En
la falda de la sierra de Leyre, a solo 50 kilómetros de Pamplona y dominado el
embalse de Yesa, se levanta una masa compacta de piedra que esconde los inicios
de un pequeño reino. El monasterio de San Salvador de Leyre es uno de los
monumentos más importantes de Navarra, siendo la muestra más representativa y
antigua del arte románico de la Comunidad Foral.
Leyre es a Navarra lo que Covadonga a Asturias, siendo cuna del reino y base de la Reconquista, Corte Real, deposito de verdaderas reliquias, sede episcopal, fortaleza, hospital estratégico del Camino de Santiago, mausoleo de monarcas, centro monástico de fe, saber y poder, escuela de reyes, cuna del Románico. Así lo expresa la propia Diputación de Navarra:
"Leyre es la reliquia mayor de Navarra. Tal vez no existiría Navarra si no existiese Leyre. En sus viejas piedras está la razón del Reino Pirenaico, que nació precisamente en estas sierras y en estas tierras."
Habitado
y mantenido por una comunidad de la Orden Benedictina, este Monumento Nacional ofrece una
impresionante cripta del siglo XI, la iglesia Abacial presidida por la Virgen
de Leyre, con su portada y su cabecera de estilo románico, y el panteón que
contiene las tumbas de los primeros reyes pamploneses.
Su topónimo parece derivar de una raíz celta, al igual que Loire (cuya capital Le Puy-en-Velay es punto neurálgico de las rutas compostelanas), y pudo traerlo un eremita de los se asentó en la zona. Significaría "lugar donde corre el agua", explicado por los cuatro ríos de sus alrededores (Aragón, Eska, Salazar e Irati).
En
el año 824, era coronado en Pamplona el señor Íñigo Arista como primer rey
pamplonés. Él y sus sucesores tuvieron que enfrentarse al poderoso Califato de
Córdoba y ante la llegada de tan temible adversario buscaron refugio en el
monasterio. Desde sus alturas podían ver cómo se acercaba acechante el invasor por
la ribera del río Aragón. En caso necesario siempre quedaba la opción de
escapar montaña arriba, hacia los altos picos y los densos bosques.
Las
primeras noticias documentadas del lugar datan del año 848, constatando que era
una centro monástico en forma de convento y regido por el abad Fortunio. Fue
beneficiario de numerosas donaciones de los monarcas pamploneses, adquiriendo
un gran poder. Pero su origen es anterior ya que bajo la nave gótica se halló una planta de tres naves y ábsides semicirculares en estilo carolingio o mozárabe. También en un muro del monasterio apareció una inscripción romana que apunta la preexistencia de una templo pagano.
San Eulogio de Córdoba visitó el monasterio en aquel año de 848 y envió una carta al obispo de Pamplona, conocida como Epistula ad Wiliesindum, admirando su hospitalidad y añadiendo que era el más rico e interesante de cuantos había visitado. Contaba ya con un centenar de monjes "varones muy señalados en el temor de Dios". Destacó su vastísima biblioteca y se llevó copia de un libro sobre el profeta Mahoma que luego utilizó en una de sus obras: Apologeticus Martyrum.
El
rey Fortún Garcés, una vez rescatado de su cautiverio cordobés, encontró
refugio espiritual y reposo a su maltrecha vida ordenándose monje del
monasterio. Allí fue sepultado definitivamente, junto a otros de los primeros
reyes, en un sencillo panteón que recuerda los comienzos de un pequeño reino
cristiano de los Pirineos.
Los monarcas del Reino de Pamplona del siglo X demostraron una clara preferencia por Leyre. La donación más curiosa es la que entregó el primero de la dinastía de los Jimena, Sancho I, en el 918. Fue villa de Liédana, una diadema, un mulo y dos eneunucos, seguramente capturados en algún harén musulmán.
Alcanzó su mayor esplendor en el siglo XI por obra de Sancho III el Mayor, quien fue educado en Leyre, introdujo la reforma cluniacense, nombró a sus abades como consejeros reales y obispos de Pamplona y atrajo el románico a Navarra. Debido a la destrucción que sufrió por Almanzor, Sancho III construyó la iglesia románica. El nuevo templo que fue consagrado doblemente: la cabecera de tres ábsides y cripta por su nieto Sancho IV el de Peñalén, en en 1057; y su ampliación románica por Pedro I de Aragón y Navarra, en 1098.
Posteriormente, se prolongaron los muros laterales del templo a los que
se añadió la puerta Speciosa y una cubierta de madera.
A
finales del siglo XV, se retiró a la cubierta de madera y cubrió el templo con
una hermosa bóveda gótica de crucería de cuatro tramos.
En su máximo apogeo Leyre llegó a poseer una buena parte del Reino de Pamplona: reyes, señores, sacerdotes, y ricos hombres realizaron donaciones de tierras, huertos, molinos, casas, viñas y haciendas. Las rentas, derechos, bienes, herencias, diezmos y primicias se sumaron a su patrimonio hasta llegar a poseer 38 villas y 72 casas religiosas.
En el siglo XIX comenzó la decadencia mediante un incendio en 1800, y finalmente con el decreto de incautación de José Bonaparte en 1809, cuando los monjes abandonaron el monasterio, regresando en 1814 al final de la Guerra de la Independencia española.
Aquellos monjes volvieron a ser exclaustrados en el Trienio Liberal (1820-1823), y definitivamente en 1836 tras la Desamortización de Mendizaval. En pocos años el monasterio abandonado se fue hundiendo; en 1836 se llevaron a Yesa los hueros de los reyes que estaban esparcidos y hasta se prohibió entrar con ganado a la iglesia.
En 1867, se subastó y fue adquirido por Pedro García Goyeneche por 400 duros, aunque se anuló la venta y en 1888 se decretó su restauración. En 1945, la Diputación aprobó un nuevo proyecto de rehabilitación, propiciando que un grupo de benedictinos volviera al monasterio. Fue en 1961, cuando se instituyó nuevamente como abadía, en la que en la actualidad siguen realizando sus cantos gregorianos, como los madrugadores maitines.
En
la actualidad el complejo religioso se compone de tres cuerpos adosados: la
iglesia abacial en el centro, y a ambos lados el monasterio moderno y el viejo monasterio que alberga una hospedería y restaurante.
El
monasterio de Leyre es un buen edificio religioso para entender la evolución de
la arquitectura desde el primer románico del siglo XVI al elaborado gótico del
siglo XVI. Las bóvedas de medio cañón del pequeño templo del fondo se sustentan
en poderosos muros, que apenas dejan pasar la luz por estrechas ventanas. El gótico,
en cambio, se atreve con amplios espacios donde sus arcos apuntados se
descargan en pilares reforzados por los arbotantes. Así, los muros ya carecen
de función estructural y pueden ser sustituidos por amplias vidrieras que dejan
pasar la luz. En Leyre, sí hay amplios arcos, pero no vidrieras.
Para
cubrir el techo con bloques de piedra lo más sencillo en la época de su
construcción era juntar arcos, uno detrás de otro, dando lugar a una bóveda de
medio cañón. A cada arco le corresponde un pilar, y todos juntos forman un
denso muro donde poco sitio queda para abrir los huecos de ventana. Es un
sistema muy básico, pero sólido y de una belleza pétrea.
TORRE
Y ÁBSIDES ROMÁNICOS
La
torre fue levantada en el siglo XI, cuando el estilo románico era todavía una
técnica de muros imponentes. Antes hubo una iglesia prerrománica que fue
destruida tras las reformas efectuadas para construir una nueva iglesia con tres ábsides en estilo románico que recogen el altar.
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PATIO DEL ANTIGUO MONASTERIO |
El monasterio medieval se ordenaba en torno a un claustro romano de que ya nada queda. Ahora está conformado por la hospedería y lo preside un solitario arbotante.
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ARBOTANTE JUNTO A LA IGLESIA |
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ARBOTANTE JUNTO A LA IGLESIA
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El
arbotante es un elemento estructural que se asemeja a una persona que alarga su
brazo y empuja para evitar que caiga una pared. En este caso, se diseñó para repartir las cargas de la bóveda gótica de la iglesia. En Leyre sólo se construyó uno,
al comprobar que con tan ancho muro no era necesario ninguno más.
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TÚNEL DE SAN VIRILA |
El túnel de San Virila fue un pasadizo bajo la iglesia y junto a la cripta, que comunicaba el claustro viejo con las huertas, cuya finalidad era facilitar el tránsito de los monjes entre ambos lugares. Su nombre se debe a la estatua que lo preside al final del pasillo.
PUERTA
SPECIOSA
PORTADA ROMÁNICA
La
puerta Speciosa fue construida en el siglo XVII, en ella trabajaron distintos
artistas. Pero fue la obra del maestro Esteban, el autor del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, la más admirada en la
actualidad. La portada románica consta de un arco con triple arquivolta sobre columnas con capiteles y fustes. Estas arquivoltas están decoradas con animales desesperados y mujeres mesándose los pelos, entre otros símbolos;
esas figuras representan los siete pecados capitales: la ira, la gula, la codicia,
la pereza, la soberbia, la lujuria y la envidia.
CRIPTA CON ALTAR CENTRAL FRENTE A COLUMNA
CRIPTA CON BASTOS CAPITELES
La cripta está formada por fuertes muros, bóvedas de medio cañón y pilares de toscos capiteles. Pero es la sencillez del primer románico en estado puro. Encima se encuentra la iglesia románica y parece que la función de la cripta fue salvar el desnivel entre el templo prerrománico existente y el nuevo románico, así como para asentar las bases sobre las pronunciadas laderas de la sierra. Función tan prosaica no desmerece a la singularidad de la cripta, ni a sus bastos capiteles, a la vez cada uno diferente, ninguno igual a otro. La parte central, una vez empezadas las obras y visto el peso que iba a tener que soportar, se dividió en dos, dando lugar a un ábside un tanto extraño con su alter central y dos pilares en medio.
ARCÓN FUNERARIO DE LOS REYES PAMPLONESES
LÁPIDA DEL ARCÓN DE LOS REYES PAMPLONESES
En
el Panteón de los Reyes Pamploneses descansan los restos de los primeros monarcas
del Reino de Pamplona, encerrados tras una reja. Su vida fue azarosa y su
muerte no tuvo descanso. Tras la anexión de Navarra, en 1512, las sepulturas
fueron escondidas en los muros de la iglesia para ser recuperadas y expuestas
de nuevo, en 1613. En la actualidad, los restos se guardan en un arcón real cuya lápida explica:
AQUÍ
DESCANSAN LOS RESTOS MORTALES DE LOS PRIMEROS REYES DE NAVARRA SANCHO GARCÉS
(804-824), JIMENOS IÑIGUEZ (824-836), IÑIGO ARISTA (836-824), GARCÍA II IÑIGUEZ
(860-882), FORTUÑO GARCÉS EL MONJE (882-905), SANCHO GARCÉS I (905-926), GARCÍA
SANCHEZ III (926-970), SANCHO GARCIA II ABARCA (970-994), RAMIRO XIII ( -991) Y
GARCÍA SANCHEZ IV EL TREMULO (994-999), ASÍ COMO LOS PRINCIPES ANDES Y MARTIN
FEBO Y LOS DE SIETE REINAS, SEGUN CONSTA EN EL “LIBRO DE LA REGLA” DEL SIGLO
XIII Y EN LAS “TABLAS DE LEYRE” DEL SIGLO XVII.
POR
DESEO PROPIO FUERON ENTERRADOS EN ESTE MONASTERIO DE SAN SALVADOR DE LEYRE,
CUNA DEL REYNO DE NAVARRA, Y SUS RESTOS PERMANENCEN EN ESTE ARCA DESDE EL 8 DE
JULIO DE 1915.
PARTE ROMÁNICA DE LA IGLESIA
PARTE GÓTICA DE LA IGLESIA
El
interior de la iglesia es un lugar para comparar estilos: el primer románico de
anchos muros y bóvedas de medio cañón y el último gótico de la amplia bóveda
con sus arcos de 14 metros de largo. Pasar de un estilo al otro, es cruzar del
siglo XI al XVI: medio milenio de progresos técnicos.
BÓVEDAS GÓTICAS DE LA IGLESIA
VIRGEN SANTA MARÍA DE LEYRE
PINTURA DE LA LEYENDA DE VIRILA Y EL RUISEÑOR DE LEYRE
ESTATUA DE SANTIAGO PEREGRINO DE LEYRE
CANTOS
GREGORIANOS EN EL INTERIOR DE LA IGLESIA
Los
monjes de la Orden de los Benedictinos que desde el Medievo custodiaban el
monasterio se dedicaron a la liturgia y el canto en la iglesia. El Canto Gregoriano
es lo más parecido a la música eterna
que escuchó el abad de la leyenda de Leyre, San Virila. Se trata de un
canto monódico (de una sola línea melódica), a capela (carece de acompañamiento
instrumental) y con la música supeditada al texto. Surgió en el siglo XIII como
una evolución del canto romano confrontando al canto galicano. Su nombre
proviene del papa Gregorio Magno, quien su hizo una recopilación del mismo pero
ni lo inventó, ni lo cantó.
ÓRGANO SINFÓNICO ELÉCTRICO
La
iglesia abacial posee el mayor órgano sinfónico del viejo reino, utilizado en misas. En
2014, el Fondo Europeo de Desarrollo Regional pudo financiar el Proyecto Virila
para la reconstrucción del órgano de Leyre. El nuevo órgano eléctrico está
compuesto por 2.750 tubos, 44 registros y 3 teclados y pedalero.
RIBERA
DE ARAGÓN Y SIERRA DE LEYRE
La
historia del monasterio de Leyre está estuvo determinada por el entorno que la
rodea: el valle de Aragón y la sierra. La ribera del río Aragón era un
recurrido camino de acceso para las invasiones del reino. La
sierra de Leyre es una larga y abrupta cadena montañosa de gran importancia
ecológica, que constituye una espectacular barrera natural sobre el valle del
río Aragón. Por su altitud y orientación, actúa como barrera climática y
geográfica entre los valles pirenaicos al norte y el ambiente más mediterráneo
al sur.
De ahí la importancia de su monasterio, que dominaba desde las alturas el valle de Aragón, y con la sierra a sus espaldas disponía de una inmejorable vida de repliegue.
HOSPITAL DE PEREGRINOS DE SANTA MARÍA DE YESA
El ramal del Camino de Santiago que penetra desde Francia por Somport, continúa por Jaca y la Canal de Berdún, entrando en Navarra por la villa de Yesa. Como testigo de este hecho están la iglesia vieja de San Esteban y el antiguo hospital de peregrinos de Santa María, situado cerca del puente de los roncaleses, por donde la ruta salva al río Aragón rumbo a Sangüesa.
MURAL DE LA IGLESIA
DE SAN ESTEBAN
La
Iglesia de San Esteban es un templo medieval del año 1200 aproximadamente, que
está relacionada con el paso del Camino de Santiago por la villa de Yesa. En
una reforma reciente se han recuperado unas importantes pinturas murales del
siglo XVI, de las más destacadas de este siglo en toda Navarra. Portada de la
misma época y bóvedas barrocas.
CAÑADA DE LOS RONCALESES
La Cañada Real de los Roncaleses es un antiguo camino por el que los pastores trashumantes del valle del Roncal llevaban el ganado desde los puertos pirenaicos hacia las Bardenas Reales de Navarra y en paralelo a la frontera con Aragón. En este terreno árido, el clima invernal es más complaciente que en la cordillera, y el ganado puede disponer de pastos. Tiene una longitud de 135 kilómetros, que los rebaños recorrían en cinco jornadas.
PUENTE DE LOS RONCALESES
El Puente de los Rocaleses es de época medieval con una importancia histórica, que servía de paso a antiguas rutas como la Cañada Real de los Roncaleses y el Camino de Santiago. Pudo haber antes un puente romano. Su nombre procede de una antigua leyenda según la cual los roncaleses, en la batalla de Olas, derrotaron al califa cordobés Abderramán, cerca del puente, por lo que éste figura en el escudo del valle de Roncal.