28/08/2024

Ventajas de ser vascongado y la hidalguía universal


En el siglo XVI, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa eran parte integrante del Reino de Castilla, aunque cada una se gobernase de un modo particular. Cada uno de estos tres territorios se constituía en su interior de espacios jurisdiccionales complejos y heterogéneos, que articularon su unidad entre los siglos XVI-XVIII.

El Señorío de Vizcaya, con derechos distintos en la tierra llana y en las villas, se distinguía de las Encartaciones y del Duranguesado. La provincia de Guipúzcoa no contenía al condado de Oñate o el valle de Leniz, formada a partir de una Hermanad de villas, como ocurrió con la Hermandad de Álava. Se gobernaban por Juntas generales y una Diputación general, además de por un corregidor (Vizcaya y Guipúzcoa) o alcalde mayor (Álava) enviado por un rey.

A todos los efectos, los originarios de estos territorios eran castellanos, sin diferencias esenciales, por ejemplo, con respecto a los gallegos, asturianos o burgaleses. Como a estos últimos, se les gobernaba desde el Consejo de Castilla y se les juzgaba en la Chancillería de Valladolid. Se regían por leyes o fueros distintos, que no tenían representación en las Cortes, contribuían fiscalmente de un modo particular, y su régimen aduanero no era el más común, pero se hacían excepciones semejantes con Asturias, Galicia o las Canarias, por ejemplo.

ALAVESES MEDIEVALES

Los vizcaínos del siglo XVI, no habían sufrido conquista alguna por los castellanos durante los siglos anteriores, tampoco concibieron otra realeza que la castellana, ni tenían una dinastía propia a la que apoyar. Les importó siempre encontrar un soporte jurídico-legal que favoreciese la integración de sus naturales en la nueva y potente Monarquía española en condiciones ventajosas.

Los privilegios forales vascongados, gestados y materializados fundamentalmente en la Baja Edad Media, constituyeron una suerte de contrato implícito entre el Rey y los naturales del Señorío y las provincias, en virtud de los cuales premiaban con el derecho de ventajas fiscales y mercantiles dentro de los territorios de la Corona imperial, así como a organizarse administrativamente con cierta autonomía. A cambio tenían el deber de constituirse como barrera defensiva frente a las amenazas militares, dinásticas (de Valois y Borbones) e ideológicas (de la Reforma y, más tarde, la Revolución) que acechaban a la Monarquía española desde Francia e Inglaterra.

Este statu quo, en cierto modo característico de las regiones ultra-periféricas de los estados en cualquier época y latitud, garantizó durante siglos un gran equilibrio social y territorial, poniendo fin a los abusos de los Parientes Mayores, protegiendo los gremios artesanales y comerciales de las villas y ciudades, eximiendo del pago de ciertos tributos, beneficiándose del establecimiento de aduanas interiores en cada provincia, y ordenando la sociedad a nivel municipal y provincial (Diputaciones y Juntas), bajo una jurisdicción superior representada por el Corregidor real, la Chancillería de Valladolid y el Consejo de Castilla.

En un momento, en el cual la sociedad española canonizaba determinados valores, los vizcaínos se presentaron como hombres nobles, limpios de sangre y de linajes antiguos, ya que ser origen noble, de pureza de sangre y perteneciente a un antiguo linaje familiar eran tres requisitos muy relacionados entre sí y que resultaba una adecuada carta de presentación para triunfar en la nueva Monarquía española.

El Fuero Viejo de Vizcaya (1452), y con mayor claridad, el Fuero Nuevo (1526) recogían la afirmación de que todos los vecinos del Señorío eran "hidalgos", esto es, nobles. En realidad, lo que no existía, al igual que en Guipúzcoa y en algunos valles de Álava y de Navarra, era una distinción entre "plebeyos" y "nobles" del modo que era común en gran parte del resto de España y en Europa. Sus peculiaridades fiscales y jurídicas y, sobre todo, ciertos mitos sobre su origen, apuntaban más bien a que no eran "plebeyos", a diferencia de los "pecheros", no pagaban los servicios ordinarios de las Cortes, dependían de una sala propia en la Chancillería de Valladolid y, sobre todo, se consideraban que procedían de linajes antiguos y de solar conocido.

Como todos los habitantes de la cornisa Cantábrica y de los Pirineos, jugaba a su favor que en aquellas montañas se habían refugiado los godos y, más importante, no se habían contaminado con sangre musulmana y que por su valor militar iniciaron la Reconquista. Además, los vascongados contaban con una ventaja adicional, la de hablar una lengua prehistórica, servía de argumento para probar su antigüedad y la pureza de su sangre.

Vizcaínos y guipuzcoanos lograron que los tribunales de Castilla reconocieran su hidalguía universal, propios de una nobleza de sangre, de origen inmemorial y que se incorporasen libremente a Castilla. El Fuero Nuevo, sancionado por Carlos V, habría reconocido los méritos de los que son acreedores.

VASCONGADOS MEDIEVALES

A principios del siglo XVII, la hidalguía universal de los guipuzcoanos y vizcaínos se convirtió en inatacable, cuando el rey terminó por sancionar esta interpretación. Entonces, la hidalguía era presentada como "originaria" y no otorgada como un privilegio, y que se basaba en la convicción de que sus naturales habían permanecido incontaminados de razas impuras.

Las razones se basaban en dos argumentos:

Por un lado, desde finales del siglo XV, los simples "habitantes" o "moradores" no tenían los mismos derechos que los vecinos; las solicitudes de avecinamiento se examinaban con rigor, exigiendo certificados de hidalguía y limpieza de sangre, evitando judíos, moros y gitanos.

Por otro, fueron muy influyentes las interpretaciones de algunos escritores, en algunos casos asalariados de las autoridades provinciales de Vizcaya y de Guipúzcoa, como son los casos del bachiller Juan Martínez de Zaldibia o el licenciado Andrés de Poza.

La Suma de las cosas cantábricas y guipuzcoanas (1564), del mondragonés Zaldibia, es una de las tantas "corografías" que se escribieron por toda España en el siglo XVI. La del guipuzcoano es una descripción de la provincia y un elogio de sus hombres, privilegios, valor militar, limpieza de sangre y fidelidad que avalaban a toda nobleza de origen, sirviéndose en la descripción de dos elementos no estrictamente guipuzcoanos: Túbal y Cantabria.

Las tesis del Vasco-tubalismo que narraron Zaldibia y otros, habían reconocido a Túbal, nieto de Noé, como el patriarca y el primitivo poblador de España y muchas ciudades se gloriaban de haber sido fundadas por él, siendo las tierras guipuzcoanas las primeras pobladas por Túbal y sus hijos. Partían de la convicción de que en "Cantabria" se había preservado la lengua de los primeros habitantes que la poblaron después del diluvio, que era el vascuence (o euskera), y con ella la sabiduría primigenia y las buenas costumbres originarias de los "túbalos". En el resto de España, también poblada por los hijos de Túbal, se habría perdido el vascuence por las conquistas y colonizaciones de civilizaciones exteriores. Para Zaldibia, Guipúzcoa sería la Cantabria, cuya localización disputaban cronistas de la baja Edad Media: un territorio que defendió su libertad.

El ambiente sociológico de la España de la Contrarreforma, caracterizado por la obsesión con cuestiones relativas a la honra y el linaje, influyó en la psicología colectiva de los vizcaínos de la época, más aún, viendo reconocida su hidalguía universal.

Los vizcaínos se vieron encumbrados así a la categoría de auténtico grupo de influencia político-militar, detentando secretarías reales, capitanías y puestos en la curia judicial y la jerarquía eclesiástica, de tal modo que las tesis de Hiperespañolismo tubalista o de acendrado hispanismo tomaron carta de naturaleza en cronistas como Zaldibia, Poza, Echave, Garibay y otras gentes de letras del siglo XVI y XVII.

VASCOS CONTEMPORÁNEOS

Estos escritores formularon una ideología solariega que publicitaba la calidad particular de los "vizcaínos" y que sirvió para sustentar carreras en la corte de la Monarquía hispánica, y ocupar cargos destacados y relevantes en las instituciones militares, económicas, financieras y administrativas. Según Jon Juaristi, estos vascos de la Corte patrocinaron la idea de que eran los "primeros españoles", descendientes de Túbal, que no habían sido conquistados, sino que guardaban el idioma y las esencias de los primeros pobladores, siendo nobles y limpios de sangre desde los orígenes.

Estas ideas habrían servido a aquella "clase escriba vizcaína" para conquistar posiciones en la Corte, desplazando a los judeoconversos que ocupaban hasta entonces aquellos cargos y para rivalizar con los otros "cántabros", los hidalgos montañeses (actual Cantabria), que seguían una dinámica paralela.

La competencia a lo largo de los siglos XVI y XVII entre "vizcaínos" y "montañeses" por espacios de poder en la Corte y en los virreinatos americanos, o por el control de las fuentes de riqueza al servicio de la Corona, como la construcción naval o el transporte marítimo, dieron lugar a una producción de tratados o escritos propagandísticos que pugnaban por la primacía de unos u otros.

Esta dinámica al servicio del rey estuvo muy relacionada con prácticas literarias y elaboraciones de discursos que tuvieron un gran significado para la construcción de una identidad y la escritura de determinada historia provincial y local.

En este proceso de "producción de sentido" participaron, desde el siglo XVI, literatos como el bachiller Juan Martínez de Zaldivia, Esteban de Garibay, Andrés de Poza, Baltasar de Echave o Lope Martínez de Isasti, cuyas familias o ellos mismos participaban en este fenómeno, escribieron sobre la historia de España y contribuyeron a formular una ideología que impuso en la Monarquía hispánica el concepto de superioridad particular de los vascos: el Cantabrismo vizcaíno.

23/08/2024

Batalla de Tafalla


La Batalla de Tafalla es un acontecimiento datado en el año 1043 (aunque algunos historiadores la sitúan en 1035). Este acontecimiento enfrento a las tropas pamplonesas de García III Sánchez el de Nájera contra una coalición formada por soldados leales al rey de Aragón Ramiro, el hermano de García, Gonzalo Sánchez, y el emir de Zaragoza probablemente al-Musta'in.

FORTALEZA DE ARTAJONA

A la muerte del rey pamplonés Sancho III el Mayor este repartió sus posesiones entre sus cuatro hijos. Ramiro era el hijo mayor, pero al ser ilegítimo, las leyes jurídicas del reino de Pamplona mandaban que el hijo legitimo mayor, en este caso García, fuera el que recibiese todas las posesiones del padre, así que García recibió el Reino de Pamplona, Fernando tuvo el Condado de Castilla de parte de su madre y Ramiro y Gonzalo recibirían títulos de "régulos" por lo que podían ejercer de reyes en sus condados siempre y cuando fueran vasallos del rey de Pamplona.

Se cree que esta situación de sentirse minusvalorado fue la que llevó a Ramiro a plantar batalla a su hermano García por el dominio del reino que él creía que por derecho debía ser suyo. Por esto, se alió con el emir de Zaragoza para atacar el Reino de Pamplona.

Aunque no se tienen mucha información sobre esta batalla acaecida a las afueras de Tafalla se suele afirmar que tuvo una corta duración y hubo una victoria indiscutible de los pamploneses haciendo que Ramiro I de Aragón se tuviera que retirar apresuradamente del campo de batalla perdiendo incluso su caballo, que sería cogido por un noble pamplonés y entregado a su rey.

Después de la batalla, el rey de Pamplona sería indulgente con su hermano y lo perdonaría, haciéndole incluso entrega de algunos castillos. Con esto y la derrota, Ramiro calmaría sus intenciones ambiciosas de conseguir territorios del Reino de Pamplona hasta la muerte de su hermano García.

GARCÍA III DE PAMPLONA Y RAMIRO I DE ARAGÓN

21/08/2024

Martín Íñiguez de Carquizano


Capitán general de la expedición a las Molucas de Jofre de Loasa en 1525

MARTÍN ÍÑIGUEZ DE CARQUIZANO

Martín Íñiguez de Carquizano era natural de Elgóibar, Guipúzcoa, donde nació a finales del siglo XV.

Era familiar de Martín Sánchez Carquizano, secretario de cámara de los Reyes Católicos, que alcanzó varios privilegios para su casa de Carquizano.

Participó en la expedición de fray García Jofre de Loaisa a las Molucas con el cargo de alguacil mayor. La misión consistía en tomar posesión del archipiélago, conocido como "islas de la Especiería", para el Imperio de Carlos V, por cuyos dominios rivalizaba con el Reino de Portugal. Una Real Orden, promulgada meses antes de su partida, establecía el orden de sucesión en la Capitanía General de la escuadra en caso de fallecimiento del titular, que era Fernando de Magallanes.

El 24 de agosto de 1525, zarparon desde el puerto de La Coruña siete naves y cuatrocientos cincuenta marinos, siendo un buen número de procedencia vasca, entre los que destacaban Juan Sebastián Elcano o Andrés de Urdaneta.

Durante la travesía, Carquizano recibió el cargo de contador y tesorero. Fue un viaje lleno de penalidades, ya que sólo cuatro naves atravesaron el estrecho que alcanza el océano Pacífico. Más tarde, se dispersaron por efecto de una tormenta y los sucesivos capitanes generales de la expedición iban muriendo. Tras Loaysa, lo haría Juan Sebastián Elcano, y Toribio Alonso de Salazar. La capitanía de la expedición estaba pasándose de vasco a vasco, hasta recalar en Martín Íñiguez de Carquizano. Este guipuzcoano tuvo que resolver algunas disputas con los partidarios del candidato Bustamante.

Carquizano pudo demostrar sus cualidades como líder, encargándose de hacer frente a las dificultades meteorológicas. En el aspecto militar, tuvo determinación en los enfrentamientos con los indígenas y en las pugnas con los portugueses.

EXPEDICIÓN A LAS MOLUCAS POR JOFRE DE LOAISA

A finales de 1526, Carquizano arribó a destino frente a la isla de Gilolo con una única nave, la Santa María de la Victoria, y ciento veinte supervivientes. El archipiélago había sido tomado por los portugueses, construyendo un fuerte en Ternate y mantenían relaciones diplomáticas con los caciques de Ternate y Machiam. Los de Tidore y Gilolo se aliaron con los recién llegados.

Carquizano advirtió a sus hombres de un posible enfrentamiento armado con los portugueses y sus aliados. Pero inició una estrategia: primero negoció con los indígenas en varias ocasiones; después consiguió establecer breve tregua, dado el mal entendimiento entre las partes; por último, negociaría con los portugueses mediante un banquete.

El 11 de julio de 1527, un grupo de españoles al mando de Carquizano se reunió con los emisarios portugueses en la isla de Tidore. Habían aceptado una reunión para establecer algún tipo de tregua y permitirles el comercio en las islas Molucas. Esa misma noche, Carquizano murió envenenado de un modo traicionero por el tósigo que le preparó el lusitano Baldoya (Valdaya). Hernando de la Torre le sustituyó en el mando.

Fue una pérdida irreparable. El gran cosmógrafo Andrés de Urdaneta al ocuparse de él consideró:
"Dios sabe cuanta falta nos hizo, por ser hombre muy hábil y valeroso para el dicho cargo; era muy temido así de los cristianos como de los indios."
Fernández de Oviedo lo describió como un hombre "sagaz y de grande ánimo", aunque añadiría que "como colérico, era furiosso y reçio", lo que atemorizaba por igual tanto a indios como a portugueses. No obstante, ensalzó su proceder liberal y su "muy buena conversación".

ISLAS MOLUCAS - ARCHIPIÉLAGO DE LAS ESPECIAS

17/08/2024

Familia Olazábal de Rentería


Los Olazábal inician su actividad como maestros en el arte de la construcción naval desde 1600; y, al menos, de 1606 a 1678, fue una de las familias con mayor reputación en esta actividad, desarrollada en el centro naval de Rentería y mostró una especial predilección por las instalaciones del Real Astillero de Basanoaga.

Se especializaron en la fabricación de naves de mediano y gran tonelaje (sobre todo, galeones de hasta 600 toneladas) para las flotas de las Armadas Reales. La fama no les vino dada por el gran tamaño de los barcos que construían, sino por la calidad y las buenas condiciones marineras que estos resultaron tener. Un porcentaje elevado de estas unidades registraron arqueos superiores a las 300 toneladas y tuvieron como destinos preferentes el comercio con las Indias, y los servicios a la Corona.

El capitán San Joan de Olazábal tuvo una dilatada experiencia en la fabricación de embarcaciones, tanto por los cuarenta años que se dedicó a esta actividad, como por el importante número de naves que ejecutó. Una parte importante de esta producción estuvo destinada a satisfacer las necesidades de la monarquía hispánica. Ello le valió para que, en reconocimiento a los servicios prestados a la Corona, en 1616 fuera recomendado a Felipe III para merced por la provincia de Guipúzcoa.

Cristóbal de Olazábal sólo se dedicó a hacer barcos por encargo de los particulares de la Provincia de Guipúzcoa. Mientra ejercía como maestro constructor, ostentó el cargo de veedor general del Comercio y del Contrabando de la Provincia.

La saga Olazábal contó con otros miembros dedicados a este ramo productivo como Pedro San Joan de Olazábal y Joan de Olazábal, este último hermano de Cristóbal.

06/08/2024

Cosme de Churruca en las Academias de Guardiamarinas de Cádiz y Ferrol


Cosme Damián de Churruca y Elorza nació en Motrico, Guipúzcoa, en 1761. Era el cuarto hijo de ocho hermanos, cuyos padres fueron Francisco de Churruca e Iriondo y María Teresa de Elorza e Iturriza. Francisco había sido alcalde de Motrico.

Su hermano mayor Julián Baldomero de Churruca fue combatiente de la Guerra de la Independencia española de 1808-1814, abogado de los Reales Consejos de Carlos IV y filólogo del eusquera. Y su tío Juan de Elorza, fue secretario real de Carlos III.

Era una familia hidalga de Motrico que tenía por casa solariega en el Palacio Arrietakua, perteneciente años antes al almirante y constructor naval Antonio de Gaztañeta, pariente de ellos. Siguiendo los usos y costumbres del estamento nobiliario al que pertenecían, el varón primogénito Julián Baldomero heredaba el patrimonio familiar, mientras que el segundo Juan Pascual ingresaba en la Iglesia.

CASA-PALACIO ARRIETAKUA

El hecho de vivir en una casa de cara al mar Cantábrico y con objetos náuticos y cartográficos pertenecientes a Gaztañeta, despertó un temprano interés en el joven Cosme Damián por las ciencias marítimas.

Tras aprender las primeras letras en Motrico, fue enviado junto a sus dos hermanos mayores al Seminario Conciliar de San Jerónimo en Burgos, donde permaneció desde 1771 hasta 1775. El padre Francisco Pérez estaba encargado de informar al progenitor de los Churruca sobre los progresos de sus hijos y de Cosme señalaba en 1773 que "tiene capacidad, comprensión y memoria, y está contento".

Aunque había pensado en un primer momento ordenarse sacerdote, esta idea fue rechazada cuando conoció a un oficial de marina que era sobrino del arzobispo Rodríguez de Arellano. El religioso trató de convencer al joven Churruca a empezar la carrera eclesiástica bajo su protección, pero este sitió una vocación por ingresar en la Marina española, en cuya reforma estaba implicada la Monarquía de Carlos III.

MOTRICO, SIGLO XIX

A continuación, ingresó en la Escuela de Vergara, que poco después sería refundada como Real Seminario de Vergara, institución auspiciada por la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País, de la que sería miembro. Esta etapa fue transitoria, hasta que su padre encontrara plaza para el aspirante Cosme Damián en la Marina española.

Francisco de Churruca había realizado gestiones para encontrar una rápida plaza. Mediante carta del 23 de julio de 1773, escribió a Francisco de Paula Bucarelli, teniente general de los Reales Ejércitos y consejero real en la Corte de Carlos III, al que había servido algunos años en Madrid y en la campaña de Saboya, explicándole sus sobresalientes resultados académicos en el Seminario de Burgos y su ilusionada vocación para ser guardiamarina, al cual tuviera "algún amparo poderoso así para su estimación como para su acomodo y ascenso". Así, mediante esta misiva, Bucarelli recomendó al aspirante Churruca su aceptación por el comandante de la compañía Francisco Javier Winthuysen, y por el alférez José de Mazarredo, este bilbaíno era el más hábil e instruido oficial de marina que había.

Además de las recomendaciones por parte de personas influyentes y la demostración de un alto nivel académico, para el acceso a la academia, eran requisitos indispensables la identidad, la legitimidad, la hidalguía y un mínimo de aptitudes físicas e intelectuales, según las ordenanzas de la marina del 1748.

El 5 de junio de 1776, Churruca ingresaba de forma oficial en la Real Academia de Guardiamarinas de Cádiz, a la temprana edad de 15 años. El nuevo cadete escribió a su padre con entusiasmo desde Cádiz, el 7 de junio: "… y el 12 iré a la Academia a comenzar la Aritmética y tengo ya más antigüedad que Barcaíztegui y su compañero. Yo ofrezco aplicarme para salir antes oficial…" Se refería al futuro almirante guipuzcoano Ventura Barcaíztegui, que había seguido viaje con Churruca hasta Cádiz y sentó plaza de guardiamarina junto a él, continuando sus estudios en Cartagena más tarde, y participó en comisiones cartográficas de relieve.

CÁDIZ, SIGLO XIX

Durante el siglo XVIII, Cádiz se convirtió en la capital del comercio americano, punto de partida de las expediciones científicas, y foro de almirantes, ilustrados y eruditos. Cuando Madrid era todavía la Corte del mayor Imperio geográfico del mundo, Cádiz era su centro neurálgico de negocios y comunicaciones, foco de las luces de la Ilustración científica, sede de la Casa de Contratación y el Consulado de Indias. Pronto destacó una próspera burguesía emprendedora y dinámica, compuesta por activos comerciantes y mercaderes que tenían su campo de acción en todo el Imperio español.

Era el espejo de las promesas y sueños instalados en el siglo de la Ilustración española. En los mismos barcos que transportaban mercancías viajaban personas, libros e ideas. En sus cafés, salones y tertulias discutían los artículos de la Enciclopedia y recogían algunas de las pasiones más típicas de la Ilustración: erudición y coleccionismo, reforma del saber, ciencias naturales, pragmatismo, utilitarismo, etc.

Churruca y sus compañeros disfrutaron de aquel ambiente de negocios indianos e Ilustración científica, durante el poco tiempo libre que les quedaba fuera de los estudios. Paseaban por la ciudad, entablaban conversaciones con mercaderes, marinos y científicos, o asistían al teatro donde representaban óperas y comedias españolas, francesas e italianas.

RETRATO DE COSME DAMIÁN DE CHURRUCA

Durante este siglo XVIII, la Marina española había establecido sus bases marítimas peninsulares en los tres Departamentos Navales de Ferrol, Cádiz y Cartagena, con sus correspondientes Academias de Guardiamarinas. En estos centros instruían y formaban a generaciones de marinos científicos que ampliaron los territorios del Imperio español, cartografiando sus costas y ríos, delimitando fronteras, estudiando su biodiversidad y etnografía, y realizando análisis económicos y políticos de aquellos territorios de ultramar.

Churruca permaneció tan solo 6 meses en la Academia gaditana, tiempo en el que aprobó la Aritmética. Fue destinado, junto a otros 60 cadetes en su mayoría vascos, montañeses, asturianos y gallegos, a continuar su preparación en la Academia de Ferrol. Señaló en carta su padre del 26 de abril de 1777, que "mi amigo Barcaíztegui y Colmenares quisieron ir a Cartagena y allí están".

Mientras tanto, la Corte española tenía prisa por organizar mejor su Marina y sus defensas costeras en los territorios virreinales como en la península. Había comenzado el proceso de emancipación de las colonias inglesas de Norteamérica, apoyadas por Francia y España, lo que ocasionó una nueva guerra contra Inglaterra. Se estaba construyendo una gran armada en los tres departamentos navales, y en otros más privados, que debían estar dirigidos por almirantes marítimos altamente cualificados.

Churruca embarcó rumbo al Departamento Naval de Ferrol, ciudad que no ofrecía las actividades culturales que la gaditana y cuya institución académica eran más disciplinada que la anterior. Durante su estancia en Galicia, el marino guipuzcoano entregó información detallada sobre lo que se estaba organizando en los departamentos, sus preparativos, rumores y críticas. En muchas ocasiones tenía que defender al sector de los marinos contra los ataques de su propio padre, críticas compartidas por algunos españoles. En ese sentido, la renovación de la Real Armada española no fue una medida muy aceptada entre la población, porque sus altos costes no parecían estar dando los resultados esperados ante el auge de Armada británica en los mares. Además, en el interior de la Marina, había distintos criterios sobre la importancia de los estudios científicos y su valor en la jerarquía militar. Por tanto, el selecto número de oficiales que destacaron en este tipo de actividades, así como los responsables del gobierno que las crearon, eran el objetivo de las críticas.

JOSÉ DE MAZARREDO E IGNACIO MARÍA DE ÁLAVA

Uno de los ejemplos de ese sentimiento tan negativo hacia la Real Armada ilustrada fue esta composición literaria que estaba dedicada a José de Mazarredo, uno de los principales promotores del academicismo naval de la marina:
"Vino el inglés? Señor sí.
Con convoy? Muy abundante.
Lo Introdujo? En el instante.
Quién lo ha visto? Yo lo ví.
Cómo puede ser así?
Y aquel héroe nacional
que va con el general?
Lo decís por Mazarredo?
Está estudiando el enredo
de la táctica naval."

Churruca continuó su formación con aprovechamiento, y estaba adquiriendo ya fama como astrónomo y geógrafo. Pero, deseaba terminar sus estudios sobre la Geometría y la Astronomía, para poder embarcar "en estos navíos que están saliendo cada día para la escuadra de Cádiz".

Los meses previos a su graduación en 1778, aparecían rumores sobre nombramientos y destinos de los futuros almirantes. La inminente guerra con Inglaterra hacía pensar a Churruca, como al resto de sus compañeros, la finalización de la enseñanza teórica y pasar al aprendizaje práctico a bordo de una fragata o navío. Quería hallarse en pleno combate, pues sería durante el silbido de las balas y el estruendo de los cañones el escenario donde poder comprobar su verdadero valor.

En agosto de 1778 Churruca fue nombrado alférez de fragata, embarcando en el navío San Vicente. Fue la recompensa a sus sobresalientes estudios, destacando entre todos sus compañeros. Sobre este buque, perfeccionó de manera empírica sus conocimientos de Cosmografía, Navegación y Artillería. Tuvo su primera misión militar en el Asedio a la Gran Bretaña por parte de la escuadra combinada franco-española situada en Brest.

A finales de 1781, Churruca fue trasbordado a la fragata Santa Bárbara, por orden de Mazarredo. Al año siguiente, intervino en el cuarto Sitio de Gibraltar, a las órdenes del capitán vascongado Ignacio María de Álava. Al final resultó un fracaso porque terminaron quemándose las baterías flotantes con las que la Marina española pretendía arrasar las defensas británicas de la roca de Gibraltar.

PROYECYO DE ATAQUE A GIBRALTAR CON BATERÍAS FLOTANTES

Churruca tuvo la oportunidad de mejorar sus conocimientos al haberse fundado en 1783, un curso especializado de Matemáticas y Astronomía para los oficiales más destacados y que se impartiría en los tres departamentos navales de la España peninsular. No dudó en solicitar licencia en cuanto desembarcó del Santa Bárbara en el puerto gaditano, pero supo la noticia de que todas las plazas estaban ocupadas. En la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, se le habían adelantado marinos que destacarían en el programa hidrográfico como José Espinosa Tello, Alejandro Belmonte, Dionisio Alcalá Galiano, José Vargas Ponce y Alejandro Malaspina. Estos almirantes destacarían en la realización de futuras expediciones científicas ilustradas por los territorios y mares del Imperio español en los siguientes años.

El almirante guipuzcoano insistió en su objetivo enviando varias solicitudes y, finalmente, fue admitido en la Academia de Guardiamarinas de Ferrol, en abril de 1784. A pesar de empezar con retraso estos Estudios Superiores, Churruca se convirtió en el alumno más aventajado. De hecho, sería nombrado profesor ayudante de la compañía que, unido a su actividad como estudiante, terminaría por agotarle. Escribió a su hermano Juan Pascual el 11 de enero de 1786:
"No hay cuerpo que resista tanta fatiga, mi estudio me ocupa bastante tiempo y me es preciso destinar a él toda la noche hasta cenar, la tarde la destino al dibujo, porque un matemático lo necesita indispensablemente. Por la mañana desde las ocho y media estoy en la Academia hasta las doce y media; dos horas con los guardias y dos en nuestra clase con que ya ves que no me queda tiempo ni para rascarme."
En otras misivas dirigidas a su hermano, Churruca anunciaba diversas noticias relacionadas con la práctica científica, como la realización de un plano del puerto de Ferrol a punto de ser concluido, o el lanzamiento del Almanaque Náutico, que contenía el estado de la Armada y las tablas astronómicas para dos años. También, solicitaba el envío de los extractos de la Sociedad Bascongada de Amigos del País de la que sería socio benemérito desde octubre de 1785 hasta su muerte.

En febrero de 1787, terminó el curso con los exámenes de Matemáticas, de Astronomía, y de Mecánica. Se había graduado con el rango de teniente de navío.

ARSENAL DE FERROL, SIGLO XVIII

02/08/2024

Etapa Zubiri - Pamplona


Después del paso junto a la planta de magnesitas, el Camino de Santiago toma un sendero empedrado y entra en Ilarratz, pueblecito agradable y bien cuidado. Sus casas se han restaurado muy bien, manteniendo la esencia de la arquitectura popular de los valles pirenaicos navarros. Comparte con Eskirotz la iglesia gótica de Santa Lucía (s. XVI), a mitad de camino entre ambos, que presenta un lamentable estado de abandono. Hubo una iglesia más antigua de la que sólo se conserva la pila bautismal.

Eskirotz es otra pequeña aldea del valle de Esteribar. El paso de peregrinos anima ahora estos dos pueblos, aunque históricamente seguían el paso de la actual carretera.

El Camino de Santiago entra en Larrasoaña salvando el río Arga por el puente de los Bandidos. Cuenta una tradición local que se llama así porque en sus proximidades actuaba una banda de ladrones que se disfrazaban de peregrinos para ganarse la confianza de sus víctimas. El urbanismo variado del pueblo acentúa un sabor jacobeo. Un buen puñado de casonas con bellas portadas flanquea su calle principal. Su origen se remonta al menos al paso de los primeros peregrinos, ya que en el siglo X existía un monasterio de cierta relevancia dedicado a San Agustín.

En el siglo XII se asentaron en la villa nuevos vecinos francos y en 1174 recibió el fuero de Estella. De aquella época debía de ser la iglesia parroquial de San Nicolás, reconstruida en el siglo XVIII. Junto a ella se conserva el caserón de la Clavería de Roncesvalles, donde se recogían rentas y almacenaban los diezmos para el sostenimiento del Real Hospital. En el siglo XVI, junto a la Clavería había también un hospital de peregrinos. A su vez, las cofradías de Santiago y San Blas cuidaban sendos hospitales de peregrinos y pobres. Se conservan sus ermitas.

AKERRETA - VALLE DEL ARLGA

Akerreta es otro pequeño pueblo de Esteribar. Una de sus casonas, restauradas como hotel, conserva una magnífica cocina tradicional con el gran icono interior de la chimenea sobre el hogar. La iglesia de la Transfiguración de Nuestro Señor tiene una sencilla portada románica y conserva en su interior un retablo renacentista de mediados del siglo XVI.

El paso de la carretera y de las modernas construcciones han dejado algo arrinconada la iglesia de San Millán, en Zuriain. Un templo gótico rural (s. XVI) con un atrio que protege una portada con Cristo de factura muy popular y lleno de encanto. Todo el conjunto está construido en sillería, incluida la torre ancha que se alza a los pies. El interior se cubre con bóvedas de crucería en forma de estrella.

El Camino pasa junto a la iglesia de San Pedro (s. XVI), en Irotz, que tiene una sencilla portada con arco de medio punto. El retablo mayor es renacentista con pinturas del taller navarro de la familia Oscariz. La torre adosada al final del muro sur de la nave, vigía silenciosa del paso de los peregrinos, es de planta cuadrada y destaca por su altura y buena proporción. Camino a Zabaldika se encuentra el puente de Irotz o de Iturgaiz, que cruza el río Arga. Es una obra románica (s. XII), reformada en el siglo XX para permitir el paso de vehículos. Junto a él se encontraban la ermita de Montserrat y el hospital de peregrinos.

El actual trazado jacobeo pasa por la parte baja del pueblo de Zabaldika, anteriormente pasaba por la iglesia de San Esteban (s. XIII), atendida por una pequeña comunidad de religiosas del Sagrado Corazón volcada en el cuidado espiritual de los peregrinos. El templo es de estilo románico de transición al gótico. El interior se cubre con bóveda de cañón reforzada por arcos fajones apuntados que parten de sencillas ménsulas. El retablo mayor, de tres calles, es del siglo XVII. Desde el coro, una estrecha escalera de caracol sube al campanario donde se conserva una pequeña campana de bronce que tiene fama de ser la más antigua de Navarra.

Arleta es un pequeño caserío que conserva el palacio de cabo de armería y una iglesia dedicada a Santa María con una humilde portada románica.

La ruta jacobea deja el valle de Esteribar y entra en la cuenca de Pamplona, en dirección al puente de la Trinidad de Arre.

RÍO ARGA

Trinidad de Arre es una población del municipio de Ezcabarte que queda a un lado del Camino de Santiago. En un extremo de su término, separada de Arre y en el mismo límite con Villava, se encuentran el puente y la basílica de la Trinidad de Arre. El albergue de peregrinos es la continuación de la inmemorial tradición hospitalera del lugar. Ya había un hospital en el siglo XI y hasta el XVI estuvo atendido por clérigos. En el siglo XVI contaba con doce camas y ya era atendido por un matrimonio de hospitaleros. En el siglo XVIII era una de las hospederías más importantes del Camino de Santiago. A la salida del puente es obligatorio el paso bajo los arcos del hospital que protegen la entrada de la iglesia. Conserva la portada y el ábside románico, al que después se le añadieron los contrafuertes. El interior, muy reformado tiene yeserías que ocultan los elementos medievales.

Villava-Atarrabia es una villa fundada en 1184 por el rey Sancho VI el Sabio en el lugar de Atarrabia, donde ya existían una aldea, molinos y una granja que pertenecía a Roncesvalles. La intención del rey era favorecer el asentamiento de comerciantes y artesanos en un punto de paso estratégico en el que se unían los viejos caminos de la cuenca de Pamplona con los que bajaban de los valles del norte. Al lado de la Trinidad de Arre se encuentra el antiguo batán rehabilitado como centro de visitantes del Parque Fluvial de Arga. En su planta inferior se ha reconstruido el mecanismo hidráulico del batán.

PUENTE DE VILLAVA

Burlada hoy ciudad residencial, fue un pueblo con dos cofradías, San Salvador y San Juan, que atendían dos hospitales de peregrinos.

Dejando atrás las contiguas Villava y Burlada, la ruta llega al puente de piedra de la Magdalena, y asciende hasta el caso histórico de Pamplona por la puerta de Zumalacárregui o de Francia.

Pamplona-Iruña, capital de Navarra. Ya debía de existir un poblado vascón en el lugar donde el general romano Pompeyo Magno estableció, durante la guerra contra Sertorio, un campamento estratégico para controlar las comunicaciones con la Galia y abastecer a sus tropas. Vascones y romanos eran aliados en el momento de la fundación de Pompaelo. Un siglo después, es considerado municipio por el emperador Vespesiano.

En los sucesivos periodos, los visigodos se hicieron con Pamplona y restauraron sus murallas; los musulmanes permitieron que la nobleza local mantuviera la religión cristiana y cierta independencia a cambio del pago de tributos.

Pamplona fue durante mucho tiempo la ciudad más importante y rica en territorio cristiano, siempre contó con una población numerosa y estable por encontrarse en el valle rico y fértil del río Arga.

Finalmente, surge en el siglo IX el reino cristiano de Pamplona, germen del Reino de Navarra. En 924 fue destruida por Abderramán III y a finales de ese mismo siglo la arrasó Almazor. En el siglo XI, los reyes Sancho III el Mayor y Sancho Ramírez impulsaron y promovieron las peregrinaciones jacobeas, ya que vieron en el camino de Santiago un sólido y revitalizador vínculo con la Europa cristiana. Sancho Ramírez confirmó el señorío del obispo sobre la ciudad.

PUERTA DE ZUMALACARREGUI

PLACA DEL GENERAL TOMÁS DE ZUMALACARREGUI

Pamplona fue un lugar de intercambio entre las rutas del mundo islámico al sur y la Europa cristiana al norte, por los pasos pirenaicos, los puertos costeros del mar Cantábrico y las rutas de este a oeste que seguían también los peregrinos cristianos del Camino de Santiago hacia el reino de León, que atravesaba los condados francos de la Marca Hispánica en las actuales Navarra, Aragón y Cataluña desde la costa mediterránea condal, a través de los puertos mediterráneos.

Ciudad con fama de prosperidad y riqueza que se ganó gracias a las relaciones comerciales en productos de artesanía en cuero, instrumentos musicales, libros y armas, materias primas: marfil, piedras preciosas, paños, aceite, seda, lana, oro, especias, etc.

A través de camino de Santiago llegaron nuevos pobladores que se concentraron junto a la ciudad vieja, en torno a la iglesia de San Saturnino. Se inicia la apasionante historia de la Pamplona de los tres burgos.

En 1129, el rey navarroaragonés, Alfonso I el Batallador, concedió a los pobladores del barrio nuevo el Fuero de Jaca. El barrio queda separado de la ciudad y tiene sus propias autoridades locales.

Solo sus habitantes tenían derecho a vender pan y vino a los peregrinos. En principio, sólo se podían asentar francos en él y sus viviendas tenían que estar más allá de la iglesia de San Saturnino, no pudiendo edificarse entre esta y la vieja ciudad, que comenzó a denominarse Navarrería. En 1189, Sancho el Sabio les concedió también el fuero de Jaca.

Debido al crecimiento demográfico, en el ángulo que formaban ambos barrios surgió un burgo novo, el de San Nicolás, con población mixta de francos y navarros que recibieron también privilegios a finales del siglo XII.

ESTATUA DEL REY CARLOS III EL NOBLE Y PALACIO DE LA DIPUTACIÓN

La ciudad prosperó basando su economía en la industria artesana. A comienzos del siglo XIII apareció un nuevo barrio, San Miguel, asociado a la Navarrería.

Las relaciones entre barrios no eran buenas. En 1266, el rey Teobaldo II les hizo firmar un juramento de Unión. Pero las rivalidades continuaron, pues la Navarrería abandonó el juramento y buscó el apoyo de Castilla. La reina Juana, casada con el hijo del rey de Francia, contaba con el apoyo de las tropas francesas, que en 1276 destruyeron los barrios de Navarrería y San Miguel, este último desaparecerá como tal.

En 1319, el rey recuperó el señorío civil de la ciudad y se inicia la reconstrucción de la Navarrería, que recuperó sus privilegios en 1324, bajo el reinado de Carlos el Calvo. En 1423, Carlos III el Noble decretaba la unificación de los barrios de Pamplona y, entre otras medidas, decretaba que la nueva Casa Consistorial se estableciese en el punto de unión de los tres barrios, punto por el cual también se asignó el paso del Camino de Santiago.

En 1512, Pamplona, como el resto de la Navarra sur-pirenaica, se anexionó a la corona de Castilla y fue desde entonces un enclave fundamental en la defensa de España frente a Francia.

Entre los siglos XVI-XVIII se hicieron las nuevas murallas y se levantó la Ciudadela.



MURALLAS DE LA CIUDADELA

Después de cruzar el río Arga por el puente de la Magdalena, el Camino de Santiago sube a la ciudad y entra en el casco histórico por el portal de Francia. El primer arcos es del siglo XVIII y el segundo del mediados del XVI, cuando el rey de España Carlos I.

En el barrio de la Navarrería, la calle del Carmen, a la izquierda queda el baluarte de Redín, donde está el mesón del Caballo Blanco.

Fuera del camino, se halla la catedral de Pamplona, construida a finales del siglo XII en estilo románico, en la que participó el maestro Esteban, arquitecto también en Santiago de Compostela. En 1389 se hundió la viaja catedral, quedando el pie la portada románica, que fue sustituida en 1784 por la actual, neoclásica, trazada por Ventura Rodríguez.

El interior de la catedral recuperó recientemente la policromía original de las bóvedas. El templo tiene naves, planta de cruz latina y girola. En la capilla mayor se encuentra la imagen de Santa María la Real (s. XII), revestida en plata, y en la nave central el mausoleo de Carlos III el Noble y de su mujer, Leonor de Trastámara.

CATEDRAL DE PAMPLONA

El museo Diocesano expone una magnífica colección de vírgenes románicas y góticas y el famoso retablo de las Navas (s. XV). Junto a la catedral se hallaba el hospital de peregrinos de San Miguel (s. XI).

Dentro del camino, de la calle Mercaderes a la plaza de los Tres Burgos, donde se unían los tres barrios medievales, se encuentra el Ayuntamiento con fachada del siglo XVIII en la que se puede leer: "la puerta está abierta para todos, pero mucho más el corazón".

Detrás del Ayuntamiento se encuentra la iglesia del convento de Santo Domingo, construida sobre la antigua iglesia de Santiago. La imagen del peregrino ocupa la hornacina central de la fachada. En el interior se conservan unas tablas pintadas que narran el llamado "milagro del asno del Apóstol".

Cerca de esta iglesia, se encuentra el museo de Navarra, antiguo hospital de la Misericordia, que alberga el retrato del Marqués de San Adrián por Francisco de Goya, la arqueta de Leyre o los capiteles románicos de la catedral.

AYUNTAMIENTO DE PAMPLONA

Nada más entrar en el barrio de San Cernin por la calle Mayor, encontramos la iglesia de San Saturnino o San Cernin, ya que se la conoce con ambos nombres. En la fachada aparece una estatua de piedra de este santo y otra de Santiago peregrino con un niño arrodillado. Esta iglesia es el lugar jacobeo de Pamplona por excelencia. San Saturnino fue el primer evangelizador de Pamplona y maestre de San Fermín, patrón de la ciudad. Pero además, fue el primer obispo de Toulouse, ciudad francesa que da nombre a una de las más importantes vías de peregrinación, la vía tolosana.

La turbulenta historia medieval de la ciudad desempeñó también el papel de fortaleza del barrio de los francos. La iglesia es del más puro estilo gótico francés y se terminó de construir en 1297, en el mismo lugar que ocupó el primitivo templo románico. La magnífica capilla barroca está dedicada a la Virgen del Camino, patrona de Pamplona y protectora de peregrinos.

Continuando por la calle Mayor aparece el palacio Expeleta, construido para los marqueses de San Miguel de Aguayo en 1711. Su fachada, decorada con temas militares y la heráldica de la familia, es la mejor muestra del barroco civil de la ciudad. Haciendo esquina en la salida del barrio de San Cernin, frente a los jardines de la Taconera, se encuentra la iglesia de San Lorenzo, templo contemporáneo pero muy querido para los pamplonicas, porque en él está la capilla de San Fermín, cuya fiesta se celebra durante varios días a partir del 7 de julio. En estas fiestas tienen los mundialmente famosos encierros, que tuvieron en Ernest Hemingway a su particular apóstol.

En los jardines de la Taconera se han reconstruido dos portales, el de San Nicolás y el que da nombre al parque. Un poco más allá se levantan los imponentes muros de la Ciudadela. Esta fortaleza es una de las mejores realizadas en el Renacimiento español. Mandada construir por Felipe II, tenía como función reforzar a Pamplona como enclave estratégico en los conflictos con Francia. El diseño lo hizo el ingeniero Giacomo Pelearo. Empleó para ello un pentágono de lados iguales con un potente baluarte en cada uno de los ángulos. Uno de estos baluartes recibe precisamente el nombre de Santiago. El Camino pasa por la Universidad de Navarra y deja la ciudad cruzando el puente de piedra sobre el río Sadar.

ESTATUA DE LOS FUEROS