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16/07/2024

Juan de Lazcano y Zúñiga


Capitán general de la Armada española del Norte durante el reinado de los Reyes Católicos que participó en la Guerra de Granada (1482 y 1492), en el asedio de Cefalonia (1500), en la toma de Garellano (1503), en la toma de Mazalquivir (1505) y en la conquista de Navarra (1512)

JUAN DE LAZCANO

Juan de Lazcano y Zúñiga era natural de la villa de Lazcano, en Guipúzcoa. Fue el IV señor de la casa de Lazcano, pariente mayor de la provincia y cabeza del bando oñacino. Su padre fue Juan López de Lazcano y Gauna, caudillo militar que lideró a las fuerzas de resistencia contra el cerco francés en el Sitio de Fuenterrabía de 1476, mientras que su madre fue Leonor de Zúñiga y Navarra, hija del mariscal de Castilla Íñigo Ortiz de Zúñiga y de Juana de Navarra. Casó con María Manrique de Lara, hija del duque de Nájera.

Sus inicios marítimos quedan englobados en la Guerra de Granada, que tuvo lugar entre los años 1482 y 1492, un conjunto de campañas militares entre los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón contra el sultán Boabdil.

Así, en 1490, consiguió una licencia en Sevilla para incorporarse con sus propias embarcaciones a la Flota de la Guarda del estrecho de Gibraltar, una armada organizada desde 1482 para el asalto a través de la costa andaluza del reino nazarí. Formaba parte de la Armada de Vizcaya, cuyos líderes eran los capitanes Juan de Arbolancha e Íñigo de Artieta.

Tras el final de la Reconquista cristiana y la recuperación de los últimos territorios musulmanes por parte de los Reyes Católicos, Lazcano tuvo como misión el traslado de nazaríes desde Granada al Reino de Tlemecén utilizando su escuadrilla de naves junto a Juan Pérez de Loyola. Después reconocer costas el norte de África, trajo al Reino de Castilla a algunas de las autoridades de Tlemecén a fin de establecer negociaciones diplomáticas con la Corte de Isabel. Al año siguiente, dio captura al corsario Juan de Cádiz.

CONQUISTA DE ALMERÍA POR LOS REYES CATÓLICOS

Tras los servicios realizados, Lezcano había demostrado su experiencia marítima y militar a los Reyes Católicos. Por eso, tomó marte de las Guerras de Italia, ejecutando el plan de la campaña marítima en coordinación con la campaña terrestre del Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, quienes aseguraron la posesión del Reino de Nápoles para la Corona aragonesa.

En noviembre de 1500, Lazcano tomó parte en el asedio de Cefalonia, un enfrentamiento naval entre tropas navales del Imperio otomano y una coalición de armadas procedentes de los Reinos de España, de Francia y la República de Venecia, que tuvo lugar en las costas del archipiélago Jónico con victoria para la expedición cristiana.

En 1503, fue encomendado para ejecutar una misión de persecución y detención del corsario francés Pregent de Bidoux, caballero de Rodax, quien había atacado algunas embarcaciones españolas. Al mando de cuatro galeras, Lezcano le dio alcance en el puerto de Otranto, en la península de Salento, que estaba en poder de la República veneciana. Sin embargo, las autoridades locales desobedecieron las peticiones de Lazcano de entregar al corsario y bloquearon la entrada al puerto con una cadena. El capitán guipuzcoano entró abriendo carga de artillería, recuperó los barcos robados y sus mercancías, y liberó a los prisioneros.

Posteriormente, tomó parte de la resistencia en el puerto de Gaeta, en el golfo de Lacio, que ofrecieron los almirantes Bernardo de Vilamarí y Ramón de Cardona frente al francés Pregent de Bidoux que comandaba una flota de treinta y cinco embarcaciones.

A finales de aquel año, en diciembre de 1503, Lazcano se destacó en la toma de Garellano, un enfrentamiento bélico entre los Ejércitos de España y de Francia durante la Segunda Guerra de Nápoles, con victoria de las armas hispánicas. El capitán guipuzcoano dirigió la construcción y tendido de los pontones sobre el río Garellano, junto al golfo de Gaeta. Además del general Gonzalo Fernández de Córdoba, fue determinante la actuación del ingeniero militar Pedro Navarro. Tras esto, formó parte de la expedición de Prospero Colonna que trasladaba prisionero a César Borjia, enemigo de España.

TOMA DE GARELLANO POR EL GRAN CAPITÁN Y JUAN DE LAZCANO

En 1505, Lazcano tomó parte de una serie de campañas para dominar las costas berberiscas que había lanzado el rey Fernando el Católico junto al cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. Para evitar más ataques de piratas, el papa de Roma había autorizado a Portugal el derecho de conquistar el Reino de Fez, en 1494, quedando el Reino de Tlemecén para España.

En septiembre de aquel año, tuvo lugar la toma de la toma de Mazalquivir, al que Lazcano asistió con tres naos gruesas de su propiedad cargadas de toda la artillería disponible, incluyendo falconetes y ribadoquines múltiples, con las que facilitar el desembarco de las tropas de Flórez de Marquina. Para ello, puso en práctica un sistema de protección basado en sacos de lana y algas que forraban los costados de las embarcaciones. Entonces, acercó sus naves a la fortaleza de Mazalquivir y la sometió a un intenso bombardeo de artillería y fusilería. Siendo este el objetivo a disparar y cañonear, permitió el desembarco nocturno de las tropas de Flórez de Marquina que se acantonaron en las alturas de la ciudad.

Por este ingenio naval, se le puede considerar a Lazcano como un precursor del blindaje naval. Con aquella defensa acorazada demostró una enorme superioridad contra sus enemigos a los que destruyó por completo en sus flotas.

En la Historia del rey Don Fernando el Católico. De las empresas y ligas de Italia que escribió Jerónomo Zurita en 1580, describía aquel episodio con atención en Lazcano en su capítulo Que el alcaide de Los Donceles capitán general de la armada de Castilla ganó el lugar de Mazarquivir de esta manera:
"... y la mayor parte de la gente de Orán se había puesto en la fortaleza, y en la punta, y por los desembarcaderos con toda su artillería aderezada a la ordenanza francesa: y tenían un gran baluarte a la punta con muchos traveses, que batían las dos partes de la mar, y tierra. Fue forzado entrar la armada debajo de su artillería: y dos naves gruesas, que eran de Lezcano, y de Flores de Marquina, que llevaban mucha artillería, se pusieron en puesto, que pudieron lombardear la fortaleza: y echóse la gente que estaba en las galeras, y barcas, con diversas fustas, en tierra: con gran trabajo, y peligro: porque el día fue muy tempestuoso, y de mucha agua, y de grandes truenos, y relámpagos."

TOMA DE CERIÑOLA POR EL GRAN CAPITÁN

En 1512, siendo capitán general de la Armada española del Norte, Lazcano escoltó a la flota inglesa con destino al puerto de Pasajes que traía un cuerpo de cerca de diez mil ingleses, principalmente arqueros al mando de Thomas Grey, marqués de Dorset. Debido a la alianza militar establecida entre España e Inglaterra, este contingente armado apoyó a las tropas de Fernando el Católico y el duque de Alba en la conquista de Navarra.

En 1518, con el acceso al trono de España de Carlos V de Alemania, Lazcano era comandante de la flota real.

Sus eminentes servicios y sobresalientes méritos durante tres décadas a la Monarquía española le proclaman como una de las figuras más gloriosas de la marina de Guipúzcoa.

La Crónica del Gran Capitán describió a Lazcano la siguiente semblanza:
"Era varón de mucha virtud por la mar y aun por la tierra; muy afortunado; siempre salía en todas sus refriegas victorioso."

Seoane lo ensalzó como
"Una figura guerrera de las más admirables que ha producido Guipúzcoa, no habiendo sido todo lo reverenciado que debía."

ESCUDO DE ARMAS DE LA CASA DE LAZCANO

03/02/2022

Pintura sobre Juan de Urbieta en la Batalla de Pavía


La batalla de Pavía fue un enfrentamiento militar ocurrido el 24 de febrero de 1525, entre el Ejército francés al mando del rey Francisco I y las tropas imperiales de Carlos V de Habsburgo, en las proximidades de la ciudad italiana de Pavía. Estuvo englobado en la serie de contiendas que sucedieron durante buena parte de la primera mitad del siglos XVI, entre España y Francia, conocidas como Guerras de Italia.

El Ejército imperial estaba formado por tropas españolas al mando de Fernando de Ávalos y del navarro Antonio de Leyva, y por tropas pertenecientes al Sacro Imperio Romano Germánico. La victoria de los imperiales fue contundente. Los franceses tuvieron 15.000 muertos o heridos, mientras que los imperiales fueron 500.

Durante la batalla, el rey Francisco I fue apresado por el guipuzcoano Juan de Urbieta y Lezo y, posteriormente, trasladado a Madrid el 12 de agosto y custodiado en la Casa y Torre de los Lujanes, tras desembarcar en Valencia. Por el Tratado de Madrid, Francisco I renunció al Milanesado, Nápoles, Flandes, Artois y Borgoña.

La batalla de Pavía fue representada en diversos formatos pictóricos: óleo, tapiz, dibujo, grabado, etc. La hazaña de Juan de Urbieta también ha sido representada en varias ocasiones.

BATALLA DE PAVÍA, POR MARCELINO DE UNCETA

Este dibujo sobre la Batalla de Pavía fue realizado por Marcelino de Unceta, a finales del siglo XIX, a tinta sobre papel, con tonos muy tenues y casi bicromos. Supuso una vuelta al orden y la quietud del academicismo, recuperando el trazo, la línea y la realidad como fuente de inspiración.

JUAN DE URBIETA EN PAVÍA, POR GREGORIO HOMBRADOS OÑATIVIA

URBIETA EN PAVÍA, POR JOSÉ FERRE CLAUZEL

LA CAPTURA DE FRANCISCO I EN PAVÍA (LOS TRIUNFOS DE CARLOS V), POR SIMONZIO LUPI

JUAN DE URBIETA Y FRANCISCO I EN PAVÍA, POR GREGORIO HOMBRADOS OÑATIVIA

THE SOLDIER JUAN DE URBIETA TAKING I PRISIONER THE KING FRANCIS OF FRANCE, ANÓNIMO

APRESAMIENTO DE FRANCISCO I DE FRANCIA POR JUAN DE URBIETA

BATALLA DE PAVÍA, POR BERNARD VAN ORLEY

BATALLA DE PAVÍA, POR AUGUSTO FERRER-DALMAU

BATALLA DE PAVÍA, POR JUAN DE LA CORTE

24/02/2021

Juan de Urbina


Maestre de Campo de los Ejércitos de Carlos V, a las órdenes del Gran Capitán en las Guerras de Italia contra Francia, que decidió la hegemonía española en el siglo XVI

JUAN DE URBINA

Juan de Urbina nació en Urbina de Basabe, Álava, a finales del siglo XV. Los principios de su carrera militar, en 1509, fueron en África, en la rendición de Bujía y Trípoli, a las órdenes del cardenal Francisco Jiménez de Cisneros y junto a un joven y aún desconocido Juan Sebastián Elcano.

En 1512, paso a las Guerras de Italia con el Gran Capitán, el general Gonzalo Fernández de Córdoba, donde fue adquiriendo la reputación de ser el mejor soldado que había pasado a aquel país. Uno de los hechos que más se celebraron entonces fue que en un desafío de tres españoles contra tres italianos, él fue quien se ganó la principal gloria del combate, rindiendo desde luego a su contrario, y ayudando después a sus dos compañeros (Luis de Vera y Diego de Quiñones), que ya flaqueaban. Acabada la Guerra de Nápoles, se alistó entre los Alabarderos del Papa.

La fuente principal de la biografía de Urbina es la Historia de la vida y hechos del Emperador Carlos V, que escribió Prudencio de Sandoval unas décadas después. En ella se recogen numerosas acciones de guerra en las que tomó parte Juan de Urbina, demostrando estar dispuesto en todo momento a llevar la iniciativa, a tomar decisiones arriesgadas y a ocupar el lugar más peligroso. Por ejemplo, durante el asedio a Milán por el Ejército francés en 1523, Juan de Urbina protagonizó varias salidas que causaron gran daño al ejército sitiador:
"Salió una noche el maestre de campo Juan de urbina (a cuyos hechos nunca se dio la honra y loa que merecían) con seiscientos españoles, y dio de súbito sobre un bastión del campo francés, rompiendo los que le guardaban. Entró por el campo matando e hiriendo en ellos, y tomándoles cuatro banderas y prendiendo algunas personas, se tornó salir con muy poco daño... Señalóse grandemente en este cerco el maestre de campo Juan de Urbina una noche de San Martín que salió de su más ánimo que armas, porque no llevaba sino un peto de munición que solía traer y una alabrada en las manos; dio en una cuartel de las guardas francesas tan reciamente, que matando e hiriendo a muchos de los enemigos, les tomó cinco banderas por su propia mano, que en aquel cuartel estaban de guardia. Y sin perder ni un soldado se retiró, trayendo las banderas en los brazos, que nadie bastó a hacérselas dejar."
Infantería reales tercios españoles italia
INFANTERÍA ESPAÑOLA EN LAS GUERRAS DE ITALIA

En 1527, el duque de Borbón, jefe del Ejército Imperial, resolvió de llevarlo a Roma y pagar con sus riquezas a la soldadesca, castigando la inconstancia del papa Clemente que, siendo ya amigo del rey de Francia, era un aliado poco seguro y muy peligroso para los dos. Con él iban el príncipe de Orange, Juan de Urbina y otros capitanes. Urbina fue el que más contribuyó a que las tropas no desmayasen con aquel revés, especialmente cuando murió en batalla el condestable de Borbón. Asumiendo el mando y manteniendo el valor que las animaba, se mostró el más arrebatado en la acción y después el más implacable y duro en el saqueo de Roma.

Al poco tiempo, se encaminaron hacia Nápoles porque los franceses habían sitiado la ciudad. Se debió su defensa a la capacidad del príncipe de Orange y al infatigable esfuerzo de Urbina: si se trataba de hacer una salida contra el enemigo, les cortaba los víveres y les quemaba las máquinas. Urbina siempre al frente de estos ataques, hostigando a los franceses de noche y de día, jamás les dejó un momento de reposo.

En este sitio de Nápoles cuando se organizó un motín de alemanes contra el general Hernando de Alarcón, que los españoles quisieron vengar. Fue Urbina, con su crédito y persuasiones, quien resolvió aquel motín y evitó el enfrentamiento entre los soldados de las dos nacionalidades aliadas, que hubiera hecho perder la plaza en caso contrario.

Finalmente, el rey de Francia solicitó refuerzos. Urbina al frente de un destacamento lideró una carga extramuros para interceptarle. El resultado fue la pérdida de un millar de soldados franceses, la captura de otros tantos prisioneros, la desmoralización absoluta de los sitiadores. El relato lo escribe así:
"Mandó que saliesen de la ciudad Juan de Urbina con ochocientos españoles y Hernando de Gonzaga con cuatrocientos caballos. Los cuales trabaron con eelo dos o tres escaramuzas. Y al cabo, estando ya para retirarse los unos y los otros, los españoles, sin seña ni mandamiento, comenzaron a decir: "¡Carga, carga sobre ellos!", disparando su arcabucería como si supieran lo que había que acontecer, y fue que, así como ellos hicieron este sin orden, así sin ella comenzaron a huir los franceses (tanto era el miedo que a los españoles habían cobrado) y los españoles los apretaron de manera que mataron más de mil y prendieron casi otros tantos, y los demás escaparon huyendo."

NÁPOLES, 1550

Esta actividad y diligencia admirables le valieron una reputación gloriosa y los mejores ascensos y títulos nobiliarios de manos del emperador Carlos V: general, maestre de campo, comendador de Heliche, alcalde de Ovo y Aversa, maestre justiciero de Nápoles, etc.

En el cerco de Milán, Urbina sirvió de maestre de campo acudiendo como siempre a todas las fatigas y peligros de soldado. Un día en San Columbano volviendo solo de escaramuzar con los enemigos, salió con tres heridas, llegando al campo tan ensangrentado que sus compañeros le desconocían.

Urbina murió en 1530, durante el asalto a Hispelo, en la Guerra de Florencia, por las heridas producidas por una bala de arcabuz que le tiraron desde dicha ciudad.
Como homenaje a tan valeroso capitán, el historiador Sandoval escribió sobre él:
"sus lechos fueron tales en el tiempo que vivió, que con ellos se engrandecen las historias españoles."

Los grandes generales, que en el siglo decimosexto hicieron triunfar por todas partes las armas españolas, no debieron únicamente a sus talentos las victorias que alcanzaron; porque fueron ayudados prodigiosamente por lo aguerrido de las tropas que mandaban, y por la habilidad y esfuerzo de los excelentes oficiales que las dirigían. Aunque estos no pudieron llegar al grado de gloria que alcanzaron un Gonzalo de Córdoba y un Cortés, tienen sin embargo la de haberse penetrado bien de sus designios, haberlos ejecutado felizmente, y haber con sus proezas fijado la victoria, tenidos por un prodigio de valor en unos ejércitos donde era común, y la cobardía desconocida; tal fue entre ellos también el distinguido alavés Juan de Urbina.

juan casa urbina
JUAN DE URBINA

08/01/2021

Juan de Urbieta Berastegui y Lezo


Soldado infante que pasó a la historia por capturar al rey Francisco I de Francia durante la batalla de Pavía, en 1525

JUAN DE URBIETA BERASTEGUI Y LEZO

Juan de Urbieta Berastegui y Lezo era natural de Hernani, Guipúzcoa, donde nació a finales del siglo XVI. El destino de parecía estar ya marcado por el contexto en el que nació, cuando los Reyes Católicos acababan de dar las primeras Ordenanzas Municipales con las que, a partir de entonces, debía regirse su villa natal Hernani. Pero la entrada del ejército francés en Guipúzcoa para apoyar a Navarra contra las tropas de Fernando el Católico provocó enfrentamientos. En el caso de Hernani, supuso un incendio que destruyó el lugar, perjudicando todos los planes previstos para su desarrollo económico, social y político.

Tras servir como criado en la Casa de los Artola, durante su estancia en San Sebastián, ya tenía claro que su destino era servir a su emperador Carlos I de España y V de Alemania y a su patria. Comenzó con la carrera militar, llegando a Italia como arcabucero y combatiendo en la batalla de Bicoca, en el marco de las llamadas Guerras de Italia, entre España y Francia.

HERNANI

Urbieta pasó a la historia, el 24 de febrero de 1525, durante la batalla de Pavía, por capturar al rey Francisco I de Francia, cuando cayó del caballo, herido de un tiro de arcabuz en medio del campo de batalla. Intentaba huir atravesando el puente sobre el río Tesino cuando sus tropas se encontraban ya vencidas y en fuga.

Según la versión ofrecida por Juan de Oznayo, paje del marqués del Vasto y uno de los testigos de la batalla:
"Francisco I iba casi solo cuando un arcabucero le mató el caballo, y yendo a caer con él, llegó un hombre de armas de la Compañía de don Diego de Mendoza, llamado Joanes de Urbieta, vascongado, natural de Hernani, en Guipúzcoa, y como le vio tan señalado, fue sobre él al tiempo que el caballo cayó. Y poniéndole el estoque al un costado por la escotadura del arnés, le dijo que se rindiese."
Así está escrito por el historiador Sandoval.

CAPTURA DE FRANCISCO DE FRANCIA POR JUAN DE URBIETA

Según Juan de Oznayo fue únicamente Urbieta el que capturó al rey francés, aunque otros advierten que Urbieta se encontraba en el mismo instante de la captura acompañado por otros dos soldados: el granadino Diego Dávila y el gallego Alonso Pita da Veiga. Detalla cómo, tras verse capturado y temiendo por su vida, el rey francés, al que Urbieta no reconoció en primer momento, gritó "La vida, que soy el Rey"; a lo que Urbieta, en mal francés le ordenó que se rindiese, contestando Francisco "que solo se rendiría al emperador".

Oznayo relataba que Urbieta observó que a poca distancia unos franceses habían cercado al alférez de su compañía con ánimo de arrebatarle la bandera y no estando dispuesto a dejar que ocurriera se dirigió al preso diciéndole "Si de verdad sois el rey, hacedme una merced". Obtenida la promesa, se alzó la visera del almete que protegía su cabeza y mostrándole sus dientes mellados, le dijo al monarca "En esto me reconoceréis"; y dejándole en el suelo con una pierna aprisionada debajo del caballo se alejó en defensa del pendón y de su oficial.

En este momento, mientras defendía su bandera, y siempre según la versión de Oznayo, llegaron Ávila, Pita y un tercer soldado llamado Aldama, quienes viendo al rey francés caído creyeron poderle detener aún cuando de él mismo salieron las palabras de "Ya he sido hecho preso".

Estos hechos vienen a confirmarse en gran parte gracias a la carta que Francisco I le escribió a Urbieta con fecha 4 de marzo del año siguiente, demostrando su gratitud por lo bien que le había defendido, ayudándole a salvar la vida. También la crónica de Suárez de Alarcón lo avala.

JUAN DE URBIETA, POR HOMBRADOS OÑATIVIA

Obtuvo fama y honores a raíz de aquel suceso. Por eso, fue ascendido a capitán de caballería y obtuvo los títulos de caballero de la Orden de su Majestad.

El 20 de marzo de 1530, en Bolonia, Carlos V le concedió el escudo de armas y un diploma acreditando sus méritos. El escudo representa un campo verde, un río, medio caballo blanco con una flor de lis en el pecho, la rienda caída y un brazo armado con estoque alzado.

El campo verde es el sitio donde ocurrió la prisión, el río representado es el Tesino, el medio caballo con la rienda caída, el que montaba el rey Francisco y cayó, la flor de lis y corona las armas de este monarca, el brazo armado alzado es Urbieta, que le rindió.

Urbieta murió el 22 de agosto de 1553. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de San Juan Bautista, en Hernani. A inicios del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia española, su tumba fue profanada por los soldados imperiales de Napoleón.

Además, la espada tomada a Francisco I durante la batalla de Pavía que estaba expuesta en la Armería Real fue robada por los oficiales de Napoleón, regresando a Francia.

En aquel siglo XIX, el duque de Rivas recrearía esta hazaña en su romance La victoria de Pavia:

El hidalgo vizcaíno
Juan de Urbieta, que cubierto
de tosco arnés, es un potro
escaramuzaba suelto,
pasa y ve bajo el caballo
tan lucido caballero,
que por levantarse pugna
con inútiles esfuerzos.


ESPADA DE FRANCISCO I Y ESCUDO DE ARMAS DE URBIETA

06/08/2017

Antonio de Leyva


Héroe de la batalla de Pavía, fundador de los Reales Tercios de Infantería, nunca dudó de su fidelidad y lealtad a la Corona española.

El renacimiento militar del Siglo de Oro español guarda relación directa con la capacidad innovadora de los navarros, poniéndose a prueba en Italia a principios de siglo. Carlos I de España elogia la labor organizadora de Antonio de Leyva en las campañas de la Provenza. Tuvo una gran experiencia militar, era valiente, enérgico, tan acostumbrado a mandar como a obedecer, fecundo en recursos y capaz de intentar y sufrir de todo por salir airoso en sus empresas.

ANTONIO DE LEYVA

Antonio de Leyva era natural de Leiva, Navarra, donde nació en 1480. Comenzó su carrera militar en las Alpujarras, en 1502, derrotando a los mudéjares, últimos combatientes del conquistado Reino de Granada.

Durante las Guerras de Italia del siglo XVI, participó en 1503 en la armada de Luis Portocarrero enviada desde Cartagena en apoyo del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, enfrentado con las fuerzas francesas de Francisco I.

Participó a las órdenes de Fernando de Andrade en la batalla de Seminara, derrotando al ejército francés de Bérault Stuart.

En 1512, Leyva se encontraba al frente de una capitanía de infantes participando en la batalla de Rávena. Fue herido en la jornada en la quelas tropas de la Liga, mandadas por el virrey de Nápoles, Ramón de Cardona, fueron derrotadas por el ejército francés al mando de duque de Nemours.

Más tarde estuvo en Milán y en la desafortunada campaña de la Provenza, al frente de 6.000 hombres, durante la Guerra en Italia de 1521-1526.

Su posterior destino fue de gobernador de Pavía, ciudad que fue asediada por los ejércitos franceses de Francisco I entre octubre de 1524 y febrero de 1525, durante el cual, Leyva dio tiempo a las fuerzas imperiales a reorganizarse. En febrero de 1425, tuvo lugar la batalla de Pavía, en la cual se ganó la fama y el prestigio. Leyva salió de la ciudad con unos mil soldados atacando a los franceses por la retaguardia haciendo prisionero al propio rey francés.

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BATALLA DE PAVÍA Y ANTONIO DE LEYVA

Al invadir Italia el rey Francisco I, las tropas imperiales tuvieron que retirarse ante la superioridad de los franceses. Es cuando Antonio de Leiva se refugió en Pavía con cerca de 6.000 hombres, siendo cercado por el rey francés en persona el 28 de octubre de 1524. Los soldados de Leiva rechazaron el asalto del 7 de noviembre y repararon casi inmediatamente las brechas abiertas en la muralla por la artillería francesa.

En los combates de los días siguientes perecieron tantos franceses que el rey Francisco I ordenó que se suspendiesen los ataques para tratar de emplear otros medios y recursos. Uno de ellos fue el de torcer con estacadas el curso del río Tesino, que defendía la ciudad por un lado; pero cuando la obra estaba ya casi terminada sobrevinieron unas lluvias tan copiosas que la corriente arrastró las obras realizadas. También hizo destruir los molinos de ambas riberas, pero el general español había previsto este hecho, por eso hizo construir molinos de mano suficientes para las necesidades de la población.

No teniendo con que pagar a los soldados, los repartió por las casas, imponiendo a los vecinos la obligación de darles de comer; y a fin de que no faltase moneda, al menos para los tudescos, que eran los más impacientes, recogió toda la plata de los templos y la hizo acuñar con un letrero que decía: "Los cesarianos cercados en Pavía, año 1524". A pesar de ello, los alemanes amenazaban rendir la plaza si no recibían sus pagas; pero gracias al ardid de dos valientes españoles pudo recibir 3.000 escudos del marqués de Pescara. De este modo las tropas de Leyva pudieron resistir hasta el 24 de febrero de 1525, fecha de la célebre batalla de Pavía. Ese día Leiva se hallaba enfermo, y a pesar de ello se hizo sacar en una silla a la puerta de la plaza, y allí entretuvo a unas tropas italianas del ejército francés con 1.000 soldados españoles y alemanes, impidiendo que tomasen parte en la batalla.

La defensa de Pavía le valió el título de príncipe de Ascoli, el nombramiento de general de los ejércitos imperiales y gobernador del ducado de Milán.

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BATALLA DE RÁVENA Y ANTONIO DE LEYVA

En 1528, Leyva triunfó con un puñado de soldados ante los duques de Urbino, Sforzo y Saint Pol aliados de los franceses.

En septiembre de 1529, Carlos V ordenó a Antonio de Leyva que se presentase en Plasencia con ocasión de un viaje a Italia, pues deseaba conocer personalmente al afamado capitán. El emperador le ordenó que pasase a Bolonia para asistir a las fiestas de su coronación por el papa Clemente. Posteriormente luchó en la batalla de Viena contra los turcos, y junto al emperador, en África.

En 1533, fue nombrado generalísimo de la liga defensiva formada a instancias del emperador de entre todos los estados italianos, a excepción de Venecia. En 1536, acompañó al emperador durante sus campañas de África.

En 1536, se reanudó la guerra entre Francisco I y Carlos V. Antonio de Leiva era prácticamente el general en jefe de las tropas reunidas por el emperador en la campaña de Provenzena. Leiva puso sitio a la plaza de Tossano con 15.000 soldados alemanes, españoles e italianos, tomándola tras un mes de cerco. Luego aconsejó al emperador que se internara en suelo francés hasta llegar a la corte de Francisco I en París, en contra de la opinión de la mayoría del resto de generales.

En aquella expedición Leyva murió con 56 años en la localidad de Aix-en-Provence, como consecuencia de la gota que padecía desde hacía varios años. La muerte de Antonio de Leyva fue muy sentida por Carlos V y una de las causas que decidieron la retirada de su ejército de suelo francés en octubre de 1536. Su cuerpo fue trasladado a Milán y enterrado en la iglesia de San Dionisio.

ANTONIO DE LEYVA