16/09/2025

Corso vasco en el siglo XVII


La centuria de XVII fue la época dorada del corso vasco y los puertos de Guipúzcoa estaban a la cabeza de este tipo de prácticas. Por una parte, es una zona en la que el enemigo estaba relativamente cerca (franceses, ingleses, holandeses, portugueses, etc.); por otro, las rutas comerciales que comunican la península Ibérica con el norte de Europa pasaban por los puertos vascos. Esto contribuiría a la disposición de la población a ser corsaria.

San Sebastián y Fuenterrabía fueron las dos principales plazas corsarias de la península Ibérica. Eran auténticos nidos de corsarios, entre los años 1618, fecha en la que estalló la Guerra de los Treinta Años contra Holanda, y 1635, año en que se inició la Guerra franco-española. Entonces, las dos localidades guipuzcoanas, además de Pasajes, se convirtieron en las principales suministradoras de corsarios al servicio del rey.

CORSO VASCO EN EL SIGLO XVII

En el siglo XVII, alrededor de 466 patentes de corso fueron concedidas solo en la costa de Cantábrico, alcanzando un máximo de 640 en un determinado periodo. Se estima que las presas efectuadas entre 1621 y 1697 sobrepasaron las 7.000 unidades, ocasionando graves pérdidas económicas a los enemigos de la Monarquía hispánica, sean franceses, ingleses, holandeses o musulmanes. Pero para la Corte, la actividad en corso tenía un valor relativo, lo consideraba como un ejército auxiliar que no podía decidir la victoria de una guerra en favor de una u otra potencia, pero podía causar graves daños al enemigo que poseía un intenso comercio marítimo como las Provincias Unidas de los Países Bajos o el Reino de Inglaterra, a un coste bajísimo.
Los mercantes de las potencias enemigas no podían estar seguros en alta mar, las tripulaciones se hacían difíciles de contratar ante el riesgo, y las armadas de guerra no podían proteger a sus flotas mercantes. Esto hizo que el coste económico se disparase, aumentando el coste de los seguros, el de los fletes, de los contratos laborales y del número de efectivos. Así, en 1624, el armador guipuzcoanos Martín de Justiz, aseguraba que:
"… los holandeses que antes navegaban la costa francesa con solo 6 hombres, hoy navegan con 18 hombres, con escolta…"

El teatro de operaciones preferido por los corsarios españoles solía ser el golfo de Vizcaya, a lo largo de la costa atlántica francesa, el canal de La Mancha e Irlanda, que representaba en torno a un 60-70% de todo el movimiento de embarcaciones destinadas a tal fin. Posiblemente, porque los holandeses eran los que llevaban más cantidad y valor en las mercancías que transportaban. Un 20-25% prefería el golfo de Cádiz, la costa portuguesa, y el norte de África, dependiendo el periodo. La presencia de capitanes en el Mediterráneo, el Caribe y las Antillas o el Pacífico fue muy escasa.

Durante el reinado de Felipe IV y el gobierno de su valido el conde-duque de Olivares, se promovió la práctica del corso. Se incrementó el control sobre los corsarios, que debían actuar siempre contra enemigos declarados y con estrictas reglamentaciones, y que servirían de escuela en prácticas para formar marinos con destino final en los buques de la Real Armada española, así como fuerza auxiliar.

A diferencia de otros países, los corsarios españoles no podían atacar a un barco que no procediera de una potencia rival, con una declaración de guerra previa. No así muchos otros países que, como Inglaterra, podía estar en paz con España, pero autorizar las depredaciones en sus virreinatos americanos.

ATAQUE CORSARIO VASCO EN EL SIGLO XVII

Durante el siglo XVII, se reconocen varios periodos de actividad corsaria entre la marinería guipuzcoana:

La primera etapa se inició en 1618 con la declaración de la Guerra de los Treinta Años contra las Provincias Unidas de los Países Bajos, hasta 1632. Un grupo de capitanes de marina, mercantes y armadores de origen guipuzcoano empezaron una serie de ofensivas corsarias contra los buques mercantes holandeses con el objetivo de perjudicar el comercio con sus colonias.

En 1624, dos pequeños buques del capitán corsario y armador naval Juan de Beográn capturaron 3 navíos pequeños holandeses tras un duro combate y abordaje.

Entre 1624 y 1638, el capitán y armador Francisco de Zárraga al mando de 26 buques corsarios capturaron casi 60 buques.

En 1623, el capitán donostiarra Pedro Aguirre alias Campanario era propietario del buque corsario San Pedro, de un navío de 150 toneladas, con una tripulación de gentes de mar y de tierra muy experimentada. Con el botín obtenido de sus actuaciones, fletó un barco mayor que se convirtió en la pesadilla del Canal de la Mancha. La Corona española recibió muchas quejas de los armadores extranjeros acusando a Aguirre de maltratar a las tripulaciones capturadas. Pero, la Corte de Felipe IV le renovó su patente de corso para seguir apresando embarcaciones en las playas abiertas de Francia e Inglaterra, con motivo de la Guerra de los Treinta Años.

En 1630, Pedro Aguirre fue integrado en la nueva flota corsaria del duque de Maqueda con el rango de capitán de marina e infantería.

En 1630, el también capitán donostiarra Juan Arriola navegó en corso al mando de su propio buque de guerra con el que consiguió realizar varias capturas. Una de las presas era el barco mercante San Buenaventura, que transportaba un amplio volumen de mercaderías. Se trataba de un barco francés, y aunque España estaba en paz con Francia hasta el momento, resulta que la hacienda era irlandesa, e Irlanda era país dependiente y sometido a Inglaterra durante la Guerra de los Treinta Años. Este aspecto convertía a la embarcación y su mercancía en posible de ser capturada a efectos legales.

REAL ESCRUADRA CORSARIA DEL NORTE

La segunda etapa se inició en 1633 con la organización de la Escuadra del Norte y el inicio de la declaración de Guerra franco-española en 1635, y que terminó en 1648 con el Tratado de Westfalia y el final de la Guerra con Holanda.

Estas actuaciones de corsarios procedentes de San Sebastián o Fuenterrabía se fueron incrementando con la formación de la Real Escuadra del Norte, liderada por el capitán corsario Alonso de Idiáquez y con el apoyo del burócrata Miguel de Necoalde.

Entre 1633 y 1635, el capitán y armador Alonso de Idiáquez al mando de una flota de 32 buques armados capturó 47 presas. La que no pudo capturar fue galeón San Lorenzo, capitana de una flota mercante holandesa que hundió en 1633.

En 1633, el capitán Juan Bernardo de Lizardi al frente de 4 naves en corso se encontró con 5 navíos holandeses y 4 franceses armados con cañones de bronce. Con astucia y valor, abordó la nave capitana con sus hombres, mientras sus otras naves capturaban otro de los navíos de 300 toneladas.

En 1633, el corsario Francisco de Escorza realizó sus primeras actuaciones al mandó del navío San Lorenzo, consiguiendo capturar embarcaciones holandesas o inglesas en el canal de La Mancha. Tras este éxito, recibió el buque La Liebre con el que logró numerosas capturas.

En 1638, el capitán Pedro de Diustegui capturó un navío holandés de 250 toneladas y 18 cañones.

En 1638, unas 18 embarcaciones corsarias atacaron toda la costa francesa de sur a norte. Según el historiador francés E. Gabory:
"Solían actuar en las costas de Bretaña, Poitou, remontando el río Loira en numerosas ocasiones, impunemente, atacando cuando encontraban, no había día que no tomasen presa. Acosaban la entrada del Morhiban, y la de Brest, devastando Noirmoutier, su territorio, la isla de Yey. Se escondían en la isla de Pilier, cercana a Noirmoutier, donde construyeron un puesto de observación. Actuaban en las islas Pilier, Belle ile, islas de Brias. No fue hasta finales del siglo XVII cuando se lograría expulsarlos."

En 1641, un navío de 200 toneladas, propiedad Alonso de Idiáquez, atacó en el Canal de la Mancha a otro holandés de 200 toneladas y 15 cañones, que fue abordado y rendido tras 6 horas de combate.

En 1643, de nuevo Escorza al mando de 3 buques encontró 6 navíos mercantes franceses junto al cabo de Peñas y tras 2 días de combate hundió 1 y capturó los otros 5.

El corsario y armador Cristian de Echeverría llegó a formar bajo su mando una flota de 10 navíos de guerra y apresó a 36 embarcaciones enemigas de España, entre holandeses, ingleses y franceses, durante las guerras con estas potencias.

CORSARIOS Y APRESADOS

La tercera etapa se inició en 1649 y perduró hasta 1654 con poca actividad, donde destacó el ataque a la ría de Burdeos de 1653.

La cuarta etapa se inició con la declaración de Guerra contra las República inglesa de Cromwell, en 1655, y la Guerra contra Portugal, terminando en 1692. Aunque en un principio hubo un rebrote en la actividad corsaria por este enfrentamiento, la falta de enemigos llevó a la crisis desde 1675 a 1688.

Uno de ellos fue el teniente de marina Mateo de Laya y Cabex, quien obtuvo patente de corso en 1655 para hostigar a la Escuadra francesa y sus cargamentos comerciales, al menos hasta la Paz de los Pirineos de 1659. Su actividad como corsario a lo largo de aquel período le llevaría al mando de varias naves integradas en la Escuadra del Cantábrico, apresando dos fragatas de guerra, una francesa, con 20 piezas de artillería y 150 hombres, y la otra turca, con 22 piezas de artillería y 380 hombres. La fragata francesa era igualmente corsaria y su capitán pertenecía a la Orden de San Juan. En el caso de la nave turca requisada en 1662, Mateo de Laya la entregó en Cádiz al gobernador de Galeras, Melchor de la Cueva, duque de Alburquerque.

La quinta etapa se inició con el surgimiento de la Guerra de la Liga de Augsburgo, entre 1688 y 1697. La actividad marítima en corso se recuperó levemente hasta la Guerra de Sucesión española, en 1700. La figura del superintendente se diluyó y era el alcalde de la ciudad el que juzgaría las acciones, animando así a la inversión corsaria.

Entre 1618 y 1692, los corsarios españoles peninsulares, en su gran mayoría guipuzcoanos, capturaron o hundieron un mínimo de 752 buques enemigos identificados, aunque se cree que probablemente fueron muchos más, quizá 1200. Pero el número de capturas comprobadas es de 752.

Su actividad fue constante, incluso en tiempos de paz, merodeando por el golfo de Vizcaya, asaltando a los barcos holandeses que se dirigían a Burdeos, principalmente entre 1621 y 1635, no respetando en ocasiones la "neutralidad francesa". La Corona quiso ejercer la ley en estas actuaciones, siempre y cuando no operasen en puertos franceses, "bajo pena de vida a los que entrasen en puertos a sacar navíos". En aquellos tiempos no estaba determinada la línea de las aguas territoriales de las internacionales, pudiendo capturar barcos enemigos cerca de la costa de un país neutral.

A menudo, planificaron sus ataques con la información proporcionada por sus espías, o por la de algunas autoridades locales francesas sobornadas les entregaban como la del gobernador de Belle ile en 1623. Y, en ocasiones, tenían entre su tripulación algún francés que les guiaba por las zonas de actuación, y algunos capitanes corsarios de San Sebastián habían nacido en Francia, como Cristian de Echeverria nacido en Bretaña, David Abrit nacido en la Rochelle, o Domingo de Varragain.

11/09/2025

Martín de Ursúa y Arizmendi


Gobernador y capitán de la Provincia de Yucatán en 1695, adelantado del Petén, y gobernador de las islas Filipinas entre 1709 y 1715, encargado de introducir las primeras reformas administrativas y económicas borbónicas

MARTÍN DE URSÚA Y ARIZMENDI

Martín de Ursúa y Arizmendi era natural de Arizcun, valle del Baztán, donde nació en 1653. Fue hijo de Juan de Urzúa y María de Aguirre, y nieto de Pedro de Urzúa, un almirante de la Real Armada de la Carrera de Indias, y bajo su protección viajó al Virreinato de la Nueva España.

Tuvomuna brillante carrera en la administración virreinal del Imperio español. Durante el reinado de Carlos II de Habsburgo, comenzó su servicio como sargento mayor de la plaza en San Francisco de Campeche en la Mérida americana, en 1694. En la ciudad de México contrajo matrimonio con Juana Bollio, quien era hija de Santiago Bollio, administrador de la Real Hacienda de la Capitanía General de Yucatán.

Martín Urzúa, después de haber servido a la Corona española durante varios años en Yucatán, había recibido la promesa real de alcanzar la gobernación del Yucatán con el ofrecimiento de efectuar una expedición para someter a los pueblos mayas del Petén, mediante criterios de civilización moderna. La petición de Ursúa fue aceptada por el rey, quien otorgó los títulos de capitán general de la Provincia de Yucatán y adelantado del Petén, y puso a su disposición a las autoridades civiles y eclesiásticas tanto de Yucatán y de Guatemala como de la Nueva España para emprender la expedición.

MAPA DE YUCATÁN DEL SIGLO XVII

De manera transitorio, Ursúa fue nombrado de gobernador de la Provincia de Yucatán, entre 1695 y 1696. Este nombramiento fue realizado debido a que el anterior, Roque de Soberanis, fue requerido por la Real Audiencia de México para responder ante las acusaciones del obispo de la misma provincia, Cano y Sandoval. Desde esta administración Ursúa comenzó en el acopio de provisiones, soldados y misioneros para la construcción del camino real que comunicara campeche, en Yucatán, con Petén (Tayasal), en el norte de Guatemala, y que asegurase el comercio. Además, era objetivo vital la pacificación y cristianización de la tribu maya de los itzaes.

En marzo de 1695, comenzó la expedición que durante más de un año fue avanzando hasta al punto de que Canek, caudillo de la tribu de los itzaes, envió embajada para establecer un tratado con los expedicionarios.

En este punto, tras algunas hostilidades, la expedición se había paralizado. Además, en julio de 1696, Martín de Urzúa debió regresar a Campeche, para entregar el gobierno de Yucatán a Roque de Soberanis, habiendo sido absuelto de las imputaciones que le habían hecho sus adversarios. Ursúa y Soberanis tuvieron que esperar a la respuesta de la Corona para decidir sobre la licitud de la empresa de Petén.

EXPEDICIÓN AL PETÉN POR MARTÍN DE URSÚA

Por orden de Martín de Urzúa, se reanudó la expedición mediante una avanzadilla encabezada por el capitán de infantería Pedro de Zubiaur, salió de Campeche con 150 hombres de tropa, peones, carpinteros y religiosos que irían hacia la región lacustre del Petén. Mientras tanto, los carpinteros construían las naves que servirían para cruzar hacia la isla de Tayasal en donde residía se encontraba el núcleo más importante de itzaes. Poco después, en enero de 1697, Ursúa salió de Campeche con un grupo más importante de soldados hacia Tayasal, donde se reencontraría con su avanzadilla.

En marzo de 1697, caía el el último reducto de las tribus mayas. Las hueste del caudillo Canek fueron derrotadas por los expedicionarios de Ursúa.

Martín de Urzúa regresó a San Francisco de Campeche e instaló su residencia en el puerto. Desde la Corte española se hacía una división administrativas de los nuevos territorios incorporados. Por tanto, Martín de Ursúa era el gobernador de la recién fundada Capitanía General del Petén, un territorio diferenciado de la Capitanía General de Yucatán, pero ambos englobados en el Virreinato de Nueva España.

Tras la muerte de Roque de Soberanis, en septiembre de 1699, Ursúa fue nombrado, por segunda vez y de forma adjudicada, capitán general y gobernador de Yucatán, con residencia en Campeche. Alcanzaba así la cima de su influencia y poder en la región española de Mesoamérica.

Sus principales acciones militares pasaron por sofocar las incursiones de los filibusteros ingleses, que no dejaban de asolar las costas de la península, practicando el contrabando de madera y palo de tinte.

INCURSIONES PIRATAS SOBRE BAHÍA DE CAMPECHE

Pero también tuvo enfrentamientos internos, como la disputa con el obispo de México que determinaron su excomunión. Además fue involucrado en el asesinato de un sobrino del obispo por dos alcaldes de Campeche, vinculados a su mando, que le supuso entregar sus cargo de forma interina a Álvaro de Rivaguda para dar cuenta en la Real Audiencia de Corte madrileña, en octubre de 1703.

En la Corte permaneció durante casi tres años, defendiéndose de las acusaciones. El rey Felipe V, primer Borbón de la nueva dinastía entrante, le recompensó con el el título nobiliario de conde de Lizárraga y adelantado del Petén, en recompensa a su gesta conquistadora.

En 1707, Ursúa regresaba al Virreinato de Nueva España con la promesa real de hacerse cargo de la Capitanía General de Filipinas al término de su gestión en Yucatán y el Petén.

MURALLA DE SAN FRANCISCO DE CAMPECHE

Más tarde, fue nombrado gobernador general de las islas Filipinas y presidente de su Real Audiencia, que ejerció su mandato entre 1709 y 1715. Su gobierno se caracterizó por la implantación de las primeras reformas administrativas y económicas borbónicas de carácter ilustrado como consecuencia del cambio dinástico en España de la casa de Habsburgo a la casa francesa de Borbón. Así, islas las Filipinas pasaron a depender administrativamente de la Secretaría de Indias, en lugar del Virreinato de Nueva España.

En temas económicos, Ursúa estableció el primer monopolio estatal sobre el licor o tuba extraída de las palmeras de nipa, aunque restringido sólo a las plantaciones del centro de Luzón, en 1712. También ordenó reducir el número de comerciantes chinos residentes en la capital filipina, Manila.

Intermedió en las disputas internas entre el arzobispo de Manila y las órdenes de regulares, especialmente los recoletos. Y tuvo que hacer frente a algunas incursiones de piratas ingleses y sarracenos, poniendo estos últimos sitio a la fortaleza de Zamboanga durante varias semanas.

Al final de su vida fue conde de Lizárraga y caballero de la Orden de Santiago. Urzúa murió en Filipinas, el 4 de febrero de 1715.

08/09/2025

La última batalla de Blas de Lezo, por Beltrán García-Echániz y Aguado Serrano


LA ÚLTIMA BATALLA DE BLAS DE LEZO, POR GARCÍA-ECHÁNIZ Y AGUADO SERRANO


La última batalla de Blas de Lezo
Mariel Beltrán García-Echániz y Carolina Aguado Serrano, Editorial Edaf, Madrid (2018), 584 páginas

El 7 de septiembre de 1741 Blas de Lezo muere en Cartagena de Indias después de protagonizar una de las grandes gestas de la historia militar española: la defensa de la ciudad frente a la mayor fuerza naval que había alcanzado nunca las costas americanas. La última batalla de Blas de Lezo es una completa revisión histórica sobre el marino, alejada de los tópicos y de las leyendas que rodean su biografía, para explorar con rigor la dimensión humana y militar del vasco en su batalla más importante. La obra profundiza en las claves del combate y ofrece detalles hasta ahora desconocidos de los últimos meses de la vida de Lezo y del lugar de enterramiento del marino, la mayor incógnita de su biografía. Las autoras sacan a la luz por primera vez la testamentaría de Blas de Lezo y muestran documentos inéditos en manos de sus descendientes.

El libro amplía la galería de personajes, describe con detalle a los protagonistas menos conocidos y realiza la aproximación más veraz hecha hasta ahora de la defensa de los castillos de San Luis y de San Felipe, gracias al análisis y comparación de los testimonios y las experiencias de quienes vivieron la batalla desde dentro, en el bando español y en el británico. A partir de las fuentes documentales se reconstruye el juicio al que se hubiera enfrentado Lezo en España, desgranando tanto las acusaciones que se le formularían como sus posibles argumentos de defensa.

02/09/2025

Fortaleza de Artajona


IGLESIA DE SAN SATURNINO EN EL INTERIOR DEL CERCO DE ARTAJONA

La fortaleza de Artajona es un conjunto arquitectónico medieval de carácter defensivo, situado en la parte alta de la villa homónima. De hecho, es la fortaleza medieval de esta región mejor conservada en la actualidad, considerada como Monumento Artístico Histórico.

Está situado en lo alto de una colina, rodeada de campos y protegiendo su pueblo medieval, consiguiendo una situación estratégica en la Zona Media de Navarra, entre ciudades como Pamplona, Estella, y Olite.

El origen de la construcción data de 1085, cuando el obispo de Pamplona, Pedro de Roda, hizo una donación a los clérigos de San Saturnino de Toulouse. Estos canónigos terminaron la primigenia fortaleza en 1109. De este año está fechada la primera referencia expresa a las murallas y torres.

LITOGRAFÍA DEL CERCO ORIGINAL MEDIEVAL

El recinto fortificado de Artajona tiene un trazado irregular de forma arriñonada, impuesto por la orografía del terreno. Su perímetro mide 700 metros, con unos ejes máximos de 250 metros en dirección este-oeste y 100 metros en dirección norte-sur.

En su origen del siglo XI, el llamado "cerco" poseía catorce bestorres almenadas, dispuestas de forma intercaladas, de las que en la actualidad se conservan nueve de forma cúbica y abiertas al interior del recinto. Están unidas por lienzos de muralla del siglo XII, que siguen un trazado irregular, y por un paseo de ronda.

Sigue modelos de fortificación francesa cuya influencia es indudable, dada su dependencia de la ciudad de Toulouse. Los referentes más próximos son los recintos defensivos de poblaciones como Los Arcos o Viana, y en el desolado de Rada. Presidiendo el complejo defensivo, en el punto más elevado, se encontraba el castillo, contiguo a la muralla, con su torre del homenaje y otras dos torres circulares, elementos que no existen en la actualidad.

RESTOS DEL CASTILLO ORIGINARIO MEDIEVAL

La planta y disposición actual del cerco corresponde a un esfuerzo constructivo posterior, fechado hacia el siglo XIII.

Debido a su valor estratégico este enclave sufrió varias contiendas entre reyes, nobles y obispos para acceder a su control. En otras tantas ocasiones fue reconstruido, la más notable fue la efectuada por el rey Calos II en el siglo XIV.

El acceso se realiza a través de tres puertas principales, el portal de Remagua y el de Aizaldea, situados en el flanco sur, que acceden al pueblo, y el portal de San Miguel en el flanco norte, que permiten la salida hacia los campos.

PORTAL DE SAN MIGUEL

El núcleo central del conjunto es la iglesia-fortaleza de San Saturnino, de estilo gótico francés, considerada Bien de Interés Cultural. Fue construida en el siglo XIII sobre los restos de una iglesia románica. Formaba parte del conjunto defensivo al estar levantada por robustos muros y contrafuertes, por utilizar el paso de ronda sobre la bóveda de la nave como calabozo y la sacristía como cárcel. En el siglo XIV, se construyó una torre prismática como puesto de guardia y campanario, que contenía unas mazmorras en su base.

Además de poseer una utilidad militar y religiosa, tuvo otra muy característica: la de utilizar su tejado invertido como depósito de agua de lluvia. El agua recogida desciende hasta un aljibe medieval subterráneo ubicado en el lado norte. Tiene una superficie de siete por cuatro metros, así como tres metros de profundidad.

LATERAL DE LA IGLESIA-FORTALEZA DE SAN SATURNINO

Destaca su monumental portada gótica del siglo XIII, formada por arquivoltas ricamente decoradas enmarcan el tímpano en el que están talladas las imágenes del martirio de San Saturnino y de la reina Juana de Navarra y su esposo Felipe el Hermoso.

Su interior, formado por una única nave, se encuentra el retablo tardogótico de estilo hispano-flamenco, ejecutado entre los años 1505 y 1515, con una talla sedente de San Saturnino, una talla gótica de la Virgen con el Niño y un calvario, con pinturas y abundantes piezas de oro. Es considerado Bien de Interés Cultural. Su ábside también dispone de interesantes pinturas murales góticas.

PORTADA GÓTICA DE LA IGLESIA-FORTALEZA DE SAN SATUIRNINO

Ante el riesgo de quedar en estado ruinoso, se dieron una serie de fases de remodelación que comenzaron en la década de los 70 del siglo XX y terminaron en 2009.

A cuatro kilómetros del Cerco de Artajona se encuentran los Dólmenes de Artajona, de interés turístico y cultural.

TORRE ALMENADA Y ABIERTA AL INTERIOR

TORRE VIGÍA-CAMPANARIO, ÁBSIDE CON PASEO DE RONDA Y CONTRAFUERTES
DE LA IGLESIA-FORTALEZA DE SAN SATURNINO
  
PANORÁMICA DE ARTAJONA DESDE SU FORTALEZA

TORRES ALMENADAS DESDE EL INTERIOR DEL CERCO

TORRES ALMENADAS DESDE EL INTERIOR DEL CERCO

VISTA DEL CERCO DE ARTAJONA DESDE EL FLANCO SUR

27/08/2025

Industria armera de Elgueta


Elgueta - Elgeta se ubica en un promontorio poco resguardado, en la Comarca del Alto Deva, estratégicamente situado en la frontera de Guipúzcoa con Vizcaya. Fue fundada por el rey Alfonso XI en 1335, en cuya carta puebla que concedió:
"...por facer bien y merced a todos los que quisieren venir, poblar e morar en la puebla nueva que se face en los campos de Maya, a la cual puebla ponemos el nombre de Elgueta, que es frontera de vizcaya."

Desde la Baja Edad Media, su economía había sido eminentemente rural, con una comunidad campesina dedicada a la ganadería. En los siglos XIII y XIV, se produjeron los auges de las ferrerías y el comercio de hierro y lana castellana. Pero, en el siglo XVI, Elgueta se había convertido en una de las principales poblaciones vascas en la elaboración de lanzas y picas, especialmente en la plantación de astas de madera de fresno. En esto tuvo mucho que ver su proximidad con la vecina Elorrio, núcleo central en la fabricación de estas armas blancas.

El negocio de la plantación de fresnos y nogales en viveros estuvo vinculado a muchos vecinos, cuya madera fue suministro de materia prima a la comunidad de lanceros más poderosa, la de Elorrio. El hecho de estar rodeada de poblaciones dedicadas a la industrial artesanal del hierro en general, y del armamento en particular, como Éibar, Vergara y Elorrio, influyó en este movimiento.

PICAS DE ELGUETA EN LOS TERCIOS DE FLANDES

Elgueta producía una amplia gama de instrumentos de hierro. Se dedicaban a la fabricación de herraje, clavazón, hachas y herramientas agrícolas, piezas de madera para picas y lanzas, incluso armas de fuego como arcabuces, mosquetes y toda la asteria. Dichos productos artesanales eran colocados en el mercado a través de sus propios mercaderes, incluso formando compañías comerciales. El principal cliente de su producción fue el Ejército español con destino a los Reales Tercios de Infantería desplegados en Flandes.

Campesinos y armeros profesionales de Elgueta y Elorrio coordinaban la producción de los viveros con la de los talleres dedicados a fabricar las cuchillas aplicadas a las puntas de lanzas, elementos metálicos sujetos a la madera mediante anillas o clavos. Desde el siglo XVI, la pica se había convertido en un arma fundamental para repeler el ataque de una infantería o caballería enemiga por parte de los Reales Tercios de Infantería españoles. Consistía en una punta afilada de acero montada en un asta que podía medir de cuatro a seis metros de longitud. La eficacia de esta arma perduró hasta el siglo XVIII, cuando fue sustituida por la bayoneta.

Los fresnos destinados a lanzas que se plantaban en viveros de Elgueta y otras villas próximas se cuidaban por campesinos para que creciesen en las condiciones necesarias para su posterior conversión en picas. Según los contratos firmados con la Corona, las astas debían medir entre 24 y 25 palmos, unos 5 metros, "ser muy bien proporcionadas y no delgadas ni barrigudas y que no tengan ningún nudo". También se indicaba que las piezas estuviesen "muy cepilladas y lijadas, bien labradas y untadas", y sólo tras cumplir estas condiciones los oficiales reales pagarían a los armeros. En 1570, el precio de una docena picas estaba en 28 reales, mientras que, en 1579, había subido a 35 reales.

Además de la actividad dedicada a las asta en el vivero y el caserío, la fabricación de picas en Elgueta implicaba a los ferrones, encargados de elaborar las cuchillas, así como los anillos y clavos destinados a encajar dicho elemento metálico sobre el extremo de la asta de madera. Después de la fábrica y supervisión, se realizaba el transporte a través de mulos y carros en dirección a los puertos marítimos vascos o el interior peninsular.

TRANSPORTE Y ALMACENAMIENTO DE PICAS

Otro tipo de oficio relacionado con la asteria en Elgueta fue el de asesor. Existieron colaboradores desplazados por los principales mercados de la España peninsular, que incluía también a Portugal en tiempos de la Alta Edad Moderna: Sevilla, Madrid, Cádiz, Lisboa, Évora, etc. Servía como consejeros en aspectos técnicos y logísticos para mercaderes en sus tiendas. Un caso representativo es el de Domingo de Ansoategui, natural de Elgueta, quien fue contratado en Sevilla por Martín García de Irigoyen durante cinco años como "mozo aprendiz".

Una de las sagas más prósperas en el negocio asterio de Elgueta fue la de Marquiegui, encabezados por Martín Pérez de Marquiegui, que tenían fresnedas junto a la casa-solar. A inicios del siglo XVI, Martín se asoció con otros dos asteros de Elgueta, Martín de Mendizábal y Juan Ochoa de Arriola para formar una compañía mercante con un capital social de 17.000 ducados y basada en el "trato de fierro y asteria" en Sevilla.

Otros astero-mercaderes de Elgueta en aquel tiempo de máxima expansión del negocio de la piquería fueron Pedro Pérez de Berraondo, Juan Sáez de Alday o Juan de Jauregui.

PICAS VASCAS EN LOS TERCIOS DE FLANDES

Sobre la fabricación de armas de fuego existen noticias como el contrato firmado en 1569 por el cual un grupo de vecinos armeros, encabezados por Francisco de Urizar, se comprometían a elaborar 300 cajas o cureñas en madera de nogal para arcabuces. El mismo año, Martín de Olayeta también tuvo que fabricar otras 200 cureñas "de la munición de su Magestad", todas ellas para el maestro Juan de Loyola. En 1581, Pero Ochoa de Arriola, vecino de Elgueta, se asoció con otros dos armeros de la villa para limar importantes cantidades de cañones de arcabuces para el veedor real Lope de Elío.

Pero la asteria constituía la principal actividad económica para sus vecinos, mezcla de forestal y artesanal, dirigida al campo mercantil.

La implicación del conjunto de esta comunidad en el negocio de los fresnos para picas alcanzó también a las mujeres. Se conservan una variedad de contratos que así lo expresan. Por ejemplo, en 1587, María Joanes de Ojanguren vendió 220 fresnos por 100 ducados. En 1613, Domenja de Sagastiguchia vendió un terreno lleno de fresnos por 171 ducados. María Ochoa de Olazeta se involucró en el negocio de su fresneda, pues su marido había marchado a Indias por una larga temporada. En 1570, la viuda Marina de Izaguirre vendió "todos los fresnos que están plantados en las heredades de la mi mi casa y casería de Içaguirre e fuera de ellas, en que todos son dozientos y noventa fresnos con demora y espacio de diez años los ciento ochenta de ellos, e los demás con demora de doce años" a favor de Pablo de Angiozar. Las astas eran dejadas en herencia por padres armeros a sus hijos en concepto de dote. Juan de Sustaiza dejó en herencia a sus dos hijas una dote de 80 pies de fresno.

CARROS ARRIEROS DE PICAS VASCAS

23/08/2025

Diego IV López de Haro


Diego IV López de Haro "el Joven" fue el décimo tercer señor de Vizcaya durante un breve periodo de tiempo entre los años 1288 1289


Diego IV López de Haro, conocido por el seudónimo de "el Joven", fue el décimo tercer señor de Vizcaya durante un breve periodo de tiempo entre los años 1288 1289. Fue hijo del anterior señor de Vizcaya, Lope III Díaz de Haro y de Juan Alfonso de Molina.

Su padre había sido ejecutado por los soldados del rey Sancho en Alfaro debido a una traición en 1288, y el nuevo nombramiento del joven Diego IV en el Señorío no hizo que acabasen las hostilidades entre Castilla y Vizcaya. Al contrario, se alió con los reyes de Navarra y de Aragón para combatir a Sancho y recuperar el trono de Castilla para Alfonso de la Cerda.

Sin embargo, el conflicto fue favorable para el Ejército de Castilla, que fue tomando varias villas del entorno del Señorío, como Labastida, Orduña y Valmaseda, entre otros. En Valmaseda, Sancho confirmó sus fueros, que fueron aumentados con nuevas franquezas y exenciones.

Mientras tanto, buena parte del Señorío de Vizcaya se dispuso a respaldar la causa de Diego IV, que fue legitimado como señor de esta tierra, se preparaban para resistir al asedio castellano rearmando sus castillos y casas fuertes.

Finalmente, Sancho tomó Vizcaya y Diego IV López de Haro moría sin dejar sucesión al título señorial. Y este trágico desenlace generó una disputa por el título y gobierno de Señorío entre su hermana María Díaz de Haro "la Buena", su tío Diego V López de Haro, y el infante Enrique de Castilla, hijo de Sancho.

19/08/2025

Leyenda de Roldán y Ferragut


El Poyo de Roldán es una colina situada entre Navarrete y Tricio, tramo del Camino de Santiago por tierras riojanas, que lleva la leyenda del gigante sirio Ferrafut, descendiente de Goliat. El gigante musulmán había vencido a los doce pares de Carlomagno, en una época en la que los francos vivían su esplendor de su Imperio carolingio.

Finalmente Roldán acudió a Nájera para desafiar a Ferragut. Consiguió conocer el secreto de su poder e incluso un punto vulnerable de su cuerpo por el cual atacarle. En el combate Roldán hundió su lanza en el punto débil y fue así como el fiero Ferragut cayó herido de muerte. Desde entonces el cerro en el que se desarrolló el duelo se llama Podium o Poyo de Roldán.

El gigante Ferraguto y Roldán son dos personajes muy representados en la iconografía histórica y religiosa del Camino de Santiago desde Roncesvalles hasta Nájera, como por ejemplo, en los capiteles que adornan la fachada del Palacio románico de los Reyes en Estella. También en el monumento a la batalla de Roncesvalles que hay frente a la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles.

roldan ferragut escultura monumento roncesvalles
FERRAGUT CONTRA ROLDÁN

Roldan Ferragut escultura palacio románico Estella
FERRAGUT CONTRA ROLDÁN

15/08/2025

Negociaciones del PNV con Franco, por Carlos María Olazábal


NEGOCIACIONES DEL PNV CON FRANCO, POR CARLOS OLAZÁBAL ESTECHA


Negociaciones del PNV con Franco durante la Guerra Civil
Carlos María Olazábal Estecha, editorial Atxular Atea, Bilbao (2015), 443 páginas

Negociaciones del PNV con Franco reúne por primera vez de forma completa, íntegra y contextualizada toda la documentación de las negociaciones de la capitulación por parte de los nacionalistas a los franquistas.

Publicado en Atxular Atea y dirigido por Carlos María Olazábal, portavoz de la Junta de Vizcaya durante cerca de veinte años, se trata de una documentación hasta ahora poco conocida que esclarece otros acontecimientos trágicos, como los asaltos a las cárceles, la expulsión del Obispo Múgica, el fusilamiento de los sacerdotes nacionalistas, los bombardeos de Durango y Guernica, las rendiciones de Bilbao y Baracaldo, o los rehenes personales de José Antonio Aguirre.

Está basado en documentos de los dos bandos que dan la clave y el discurrir de unas negociaciones, que empezaron antes de la sublevación y que culminaron finalmente con la rendición en masa a los fascitas italianos el 24 de agosto de 1937 en Santoña. Unas negociaciones que, desde el primer día hasta el último, buscaron la forma para que los batallones nacionalistas cambiasen de bando.

Múltiples incógnitas son respondidas, hechos ignorados puestos a la luz y hasta episodios oscuros son mostrados con una visión diferente a la hasta hoy conocida:

¿Por qué traidores y no enemigos?
¿Cuál era la voluntad de combate de los nacionalistas vascos o el compromiso del Vaticano con Franco?
¿Por qué las matanzas de los barcos y del 4 de enero?
¿Cómo y por qué fue la expulsión del obispo Múgica y el fusilamiento de los sacerdotes nacionalistas?
¿Cuál era la posición de los jesuitas y de la Iglesia vasca?
¿Estaban Ajuriaguerra, Leizaola y Jáuregui contra Aguirre e Irujo?
¿En qué momento de las negociaciones se produjo el bombardeo de Guernica?
¿Por qué no hubo resistencia en Bilbao o en la industrial margen izquierda de la Ría?
¿Cuáles eran las condiciones ofrecidas? ¿Se cumplieron estas?