28/12/2016

Vascones y el Reino Hispano-visigodo


En 408, pueblos bárbaros conocidos como alanos, suevos y vándalos pasaron a la Hispania romana. Durante tres años camparon en libertad hasta que firmaron un tratado por el cual se establecían bajo el poder nominal de Roma en determinadas zonas y con ciertas condiciones que garantizaran la seguridad de los hispanos. Se trataba de algo provisional, Roma intentaba ganar tiempo mientras se reforzaba.

En 417, envió a sus aliados visigodos a Hispania con el objetivo de acabar con los invasores. En dos años eliminaron a los alanos y a los vándalos. Roma, impresionada por la fortaleza militar y por la posibilidad de que los visigodos se adueñaran de la península, decidió retirar la misión y establecerlos en la provincia gala de la Aquitania, en el suroeste de Francia.

En 420, Roma ya intervino directamente en la región, aunque el general comisionado para la misión, el comes Hispaniarum (conde de las España) Asterio, no consiguió un éxito definitivo. Aun así, el emperador Honorio felicitaba a los soldados acantonados en Pamplona por sus recientes victorias, al igual que establecía las condiciones concretas del hospitium, servicio al que estaban obligados los pamploneses y por el que debían alojar y sostener a sus expensas a estos efectivos militares.

mapa tribus barbaras hispania
TRIBUS BÁRBARAS EN HISPANIA

Las sucesivas intervenciones visigodas en Hispania les habían convertido en el auténtico poder fáctico. En 441 y 443, los visigodos de Merobaudes derrotaron a los bagaudas de Arecellitani, en Araciel, despoblado de las cercanías de Corella (Navarra). Los bagaudas fueron un grupo de elementos de baja posición social que agrupaba a pequeños propietarios descontentos por la presión fiscal de la administración romana, así como a colonos y a esclavos que habían huido de sus señores. Otra rebelión mayor tuvo lugar en 449, liderada por Basilio; sus efectivos se vieron incrementados por la devastación de Vasconia por el rey suevo Requiario, quien se dirigía hacia Aquitania para casarse con la hija del rey visigodo Teodorico I. Un ejército visigodo acabó con esta revuelta por la fuerza de las armas en el 454.

Cuando los visigodos derrotaron a los suevos a orillas del río Órbigo, entre León y Zamora, ya mantenían guarniciones en algunas de las principales ciudades como Sevilla, Mérida, Astorga y Pamplona como última etapa antes de los Pirineos.

Con la llega al trono del rey Eurico, en 466, los visigodos fueron ocupando el poder que les iba dejando un Imperio romano en descomposición interna y, ya en 472, controlaban todo el territorio al norte del Ebro.

Cuando el emperador Alarico II fue derrotado por el rey franco Clodoveo, en 507, el pueblo visigodo se instaló definitivamente en la Hispania romana hasta la desaparición del Reino Hispano-visigodo en 711. Durante este periodo de tiempo, los enfrentamientos entre visigodos y vascones fueron constantes, mientras que estos últimos ya hacían su presencia a ambos lados de los Pirineos.

GUERREROS HISPANO-VISIGODOS

Varias son las referencias escritas a los términos Vasconia y vascones en ese plazo de tiempo. La primera de ellas se refiere a una región del norte de Hispania de límites inciertos y que se correspondía con parte de una antigua circunscripción tributaria del Alto Imperio romano. El Anónimo de Rávena, obra bizantina de mediados del siglo VII, se refería al territorio de los vascones rodeado de montañas por tres de sus lados y por el norte, por el océano: posiblemente se refería a un establecimiento de estas gentes al norte de Pamplona, quizás englobando áreas de Guipúzcoa, Vizcaya y Huesca.

En este hábitat, San Isidoro de Sevilla caracterizó en sus obras a los vascones como pueblos montañeses errantes (montiuagi populi), situándoles en una amplia franja de terreno en las tierras altas del Pirineo. Las fuentes francas como San Gregorio de Tours, Fortunato y Fredegario siempre destacaron el carácter pirenaico de los vascones. Se trataba de poblaciones con una economía pastoril y primitiva sometida a un inestable equilibrio. Cualquier crisis de subsistencia o un desfase poblacional que presionara sobre sus escasos recursos traería consigo graves problemas, que se resolverían depredando los territorios vecinos. Los habitantes del resto de Navarra y de Álava no pueden ser tratados como vascones, al no entrar en esta caracterización de poblaciones montañosas.

MAPA DE AQUITANIA, WASCONIA Y CANTABRIA

Una vez que el poder se estableció en el Reino Hispano-visigodo, el primer acontecimiento sucedido en Navarra fue en 541, cuando los reyes francos Childeberto I y Clotario I atravesaron los Pirineos con el objetivo de tomar Zaragoza, ciudad clave en todo el territorio. Tras sitiarla sin éxito, su retirada, en muchos aspectos un preludio de Roncesvalles, fue un completo fracaso, aunque no consta la actitud de los vascones durante el desarrollo de los acontecimientos.

Esta intervención franca fue el inicio de una serie de continuos enfrentamientos en zona peninsular durante más de un siglo. En algún momento llegaron incluso a controlar la antigua Cantabria, desde la Rioja a Santander, lo que implicaba a las actuales provincias Vascongadas y Navarra como áreas inmediatas a la frontera. No se conoce el momento exacto en que se produjo esta expansión, pero si que fue durante el reinado de Sisebuto (612-621), el mérito de derrotar al duque Francio y restaurar la soberanía visigoda. La constante influencia y ocasional presencia franca está verificada por el hallazgo de varias necrópolis (Aldaieta y Alegría en Álava, Finaga y Malmasín en Vizcaya, Pamplona y Buzaga en Navarra).

En todo el valle del Ebro, Leovigildo se dedicó a eliminar los focos de poder local que estaban respaldados por los francos. Primero intervino en Cantabria en el año 574 y, siete años más tarde, sometió a los vascones fundando la plaza fuerte de Victoriacum (Vitoria), desde la que podía controlar futuras perturbaciones.

reino visigodo leovigildo expansión conquistas
EXPANSIÓN DEL REINO HISPANO-VISIGODO

Una nueva intervención visigoda se produjo en 621, durante el reinado de Suíntila cuando los vascones invadían la provincia Tarraconense, que comprendía todo el valle del Ebro y las montañas cercanas, hasta que fueron completamente derrotados y se rindieron de forma incondicional. Los vascones aceptaron el pago de tributos, entregaron rehenes y tuvieron que construir la ciudad de Ologicus (Olite) para garantizar su propio control.

La inestabilidad volvió en los años siguientes, pues una lápida de Villafranca de Córdoba está dedicada a Oppila, un noble godo que murió en 642 durante una emboscada de los vascones cuando transportaba suministros al ejército.

En los siguientes sucesos, los vascones aparecieron como grupos turbulentos procedentes de las montañas, pero que carecían de iniciativa propia, actuando bajo el control de alguno de los pretendientes a la corona del reino visigodo. Una inestabilidad motivada por las ambiciones personales de los miembros de la alta nobleza que se disputaban el poder. Las sublevaciones eran habituales en las provincias Tarraconense y Narbonense (sureste de Francia), y los usurpadores querían contar en todo momento con quienes habían demostrado continuamente su belicosidad y buen hacer con las armas.

RELIEVE ECUESTRE DE LEOVIGILDO

En 653, un grave conflicto estalló en la provincia Tarraconense, en los momentos finales del reinado de Chindasvinto. Froy, dux de la Tarraconense, trató de canalizar todo el descontento de una parte importante de la nobleza. Contaba para ello con el apoyo de toda su provincia, así como con el de los vascones. Tras unos primeros éxitos que le llevaron a sitiar Zaragoza, los aliados fueron finalmente derrotados por Recesvinto, que acababa de suceder a su padre.

El aviso fue importante, pero no sirvió de mucho y la situación se repitió en 672, ahora con la presencia de los francos, que trataron de medrar en estas aguas cuando tuvo que desplazarse a la zona de Cantabria para efectuar operaciones contra los vascones. En éstas estaba cuando Ilderico, conde de Nimes, sublevó la provincia de Narbona. El conde visigodo Paulo fue enviado para someterlo y, efectivamente, eso hizo pero utilizó la victoria en su propio provecho. Apoyado por los rebeldes recién derrotados, a los que sumó otros nobles de la Tarraconense, y el de francos y vascones, se declaró rey y se enfrentó a Wamba abiertamente. Éste tuvo que actuar con celeridad, y en apenas siete días logró castigar a los vascones y conseguir su sumisión, tras lo cual se desplazó a la Narbonense, donde puso fin al alzamiento.

Ambos hechos parecer estar coordinados, una primera revuelta de los vascones, que se negaban a entregar los tributos debidos, llevó al rey hasta la región. Inmediatamente, y mientras tenía las manos atadas, se produjo un segundo conflicto más importante, pues ya implicaba a la nobleza goda y a elementos externos.

Provincias episcopales sedes obispales Reino Hispano-visigodo
SEDES EPISCOPALES Y PROVINCIAS ECLESIÁSTICAS

Un calco de estos acontecimientos se produjo en 710, tras la muerte de Witiza. Un sector de la nobleza visigoda eligió a Rodrigo, duque de la Bética, mientras otra facción optó por Agila II, posiblemente un hijo del difunto rey. Éste contaba con los mismos apoyos que Paulo: las siempre rebeldes provincias de la Tarraconense y la Narbonense, los francos y los vascones.

Cuando se produjo el desembarco sarraceno en Tarifa, Rodrigo se encontraba reprimiendo una rebelión en Pamplona, ciudad perteneciente a la región Tarraconense y, por tanto, al bando witizano, seguramente tras haber sometido Zaragoza. Siempre se trató de una guerra civil entre dos parte de un mismo reino Hispano-visigodo.

El bando witizano pactó con los musulmanes del norte de África una intervención bélica en la guerra civil para derrotar a las tropas de Rodrigo. A cambio, estos recibirían el botín de guerra que consiguiesen como recompensa. Y así fue como tras haber cruzado el estrecho de Gibraltar y conquistar Toledo, vencían a Rodrigo en la batalla de Guadalete. Su entrada fue imparable y dos años más tarde sitiaron Zaragoza.

GUERREROS HISPANO-VISIGODOS

20/12/2016

Sancho de Urdanibia


General de la Real Armada que estuvo 35 años al servicio de la Monarquía española durante los reinados de Felipe III y de Felipe IV, especialmente de la Flota de la Carrera de Indias

Sancho de Urdanibia general real armada española
SANCHO DE URDANIBIA

Sancho de Topalda y Urdanibia era natural de Irún, donde nació en 1585. Procedía de una poderosa y enriquecida familia nobiliaria, siendo sus padres Sancho Topalda y Magdalena de Urdanibia. Tomó el apellido de la madre, porque era un influyente linaje en Irún desde la Edad Media, que formó parte de la llamada Casa Urdanibia. Siendo joven se instaló en la ciudad de Cádiz para desarrollar en ella su Carrera como marino.

En Cádiz, fijó su residencia en la calle San Francisco, cerca de la iglesia de San Agustín, donde los vascongados de la épocas tenían su capilla.

En 1608, Sancho ya aparece como maestre en la nave de aviso Nuestra Señora del Juncal. Y en 1614, fue ascendido a como capitán, y desde entonces tuvo una relevancia importante en las misiones marítimas de la Monarquía española, especialmente en las relacionadas con el comercio americano.

En 1622, el gobernador de Salinas de Araya, situada en el Virreinato de Nueva Granada (Venezuela), solicitó a la Corte española la construcción de una fortaleza militar en la ciudad con la intención defenderse los continuos asedios que las armadas holandesas estaban realizando. Poseían una explotación de sal, un bien muy preciado en la época. Se ordenó al capitán Sancho de Urdanibia zarpar desde el Puerto de Sevilla al mando de una embarcación dotada de maestre, piloto, contramaestre, grumete, condestable, 96 soldados de infantería, 6 artilleros y 23 pajes. Cuando llegaron a Salinas de Araya, derrotaron a las embarcaciones holandesas que intentaron sitiar la ciudad, y posteriormente, construyeron la fortaleza, hoy en día en estado de ruinas.

Después de regresar a Cádiz, partió de nuevo hacia el Virreinato de Nueva España al mando de una nave de aviso. Durante la singladura, fue sorprendido por una nave holandesa a la altura de la isla Tercera (islas Azores). Era habitual encontrar en estas aguas flotas enemigas o embarcaciones de corsarios con la intención de apoderarse de los barcos que hacían la Carrera de Indias y sus mercancías, ya que la isla Tercera era un punto de repostaje en la ruta atlántica. Perteneciendo esta isla a la Monarquía hispánica, pudo repostar en su puerto durante dos semanas y reparar los daños. Pero al reanudar la marcha fue atacado de nuevo  que inutilizó el barco. Con una nave nueva adquirida en la isla, pudo terminar su misión.

Sancho de Urdanibia combate Cabañas
COMBATE DE CABAÑAS

En 1638, en plena Guerra de los Treinta Años, la Monarquía hispánica estaba muy mermada, teniendo como enemigos a potencias como Inglaterra, Holanda y Portugal. Ese año, Sancho de Urdanibia se hallaba en el Virreinato de Nueva Granada. Desde  Cartagena de Indias tomó parte del viaje de vuelta de la Flota de la Carrera de Indias con destino a Sevilla y Cádiz. La flota estaba compuesta de 7 galeones, uno de ellos capitaneado por Sancho de Urdanibia, el galeón Nuestra Señora del Carmen. Durante la travesía por el mar Caribe encontraron presencia embarcaciones enemigas de España, pero la peor parte la encontrarían en la bahía de Cabañas (isla de Cuba), cuando fueron atacados por una imponente armada holandesa. Esta flota, compuesta de 24 naves, había partido de Brasil al mando de Cornelius Jol, alias Pie de palo.

Sancho participó en el combate de Cabañas, primero en una defensa y posteriormente intentando el contraataque. Después de ocho horas de dura lucha, los contendientes establecieron una tregua para reparar los desperfectos de las naves. De vuelta al ataque, el barco de Sancho quedaba inutilizado y para que no caiga en poder enemigo, ordenó quemarlo y su tripulación trasladada a otros galeones.

En 1640, de nuevo en el Departamento marítimo de Cádiz se hizo cargo de la Flota de la Carrera de Indias. Al salir de la bahía gaditana, sufría el acoso de una potente armada francesa de 36 naves. Pero pudo esquivarlos y tras semanas de intense persecución, consiguió llegar al destino americano sin abrir fuego contra sus perseguidores. Este fue el último viaje de Sancho de Urdanibia a América.

hospital Sancho de Urdanibia palacio Euskaltegi Municipal Sala Exposiciones Menchu Gal
PALACIO DE SANCHO DE URDANIBIA EN IRÚN

De nuevo en Cádiz, la Monarquía ordenó a las naves dirigirse a Cataluña para frenar el ataque francés. Sancho de Urdanibia participó en la defensa de Barcelona de 1642. Al término de la misma fue ascendido a almirante general por el rey Felipe IV. Era la culminación a una exitosa y sufrida carrera de 35 años al servicio de la Real Armada española, salvaguardando las mercancías de la Flota de la Carrera de Indias y entablando combates contra embarcaciones corsarias y armadas enemigas de la Monarquía hispánica.

Tras regresar a Cádiz, moría dos años después, en 1644. Su cuerpo fue enterrado en el convento gaditano de San Francisco.

En su testamento, fechado  el 23 de septiembre de 1644, dejó en herencia una dote monetaria para la reconstrucción del hospital de Santa Margarita de Irún, destruido por las tropas francesas en 1638. Hoy en día, el renombrado hospital Sancho de Urdanibia, es el palacio Sancho de Urdanibia, sede del Euskaltegi Municipal y de la Sala de Exposiciones Menchu Gal. En la fachada principal se halla el escudo del linaje nobiliario de Urdanibia.

También legó varias aportaciones caritativas en Cádiz, para la fábrica y reforma de gran número de iglesias y conventos de la ciudad, siendo la más significativa la dote a la iglesia de San Agustín. En su fachada principal existe una obra esculpida en mármol con la inscripción:
"Esta portada mando hacer el General Sancho de Urdanivia que Dios haya. Años 1647"
palacio urdanibia escudo armas iglesia
ESCUDO DE ARMAS DE SANCHO DE URDANIBIA

12/12/2016

Los vascos y el Pacífico. Homenaje a Andrés de Urdaneta




Los vascos y el Pacífico. Homenaje a Andrés de Urdaneta
José María Unsain, Museo Naval de Donostia

Desde la expedición de Fernando de Magallanes para llegar a las islas de las Especias (Molucas), la presencia de vascos ilustres en la historia de las tierras bañadas por el océano Pacífico ha sido notable. Los vascos y el Pacífico. Homenaje a Andrés de Urdaneta, presenta una relación de navegantes, religiosos, militares, empresarios, etc. desde el siglo XVI hasta el XX, marcando un especial interés en la figura del ordiziarra Andrés de Urdaneta.

Escrito por José María Unsain y publicado por el Museo Naval de Donostia, el libro reúne 280 imágenes de archivos públicos y particulares. Supone una extensión de los talleres pedagógicos de que se realizaron y de la exposición que el museo inauguró con motivo del 500 aniversario del nacimiento del cosmógrafo guipuzcoano.

Está estructurado en 7 capítulos, cada uno de ellos redactado por un experto en el tema:

Francisco Mellén, vicepresidente de la Asociación Española de Estudios del Pacífico, narra en el primer capítulo las primeras navegaciones por el Pacífico en el siglo XVI, en las que destacaron navegantes vascos como Juan Sebastián Elcano, Miguel López de Legazpi, Andrés de Urdaneta, etc.

Susana Trachuelo, historiadora, en el capítulo En torno al navegante Andrés de Urdaneta: recorrido vital de un científico del siglo XVI, analiza la figura polifacética del ordiziarra (navegante, científico, astrónomo, religioso, soldado, diplomático, juez ordinario, escritor, minero...), así como la gran hazaña por la que ha pasado a la historia: ser el descubridor, tanto intelectual como material, de la ruta del Tornaviaje.

José Luis Casado Soto, del Museo Marítimo del Cantábrico, escribe un capítulo sobre los barcos cantábricos en la conquista del Pacífico.

Manel Ollé, historiador, se centra en la figura clave de Domingo de Salazar, de Labastida (Álava), que fue el primer obispo de Manila, defensor de los pobladores austronesios y chinos de Filipinas.

Carlos Rilova, de la UPV, analiza la figura de Manuel de Agote, que fue agente de la Real Compañía de Filipinas entre 1779 y 1797.

Carlos Madrid Álvarez-Piñer, historiador, está dedicado a viajeros, emprendedores y empresarios vascos en Filipinas.

José María Unsain, editor y coordinador de esta obra, finaliza la misma elaborando un exhaustivo y ordenado relato gráfico que narra, desde sus orígenes hasta nuestros días, esta importante presencia vasca en aquellas tierras del Imperio español.

10/12/2016

Origen babélico del Eusquera por Baltasar de Echave


Natural de Oikina, en Zumaya, donde nació en 1548, Baltasar de Echave fue oidor de la Real Audiencia de Méjico en 1606, en el Virreinato de la Nueva España. Además, fue pintor, escritor y hombre de leyes.

En su obra Discursos de la antigüedad de la lengua cántabra Bascongada, publicada en México en 1607, identificó el eusquera con el idioma que habló Túbal desde la dispersión de la torre babélica, una identificación que ampliaba a los usos y costumbres, incluida la vestimenta. Para Echave, esta lengua era una especie de "matrona venerable y anciana", quejándose de que siendo esta la primera que se habló en España, la hayan olvidado sus naturales y admitido otras extrañas.

BALTASAR DE ECHAVE

Describió la llegada de los primeros pobladores a Iberia tras el Diluvio Universal con los hijos de Noé, así como la llegada de la primera población a un poblado que fue Colibre, en Cataluña. Etimológicamente hizo derivar Colibre de Ulibarri.

Además, asimiló vasco a lo auténticamente español, pues la toponimia peninsular es en gran parte vasca, especialmente la gallega. Echave demostró al dominico Hernando de Ojea la raíz vasca de los pueblos de Galicia, prueba de que el eusquera era la primitiva lengua hablada en toda España. También la lengua castellana es derivada del eusquera, citando vocablos derivados como prueba evidente: izquierdo, ama, aldea, teta, etc. Además, añadía que los vascos no han sufrido mezclas extranjeras, ni de romanos, ni de godos, ni de judíos, ni de moros y siguen siendo puros en la línea sucesoria de Túbal.

Continuó con los reyes siguientes a Túbal (así el rey Ydumbeda, Brigo y Beto), señalando aquellas poblaciones que fundaron. Describió los lugares españoles y franceses con toponimia cántabra y vascongada, y concretó los pueblos de Galicia que disponen de nombres cántabros.

CAMPIÑA, POR JENARO URRUTIA

Echave relató las grandes revoluciones que padeció España con la llegada de los cartagineses y romanos, señalando que en estas circunstancias Cantabria siempre conservó su libertad. Señaló las guerras romanas contra los cántabros, asturianos y gallegos. Localizó la guerra cántabra de Otaviano en tierras de Guipúzcoa reinterpretando los topónimos de Beyçama, Menduria, Erregil, Yçurun, etc.

Defendía que los vascos no habían sufrido mezclas extranjeras y que seguían siendo puros como etnia en la línea sucesoria de Túbal. En resumen, los vascos serían los únicos que podían titularse como auténticamente españoles.

Basaba la radical nobleza de los vascos en tres aspectos:
1. Ser gentes no dominadas por nadie y depositarias del legado fundacional de las Españas primitivas.
2. Considerarse la primera en las Españas y anterior a los mismos monarcas.
3. Hacer apología del gobierno patriarcal vasco, tan dispar del romanista, propio de los reyes vascones, herederos de Túbal.

DISCURSO DE LA ANTIGÜEDAD DE LA LENGUA CÁNTABRA BASCONGADA

06/12/2016

Vascos en el ascenso del Condado de Castilla


Fernán González, primer conde de Castilla, era euskaldun, prueba de ello es que era amigo íntimo del rey García I Sánchez de Pamplona, casando con sus hermanas. Tuvo a sus órdenes a muchos vascones, que fueron incorporados a la repoblación de tierras conquistadas. El Condado de Castilla se fundaba de la matriz vasco-cántabra, unida a la raíz goda. Castilla se formó durante las continuas luchas contra los musulmanes de Córdoba y los muladíes de Muhammad ben Lope, nieto de Muza, el llamado "Tercer rey de España".

Desde la fundación del Condado de Castilla siempre ha existido una enorme relación entre los castellanos y los vascones de las tierras de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. En las tres provincias vascas la anexión política a la emergente potencia castellana estuvo íntimamente unida al largo curso de demarcación territorial, reorganización económico-social y cristalización institucional, efectuados en un marco de conveniencia mutua para los reyes de Castilla y diferentes grupos sociales de los territorios vascongados. Estos tres territorios dependieron a partir del inicio del siglo IX, primero del Reino de Asturias y luego del de Navarra y de Castilla alternativamente, y siempre lucharon a su favor. No hubo sublevaciones ni reclamaciones de independencia durante este tiempo.

FERNÁN GONZÁLEZ

El Condado de Castilla se formó en el siglo IX como un grupo de tierras fronterizas que servían de muro de contención frente a las embestidas islámicas mediante un gran número de castillos y ciudades amuralladas. Los castillos y sus tierras aledañas fueron poblados por cántabros y vascones que se extendieron desde el año 800 por las deshabitadas tierras situadas entre las cabeceras de los ríos Ebro y Duero.

Los vascones provenientes de los territorios de Álava y Guipúzcoa fueron una parte importante de los guerreros castellanos que en este siglo consiguieron establecer un primer impulso político y militar al Condado de Castilla, primero en la independencia con respecto al Reino de León, y después en la expansión territorial por la meseta.

A mediados del siglo XIII, un monje del Monasterio de San Pedro de Arlanza escribió en versos alejandrinos el Poema de Fernán González, en el que dedicaba a la mitológica, pero muy épica, batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el poema. Según el poema épico de esta legendaria batalla acontecida sobre tierras burgalesas, en 939, el primer conde de Castilla y también conde Álava, Fernán González, contó con la colaboración del señor de Vizcaya, Lope Iñiguez, "Lope el Vizcaino", a su hijo Íñigo López muerto durante una de sus campañas, y a alaveses de Treviño, que encabezaban la columna central de las tres que componían un supuesto Ejército cristiano de 450 caballero y 15.000 soldados.
"Fue dado por cabdillo don Lope el Vizcaino, bien rico de manzanas, pobre de pan e de vino. Con él fueron contados fijos de don Laíno, e otro de la montaña que dicien don Martino, había ahi de burgoñeses, otrosí de treviñanos, de Castilla la Vieja hobo ahi buenos castellanos, que muchos buenos fechos ficieron ahi por sus manos."

mapa castilla medieval fundación
GÉNESIS DEL CONDADO DE CASTILLA

04/12/2016

La batalla de Cartagena de Indias, por Francisco Javier Membrillo Becerra




La batalla de Cartagena de Indias
Francisco Javier Membrillo Becerra, 320 páginas, 35 ilustraciones y 18 gráficos a color, 13 tablas con cientos de gráficos, 307 notas a pie explicativas, y una relación nominal de 148 participantes.

En octubre en 1739, con la excusa del incumplimiento de los acuerdos comerciales obtenidos en América por el Tratado de Utrech, Inglaterra declaró la guerra a España y ello le dio la excusa para intentar la conquista de las posesiones españolas en el Nuevo Mundo, sus yacimientos de oro y plata, y a liderar el comercio con dicho continente.

Tres escuadras británicas (con mayor número de navíos, en su conjunto, a la Armada Invencible española que intentó la conquista de las islas Británicas 200 años antes) con un importante contingente terrestre se disponen al asalto, desde las fachadas marítimas atlánticas y pacíficas, a los enclaves españoles americanos.

La Batalla de Cartagena de Indias narra, etiológicamente, el desarrollo secuencial y pormenorizado de los acontecimientos en los que se implicaron los diversos contendientes (españoles, colombianos, británicos, norteamericanos y franceses), desde comienzos del siglo XVIII hasta la batalla principal en que se decidió el futuro del conflicto en la ciudad de Cartagena de Indias durante 1741. Frente a ella se presentaron los británicos, con unos efectivos de entidad similar a los que más de 200 años después Inglaterra desplazó a aquel continente con ocasión de la guerra de las Malvinas contra Argentina, y de los que formaba parte un regimiento de colonos norteamericano que tenía entre sus filas al capitán Lawrence Washington, hermano del primer presidente de EEUU, para enfrentarse a un reducido grupo de 2.700 españoles y colombianos y siete navíos que la defendían , así como muestra en toda su plenitud el fuerte carácter y las diferentes formas de ejercer el Mando de las tropas del virrey de Nueva Granada Sebastián de Eslava, el del tuerto, cojo y manco marino español Blas de Lezo, y el del vicealmirante y a la vez diputado del parlamento inglés Edward Vernon, actores principales de los hechos.

El Archivo General de Indias, la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, ambas en Sevilla, y una numerosa bibliografía que es completada con abundantes ilustraciones, gráficos, datos, notas ampliatorias y una relación de los participantes españoles y británicos más representativos, son la base de la obra y sacan a la luz, con rigor histórico, lo que de verdad precedió y sucedió en la bella ciudad colombiana y que debido, en principio, a una autocensura británica y, posteriormente, a achacar a la fiebre amarilla la exclusividad de lo acontecido, tesis que el autor desmonta en la obra, ha permanecido arrinconada en la Historia de España, Inglaterra, EEUU y Francia, y que solo Colombia y la Armada Española han sabido conserver.

02/12/2016

Crisis conciliar y cambio social


La Iglesia navarra se transformó radicalmente en la década de 1960, al compás de profundos cambios socioeconómicos, políticos y eclesiásticos, que modificaron no sólo la realidad navarra, sino el entorno español e internacional. A raíz del Plan de Promoción Industrial de 1964, Navarra, que era una sociedad esencialmente agrícola y rural, conoció un acelerado proceso de industrialización y urbanización, que cambió buena parte de sus fundamentos socioeconómicos y políticos. Las nuevas realidades sociales plantearon nuevos retos a la Iglesia, en especial en el terreno de las relaciones laborales y del movimiento obrero, parte del cual se desarrolló con su colaboración. En el contexto nacional el régimen de Franco entró en crisis y se comenzó a plantear su sustitución por un sistema democrático.

FRESCOS DE LA ADORACIÓN DEL CORDERO EN EL ÁBSIDE
DE LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE ARTÁIZ

Estas transformaciones coincidieron con el proceso de reforma abierto por el Concilio Vaticano II (1962-1965), que puso en tela de juicio buena parte de las pautas de comportamiento de la Iglesia preconciliar. La reforma litúrgica, el replanteamiento de la disciplina eclesiástica, etc. dieron pie a otras controversias de mayor calado.

En Navarra el Seminario Diocesano entró en crisis (1967-1968) y quedó reducido a la mínima expresión. El clero vivió una crisis de identidad, que provocó abundantes secularizaciones. Además se desmantelaron numerosos grupos y asociaciones religiosas. Mientras tanto proseguían las modificaciones en la organización de la diócesis, que se fueron sucediendo tanto en los arciprestazgos como en las zonas pastorales a partir de 1969-1971.

Eran los cambios que supusieron el cierra de una etapa histórica y la apertura de otra, en la que se inserta el presente que hoy vivimos.