fue el creador de la mayor obra literaria-histórica del Romanticismo euskaro y que mejor definió el pensamiento de este movimiento filosófico-político:
. Esta obra fue continuista del mito ario de
, inventado por Chaho, pero, Villoslasda llegó más allá en la demencia y locura de su creador, afirmando que los siete hijos de Aitor poblaron cada una de las siete provincias o
que conforman Euskal Herria. Afirmaba también que el pueblo vasco era superior y estaba predestinado a ser centro mundial.
A partir de la década de los cincuenta, esta literatura eclosionó definitivamente en las Provincias Vascongadas. La publicación de
, inauguró lo que con el tiempo se denominó como Literatura fuerista histórico-legendaria. Esta literatura difundió en exitosas novelas el estereotipo de un pueblo vasco de costumbres patriarcales, cuna y refugio de libertades ancestrales, celoso defensor de su secular régimen político, no sometido a dominación extranjera alguna.
.
en 1849.
La segunda generación de literatos románticos nació en el segundo tercio del siglo XIX, y escribió durante la Restauración borbónica. Sus más claros representantes fueron Arturo Campión, Juan Iturralde y Suit, Nicasio Landa, Vicente Arana, Ricardo Becerro de Bengoa, etc. Todos ellos se sumergieron de lleno en lo que se ha dado a llamar en
, un importante movimiento literario que tuvo lugar en el último tercio del siglo XIX, desarrollado tras la abolición foral de 1876 y la consiguiente reacción fuerista. Lo característico de este Renacimiento es que se desarrolló casi todo en lengua castellana, salvo contadas colaboraciones de escritores guipuzcoanos publicadas en Euskalerría y los
(Juegos Florales) de las fiestas éuskaras.
En 1877, se reunían Juan Iturralde, Arturo Campión, Esteban Obanos, Nicasio Landa, Aniceto Lagarde, Florencio de Ansoleaga, Antero de Irazoqui, Fermín Iñarra, Salvador Echaide, Estanislao Aranzadi y Hermilio de Olóriz con la finalidad de establecer una sociedad para fomentar el
Fuerismo. Entre los literatos de esta escuela se repitieron machaconamente los tópicos raciales, cristianos e identitarios, mitos y leyendas fueristas tan característicos de su movimiento romántico. Sin embargo, en ningún caso hablaron de ruptura con España.
Y en 1878, Juan de Iturralde y Arturo Campión fundaban en Pamplona la
Asociación Euskara de Navarra con el objeto de conservar y propagar la lengua, literatura, legislación e historia vascas y navarra. Esta sociedad fue la materialización del Movimiento fuerista y del Romanticismo literario en Navarra.
Juan Iturralde y Suit era nombrado secretario, presidente de la sección de etnografía, historia, arte y legislación, y director de la
Revista Euskara. Más tarde entraría a formar parte posiblemente su literato más influyente,
Francisco Navarro Villoslada.
El otro fundador fue el historiador pamplonés
Arturo Campión, que además fue presidente honorario de la Sociedad de Estudios Vascos. Defendiendo la idea del viejo Reino de Navarra como un territorio identitario basado en la raza vasca y el euskera. De esta idea derivó hacia el Nacionalismo navarrista pero no independentista. Fue precursor del
Navarrismo vascófilo, aunque su particular ideología política proponía una España federal. Incorporó otra idea nueva más tarde utilizada por Sabino Arana: la bajeza de la raza castellana frente a la raza vasca.
En su obra de carácter narrativo e histórico
Euskarianas, publicada en 1896, regresaba al mito de Aitor, patriarca de la raza étnica de los vascones, propuesto por Chaho. Son narraciones breves, escritas algunas en euskera, rebosantes en ocasiones ternura e imaginación, aunque destacan otros ingredientes como el fuerte sentimiento de la naturaleza, la preocupación de la fidelidad geográfico-histórica, la minuciosa pintura de los personajes vasconavarros, arquetipos de la idiosincrasia del país, etc.
Otro que también ensalzó la defensa de la ley foral navarra, así como del uso del euskera en Pamplona fue el militar, escritor, historiador y geógrafo
Julio Altadill nacido en 1895. Insistía en la pureza primigenia del pueblo navarro, la cual se iba deteriorando por el contacto con sus vecinos, desgracia que habría que evitar. Encontró en el
Ruralismo aldeanista la esencia de la vida pura, mientras que en las ciudades se concentraba toda la maldad. Esta idea campesina también fue desarrollada por Arturo Campión.
Para Altadill, el
Baserri, la vida en el campo, el mundo aldeano era la esencia de la sociedad vasca, frente a la contaminación de costumbres que traían los inmigrantes o "maketos". Esta idea de Altadill también fue adoptada por Sabino Arana.
Ataldill, junto a Iturralde y Campión, creó el mito de
Amayur como defensa a ultranza de Navarra frente a la invasión castellana de 1512-1515, que tanta influencia tendría en el Nacionalismo aranista así como en el Navarrismo más puro.
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CORDELEROS VASCOS, POR AURELIO ARTETA |
El más notable poeta de la Asociación Euskara fue
Herminio de Olóriz, nacido en Pamplona en 1854, que definió Navarra como Basconia y a los navarros como bascones. Defendió la patria navarra siendo el generador de un
Nacionalismo navarrista, una ideología localista, instituyendo un himno foral además de una cartilla foral. Aunque en otro tipo de consideraciones se asemeja bastante al Dogmatismo aranista, tampoco propuso una ruptura con España.
Gregorio de Iribar y Sánchez, nacido en Estella en 1854, introdujo el sofisma basado en la unidad de vascos y navarros para defender sus señas de identidad y fueros frente al gobierno español del signo que fuese. Esta idea estuvo muy presente en Sabino Arana. Al igual que Serafín Olave, reivindicó el carácter navarro de La Rioja.
Serafín Olave y Díez aportó la incorporación de la Baja Navarra francesa al viejo Reino. Es curioso que el sofisma de este andaluz, nacido en Sevilla en 1831, pasara como préstamo tomado por Sabino Arana, una vez más.
Otro que volvió a proponer la unidad política, territorial y cultural vasco-navarra fue militante carlista
Gervasio Etayo y Eraso, nacido en Sesma en 1855. Pero este foralista insistía además en la idea de la raza euskara y la historia comunes a vascos y navarros. Añadió que los fueros eran pactos entre Navarra y el estado, formando parte de la legislación peculiar del viejo Reyno de Navarra.
En cambio,
Arturo Cayuela Pellizari, nacido en Pamplona en 1851, supo renovar el sentimiento patriótico navarrista, pero también el amor patrio hacia toda España.
Juan Mañé y Falquer, nacido en Torredembarra en 1834, publicó su influyente obra
El Oasis. Viaje al País de los Fueros en 1878. Se trata de una apoteósica e idílica descripción del País Vasco y Navarra, calificando a ambos territorios en de verdaderos oasis de valores positivos frente a la sequía del resto de España. En su dogmatismo fuerista resaltaba la espiritualidad y valores del Cristianismo, mucho más practicados por los vascos que por el resto de los habitantes de la nación. Su Fuerismo entroncaba del Catolicismo tradicional español y en la idea de la sana sociedad euskalduna que adopta los valores cristianos, frete a la enferma sociedad del resto de los españoles ateos y liberales. Sabino Arana se apropió de esta idea descabellada, fundamentando su nacionalismo en el dogma católico apostólico y romano.
Por último, el sacerdote
Evangelista de Ibero, natural de esta villa que le vio nacer en 1873, publicó el famoso
A mi vasco, en 1906, dedicado a Sabino Arana. En esta obra llegó a afirmar que
"el nacionalismo vasco es el sistema político que defiende el derecho de la raza vasca a vivir con independencia de otra raza". En
De Ibero se confluyeron las mixtificaciones forales de los fueristas que le precedieron con los postulados nacionalistas de Sabino Arana. El resultado no pudo haber sido otro.
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ROMERÍA VASCA, POR JOSÉ ARRUE |
Pío Baroja parodió a esta literatura y sus implicaciones. Para contrarrestarla, propuso con ironía su alternativa que fue la creación de una República del Bidasoa como "un país limpio, agradable, sin moscas, sin frailes y sin carabineros", junto a su casa de Vera de Bidasoa, en la frontera entre Francia y España.