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05/05/2025

Bernardo Tomás de Goenaga


Capitán de infantería del Regimiento de León en la Guerra de África y héroe de la batalla de Tetuán en 1860, capitán de infantería de la Compañía de Voluntarios de Fuenterrabía en 1770 y gobernador de esta plaza en la III Guerra Carlista en 1775

BERNARDO TOMÁS DE GOENAGA

Bernardo Tomás de Goenaga y Arruebarrena era natural de Fuenterrabía, donde nació en 1816, siendo hijo de padres comerciantes asentados en dicha villa guipuzcoana. Descendía de la casa solar de Goenaga, sita en Astigarreta, que vino a Fuenterrabía desde Urrestilla a principios del siglo XVIII.

Después de recibir la educación básica en la escuela municipal, Goenaga decidió servir en el Ejército español a las órdenes del duque de Granada, con el rango de paje.

En 1833, tras el inicio de la I Guerra Carlista, defendió la causa del pretendiente Carlos y el Régimen absolutista frente al recién Sistema constitucional de Isabel II. Se enroló en algunos de los cuerpos carlistas que se habían formado en Irún con el rango de cadete. Fue partícipe de varios enfrentamientos bélicos contra el bando cristino con bastante mérito y valentía, recibiendo varias heridas durante el desarrollo de la contienda.

Fue uno de los "convencidos" en el Convenio de Vergara que puso fin a la guerra. Tras esto, se reconocieron sus méritos en batalla siendo ascendido a teniente de Infantería.

En 1845, estuvo destinado como capitán de Infantería del Regimiento de Zaragoza número 12, ubicado en Barcelona, a las órdenes del coronel Genaro de Quesada. En esta ciudad contrajo matrimonio con Fermina de Mendizábal, natural de Tolosa.

BATALLA DE TETUÁN, POR EDUARDO ROSALES

En 1859, comenzó la Guerra de África contra el Reino de Marruecos. Entonces, tenía 42 años cuando se presentó voluntario para enrolarse en el Real Tercio Vascongado de África, también llamado División Vascongada. Lo malo es que llegó tarde cuando el cuadro de mandos de Guipúzcoa estaba cubierto al completo. Solicitó sus servicios al Ministerio de la Guerra, que le destinó como capitán de Infantería del Regimiento de León número 38, a las órdenes del general Prim. Con este batallón pasó a formar parte del Ejército que luchó en aquella contienda con honor y bravura.

Su primera acción de armas fue la Batalla de Castilleros, en enero de 1860, con victoria del Ejército nacional, aunque con numerosos muertos y heridos.

Goenaga destacó especialmente en la Batalla de Tetuán, el 4 de febrero de 1860. Esta era una ciudad fortificada y atrincherada por las tropas marroquíes. Cuando empezó el asedio a la ciudad, unos 400 metros separaban el ataque español de las primeras trincheras defensivas, y la artillería del general Prim no conseguía aplastar a la artillería marroquí ni tampoco sus robustos parapetos y trincheras. Se hizo necesario que Prim lanzase un ataque frontal a las trincheras con el segundo cuerpo de ejército. Al mando del primer batallón del Regimiento de León, Goenaga avanzó por un terreno llano y descubierto. Nada más iniciarse el avance a caballo, recibió un balazo en el brazo izquierdo, minutos después la metralla atravesaba su muslo derecho. A pesar de la pérdida de sangre, continuó al frente de la ofensiva para mantener la disciplina de su batallón en momentos tan críticos hasta llegar a las trincheras. Una vez en ellas, continuó combatiendo con el sable en su mano útil, hasta que una bala de espingarda le atravesó la palma de la mano derecha. Tuvo que retirarse ayudado por un sargento, pero su batallón ya había abierto brecha en las líneas defensivas accediendo a la ciudad.

Se convirtió en el héroe de aquella campaña por haber sido el primero en asaltar las trincheras donde se cubría el enemigo, y tras haber recibido tres heridas. A pesar del dolor y la sangre que perdía, se negó a retirarse hasta que la posición quedase totalmente dominada por el Ejército español. Aunque el primer hombre en entrar en la fortaleza había sido el general Prim, este consideraba que fue posible gracias a la actuación previa de Goenaga y sus hombres.

Por esta acción, Goenaga fue distinguido por el general O'Donnell, quien le ascendió al grado de teniente coronel sobre el mismo campo de batalla, pasando al empleo de segundo comandante del Regimiento de Infantería de León número 38. Además, como obsequio a su valor, O’Donnell le entregó dos pistolas que pertenecieron al teniente general Francisco Espoz y Mina, y que su esposa Josefa de la Vega ofreció como recompensa para algún héroe distinguido en la batalla "para que sirviesen al jefe que mandase el primer batallón de nuestro ejército que penetrase dentro de los muros de la plaza de Tetuán". Por encima del valor económico estaba el valor moral de aquellas armas pues Francisco Espoz y Mina era un símbolo navarro y héroe guerrillero de la Guerra de la Independencia española contra la invasión de los franceses unas décadas antes.

EL GENERAL PRIM EN LA BATALLA DE TETUÁN, POR FRANCISCO SANS CABOT

Debido a la complejidad de sus heridas, Goenaga fue trasladado al hospital militar de Cádiz. A pesar de recuperarse, no estaba apto para servir en el Ejército, por lo que el Ministerio de la Guerra le concedió un retiro con el sueldo íntegro de teniente coronel. A partir de 1861, permaneció en su villa natal de Fuenterrabía junto a su mujer y dos hijas. Allí recibió las pistolas de Espoz y Mina que viajaron desde el ayuntamiento de La Coruña, que decidió donar al depósito del Museo Municipal de San Sebastián. En la capital de su provincia se había convertido en una personalidad pública, alcanzando algunos cargos administrativos en el ayuntamiento o la diputación.

En 1868, la reina Isabel II fue derrocada y se instauraba la I República española, que deba paso a la III Guerra Carlista entre 1872 y 1876. Entonces, grupos de guerrilleros vascos se iban organizando y armando en los montes de la Guipúzcoa interior. Goenaga pasaba a la acción, pero en este caso en el bando liberal, al contrario que en la primera de estas guerras civiles décadas antes.

Así, en 1870, organizó una Compañía de Voluntarios de Fuenterrabía, formada por unos 150 vecinos armados que apoyaban el Régimen liberal y constitucional. Era el embrión de lo que poco después sería la Compañía de Voluntarios de la Libertad, que surgió como respuesta de los civiles, especialmente por los burgueses, para la defensa de la ciudad frente a posibles ataques de los guerrilleros carlistas. Goenaga estaba al frente de este cuerpo militar con el que realizó varias incursiones al ámbito rural y otras operaciones de guerra.

En verano de 1872, recibió al rey Amadeo de Saboya como príncipe de la Monarquía española en la parroquia de Santa María de San Sebastián, junto a los Voluntarios Liberales de varios municipios guipuzcoanos.

En 1875, recibía una guarnición de 200 soldados de refuerzo. El general Genaro Quesada, jefe el Ejército del Norte, nombró a Goenaga como comandante de Fuenterrabía, cediendo el mando de los voluntarios a otro veterano de la Guerra de África, Sinforiano González.

Desde su cuartel en el castillo, propiedad entonces de Eugenio Goenaga Arruebarrena, los voluntarios liberales controlaron el interior de la ciudad fortificada, mientras Jaizkibel, Guadalupe, Higuer, Azkenportu, Capuchinos y la Marina estuvieron casi siempre bajo el control carlista.

Este puesto concedido por el general Quesada fue fruto del prestigio y méritos que había alcanzado en el Ejército liberal, no solo en este conflicto, también por sus anteriores actuaciones africanas. También recibió las atenciones de los generales Laserna y Calleja, y el general Loma le ofreció el mando del segundo Batallón de Miqueletes que se iba a organizar en Guipúzcoa al término de la guerra.

Sin embargo, no renovó sus servicios al Ejército debido a su debilitado estado físico, castigado por sus heridas. En 1877, Bernardo Tomás de Goenaga murió en su ciudad natal, a los 77 años de edad.

PISTOLAS Y RETRATO DE FRANCISCO ESPOZ Y MINA

11/11/2024

Nazario de Eguía y Sáenz de Buruaga


Militar que combatió en la Guerra de la Independencia española de 1808-1814 y en la primera Guerra Carlista de 1833-1836 como general en jefe del Ejército del Norte, fue I Conde de la Casa Eguía

NAZARIO DE EGUÍA

Nazario de Eguía y Sáenz de Buruaga nació en Durango, en 1777. Estudió Filosofía en el monasterio de la Orden dominicana de Vitoria, y después Teología en el Seminario conciliar de Pamplona durante dos años. De ahí pasó a la Universidad de Valladolid, también otros dos años, licenciándose en Logroño.

A los 18 años, abandonó de forma momentánea sus estudios eclesiásticos para incorporarse a una de las compañías levantadas por el Señorío de Vizcaya. Había estallado la Guerra de la Convención francesa en 1893, España se preparaba para la defensa y Eguía formó parte de las tropas que mandaba su tío, el general Francisco Ramon Eguía.

Al término del conflicto decidió permanecer en el Ejército. En 1796, era cadete del Regimiento de Extremadura, y un año después de la Real Academia Militar de Zamora, Escuela Superior de Ingenieros Militares de Madrid. En 1799, era subteniente del Real Cuerpo de Ingenieros.

En 1801, tomó parte en la Guerra de las Naranjas, contra Portugal, formando parte de la División de Vanguardia, interviniendo en el sitio de Campo Mayor, en las misiones sobre las plazas de Elvas y Marvão y en la acción de Arronches.

En 1802, fue ascendido a teniente, obteniendo en 1804 los empleos de segundo capitán y primer capitán. Finalizadas las operaciones, recibió los ascensos de teniente, en 1802, y capitán, en 1804, del Real Cuerpo de Ingenieros. En 1805, contrajo matrimonio con Isabel de Vargas y de la Fuente.

En septiembre de 1807, tomó parte de las operaciones de invasión a Portugal por el Ejército combinado hispano-galo, al mando del general Junot, integrado en las fuerzas españolas que mandaba Juan Carrafa.

GUERRA DE LAS NARANJAS

Al estallar la Guerra de la Independencia en mayo de 1808, Eguía fue hecho prisionero del Ejército francés, cuando estaba en Lisboa. Dos meses después, consiguió escapar, presentándose a la Junta de Sevilla para unirse a la resistencia. Entonces, recibió el grado de teniente coronel del Ejército español de la II División de Andalucía que dirigía Pedro Grimarest, tomando parte de la retirada de Lerín, en las sucesivas batallas de Tudela, Calahorra y Cascante, y en las acción de Santa Cruz de la Zarza.

Después combatió en Tarancón y Uclés en la División de Vanguardia. Tras la derrota de esta última ciudad, le fue encomendada la misión de integrar la II División en la de La Mancha, tomando acciones bélicas en Mora y Consuegra, a las órdenes del duque de Alburquerque.

En 1809, fue ascendido a coronel de Ejército de Extremadura, al mando de Gregorio de la Cuesta. Participó en las batallas de Medellín y Talavera de la Reina, siendo recompensada su destacada actuación con el grado de brigadier de ingenieros. Pasaba a estar a las órdenes del duque de Wellington a mediados de aquel año, pero tras la retirada de las tropas inglesas a territorio portugués, Eguía regresó al Ejército de Extremadura. Estuvo integrado en las tropas destacadas en La Mancha por general en jefe, Francisco Eguía, y acompañó a éste cuando fue nombrado inspector general de Infantería.

BATALLA DE OCAÑA

A finales 1809, sufrió la derrota de Ocaña, siendo entonces nombrado cuartel-maestre del Ejército de Extremadura, un grado parecido al de mariscal de campo. Desde allí, organizó la retirada hasta Cádiz, en cuya defensa colaboró durante todo el sitio. También organizó la defensa de la isla de León y la inspección de diversas armadas con destino a los virreinatos americanos.

En junio de 1810, fue nombrado fue nombrado ayudante general y 2º jefe del Estado Mayor del 4º Ejército, ubicado en la isla de León, y un mes después, jefe de Estado Mayor. Una vez levantado el sitio de Cádiz, en diciembre de 1812, fue comandante militar del cantón de la isla de León.

En junio de 1813, eliminando la invasión francesa sobre el sur peninsular, a Eguía se le encomendó la Subinspección de Tropas de Ultramar, siendo en octubre del año siguiente ascendido a mariscal de campo.

Al finalizar la Guerra de la Independencia fue ascendido a mariscal de campo, abandonando el Cuerpo de Ingenieros, a mediados de 18014. Permaneció en Madrid como miembro del Consejo de Guerra de oficiales generales. La fuga de Napoleón Bonaparte desde la isla de Elba puso en alerta a las Cortes europeas ante una posible amenaza. Por eso, entre mayo de 1815 y diciembre de 1816, Eguía estuvo reforzando los cantones de Roncesvalles e Irún, al mando de la 1ª División de Infantería del Ejército de Observación de los Pirineos Occidentales.

PROMULGACIÓN DE LAS CORTES DE CÁDIZ EN 1812

Al finalizar la alarma en febrero de 1816, Eguía fue destinado a sucesivos altos cargos en diferentes destinos: jefe de la Plana Mayor del Ejército de Castilla la Vieja, jefe de la Plana Mayor del Ejército de Castilla la Nueva, fiscal de la Asamblea de la Real y Militar Orden de San Fernando, y comandante general del Cordón Sanitario de la Sierra Morena y el Tajo. Este último destino fue encomendado en septiembre de 2019, y ya había recibido un año antes la Cruz de San Fernando de 3ª Clase por los servicios ofrecidos en el Ejército español.

En marzo de 1820, se produjo el levantamiento militar del general Rafael Riego en Las Cabezas de San Juan contra el Régimen absolutista. Eguía se destacó como un ferviente absolutista y defensor a ultranza de la figura de Fernando VII. Tras llegar a Madrid desde su destino en Santa Cruz de Mudela, se le encomendó la Jefatura de la Plana Mayor del Ejército de Galicia. El triunfo del alzamiento y la jura de la Constitución liberal por Fernando VII cambió los planes y fue relegado a la fiscalía de San Fernando durante todo el Trienio Liberal de 1820-1823.

Tras la vuelta del Régimen absolutista por los Cien Mil Hijos de San Luis, la Regencia de Fernando VII le asignó mantener las relaciones diplomáticas con el duque de Angulema, intendente de aquel Ejército francés.

Entonces, el rey le nombró comandante general político y militar de Tuy. Fue el inicio de otra oleada de sucesivos cargos y destinos desde finales del 1823: subdelegado de rentas y subdelegado especial de Policía de Vigo, la jefatura de la Capitanía General de Galicia, la capitanía general de las Provincias Vascongadas, y de nuevo de Galicia unida la Presidencia de la Real Audiencia. Allí organizó dos expediciones hacia Cuba.

LEVANATAMIENTO MILITAR DE RAFAEL DE RIEGO

Durante su mandato, Eguía dirigió las tropas desplegadas en la Frontera de Portugal, como consecuencia de los levantamientos políticos que se estaban produciendo en verano de 1827. Se dedicó a perseguir a los bandoleros del territorio de Lugo, especialmente a detener a los liberales, junto con los Voluntarios Realistas. También, concentró en Santiago todas las instituciones de la Capitanía general de La Coruña, por orden del rey.

Estas medidas hicieron ganarse la confianza de Fernando VII, pero también le ocasionó el enfrentamiento con liberales. Durante aquellos años Galicia, pudo conocer a otros defensores absolutistas:
Tomás de Zumalacárregui era gobernador de la plaza de El Ferrol y futuro caudillo del Ejército carlista.
Rafael de Vélez era arzobispo de Santiago y autor de numerosas obras políticas contra el liberalismo, como Apología del Altar y el Trono, o Preservativo contra la irreligión.
Francisco López Borricón era obispo de Mondoñedo y futuro vicario general castrense del Ejército carlista.

PALACIO DE SANTA CRUZ

El 29 de octubre de 1829, Eguía sufrió el primer atentado político mediante paquete bomba que estaba abriendo en su despacho del palacio de Santa Cruz, en Santiago de Compostela. La explosión le produjo la amputación la mano derecha y de dos dedos de la izquierda, y daños en la visión y diversas heridas en el cuerpo.

A pesar de un realizar una intensa actividad de investigación por parte de las autoridades, no se encontró a los responsables. Pero siempre se supo que eran revolucionarios liberales, en sus intentos de asesinar a los más leales y fervientes defensores del Régimen tradicionalista. Este atentado consiguió que Eguía se enfatizara aún más en sus ideales absolutistas.

En noviembre de 1829, Fernando VII recompensó al militar vizcaíno con el ascenso a teniente general.

En mayo de 1830, regresaba al mando de la Capitanía General y concedía el título de conde de Casa-Eguía. Tras enfermar el rey, en septiembre de 1832, la reina María Cristina se hizo cargo del gobierno. Eguía fue destinado al cuartel de Valladolid, a medio camino entre la Corte y su ciudad natal, y en agosto de 1833 le fue permitido asentarse en Vitoria, más cerca de sus familiares.

Muerto Fernando VII, Eguía se alineó en favor del pretendiente al trono Carlos María de Isidro, al que sirvió en su Cuartel General, en contra de las aspiraciones de los liberales que respaldaban a su sobrina Isabel II. Estallaba la primera Guerra Carlista.

Desde su exilio en Francia, concretamente en Bagnéres, Eguía esperaba la llamada del líder carlista Zumalacárregui y trasladarse a las filas que defendía el Trono y el Altar. Tras la muerte de Zumalacárregui, Eguía se presentaba en Estella ante Carlos V, en julio de 1835. Este le nombró virrey de Navarra y general en jefe del Ejército Vasco-navarro en noviembre, en sustitución del fracasado Vicente González Moreno, sucesor de Zumalacárregui. Se dedicó a reorganizar las tropas mediante la formación de divisiones operativas y brigadas reservistas, y a fortalecer las líneas defensivas estables. Durante su mandato tuvo importantes roces con la Junta Gubernativa de Navarra y el general Maroto le acusó de crueldad.

TOMÁS DE ZUMALACÁRREGUI Y VICENTE GONZÁLEZ MORENO

En octubre de ese año, Eguía se enfrentó al general Fernández de Córdoba en territorio alavés, cerca del castillo de Guevara, y al siguiente a los liberales en la acción de Montejurra. En noviembre lideró la recuperación de Estella, y al mes siguiente se batió en Guetaria.

En los primeros meses de 1836, Eguía tuvo enfrentamientos militares en las provincias vascas: en enero, cerca de la alavesa villa de Arlaban; en febrero se apoderó de las vizcaínas Valmaseda, Plencia y Lequeitio; en marzo en Orduña; en abril en Orrantia y en la burgalesa El Berrón. Tras este último encuentro, fue nombrado vocal de la Junta Consultiva del Ministerio de la Guerra. Pero después de tomar parte en la acción de Arlaban, en junio, abandonó su cargo en la Jefatura del Ejército Vasco Navarro.

El motivo de su cese fue la incapacidad de desarrollar su plan estratégico. Este consistía en extender el teatro de operaciones a ciudades del centro-norte de España, como Santander, San Sebastián o Pamplona, las cuales deberían resistir a los sitios que el Ejército liberal realizase sobre ellas. De esta manera, el general Espartero obligaría a movilizar sus guarniciones, impidiendo la concentración de efectivos en el entorno rural del País Vasco y Navarra, generándole más gasto de recursos y efectivos militares.

Aun así, fue requerido para el Consejo de generales que preparaban el sitio de Bilbao por Bruno Villarreal, en octubre de 1836. El pretendiente Carlos le transfirió el mando, encontrándose en todas las acciones que tuvieron lugar hasta su levantamiento el 24 de diciembre. Como consecuencia de un nuevo fracaso, fue apartado del cargo y relegado al cuartel de Durango.

En abril de 1837, Carlos le solicitó para encabezar una comisión diplomática a la Corte de Turín. Su cansancio y deterioro físico, además de la falta de recursos, le impidieron obedecer la misión. Por este hecho, Eguía fue arrestado y encarcelado en el castillo de San Gregorio, en Navarra, durante dos años.

Los fusilamientos de Estalle mermaron el número de altos cargos militares con experiencia en combate del Ejército carlista. Esta situación ocasionó la perdonanza del pretendiente Carlos y su restauración al Ejército, nombrándole decano del Consejo Supremo de la Guerra, en marzo de 1839. Además del restablecimiento de este órgano de jefatura, tomó el mando de las tropas vasco-navarras, con las que se internó en Francia, en septiembre. La guerra estaba perdida, y se instauraba un Régimen constitucional de la reina Isabel II de forma definitiva en España y las provincias de ultramar.

Desde entonces y hasta julio de 1849, Eguía permaneció en Francia, lejos de Carlos, con residencia primero en Clermont-Ferrand, y después en Libourne y Burdeos.

Acogiéndose a la amnistía del junio de 1849, pudo regresar a España en libertad de cargos, con la colaboración del cónsul español en Burdeos. Aceptó el Convenio de Vergara, por lo que se le permitió recuperar su cargo de teniente general, así como todos sus honores y condecoraciones.
De la Guerra de la Independencia recibió las cruces de Talavera, de Chiclana, la del Tercer Ejército, la de retirada de la Isla de León, en 1815, la del Ejército que estaba en Portugal, en 1815, las de Mora del Rey y Consuegra, y la declaración de benemérito de la patria.

Además, por méritos a toda su extensa carrera fue recibiendo la cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, en 1816; y la de tercera y cuarta clase de la cruz de la Orden de San Fernando, en 1818 y 1834; la gran cruz de la Real Orden Americana de Isabella Católica, en 1831; la gran cruz de la Real Orden Española de Carlos III y la cruz de la Real Orden de San Hermenegildo, que fueron concedidas por Carlos María de Isidro, en 1836, y revalidadas por Isabel II en 1850.

Por último, se le permitió afincarse en el cuartel en Vitoria, posteriormente en San Sebastián, en 1851. Dos años después, fue nombrado senador vitalicio del reino. En 1860, se trasladó a Tolosa, donde murió en 1865.

08/09/2024

Martín García-Loygorri e Ichaso


Militar héroe de la batalla de Alcañiz durante la Guerra de la Independencia española e impulsor de importantes reformas en el Cuerpo de Artillería

MARTÍN GARCÍA-LOYGORRI E ICHASO

Martín García-Loygorri e Ichaso nació en Corella, Navarra, en 1759, perteneciente a una noble familia, que presuponía descendencia de los reyes de Navarra.

En 1772, cuando tenía trece años, ingresó en el Colegio de Artillería establecido en el Alcázar de Segovia, del que saldría como número uno de su promoción.

A lo largo de su vida intervendría activamente en veintisiete acciones de guerra, cinco sitios y una defensa de plaza.

Su primera intervención militar en la defensa de Melilla de 1777, contra el ejército del sultán de Marruecos. De 1801 a 1807 participó en las campañas de Portugal.

El 23 de mayo de 1809, tomó parte en la batalla de Alcañíz de la Guerra de la Independencia contra los franceses. Con su heroico comportamiento, logró salvar la vida de muchos alcañizanos, evitando la destrucción de la ciudad cuando todo parecía perdido. Dispuso con enorme acierto la ubicación de las diecinueve piezas de artillería con que contaban las fuerzas españolas. Con gran serenidad y sangre fría, esperó a que las tropas enemigas estuvieran casi encima para ordenar lanzar un ataque más duro, desbaratándolas y poniendo en huida a 10.000 soldados franceses cerca de Teruel.

martín garcía loygorri busto artillería museo
BUSTO Y CARTAS DE MARTÍN GARCÍA-LOYGORRI

Su decisiva intervención fue premiada con la Cruz Laureada de San Fernando, siendo el primer artillero en conseguir la más prestigiosa recompensa militar española. Además, fue ascendido a mariscal de campo.

Durante el resto de su carrera fue adquiriendo sucesivos cargos y condecoraciones: teniente general, vocal de las Asambleas de las Reales Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo y de la Junta Militar de Indias, y caballero profeso de la Orden Militar de Santiago.

Desde 1810 y hasta 1822, ocupó el cargo de director general del Cuerpo de Artillería, así como del Real Colegio de Artillería.

Este artillero navarro se encontraba ya en Madrid desde 1814, donde los franceses ya habían sido expulsados y se vivía una reconstrucción generalizada. Entonces, centró su gestión en la recuperación y mantenimiento de la artillería española tras la Guerra de la Independencia. Especialmente relevantes fueron sus servicios a la reorganización del Cuerpo, maltrecho después de tan larga y traumática campaña, destacando entre otros la institucionalización de la Junta Superior Facultativa como máximo órgano jerárquico artillero; la creación de los escuadrones a caballo y los batallones de tren; y la redacción y puesta en vigor de la Ordenanza para la artillería en las posesiones de Ultramar.

ARTILLEROS ESPAÑOLES EN LA BATALLA DE SOMOSIERRA

García Loygorri luchó además por la vuelta del Colegio de Artillería desde Baleares a su sede original, el Alcázar de Segovia, efectuando las gestiones de la reparación del edificio y recuperando su carácter científico-militar con un elevado nivel docente. Para ello editó un nuevo reglamento, amplió y mejoró sus equipos e instalaciones, e inauguró un gran laboratorio de química y otro de ciencias naturales. También procedió a la compra del Gabinete de Mineralogía del gran naturalista Casimiro Gómez Ortega, uno de los más importantes de Europa en su tiempo, que ha llegado hasta nuestros días.

Según palabras del comandante general del Cuerpo de Artillería, Martín García Loygorri:
"Cuando una educación noble e ilustrada despeja el entendimiento y fortalece el corazón, aunque no alcance a transformar en héroes a todos los jóvenes que la recibe tiene una gran probabilidad de predisponer a muchos y de conseguir algunos."

En 1816, impulsó la segunda edición del importante Tratado de Artillería, de Morla, que tendría notable influencia en varias generaciones de artilleros. Puso en vigor la Ordenanza para Ultramar, reorganizó este cuerpo y fundó la Junta Superior Facultativa, máximo órgano artillero.

Murió en Madrid, en 1824.

MARTÍN GARCÍA-LOYGORRI

25/04/2024

Luis Power Echavarri


Comandante de Artillería durante el sitio de Bilbao del 16 de agosto de 1808, donde organizó la defensa y murió frente al Ejército napoleónico

LUIS POWER ECHAVARRI

Luis Power Echavarri nació en Bilbao el 9 agosto de 1769. Fue y bautizado con el nombre de Lorenzo Ramón Luis Power Echavarri el día siguiente en su parroquia de San Nicolás, apadrinado por Juan Orue y María Isabela Power.

El apellido Power provenía de Irlanda. Los Power formaban parte de la élite comercial y social de Waterford, en el siglo XVII. La persecución contra los católicos liderada por Oliverio Cromwell desde Inglaterra hizo que huyeran de Irlanda y se establecieran en ciudades como Burdeos y Cádiz, y a inicios del XVIII, algunos descendientes se instalaron en Vizcaya o las Indias españolas. Así, Juan Bautista de Power Dubernet, nacido en Burdeos, pasó a vivir en Bilbao y casó con María Asencia de Larrea Lasarte en 1676, probando expediente de hidalguía que se conserva en la Casa de Juntas de Guernica, y teniendo como hijo a Felipe Power Larrea.

Este vizcaíno natural de Abando fue regidor del Señorío en 1760, regidor capitular de Bilbao en 1766 y 1774; alcalde 2º de Bilbao en 1778 y prior del Consulado en 1779. En 1758, obtuvo nupcias con María Ignacia Luisa de Echavarri y Arechavala, nacida en Guernica. Con ella tuvo nueve hijos y uno de ellos fue Lorenzo Ramón Luis Power Echavarri. La mayoría de los hermanos siguió el empleo de armas al servicio de la Monarquía española:

Mariano Ramón Francisco Paula de Power Echavarri fue caballero en el Colegio Real de Caballería de Ocaña en 1786, pasando luego al Regimiento de Algarbe como teniente.

Luis Gonzaga Rafael de Power Echavarri fue caballero cadete en el Colegio Real de Artillería de Segovia en 1786 y teniente en 1794.

Juan Bautista Antonio de Power Echavarri fue caballero cadete en el Colegio Real de Artillería de Segovia en 1786.

Julián de Power Echavarri fue alférez de Fragata en 1794.

Matías José Luis de Power Echavarri fue cadete de las Reales Guardias Walonas.

BILBAO, FINALES DE SIGLO XVIII

A la edad de 13 años, Luis Power Echavarri ingresó como cadete en el Colegio Real de Artillería de Segovia, con sede en el Real Alcázar. A los 16, conoció la noticia del fallecimiento de su padre, mientras alcanzaba el grado de subteniente.

En 1790 y 1791, fue destinado a Ceuta, hallándose en bombardeos que sufrió la plaza, y fue nombrado teniente.

En 1793, tomaba parte del Ejército español que realizaba la campaña del Rosellón francés, en la Guerra de la Convención. Allí fue derribado de su caballo por el fuego enemigo en un par de ocasiones. Después, tomó parte en la batalla de Mas d’Eu con su batería volante, y alcanzó el grado de capitán. El 9 de octubre fue herido en la batalla de Le Boulou, donde una bala de cañón le astilla la pierna izquierda, dejándole cojo por vida.

Tras la finalización de Guerra de la Convención francesa en 1795, fue destinado a Málaga y Ciudad Rodrigo.

También luchó en la Guerra de las Naranjas, un pequeño enfrentamiento que hubo entre España y Portugal en mayo y junio de 1801. Al término del mismo, en agosto de ese año, le fue concedida licencia para tomar baños termales en Cestona durante dos meses debido a los dolores que arrastraba como consecuencia de la herida en la pierna.

Los dolores no remitían y pidió permiso para retirarse a su Bilbao natal. En enero de 1803, consiguió licencia militar, con un sueldo de capitán de 300 reales. Sin embargo, erró en el cálculo de la cantidad que debía corresponderle y al mes siguiente solicitó volver al servicio activo.

En 1805, a los 35 años de edad, decidió casarse con su sobrina carnal María Luisa de Echazarreta Power, de 20 años, siendo hija de su hermana María Felipa de Power Echavarri y el alcalde de Zumaya. Pero encontró la oposición frontal de sus futuros suegros y presentes hermana y cuñado. María Luisa escribió al primer ministro del rey Carlos IV, Manuel Godoy, para que les otorgara la necesaria dispendia. Ambos pretendientes tuvieron que esperar dos años para conseguir formalizar su matrimonio en la parroquia Santiago de Bilbao, en junio de 1807. Tuvieron sólo un hijo, José Luis Vicente Julián de Power Echezarreta.

ARTILLEROS ESPAÑOLES DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Poco tiempo después este matrimonio iba a sufrir la consecuencia de la invasión francesa sobre España y el inicio de la Guerra de la Independencia en 1808. Tras la victoria de Bailén, el Ejército imperial de Napoleón Bonaparte retrocedía hacia la frontera hispano-gala y el golfo de Vizcaya.

La noche del 5 de agosto de 1808, Bilbao se levantó en armas contra los invasores. Se constituyó una Comisión de Guerra presidida por el mariscal de campo José Benito Zarauz. Power Echevarri fue nombrado comandante de artillería y se encargó de organizar la defensa, levantando barricadas y trincheras. Sus dotes estratégicas eran buenas, pero su oratoria lo era aún más. Fue claro al dirigirse a sus paisanos.

El 16 de agosto, sucedió el Sitio de Bilbao por el ejército de Merlín. Durante la batalla, Luis Power Echavarri murió al frente de un grupo de artilleros en Atxuri, a la altura del puente de San Antón. Trataba de contener la vanguardia de ataque mientras organizaba la huida de los voluntarios armados.

ARTILLEROS EN EN SITIO DE BILBAO DE 1808

El periódico El Bascongado, en su edición de 22 de febrero de 1814, hizo referencia sobre su valentía de esta manera:
"… fue una de las víctimas en esta sangrienta jornada don Luis Power, oficial de Artillería, de buena reputación militar, a quien se llamó el Daoiz de Vizcaya, muerto alevosamente al pie del cañón con tanto acierto manejado, después de haberle concedido el cuartel a que era acreedor por su valentía y después de haber salvado con su generosidad la vida de muchos conciudadanos, a quienes avisó se retirasen prudentes …"

Algunos le han denominado el "Daoiz de Vizcaya" en clara referencia a sus compañeros de armas Luis Daoiz y Pedro Velarde, ambos también capitanes de artillería, que murieron durante el levantamiento madrileño del dos de mayo.

En la actualidad, Bilbao dedica una calle al comandante en el barrio de Deusto, que comienza en Botica Vieja y termina en Lehendakari Aguirre, es la Luis Power Kalea.



10/09/2023

Antonio de Urbiztondo y Eguía


Militar y Gobernador de las islas Filipinas a mediados del siglo XIX, que incorporó la isla de Joló a dominio español

ANTONIO DE URBIZTONDO Y EGUÍA

Antonio de Urbiztondo y Eguía nació en San Sebastián en 1794. Proveniente de una prominente familia de la nobleza vasca, y ostentaba el título de marqués de la Solana.

Ingresó en el Ejército español como caballero paje en 1814, concluyendo la Guerra de la Independencia. Años más tarde, combatió al gobierno del Trienio Liberal (1820-1823) y llegó a ser inspector de Voluntarios Realistas.

Al estallar la I Guerra Carlista, se puso a favor de la causa del pretendiente Carlos. Tras ser capturado por los liberales, pudo escapar e integrarse en las filas carlistas con el cargo de brigadier en 1936.

Fue ascendido a segundo jefe del Estado Mayor y hasta mariscal de campo de los Ejércitos carlistas de Cataluña, participando en varias meritorias acciones de guerra en Berga, Gironella o Ripoll hasta que fue obligado a retirarse a Francia por el general isabelino Meer, en 1839. Posteriormente pasó a las Provincias vascas, recibiendo el mando de los antiguos batallones carlistas de Castilla, que se integraron al ejército liberal de Espartero que combatió a Ramón Cabrera.

Además, estuvo presente junto al general Maroto en el momento de la firma del Convenio de Vergara, como partidario que era de la conclusión del conflicto. Así lo escribió Govantes, en la página 397 de su Compendio de Historia de Filipinas:
"... El Sr. Urbiztondo era militar de bríos y pujanza y había servido á D. Carlos de Borbon en la guerra civil contra su sobrina Dª Isabel de Borbon, contribuyendo después mucho su prestigio en las filas de D. Carlos para la conclusión de la guerra por el convenio de Vergara; este cambio de opiniones en las personas de cierta posición social, suele acarrear profundas enemistades, y como la prensa sin freno, es el campo mas apropósito para saciar ruines venganzas, con frecuencia los periódicos de España, y otros puntos, se ocupaban desfavorablemente de Urbiztondo, y para que nadie ignorase lo que se decía, muchos particulares y empleados recibían sin saber de quien, mimeros de periódicos, bajo sobre. Esta vil y cobarde conducta producía no obstante mal efecto, y el Gobierno de España lo evitó prohibiendo á los periódicos de España hablar de Filipinas, puesto que este país se rige por leyes escepcionales ..."

Aunque, fue un carlista desencantado, Urbiztondo fue defensor de la causa fuerista. Tras finalizar el conflicto civil, pudo conservar su profesión y grado en el Ejército nacional.

En 1841, se sumó a la conspiración de O'Donnell, Diego León y Montes de Oca, que fue aplastada por Espartero. En 1845, caído Espartero, Urbiztondo fue nombrado capitán general de Vitoria, y más tarde capitán general de las Provincias Vascongadas y Navarra. En los tres puestos Urbiztondo destruyó rápidamente los conatos de sublevaciones carlistas que se produjeron. Por su conducta fue agraciado con el titulo de Marqués de la Solana de Navarra.

CONVENIO DE VERGARA

En enero de 1850, fue nombrado capitán general y gobernador de las Filipinas. En consonancia con la política española de la época, la gestión de gobierno de Urbiztondo estuvo caracterizada por una intensa actividad burocrática para modernizar la administración de las islas. Contó en dicha tarea con el asesoramiento de un nuevo organismo, la Junta de Autoridades, integrado por las máximas autoridades públicas de la colonia, que eran las de jefe de la Administración civil, comandantes del Ejército y la Marina, arzobispo de Manila, presidente de la Audiencia, y estaba presidido por él mismo.

Se ocupó de aumentar los regimientos y de organizar partidas de Seguridad Pública, promoviendo varios reglamentos: uno para el reemplazo del Ejército, mediante la celebración del sorteo de quintas; otro para el Resguardo y otro para la Sanidad Militar.

Entre las medidas tomadas, destacó la fundación del Banco Español-Filipino, también llamado Banco de Isabel II, en 1851. Otras decisiones fueron la mejora del servicio postal, la construcción del primer puente colgante existente en Asia, la creación de un hospital para leprosos en Cebú, el mantenimiento de las disposiciones sobre cementerios, la fundación de algunos pueblos con gente de otros, la construcción del bonito jardín de la plaza de Palacio de Manila, y el levantamiento de una pequeña plaza de toros en Arroceros.

Como administrador niveló los presupuestos, suprimió los déficits, saneó los servicios, combatió la inmoralidad y salió del archipiélago dejando un superávit con las cajas de la Administración.

Durante estos años también se autorizó el regreso a Filipinas de los miembros de la Compañía de Jesús, en virtud de lo dispuesto en el Concordato de 1851, firmado entre España y el Vaticano.

BANDERA DEL REGIMIENTO DE INFANTERÍA DE MANILA

Al margen de las reformas llevadas a cabo, el gobierno de Urbiztondo destacó por culminar con éxito la conquista del archipiélago de Joló, que supuso la incorporación definitiva a la soberanía española. Con la justificación de poner fin a las incursiones de los piratas islámicos, el gobernador envió una expedición armada compuesta de cuatro regimientos: Artillería, Marina y paisanos de Cebú.

En una primera incursión, consiguió tomar ocho fuertes y capturar 130 piezas de artillería. A pesar de haber conquistado las plazas fuerte islámicas en las islas de Balanguigui y Tonquil, fracasó en Joló, principal bastión del archipiélago. Por eso, un segundo ataque pudo destruir la plaza fuerte de Joló y capturar 122 cañones.

El tratado de paz entre Urbiztondo y el sultán, firmado en abril de 1851, reconocía la plena soberanía española sobre el territorio, y en consecuencia a sus propios súbditos en vasallos de la Corona. Así, en pocos meses la totalidad de caudillos moros de Joló aceptaron los términos del tratado. A cambio de la sumisión política, Urbiztondo les concedió amplios derechos, entre otros la libertad de seguir profesando la religión islámica y el respeto a las tradiciones y costumbres de estos pueblos.

De vuelta a Manila como vencedor, el general fue recibido con mucho entusiasmo y extraordinarias muestras de aprecio. Cuando pasaba por el puente de piedra del río Pasig, según el testimonio de Govantes:
"... la gente apiñada tuvo que hacerle calle por medio, recogiéndose hacia las barandillas del puente que eran de piedra, cedieron estas cayendo al río juntas con varias personas de todos sexos, edades y condiciones, de las cuales murieron varias y fueron heridas muchas."

SULTÁN DE JOLÓ

En septiembre de 1853, Urbiztondo ordenó a Pedro González atacar a los piratas de Balanguigui, lucha que se prolongó a Basilán hasta 1857.

A finales de 1853, Antonio de Urbiztondo renunció al cargo por razones de salud, sustituido por el mariscal de campo Ramón Montero Blandino.

De regreso en la península, Urbiztondo entró a formar parte del Gobierno constituido por el general Narváez, el 13 de octubre de 1856, en calidad de ministro de la Guerra. Seguía reinando Isabel II, quien pocos meses después fue declarada embarazada del futuro rey Alfonso XII. En este contexto político, en extrañas circunstancias y en total misterio, el general Urbiztondo murió en 1866.

ANTONIO DE URBIZTONDO Y EGUÍA

22/06/2023

Bernardo Echaluce y Jáuregui


General de división y ministro de la Guerra en 1882, general de la Capitanía de Filipinas y gobernador militar de Manila en 1893, espía industrial e ingeniero del Cuerpo de Artillería promotor de la siderurgia en España y de sistemas artilleros y municiones en la Fábrica Militar de Trubia

BERNARDO ECHALUCE Y JAUREGUI

Bernardo Echaluce y Jáuregui nació en Villarreal de Urrechua, Guipúzcoa, en 1830. Era hijo de Francisco de Echaluce y de Gregoria de Jáuregui. Francisco de Echaluce había nacido en Ezquioga, y siendo joven se integró en la guerrilla de Gaspar de Jáuregui durante la Guerra de la Independencia. Ascendió a mariscal de campo, obteniendo además la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo. Después, desempeñó el cargo de segundo cabo de la Capitanía General de las Provincias Vascongadas y fue ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, y murió en Vergara, en 1866.

Siguiendo la tradición familiar, a los catorce años, Bernardo Echaluce ingresó en el Real Colegio de Artillería de Segovia como cadete militar, en 1844. Cuando terminó su ciclo formativo obtuvo el rango de teniente y destino en Trubia, Principado de Asturias. Allí, Echaluce colaboraría con el mariscal de campo de Artillería, Francisco Antonio de Elorza y Aguirre, director de las fábricas militares de Trubia y Oviedo, y uno de los impulsores de la siderurgia. Por iniciativa de este guipuzcoano comenzaron a construirse las instalaciones del primer alto horno de España.

En 1848, Echaluce fue comisionado para ejecutar una expedición de espionaje industrial por diversos lugares de Europa, con el objetivo de estudiar los avances en la elaboración de cañones y piezas de artillería e introducirlos en las fábricas de España. Así, siendo nombrado capitán, primero estuvo estudiando Ciencias Naturales en París, después visitó establecimientos industriales y militares por las ciudades de Lieja, Viena, Londres y Châtellerault.

Tras terminar esta misión, fue designado para la organización del sistema de artillería y municiones de la isla de Mallorca.

FÁBRICA MILITAR DE TRUBIA

Después, regresó a su primer destino en la Fábrica Militar de Trubia, donde ya se había construido el primer horno llamado Daoíz, en 1848, y el segundo fue Velarde, al año siguiente. Allí se fabricaron cañones para la Real Marina española, en horno con reverbero y con molde de arena y polvo de cok.

De nuevo, Echaluce fue requerido para realizar otra misión con el objetivo de estudiar el armamento portátil que habían desarrollado otros países europeos. En Inglaterra, estuvo visitando establecimientos fabriles e investigando los adelantos de su maquinaria, y en Francia estudió la fabricación de corazas, siempre con la vista puesta en su implantación en la fábrica de Oviedo.

La aparición del rayado en las piezas de metal y el buen resultado de las experiencias realizadas en otros países europeos, llevaron a Echaluce a su implantación en España. Este sistema de fabricación de artillería fue desarrollado durante la Guerra de África entre los años 1859 y 1860. Inventó una espoleta de percusión que fue declarada reglamentaria y proyectó diversas armas portátiles.

Por los méritos y servicios prestados al Cuerpo de Artillería español, en 1868, fue ascendió a teniente coronel.

En 1872, comenzó la III Guerra Carlista, tomando parte como teniente coronel del Ejército constitucional. Sin embargo, el Cuerpo de Artillería fue disuelto, al año siguiente, con la instauración de la I República española, y reorganizado en 1873. Durante el resto del conflicto civil, actuó en esta unidad militar en operaciones del norte de España.

Tras el fin de este conflicto, en 1876, fue comisionado para la elección del arma portátil más conveniente para el ejército.

En 1882, Echaluce fue ascendido a brigadier y destinado al Ministerio de la Guerra. En 1892, fue ascendido a general de división y subsecretario del mismo Ministerio.

BERNARDO ECHALUCE Y JAUREGUI

Un año después, en 1893, fue nombrado general de la Capitanía de Filipinas y gobernador militar de Manila. Durante su gobernación, pasó a la zona de operaciones de la isla de Mindanao, donde se distinguió con gran éxito en la dirección de la lucha contra los rebeldes. En agosto de 1896, sofocó una sublevación contra insurrectos en San Juan del Monte.

Por sus actuaciones en el archipiélago, alcanzó la Gran Cruz de María Cristina, en 1897. Además de esta, durante su carrera consiguió la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo, la del Mérito Militar con distintivos rojo y blanco y la Encomienda de número de la Orden de Carlos III.

En 1898, pocos días antes del comienzo de la Guerra hispano-norteamericana, cesó en el mando de la Capitanía filipina, regresando a la España peninsular, y estableciendo su residencia en Madrid. Falleció en Valencia, en 1911.

BERNARDO ECHALUCE Y JAUREGUI

06/04/2023

José Félix Allende Salazar Mazarredo


Militar y político que ocupó cargos relevantes de gobierno de la España liberal del siglo XIX, entre otros los de comandante de Infantería y ministro de Marina y de Fomento

JOSÉ FÉLIX ALLENDE SALAZAR Y MAZARREDO

José Félix Allende Salazar Mazarredo era natural de Bilbao, donde nació en 1802. Pertenecía a una de las familias más importantes del Señorío de Vizcaya. Su padre era Pedro Francisco de Allende Salazar Ordoño de Rosales, que había sido senados por la provincia. Hermano de su abuelo era José Domingo de Mazarredo y Gortazar, que era teniente general de la Armada durante el reinado de Carlos IV y ministro de Marina de José Bonaparte. Su primo Manuel Mazarredo y Mazarredo sería ministro de Guerra a mediados de siglo, así como otros altos puestos militares.

Estudió en el Real Seminario de Bergara durante los años 1814-1817, y en 1818 ingresó en la Academia Militar de Cadetes.

Desde joven, manifestó su ideología progresista, a favor del Trienio Liberal, y en contra del Absolutismo. Tomó parte en la represión de la sublevación de los regimientos de la Guardia Real de 1822; finalizado el motín, abandonó el regimiento de Reales Guardias Españolas para integrarse en el Batallón de Leales Constitucionales.

Luego, combatió a las partidas realistas en Aragón y a las tropas francesas de los Cien Mil Hijos de San Luis. Por sus actuaciones fue ascendido a subteniente de infantería, en julio de 1823.

Tras la vuelta de Fernando VII al poder, Allende Salazar fue apartado del Ejército. A pesar de su redención, la Corte siempre tuvo en cuenta el papel político desempeñado durante el Trienio, impidiéndole la reincorporación.

EJÉRCITO LIBERAL EN LA I GUERRA CARLISTA

Tuvo que esperar a la muerte de Fernando VII y la entronización de Isabel II, para volver al Ejército liberal. En octubre de 1833, se incorporó como alférez en la prestigiosa Guardia Real, con destino al frente del norte para luchar contra la sublevación carlista. A lo largo de la guerra intervino en numerosas acciones, entre ellas en el sitio de Bilbao, y fue herido dos veces. Durante el primer sitio de Bilbao de 1836, murieron dos de sus hermanos: Eustaquio, que era tercer alcalde de la ciudad y capitán primer ayudante de la Plana Mayor de la Milicia Nacional, que falleció en la batería de Mallona el 27 de octubre; y Leonardo, fallecido en la defensa del convento de San Agustín el 27 de noviembre.

En 1834, siendo ayudante de campo de Baldomero Espartero, fue nombrado comandante militar de Vizcaya, realizando misiones especiales. Posteriormente se le confió el mando del Regimiento de Almansa con el rango de coronel. Este año recibió dos condecoraciones por su participación en acciones contra los carlistas: la Cruz de San Fernando de 1ª clase y la de 2º clase. Al año siguiente se hizo acreedor de la de defensa de Bilbao.

En 1838, el general Baldomero Espartero le entregó tres nuevas condecoraciones a los méritos conseguidos durante la I Guerra Carlista: la Cruz de San Fernando de 1ª clase, una distinción por la toma del castillo de Ulizarra, y miembro de la Real Orden americana de Isabel la Católica.

Antes de finalizar la contienda entre carlistas e isabelinos, en marzo de 1839, pasó de servicio al generalato de Madrid.

En julio de 1840, contrajo matrimonio con Rita Gacitua, que era la viuda de su hermano Eustaquio con quien ya había tenido un hijo llamado Federico, naciéndole uno póstumo, Eustaquio. Este último recibiría el título de Agregado diplomático supernumerario en 1856, que consiguió gracias a la muerte de su padre durante la guerra carlista.

BALDOMERO ESPARTERO Y JUAN PRIM

A pesar de su adscripción progresista, Allende Salazar fue ascendido a brigadier por un gobierno moderado, en 1844. Durante la Década Moderada, permaneció en Bilbao, alejado de la política activa.

En 1853, hizo su primera aparición en la lucha política, al presentarse a las elecciones para representar a Bilbao en el Congreso de los Diputados, venciendo a Joaquín Barroeta-Aldamar. Su programa se centró en los deberes de un Diputado, su adscripción política y el problema foral.

El Bienio Progresista de 1854-1856 fue el momento álgido de su trayectoria política. En julio de 1854, reapareció junto a Espartero en la sublevación de Zaragoza, trasladarse después a Madrid para exigir las condiciones de los sublevados a Isabel II. El febrero de 1845 recibía la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo.

Ascendido por Espartero a mariscal de campo, ocupó la cartera ministerial de Fomento y la de Marina, en 1854.

Siendo elegido diputado por Vizcaya, Allende Salazar publicó un manifiesto en el que planteaba su visión de los fueros en la línea del Convenio de Vergara. Las Juntas Generales le nombraron Padre de provincia, en noviembre de 1854. Hizo cuatro días más tarde una declaración en las Cortes sobre su ideario político:
"Tengo la convicción... de que en España no puede haber más Gobierno que el monárquico... Creo que la República en España puede bullir en algunas cabezas sólo como teoría, y no como cosa práctica. No soy republicano, sin que por esto me asuste la República. Si hubiera nacido en los Estados Unidos, sería republicano y republicano de corazón; pero habiendo nacido en España soy monárquico..."

En marzo de 1856, fue elegido líder de los progresistas puros, que trataban de contrarrestar la actuación de O'Donnell. La defensa de sus principios le llevó a una nueva ruptura con Espartero. En junio de aquel año, Allende Salazar votó contra el gobierno que intentaba impedir que los partidos adoptasen una organización permanente, no meramente electoral.

LEVANTAMIENTO CARLISTA DE 1872

Durante los sucesos de 1868, la Diputación vizcaína nombró una comisión de tres Padres de Provincia (José Félix Allende Salazar, su sobrino Julián Basabe Allende Salazar, y Manuel de Urrutia y Beltrán) encargada de viajar a Madrid para tratar de garantizar la permanencia del sistema foral.

En junio de ese año, el gobierno de Leopoldo O'Donnell recibió la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, y en octubre, fue ascendido a teniente general. Y, en octubre, el general Juan Prim le nombró capitán general de las Provincias Vascongadas, con residencia en Bilbao, debido a los servicios prestados en el alzamiento nacional. A pesar de reconocer que no participó en la sublevación de septiembre, los motivos del nombramiento fueron su amistad y la necesidad de colaboradores a fines a sus ideales.

En 1872, cuando comenzó una nueva sublevación carlista, Allende Salazar era ingeniero general del Ejército.

Tras la proclamación de la I República, en febrero de 1873, dimitió de sus cargos, porque consideraba que no tenía la confianza de las nuevas autoridades. A partir de ese momento pasó a residir en Madrid, en donde falleció en enero de 1893.