A la muerte de Enrique IV, rey de Castilla, en 1474, Isabel de Trastámara accedió a la sucesión al trono, siendo coronada reina en Segovia ante nobles. Para asentarse en el poder y contrarrestar las aspiraciones de su rival Juana la Beltraneja y sus aliados portugués y francés, movió con rapidez a sus apoyos. Uno de sus principales valedores fue el guipuzcoano Bartolomé de Zuloaga, natural de Rentería.
Zuloaga fue enviado por Isabel la Católica en representación suya, junto con Antón de Baena, para asistir a la Junta Particular de la Hermandad de Guipúzcoa, reunida en Basarte, situado en Azcotia, el 2 de enero de 1475, con el objetivo de pedir a la Provincia el juramento de fidelidad a la nueva reina, como así se hizo. A su vez, juró los Fueros de Guipúzcoa en nombre de Isabel la Católica.
Los historiadores Gamón y Gorosabel relataron extensamente su intervención:
"Zuloaga vino a Guipúzcoa, junto con Antón de Baena, como embajadores de la Reina Isabel, con cartas de la soberana que presentaron en las Juntas de Basarte el 2 de enero de 1475."
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JUNTA PARTICULAR DE LA HERMANDAD DE GUIPÚZCOA |
Una de las cartas, dirigida a la provincia, comunicaba la noticia del fallecimiento de Enrique IV de Castilla, hermano de la reina, y de la proclamación de ésta como soberana por los "Grandes del Reino" en Segovia. Por la otra carta se solicitaba la fidelidad y obediencia de Guipúzcoa. Zuloaga y Baena recibirían en nombre de la reina el homenaje, y también en su nombre prometieron la guarda y confirmación de los privilegios, usos y costumbres de Guipúzcoa:
"Podades prometer e prometades en mi nombre que yo guardaré e manda réguardar e confirmaré sus privilegios, buenos usos e costumbres, según que los tuvieron e tienen de los Señores Reyes de gloriosa memoria, mis progenitores."
En efecto, poco antes, en 1470, Enrique IV había reconocido solemnemente los Fueros guipuzcoanos, elogiando agradecido los grandes servicios de Guipúzcoa:
"Su voluntad siempre había sido y era, acatando la gran lealtad y servicios tan señalados de la misma, el honrar la y guardar sus privilegios y libertades más principalmente que a otra alguna tierra de sus reinos, y así lo entendía hacer y guardar en adelante."
Las cartas reales fueron leídas en las Juntas ante Domenjón González de Andía. Los junteros suplicaron a la reina y a sus comisionados que:
"los mantuviese e amparase en toda paz e justicia, e les mandase confirmar e aprobar sus privilegios e franquicias, libertades, exenciones, buenos usos e costumbres, su Hermandad, e el Cuaderno, ordenanzas, cartas e provisiones de ella."
En virtud de los poderes recibidos, Zuloaga y Baena asintieron a la petición y lo prometieron en nombre de la reina. Al día siguiente del pleito homenaje rendido por Guipúzcoa a doña Isabel, dieron en Azcoitia palabra de guardar los Fueros:
"Nos los dichos Antón de Baena y Bartolomé de Zuloaga, por virtud de los poderes de la Reina nuestra señora a nosotros dados, decimos que loamos y aprobamos los dichos capítulos, e prometemos en nombre de Su Alteza, que guardará, cumplirá y confirmará lo susodicho, e en firmeza de ello firmamos aquí nuestros nombres.
Fecho en Azcoitia a 15 de enero del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de 1475 años.
Antón de Baena, Bartolomé de Zuloaga."
El escribano Domenjón González de Andía formalizó el acta.
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ISABEL LA CATÓLICA Y DOMEJÓN GONZÁLEZ DE ANDÍA |
Pero no conforme la Junta provincial con la fiel palabra de la reina Isabel de Castilla, exigió además el juramento de su rey consorte Fernando de Aragón. Este aprobó los fueros guipuzcoanos en cédula firmada el 3 de junio de 1476, en Valladolid. Unos días más tarde firmaba otra cédula, grandemente elogiosa para Guipúzcoa:
"Mi intención no es de agravaros en cosa alguna, salvo guardaros en vuestra hidalguía y libertad como a mis buenos y leales fidalgos vasallos, e vos entiendo gratificar en gracias, mercedes e libertades sobre las que tenedes, porque de esa Provincia tengo más cargo que de las otras nin lugares de mi reinos según los servicios que me habéis fecho e los trabajos que habéis pasado por mis servicios."
Ese mismo año de 1476, con motivo de la visita al Señorío de Vizcaya, Fernando el Católico juró los fueros de este territorio en Guernica, confirmando además los privilegios de Portugalete. El interés mostrado por la marina vasca apareció en la Pragmática del 20 de marzo de 1476, por la cual concedía ventajas a los armadores y astilleros vascos que construyesen naos de más de 600 toneladas.
En 1483, la reina Isabel realizó una visita al Señorío de Vizcaya. El 5 de septiembre llegaba a Bilbao, efectuando su juramento a los Fueros provinciales en el portal de la Tendería.
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JURA DE LOS FUEROS EN BILBAO POR ISABEL LA CATÓLICA |
Años más tarde, el cronista real Prudencio de Sandoval escribió su visita por diversos pueblos de Vizcaya, como Portugalete, Durango y otros, en el que la reina Isabel:
"... se vestía y tocaba al uso de aquel pueblo, llamando a las personas de más merecimiento y tomando de la una el tocado, de la otra la saya y de la otra el cinto y las joyas, para tener a todos de su mano y mostrarles el amor que les tenía, y volvía estas preseas a sus dueños muy mejoradas, cuando llegaba a otro pueblo, y a sus maridos hacía muchas mercedes y honraba y gratificaba con dones a los que le habían servido en guerra y de esto hay grandes privilegios entre los nobles vizcaínos y guipuzcoanos."
Todavía, en 1484, Isabel y Fernando declararon que aprobaban y confirmaban los privilegios de Guipúzcoa de los reyes predecesores. Carlos V repetiría el gesto en 1521.
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