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26/01/2018

Reinado de Íñigo Arista: fundación del Reino de Pamplona


Tras la muerte de Carlomagno el 814, Al Hakam I retomó las hostilidades contra los francos. Ludovico Pío accedió al trono carolingio, generándose unas revueltas en Gascuña (englobada en el Reino de Aquitania) y en Pamplona. Dos años más tarde, se produjo el derrumbamiento de las marcas del Pirineo occidental. Aprovechando la crisis política del trono carolingio, surgía, en ese año de 816, la figura del magnate Íñigo "Arista" Íñiguez (Enneco Enneconis en latín, Eneko Aritza en euskera), como el caudillo pamplonés encargado de luchar contra el control de los francos y recuperar el poder pamplonés.

Pertenecía a la familia Íñigo, una dinastía de vascones procedente de los valles de Roncal y Salazar y las inmediatas tierras aragonesas. Íñigo Arista era hijo del magnate vascón Íñigo Jiménez y de su mujer Oneca Velázquez, hija de Velasco, gobernador de Pamplona, cuya familia estaba tradicionalmente vinculada a los francos. Este matrimonio dejó bajo la influencia de Íñigo Arista unos territorios considerables: desde Pamplona hasta los altos valles pirenaicos de Irati (Navarra) y Valle de Hecho (Aragón).

Al morir Íñigo Jiménez, Oneca casó en segundas nupcias con el valí Muza ibn Fortún de los Banu Qasi, quienes tuvieron como hijos a Mutarrif y Muza ibn Muza. Al fallecer ese mismo año Velasco, Íñigo Arista fue elegido entre la nobleza vascona de la dinastía Íñigo para expulsar a esta dinastía del poder pamplonés.

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ÍÑIGO ARISTA ÍÑIGUEZ

Íñigo Arista entabló una alianza con los muladíes de la ribera del Ebro, los Banu Qasi, antigua dinastía de magnates hispanogodos Casio. Esta estratégica coalición sentó mal al emir Al-Hakam I, quien envió una expedición de castigo, en 801, al mando de uno de sus hijos, el príncipe Muawija, poco experimentado en la actividad bélica. Los de Íñigo y Muza, con el apoyo de los vascones occidentales del Reino de Oviedo, lo destrozaron en las Conchas de Arganzón.

Al-Hakam sustituyó a Muawija por el más experto de sus generales, el muladí Amrús, que tomó Tudela y la fortificó, dejando en ella una guarnición cordobesa mientras se dirigía a hacer lo mismo en Pamplona. Arista y los Banu-Qasi recobraron pronto la ciudad, pero el contraataque de Amrús fue fulminante. Íñigo salió huyendo hacia Pamplona y se avino a ponerse bajo la protección de Carlomagno. Musa tuvo que someterse de nuevo al emir de Al-Ándalus.

A pesar de la derrota militar, la relación entre ambos reyes se fortaleció cuando Arista casó a su hija Assona Íñiguez con Muza ibn Muza. Por otra parte, el nuevo conde de Jaca, García el Malo, se había aliado con Íñigo Arista tras abandonar a su primera esposa, hija del conde procarolingio Aznar, y casar en segundas nupcias con su segunda hija, Nunila Íñiguez. El cuarto de los hijos de Arista, Galindo Íñiguez, fue el padre de Musa ibn Galindo, que sería valí de Huesca en el 860. Mientras que García Íñiguez sería su sucesor en el trono.

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FACCIONES NOBILIARIAS EN LA GÉNESIS DEL REINO DE PAMPLONA

A la muerte de Amrús en Zaragoza, hacia el año 808, Íñigo y Muza se sintieron lo bastante fuertes como para volver a la alianza de familia, lo que en el caso del pamplonés supuso el alejamiento de los francos.

Ante esta desvinculación, en 1812, Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, tomó Pamplona y encomendó su gobierno a un noble local partidario de los francos, Velasco, que aún seguiría rigiéndola en 816. Íñigo buscó refugio junto a su hermano y, a la vez, yerno.

Abd Al-Rahman II, nuevo emir de Córdoba, tomó el poder de Pamplona en 822, devastando las llanuras navarras y alavesas.

En 824, aprovechando la falta de control de los francos en Pamplona, Arista puso cerco a esta ciudad con fuerzas aquitanas en colaboración con los vascones partidarios de la dinastía Iñigo y los Banu Qasi. Logró rendirla, acceder al poder y proclamarse el primer rey de Pamplona.

La entronización fue efectuada en la Peña de Oroel del Condado de Jaca y en colaboración con trescientos caballeros, principalmente de los Banu Fortún de Tudela y de las dinastías vasconas Jimeno e Íñigo, y con el obispado de Pamplona. Según Eulogio de Córdoba, Íñigo Arista aparecía como un príncipe cristiano (Christicolae princeps).

A pesar de haber fundado un reino independiente, estaba bajo la autoridad de los musulmanes del Emirato de Córdoba y obligado al pago de un tributo.

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ÍÑIGO ARISTA ÍÑIGUEZ

El Reino de Pamplona, también llamado Reino de los pamploneses, fue denominado inicialmente, según los Anales de los Reyes Francos, a la entidad política surgida en torno a la ciudad romana de Pompaelo, durante la Alta Edad Media y al liderazgo de la figura de Íñigo Arista. Desde entonces sus reyes se denominaron Pampilonensium rex hasta 1130, incluso Sancho VI el Sabioa utilizó esta denominación en el año 1196, cuando normalmente empleaba rex Nauarre.

La fundación del Reino pamplonés dependió de estos tres factores externos:
1. la lejanía del Reino de Oviedo

2. la decadencia del Imperio Carolingio, aliados de la dinastía Velasco

3. la formación del Reino de Tudela al sur de Navarra, entidad muladí liderada por los Muza, aliados de la dinastía Íñigo, que los aislaba de los ataques del Emirato de Córdoba

La Vasconia oriental quedó dividida en dos reinos estrechamente federados: el reino cristiano de Pamplona, bajo Íñigo Arista, y el reino muladí de Tudela, gobernado por Muza ibn Muza. Se consolidaba así la dinastía Íñigo como la primera real pamplonesa, aunque por poco tiempo. Además Íñigo Arista sería conde de Bigorra por herencia de su madre Oneca y Sobrarbe por herencia de su padre Íñigo Jiménez.

La dinastía Íñigo organizó el Reino de Pamplona en guerra permanente con Abd al-Rahman II, el cual también fue el principal rival de Alfonso II el Casto, rey de Oviedo. Fue el preludio de una futura alianza navarro-astur, ya que cada año el emir cordobés enviaba expediciones de saqueo contra galaicos y pamploneses.

El emir Abd Al-Rahman II no dio mucha importancia a la fundación un nuevo reino cristianos al oeste de los Pirineos, acumulando más esfuerzos en su lucha contra el Reino de Oviedo, que ya se extendía desde Finisterre hasta el alto Ebro, amenazando el valle del Duero.

Al norte, el Imperio carolingio tomó debida importancia a la coronación de Íñigo Arista, enviando una expedición militar al mando de los condes francos Elbe y Aznar. Estos expedicionarios francos fueron vencidos por el rey pamplonés con el apoyo de sus yernos Musa ibn Musa ibn Fortún y García el Malo.

En 841, con más de 70 años y aquejado de una parálisis, Íñigo Arista dejaba el gobierno de su reino a su primogénito García I Íñiguez, muriendo al año siguiente. Su sucesor ejerció una fuerte regencia, llevando la dirección de las campañas militares pero continuando la política de alianzas.

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ÍÑIGO ARISTA ÍÑIGUEZ

06/03/2017

Íñigo Arista Íñiguez


Primer rey pamplonés entre los años 816 y 842, considerado patriarca de la dinastía Íñigo y fundador del Reino de Pamplona

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BUSTO Y ESTANDARTE REAL DE ÍÑIGO ARISTA

Conocido como Íñigo Arista Íñiguez (Enneco Enneconis en latín, Eneko Aritza en euskera) nació en 781, siendo hijo de Íñigo Jiménez y Oneca. Muerto su padre, su madre se casó en segundas nupcias con Musá ibn Fortún de Tudela, uno de los señores de la dinastía Banu Qasi del valle del Ebro, con cuyo apoyo llegó al trono. Este matrimonio dejó bajo la influencia de Íñigo Arista unos territorios considerables: desde Pamplona hasta los altos valles pirenaicos de Irati (Navarra) y Valle de Hecho (Aragón). Los Banu Qasi controlaban las fértiles riberas del Ebro, desde Tafalla hasta las cercanías de Zaragoza.

El advenimiento del primer rey de Navarra no se hizo sin dificultades. Entre los núcleos de población cristiana, que eran minoritaria, algunos dieron su apoyo al partido franco, sostenido primero por Carlomagno y más tarde por Luis el Piadoso. La rica familia cristiana de los Velasco está a la cabeza de ese partido.

En 799, unos magnates pamploneses pro-carolingios asesinaron al gobernador de Pamplona, Mutarrif ibn Muza, de la familia de los Banu Qasi. En 806, los francos controlaban Navarra a través de un Velasco como gobernador. En 812, Luis el Piadoso mandó una expedición contra Pamplona. El regreso no fue muy glorioso, tomando como rehenes a niños y mujeres de la zona para protegerse durante el paso del puerto de Roncesvalles.

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MONUMENTOS A ÍÑIGO ARISTA

Íñigo Arista se casó con Oneca Velázquez, hija de Velasco, gobernador de Pamplona, fallecido en 816. Momento en el cual fue elegido entre la nobleza vascona de la dinastía Íñigo para expulsar a la dinastía Velasco del poder pamplonés, tradicionalmente vinculada a los francos, pero bajo la autoridad de los Omeyas de Córdoba y pagando tributos.

Para asentarse en el poder y como reacción a esta incursión de los carolingios, Íñigo Arista comenzó una relación de alianzas con la dinastía de los Beni Fortun, descendientes la familia muladí de origen visigodo Banu Qasi. Íñigo era hermanastro de Musa ibn Fortún de Tudela por parte de madre, ya que esta, Oneca, casó en segundas nupcias con un Banu Fortún. Además, su hija Assona Íñiguez casaría más tarde con su tío Muza ibn Muza ibn Fortún, valí de Tudela y Huesca. Estos enlaces matrimoniales entre ambas dinastías permitieron poner bajo la influencia de Íñigo Arista unos territorios considerables: desde Pamplona hasta los altos valles pirenaicos de Irati (Navarra) y Hecho (Aragón). Los Banu Fortún controlaban las fértiles riberas del Ebro, desde Tafalla hasta las cercanías de Zaragoza.

Por otra parte, el nuevo conde de Jaca, el Malo, se había aliado con Íñigo Arista tras abandonar a su primera esposa, hija del conde procarolingio Aznar, y casar en segundas nupcias con la segunda hija de Arista, Nunila Íñiguez.

El cuarto de los hijos de Arista, Galindo Íñiguez, fue el padre de Musa ibn Galindo, que sería valí de Huesca en el 860. Mientras que García I Íñiguez sería su sucesor en el trono.

DINASTÍA ÍÑIGO

En 824, los condes francos Elbe y Aznar dirigieron otra expedición contra Pamplona, pero fueron vencidos por Íñigo con el apoyo de sus yernos Musa ibn Musa ibn Fortún y García el Malo.

Ese mismo año de 824, tras esta victoria, Íñigo Arista accedió al control de la ciudad fundando el Reino de Pamplona. La entronización fue efectuada en la Peña de Oroel, del Condado de Jaca y en colaboración con trescientos caballeros, principalmente de los Banu Fortún de Tudela y de las dinastías vasconas Jimeno e Íñigo, y con el obispado de Pamplona. Según Eulogio de Córdoba, Íñigo Arista aparecía como un príncipe cristiano (Christicolae princeps).

La dinastía Íñigo, la primera real pamplonesa, organizó el Reino de Pamplona en guerra permanente con Abd al-Rahman II, el cual también fue el principal rival de Alfonso II el Casto, rey de Oviedo. Fue el preludio de una futura alianza navarro-astur, ya que cada año el emir cordobés enviaba expediciones de saqueo contra galaicos y pamploneses.

En 841, Íñigo Arista, debido a una enfermedad que lo dejó paralítico, abdicó en favor de su hijo Garía I Íñiguez, muriendo al año siguiente. Su sucesor ejerció una fuerte regencia, llevando la dirección de las campañas militares, pero continuando la política de alianzas.