28/11/2023

Napoleón y José Bonaparte en Vitoria


En 1808, se produjeron la invasión de las tropas napoleónicas sobre España y Portugal, las abdicaciones de Bayona de Carlos IV y Fernando VII, y el inicio de la Guerra de la Independencia española. Una serie de acontecimientos patrióticos como el Levantamiento madrileño del 2 de mayo o la victoria del Ejército español en Bailén hicieron retroceder al Ejército invasor desde Madrid y la meseta castellana hacia la zona norte central peninsular.

Una vez completada la retirada francesa al valle alto del Ebro, ocupaban la mayor parte del País Vasco y Navarra, cuyo reducto estaba formado por 65.000 militares al mando del mariscal Jourdan. Los ejércitos regulares españoles superaban en número de efectivos a los invasores en proporción de casi tres a uno y rodeaban a los ejércitos napoleónicos en el centro norte peninsular, pero carecían de un mando único, de coordinación y de un plan estratégico. Las tropas napoleónicas también estaban mal coordinadas y carecían de un plan defensivo.

NAPOLEÓN Y JOSÉ BONAPARTE EN VITORIA

Entonces, cada vez eran más las villas y ciudades que se levantaban en contra de la autoridad del supuesto e ilegítimo rey de España, José I Bonaparte, tanto en Navarra y País Vasco como en el resto de España. Por ejemplo, los funcionarios de Hacienda de San Sebastián o el cónsul español de Bayona se declararon a favor de los insurgentes, lo mismo que la Diputación de Navarra el 30 de agosto.

La capital vizcaína se alzó contra el rey intruso el 5 de agosto, pero fue recuperada el 16 en lo que fue el Sitio de Bilbao de 1808, con un coste de 1.200 militares franceses.

Se organizaron las primeras partidas de guerrilleros que actuaron desde Miranda de Ebro hasta Irún, cortando las comunicaciones francesas en una línea estratégica que partía desde Bayona hasta Lisboa, pasando por Tolosa, Vitoria, Miranda o Salamanca. El pueblo ayudaba a las guerrillas y actuaban como insurgentes, según escribieron generales y autores franceses en sus memorias: Gonneville, Reisert, Jourdan, Naylies, Girardin, Fantin, Abrantes, Blaze, etc. El propio José I llegó a reconocerlo:
"La unanimidad de los españoles es tan que no encontramos a un solo espía. Dieciséis días hace que salimos de Madrid y en este tiempo no he recibido ni una sola confidencia. Ningún español quiere servir contra los insurgentes."

ENTRADA DEL EJÉRCITO NAPOLEÓNICO EN VITORIA

En la ciudad de Vitoria, José I estableció su capitanía general, pues ya existía una fuerte guarnición militar. Permaneció desde el 23 de septiembre hasta el 11 de noviembre de 1808, intentando construir su Estado inexistente. Emitía decretos y hacía nombramientos, aunque la situación militar no fuese muy esperanzadora. Los testimonios de la época aseguran que José I no fue un gobernante cruel y corrupto, pero tampoco un carismático líder. Se ocupaba más en diseñar su futuro reino que en resolver la delicada situación del presente, cuando no a dar rienda suelta a sus placeres privados. Deseaba amar a los españoles y ser amado por ellos, especialmente por ellas. Estaba casado, pero su esposa Julia Clary vivía en Nápoles, lo que le permitía un amplio margen de acción.

En Vitoria se instaló en el Palacio de Montehermoso, una mansión perteneciente a estos marqueses. El inmueble había sido restaurado, disponía de una estupenda biblioteca y un hermoso jardín, era la mejor casa residencial de toda Vitoria. Había sido construido en 1524, en un estilo gótico-renacentista, a iniciativa del licenciado Hortuño Ibáñez de Aguirre, miembro del Consejo Real de Castilla y de la Inquisición, y su esposa María de Esquível y Arratia.

El erudito y estadista prusiano Wilhelm von Humboldt, hermano del científico hispanista Alexander von Humboldt, comprobó la importancia de la biblioteca del palacio que albergaba una gran cantidad de obras, entre las que se hallaban todas las de la Ilustración. Refiere Humboldt que en sus estantes encontró "el Diccionario de Música de Rousseau con el título oculto: así se persigue lo más inocente si lleva ese apellido".

PALACIO DE MONTEHERMOSO

El conde Louis Stanislas de Girardin, secretario real de José I, escribió en sus Memorias que un día de agosto, José I vio en su cuartel residencial a una criada de piel morena, pelo y ojos negros, y unas facciones corporales que le cautivaron de sobremanera. Fue tal su entusiasmo por doncella alavesa que envió a su criado y alcahuete, un italiano llamado Cristóbal, para que le ofreciese 200 napoleones a cambio de hacerle una visita personal. El tesoro napoleónico había acuñado unas monedas de oro y plata con valores faciales que oscilaban desde 40 francos hasta 1 solo, que eran llamadas napoleones por la efigie que llevaba en relieve. Un napoleón de oro de 20 francos equivalía a unos 70 reales españoles; y un napoleón de plata de 5 francos equivalía a unos 18 reales. Suponiendo que se tratase de esta última moneda y de menor valor, el rey intruso estaba ofreciendo 3.600 reales a la joven a cambio de prostituirse una sola noche y perder la virginidad.

El criado Cristóbal explicó a la criada de los marqueses de Montehermoso tanto la invitación como la oferta económica. Ella pertenecía a una cultura que reprimía cualquier interacción sexual antes del matrimonio, debido a la exigencia de llegar virgen a la noche de bodas. Ante tal proposición indecente, consultó el asunto con su señora marquesa, la cual estuvo siempre presente. Y esta aconsejó que aceptase, posiblemente para beneficio propio siendo el demandante el mismísimo rey.

Al día siguiente, no hubo audiencias en el palacio real ni despachos con los ministros, pues había puesto sus placeres privados por encima de los asuntos de estado, y tampoco es que fuese su noche de bodas o descanso vacacional, sino solo una diversión ocasional. Por la tarde, toda la ciudad sabía de aquella caprichosa aventura, mientras que la marquesa de Montehermoso se quejaba ante sus amigas del bajo nivel demostrado por el rey por haber elegido a una criada, teniendo un abanico de mujeres aristócratas y empoderadas a su disposición. Comentó "que le extrañaba que no hubiese escogido una persona de más alto rango".

José I supo de aquellos rumores y decidió también hacer una visita personal a la marquesa. Esta polémica mujer se llamaba María del Pilar Acebedo y Sarria, natural de Tolosa, era condesa tercera de Echauz y quinta del Vado, y marquesa consorte de Montehermoso. Era algo madura pero bella señora, y aún más culta. Se había educado en un ambiente liberal e ilustrado, siendo sus familiares miembros de la Real Sociedad Económica Vascongada de Amigos del País. Sabía hablar en francés e italiano, se dedicaba a escribir versos, pintar miniaturas o tocar la guitarra. Con una mentalidad tan abierta en cuestiones amorosas de la época, se rumoreaba que había tenido idilios extramatrimoniales en otras ocasiones.

A los días siguientes de aquella cena a tres entre José y ambos marqueses, los vecinos de Vitoria cantaban:
"La Montehermoso tiene un tintero
donde moja su pluma José Primero."
Su cornudo marido era Ortuño de Aguirre y Zuazo, marqués de Montehermoso, un hombre alto y fuerte, ilustrado anticlerical, enemigo de la Inquisición, y miembro de la Real Sociedad Económica Vascongada. El marqués nunca mostró aparente reparo en que su mujer fuese la amante oficial del rey. Se convirtió en uno de los primeros afrancesados y fue recompensado con el trato de grandeza de España, el cargo de gentilhombre de la real cámara y el hábito de caballero real.

MARÍA DEL PILAR ACEBO Y SARRIA Y ORTUÑO DE AGUIRRE Y ZUAZO

El colmo llegó cuando José I decidió comprar a los marqueses su mansión palaciega por 300.000 francos, cuando no había dinero para mantener a su Ejército con víveres. Dentro del mismo, consultó por la compra a Girardin, su cortesano de confianza "¿Os parece mucho?", respondiéndole que el valor del inmueble "No los vale, ni con la marquesa dentro". A José I le molestó aquella respuesta y castigó a Girardin enviándole a Francia.

Lo cierto es que Louis Stanislas de Girardin, en sus Memorias, tuvo una buena opinión de ella:
"Era una mujer que sin estar en la primera juventud todavía era extremadamente agradable; elegante, bien formada, hablaba perfectamente italiano y francés, cantaba agradablemente, tañía la guitarra, recitaba poemas en todas las lenguas y pintaba retratos en miniatura con gran destreza. A todos estos talentos, ella añadía el conocimiento del mundo y un espíritu coqueto."

José I convirtió el Palacio de Montehermoso en sede de su provisional Corte. El 11 de noviembre abandonó Vitoria con destino a Madrid, pues el Ejército napoleónico se había reforzado con un nuevo contingente enviado por el emperador Napoleón Bonaparte, que pasaba por Vitoria sin que se entrevistara con su hermano José. Las crónicas vitorianas de la época no describen un posible abrazo entre ambos hermanos frente a la fachada del palacio, como quedó plasmado en la pintura Chateau Royal que realizaron Benjamín Zix y Constant Bourgeois. Aquel pequeño óleo pretendía idealizar el encuentro alavés por orden del rey. Este preparó el hospedaje al gusto del emperador, reunió algunos libros de la biblioteca sobre temas militares que gustaba leer, y sobre una mesa de malaquita el coronel Ladvenat puso los Comentarios de César y el Poema del Cid.

Pero en realidad, atravesó Vitoria, instalándose en las afueras, en una casa de campo junto al Prado, la noche del 5 de noviembre de 1808. En aquella simple residencia, celebraron Consejo de generales de cuyos acuerdos y estrategias tomadas por el genio militar resultaron las derrotas para las armas españolas en Guipúzcoa, en Burgos, en Tudela, en La Coruña, en Uclés y en Zaragoza.

CHATEAU ROYAL DU MONTEHERMOSO

José Bonaparte era el hermano mayor de Napoleón. Por encima de cualquier posible divergencia les unió siempre una fuerte amistad y un claro sentido de la lealtad familiar. Pero en el fondo, José estaba celoso de su hermano menor que le trataba como un subordinado, mientras que Napoleón consideraba que se daba demasiada importancia por ser el primogénito. Tampoco coincidían totalmente en sus ideas políticas ya que José era más proclive a buscar la paz con Inglaterra y había participado muy activamente en las negociaciones del Tratados de Amiens de 1802.

Cuando Napoleón supo que había vendido Luisiana a los Estados Unidos, le arrojó un tintero a la cabeza y destrozó los muebles del despacho en un ataque de ira. Tampoco le perdonó que, tras la derrota de Bailén, José se pusiese en fuga, abandonando la Corte de Madrid. Le consideraba un hombre apacible y placentero, nada marcial y estratega como él. En sus Memorias lo describió así:
"Si hubiera nacido un siglo antes hubiera sido un gentil abale cortesano. Gusta de las mujeres, de los perfumes y de la música. La lucha es ajena a su condición. Mi campaña española fracasó porque mi hermano José estuvo siempre de parte de mis enemigos, no por traición á mí, sino por debilidad."
Otro de los hermanos, Luciano Bonaparte, admitió que en algunas ocasiones José llegó a disparar tiros de pistola contra retratos de su imperial hermano, Napoleón.

José había trabajado como abogado en Córcega y como juez en Ajaccio, pero tras la proclamación de Napoleón primer cónsul de la Convención francesa, fue nombrado rey de Nápoles, en un claro ejercicio de nepotismo familiar. En Sicilia tuvo que hacer frente a un ejército formado por tropas anglo-napolitanas y guerrillas locales apoyadas por el pueblo y el clero. Tras dos años de lucha, los Bonaparte se impusieron, y Napoleón transfirió a su hermano hacia España pocos meses después.

Los reinos de España, Portugal, Nápoles, Holanda, Westfalia, Etruria, etc., eran demarcaciones territorial de un enorme imperio continental. El Imperio napoleónico de Bonaparte fue tan sólo una reminiscencia del Imperio carolingio que un milenio antes había intentado perpetrar Carlomagno, fracasando en ambas ocasiones. No imaginaron que la emboscada de Roncesvalles de 778 se repetiría en la batalla de Vitoria de 1813. En este juego de geoestrategia y poder, los hermanos de Napoleón actuaban como funcionarios administrativos a los que desplazar de un cargo a otro según las necesidades políticas de cada momento.

 NAPOLEÓN CRUZANDO LOS ALPES, POR JAQUES-LUIS DAVID

Tras instalar su Corte en Madrid, José I no volvió a pernoctar en su palacio vitoriano hasta el 4 de mayo de 1811, durante el viaje que hizo hacia París para asistir al bautizo del hijo de Napoleón, en compañía de los marqueses. Mientras María de Acedo se quedaba en Vitoria, Ortuño de Aguirre acompañó al rey, pero falleció en París, el 8 de junio de 1811. Después, permanecería en el palacio desde el 20 de junio al 5 de julio, antes de regresar a Madrid.

En marzo de 1813, ante el temor de que el ejército aliado inglés, portugués y español ocupase Madrid, José I abandonó la Corte. El 19 de junio, llegó a Vitoria con sus servidores, incluida la marquesa viuda.

El 21 de marzo, tuvo lugar la Batalla de Vitoria, la última importante de la Guerra de la Independencia española. Las tropas imperiales fueron derrotadas por el ejército aliado, comandado por el general inglés Arthur Wellesley, duque de Wellington, y el general alavés Miguel Ricardo de Álava y Esquivel. José y su séquito, incluida María de Acebedo, abandonaron Vitoria para siempre camino de Francia.

25/11/2023

Tres siglos de grandes marinos vascos, por Sabino Laucirica



Conferencia a cargo de Sabino Laucirica Villalabeitia con el título Tres siglos de grandes marinos vascos. Desde Juan Sebastián Elcano a Cosme Damián Churruca, dentro del ciclo de conferencias sobre el 500 Aniversario de la Primera Vuelta al Mundo por Juan Sebastián Elcano 1519-22/2019-22, desde el Museo Marítimo de Bilbao promovido por el Foro Marítimo Vasco.

Laucirica realiza una selección de los más importantes marinos vascos de la historia relacionados con el desarrollo del Imperio español durante tres siglos XVI-XVIII, desde Íñigo de Artieta hasta Cosme Damián de Churruca.

1. Iñigo de Artieta, almirante de la primera Armada de Vizcaya
2. Juan de la Cosa el Vizcaíno, cartógrafo del primer mapamundi con América
3. Juan Sebastián de Elcano, primer marino en circunnavega la Tierra
4. Miguel López de Legazpi, fundador de la gobernación de Filipinas
5. Andrés de Urdaneta, cosmógrafo agustino descubridor del Tornaviaje
6. Juan de Zumárraga, primer obispo de México
7. Juan Martínez de de Recalde, almirante de la Armada de Vizcaya
8. Miguel de Oquendo, almirante de la Armada de Guipúzcoa
9. Martín de Bertendona, almirante de la Armada de Levante
10. Bruno de Hezeta, cartógrafo de la costa norteamericana del Pacífico
11. Antonio de Gaztañeta, ingeniero naval de las proporciones de construir navíos
12. Domingo de Bonechea, conquistador de la isla de Tahití
13. Blas de Lezo, almirante "patapalo" héroe de la defensa de Cartagena de Indias
14. Cosme Damián de Churruca, almirante científico caído en el combate de Trafalgar
16. José de Mazarredo, promotor de la Ilustración científica naval
17. Juan José de Apodaca, último virrey de la Nueva España
18. Francisco Javier Mina, emancipador de México




20/11/2023

Pedro de Aramburu y Aburruza


Almirante de la Real Armada de la Guarda de la Flota de Indias en 1664, capitán en la Expedición a Orán en 1677, y almirante de la Escuadra de Bajeles de Guipúzcoa en 1685

PEDRO DE ARAMBURU Y ABURRUZA

Pedro de Aramburu y Aburruza nació en la guipuzcoana villa de Tolosa en 1656. Era el cuarto hijo del capitán Pedro de Aramburu e Yparraguirre y su segunda mujer, María de Aburruza y Aramburu. Su hermano Miguel de Aramburu también perteneció a la Real Armada española.

Siguiendo la tradición familiar, Aramburu ingresó en la Real Armada española en 1664. Durante sus primeros 14 años, sirvió a España embarcado en los galeones de la Guardia de la Carrera de Indias, en Tierra Firme y Nueva España. Realizó 5 viajes a través del Atlántico teniendo enfrentamientos a corsarios y enemigos de España, y costeó la organización de diversos galeones para expediciones marítimas.

En septiembre de 1664, embarcó por primera vez como jefe de arcabuceros en alguno de los barcos de guerra que protegían la Flota Mercante de la Nueva España, al mando de los capitanes Luis de Alarcón, Gabriel de Cruzelaegui y Francisco de Lezo, entre otros.

Siendo capitán de la Flota del Mar Océano y Costas de Andalucía, el marqués de La Laguna le designó para el gobierno del navío Gobierno de HolandaMás adelante, Aramburu pasó con los soldados y marinos, oficiales y banderas de su compañía al navío Nuestra Señora de la Concepción.

REAL ARMADA DE LA CARRERA DE INDIAS

En 1676, fue nombrado capitán de Mar y Guerra al mando de uno de los galeones de la Real Armada de la Guarda de la Carrera de Indias, que protegía a la Flota de Nueva España al mando del general Francisco Martínez de Granada. Tras partir desde el puerto de Cádiz, Aramburu destacó durante un enfrentamiento con una flota francesa formada por 34 embarcaciones. Junto al resto de galeones de protección, marchó en persecución de estos bajeles, cañoneándolos hasta perderlos de vista al anochecer. Su general destacó su valiente actuación en la salvaguarda de la flota mercante de Indias:
"la mucha parte que tuvo este capitán en el buen suceso de aquel viaje por la aplicación y zelo que manifestó."

En 1677, Aramburu fue nombrado capitán de Mar y Guerra de uno de los galeones que formaban parte de la Expedición a Orán.

En mayo 1680, alcanzó el hábito y cruz de caballero militar de la Orden de Santiago.

En 1683, fue nombrado superintendente del apresto y despacho de los galeones San Carlos y San Juan a su cargo. Con ambos galeones se incorporó a la Armada Real establecida en la bahía de Cádiz. El capitán general de la misma, el conde de Aguilar, le nombró gobernador de la Capitana Real "por la suficiencia y satisfacción de su persona". Durante la singladura, esta armada sufrió un temporal que hizo perder la nave Capitana Real del almirante Aramburu, naufragando en las costas africanas. El marino guipuzcoano perdió sus bienes, aunque consiguió desembarcar la guarnición militar que transportaba en la base de Ceuta, en abril de 1684.

Mediante misiva al rey Carlos II, con fecha 20 de junio de 1684, Aguilar testificó que Aramburu procedió en todo momento "con estimable valor y constancia", contribuyendo de forma decisiva al salvamento de la tripulación.

Tras esta expedición a Ceuta, Aramburu solicitó al Consejo de Indias su servicio en un cargo de la administración de los virreinatos españoles de América, que fue rechazada. No obstante, en 1685, la Corte le nombró almirante de la Real Escuadra de Bajeles de la Provincia de Guipúzcoa, sustituyendo en el cargo al almirante Joseph de Iriarte y Gastelu, por su fallecimiento.

En febrero de 1686, se le asignó la Superintendencia de la Carena, Apresto y Despacho de los Bajeles de Guipúzcoa, cargo que compaginó con su mando del Almirantazgo. Además, recibía la autoridad sobre ministros de Armadas y Fábricas de las Cuatro Villas (Cantabria), capitanes de la Maestranza y demás capitanes y oficiales. Entre sus atribuciones estaba la de impartir justicia o la de distribuir el dinero de las arcas para el apresto.

GALEÓN NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN Y DE LAS ÁNIMAS

Entre octubre de 1686 y julio de 1688, estuvo encarcelado en la prisión militar del Castillo de Santa Cruz de San Sebastián. Estaba acusado de la pérdida de los navíos a su cargo en la expedición a Ceuta de 1683. Durante su estancia en la cárcel le ayudaron los capitanes Diego de Yparraguirre, Esteban de Alfaro y Pedro de Azpilicueta. Pudo demostrar que había cumplido con su obligación en todo momento y a pesar del temporal que sufrieron, por lo que fue exculpado.

Por Real Decreto de 30 de enero de 1691, el tribunal que juzgaba a Aramburu lo exculpaba de sus denuncias y le permitía continuar al mando de la Real Escuadra de los Bajeles de Guipúzcoa, y por Real Cédula de 22 de julio de 1691, le mantenía su rango de almirante. Ese año recibió en su escuadra los navíos San Carlos y San Juan, construidos en los astilleros de Pasajes, así como el galeón Nuestra Señora de la Concepción y de las Ánimas, una capitana real de 1.300 toneladas y 90 cañones construido en el astillero de Colindres.

Pedro de Aramburu y Aburruza murió en el puerto de Pasajes de San Juan en 1692, pocos días después de haber arribado en el galeón San Carlos, tras una grave enfermedad. Había legado su patrimonio a su hermano almirante Miguel de Aramburu.

18/11/2023

Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco


DICCIONARIO ILUSTRADO DE SÍMBOLOS DEL NACIONALISMO VASCO

Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco
Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees y Jesús Casquete, Editorial Tecnos, (2012), 904 páginas

¿Qué simboliza la ikurriña? ¿Cuál es el significado de Amaiur? ¿Cuándo se convirtió Gernika en un símbolo de la libertad vasca y de la paz? ¿Fue Sancho el Mayor el rey de todos los vascos? ¿Es el lauburu una esvástica vasca? ¿Por qué los sectores próximos a ETA conmemoran el 20-N? Este Diccionario ilustrado, obra pionera en su género, no sólo responde a estas cuestiones sino que estudia el universo simbólico del nacionalismo vasco, desde sus orígenes hasta nuestros días, a través de más de cincuenta voces: banderas, himnos, fechas, lugares, escudos, fiestas, personajes, batallas, lemas, etc. Doce historiadores y científicos sociales han rastreado durante años numerosos documentos inéditos, libros, folletos, revistas, periódicos, carteles, películas, fotografías, pegatinas y páginas web, para poder ofrecer la historia del origen y la evolución de cada uno de los símbolos seleccionados. Algunos de ellos son compartidos por todos los sectores del nacionalismo vasco; otros han sido objeto de auténticas batallas simbólicas entre el PNV, ETA y otros grupos nacionalistas. Sólo conociendo estos símbolos es posible entender cómo la identidad nacional vasca se ha extendido desde el siglo XIX hasta la actualidad.

Los coordinadores del libro son Santiago de Pablo, José Luis de la Granja, Ludger Mees y Jesús Casquete. Son profesores de la Universidad del País Vasco. Tanto ellos como los demás autores (investigadores y docentes universitarios se cuentan entre los mejores especialistas en el estudio del pasado y el presente del nacionalismo vasco, sobre cuya historia han publicado importantes obras en las últimas décadas.

14/11/2023

Tabla votiva de Zumaia por Juan Martínez de Mendaro


La tabla votiva de Zumaia es una pequeña pero preciosa y simbólica pintura datada a inicios del siglo XVI, que durante cinco siglos lleva expuesta en una capilla lateral de la iglesia parroquial de San Pedro de Zumaia.

Es un exvoto policromado dividido en dos partes iguales, que fue donado por el almirante zumaiano Juan Martínez de Mendaro a la iglesia de su villa natal.

Aunque se desconozca su autoría, los historiadores la consideran una obra singular por su buen estado de conservación y por su importancia histórica y documental. Es una de las primeras representaciones que reúne arte religioso y bélico.

TABLA VOTIVA DE ZUMAIA

En la parte superior aparece la Virgen con el niño en el centro sentada en el trono y flanqueada por San Pedro, que protege al donante arrodillado Martínez de Mendaro, y por Santa Catalina de Alejandría, en actitud lectora en el otro lado, y detrás de ella aparece una cabeza.

En la parte inferior aparecen dos naves enfrentándose: el barco de la izquierda lleva las armas de Portugal, y el de la derecha las de Castilla. Esta última es la nao Zumaya del almirante Juan Martínez de Mendaro durante el combate naval de Gibraltar en 1475.

En un lateral de la tabla aparece el siguiente texto:
"tabla votiva del insigne marino Juan Martinez de Mendaro que representa el combate naval que se verifico cerca del estrecho de Gibraltar entre naves españolas y lusitanas (1475)"
VIRGEN EN LA TABLA DE ZUMAIA

Se trata de la Armada del Reino de Castilla que se organizó aquel año para defender los intereses de la reina Isabel la Católica frente a la pretendiente Juana la Beltraneja, apoyada por el Reino de Portugal, durante la Guerra de Sucesión de Castilla en 1475-1479.

Aquella flota estaba formada por naves castellanas y aragonesas. Entre estas estaban las naos vascas de Salazar y Ortún Pérez de Gaviola, junto a la nao Zumaya, de la misma procedencia y capitaneada por Juan Martínez de Mendaro. En abril o mayo de 1475, estas naves vascas participaron en el combate del estrecho de Gibraltar que se efectuó contra ciertas naves portuguesas y genovesas, capitaneadas por la nao Borralla.

COMBATE DE GIBRALTAR EN LA TABLA VOTIVA DE ZUMAIA

El resultado fue la captura y destrucción de varias embarcaciones enemigas por parte de la flota castellana. Por el contrario, Martínez de Mendaro perdió a un hijo durante el combate. Para recordar el acontecimiento, el almirante guipuzcoano financió esta tabla pintada que entregó a la parroquia.

Este episodio está recogido en las crónicas de Palencia y Valera. El primero calificó a la Zumaya de Martínez de Mendaro como de igual tamaño que la Borralla y que embarcaba 300 hombres. De las otras dos naos vizcaínas señaló que eran más pequeñas, pero de gran velocidad, destacando la capacidad de fuego de sus bombardas.

PENDÓN DE CASTILLA Y LEÓN EN LA NAO ZUMAYA

10/11/2023

Toma de Calahorra


Un suceso mitológico fue el detonante de la toma de Calahorra por parte del rey pamplonés García III Sánchez. La leyenda se remonta al año 1044 y sostiene que durante una partida de cetrería en la que el rey había cruzado el río Najerilla, encontró dentro de una cueva una imagen de la virgen sobre una piedra. El hallazgo impulsó al rey levantar el Monasterio de Santa María la Real y fundar la Orden de la Terraza. Parece que este suceso está en el origen de la decisión de García III de tomar la ciudad de Calahorra, en la actual Rioja.

Pero, además, la conquista fue precedida por dos golpes militares de García contra territorios islámicos con el apoyo de la taifa de Toledo. El primero, devastando tierras y cosechas en Zaragoza en el verano de 1044. El segundo, siete meses después, saqueando amplias zonas próximas a Tudela.

CALAHORRA

En noviembre del año 1044, acudieron a una convocatoria del rey García, su hermano Fernando y su hermanastro Ramiro. Junto a ellos asistieron seis obispos: Álava, Nájera, Pamplona, Urgel, Oca y Palencia, además de los grandes magnates de los reinos. Llegaron a un acuerdo para lanzar estrategias de los ejércitos y buscar el momento propicio para el asalto.

Durante cinco meses antes del ataque, se hicieron grandes talas de árboles en los montes de San Millán y Cameros; después se fueron aprovechando los de Nájera y Viguera para la fabricación de ingenios de guerra como catapultas, arietas y trabucos, que también se obtenían de la madera de la sierra de Isasa, sobre el Arnedo y Peralta, donde se trabajaban estas armas necesarias para el combate. Otras armas defensivas y ofensivas como casquetes, lorigas, cotas de malla, escudos, adargas, espadas, dardos, arcos y útiles de zapador eran fabricados por los herreros del Pirineo navarro y Vizcaya, y la artillería por los armeros de Álava, Nájera y Pamplona.

Se preparó una numerosa hueste con recluta en todas las provincias de la corona, bajo los senescales (jefes de la nobleza), señores de las villas, oficiales y emisarios del rey, sus príncipes y sus prelados. Todas las milicias se fueron concentrando en la gran meseta del camino de Nájera y ciñeron la ciudad en atacar por la parte de Nájera y cortar así los posibles socorros por la parte de Tudela.

Las murallas de Calahorra descendían en fuertes pendientes hacía el río Cidacos y la vega del Ebro. En el recinto amurallado, la puerta de poniente embocaba con el camino de Nájera.

El inicio de la contienda tuvo lugar el 30 de abril de 1045. No se dispone de una crónica fiel de la batalla, y algunos relatos que se conservaron tienen un carácter más o menos literario, e incluso son una exaltación hiperbólica.

MONASTERIO SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA

Los historiadores convienen en paralelismos y contrastes existentes en la reconquista de ciudades tan importantes como Calahorra o Barbastro. Esta última fue también reconquistada varias veces, la primera en el año 1063 por un ejército cristiano con tropas llegadas desde otros reinos de Europa con la indulgencia papal. Y, aunque perdida en el 1064, con dura lucha las dos veces, fue definitivamente rescatada del islam en 1100. Aunque la diferencia esencial con Calahorra es que esta había sido ya una ciudad cristiana a finales del siglo X. Desde el año 923, conquistada por Sancho I Garcés y con la ayuda del rey asturiano Ordoño II, se mantuvo cristiana hasta el 966. También esto explica porque en 1045 no hubo una resistencia feroz de musulmanes puros, pues la numerosa presencia de cristianos mozárabes desde el interior de la ciudad siempre podía operar como una columna de ataque desde dentro.

06/11/2023

Joaquín María de Ferrer y Cafranga


Político liberal que ocupó varios cargos en los gobiernos liberales durante la regencia de María Cristina, llegando a ser presidente del Consejo de Ministros, ministro de Estado y ministro de Hacienda en 1841

JOAQUÍN MARÍA DE FERRER Y CAFRANGA

Joaquín María de Ferrer y Cafranga era natural de Pasajes de San Pedro, donde nació en 1861. Su padre fue Vicente Ferrer y Echeverría, veedor de cuentas, diputado y contador de la Real Armada, y de Manuela de Cafranga y Villabaso, ambos eran vascos.

Durante los años 1811 y 1815, en los últimos de la Guerra de la Independencia española, estuvo destinado en el Virreinato del Perú. Allí fue capitán del Regimiento de Voluntarios Distinguidos de la Concordia Española del Perú. Después, fue destinado al Virreinato de la Plata, donde prestó servicios económicos y diplomáticos, presenciando el estallido de los primeros movimientos emancipatorios hispanoamericanos.

En 1820, regresaba a la España peninsular, siendo nombrado diputado electo de Cuenca y vicepresidente de la sociedad Amantes del Orden Constitucional. Ese mismo año, recibió la medalla de la Orden de Isabel la Católica. Además, fue uno de los miembros de la Junta del Banco de San Carlos (Banco Central de España), directivo de la Compañía Mercante de Filipinas, y compró fincas urbanas del Crédito Público en Madrid.

Su pensamiento político estaba en contra del Antiguo Régimen Absolutista de Fernando VI. Era un ferviente defensor del Constitucionalismo español y el Estado liberal, por eso fue nombrado diputado por Guipúzcoa durante el Trienio Liberal, entre 1822 y 1823.

Tras la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y la reposición de Fernando VII al trono de España, en 1823, tuvo que exiliarse en Francia y Reino Unido. De hecho, fue condenado a garrote vil y requisado su patrimonio unos años después. En París, fue retratado y también a su mujer Manuela de Álvarez Coíñas por Francisco de Goya y Lucientes en 1824, durante una visita del pintor aragonés, y mantuvo un intercambio epistolar. También fue retratado por Jean Baptiste Jacques Augustin.

JOSÉ JOAQUÍN FERRER EN LONDRES

En Londres, Ferrer se dedicó a la bibliografía, trabajando con intelectuales británicos sobre publicaciones literarias. Adquiría libros clásicos de la cultura española que luego revendía, cuyo beneficio empleaba en proteger a amigos y colaboradores liberales que se refugiaban en Inglaterra. Entre los libros más destacados estuvieron una edición sobre la biografía de La Monja Alférez, sobre Catalina de Erauso, publicada en alemán, francés y español; una edición de El Quijote en miniatura que tuvo dos ediciones; y un estudio original Espíritu de Cervantes. Es destacable su libro Cartas autógrafas, publicado ya en España, en 1837.

En 1833, moría Fernando VII, caía el Absolutismo de forma definitiva en España y se implantaba el primer régimen constitucional estable bajo la minoría de edad de Isabel II. La reina regente María Cristina permitió una amnistía a los exiliados políticos enemigos de Fernando VII, entre ellos Ferrer.

En 1834, fue nombrado procurador en Cortes, en representación de Guipúzcoa. Eran momentos especialmente convulsos, había estallado la Primera Guerra Carlista, encabezada por otro guipuzcoano llamado Tomás de Zumalacárregui, quien sería entonces su enemigo político.

Tras el motín militar de La Granja y el restablecimiento de la Constitución de 1812 por la regente María Cristina, en 1836, el presidente del Gobierno español, José María Calatrava, le nombró ministro de Hacienda. Tras tomar cargo del cargo, abandonó al día siguiente por enfermedad.

JOSÉ MARÍA CALATRAVA Y BALDOMERO ESPARTERO

Sin embargo, se mantuvo en la alta política nacional, vinculado al Partido Progresista de Baldomero Espartero, junto al liberal progresista alavés Salustiano de Olózaga. Fue elegido presidente de las Cortes Generales de 1836 a 1837, tomando parte en la redacción de la Constitución de 1837. Mientras tanto, fue elegido diputado de Guipúzcoa en 1836 y en 1837, y senador de Navarra en 1841.

En 1840, siendo alcalde de Madrid, fue nombrado presidente de la Junta Revolucionaria de Madrid.

Cuando Espartero asumió la Regencia entre 1840 y 1843, Ferrer fue nombrado de nuevo ministro de Hacienda interino y vicepresidente del Gobierno de 1840 a 1841, además, fue presidente del Consejo de Ministros en 1841.

Con la salida de, duque de la Victoria, Baldomero Espartero, apenas participó en la actividad política, salvo para algunas misiones diplomáticas y de relaciones comerciales internacionales. En 1842, fue destinado a Londres como ministro plenipotenciario en Inglaterra. Tres años después, fue nombrado senador vitalicio, siendo presidente de la Cámara Alta.

En 1855, aparecía como vocal de la Junta Consultiva de Ultramar. Trabajó por la modificación de los Fueros de Navarra, siendo propietario de numerosas sociedades de fundición de hierro y minas de carbón. Sus últimos cargos administrativos fueron los de alcalde y juez ordinario de Hijosdalgo, regidor de Guernica y gentilhombre de Cámara.

En septiembre de 1861, murió en Mondragón.

02/11/2023

Etapa San Juan Pie de Puerto - Roncesvalles


San Juan Pie de Puerto (Saint Jean Pied de Port en francés) es el tradicional lugar de inicio del Camino Francés de la Ruta Jacobea en su tramo navarro. Es la capital de la Baja Navarra, en el departamento francés de los Pirineos Atlánticos. La Navarra de Ultrapuertos quedó al margen de la anexión de Navarra a la Monarquía española, en 1512, y perteneció independiente hasta finales de ese siglo, cuando Enrique III de Navarra fue coronado como Enrique IV de Francia. Mantuvo sus antiguos privilegios hasta la Revolución Francesa, en 1789.

En esta ciudad acampó Carlomagno tras recuperar los cadáveres de los doce Pares que fueron velados con cirios clavados sobre lanzas en la batalla de Roncesvalles.

Encrucijada de caminos, esta ciudad amurallada fue centro de intercambios de productos de la zona, especialmente de las manufacturas de lana y queso. Mercancías y personas debían pagar el portazgo para acceder a su mercado interior. Los peregrinos entraban por la Puerta de Saint Jacques, monumento Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1998, dentro de los Caminos de Santiago en Francia.

SAN JUAN PIE DE PUERTO

La Ciudadela, edificada en el antiguo palacio de los reyes de Navarra, se asienta sobre una explanada a la que se accede por la Puerta del Rey, junto a la Casa de los Gobernadores. El bastión es un magnífico mirador sobre la ciudad y los valles pirenaicos.

Por la calle de la Ciudadela, aparecen las casonas decoradas con conchas peregrinas y con inscripciones y detalles labrados en sus dinteles, como por ejemplo, la Casa Arcanzola, en el siglo XVI, casa natal del pintor y jesuita Juan de Mayorga, o la Cárcel de los Obispos, y termina junto a la Iglesia de Notre Dame du Bout du Pont. Esta última es un templo gótico del siglo XIV construido sobre la iglesia primitiva, que mandó construir Sancho VII el Fuerte para conmemorar la victoria de las Navas de Tolosa (Jaén) en 1212 frente a los musulmanes. Consta de tres naves y presbiterio poligonal, cubiertos con bóvedas de crucería.

El camino pasa por la Puerta de Navarra, o del Mercado, el puente de la iglesia y la Puerta de España, construida sobre la antigua calzada romana que unía Astorga y Burdeos.

SAN JUAN PIE DE PUERTO

Desde Saint Jean, los peregrinos ascendían por los puertos de Cisa hasta el siglo XII. Pero desde el XIII empezó a ser frecuente la subida al Puerto de Ibañeta por Valcarlos, hoy convertida en carretera, a través del Puente internacional de Arnegui, última población francesa, para entrar en Pekotxeta, el barrio fronterizo del lado español. Hoy en día, el trayecto se realiza a través de los puertos de Cisa.

Por el puente antiguo salió Carlos VII en 1876, cuando el pretendiente al trono de España puso final a las Guerras Carlistas.

El valle del río Luzaide se estrecha al ascender a Valcarlos, ciudad que recoge los hechos legendarios narrados en el cantar de gesta Chason de Roland y en el Codex Calixtinus.

Valcarlos se compone de cinco barrios. En el principal, Eleizalde, se encuentra la Iglesia de Santiago, destruida durante la Guerra de la Convención en 1793 y reconstruida en 1799. Junto a ella existió un hospital de peregrinos, otro más, ascendiendo el puerto, en la Venta de Goroscaray, y el último en la cima del puerto. Los tres hospitales eran dependientes de la Colegiata de Roncesvalles.

IGLESIA DE SAN SALVADOR DE IBAÑETA

Sobre la cima del puerto de Ibañeta confluían los dos itinerarios. Allí se alzaba la Cruz de Carlomagno, desaparecida a finales del siglo XVIII. En la actualidad se encuentra el monolítico Monumento a Roldán, uno delos generales de Carlomagno.

La Iglesia de San Salvador de Ibañeta ha dependido de la Abadía de Leyre desde 1071, y de Roncesvalles desde el siglo XIII. Ha sufrido el desgaste del tiempo, un incendio en 1794 y varias reconstrucciones hasta reducirse a la ermita actual desde 1965.

En Roncesvalles-Orreaga se une la tradición jacobea con la épica, pues además de ser hospital de peregrinos resulta ser el campo de batalla donde fue derrotado Roldán.

El Hospital de Peregrinos fue fundado en 1132 por iniciativa del obispo de Pamplona, financiado con generosas donaciones y mantenido por un cabildo de canónigos regulares que vivían según la regla de San Agustín, más tarde bajo la autoridad del Papa. Fue reformado en el siglo XVIII. Cada peregrino hospedado tenía derecho a pasar tres noches, correspondiéndole comidas y cenas, descanso, aseo personal y cura de enfermedades si padeciese.

REAL COLEGIATA DE NUESTRA SEÑORA DE RONCESVALLES

La Colegiata de Nuestra Señora de Roncesvalles fue mandada edificar por Sancho VII el Fuerte, uno de los vencedores de la batalla de las Navas de Tolosa. Siguiendo el modelo de los templos góticos franceses, tiene tres naves separadas por gruesas columnas, de las que arrancan los nervios de las bóvedas que cubren los laterales y los arcos apuntados de la nave central. La cabecera es poligonal y tiene cinco esbeltos ventanales con vidrieras modernas. La imagen de la titular es gótica, del siglo XIV. En otra capilla lateral hay un retablo con la imagen de Santiago Peregrino.

El actual claustro de la colegiata, reedificado en el siglo XVII, es el antiguo claustro gótico, donde hubo un gran número de sepulcros. En un lateral, la Capilla de San Agustín o Sala Capitular constituye el Mausoleo Real de Sancho VII, que expone el sarcófago del gran rey navarro y la cadena arrebatada al Miramamolín sarraceno durante aquella batalla.

SEPULCRO DE SANCHO VII EN LA SALA CAPITULAR DE RONCESVALLES

El conjunto formado por el museo, el archivo y la biblioteca atesoran un conjunto de esculturas y pinturas de la colegiata, un grupo de libros entre los que destaca el Códice de La Pretiosa, del siglo XIV, a la vez libro de coro y cartulario histórico, objetos de orfebrería destacando el evangelio de Roncesvalles, el ajedrez de Carlomagno, y la esmeralda de Miramamolín, arrancada por Sancho VII del turbante del enemigo musulmán.

Junto al recinto de Santa María de Roncesvalles se encuentra la Iglesia de Santiago, templo gótico del siglo XIV. La Capilla del Espíritu Santo o Silo de Carlomagno es un edificio románico del siglo XII, de planta central, que albergaba pinturas dedicadas a la batalla de Roncesvalles, destinado al uso funerario de los peregrinos que morían en la villa.

IGLESIA DE SANTIAGO DE RONCESVALLES