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24/07/2024

Francisco de Longa. De guerrillero a general, por José Pardo de Santayana


Francisco de Longa guerrillero general Guerra Independencia
FRANCISCO DE LONGA, POR JOSÉ PARDO DE SANTAYANA

Francisco de Longa. De guerrillero a general en la Guerra de la Independencia. Historia de una guerrilla
José Pardo de Santayana y Gómez de Olea, Editorial Leynfor Siglo XXI, (2007) Madrid, 517 páginas

En el caserío de Longa Nagusia, en Bolívar, nacía el 10 de abril de 1783 Francisco Tomás de Anchía Longa y Urquiza. Su casa, convertida en agroturismo, puede visitarse en la actualidad. La historia le recuerda como el general Longa, un guerrillero que terminó dirigiendo ejércitos; la memoria popular, en especial la alavesa, como el héroe que derrotó a Napoleón. Su vida y sus andanzas de cuando decidió echarse al monte darían para una novela, aunque la dureza de los sucesos reales impresiona más.

El teniente José Pardo de Santayana y Gómez de Olea, descendiente del propio Longa, documenta en el libro Francisco de Longa. De guerrillero a general en la Guerra de Independencia las hazañas de quienes se levantaron contra Napoleón más allá de las líneas enemigas. Para ello, se ha basado en la correspondencia de su antepasado y en numerosa documentación de la época.
"El País Vasco empezó jugando un papel protagonista con las primeras batallas después de Bailén, cuando Napoleón entró en persona a las provincias vascas, pero no vuelve a aparecer en las crónicas de la Guerra hasta la batalla de Vitoria, al final de la contienda. Sin embargo, de Navarra a las montañas de La Rioja y hasta los Picos de Europa, donde combatió el general Longa, la guerra es intensísima. El Ejército francés hizo más kilómetros y tuvo más bajas aquí que combatiendo a Wellington. Nunca hubo un tiempo en el que pudieran relajarse. Vivían encerrados en sus cuarteles y acosados por la guerrilla."

Longa, el pequeño de su familia, dejó el caserío y marchó a La Puebla de Arganzón a labrarse un futuro. De paso aprendió castellano, porque en su casa sólo conocían el euskera. Por la carretera de París a Madrid, donde estaba la herrería en la que trabajaba, veía pasar y parar al grueso de las tropas napoleónicas. "Lo que después le resultaría de gran ayuda", apunta Pardo de Santayana.
"Conocía sus uniformes, su armamento y tenía acceso a mucha información. En aquella época nadie estaba más al tanto de lo que sucedía que quienes controlaban los caminos."

Cuando decidió sublevarse, apenas le siguieron un puñado de hombres:
"Fue una guerra muy sucia, sin cuartel y sin frentes, con columnas regulares persiguiendo guerrilleros y éstos preparándoles emboscadas. Poco a poco el grupo de Longa, como tantas otras bandas de guerrilleros, fue creciendo gracias al apoyo popular. De hecho, la lucha por el control de la población civil fue la clave de la guerra. De no haber existido la guerrilla, el pueblo se habría sometido, por gusto o por la fuerza, pero habría sido cuestión de tiempo. En cambio, para los franceses cualquier tarea administrativa, desde obtener las contribuciones a conseguir que la gente recogiera el grano, se convertía en un acto de combate."

Dicen que Longa era capaz de asesinar a cuatro soldados antes de ir a desayunar. Lo más seguro es que sea parte del mito, pero todo lo que sucedió en la España del XIX parece novelado a los ojos del hombre actual.
"Todos aquellas historias particulares se ajustan mucho a perfiles literarios, pero se debe a las circunstancias extraordinarias que les tocó vivir, no a la imaginación. Fueron momentos pasionales y románticos, de enorme violencia en los que la vida pasaba de guerra en guerra. Personas nacidas para mantenerse en el ámbito familiar acabaron siendo personajes históricos."
"En las posteriores guerras carlistas se van a reproducir los escenarios y los protagonistas de los combates. Incluso las tácticas, aunque los antiguos compañeros aparezcan en bandos opuestos."


ÍNDICE:

Aclaraciones y agradecimientos

1. Introducción

2. Juicio de Ramón Santillán sobre las guerrillas

3. Descripción de la forma de lucha, el terreno y las vías de comunicación

4. Desde su nacimiento hasta la llegada del Ejército Imperial a España, abril 1783-octubre de 1807

5. La gestación del líder guerrillero, octubre de 1807-noviembre de 1809

6. Al mando de una partida patriótica, como Comandante subalterno del corso terrestre de Voluntarios de Castilla, noviembre de 1809-junio de 1810

7. La guerrilla de Longa se consolida en su feudo, junio-agosto de 1810

8. Las grandes persecuciones y cercos contra la guerrilla de Longa: 1ª parte, septiembre-diciembre de 1810

9. En la región del norte las fuerzas imperiales y las guerrillas unifican el mando. Las grandes persecuciones y cercos contra la guerrilla de Longa: 2ª parte, enero-abril de 1811

10. Longa organiza su división; llegada de ayuda británica, mayo-septiembre de 1811

11. La división de Iberia, octubre de 1811-enero de 1812

12. La guerrilla se hace militar, febrero-mayo de 1812

13. Operaciones en la costa ¡Castro Urdiales! ¡Bilbao! Guetaria, junio-septiembre de 1812

14. Últimas operaciones de la división guerrillera, octubre de 1812-mayo 1813

15. Batalla de Vitoria, junio 1813

16. Con Wellington hasta la entrada en Francia, julio-noviembre 1813

17. El final

18. Clausewitz y la Guerra de la Independencia

19. Epílogo

Anexo I. Genealogía de Longa

Anexo II. Descendencia

Anexo III. Observatorio militar

Bibliografía

Índice de imágenes


07/02/2024

Saqueo y represión de Bilbao por los napoleónicos en agosto de 1808


Durante la Guerra de la Independencia española, el ejército francés era militarmente muy eficaz, pero muy mal organizado en cuanto a logística y financiación. Para solucionar los problemas de abastecimientos de sus tropas, Napoleón Bonaparte permitió el aprovisionamiento mediante el saqueo y pillaje de sus soldados en las sucesivas ciudades y pueblos que iban asediando. Aquellos militares no eran profesionales, sino ciudadanos franceses, revolucionarios y ateos, para los que la población civil española, absolutista y católica, también era su enemigo ideológico.

El 16 de septiembre de 1808, el ejercito napoleónico del general Cristhope Antoine Merlín sitiaba la ciudad de Bilbao para hacer frente a una sublevación a favor de la legitimidad del rey Fernando VII, y en contra de José I Bonaparte. Aquella defensa estuvo formada por cientos de vecinos armados, reforzados con algunas tropas regulares y vizcaínos llegados desde otras villas del señorío. Tras tomar el centro de la ciudad, Merlín permitió un brutal saqueo a todas las casas y comercios, donde esperaban proveerse de víveres, gracias a los cual muchos rebeldes aprovecharon para escapar por Abando y Deusto. Una licencia para saquear toda la ciudad durante 24 horas.

BILBAO, SIGLO XVIII

Bilbao quedaba totalmente devastada por el pillaje y el cañoneo de la artillería, y parcialmente despoblada hasta septiembre. Las tropas de Merlín habían llevado hasta el cuartel general de Miranda de Ebro buena parte del botín de guerra. Pero esta rapiña descontrolada iba a pasar factura a las autoridades que debían administrar la ciudad de Bilbao y la provincia de Vizcaya, pues encontraron que habían sido arrasadas.

El saqueo a la población civil del 16 de agosto fue seguido de imposiciones tributarias y de persecuciones a los líderes sublevados. El general Merlín exigió el pago de 8 millones de reales al Ayuntamiento de Bilbao, nombrado alcalde provisional al cónsul francés Lorenzo Francine, que ocupaba el cargo desde 1807. Este cónsul de Francia en Bilbao había intentado retener a sus compatriotas durante la batalla para poner a salvo a sus vecinos bilbaínos, así como a los civiles franceses rrsidentes en la ciudad. Pero los imperiales nspoleónicos no le respetaron, incluso le amenazaron y apartaron del camino con disparos. Según su compañero del cuerpo diplomático, el embajador francés en Madrid, Antoine de Laforest:
"Ni siquiera su consulado se libró del saqueo, pues se llevaron la caja."
Al menos, Francine pudo respetar todos los empleos municipales a sus trabajadores o dirigentes, designando nuevas autoridades que reemplazasen a los huídos.

REPRESIÓN DE SOLDADOS FRANCESES EN BILBAO

Las personas sospechosas de haber participado en las revueltas de agosto fueron interrogadas, enjuiciadas y ejecutadas. El propio Napoleón exigía firmeza en el castigo de aquellos insurgentes mediante misivas al rey José I. Así, escribía a su hermano en una carta del 8 de septiembre:
"Es preciso pasar por las armas a los cinco o seis individuos que han sido arrestados en Bilbao por el general Merlín, sobre todo a aquel que está designado en la proclama por el comandante general. Si no ejecutáis algunos actos con rigor, será cosa de nunca acabar... Bilbao, Vizcaya y Navarra deben mantener el ejército; sin esto ¿qué quiere que yo haga?"
En otra carta del día 9, desde Saint Cloud, Napoleón añadía:
"Es necesario ejecutar, sobre todo, el desarme de toda Vizcaya (el País Vasco) y Navarra. Te recomiendo se hagan ejemplos severos con los rebeldes de Bilbao."
El 1 de septiembre de 1808, confiscaron los conventos de San Francisco y el de capuchinos de Deusto, acusándoles que:
"... después de hacer de sus propios conventos el arsenal de los aprestos militares, arrastraron y condujeron algunos de los cañones a sus puestos, armándose otros de fusiles."
Los principales líderes de la revuelta fueron procesados, y algunos consiguieron escapar. Todos sus bienes fueron embargados, y todos alegaban en su defensa que les obligaron a unirse a la sublevación o a firmar las proclamas independentistas.

ATAQUE DE SOLDADOS FRANCESES A VILLA VIZCAÍNA

José I envió al almirante bilbaíno José de Mazarredo y Salazar a su ciudad con el objetivo de establecer una nueva Diputación provincial y convocar juntas para el 26 de agosto. Cada municipio debía enviar a un representante, que además debía ser propietario de bienes raíces. Algunas villas se negaron a asistir, fueron las de Carranza, Trucios, Somorrostro, Gordejuela y Baquio, y fueron castigadas con multas de 300 ducados y posteriormente perdonados.

En su discurso leído a los junteros, Mazarredo trataba de advertir y persuadir a los vizcaínos:
"Estos males de aquí, y los incalculables que ha padecido y padece el reyno todo, vienen mucho del error en que se ha hecho caer a la opinión pública, excitándola a que prevalezcan ciertos sentimientos, ya inútiles, del corazón sobre la razón y la conveniencia. ... El emperador Napoleón es incapaz de cejar en la determinación de que su augusto hermano José Napoleón, a quien designó Rey de las Españas, se siente en el trono de ellas; ... y si la desgracia hiciese que llevada la resistencia a una devastación, repugnase el corazón de nuestro soberano reinar sobre cenizas y escombros, los exércitos franceses pasarían el Ebro, y toda su margen izquierda, esto es, toda Cataluña, casi todo Aragón, Navarra entera, Álava, Guipúzcoa y la tierra comprometida más acá desde el nacimiento del Ebro hasta Santoña serían parte integrante de Francia."

Este discurso es un esclarecedor resumen del pensamiento afrancesado y de las intenciones con los territorios españoles al norte del río Ebro. Sus objetivos básicos eran: reformas beneficiosas para el país; mejoras en la administración nacional; impedir el caos; preservar la integridad nacional; y la conveniente sumisión al poder superior del emperador.

Con estas contundentes razones, Mazarredo consiguió convencer a la Junta General del Señorío de Vizcaya para que aceptase a José I Bonaparte como señor de Vizcaya y rey de España y de las Indias. Los junteros tuvieron que aceptar también una serie de tributos y créditos sobre el alto clero y los propietarios de bienes de producción.

Otros afrancesados vascos también se dedicaron a convencer a las autoridades provinciales y locales de Vizcaya a someterse a la autoridad de los Bonaparte. Fue el caso del bilbaíno Mariano Luis de Urquijo y Muga, secretario de Estado y del Despacho de Carlos IV, refugiado en París, desde donde se dedicó a enviar cartas a diversas personalidades para convencerles que se doblegasen ante el rey José I.

TROPAS NAPOLEÓNICAS FRANCESAS

El nuevo sistema fiscal napoleónico revertía el tradicional, pues estaba basado en gravar a las propiedades y no al consumo. Antes eran las clases bajas las que pagaban impuestos, y las poderosas las que quedaban exentas, pero con el nuevo al revés: la aristocracia, la alta burguesía y la iglesia deberían asumir la mayor presión fiscal.

El 18 de agosto, José I estableció una tasa agrícola extraordinaria del 8%, a pagar entre arrendatarios y propietarios.

El 21 de octubre, se promulgó un préstamo retornable de 6 millones de reales al 6% anual que deberían pagar a los 200 alaveses más ricos. Los 30 siguientes alaveses más acaudalados deberían aportar 60.000 reales cada uno, reuniendo 1.800.000 entre todos. Los 68 siguientes serían 20.000, debiendo reunir 1.360.000. Los 34 restantes a 13.500 reunirían los 459.000 reales restantes.

En Navarra fue peor, pues se exigió la entrega de 14 millones a las familias más opulentas y poderosas.

28/11/2023

Napoleón y José Bonaparte en Vitoria


En 1808, se produjeron la invasión de las tropas napoleónicas sobre España y Portugal, las abdicaciones de Bayona de Carlos IV y Fernando VII, y el inicio de la Guerra de la Independencia española. Una serie de acontecimientos patrióticos como el Levantamiento madrileño del 2 de mayo o la victoria del Ejército español en Bailén hicieron retroceder al Ejército invasor desde Madrid y la meseta castellana hacia la zona norte central peninsular.

Una vez completada la retirada francesa al valle alto del Ebro, ocupaban la mayor parte del País Vasco y Navarra, cuyo reducto estaba formado por 65.000 militares al mando del mariscal Jourdan. Los ejércitos regulares españoles superaban en número de efectivos a los invasores en proporción de casi tres a uno y rodeaban a los ejércitos napoleónicos en el centro norte peninsular, pero carecían de un mando único, de coordinación y de un plan estratégico. Las tropas napoleónicas también estaban mal coordinadas y carecían de un plan defensivo.

NAPOLEÓN Y JOSÉ BONAPARTE EN VITORIA

Entonces, cada vez eran más las villas y ciudades que se levantaban en contra de la autoridad del supuesto e ilegítimo rey de España, José I Bonaparte, tanto en Navarra y País Vasco como en el resto de España. Por ejemplo, los funcionarios de Hacienda de San Sebastián o el cónsul español de Bayona se declararon a favor de los insurgentes, lo mismo que la Diputación de Navarra el 30 de agosto.

La capital vizcaína se alzó contra el rey intruso el 5 de agosto, pero fue recuperada el 16 en lo que fue el Sitio de Bilbao de 1808, con un coste de 1.200 militares franceses.

Se organizaron las primeras partidas de guerrilleros que actuaron desde Miranda de Ebro hasta Irún, cortando las comunicaciones francesas en una línea estratégica que partía desde Bayona hasta Lisboa, pasando por Tolosa, Vitoria, Miranda o Salamanca. El pueblo ayudaba a las guerrillas y actuaban como insurgentes, según escribieron generales y autores franceses en sus memorias: Gonneville, Reisert, Jourdan, Naylies, Girardin, Fantin, Abrantes, Blaze, etc. El propio José I llegó a reconocerlo:
"La unanimidad de los españoles es tan que no encontramos a un solo espía. Dieciséis días hace que salimos de Madrid y en este tiempo no he recibido ni una sola confidencia. Ningún español quiere servir contra los insurgentes."

ENTRADA DEL EJÉRCITO NAPOLEÓNICO EN VITORIA

En la ciudad de Vitoria, José I estableció su capitanía general, pues ya existía una fuerte guarnición militar. Permaneció desde el 23 de septiembre hasta el 11 de noviembre de 1808, intentando construir su Estado inexistente. Emitía decretos y hacía nombramientos, aunque la situación militar no fuese muy esperanzadora. Los testimonios de la época aseguran que José I no fue un gobernante cruel y corrupto, pero tampoco un carismático líder. Se ocupaba más en diseñar su futuro reino que en resolver la delicada situación del presente, cuando no a dar rienda suelta a sus placeres privados. Deseaba amar a los españoles y ser amado por ellos, especialmente por ellas. Estaba casado, pero su esposa Julia Clary vivía en Nápoles, lo que le permitía un amplio margen de acción.

En Vitoria se instaló en el Palacio de Montehermoso, una mansión perteneciente a estos marqueses. El inmueble había sido restaurado, disponía de una estupenda biblioteca y un hermoso jardín, era la mejor casa residencial de toda Vitoria. Había sido construido en 1524, en un estilo gótico-renacentista, a iniciativa del licenciado Hortuño Ibáñez de Aguirre, miembro del Consejo Real de Castilla y de la Inquisición, y su esposa María de Esquível y Arratia.

El erudito y estadista prusiano Wilhelm von Humboldt, hermano del científico hispanista Alexander von Humboldt, comprobó la importancia de la biblioteca del palacio que albergaba una gran cantidad de obras, entre las que se hallaban todas las de la Ilustración. Refiere Humboldt que en sus estantes encontró "el Diccionario de Música de Rousseau con el título oculto: así se persigue lo más inocente si lleva ese apellido".

PALACIO DE MONTEHERMOSO

El conde Louis Stanislas de Girardin, secretario real de José I, escribió en sus Memorias que un día de agosto, José I vio en su cuartel residencial a una criada de piel morena, pelo y ojos negros, y unas facciones corporales que le cautivaron de sobremanera. Fue tal su entusiasmo por doncella alavesa que envió a su criado y alcahuete, un italiano llamado Cristóbal, para que le ofreciese 200 napoleones a cambio de hacerle una visita personal. El tesoro napoleónico había acuñado unas monedas de oro y plata con valores faciales que oscilaban desde 40 francos hasta 1 solo, que eran llamadas napoleones por la efigie que llevaba en relieve. Un napoleón de oro de 20 francos equivalía a unos 70 reales españoles; y un napoleón de plata de 5 francos equivalía a unos 18 reales. Suponiendo que se tratase de esta última moneda y de menor valor, el rey intruso estaba ofreciendo 3.600 reales a la joven a cambio de prostituirse una sola noche y perder la virginidad.

El criado Cristóbal explicó a la criada de los marqueses de Montehermoso tanto la invitación como la oferta económica. Ella pertenecía a una cultura que reprimía cualquier interacción sexual antes del matrimonio, debido a la exigencia de llegar virgen a la noche de bodas. Ante tal proposición indecente, consultó el asunto con su señora marquesa, la cual estuvo siempre presente. Y esta aconsejó que aceptase, posiblemente para beneficio propio siendo el demandante el mismísimo rey.

Al día siguiente, no hubo audiencias en el palacio real ni despachos con los ministros, pues había puesto sus placeres privados por encima de los asuntos de estado, y tampoco es que fuese su noche de bodas o descanso vacacional, sino solo una diversión ocasional. Por la tarde, toda la ciudad sabía de aquella caprichosa aventura, mientras que la marquesa de Montehermoso se quejaba ante sus amigas del bajo nivel demostrado por el rey por haber elegido a una criada, teniendo un abanico de mujeres aristócratas y empoderadas a su disposición. Comentó "que le extrañaba que no hubiese escogido una persona de más alto rango".

José I supo de aquellos rumores y decidió también hacer una visita personal a la marquesa. Esta polémica mujer se llamaba María del Pilar Acebedo y Sarria, natural de Tolosa, era condesa tercera de Echauz y quinta del Vado, y marquesa consorte de Montehermoso. Era algo madura pero bella señora, y aún más culta. Se había educado en un ambiente liberal e ilustrado, siendo sus familiares miembros de la Real Sociedad Económica Vascongada de Amigos del País. Sabía hablar en francés e italiano, se dedicaba a escribir versos, pintar miniaturas o tocar la guitarra. Con una mentalidad tan abierta en cuestiones amorosas de la época, se rumoreaba que había tenido idilios extramatrimoniales en otras ocasiones.

A los días siguientes de aquella cena a tres entre José y ambos marqueses, los vecinos de Vitoria cantaban:
"La Montehermoso tiene un tintero
donde moja su pluma José Primero."
Su cornudo marido era Ortuño de Aguirre y Zuazo, marqués de Montehermoso, un hombre alto y fuerte, ilustrado anticlerical, enemigo de la Inquisición, y miembro de la Real Sociedad Económica Vascongada. El marqués nunca mostró aparente reparo en que su mujer fuese la amante oficial del rey. Se convirtió en uno de los primeros afrancesados y fue recompensado con el trato de grandeza de España, el cargo de gentilhombre de la real cámara y el hábito de caballero real.

MARÍA DEL PILAR ACEBO Y SARRIA Y ORTUÑO DE AGUIRRE Y ZUAZO

El colmo llegó cuando José I decidió comprar a los marqueses su mansión palaciega por 300.000 francos, cuando no había dinero para mantener a su Ejército con víveres. Dentro del mismo, consultó por la compra a Girardin, su cortesano de confianza "¿Os parece mucho?", respondiéndole que el valor del inmueble "No los vale, ni con la marquesa dentro". A José I le molestó aquella respuesta y castigó a Girardin enviándole a Francia.

Lo cierto es que Louis Stanislas de Girardin, en sus Memorias, tuvo una buena opinión de ella:
"Era una mujer que sin estar en la primera juventud todavía era extremadamente agradable; elegante, bien formada, hablaba perfectamente italiano y francés, cantaba agradablemente, tañía la guitarra, recitaba poemas en todas las lenguas y pintaba retratos en miniatura con gran destreza. A todos estos talentos, ella añadía el conocimiento del mundo y un espíritu coqueto."

José I convirtió el Palacio de Montehermoso en sede de su provisional Corte. El 11 de noviembre abandonó Vitoria con destino a Madrid, pues el Ejército napoleónico se había reforzado con un nuevo contingente enviado por el emperador Napoleón Bonaparte, que pasaba por Vitoria sin que se entrevistara con su hermano José. Las crónicas vitorianas de la época no describen un posible abrazo entre ambos hermanos frente a la fachada del palacio, como quedó plasmado en la pintura Chateau Royal que realizaron Benjamín Zix y Constant Bourgeois. Aquel pequeño óleo pretendía idealizar el encuentro alavés por orden del rey. Este preparó el hospedaje al gusto del emperador, reunió algunos libros de la biblioteca sobre temas militares que gustaba leer, y sobre una mesa de malaquita el coronel Ladvenat puso los Comentarios de César y el Poema del Cid.

Pero en realidad, atravesó Vitoria, instalándose en las afueras, en una casa de campo junto al Prado, la noche del 5 de noviembre de 1808. En aquella simple residencia, celebraron Consejo de generales de cuyos acuerdos y estrategias tomadas por el genio militar resultaron las derrotas para las armas españolas en Guipúzcoa, en Burgos, en Tudela, en La Coruña, en Uclés y en Zaragoza.

CHATEAU ROYAL DU MONTEHERMOSO

José Bonaparte era el hermano mayor de Napoleón. Por encima de cualquier posible divergencia les unió siempre una fuerte amistad y un claro sentido de la lealtad familiar. Pero en el fondo, José estaba celoso de su hermano menor que le trataba como un subordinado, mientras que Napoleón consideraba que se daba demasiada importancia por ser el primogénito. Tampoco coincidían totalmente en sus ideas políticas ya que José era más proclive a buscar la paz con Inglaterra y había participado muy activamente en las negociaciones del Tratados de Amiens de 1802.

Cuando Napoleón supo que había vendido Luisiana a los Estados Unidos, le arrojó un tintero a la cabeza y destrozó los muebles del despacho en un ataque de ira. Tampoco le perdonó que, tras la derrota de Bailén, José se pusiese en fuga, abandonando la Corte de Madrid. Le consideraba un hombre apacible y placentero, nada marcial y estratega como él. En sus Memorias lo describió así:
"Si hubiera nacido un siglo antes hubiera sido un gentil abale cortesano. Gusta de las mujeres, de los perfumes y de la música. La lucha es ajena a su condición. Mi campaña española fracasó porque mi hermano José estuvo siempre de parte de mis enemigos, no por traición á mí, sino por debilidad."
Otro de los hermanos, Luciano Bonaparte, admitió que en algunas ocasiones José llegó a disparar tiros de pistola contra retratos de su imperial hermano, Napoleón.

José había trabajado como abogado en Córcega y como juez en Ajaccio, pero tras la proclamación de Napoleón primer cónsul de la Convención francesa, fue nombrado rey de Nápoles, en un claro ejercicio de nepotismo familiar. En Sicilia tuvo que hacer frente a un ejército formado por tropas anglo-napolitanas y guerrillas locales apoyadas por el pueblo y el clero. Tras dos años de lucha, los Bonaparte se impusieron, y Napoleón transfirió a su hermano hacia España pocos meses después.

Los reinos de España, Portugal, Nápoles, Holanda, Westfalia, Etruria, etc., eran demarcaciones territorial de un enorme imperio continental. El Imperio napoleónico de Bonaparte fue tan sólo una reminiscencia del Imperio carolingio que un milenio antes había intentado perpetrar Carlomagno, fracasando en ambas ocasiones. No imaginaron que la emboscada de Roncesvalles de 778 se repetiría en la batalla de Vitoria de 1813. En este juego de geoestrategia y poder, los hermanos de Napoleón actuaban como funcionarios administrativos a los que desplazar de un cargo a otro según las necesidades políticas de cada momento.

 NAPOLEÓN CRUZANDO LOS ALPES, POR JAQUES-LUIS DAVID

Tras instalar su Corte en Madrid, José I no volvió a pernoctar en su palacio vitoriano hasta el 4 de mayo de 1811, durante el viaje que hizo hacia París para asistir al bautizo del hijo de Napoleón, en compañía de los marqueses. Mientras María de Acedo se quedaba en Vitoria, Ortuño de Aguirre acompañó al rey, pero falleció en París, el 8 de junio de 1811. Después, permanecería en el palacio desde el 20 de junio al 5 de julio, antes de regresar a Madrid.

En marzo de 1813, ante el temor de que el ejército aliado inglés, portugués y español ocupase Madrid, José I abandonó la Corte. El 19 de junio, llegó a Vitoria con sus servidores, incluida la marquesa viuda.

El 21 de marzo, tuvo lugar la Batalla de Vitoria, la última importante de la Guerra de la Independencia española. Las tropas imperiales fueron derrotadas por el ejército aliado, comandado por el general inglés Arthur Wellesley, duque de Wellington, y el general alavés Miguel Ricardo de Álava y Esquivel. José y su séquito, incluida María de Acebedo, abandonaron Vitoria para siempre camino de Francia.

18/10/2023

Declaraciones y proclamas vascas en la Guerra de la Independencia española


Tras la llegada del Ejército francés al territorio español en 1808, las autoridades nacionales se mantendrían fieles al nuevo rey José I Bonaparte, sin decisión de actuar en su contra. Pero se encontró con todo un pueblo en armas que luchó por defender la soberanía nacional y sus tierras, y devolver a su legítimo rey a la corona.

El pueblo madrileño se sublevó contra esta imposición y contra la salida hacia Francia de los últimos miembros de la familia real, un 2 de mayo de 1808. Daba comienzo la Guerra de la Independencia Española, también conocida como Guerra al Francés o Guerra Peninsular.

El detonante fue el pueblo bajo madrileño, pero junto a ellos algunos militares desobedecieron las órdenes de no actuar contra los invasores. Las autoridades francesas tomaron represalia con multitud de fusilamientos a los implicados, mientras que la Junta Suprema de Gobierno nombró presidente a Joachim Murat, y el Ejército y la Iglesia se sometieron a su disciplina. El 3 de mayo, la España oficial se había entregado a Napoleón.

El mismo día, el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, hizo una proclama de independencia, llamando a las armas a todo aquel español dispuesto a combatir. La reacción tuvo pronta repercusión en otras ciudades españolas que secundaron el alzamiento patriótico.

LA CARGA DE LOS MAMELUCOS, POR FRANCISCO DE GOYA

Ante la subordinación de las autoridades españolas al Ejército francés y a José I "el rey usurpador", diversas ciudades organizaron sus Juntas Locales, y a su vez en Juntas Provinciales y Juntas Supremas Regionales. Estas juntas surgieron como el resultado del espíritu de soberanía popular ante un poder usurpador e invasor. Es el llamado Federalismo Instintivo.

Las proclamas de las juntas patrióticas resultaron un ejemplo de elocuencia. El 12 de mayo, la Junta de Asturias fue la primera en proclamar su independencia e insubordinación ante el ejército de Napoleón. El 27 de mayo, la Junta de León llamó a la lucha, lo mismo que la Junta soberana de Galicia.

El 19 de julio de 1808, la Junta Suprema de Cataluña afirmaba en su proclama a los gerundenses sobre la independencia al poder usurpador napoleónico:
"Ninguna clase, ningún estado puede eximir de tomar las armas y organizarse debidamente para repeler la agresión que sufren los derechos del Altar y del Trono, los intereses de la Nación española, su dignidad e independencia."

La Junta de Cataluña acordó formar un ejército de 40.000 hombres, llamando a quinta a todo aquel que tenga entre 16 y 40 años de edad, y que se mantuvo hasta 1814, derrochando patriotismo en sucesos como la Batalla del Bruch o el Sitio de Gerona. Baste recordar, por ejemplo, que en la bandera de Igualada aparecía una flamante "Viva España". No en vano, en la lucha contra los franceses destacaron catalanes como Josep Manso, Joan Clarés, Francesc Milans del Bosch o Manuel Llauder, quien después de participar en la defensa de Gerona, llegó a ser capitán general de Cataluña y ministro de la Guerra.

Entre el conjunto de esas proclamas, los vascos se mostraron especialmente patriotas, haciendo desaparecer localismos en pro del único calificativo de españoles. Las Juntas Provinciales Vascongadas reunidas al estallido de la Guerra de la Independencia mantuvieron el apoyo y fidelidad a la nación española y llamaron a la lucha contra el invasor francés en nombre de la libertad y de la unidad de España. Así, en agosto de 1808, la Proclama de la Junta de Vizcaya decía:
"Los vascongados a los demás españoles:
Españoles somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos, arden nuestros corazones como los vuestros en deseo de venganza, y con dificultad contienen nuestra prudencia y patriotismo hasta mejor ocasión nuestros indómitos brazos, ya que quisieran derramar sobre el enemigo la muerte que nuestros generosos pechos saben arrostrar intrépidamente. Aragoneses, Valencianos, Andaluces, Gallegos, Leoneses, Castellanos, etc., todos nombres preciosos y de dulce recuerdo para España, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna memoria, y no os llaméis sino españoles...
Recibid, como prueba incontrastable del espíritu que nos anima, los holocaustos que ofrecen a la libertad española los Eguías, los Mendizábales, los Echeverrías, y otros infinitos vascongados..."

LEVANTAMIENTO DE LAS PROVINCIAS DE ESPAÑA

Parte de guerra que el general Gabriel de Mendizábal dio a la Regencia y felicitación a los oficiales de la División Navarra por su bravo comportamiento durante la Guerra de la Independencia:
"La División navarra se ha cubierto de gloria en la batalla de esta tarde... El orgulloso enemigo se presentó en la orilla derecha del río Aragón, y los batallones de voluntarios en columnas de ataque, mandados por el brigadier Espoz y el coronel Cruchaga, lo arrollaron y envolvieron en las dos alas, mientras con la caballería de Húsares de Iberia su comandante Longa atacaba el centro... De los tres jóvenes guerreros, Espoz, Cruchaga y Longa debe esperar la Patria días tan gloriosos como dieron a la nación en el siglo XV Antonio Leiva y el conde Pedro Navarro."

Juan Antonio de Zaratiegui Celigüeta, secretario de Tomás de Zumalacárregui durante la Guerra de la Independencia:
"Los anales de la Historia refieren pocos ejemplos que puedan compararse con la guerra que el limitadísimo estado de la Navarra sostuvo contra las huestes de Napoleón."

Napoleón Bonaparte, durante su cautivo en Santa Elena:
"Esa desgraciada guerra española fue una auténtica tragedia. El origen de todas las desgracias de Francia."

JUAN ANTONIO ZARATIEGUI Y GABRIEL DE MENDIZÁBAL

Barón de Thiebault en sus Memoires du general Barón de Thiebault:
"… desde 25 leguas de distancia venían a ver nuestras tropas… Si nuestra marcha les parecía una fiesta a los españoles, para nosotros fue un triunfo. Qué contraste entre tales manifestaciones y el odio, el encarnizamiento, la rabia con que esas mismas poblaciones estarían animadas contra nosotros antes de que pasara un año."

Antonio Capmany y de Montpalau, en su obra Centinela contra los franceses:
"No es éste tiempo de estarse con los brazos cruzados el que puede empuñar la lanza, ni con la lengua pegada al paladar el que puede usar el don de la palabra para instruir y alentar a sus compatriotas. Nuestra preciosísima libertad está amenazada, la patria corre peligro y pide defensores: desde hoy todos somos soldados, los unos con la espada y los otros con la pluma."

David Gates en su libro La úlcera española
"El emperador no tuvo en cuenta un hecho que se ha repetido a lo largo de los siglos: una simple conquista militar no basta para conseguir objetivos políticos."

Jaime Balmes en su periódico El Pensamiento de la Nación:
"Ni en Cataluña, ni en Aragón, ni en Valencia, ni en Navarra, ni en las provincias Vascongadas se alzó el grito a favor de los antiguos fueros. Independencia, Patria, Religión, Rey, hé aquí los nombres que se vieron escritos en todos los manifiestos, en todas las proclamas, en todo linage de alocuciones; hé aquí los nombres que se invocaron en todas partes con admirable uniformidad.

Cuando la monarquía había desaparecido, natural era que se presentasen las antiguas divisiones, si es que en realidad existían; pero nada de eso; jamás se mostró más vivo el sentimiento de nacionalidad, jamás se manifestó más clara la fraternal unidad de todas las provincias. Ni los catalanes vacilaban en acudir al socorro de Aragón, ni los aragoneses en ayudar a Cataluña, y unos y otros se tenían por felices si podían favorecer en algo a sus hermanos de Castilla (...) españoles, y nada más que españoles eran ..."

CENTINELA CONTRAFRANCESES, POR ANTONIO CAPMANY Y
LA ÚLCERA ESPAÑOLA, POR DAVID GATES

10/06/2023

Batalla de Tudela de 1808


La batalla de Tudela tuvo lugar en los alrededores de la ciudad el 23 de noviembre de 1808. Fue una de las más crueles batallas de la Guerra de la Independencia española y el enfrentamiento armado más importante que ha tenido lugar en suelo navarro en toda su historia. Supuso una importante derrota para los casi 33.000 soldados del Ejército español dirigidos por el general Castaños, vencedor en Bailén, por las mejores tropas napoleónicas. El ejército regular estaba compuesto por aragoneses en su mayoría y voluntarios navarros.

El Ejército imperial francés estaba formado por unos 30.000 efectivos, entre dragones, coraceros y lanceros polacos que estaban dirigidos por el mariscal Jean Lannes.

La Diputación Foral, en franca retirada, recaló en la capital ribera donde en noviembre de 1808 decidió no reconocer como rey al hermano de Napoleón, José Bonaparte, y nombrar a Fernando VII de España como el virrey Fernando III de Navarra.

BATALLA DE TUDELA, POR JOSÉ MARÍA IRIBARREN

El frente español se encontraba repartido en el cerro de Santa Bárbara (donde ahora se ubica el Corazón de Jesús), Tudela, Torre Monreal, Santa Quiteria, Cabezo Maya, cerro de Calchetas, Urzante, Murchante, Cascante. Y como foso natural entre ambos ejércitos está el río Queiles, afluente del Ebro.

El Ejército imperial avanzaba desde los montes de Cierzo, atravesando una gran extensión de terreno que estaba sin proteger entre Santa Quitería y Cabezo Maya. Frente a ellos estaban las líneas españolas, por tanto, no sería un encuentro a campo descubierto.

La noche del 23 de noviembre, los invasores se acercaban en Tudela, que se preparaba para resistir. Un intenso tráfico de tropas, carruajes, cañones y caballería se desplazaba por las estrechas calles de la ciudad, donde se colocaban barricadas. El Ejército español también tomó la decisión de combatir y terminaba con la disputa entre los generales Castaños y Palafox entre resistir o retirarse.

Temprano por la mañana, el mariscal francés Lannes atravesaba el río Ebro y su ejército lanzaba el primer ataque de fusilería y cañonazos. Sus objetivos más inmediatos eran:
1. tomar el cerro de Santa Bárbara y atacar Tudela.
2. reconocer y profundizar el centro, formado por los montes de la orilla del Queiles hasta Urzante, para lo cual dejó en reserva las divisiones Morlot y Granjean.
3. lanzar la masa de su caballería contra los de Cascante y Murchante, para evitar que el general Lapeña corriese hacia Tudela sus líneas y para dar tiempo a que llegara la División Lagrange.

PLANO DEL DESARROLLO DE LA BATALLA

Castaños ordenó a Lapeña, ubicado en Cascante, que cerrara la línea hasta Tudela, algo que no cumplió, dejando un hueco que resultó crucial. Los franceses tomaron Santa Bárbara mientras su caballería atacaba Santa Quiteria. La intensidad de su ataque propició una desbandada final de las tropas que defendían la línea del Queiles entre Tudela y Cascante.

Por desacuerdo entre generales españoles (Castaños, Palafox, Lapeña, Guimarest, y Roca) para establecer una estrategia, la descoordinación de sus batallones, y el mal estado del armamento de sus tropas, la derrota española ya estaba servida al medio día. El resultado fue más que desastroso: 3.000 bajas, 2.500 heridos y 1.300 prisioneros en el bando español, por los 44 bajas y 513 heridos entre las tropas francesas.

Las bajas españolas se calculan en torno a los 4.000 muertos y 3.000 prisioneros, mientras que por parte francesa no llegaron a 600 los muertos y heridos. 

La toma de Tudela fue considerada como clave por Napoleón Bonaparte. Su puente sobre el Ebro era vital para el próximo asedio de Zaragoza.

Entre aquellos combatientes voluntarios se encontraba un joven de 19 años llamado Tomás de Zumalacárregui, quien tomaría parte de la resistencia zaragozana junto a otros voluntarios vascos y navarros.

BATALLA DE TUDELA, POR JANUARY SUCHODOLSKI

04/10/2022

Museo de la Armería de Álava



El Museo de la Armería de Álava se encuentra en un edificio de doble planta situado el paseo de Francisco de Vitoria, en la capital del País Vasco desde 1975. Reúne una amplia recopilación de armas ofensivas y defensivas, y objetos relacionados con las contiendas bélicas que la ciudad de Vitoria ha sufrido durante su historia, incluso de otros países.

INTERIOR DEL MUSEO

Cada uno de sus sectores están ordenados de forma cronológica: Prehistoria, Edad Media, Edad Moderna y Guerra de la Independencia. En esta última efeméride bélica muestra una detallada exposición dedicada a la ciudad asediada por el Ejército napoleónico y por su más ilustre defensor, el general José María de Álava y Esquivel.

Posee además una magnífica exposición de la industria armera que se desarrolló en País Vasco entre finales del siglo XIX y principios del XX con el surgimiento de un gran número de talleres y fábricas.

EDIFICIO DEL MUSEO DE LA ARMERÍA DE ÁLAVA


PREHISTORIA Y ÉPOCA ROMANA

La primera sección muestra armas prehistóricas y su evolución técnica partiendo de los objetos de uso común. Las pertenecientes a la Edad de Piedra tienen una antigüedad de 300.000 años. De la Edad de los Metales se exhiben los tipos básicos de armas blancas, fabricadas primero en bronce y luego en hierro, como hachas y falcatas ibéricas, un tipo de espada curva característico del Levante peninsular. Y continúa con piezas de origen griego y romano.

ARMAS BLANCAS DE ÉPOCA PREHISTÓRICA

ESPADA ITÁLICA DE BRONCE DE ITALICA (SIGLOS IX-VII a.C.)
PUNTA Y REGATÓN DE UNA LANZA (SIGLO I)
 CABEZA DE HACHA DE BRONCE DE ITALICA (SIGLO III a.C.)

El origen de la honda se remonta a la Prehistoria. Consiste en una doble tira, de cuero o fibras vegetales, y una bolsa donde se coloca el proyectil. Se sujeta la honda por los otros dos extremos opuestos, se voltea de manera que el proyectil adquiera velocidad y después de suelta una de las cuerdas para liberarlo, alcanzando el proyectil gran distancia y poder de impacto.

Los proyectiles pueden ser de piedra, arcilla, plomo moldeado, etc. El uso de proyectiles de plomo, inventado por los griegos, haría de honda un arma temible debido a su gran potencia de impacto y alcance.

Como arma de guerra, la honda se utilizaría durante toda la Edad Media, llegando a convivir incluso con los primitivos cañones.

DIBUJO DE VASCÓN DE LA EDAD ANTIGUA


EDAD MEDIA

La sección de la armería medieval muestra varias tipologías de ballestas, armas que sustituyeron al arco por superarlas en fuerza y alcance, y que fueron fundamentales hasta invención de las armas de fuego. Destacan armas como el camisote, las espadas cortas y otras armas de finales del siglo XII que fueron encontradas en las excavaciones arqueológicas efectuadas en la parte alta de la ciudad de Vitoria.

ARMAS BLANCAS DE LA BAJA EDAD MEDIA DE VITORIA

BALLESTAS DE LA EDAD MEDIA

BACINETE CÓNICO DE HIERRO (SIGLO X-XII)


EDAD MODERNA

La armadura, cuyo origen se remonta al mundo antiguo, se fue desarrollando a lo largo de la Edad Media. Ya en esa época se emplearon armaduras diferenciadas por sus materiales y técnicas de cuero y tejido acolchado, de malla y laminadas, cuyas placas de metal podían ser de varios tamaños.

ARNÉS DE CABALLERÍA

Otro elemento de protección o defensa usado en esta época es la rodela, escudo de madera recubierto de cuero o de estopa pintada, guarnecido con remaches metálicos en los bordes y que puede adoptar forma alargada aunque también convexa o circular como este casco.


Las armas defensivas más importante de esta sección son la loriga de escamas de hierro y la cota de malla acerada, utilizada a partir del siglo XII, piezas fundamentales para la protección del combatiente hasta la aparición de la armadura o arnés en el siglo XVI. Varios espacios y vitrinas presentan diversos arneses españoles, alemanes e italianos para justa, guerra y parada, de los siglos XV, XVI y XVII.


La exposición de armas de fuego hace un recorrido desde la aparición de las primeras las portátiles a mediados del siglo XV, cuyo origen está en la artillería, hasta la generalización de su uso: armas de mecha, de cañón de mano, de percusión, de rueda y chispa, etc. También trata su evolución técnica de la espada desde el siglo XV: mandobles, estoques, sables, etc.


La sección dedicada a las armas africanas, orientales y árabes muestra una amplia variedad de piezas: desde lanzas prehistóricas procedentes de África central hasta dos valiosas armaduras japonesas de samurái de finales del siglo XVI, únicas completas que se conservan en España. La mayor parte de estas armas exóticas procede de compras efectuadas en 1963 en el Reino Unido a la célebre colección Moore. Son valiosas por su rareza las espadas largas siamesas del Lauristán, mosquetes y sables japoneses, sables chinos y kris del sudeste de Asia.



BATALLA DE PAVIA, POR MARCELINO DE UNCETA


GUERRA DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA

La sección más amplia del museo está dedica a la batalla de Vitoria, el 21 de junio de 1813, en el marco de la Guerra de la Independencia española (1808-1814). En este enfrentamiento las tropas francesas en retirada el mando del rey José Bonaparte y el mariscal Jean-Baptiste Jourdan fueron derrotadas por un ejército combinados de tres países: España, Portugal y Gran Bretaña, al mando de duque de Wellington y el general Miguel Ricardo de Álava y Esquivel.

Esta sección muestra objetos personales de sus protagonistas, especialmente de los prisioneros franceses, que fueron confiscados como botín de guerra en los carruajes de José Bonaparte y sus oficiales.


BANDERAS BATALLA DE VITORIA MUSEO ARMERÍA

GENERALES ESPAÑOLES EN LA BATALLA

También exhibe armas utilizadas en la batalla, uniformes de la época, maquetas y diaporamas de sus momentos más decisivos. Una serie de artículos destacan por su carácter artístico e histórico como las mantillas y pistoleras de los caballos del rey José y el mariscal Jourdan, la pistola y el juego de té, regalos de Wellington, del general Álava, así como su fajín de general y el sable usado en campaña, la bandera del Primer Batallón alavés, al mando de Sebastián Fernández de Leceta "Dos Pelos", etc.

En esta sección figura una pequeña pero valiosa colección de fusiles de los tipos Saint Etienne, Tulle, Charleville y Mauburg, utilizados por las tropas imperiales en las guerras napoleónicas. Esta colección es la única en el mundo que conserva los fusiles completos, incluyendo sus correajes. También es única la colección de sables de reglamento de oficiales de la Guardia Imperial, al servicio directo de Napoleón Bonaparte.


BATALLA DE VITORIA

Desde 1792, Napoleón Bonaparte fue ascendiendo vertiginosamente en el escalafón militar y unía los éxitos militares a su persona y a su modelo político, el Imperio. Todas las naciones europeas caían ante el Ejército francés, salvo Inglaterra, provista de una potente Armada.

En 1807, ya había traicionado todos los ideales revolucionarios y se había coronado Emperador de los franceses. Entonces, decidió atacar a Portugal, aliada de Inglaterra, para atraer sus ejércitos al continente.

Ante la necesidad de pasar por territorio español, firmó Manuel Godoy, valido de Carlos IV, el Tratado de Fontainebleau por el que los Ejércitos de Francia y de España invadirían Portugal. El paso de 100.000 soldados fue muy parecido a una invasión. La reacción popular culminó en el estallido del levantamiento del 2 de mayo en Madrid, punto de partida de la Guerra de la Independencia española.

BANDERA DEL PR8MER BATALLÓN ALAVÉS AL MANDO DE SEBASTIÁN FERNÁNDEZ DE LECETA

El 19 de julio de 1808, la batalla de Bailén, el Ejército francés fue derrotado por primera vez por otro ejército europeo: el española. Napoleón decidió intervenir rápidamente para "cortar de raíz" lo que según sus palabras sería "la úlcera española".

Durante su camino a Madrid, Napoleón se detuvo en Vitoria, escribiendo 15 cartas. La dirección del museo ha elegido una diligencia a su hermano el rey José I, que está en Vitoria preparando su alojamiento y bienvenida a la ciudad; la segunda misiva está dedicada a su esposa Josefina. Según los deseos del emperador, se alojó en la casa del banquero Sr. Cuesta (Etxezarra). Allí estuvo durante 4 días, acompañado de su Guardia y su Estado Mayor y los mariscales Soult y Lannes.
A José, Rey de España, en VitoriaTolosa, 4 de noviembre 1808, Medianoche Hermano mío:He llegado a las seis de la tarde a Tolosa. Saldré mañana a las cinco y llegaré a Vitoria de noche.Deseo alojamiento fuera de la ciudad.Seguramente haré todo el trayecto a caballo.No deseo hacer más de cuatro o cinco leguas sobre el mismo caballo.Deseo llegar a Vitoria en absoluto incógnito. Por eso llegaré de noche y no deberá saberse hasta la mañana siguiente.A las nueve de la mañana podrán dispararse sesenta salvas de cañón. Napoleón
A la emperatriz Josefina, en ParísTolosa, 5 noviembre 1808 Estoy en Tolosa, parto hacia Vitoria adonde llegaré en pocas horas.Estoy bien, y espero que todo esto acabará pronto. Napoleón

BATALLA DE VITORIA

El museo presenta una selección de grabados realizados conjuntamente por Francisco Pomares y Bartolomeo Pinelli en 1816. La colección se compone de un mapa de la península ibérica fragmentado en seis estampas, más treinta y tres escenas que narran acontecimientos y batallas de la Guerra de la Independencia española.



GRABADOS GUERRA DE LA INDEPENDENCIA POR POMARES Y PINELLI

MAPA ESPAÑA, DETALLA DE VIZCAYA, POR POMARES Y PINELLI

MAPA ESPAÑA, DETALLA DEL NORTE-CENTRO, POR POMARES Y PINELLI

MAPA DE ESPAÑA, POR POMARES Y PINELLI


BATALLA DE VITORIA

El 21 de junio de 1813, en la parte occidental de la llanada alavesa se libró la mayor batalla de la Guerra de la Independencia. Tras esta batalla los franceses fueron expulsados de suelo peninsular, y los aliados con sus ejércitos victoriosos comenzaron la planificación de la invasión de Francia desde los Pirineos.

La batalla de Vitoria fue la más arriesgada y valiente de todas las planteadas por Wellington. Su gran amigo vitoriano, el general Miguel Ricardo de Álava y Esquivel, más conocido como general Álava, asesoró de manera precisa a los mandos británicos acerca de la orografía y las distancias del que sería el campo de batalla. Dividió a su ejército en varias alas para luchar en zonas separadas, dibujando una especie de tenaza sobre la ciudad de Vitoria e intentando copar a los franceses y así derrotar de una vez por todas al Ejército imperial.

Así como los aliados tenían un plan de batalla, los imperiales no lo tenían y la maniobra de Wellington les desconcertó. El terreno de la llanada en 1813 no era como el actual, las parcelas dedicadas a la labranza estaban cercadas y una multitud de pequeños bosquecillos impedían cargas de caballería, convirtiendo la batalla campal en una batalla al asalto. Cada pueblo, cada pequeña elevación o cada puente eran importantes, unas posiciones estratégicas vitales por las que luchar.

VISTA DE LA ENTRADA DEL GENERAL ÁLAVA EN VITORIA EL DÍA 21 DE JUNIO DE 1813

CAPTURE OF KING JOSEPH’S LUGGAGE AT VITORIA

BATALLA DE VITORIA

THE GLORIUS VICTORY VICTORY THE VITTORIA IN SPAIN

A comienzos de 1813, José I iniciaba la retirada hacia el norte. Abandonó Madrid definitivamente con su corte, efectos personales, entre ellos los resultados del expolio del patrimonio español, el gobierno y sus partidarios españoles, todos ellos con sus familias. A la comitiva se sumaron los ejércitos de Portugal, Centro y Andalucía. Mientras, Wellington cruzaba la frontera de Portugal y se dirigía también a los Pirineos.

Cuando el convoy, compuesto por miles de carruajes, llegó a Vitoria, el rey José estaba más preocupado por darle salida segura hacia Francia que por plantar batalla a los aliados. Y todo le salió mal: la batalla de Vitoria estrepitosamente perdida y el convoy saqueado por ambos ejércitos. Sólo sirvió para entretener a los vencedores y evitar la destrucción total del ejército imperial.

De las muchas riquezas que debía llevar el convoy casi nada quedó en la ciudad. Este museo conserva, entre otros restos, una curiosa colección de muestras de distintas maderas, algunas exóticas, que debían ir en el convoy por motivos científicos y quizás económicos.





MAQUETA DEL COMIENZO DE LA BATALLA DE VITORIA, CON EL ATAQUE DEL GENERAL MORILLO EN EL PASO DE LAS CONCHAS DE LA PUEBLA DE ARGANZÓN AL AMANECER DEL DÍA 21 DE JUNIO DE 1813




MAQUETA DE LA ENTRADA DEL GENERAL ÁLAVA EN VITORIA FRENTE A LA PLAZA DE LA VIRGEN BLANCA AL MANDO DE UN ESCUADRÓN DE HÚSARES INGLESES DEL PRÍNCIPE DE ORANGE (21-06-1813)










MAQUETA DE LA BATALLA DE VITORIA POR LA ASOCIACIÓN ALAVESA DE MINIATURAS Y MAQUETAS, CON MOTIVO DEL 175 ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE VITORIA EN 1988


GENERAL ÁLAVA

Miguel Ricardo de Álava y Esquivel nació en Vitoria, el 7 de febrero de 1772, en el seno de una familia noble y de tradición militar. Estudió en el Real Seminario Bascongado de Bergara y siguió la profesión familiar enrolándose primero en infantería y luego como guardiamarina en la Real Compañía de Cádiz. En la Real Armada española, con el apoyo de su tío, el capitán Ignacio María de Álava, desarrolló una importante carrera que terminó en 1805 en el combate de Trafalgar.

De vuelta a Vitoria, comenzó una carrera política que le llevó a ser diputado general de Álava y asistir en Bayona a la firma de la Constitución que proclamaba rey de España a José Bonaparte. Muy pronto decidió abandonar este bando y pasar al lado del general Castaños para luchar contra la ocupación francesa. En 1809, entró en contacto con Wellington, quien le nombró ayudante de campo. A su lado está en las batallas de Fuentes de Oñoro y Ciudad Rodrigo, pero especialmente en la batalla de Vitoria, su ciudad y la que salvó de un saqueo seguro, e incluso asistieron a la derrota final de Napoleón en Waterloo. Su amistad duró toda la vida.

Posteriormente, el general Álava desarrolló una brillante carrera diplomática como embajador en Francia, Reino Unido y Países bajos, y ocupó altos cargos políticos como ministro de Marina y presidencia del Consejo de Ministros del Reino de España.

LITOGRAFÍA DEL GENERAL MIGUEL RICARDO DE ÁLAVA Y ESQUÍVEL

Este museo conserva un interesante conjunto de piezas que pertenecieron al general Álava. Todas ellas han permanecido en Vitoria gracias a las donaciones que él mismo, su familia e incluso ciudadanos generosos hicieron a la ciudad.

Fajín rojo característico del uniforme de los generales, que el general Álava, según tradición oral, llevaba puesto el día de la batalla de Vitoria. Es de seda grana, decorado con laminillas, entrochados y florecillas metálicas doradas terminando en borlas con flecos. Se ajustaba mediante un cinturón interior de cuero cerrado con hebilla metálica. Tras la muerte del general, un familiar lo regaló a la ciudad.

BICORNIO DEL GENERAL MIGUEL RICARDO DE ÁLAVA Y ESQUÍVEL

En 1912, Fernando Elorza, un vecino de Vitoria, donó a la ciudad "el bicornio que llevó el héroe de la batalla de Vitoria, Excmo. General Álava". Es un ejemplar de escarapela roja, característico de los oficiales españoles.

La caja para bicornio es un estuche metálico, utilizado para almacenar y transportar este tipo de delicados complementos que son los bicornios y en el que puede leerse en una chapa de latón: "His Excellency Gen. Alava." La caja está ciudadosamente tratada en su exterior con laca inglesa en negro y trazos rojos y en su interior con barniz-laca, técnicas usadas en el Reino Unido en ese memento. Podría corresponder a la etapa de embajador del general Álava en Reino Unido o bien pudo ser un regalo de alguien procedente de allí.

El duque de Wellington hizo varios regalos al general Álava, entre ellos una pistola inglesa, de cañón desenroscable de la marca Ketland.

Por último, el museo expone un retrato una litografía, que representa al general Álava en su madurez.

ARMAS UTILIZADAS EN LAS BATALLA DE VITORIA

La ciudad de Vitoria regaló al general Álava una espada forjada en acero, oro, diamante y cuero en 1813. Este objeto fue el premio de la ciudad de Vitoria a una insólita acción humanitaria que evitó mucho daño y sufrimiento a los ciudadanos de Vitoria, en un escenario de terrible actividad bélica. Simboliza el honor, el valor y el compromiso, tres rasgos comunes en el código genético de los ciudadanos de Vitoria y Álava.

ESPADA DEL GENERAL ÁLAVA

RETRATO DEL GENERAL MIGUEL RICARDO DE ÁLAVA Y ESQUÍVEL, POR FRANCIS WILLIAM WILKIN


SIGLOS XIX Y XX

Los fondos correspondientes a las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX reflejan la importancia que tuvo la producción armera en el País Vasco en aquel tiempo. Se exponen numerosas pistolas y revólveres; uno de ellos es el que empleó el anarquista italiano Michele Angiolillo para asesinar en el Balneario de Santa Águeda, en la localidad guipuzcoana de Mondragón, a Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Gobierno español, el 8 de agosto de 1897.

RETRATO DE LOS GENERALES SARABIA Y LATORRE CON OTROS OFICIALES. FIRMADO Y DEDICADO A DON FCO. JUAN DE AYALA

RETRATO DEL GENERAL LATORRE. FIRMADO Y DEDICADO A DON FCO. JUAN DE AYALA

RETRATO DE LOS GENERALES SARABIA. FIRMADO Y DEDICADO A DON FCO. JUAN DE AYALA

GRABADO DE LA BATALLA DE TREVIÑO EN LA III GUERRA CARLISTA

REPRODUCCIÓN DE OBÚS DE 21 CMS. (1885) DONADO POR EL ARTILLERO MUÑAGORRI ZARRA

REPRODUCCIÓN DE OBÚS DE 21 CMS. (1891) DONADO POR EL ARTILLERO MUÑAGORRI ZARRA

BOINA CARLISTA CON "C" CORONADA

INSIGNIA CARLISTA CON LA INSCRIPCIÓN: "VOLUNTARIOS DE DIOS PATRIA Y REY"

PROYECTIL CARLISTA DEL BOMBARDEO DE BILBAO DE 1874

INSIGNIA CARLISTA CON LA INSCRIPCIÓN: "M. N. L. VOLUNTARIOS DE VITORIA"

INSIGNIA CARLISTA DE CINTURÓN CON "C" CORONADA

MEDALLAS MILITARES

MEDALLAS MILITARES

CRUZ DE MORELLA
ANVERSO DECORADA CON EL ESCUDO DE MORELLA E INSCRIPCIÓN: "MORELLA 30 DE MAYO 1840"
REVERSO INSIGNIA DE ARTILLERÍA E INSCRIPCIÓN: "EJÉRCITO ESPº DEL NORTE"

CRUZ DE FERNANDO VII
ANVERSO DECORADA CON JINETE E INSCRIPCIÓN: "PREMIO A LA CONSTANCIA MILITAR"
REVERSO INSCRIPCIÓN: "F. VII"

PISTOLA DE DOS CAÑONES MARCA DERINGER
INSCRIPCIÓN: "JIMÉNEZ Y ECHEVERRIA VITORIA"
CUÑO "M" CORONADA

 REVOLVER
INSCRIPCIÓN: "FA DE PEDRO ECHEVERRIA EN VITORIA"
  
PISTOLA DE PERCUSIÓN PARA ARZÓN CON MUELLE EXTERIOR
INSCRIPCIÓN: "CONSTRUIDO DH HERRADURAS. POR NICOLÁS BASCARÁN. EN VITORIA AÑO 1846"
  
PISTOLA CON MUELLE EXTERIOR PARA ARZÓN CON GATILLO EN FORMA DE LEÓN
INSCRIPCIÓN: "EN VITORIA POR PEDRO YBARZABAL AÑO 1854"

ESCOPETA DE PERCUSIÓN CON MUELLE EXTERIOR Y GATILLO EN FORMA DE DRAGÓN MARINO
INSCRIPCIÓN: "ARANGUREN"
CUÑOS E INSCRIPCIÓN ILEGIBLE

ESCOPETA CON MUELLE EXTERIOR Y GATILLO EN FORMA DE DRAGÓN MARINO
INSCRIPCIÓN: "CONSTRUIDO POR ANTONIO LARRAÑAGA EN EIBAR AÑO 1857"

ESCOPETA CON MUELLE EXTERIOR
INSCRIPCIÓN: "Fª DE PEDRO SESMA PLACENCIA PR A."

ARMAS BLANCAS Y DE FUEGO, MEDALLAS, BOINA Y PINTURA

UNIFORMES Y ARMAS BLANCAS USADAS EN EL SIGLO XIX

UNIFORME CARLISTA

UNIFORME Y DAGA DE TENIENTE GENERAL DEL AIRE EL ALAVÉS LUIS SERRANO DE PABLO Y JIMÉNEZ

 UNIFORME DE OFICIAL DE LA MILICIA URBANA DEL SITIO DE BILBAO (1836) EN LA I GUERRA CARLISTA PERTENECIENTE AL ALAVÉS MANUEL DE MENDIBURU

INSTALACIONES DEL MUSEO DE LA ARMERÍA DE ÁLAVA


SEDES DEL MUSEO

El Museo de Armería de Álava tiene su origen en la colección privada del mecenas vitoriano Félix Alfaro, donada a la Diputación Foral de Álava en 1966, y en una exposición temporal que, para conmemorar el 150 aniversario de la Batalla de Vitoria, se celebró en 1963 en El Portalón. Su primera sede fue el Palacio Gobeo-Guevara. La colección se componía de armaduras y armas de todas las épocas de la historia y de diversas zonas del mundo. En 1975, el museo se trasladó a su sede actual que consta del antiguo frontón del Palacete Ajuria Enea (zona expositiva) y la Casa de los Guardeses (zona administrativa y técnica).

PALACIO GOBEO-GUEVARA, ANTERIOR MUSEO DE ARMERÍA EN 1966

ACTUAL SEDE DEL MUSEO DE LA ARMERÍA EN PASEO FRANCISCO DE VITORIA DESDE 1975