28/10/2020

Diego II López de Haro


Señor de Vizcaya, alférez Real de Castilla que pasó a la historia por encabezar el ataque cristiano del Reino de Castilla, junto a Alfonso VIII, en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212

Diego López Haro
DIEGO II LÓPEZ DE HARO

Diego II López de Haro fue el quinto señor de Vizcaya, entre los años 1170 y 1214, conocido como "el Bueno". N¡acido en 1150, tenía su origen en la Casa de Haro, antiguo linaje en Castilla al que pertenecieron los señores de Vizcaya por muchas generaciones. Fue hijo y sucesor de Lope I Díaz de Haro.

Además de Vizcaya, tuvo los señoríos y gobiernos de Bureba, Rioja, Castilla la Vieja, Valpuesta, Belorado, Grañón, Aguilar de Campóo, Monteagudo, Logroño, Soria, Calahorra, la prestamería de Nájera, la merindad mayor de Castilla y la alferecía real.

Desde joven participó en numerosas batallas al servicio de su señor y rey de Castilla, Alfonso VIII, a cuyas órdenes intervino en la guerra en la que en 1199-1200 trajo de vuelta Álava y Guipúzcoa al Reino de Castilla tras una breve pertenencia al rey Sancho VII el Fuerte de Navarra.

En julio de 1195, participó en la batalla de Alarcos en la que el ejército del Reino de Castilla fue duramente derrotado por el musulmán entre otros motivos por la precipitación de Alfonso VIII, que se lazó a la lucha sin esperar la llegada de las huestes aliadas de Alfonso IX de León.

Existen versiones contradictorias sobre el comportamiento de Diego II López en dicha batalla, de la que algunas fuentes afirman que huyó para salvar la vida, motivo por el que comenzó a ser conocido por el sobrenombre de "el Malo". Sin embargo, conservó el cargo de alférez mayor de Castilla, lo que parece desmentir un comportamiento deshonroso.

Dos años después, en 1197, dirigió la defensa de Madrid durante el breve sitio sufrido a manos de los almohades, quienes finalmente se retirarían hacia sus posiciones seguras en Andalucía.

Fue protagonista principal de la definitiva incorporación de Álava y Guipúzcoa al Reino de Castilla tras una breve pertenencia a Navarra en los años finales del siglo XII. En 1179, se habían adjudicado las tierras riojanas a Castilla y las guipuzcoanas y alavesas a Navarra por el tratado suscrito entre Alfonso VII y Sancho VI. Pero en 1200, con motivo de la guerra que enfrentó a dicho rey con el navarro Sancho VII, el ejército castellano, encabezado por Diego II López de Haro y con la colaboración del rey aragonés, conquistó ambas provincias para su reino, del que ya nunca volverían a separase.

Un testigo presencial de los hechos, el navarro Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, escribió al respecto en su Historia de los hechos de España, fuente fundamental para el conocimiento de aquella época:
"Por su parte el noble rey Alfonso a atacar el condado de Treviño y Álava y, después de largo asedio, inició el asalto de Vitoria (…). Y de esta forma conquistó el rey Alfonso Vitoria, el condado de Treviño, Álava y Guipúzcoa con las fortalezas y castillos de estas tierras, salvo la ciudad de Treviño, que la obtuvo más tarde a cambio de Inzura (…). Conquistó San Sebastián, Aizcorroz, Arlucea, Arzorocia, Victoriano, Marañón, Auza, Ataun, Irurita y San Vicente."
Los guipuzcoanos, descontentos de su pertenencia al Reino de Navarra y ansioso de regresar a Castilla, colaboraron entusiastas en la incorporación. El cronista mondragonés Esteban de Garibay explicó que los guipuzcoanos deseaban volver a ser súbditos castellanos "por los desafueros que según tradición antigua que se conserva entre las gentes hasta hoy, habían recibido los años pasados desde los reyes de Navarra".

Diego López Haro batalla navas tolosa
SEÑOR DE VIZCAYA EN LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Pero la historia recuerda a Diego especialmente por su participación como vanguardia de ataque del ejército castellano en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, que abría a los reinos hispánicos cristianos la entrada en Andalucía y marcaba el declive islámico en España.

Junto a Diego II López de Haro marchaban su yerno el conde Alvar Núñez de Lara, sus hijos Lope y Pedro Díaz, y sus sobrinos y clientes Sancho Fernández y Martín Muñoz, Iñigo de Mendoza, Pedro Vélez de Guevara, Lope Martínez de Avellaneda, Juan García de Bidaurre, Iñigo de Oteiza, Rodrigo de Arazuri, Fermín de Aguiñiga y hasta 2.500 vizcaínos más, de los cuales 500 eran caballeros, según Ibargüen.

El 16 de julio de 1212, en Sierra Morena, junto a la actual localidad jienense de Miranda del Rey, Diego II López de Haro comandó la vanguardia del ejército castellano. Junto al contingente vizcaíno, se agrupaban los de los concejos de Cantabria y de Castilla la Vieja, y con las milicias de los concejos de Madrid, Atienza, Almazán, San Esteban de Gormaz, Ayllón, Cueva Huete y Alarcón. Junto al ejército Alfonso VIII de Castilla, estaba el de Sancho VII de Navarra y el de Pedro I de Aragón.

Al parecer, su primera mujer, María Manríquez de Lara, fue infiel y desleal con su marido, al que abandonó. Este hecho, junto al dudoso comportamiento de Diego diecisiete años antes en Alarcos, provocó una anécdota muy reproducida por varios autores a lo largo de los siglos pero probablemente poco fiable. Al comenzar la batalla, su hijo Lope II Díaz de Haro le advirtió:
"Señor, haced hoy de forma que no me llamen hijo de traidor."
A lo que Diego respondió:
"Os han de llamar hijo de puta, mas no de traidor."
Y, efectivamente, su comportamiento en la batalla resultó decisivo. Fue uno de los que, en carga de caballería, quebró el palenque guarnecido por esclavos encadenados que protegía el puesto de mando del califa almohade Muhammad al-Nasir (conocido en las fuentes cristianas como el Miramamolín), con lo que se decidió el resultado de la batalla.

BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA, POR VAN HALEN

En recompensa a su actuación en combate, el rey le encargó la distribución del rico botín entre los reyes y caballeros que tomaron parte en esta batalla, sin que el rey de Castilla participase del botín porque, según dijo Diego, le bastaba el laurel de la victoria, de la cual se obtuvieron resultados muy favorables, tomándose a los moros varios castillos.

Además, Alfonso VIII supo agradecer la confianza y lealtad ofrecida durante toda aquella campaña hasta el puto de entregarle el Condado de Durango en 29 de diciembre de 1212, antes en poder de Navarra. Con esta villa el quinto señor de Vizcaya reunió la totalidad de los territorios del Señorío de Vizcaya en su poder.

Los sucesores de Diego II López fueron agregando tierras al Señorío de Vizcaya: Las Encartaciones, Santurce y Gordejuela en el siglo XII, y Balmaseda y Orduña en el XIV. Siendo por tanto los López de Haro los creadores de la actual Provincia de Vizcaya. Desde que en 1200 los López de Haro recibieron el Señorío de Vizcaya este territorio quedo integrada por completo a la historia de España.

Las armas de la Casa de los Haro eran dos lobos negros en campo de plata, a los cuales acrecentó Diego II López dos corderos sangrientos atravesados en las bocas de los lobos simbolizando presas de guerra capturadas en la batalla de las Navas de Tolosa.

Tras la batalla de las Navas, participó en la toma de Alcántara, en 1213, y en el frustrado sitio de Baeza, que finalmente sería tomada unos años después.

Casó en primeras nupcias con María Manríquez de Lara, hija del conde Nuño de Lara, con quien tuvo a su heredero Lope II Díaz de Haro y a Pedro Díaz. La segunda vez fue con Toda Pérez de Azagra, hija de Pedro Rodríguez de Azagra, señor de Albarracín, con quien tuvo dos hijas: la condesa Urraca Díaz de Cañas y la condesa María Díaz.

Murió el 16 de septiembre de 1214, tres semanas antes que Alfonso VIII, y fue enterrado en el monasterio Santa María la Real de Nájera, donde más tarde lo hicieron sus hijos, nietos y viznietos.

Sepultura Diego López Haro Monasterio Real Nájera
SEPULTURA EN EL MONASTERIO SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA

El sepulcro de Diego II López de Haro recuerda su gloria:
"Fue de Vizcaya en su tiempo la gloria,
defendiendo a Castilla en su libertad,
sufriendo el destierro y la cautividad,
lo cual sobrepuja en bravura y gloria."


22/10/2020

Orígenes de la Industria vasca del hierro en la Baja Edad Media


La industria y tratamiento del hierro tienen una gran tradición en Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra. Los romanos conocieron y explotaron algunas de las grandes minas de hierro de la zona occidental de Vizcaya y que, además de plata y plomo, extraían hierro de Arditurri, en Oiartzun.

Durante la Edad Media se dieron las dos condiciones necesarias para lograr hierro: minas y bosques, y se desarrolló un rudimentario sistema industrial basado en la Ferrerías de Montaña.

Después del procedimiento más antiguo que se conoce para extraer hierro que consiste en quemar madera y carbón vegetal en el monte, comenzaron a utilizar una especie de hornos consistentes en troncos carcomidos cubiertos de barro de un metro de diámetro y dos o tres de altura. Alternando carbón vegetal y mineral de hierro cubrían el horno, dejando un agujero por donde pasaba el aire necesario durante la combustión. Mediante el fuelle impulsado con la mano o el pie se soplaba el fuego y la escoria del hierro caía a un crisol.

Este antiguo procedimiento requería grandes cantidades de combustible. Para lograr un quintal de hierro eran necesarios nueve sacos de carbón de roble, haya o encina; más en el caso de utilizar carbón de castaño. El hierro no llegaba a fundirse y para lograrlo había que martillar la masa esponjosa incandescente. Los lugares donde se realizaban estas labores tomaban el nombre de ferrerías de montaña.

ESQUEMA DE FERRERÍA DE MONTAÑA

Durante los siglos XI y XII, en Europa se comenzó a sacar provecho de la fuerza del agua para impulsar los mazos y los fuelles de las ferrerías, denominándose Ferrerías de Agua.

Las ferrerías hidráulicas son talleres artesanales de fabricación de productos cuya materia prima es el hierro, principalmente extraído de las cuencas mineral de Vizcaya. Se fueron implantando en las orillas de los ríos para aprovechar al máximo la fuerza motriz del agua en movimiento generando energía, captando agua para el enfriado del hierro, y facilitando el almacenaje en la lonja utilizando el río como el medio de transporte.

Esta técnica hidráulica llegó en primer lugar a Navarra antes del siglo XIII debido a la influencia de los peregrinos que atravesaban el Camino de Santiago.

En cambio en otros lugares, sobre todo en zonas montañosas de Guipúzcoa y Vizcaya, las ferrerías de montaña se mantuvieron hasta el siglo XVI. Desde entonces, las ferrerías que funcionaban con agua se llamaban ferrerías de agua y las que no, ferrerías de montaña.

FERRERÍA HIDRÁULICA DE EL POBAL (VIZCAYA)

Los restos que se han encontrado en los lugares en los que hubo ferrerías de montaña y de agua son completamente distintos. Los restos de escoria hallados en las ferrerías de montaña son negros, compactos y de fractura cristalina, mientras que los hallados en las de agua, son pardos, esponjosos y tienen pequeños trozos de carbón de madera. Los dos tipos de escoria son resultado de dos procedimientos distintos y por tanto, dos procesos físico-químicos distintos.

En cuanto a su tamaño, había grandes ferrerías de agua y otras más pequeñas llamadas tiraderas. En las grandes ferrerías se producían tochos o masas de hierro de entre 12 y 16 arrobas, mientras que en las tiraderas se producían tochos de 5 quintales. A pesar de que el trabajo de las tiraderas tenía un mayor costo, también era mayor la calidad de la producción.

En el edificio principal de la ferrería se situaban el almacén del mineral y el carbón de madera, el canal de agua de sillarejo y los desagües para la toma del agua del río, la rueda hidráulica o turtuki para aprovechar la fuerza del agua y unido a ésta, el brazo para impulsar los fuelles y el mazo.

Existían tres tíos de trabajadores: forjadores, fundidores y peones-cocineros:

1. los forjadores eran los trabajadores mejor pagados y realizaban el trabajo que requería mayor habilidad.

2. los fundidores se hacían cargo del mineral y el carbón y del control de los fuelles, hornos y fragua. Caldeaban el hierro o conseguía la masa de hierro incandescente y la colocaban en el martillo; trabajaban por turnos de cuatro horas, para mantener día y noche la producción del hierro incandescente.

El forjador se ocupaba del mazo y para ello controlaba el agua que entraba en la rueda hidráulica. Éste convertía el tocho de hierro fundido sin forma en barra.

3. los peones-cocineros despedazaban el mineral, hacía los encargos, cuidaba de la olla y cumplía con otro tipo de tareas de segundo orden.

FERRERÍA HIDRÁULICA EN EL VALLE DE LASTUR

18/10/2020

Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País


El origen de la fundación de la Sociedad Económica Bascongada tuvo lugar en las periódicas reuniones que a mediados del siglo XVIII un grupo de ilustrados guipuzcoanos, principalmente nobles y sacerdotes, celebraban para conversar sobre matemáticas, física, geografía e historia, discutir problemas de actualidad, y escuchar música.

En estas reuniones destacaron tres personalidades: el marqués de Altuna, Manuel Ignacio de Altuna; el marqués de Narros, José María de Eguía y Aguirre; y el conde de Peñaflorida, Javier María Munibe e Idiáquez. En 1763, estos tres ilustrados decidieron poner en práctica sus conocimientos presentaron a las Juntas de Guipúzcoa el plan de constitución de una Sociedad Económica, también llamada Academia de Agricultura, Ciencias, Artes útiles y Comercio, adaptado a las circunstancias económicas de la provincia.

En 1765, Munibe obtuvo licencia real de Carlos III para la creación de una sociedad de ilustrados, fundando la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País. Su sede estaba en el Palacio de Insausti, en la localidad guipuzcoana de Azcoitia. En el Discurso preliminar que Munibe leyó en la reunión de su fundación, enfatizó la utilidad de las ciencias modernas, especialmente las que los ilustrados llamaban prácticas.

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PALACIO DE INSAUSTI

Se fundaba así una institución de capital trascendencia en la cultura vascongada, adaptándose a las circunstancias y economía particular de la muy noble y muy leal Provincia de Guipúzcoa, que sirviese de academia para el fomento de la agricultura, industria, comercio, arquitectura y economía doméstica. La orientación de estos estudios se dirigió a la solución de problemas prácticos y útiles, nuevos procedimientos para el ahumado de la pesca, el abono de las tierras, los nuevos cultivos, el desarrollo de la metalurgia y la construcción higiénica de viviendas.

El conde de Peñaflorida, el marqués de Narros, el marqués de Altuna, Campomanes y otros ilustrados fueron conocidos como los Caballeritos de Azcoitia. Percibieron que España tardaba en desarrollar su potencia económica, lamentando la falta de industria y la baja productividad. Los pensadores liberales y los llamados afrancesados buscaron difundir los avances y el pensamiento de la Ilustración. Comenzaron a trabajar para introducir las más avanzadas técnicas en la agricultura, la industria, la arquitectura, la medicina, etc. La economía política, una ciencia que estaba naciendo, fue objeto también de atención especial.

Sus planes se debatían y aprobaban en Juntas Generales, celebradas por distintas villas o ciudades, se estudiaban las 4 secciones: agricultura; ciencias y artes útiles; industria y comercio; política y buenas letras. Estas 4 secciones genéricas se perfilan en 2 planos: el adelanto de las ciencias, especialmente las consideradas útiles, y el fomento de la economía en su área de actuación. Los dos planos estaban íntimamente trabados en cualquier caso, pues la elaboración teórica debía ponerse al servicio de la mejora técnica y de la educación popular y debía repercutir en el progreso de las fuerzas productivas.

irurac bat lema símbolo sociedad económica bascongada ilustración vasca
IRURAK BAT (LAS TRES, UNA)

Los instrumentos esenciales para llevar a cabo la tarea fueron, prácticamente en todos los casos, la redacción de memorias e informes y la creación de escuelas de formación profesional. En este sentido, la Sociedad Bascongada, por una parte, fue un gran centro de recepción de la ciencia europea a través de los viajes al extranjero de sus miembros y de la acogida en su seno de prestigiosos sabios foráneos y, por otra, se embarcó en ambiciosos proyectos educativos.

El resultado del proyecto de los Amigos del País fue un estrepitoso fracaso al no hacer nada por plantear la génesis de una experiencia secularizada y, menos aún, por generalizar una instrucción pública, dos tareas con las que se hubiese perfilado algún atisbo de modificación de las condiciones de desigualdad sociales, culturalmente esquizofrénicas, económicamente explotadoras y políticamente paternalistas.

Dos tareas que aquellos caballeros no llegaron ni a concebir, pues fomentar una experiencia secular hubiese significado que se empeñasen en transcender ante todo sus propias barreras religiosas y morales, buscando un marco de libertad de creencias y un clima de libre y pública expresión en las actividades cotidianas. Y, además, para ello era preciso generalizar una instrucción pública, proporcionando a las gentes sometidas un instrumento de emancipación cultural; lo cual suponía proscribir su viejo hábito paternalista, furibundamente elitista, actuando de modo absolutamente radical en el quicio de la escindida cultura en la que se desarrollaba la vida del país.

Para empezar, era necesario que hubiesen optado por la alfabetización general de las gentes. Pero aquellos caballeros actuaron de forma alienada y sumisa en enormes naderías y vastísimos quehaceres poco menos que inocentes. Es más que probable que en la historia cultural vasca ideales tal altos jamás cayeron tan bajos.

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CABALLERITOS DE AZKOITIA

Una gran preocupación fue la educación de los jóvenes, su formación y preparación cultural, científica y moral. Escogió como seminario el Colegio del Monumento de Loyola en 1769, bajo el nombre de Real Seminario de Vergara. Este edificio fue abandonado por los jesuitas tras su expulsión decretada en 1767, por eso el historiador que Menéndez y Pelayo llamó primera escuela laica de España. El propio rey Carlos III contribuyó aportando una valiosa financiación para las cátedras superiores en ciencias modernas, las de química y de mineralogía, así como para la organización de sus respectivos laboratorios.

Así el seminario se convirtió en un centro cultural de primera importancia en Europa, en el que se contó con profesores extraordinarios procedentes algunos de toda Europa, entre los que destacaron Proust, Chavaneaux, Brisseau, así como otros científicos de primera fila como los hermanos Elhuyard, Erro, Mas, Samaniego, Santibáñez, Foronda y otros muchos. Este grupo de ilustrados contribuyeron a que los estudios de Vergara llegaran a conocerse y valorarse en toda Europa.

En 1778, se creó el Laboratorio Químico en este seminario, iniciándose los estudios de química y metalurgia. En el mismo se elaboró la Ley de las Proporciones Definidas, que consiguió hacer maleable el platino y forjar diversas piezas, y se descubrió el aislamiento del wolframio o tugsteno. Se trabajaron los aceros y la mejora de las técnicas de ferrerías.

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SEMINARIO DE NOBLES DE VERGARA

La Escuela de Ingenieros de Minas, la primera que tuvo carácter civil, fue fundada en 1777 por orden de Carlos III. Se instaló en Almadén (Ciudad Real), donde ya existía algún tipo informal de enseñanza, para aprovechar un elemento muy importante, las minas de azogue, material insustituible entonces para conseguir el amalgamamiento de la plata, fuente de riqueza de primerísimo orden en la América hispana, especialmente en Méjico.

Esta Escuela comenzó su actividad en un contexto histórico similar a otros centros: Sajonia (Freiberg, 1767), Hungría (Schmnitz, 1770), Francia (París, 1778).

Las Escuelas de Dibujo fundadas en Vitoria, Bilbao y Vergara en 1777, y poco más adelante en San Sebastián y Placencia. En Vitoria sigue funcionando convertida en Escuela de Artes y Oficios Artísticos, y con una importante actividad de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País en su Junta de Fundación.

Esta gran idea ha aportado positivos avances en campos como el industrial, el agrícola, el científico, y el cultural para las Provincias vascongadas que indudablemente tendría sobre estas bases un florecimiento económico.

También se adquirió la granja en San Miguel de Basauri, para experiencias agrarias, la Casa de Misericordia en Vitoria, y se intentó fundar una Escuela de Náutica en San Sebastián. l mismo tiempo se constituyó una biblioteca y un gabinete de historia natural

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SEMINARIO DE NOBLES DE VERGARA

Entre sus grandes tratadistas políticos destacaron José Agustín Ibáñez de Rentería y Valentín de Foronda. Entre 1780 y 1783, Ibáñez de Rentería leyó tres Discursos, entre ellos Reflexiones sobre las formas de gobierno, y Foronda sus primeros trabajos, que publicó en Miscelánea en 1787. Ambos defendieron el sistema liberal-burgués, hablando Ibáñez de Rentería de partidos políticos y derechos del hombre, defendiendo la democracia; y Valentín de Foronda afirmó que la conducta política debe asentarse en la libertad, propiedad y seguridad, que considera anteriores a las leyes y al poder. Y criticó a los nobles que creían que el comercio es indigno de la nobleza.

José María de Eguía y Aguirre se hizo famoso por su Enciclopedismo, siendo elogiado por Rousseau, y llegando a tener problemas con la Inquisición, como también los tuvo Félix María de Samaniego, autor de Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado, con carácter moralizante.

Javier María Munibe escribió Los aldeanos críticos, o cartas chríticas sobre lo que se verá, publicado en 1758, para rectificar y mofarse de las ideas sobre física que el padre Isla expuso a fray Gerundio de Campazas. Un libro satírico que defendía la ciencia moderna e identificaba la filosofía moderna y física, haciendo referencias a Galileo, Descartes, Copérnico, Newton, Leibnitz, Gassendi, Maignan y Saguens.

La Sociedad Bascongada se ocupó también del lujo, su máximo representante Juan Sempere y Guarinos escribió Historia del Luxo y de las leyes suntuarias de España.

Fue también foco de relaciones con la cultura extranjera de la Ilustración, principalmente con la francesa. Se enviaron becarios a estudiar fuera de España, y se abrieron puertas a científicos como el botánico y naturalista Michel Adanson, el físico-químico Davil Pierre Ruelle, el físico Teodoro de Almeida, Joseph Jérôme Lefrançois de Lalande, Louis- Bernard Guyton de Morveau, Robertson, John Needham, etc.

16/10/2020

Guardia Civil de Intxaurrondo en el día de la Hispanidad



Actos conmemorativos por el día de la Hispanidad, 12 de octubre, y por el día de la virgen del Pilar, Patrona de la Guardia Civil, en el cuartel de Intxaurrondo de la ciudad de San Sebastián - Donostia, Comandancia de la Guardia Civil de la Provincia de Guipúzcoa, el 12 de octubre de 2020.


13/10/2020

Martín de Vallecilla y Fernández de Rasines


Capitán general de la Armada de Vizcaya y almirante de la Armada del Océano a las órdenes de Antonio de Oquendo durante la Guerra de los Treinta Años

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MARTÍN DE VALLECILLA

Aunque nacido en Portugalete en la segunda mitad del siglo XVI, Martín de Vallecilla y Fernández de Rasines se distinguió durante el siglo XVII, siendo el más ilustre de los marinos portugalujos de su tiempo. Fue hijo del capitán de guerra y mar Sancho de Vallecilla y el Casal, distinguido en el siglo XVI, y hermano del almirante Francisco de Vallecilla. Este último hizo fue caballero de la Orden de Santiago, y almirante de las Escuadras de Nápoles, de Vizcata y de Indias.

Siendo joven, se empleó en la Real Armada de Felipe II para la expedición de conquista de Inglaterra que terminó en el desastre de la Armada Invencible de 1588. Estuvo a las órdenes de Miguel de Oquendo, almirante general de la Armada de Guipúzcoa.

Durante su estancia en Portugalete, tomo parte activa en el gobierno municipal, siendo segundo regidor en 1611, segundo alcalde en 1617, y primer regidor en 1617. Fue en 1617 cuando se decretó la creación de la Escuadra de Vizcaya, siendo nombrado capitán general por ser vizcaíno y experto en artes marineras.

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MARTÍN DE VALLECILLA EN LA GUERRA DE LOS TREINTA AÑOS

Participó en la construcción de la escuadra, tanto en la fabricación de sus galeones y carabelas, como en el nombramiento de sus capitanes y oficiales. Cinco de los navíos se construyeron en la villa, que Felipe II le había dado el titulo de "villa y puerto de armamento de naves". Debido a las interferencias surgidas entre las autoridades del municipio y las de la escuadra, Vallecilla fue nombrado alcalde extraordinario, en 1619.

La misión iba a consistir en enfrentarse a las armadas de los holandeses durante la Guerra de los Treinta Años de 1618-1648, siendo nombrado almirante. En los comienzos del siglo XVII, Holanda se había convertido en la primera potencia del comercio marítimo del Atlántico, en detrimento de España.
 
Su gran hazaña llegó en 1621, cuando se enfrentó con sus 9 navíos a más de 50 de la armada holandesa, consiguiendo una victoria total, entrando en Cádiz apoteósicamente.

También fue muy destacable, durante la guerra con los corsarios ingleses, su expedición desde Cabo Verde hasta Brasil, donde recobró la plaza de San Salvador, que se le rindió el 30 de abril de 1625.

Cuatro años mas tarde, en 1624, volvió con una flota al mando de Antonio de Oquendo, almirante general de la Armada del Océano, partiendo de Cádiz con la misma misión de limpiar de corsarios las islas Antillas. Su actuación fue muy destacada, llegándose a contra en sus victorias 2.300 prisioneros y 143 cañones. Después siguieron su campaña hasta Portobello y La Habana, desde donde regresó cargado con 8 galeones y 3 pataches repletos de riquezas.

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COMBATE DE PERNAMBUCO, POR JUAN DE LA CORTE

En el siguiente viaje del almirante Oquendo, tuvo lugar una de las victorias que inmortalizaron a este guipuzcoano. Fue el 12 de septiembre de 1631, cerca de los Abrojos junto a la costa brasileña, contra una potente armada dirigida por el general holandés Hanspater. Fue el llamado Combate de los Abrojos o de Pernambuco. En este enfrentamiento murió dicho general holandés y 1.900 de sus hombres, y se destacaron también el capitán portugalujo Andrés de Coterelo (o Coterillo), y por supuesto, el general donostiarra Antonio de Oquendo.

Durante el transcurso de este combate, murió su hermano Francisco de Vallecilla.

Martín de Vallecilla murió en Veracruz, en 1647.

09/10/2020

Banderizos, por José Manuel Aparicio


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BANDERIZOS, POR JOSÉ MANUEL APARICIO

Banderizos
José Manuel Aparicio, Editorial Rocabolsillo, (2016)

A finales de la Edad Media en el Reino de Castilla, la violencia y la muerte forman parte del día a día. Las casas de Salazar y Velasco llevan enfrentadas doscientos años por el control comercial de los accesos de la meseta a los puertos cantábricos. El vizcaíno Lope García de Salazar, cuarto señor de su linaje, fracasa en su intento de treguas con su enemigo Pedro Fernández de Velasco, un adversario muy superior y de gran influencia en la Corte, perteneciente al linaje más poderoso de todos los reinos peninsulares.

La entrada de Pedro Fernández con soldados en el Señorío de Vizcaya, desde Burgos, desata las intrigas entre los demás señores, que deberán decidir a qué bando apoyan. Lope García se enfrentará a la amenaza que se cierne sobre su apellido y también a graves diferencias con los miembros de su familia.

Honor, poder, ambición, amor y odio mueven a los protagonistas de esta novela inspirada en hechos reales y en la Guerra de Banderizos vascongados

Esta novela ha sido ganadora del IV Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda en 2016.

06/10/2020

Batalla de Guetaria de 1638


El Frente de Mar consiguió rechazar el intento de desembarco de la Armada francesa durante la batalla de Guetaria, el 23 de agosto de 1638. Aquel combate estuvo englobada en la Guerra hispano-francesa de 1635-1659
.

En esta contienda, el cardenal Richelieu planeó llegar con el ejército de Luis XIII hasta Madrid, o como mínimo conquistar la Provincia de Guipúzcoa. Por tierra, emprendió el Sitio de Fuenterrabía de 1638
 de 1638, con un ejército de 20.000 soldados. Por el mar, Guetaria fue el puerto elegido para arribar una flota de 50 barcos. Para el arzobispo de Burdeos era de vital importancia tomar un puerto de la costa guipuzcoana, para bloquear por mar a Fuenterrabía y controlar todo el golfo de Vizcaya.

El 24 de julio de 1638, se lanzó un ataque sorpresa con brulotes sobre la flota española comandada por el almirante Lope de Hoces, que se encontraba precisamente en Guetaria cuando trataba de socorrer a Fuenterrabía. Solo sobrevivió un galeón español.

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PANORÁMICA DE GUETARIA

Pero, cuando las tropas del arzobispo de Burdeos intentaron desembarcar para tomar la villa, se encontraron con una rada bastante protegida por su sistema de murallas y artillería que se emplazaba en el Frente de Mar. Así, los escuadrones de mosqueteros de las milicias vecinales de Guetaria y los refuerzos llegados de Zarauz y otros pueblos vecinos consiguieron que la flota gala huyese en retirada.

La villa quedó destrozada por la artillería de los galeones franceses, pero ni un solo soldado francés llegó a acercarse a sus murallas.

Poco después, el 7 de septiembre, el asedio a Fuenterrabía fracasó. Y, en 1659, se firmó el Tratado de los Pirineos entre ambas naciones.

02/10/2020

Integración de los caballeros navarros en los Tercios Reales


En la anexión de Navarra, la baja nobleza del reino estaba formada por hombres de armas y letras. Estos habían servido a Luis de Beaumont, considerado como un beaumontés y no a Fernando el Católico, rey al que nunca habían conocido.

La participación de los beaumonteses en la conquista del reino junto a los castellanos, al igual que algunos agramonteses, facilitó la confianza del emperador Carlos V y la integración en los Reales Ejércitos de la Monarquía hispánica, en lugar de servir a los antiguos cabezas de mando. Así, varias familias nobles navarras se fueron integrando en los Tercios de Infantería y de Caballería de Carlos V y de Felipe II, realizando carrera de armas en una actividad que ellos consideraban noble.

Estos fueron los caballeros navarros más destacados:

Diego de Larrea, caballero de la villa de Falces y señor del palacio de Beaunza-Larrea cerca de Pamplona, murió en el ataque al castillo de Maya (valle de Baztán) en 1522, donde resistieron los últimos franco-navarros.

Francés de Beaumont, señor de Arazuri y primo del III conde de Lerín, fue nombrado corregidor de Asturias por Carlos V, en 1517, y miembro de la Orden de Santiago, en 1518. Defendió la causa del emperador en la batalla de Villalar durante la revuelta de las Comunidades de Castilla. Participó en la batalla de Noáin, apresando al general francés Asparrós, llegando a ser capitán general de la frontera del Rosellón. Gracias a su mujer Beatriz Ycart, dama de Isabel II y de familia de caballeros de Barcelona, también consiguió ser capitán general de la Guardia Imperial.

Francés de Álava y Beaumont, nacido en Vitoria en 1519 y sobrino de Francés señor de Arazuri, fue capitán general de la provincia de Álava. Participó en la conquista de Navarra. Su abuelo Diego de Álava, diputado general de Álava, desplazó a la vieja nobleza de los López de Ayala de la diputación, mientras que su padre, Fernando de Álava, casó con Magdalena Beaumont, consiguiendo así que su tío Diego de Álava Esquivel, obispo de Castilla, promocionase los ascensos. Participó en las campañas de Flandes, Alemania e Italia, fue caballero de Calatrava en 1547, combatió en Mühlberg en 1547 y en el Rosellón, fue maestre de Campo en Siena en 1549, estuvo en el asedio de Metz en 1552, en la batalla de San Quintín en 1557 y junto al emperador en sus últimos años en Bruselas. Fue embajador en la corte de Francia en 1562, y a su vuelta ascendió a capitán general de Artillería en 1572 y consiguió un puesto en el Consejo de Guerra.

Jerónimo Ayanz y Beaumont fue señor de Guenduláin. Su padre sirvió al emperador Carlos V y combatido en la batalla de San Quintín, su tío León fue capitán en Perú y su tío Francisco inquisidor en Cuenca y en Murcia. Su vida militar empezó en el Mediterráneo, siguió en Italia y Flandes, donde fue herido en Gembloux en 1578 y terminó en Portugal en 1580 y en el Atlántico en la campaña de azores de 1583. Su tío León, el inquisidor de Murcia y sus matrimonios con Blanca y luego Luisa Dávalos Pagán, le permitieron llegar a ser corregidor de Murcia y gobernador de Matos en 1595. Desde 1597, estuvo en la corte como administrador general de Minas, siendo ingeniero e inventor de numerosos tipos de máquinas.

Jerónimo Ayanz y Javier, sobrino de Ayanz y Beaumont, llegó a ser I conde de Guenduláin, gracias a las recomendaciones de su tío y a ser el paje de Felipe III.

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JERÓNIMO DE AYANZ Y BEAUMONT Y TORRE DE LA FORTALEZA DE ARTAJONA