del siglo XV. Era hijo de Garcia Ibáñez de Mújica y Verástegui, señor de la Casa de Mújica, y de María Fernández de Echavarría, perteneciente a la Casa de Ysasaga, ambos de Guipúzcoa. Su padre ejerció varios cargos en las instituciones municipales de Villafranca de Ordizia durante la segunda mitad del siglo XV: bolsero, escribano, regidor, y procurador.

Tuvo cuatro hermanos que desarrollaron carreras profesionales en las administraciones de Villafranca de Ordizia y de la Monarquía hispánica.

Martín de Mújica fue contador mayor del reino y embajador de Castilla.

Lope de Mújica fue fiel de Villafranca de Ordizia en 1505, capitán general de la Real Armada castellana en 1499, contino real y agente comercial al servicio de la Corona de Castilla durante dos décadas.

Miguel de Mújica fue contino real, receptor de los quintos reales en Gran Canaria e intervino de la colonización de las islas Canarias.

Juan Martínez de Mújica "el Mozo" fue procurador en las Juntas Generales de Guipúzcoa y bolsero de Villafranca de Ordizia.

El joven García Ibáñez de Mújica fue licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca, en cuya ciudad residió en el Colegio Mayor de San Bartolomé.

Pese a no formar parte de los tradicionales linajes solariegos vascos, se llamaba de igual manera que su padre, al contar con el mismo antropónimo (García), patronímico (Ibáñez) y toponímico (Mújica), alusivo este último al lugar de origen o al solar de procedencia. De este modo, su padre quiso reforzar la superioridad del primogénito frente a sus hermanos, afirmar la posición jerárquica del mismo en el seno de la familia y perpetuar la memoria genealógica del antecesor del que se tomaron dichos distintivos de identificación.

ESCUDO DE ARMAS DE LA CASA MÚJICA

Comenzó a servir en la Corte de Castilla como consejero personal del príncipe Juan, hijo de la reina Isabel la Católica.

En 1498, se produjo una reforma de la administración en la Corte que desembocó en la incorporación de nuevos consejeros. De este modo García Ibáñez de Mújica, así como Martín Fernández Angulo y Luis Zapata, antiguos consejeros del príncipe Juan, accedieron a uno de los principales organismos de la Corona de Castilla, el Consejo Real.

Durante su carrera burocrática al servicio de Isabel la Católica, fue oidor del Consejo Real y de Cámara de Castilla y, tras su muerte en 1504, desempeñó estos mismos cargos con a reina Juana de Trastámara.

Se asentó en la ciudad de Ávila donde contrajo matrimonio con Aldonza de Bracamonte, hija del vallisoletano Juan de Bracamonte, señor de Fuente el Sol, de Valladolid, y de la abulense Teresa de Vargas, y también fue nieta del mariscal de Castilla, Álvaro Dávila, miembro de una de las familias más poderosas de Ávila, y de Juana de Bracamonte, hija del almirante francés Rubí de Bracamonte.

El ascenso tan fulgurante del licenciado García Ibáñez de Mújica a las más altas instancias del poder regio fue debido a su alta formación en leyes por la universidad más prestigiosa del momento. Pero aún más determinante fue su vinculación al influyente linaje abulense de Aldonza, además del apoyo que podían ejercer sus hermanos ubicados en instancias cortesanas.

En efecto, la unión matrimonial de Ibáñez de Mújica con Aldonza de Bracamonte supuso su acceso a la casa y patronazgo del linaje Bracamonte, y su consecuente ascenso político-administrativo a la Corte. Desde esta posición de poder y prestigio, pudo generar amplios beneficios económicos y fundar su propio Mayorazgo de Mújica en Ávila, antes de fallecer en 1520. Pero una parte de la fortuna de Ibáñez de Mújica provino de rentas situadas en las islas Canarias, donde su hermano Miguel de Mújica, siendo capitán de Infantería, había muerto luchando en la conquista y colonización de la Gran Canaria en 1483.

PALACIO DE LA DIPUTACIÓN DE ÁVILA - PALACIO DE MÚJICA

Según afirmó el historiador Lope Martínez de Isasti, García Ibáñez de Mújica fue abuelo del arzobispo Mújica.

El Palacio de la Diputación Provincial de Ávila fue el Palacio renacentistas de Mújica, también llamado de Oñate o de los Guzmanes. Sobre su fachada se conserva un escudo de armas perteneciente a García Ibáñez de Mújica, que ofrecen una imagen del poder que alcanzó en Guipúzcoa, en Ávila y en la Corte de los Reyes Católicos. En su mitad izquierda aparece una banda terciada diagonal con dos escudetes de tres fajas verticales. En la mitad derecha se representa a un león rampante al tronco de un árbol verde.

Sus descendientes dispusieron de una capilla en la Catedral de Ávila y gustaron de la pintura de El Greco. En la capilla del cardenal se encuentra el retrato de García Ibáñez de Mújica y Bracamonte, hijo del licenciado Mújica de Aldonza y estuvo casado con María de Velasco del Águila. Este retrato fue pintado por El Greco.

ESCUDO DE ARMAS DE LA CASA MÚJICA Y CASA BRACAMONTE

26/06/2017

Martín Zurbano de Azpeitia


Consejero de los Reyes Católicos
, miembro del Consejo de Castilla, presidente del tribunal de la Inquisición y obispo de Tuy

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MARTÍN ZURBANO DE AZPEITIA

Martín de Zurbano
era natural de Azpeitia, donde nació a mediados del siglo XV. Pertenecía a una familia nobiliaria alavesa de Arrazua, de la casa de Bustinzuri, que se había establecido en Guipúzcoa. Fue conocido como Martín de Azpeitia y como Maestro Azpeitia. 

Era un época donde las Guerra de Bandos que afectaban las tierras del valle del Urola dejaron las casas-torres con sus almenados desmantelados, en especial las de Loyola, Emparan, Balda e Iraeta. Las Hermandades y el rey Enrique IV expulsaron de sus baluartes a aquellos que tanta violencia ofrecieron a la provincia con sus rivalidades. Los Pariente Mayores más belicosos fueron desterrados a Ximena de la Frontera, en la frontera de Castilla con Granada.

Tras graduarse en artes y teología, probablemente en la Universidad de Salamanca, estuvo como canónigo magistral de Ciudad Rodrigo, y más tarde como canónigo en la catedral de Santiago de Compostela.

En 1491, accedió como abad en encomienda al monasterio de San Juan de Poyo, en Pontevedra, como mero administrador de los bienes de Poyo, no formando parte de la comunidad. Desde ese mismo año hasta 1503, participó en varias misiones del papa Alejandro VI por Italia y Alemania, como protonotario apostólico.

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SEPULCRO DE MARTÍN DE AZPEITIA

En 1506, fue nombrado miembro del Consejo de la Inquisición, junto con el oñatiarra Mercado de Zuazola y otros vascos. Desempeñó un papel relevante en la Congregación General de 1508 y en la redacción de las Constituciones para la Inquisición de los Reinos de Aragón y de Sicilia. 

Además, fue miembro del Consejo de Castilla, ganándose la confianza de la reina Isabel. Aparece constantemente como consejero real, por ejemplo en la inscripción de su sepulcro: "... del Consejo de los Católicos nuestros Reyes Don Fernando y Doña Isabel..."; en su testamento "... del Consejo de sus Altezas ... reinaban, por entonces, Doña Juana y Don Fernando como Regente, en Castilla."; Flórez y Ávila y La Cueva, tomándolo del Tumbo de la Catedral de Tuy, escriben: "... sábese que el referido señor era del Consejo de la Reina ..."; Lo mismo dice A. Lambert: "... conseiller de la reine Isabelle...".

Coincidió en la Corte con otros consejeros reales vascos como Rodrigo Mercado de Zuazola, doctor en leyes y cánones y los licenciados García Yáñez de Mújica y Ortuño Yáñez de Aguirre. Pero, a diferencia de ellos, consejeros en derecho, Martín de Azpeitia era consejero en teología. Su último cargo fue en la sede episcopal de Tuy, en Pontevedra, en 1515. Pero falleció un año después en Madrid.

Zurbano tiene capilla propia con panteón en la parroquia de San Sebastián de Soreasu, en Azpeitia, ejemplo del arte renacentista guipuzcoano. Es una capilla dedicada a San Martín, con hermoso retablo y reja y, sobre todo con el espléndido sepulcro de estatua orante, donde quiso que reposaran sus restos:
"...que mi cuerpo sea sepultado en la iglesia de San Sebastián de la villa de Azpeitia, de donde soy natural; en la mi sepultura se haga una capilla...; mando que se haga de mis bienes, en la cual e en el retablo della gasten hasta mill ducados de oro..."

SEPULCRO DE MARTÍN ZURBANO
EN LA PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN DE AZPEITIA

02/07/2016

Domenjón González de Andía


Corregidor de Guipúzcoa y consejero de los Reyes Católicos que, en representación de la Hermandad de Guipúzcoa, se enfrentó a los linajes nobiliarios de las Guerras de Banderizos consiguiendo la paz para las villas.

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DOMEJÓN GONZÁLEZ DE ANDÍA

Domenjón González de Andía nació en Tolosa, en la primera mitad del siglo XV. Sus padres fueron Gonzalo González de Andía y Ayala, señor de la Torre de Andía y vasallo del rey de Castilla y León, y Elvira de Verdelladi. Su linaje posee una casa torre en villa natal: la Torre de Andía.
Estudió leyes en varias universidades de la península. Con posterioridad regresó a Guipúzcoa, donde ejerció como juntero en representación de Tolosa. Sirvió como consejero en Corte de los reyes castellanos Juan II (1406-1454), Enrique IV (1454-1474) y en la de los Reyes Católicos (1474-1504). Estuvo en Francia al servicio de Juan II, al cual abandonó por disgustarle las intrigas que rodeaban la corte del rey. Fue también comerciante, ejerció numerosos negocios y tuvo muchas propiedades.

González de Andía se convirtió en un importante personaje histórico de la Guipúzcoa del siglo XV, por ser la autoridad que finalmente pudo acabar con las a Guerras Banderizas en su provincia y asentar las bases del régimen foral del territorio hasta el siglo XIX.

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DOMENJÓN GONZÁLEZ DE ANDÍA

Estos enfrentamientos entre señores feudales se habían iniciado en la segunda mitad del siglo XIV por la rivalidad entre los principales linajes guipuzcoanos, llamados Parientes Mayores, agrupados en dos grandes bandos: gaboinos (los del linaje de Gamboa) y oñacinos (los del linaje de Oñaz); y que implicó a los otros dos territorios vascos. Estas cabezas de linaje vieron disminuir su influencia en el territorio por la formación de villas que se encontraban bajo la directa jurisdicción real. Las villas guipuzcoanas decidieron unirse para protegerse mutuamente contra los agresiones y saqueos realizados por los Parientes Mayores. De esta forma, se fundaron, en 1397, las Juntas Generales de Guipúzcoa, como una institución política de representantes de las villas. Estas Juntas provinciales obtuvieron la aprobación del rey Enrique IV, asentando su soberanía real sobre todo el territorio de Guipúzcoa.

Pero, a pesar de los esfuerzos de los junteros provinciales, los sucesivos ataques y venganzas entre linajes nobiliarios se fueron produciendo durante todo el siglo XV, afectando de forma colateral a las villas y al pueblo llano.

En 1457, González de Andía fue elegido por la Junta guipuzcoana para liderar la lucha contra los Parientes Mayores de los dos bandos: desterraron a sus cabecillas, desmocharon sus torres, acabaron con parte de sus privilegios feudales e impusieron la autoridad real. Bajo su dirección, se dio forma a la estructura política del territorio formándose la Hermandad de Guipúzcoa (Provincia de Guipúzcoa) en 1463, y la Diputación de Guipúzcoa. Además, dio estabilidad a las Juntas Generales. Ese mismo año participó como intermediario para evitar que el rey castigara a sus vecinos de Tolosa por el asesinato del recaudador de impuestos Jacob Gaón.

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JUNTAS PARTICULARES DE GUIPÚZCOA

En 1471, acudió como coronel de una tropa guipuzcoana en auxilio del rey inglés Eduardo IV de la Casa de York en su enfrentamiento con el rey francés Luis XI y Enrique VI de la Casa Lancaster, durante la guerra civil inglesa conocida como Guerra de las Dos Rosas. El servicio que prestaron los guipuzcoanos al rey ingles estuvo probablemente basado en el poderío naval que tenía la flota guipuzcoana, especialmente en el regreso al trono de Eduardo IV de York desde su exilio en Borgoña. Por esta acción, González de Andía fue distinguido como caballero de la Orden de la Jarretera por parte del rey ingles. Además, en 1474, consiguió un convenio de recíprocas indemnizaciones entre Inglaterra y Guipúzcoa, en 1482 un tratado comercial firmado en Londres.

En 1475, el rey Juan II concedió la alcaldía de sacas a la Hermandad de Guipúzcoa, siendo el primero en ejercer ese cargo. También el rey Enrique IV le otorgó privilegio de escribano mayor de Juntas forales.

Los Reyes Católicos le nombraron con posterioridad corregidor de Guipúzcoa, un cargo que había creado décadas antes Alfonso XI. Este cargo servía para desempeñar funciones jurídicas, políticas, gubernativas y administrativas en la provincia, presidiendo las Juntas Generales y controlando la actuación de las autoridades locales. Era por ejemplo el encargado de convocar la Diputación para acudir a las armas en defensa del reino. En 1484, fue contratado por los Católicos para la construcción de unas embarcaciones de guerra para la Conquista de Granada.

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DOMENJÓN GONZÁLEZ DE ANDÍA

Debido a su poder en la provincia, a su fidelidad al rey de Castilla y, sobre todo, a haberse enfrentado a los bandos de Oñaz y Gamboa y haberlos derrotados, trayendo la paz para las villas, consiguió ganarse el apoyo del pueblo y el título simbólico de "rey de Guipúzcoa" (Gipuzcoako erregea). Unos versos populares de su época relataban su bondad con los débiles y a su determinación contra los agresivos:
Sagarra eder gezatea,
gerriyan ere ezpatea,
Domejon de Andia,
Gipuzkoako erregia.

Bella es la manzana dulce,
también la espada en la cintura,
Domejón de Andia,
rey de Guipúzcoa.

En 1489, falleció en Zumaya durante el transcurso de las Juntas Generales de Guipúzcoa. En 1866, la ciudad de San Sebastián dedicó la céntrica calle Andía en su recuerdo.

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CALLE ANDÍA DE SAN SEBASTIÁN

25/04/2016

Andrés Martínez de Ondarza


Secretario real de los Reyes Católicos y del emperador Carlos V durante más de medio siglo

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ANDRÉS MARTÍNEZ DE ONDARZA

Andrés Martínez de Ondarza y Uzarraga nació en Vergara, Guipúzcoa, en 1449.

Su primer servicio en la Corte de Castilla fue durante el reinado de los Reyes Católicos, a las órdenes de Fernando. Siguió como veedor y contador de Felipe I el Hermoso y como contable real de Hacienda del emperador Carlos V en su casa real.

Se envistió como caballero de la Orden de Santiago en 1535, disfrutando de una encomienda. Según expediente del caballero de la Orden de Calatrava José de Gabiria y Jauregui, Andrés Martínez Ondarza fue el primer caballero de la Orden de Santiago que hubo en la provincia de Guipúzcoa.

Por orden de los Reyes Católicos, le encomendaron la conclusión de las obras de construcción del Monasterio de Bidaurreta para monjas franciscanas en Oñate, cuyos promotores fueron Francisco de Lazarraga y Juana de Gamboa. Por esta labor se lr hizo merced de la primera capilla situada en la parte del Evangelio. Además, fundó el Convento de la Santísima Trinidad para monjas franciscanas en Vergara.

MONASTERIO DE BIDAURRETA EN OÑATE

Gracias al permiso real del emperador Carlos V firmando en Valladolid el 11 de diciembre de 1536, pudo fundar su mayorazgo y su palacio de Ondarza-Araoz, vinculando a él las principales casas de la calle de Arrabal en Vergara. Este mayorazgo fue acrecentado con la huerta contigua que heredó de su abuelo Juan de Uzarraga y una parcela que compró a los herederos de Pedro Pérez de Arostegui. Su casa tenía unos suelos y pasadizos que comunicaba directamente con la iglesia parroquial de San Pedro. Incluyó en el mayorazgo las caserías de Malatua y Amillaga. Su casa-torre de Ondarza-Araoz lleva hoy el nº 3 de la calle Bidekurutzeta, en Vergara.

Se casó con María Pérez de Azcárate, que falleció al año sin dejar descendencia. Pero se le asigna un hijo natural ilegítimo llamado Juan Martínez de Ondarza, veedor y contador real de Castilla.

Murió al poco de realizar el testamento en 1520.

Su retrato decora el artesonado del salón de plenos del Ayuntamiento.

PALACIO DE ONDARZA EN VERGARA

26/01/2016

Bartolomé de Zuloaga


Tesorero de los Reyes Católicos y representante la reina Isabel en la Junta de Guipúzcoa de 1475 para recibir el juramento de fidelidad de la provincia

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BARTOLOMÉ DE ZULOAGA

Bartolomé de Zuloaga era natural de Rentería, Guipúzcoa. Fue una personalidad relevante de esta provincia a finales del siglo XV. Llegó a ser notario del Sacro Palacio nombrado por el Papa Pío II en 1462.

Sirvió al rey Enrique IV de Castilla, quien le otorgó diversas mercedes, como una renta anual de 3.000 maravedies por juro de heredad, situadas sobre el producto de alcabalas de Rentería. Este privilegio fue confirmado por los Reyes Católicos, en 1483, y por Juana de Castilla, en 1509.

En 1470, Enrique IV había reconocido solemnemente los Fueros guipuzcoanos, elogiando agradecido los grandes servicios de Guipúzcoa:
"su voluntad siempre había sido y era, acatando la gran lealtad y servicios tan señalados de la misma, el honrar la y guardar sus privilegios y libertades más principalmente que a otra alguna tierra de sus reinos, y así lo entendía hacer y guardar en adelante."

A la muerte del rey Enrique, fue enviado por Isabel la Católica en representación suya, junto con Antón de Baena, para asistir a la Junta Particular de la Hermandad de Guipúzcoa, reunida en Basarte el 2 de enero de 1475, con el objetivo de pedir a la Provincia juramento de fidelidad a la nueva reina, como así se hizo. En virtud de los poderes recibidos, Zuloaga y Baena asintieron a la petición y lo prometieron en nombre de la reina. Las cartas reales fueron leídas en las Juntas ante Domejón González de Andía:
"Podades prometer e prometades en mi nombre que yo guardaré e manda réguardar e confirmaré sus privilegios, buenos usos e costumbres, según que los tuvieron e tienen de los Señores Reyes de gloriosa memoria, mis progenitores."

A su vez, los junteros suplicaron a la reina y a sus comisionados que "los mantuviese e amparase en toda paz e justicia, e les mandase confirmar e aprobar sus privilegios e franquicias, libertades, exenciones, buenos usos e costumbres, su Hermandad, e el Cuaderno, ordenanzas, cartas e provisiones de ella".

Al día siguiente del pleito homenaje rendido por Guipúzcoa a Isabel, dieron en Azcoitia palabra de guardar los Fueros. Bartolomé de Zuloaga juró la guarda y confirmación de los privilegios, usos y costumbres de Guipúzcoa en nombre de la reina Isabel.

El escribano Domenjón González de Andía formalizó el acta:
"Nos los dichos Antón de Baena y Bartolomé de Zuloaga, por virtud de los poderes de la Reina nuestra señora a nosotros dados, decimos que loamos y aprobamos los dichos capítulos, e prometemos en nombre de Su Alteza, que guardará, cumplirá y confirmará lo susodicho, e en firmeza de ello firmamos aquí nuestros nombres. 
Fecho en Azcoitia a 15 de enero del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1475 años. Antón de Baena, Bartolomé de Zuloaga"

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JUNTA PARTICULAR DE GUIPÚZCOA

Pero no conforme con la fiel palabra de la reina Isabel de Castilla, la Junta provincial exigió además el juramento de su rey consorte Fernando de Aragón. Este aprobó los fueros guipuzcoanos en cédula firmada en Valladolid el 3 de junio de 1476. Unos días más tarde firmaba otra cédula, grandemente elogiosa para Guipúzcoa:
"Mi intención no es de agravaros en cosa alguna, salvo guardaros en vuestra hidalguía y libertad como a mis buenos y leales fidalgos vasallos, e vos entiendo gratificar en gracias, mercedes e libertades sobre las que tenedes, porque de esa Provincia tengo más cargo que de las otras nin lugares de mi reinos según los servicios que me habéis fecho e los trabajos que habéis pasado por mis servicios."

Durante la Guerra de Sucesión al trono de Castilla entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica, se mantuvo partidario de la última. Por ello, el ejército francés, favorable a Juana, destruyó su casa y arruinó los manzanales de Rentería. En el marco político de este enfrentamiento, consiguió que la provincial de Guipúzcoa apoyase a Isabel I contra la pretendiente Juana y sus aliados portugués y francés.

En 1483, los Reyes Católicos nombraron tesorero real de descargos y embajador a Bartolomé de Zuloaga, continuo de la Real Casa. Gracias a ello recibió rentas de 3.000 maravedís sobre las ferrerías de Arratzubia, en Orio, y sobre las rentas del hierro de las ferrerías navarras de Anizlarrea, mineral que entraba y se cargaba en los puertos de San Sebastián, Fuenterrabía y Villanueva de Oiarso. Este privilegio fue confirmado por la reina Juana, hija de los Católicos, en 1509, desde Valladolid. Estas mercedes obedecían a servicios efectuados en favor de la Corte castellana.

Otras de sus actividades fue la investigación de todas aquellas mercedes y privilegios concedidos por Enrique IV a Guipúzcoa desde septiembre de 1464 hasta la celebración de las Cortes de Toledo en 1480, varios años después de la llegada al trono de los Reyes Católicos.

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CORONACIÓN DE ISABEL I DE CASTILLA

Todavía, en 1484, Isabel y Fernando declararon que aprobaban y confirmaban los privilegios de Guipúzcoa de los reyes predecesores. Carlos V repetiría el gesto en 1521.

En esta evocación de lealtades correspondidas, se agiganta la figura del renteriano Zuloaga, único guipuzcoano que tuvo el honor de confirmar, en nombre y con poderes de Isabel de Castilla, los fueros de su tierra nativa.

En 1505, la reina Juana de Castilla concedió a Bartolomé de Zuloaga un privilegio de 16.000 maravedís de renta cada año, sobre los derechos del hierro que se labraba en ferrerías que traían sus productos a los puertos de esta provincial de Guipúzcoa.