31/10/2018

Martín de Zamalbide


General del Mar del Sur y gobernador de la Armada de las Indias en 1651

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MARTÍN DE ZAMALBIDE

Martín de Zubieta y López de Zamalbide
nació en la villa de Rentería. Aunque era hijo de Francisco de Zubieta y de María López de Zamalbide, daba preferencia al apellido materno y firmaba con él, haciéndose llamar Martín de Zamalbide.

Según los archivos, fue general de la Armada del Sur y gobernador de la Armada de la Carrera de las Indias, nombrado en noviembre de 1651. Tenía a sus órdenes dos bajeles, la capitana de 1.500 toneladas y la almiranta de 1.152, otro galeón de 700 toneladas y un patache de 300, con artillería muy gruesa.

En el Archivo Municipal de Rentería existen tres copias de otras tantas cartas escritas por Martin de Zamalbide: una desde Panamá el 15 de noviembre de 1651 y dos desde Lima, el 8 y 21 de Agosto de 1655, de donde se entresacan los únicos datos que se tienen acerca de este esclarecido renteriano.

Hizo importantes donativos para la iglesia parroquial en donde fue bautizado y un legado para atender a los indigentes de la villa. Cuenta con una ermita de su nombre, que aparece a la derecha del caserío familiar donde nació.

Murió en el Perú, el 25 de enero de 1658

El Museo Oceanográfico de San Sebastián expone la maqueta de su casa solariega y su retrato.

CASA DE ZAMALBIDE EN RENTERÍA

MAQUETA DE LA ANTIGUA CASA DE ZAMALBIDE

25/10/2018

La Nación Falsificada, por Jesús Laínz


LA NACIÓN FALSIFICADA,
POR JESÚS LAÍNZ

La nación falsificada
Jesús Laínz, Ediciones Encuentro, Madrid (2006), 517 páginas

La nación falsificada es un compendio de sesenta ilustres personalidades y colectivos catalanes, vascos y navarros que han pasado a la historia de España por su trascendencia e importancia.  

El historiador cántabro Jesús Laínz analiza de forma breve pero rigurosa la biografía de unas personas unidas y relacionadas con la historia nacional, esclareciendo la verdadera identidad y sentimiento de comunidad histórica. Estos personajes están ilustrados a su vez por el dibujante vizcaíno Julen Urrutia.

Así, y después de haber publicado su anterior obra Adiós, España, Laínz vuelve a dejar en evidencia la falsificación que de la historia han estado haciendo, durante poco más de un siglo, políticos desde tiempos de Arana y Prat de la Riba hasta los de Arzalluz y Pujol. Son personajes y grupos que en muchas ocasiones han sido mitificados, cuando no olvidados, por el nacionalismo vasco y el secesionismo catalán con la intención de borrar unas huellas del pasado que les demuestra su identidad española.

La metodología utilizada por Laínz se atiene en todo momento a datos históricos, sustentados en crónicas y documentos, rechazando las leyendas mitológicas y los argumentos etnológicos tan habituales en los nacionalistas periféricos para idear unas supuestas etnias protonacionales.

Los dos primeros capítulos están dedicados a Sancho III el Mayor y a Wifredo el Velloso. Aunque se reconocieron así mismo como españoles, según la historiografía nacionalista, estos personajes fueron los fundadores del primer reino vasco en Euskal Herria y de la primitiva Cataluña independiente.

Continúa con personajes medievales que pasaron a la historia de la Reconquista española como Diego López de Haro, Pedro II el Católico, Lope Díaz de Haro, Jaime I el Conquistador y Pedro López de Ayala.

Prosigue con un grupo de personalidades vascongadas muy relacionadas con la expansión marítima y territorial del Imperio español así como con la defensa militar de las posesiones que la Monarquía tenía en Europa.

Adelantados y colonizadores como Miguel López de Legazpi en la islas Filipinas, Pascual de Andagoya en Perú, Juan de Garay en Argentina, Bruno Mauricio de Zabala, fundador de la capitanía del Urugua, la aventura americana de la monja alférez Catalina de Erauso y el escritor del poema La Araucana Alonso de Ercilla.

Marinos como Juan Sebastián Elcano, que dio la primera vuelta al mundo, Andrés de Urdaneta, que descubrió el tornaviaje, Juan Martínez de Recalde y los Miguel y Antonio de Oquendo, que lucharon y murieron en las Guerras contra Inglaterra y Holanda.

Entre los militares de infantería que defendieron las posesiones de la Monarquía de los Habsburgo, Laínz hace destacar a Luis de Requeses, Juan de Urbina y Juan de Urbieta, este último capturó al rey francés Francisco I en la batalla de Pavía, Ignacio de Loyola, defensor de Pamplona frente al Ejército sitiador francés, o la saga de militares y consejeros reales de los Idiáquez, como también lo fue el escritor Esteban de Garibay.

Análisis aparte, merece el capítulo dedicado a Casanova y Villarroel. Ambos son presentados como símbolos de la defensa de la libertad catalana, arrebatada por Felipe V en la Guerra de Sucesión, como un asalto español a una supuesta Cataluña independiente. Laínz reproduce el pregón que se colocó en las calles de Barcelona durante su defensa, una arenga que concluye con las siguientes palabras, muy dolorosas para los nacionalistas:
"Se confía que, como hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España."
Entrados en el Siglo de la Ilustración, Laínz destaca a marinos de ciencia y guerra como Blas de Lezo, el héroe de Cartagena de Indias, el consejero real de Marina José de Mazarredo, Cosme Damián Churruca, muerto en el combate de Trafalgar, Ignacio María de Álava, también participante de esta derrota, entre los vascos. Otro marino fue el mallorquín Antonio Barceló.

Protagonistas de los sucesos y legados que dejaron los españoles en África fueron Domingo Badía, Enrique de Ibarreta, los Tercios vascongados de África o Manuel Iradier, este último fue fundador del territorio del río Muni, la actual Guinea Ecuatorial.

También se presentan una relación de hechos y defensores de la patria española frente al Ejército napoleónico en la Guerra de la Independencia de 1808-1814: los guerrilleros Francisco Espoz y Mina y Gaspar Jáuregui, la catalana Agustina de Aragón, los generales Longa y Abecia, los defensores de Gerona o la batalla de El Bruch.

Diversos foralistas y carlistas defendieron la permanencia del tradicional Régimen durante el siglo XIX, pero ante todo una España unida e indisoluble, como el general Tomás de Zumalacárregui, el literato José María Iparraguirre, Ramón Cabrera, o los parlamentarios foralistas de las Provincias vascas.

15/10/2018

Pintura y escultura religiosa de Francisco Javier


El Museo del Castillo de Javier presenta varias colecciones de obras de arte dedicadas al santo Francisco Javier, principalmente de pintura y escultura. Destaca la colección de óleos sobre lienzo que Godofredo Maes realizó en la ciudad de Amberes en 1622. También es meritoria la serie de óleos del siglo XVIII, restauradas por la Fundación Fuentes-Dutor en 2005.

Existen varias obras pictóricas del siglo XIX realizadas en seda en Japón, así como estatuillas dedicadas a las predicaciones del santo navarro en el país niponés. También se conservan diversas estatuillas policromadas.

CONFESIÓN Y PENITENCIA POR UN PORTUGUÉS

VIAJE A KIOTO EN EL SÉQUITO DEL NOBLE RYOKEI

MILAGRO DEL CRUCIFIJO DEL CANGREJO

PREDICACIÓN DE SAN FRANCISCO

MARTIRES DE MANAR

HUIDA DEL EJÉRCITO BAGADA

MUERTE DE SAN FRANCISCO JAVIER

MUERTE DE SAN FRANCISCO JAVIER

FRANCISCO JAVIER

FRANCISCO JAVIER

FRANCISCO JAVIER

APOTEOSIS DE SAN IGNACIO

FRANCISCO JAVIER

GLORIA DE SAN LUIS GONZAGA Y ESTANISLAO DE KOSTKA

SAN FRANCISCO JAVIER EVANGELIZANDO A LOS PESCADORES

SAN FRANCISCO JAVIER EVANGELIZANDO AL PUEBLO

SAN FRANCISCO JAVIER NAVEGANDO EN JAPÓN

ESTANDARTE DE SAN FRANCISCO JAVIER

ESTATUAS DE FRANCISCO JAVIER

ESTATUILLAS JAPONESAS

CASTILLO DE JAVIER

CASTILLO DE JAVIER

11/10/2018

Alfabeto primitivo de Juan Bautista Erro y Azpiroz


El escritor guipuzcoano Juan Bautista Erro y Azpiroz fue uno de los agitadores de la cultura vasca en las primeras décadas del siglo XIX. Había nacido en Andoain, en 1773, perteneciente a una familia notable y bien posicionada, hizo estudios en la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País. Fue presidente de la Junta de Gobierno itinerante que se constituyó en Ciudad Real durante la Guerra de Independencia española y sirvió de intendente de ejército. Trabajó como antropólogo y ocupó diversos cargos en la administración española durante el reinado de Fernando VII.

De fuertes convicciones absolutistas, sufrió varios destierros por los liberales. Y, tras la llamada del pretendiente al trono Carlos V, fue nombrado ministro universal del Partido Carlista en 1836. Es el responsable de la insistencia de los carlistas en sitiar Bilbao en 1836. Más tarde, residió en Bayona, consagrado al estudio del vascuence.

Fue continuador de los trabajos sobre filología vasca de Pablo Pedro Astarloa y de Juan Antonio Zamácola, quienes, a su muerte, legaron sus papeles, obras literarias y manuscritos a Erro. También fue colaborador entre otros del abate Duvoisin.

JUAN BAUTISTA ERRO Y AZPIROZ

En 1806, publicó en Madrid su Alfabeto de la lengua primitiva de España. En ella aseguraba que el eusquera es la lengua más antigua del mundo, habiendo sido creada por Dios como la lengua del Paraíso de Adán, conservada en la Torre de Babel, sobrevivido al Diluvio gracias a que Noé la hablaba y llevada por su nieto Túbal al País Vasco. Sostuvo que el alfabeto ibérico fue debido a los vascos y con gran facilidad se dedicó a transcribir toda escritura supuestamente ibérica. La obra fue sin embargo traducida al inglés por George W. Erving y publicada en Boston, en 1829, y al francés por Eloi Johanneau.

José Antonio Conde atacó los disparates metodológicos e históricos contenidos en el Alfabeto de la lengua primitiva, y también se añadió el cura de Montuenga.

Para responder a estas críticas, Erro publicó un año más tarde, en 1807, en Pamplona, la obra Observaciones filosóficas en favor del Alfabeto primitivo.

Por último, publicó también en Madrid su principal obra El mundo primitivo o examen filosófico de la antigüedad y cultura de la nación bascongada, en 1815.

La Diputación de Guipúzcoa, reunida en Villafranca en 1823, declaró a Erro "hijo benemérito de Guipúzcoa por sus inmortales obras, acerca del euskara", autorizándole a añadir el escudo de Guipúzcoa al escudo de armas de su linaje.

ALFABETO DE LA LENGUA PRIMITIVA DE ESPAÑA, POR JUAN BAUTISTA ERRO

10/10/2018

Fuero moderno de Vizcaya


Vizcaya tenía su libro de fueros, franquicias, libertades, buenos usos y costumbres, confirmado por Carlos I en 1527 y por algunos de sus sucesores. Sus instituciones políticas estaban establecidas en 3 asambleas:

1. La Diputación, compuesta del corregidor y de dos miembros elegidos por la Junta General, estaba encargada de la administración del señorío, repartía los tributos, dirigía la defensa pública en caso de guerra, y en circunstancias graves se constituía en alto tribunal de justicia.

2. El Regimiento constaba de la Diputación y de seis regidores creados por cédula del año 1500. Se reunía una vez al año o más si la Diputación lo juzgaba necesario, y sus funciones eran puramente administrativas.

3. La Junta General se componía de diputados de todos los pueblos de Vizcaya; cada uno elegía los suyos, que acostumbraban a ser sus fieles o sus alcaldes, en una asamblea pública a que asistían todos los habitantes con tal que fuesen vizcaínos de raza pura, mayores de edad y con casa abierta.

El corregidor, nombrado por el rey, presidía la Diputación y votaba con ella; había de ser letrado y vizcaíno de nacimiento, y tenía a sus órdenes tres tenientes, uno de los cuales residía en Guernica con el título de teniente general; uno y otros juzgaban todas las causas civiles y criminales.

Los diputados acudían el día señalado bajo el árbol de Guernica, y después de examinados sus poderes por la Diputación, iban a una ermita inmediata al árbol para prestar juramento y quedaba constituida la Junta. Sus atribuciones eran fijar los gastos públicos, votar los tributos y proveer los empleos vacantes. Se daba cuenta de los asuntos en idioma castellano y se discutían en vascuence.

FUEROS Y ESCUDO FORAL DE VIZCAYA

Los privilegios más importantes del señorío eran los siguientes:
- todo Vizcaíno era noble y gozaba de los derechos anexos a este título, aun cuando dejase su tierra para establecerse en otra de España.
- los vizcaínos no podían ser juzgados fuera de su provincia, ni pagaban mas tributos que los consentidos por la junta a título de donativo gratuito.
- los vizcaínos gozaban de absoluta libertad de comercio y el rey no podía establecer estancos en el señorío.
- cada pueblo tenía sus propios y arbitrios particulares de los cuales disponía con independencia del cuerpo principal, rindiendo sus cuentas al corregidor o a su teniente.
- no podían darse empleos públicos sino a vizcaínos de nacimiento.
- el rey no podía enviar tropas a Vizcaya, y los naturales, que no habían de servir fuera de su territorio a no ser que se prestasen a ello voluntariamente (lo cual hacían los muchos de ellos), estaban obligados a defender su señorío en caso de guerra con Francia. No podía el rey, construir plazas fuertes sin el consentimiento de los habitantes; éstos tenían el privilegio de acatar sin cumplir las órdenes del soberano contrarias a sus fueros, y los reales decretos no eran admitidos, hasta que se presentaban por el corregidor al pase de la Diputación.

Los dos grandes bloques en que Vizcaya aparecía dividida a comienzos de la Edad Moderna son, por un lado, las villas, y de otro, las anteiglesias y tierra llana.

Las villas disponen de sus leyes propias, las cartas pueblas o Fueros de villa, otorgados por los distintos señores y reyes, se rigen por unas normas jurídicas elaboradas y eruditas, que ya en el siglo XIV se habrán jerarquizado en el Ordenamiento de Alcalá. Las poderosas villas mercantiles o marineras, con un desarrollo urbano, como Bilbao, Bermeo, Valmaseda, Durango, etc., debieron sentir cierta superioridad por su situación jurídica y la prosperidad económica que empezaba a asomar.

La Tierra Llana, las anteiglesias o los concejos de las Encartaciones son un conjunta de pequeñas entidades locales que tienen vida autónoma y se reúnen en Guernica para tratar sus asuntos comunes. El Fuero Viejo de 1452, es la primera recopilación escrita de leyes viejas, usos y costumbres.

Alegoría Vizcaya vidriera Palacio Foral Antonio Rigalt
ALEGORÍA DE VIZCAYA, POR ANTONIO RIGALT

El 4 de agosto de 1489, al otorgarse el capitulado de Chinchilla, las villas (celosas del predominio de las anteiglesias en la asamblea de Guernica) acordaron no concurrir nunca a las Juntas Generales "por escusar los alborotos é escándalos é denegación de justicia que suelen acaescer é notoriamente se han cometido en las juntas de la tierra llana". Pesaba a las villas la fuerza que en dichas juntas tenían las anteiglesias, mucho más ampliamente representadas, por lo que acordaron que ninguna villa ni ciudad "sea osada de enviar procuradores a ninguna junta que en la tierra llana se faga so pena que la justicia, Fieles, Regidores y Diputados pierdan sus oficios y todos sus bienes y les sean derribadas sus casas".

En esta situación, rotaba, al menos aparentemente, la comunicación entre villas y tierra llana, es ésta última la que intervino exclusivamente en la redacción del más importante cuerpo legal vizcaíno, el llamado Fuero Nuevo de 1526. Como puede verse en las actas, los comisionados que intervinieron son exclusivamente los representantes de la Tierra Llana, e incluso cuando los comisionados se reunían en Bilbao, tenían buen cuidado en consignar que lo hacían "fuera de la Noble Villa", en la casa de Martín Sáez de la Naja.

Se discutirá más tarde si son las villas o las anteiglesias quienes representan al Señorío. Pero lo cierto es que en el Fuero Nuevo, que es el Derecho vizcaíno más auténtico, solamente las segundas intervienen. Y resulta notable que las leyes que dictan, sin participación de las villas, van a aplicarse en gran parte también en éstas. El Fuero no es el Código de la Tierra Llana sino la ley básica de Vizcaya entera.

Las villas conservaron su Derecho propio, que el Fuero no altera en nada, pero las bases fundamentales del régimen vizcaíno, lo que puede llamarse Derecho Foral, es el contenido en el texto promulgado en 1526, sin asistencia de los representantes de las villas.

No obstante hay que notar que una buena parte del Fuero (la referente al Derecho Privado) nunca se aplicaría en las villas, porque en ellas el Derecho de Castilla se ha impuesto definitivamente en esta materia. El Fuero en las villas se aplicaba solamente en lo que atañe al Derecho Público, con la única salvedad de lo dispuesto en la ley 15 del Título.

FUERO DEL SEÑORÍO DE VIZCAYA

La característica más destacada del Fuero fue ser fruto de la costumbre. No es elaboración de juristas ni copia de leyes extrañas como los Fueros de Villa, sino recopilación de viejos usos que están en la mente de los redactores y en su mayoría tomados del texto del Fuero Viejo.

Es cierto que al nombrarse una comisión de letrados, probablemente formados en Salamanca, tratarán inconscientemente de introducir de algún modo su propia formación jurídica. A veces lo logran (por ejemplo con la intrusión de las Leyes de Toro en la regulación del testamento por comisario) pero, en general, son respetuosos con el viejo Fuero y la costumbre vizcaína es la que prevalece. No obstante, el Derecho castellano ganó una gran batalla (ley 3ª del Título XXXVI) al establecerse que regiría como Derecho supletorio en defecto de las leyes del Fuero.

En consecuencia, el Fuero de Vizcaya es un cuerpo de leyes autóctonas que se han formado a lo largo del tiempo sobre el solar vizcaíno. Esto no significa que falte toda comunicación con otros sistemas jurídicos pues no cabe pensar que el contacto con celtas, iberos, romanos, godos y árabes no haya dejado ninguna huella, pero, en cualquier caso, el Fuero tiene originalidad bastante para constituir un sistema jurídico peculiar.

Si se trata de un Derecho germanizado (o de raíz escandinava como imaginaba García Royo) es cuestión que nunca se esclarecerá. Es cierto que muchas instituciones hacen recordar al Derecho germánico, como, por ejemplo la legítima foral que se asemeja más a la reserva germánica que a la legítima propia, pero tiene matices notables, con la libre elección de heredero, los apartamientos, etc., que la convierten en algo distinto y original. En definitiva, en esta institución como en otras muchas, las mayores semejanzas se producen respecto a otros sistemas de Derecho vecinos, como el navarro, el aragonés, o el de Labourd o Soule.

La intervención de los redactores y, sobre todo, el carácter supletorio de las leyes de Castilla, incrustan en el Fuero vizcaíno un sistema distinto, en gran parte romanizado y muchas veces fundado en principios contrarios a los vizcaínos. Nuestros juristas no han analizado suficientemente las consecuencias del choque de ambos sistemas, pero es lo cierto que el Derecho de Vizcaya resulta muchas veces desnaturalizado cuando se le trata de interpretar con unos principios, no solo extraños, sino en muchas ocasiones, totalmente opuestos.

06/10/2018

José de Leyzaur y Aguirre


Almirante de la Real Armada española en el siglo XVIII, participante en expediciones militares e ilustradas

MAQUETA DEL NAVÍO ORIENTE

José de Leyzaur y Aguirre nació en San Sebastián en 1740. Provenía de una familia notable, ya que su padre Agustín de Leyzaur y Laya fue regidor de esta ciudad, y su abuelo paterno José Antonio de Leyzaur fue caballero de la Orden de Santiago.

A los catorce años de edad sentó plaza de guardia marina en el Departamento marítimo de Cádiz, en octubre de 1754. Fue ascendido a alférez de fragata en 1760, a alférez de navío en 1766, y a teniente de fragata al año siguiente. En 1770, con el chambequín Andaluz, se halló en el reconocimiento de las costas desde el río de la Plata hasta el estrecho de Magallanes, y con el mismo buque a desalojar a los corsarios ingleses de la isla Flamkanc.

En 1772, fue promovido a teniente de navío. Embarcado en la fragata Dorotea, tomó parte del Socorro de Melilla. Esta ciudad había sido sitiada por el ejército del Sultanato de Marruecos, comandado por el sultán Mohammed ben Abdallah y respaldado por británicos y mercenarios argelinos, contra la fortaleza que defendió una pequeña guarnición bajo el mando del gobernador Juan Sherlock desde diciembre de 1774 hasta marzo de 1775.

Este año asistió a la Expedición contra Argel en el navío Velasco, formando parte de la escuadra del teniente general Pedro González de Castejón y Salazar. Esta armada zarpó de Cartagena el 23 de junio, estaba compuesta de 6 navíos, entre ellos el Velasco, 12 fragatas, 5 urcas, 9 jabeques, 3 paquebotes, 4 bombardas, 7 galeotas y 230 transportes, y arribó el 30 de junio frente a Argel, donde desembarcaron las tropas el 8 de julio. La expedición resultó un desastre, y regresó al día siguiente con la pérdida de 5.000 hombres de un total de 18.400 efectivos desembarcados.

PLANO DE ARGEL PARA LA INVASIÓN DE 1775

En 1779, fue ascendido a capitán de fragata, y graduado de capitán de navío, en 1782, y efectivo al año siguiente. En 1787, fue clasificado de buena conducta, celoso en el servicio y de buen desempeño en maniobras y pilotaje, y buen carácter.

En 1790, al mando del navío Oriente en la Escuadra de observación del marqués del Socorro, coincidió con el capitán general de la Armada, el alavés Ignacio María de Álava y Sáenz de Navarrete.

Al final de su carrera militar al servicio de la Real Armada española, navegó de subalterno y de mando por los mares de Europa y América, en distinta clase de buques, durante cuatro décadas. Por el mal estado de su salud, solicitó su retiro del servicio en 1803, y falleció en 1807, a los sesenta y siete años de edad.

01/10/2018

Vascos en la fundación del Reino de Castilla


Castilla se fundó en el siglo IX como una suerte de pequeños condados fronterizos defendidos por innumerables castillos de las que toma el nombre frente a los asedios de los musulmanes de Córdoba y los muladíes de Muhammad ben Lope, nieto de Muza, el llamado "Tercer Rey de España". Las fortificaciones castellanas sustentaban la primigenia personalidad de unos pobladores cántabros y vascones que se extienden desde el año 800 entre las tierras ribereñas del Ebro y el Duero.

De estos castillos provino el término castellanos (natural de los castillos), y de ahí Castilla. El propio término Castilla es un neologismo utilizado para denominar la región anteriormente conocida como Vardulia. Según las crónicas medievales: "la Vardulia que ahora llamamos Castilla" (Vardulies qui nunc vocitatur Castellae).

ESCUDO DEL REINO DE CASTILLA

El origen de Castilla tiene un esencial componente vasco. El historiador medievalista del siglo XX y presidente de la República en el exilio, Claudio Sánchez Albornoz, en su tesis España, un enigma histórico aseguró que el pueblo castellano nació de la matriz vasco-cantábrica, unida a la raíz goda. Lo resumía así:
"En ellas (las tierras ganadas a los moros en las estribaciones meridionales de la Cordillera Cantábrica) se establecieron numerosas masas de vascos, junto al conglomerado étnico que presidían los cántabros y juntos a los refugiados visigodos. Esta mezcla explosiva iba a tener decisivas proyecciones históricas en el acuñarse del pueblo castellano."
"No es necesario acudir a la hipérbole para desatacar las consecuencias de la generación de Castilla por la cópula del complejo racial que presidían los cántabros con los refugiados godos y con los colonizadores vascones."
Concluyendo que:
"Castilla y los castellanos fueron el fruto de la simbiosis racial y cultural de lo cántabro, lo vasco y lo godo."

No fue el primero en lanzar la idea de la acción vasconizante castellana. Otro gran historiador del Medievo, Menéndez Pidal, en su estudio "Castilla, la tradición, el idioma", defendió ya la teoría de que Castilla había metido una cuña vasca en Hispania:
"Castilla nace sobre antigua población de cántabros, várdulos, autrigones y otros pueblos los más tarde romanizados en la península y con menos intensidad."
Finalmente, el historiador Vicens Vives, en su Aproximación a la historia de España:
"He aquí un momento trascendental en el porvenir peninsular. Aparece ahora realmente Castilla en la historia. El pueblo castellano (de sangre vasca y cántabra) se configura en una sociedad abierta, dinámica y arriesgada como lo es toda estructura social en una frontera que avanza."

VILLAS DE LA CASTILLA PRIMIGENIA

El origen de Castilla fue el resultado de una línea defensiva en torno al desfiladero de Pancorbo (territorio cántabro-várdulo-autrigón y paso natural de las actuales provincias de Álava y Burgos) y otras zonas vulnerables al este de la cordillera Cantábrica. Ésta era una marca fronteriza formada por castillos construidos a mediados del siglo VIII durante el reinado leonés de Alfonso I el Católico y su hijo Fruela.

Alfonso I convirtió la región vasco-cántabra en un recinto fortificado por una línea escalonada de castillos, que sirviese de muro contra las invasiones sarracenas. Según el historiador Valparda, en su Historia Crítica de Vizcaya, estos castillos, de los cuales quedan todavía restos, son los siguientes:
"Cerrando el acceso de los sarracenos a Álava, a la Merindad de Castilla la Vieja, y a Orduña y a Vizcaya, hallamos aun ahora por el Ebro superior y el río Omecillo, restos de los castillos de Valpuesta (Burgos), Valderejo (Álava), Puentelarra (Álava), Fontecha (Álava), Lantarrón (Burgos), junto a Sobrón (Álava), Alcedo (Álava), Villamaderne (Álava) y Bellogín (Álava). Por el río de Bayas e Izarra se halla cerrada la entrada por Rivabellosa (Álava), Subijana (Álava) y Morillas (Álava), y resguardada la margen izquierda del Ebro por Portilla (Álava), Ocio (Álava) y Zambrana (Álava), con una segunda línea por Zaldiarán y Picozorrotz o Montes de Vitoria (Álava); y más al Este, por las asperezas y riscos de la Sierra de Cantabria (Álava), guarnecidas por los castillos de Herrera de Toro (Álava), Labastida (Álava), con su castillo Tullonio, San Vicente de la Sonsierra (Rioja), Peñacerrada (Álava), Samaniego (Álava) y La Guardia (Álava); continuando en la línea de Navarra las fortificaciones de Bernedo (Álava), Marañón (Navarra Degiense), Cabredo (Navarra Degiense), Genevilla (Navarra Degiense), Santa Cruz de Campezo (Álava), Malpico, Peña Costalera, Arlucea (Álava), Marquínez (Álava), Corres (Álava), Antoñana (Álava), etc.
Esta línea defensiva de fortalezas era poco más o menos la que correspondía a la organización de Alfonso I. Pronto, sin embargo, se ocupó el valle de Miranda (Burgos), cerrando sus dos entradas con los castillos de Pancorbo (Burgos) y por Conchas de Haro (entre Álava y Rioja), con los de Cellorigo (Rioja), Bilibio (Álava) y Burandón (Rioja)."

En realidad, la primera Castilla fue la línea de castillos organizados por Alfonso I alrededor del territorio vasco-cántabro que no había sido ocupado por invasores islámicos. Los árabes designaron esta región con el nombre de Al Kilé (Los Castillos), plural de kalat (castillo).

Según se iba ensanchando el territorio conquistado a los sarracenos, se construían para su defensa nuevas líneas de castillos, y se iba cambiando la significación de la palabra Castilla. Sin embargo, el nombre de Castilla no se aplicó entre los cristianos a la primera Castilla del rey astur Alfonso I, ni tampoco durante la segunda Castilla, formada por los territorios vascos de Bureba y Villarcayo.

SEGUNDA FASE POBLACIONAL DE CASTILLA

Fue durante la extensión de la ocupación de los cristianos hasta Amaya y Burgos cuando se fundó la tercera línea defensiva de castillos, y e comenzó a llamar Castilla la Vieja a la segunda Castilla de la Bureba y Villarcayo, que hasta entonces se designaba con el nombre de Vardulia. Así lo explican las Crónicas de Alfons III, donde consigna que Alfonso I pobló, a continuación de Sopuerta y Carranza, "la Vardulia, que ahora se llama Castilla" (Bardulies, quae nunc appellatur Castella). En efecto, ya que durante el reinado de Alfonso III, se organizó la ocupación de la tercera Castilla, porque el conde Rodrigo, por orden del rey Ordoño I, antecesor de Alfonso III, había poblado Amaya el año 860, como lo explica la Crónica Burgense. También fue poblada Santander (llamada Asturias de Santillana), según la Crónica de Sampiro, obispo de Astorga.

A esta tercera Castilla hace alusión el Poema de Fernán González, cuando dice:
"Entonces era Castilla un pequeño rincón:
era de castellanos Montes d´Oca mojón,
e de la otra parte Hituero en fondón."


Desde que Alfonso I fundó la primera Castilla en el territorio de la primitiva Vardulia y Borovia, pasó más de un siglo hasta la formación total de la segunda Castilla; porque Alfonso I reinó desde 739 hasta 757, y Amaya y Burgos, ciudades situadas fuera del territorio de Vardulia y Autrigonia, no fueron poblados hasta los años 860 y 884.

La repoblación de Castilla data desde el siglo VIII, registrado en los Anales Complutenses que ya el año 784, reinando Mauregato en Asturias, partió de las montañas de Malacouría una expedición para emigrar a Castilla. Sin concretar la ubicación de las montañas de Malacouría, existen otros topónimos con la misma raíz eusquérica (Málax, Mallavia, Málazaga, etc.) y la misma terminación (Goicouría, Ellacouría, etc.).

torre Velasco lezana mena castilla
TORRE VELASCO

El carácter predominantemente vasco que tuvo la Castilla primitiva se revela en la facilidad con que las crónicas la confunden con Álava. Por ejemplo, la Crónica Albendense, cuya primera parte se escribió en tiempo de Alfonso III, dice acerca de este rey, contemporáneo suyo, que, huyendo de Fruela, conde de Galicia usurpador de su trono, se refugió en Castilla:
"Este (Alfonso III en la primera flor de su adolescencia y en el primer año de su reinado, cuando tenía dieciocho años, es privado de su reino tiránicamente por el apóstata Fruela, Conde de Galicia; y el Rey mismo se refugió en Castilla, y no mucho tiempo después, habiendo sido muerto en Oviedo el tirano e infausto Rey Fruela por los fieles a nuestro Príncipe, el glorioso niño vuelve de Castilla,…"
(... Rege a fidelibus nostro Principis O veto interfecto, idem gloriosus puer ex Castella revertitur, ...)

Lo mismo dice la Crónica Lusitano:
"Se refugió en Castella… volvió de Castilla."
(Castellam se contulit... ex Castella revertitur.)

Pero en cambio, la Crónica de Sampiro y la Crónica Silense exponen que donde se refugió fue en Álava:
"Al comienzo de su reinado, cuando tenía catorce años, cierto hijo de perdición, Fruela Bermúdez, de las partes de Galicia vino a apoderarse del Reino que no le era debido. Oyendo esto el Rey Alfonso se retiró a las partes de los Alaveses,..."
(Rex vero Adefonsus hec audiens secessit in partes Alavensium,...)

Y lo mismo repitió el monje de Silos en su Crónica Silense.

Para los historiadores cristianos, Castilla la Vieja y Álava eran territorios muy parecidos, lo mismo que para los historiadores árabes.

El carácter vasco del territorio conocido como Vardulia también aparece en la Crónica de Alfonso III, quien escribió que:
"Después de la muerte de Alfonso (el Casto), fue elegido para ocupar el trono Ramiro, hijo del príncipe Bermudo (I); pero en aquel tiempo estaña ausente en la provincia varduliense, para tomar mujer"
(Post Adefonsi discessum Ranimirus, filius Veremundi principis, electus est in regum; sed tunc temporis absens erat barduliensem provinciam ad accipiendam uxorem).

Luego cuenta Alfonso III que un tal Nepociano le usurpó la corona en Oviedo, mientras él estaba en Vardulia; pero habiendo sido abandonado el usurpador por las tropas de los asturianos y vascones (Auturiensium et Vasconum), fue derrotado junto al río Narcea, capturado, cegado y encerrado en un monasterio. La Crónica Silense explica:
"Ramiro, siendo ya de adulta edad, como se trasladase para tomar mujer a la Vardulia (que ahora se llama Castilla),…"
(Ramirus, adulta jam aetate, quum Bardulies (quae nunc Castella vocatur) ad accipiendam uxorem accederet, ...)

ALFONSO III EL MAGNO, REY DE VASCONES

Ahora bien, Ramiro sucedió en el trono leonés a Alfonso I el Casto, hijo de la vasca Munia, cuyos parientes le ofrecieron refugio en Álava; era él, a su vez, hijo de doña Usenda Nunilona, de claro origen vasco, y se casó en Vardulia con doña Urraca, que delata también por muchos indicios su origen vasco.

El nombre de su madre Usenda Nunilona delataba origen navarro, "por el culto grande que tenían allí las Santas Nunilona y Alodia" según el historiador Flórez en sus Memorias de las Reynas Católicas. Además del carácter enteramente vasco de sus dos hijos, Ramiro y García.

El nombre de García, desconocido hasta entonces fuera de Vasconia, es de origen ibérico y vasco, aunque luego se difundió por toda España. Es uno de los nombres vascos derivados de los animales característicos. Así como los latinos derivaron de "ursus" (oso) los nombres de Urso, Ursula, Ursino, Ursacio, etc.; de "columba" (paloma), derivó Columbano, Columba, etc.; de "lupus" (lobo), Lupo, en castellano Lope y López; de "corvus" (cuervo), Corvino. Así también derivaron del nombre vasco "bela" (cuervo) los nombres de Vela, Velasco, Vélez, Velázquez, etc.; de "ochoa" (lobo), derivó en ochoa, Ochóiz, etc.; de "usoa" derivó en Usoa y Usenda; de "artza" (oso) de formaron los nombres de Arsa, Arsenio, Garsea, Garsia y, por fin, García, el más conocido.

Menéndez Pidal en su obra El idioma español en sus primeros tiempos (1927) explica que la "princesa de la casa real de Pamplona, llamada Jimena, con la cual parece que se introduce este nombre en León", por haberse casado con ella Alfonso III el Magno, añade:
"Uno de los hijos de esta reina se llamó García, nombre vasco que debe haber entrado también en el Occidente por influencia navarra, así como el de Sancho, que igualmente ahora empieza a sonar en León (reinado de Alfonso III) y, aunque no es vasco, parece especialmente usado en la casa real de Pamplona."
En tiempos de Ramiro I, familias distinguidas como las que daban reinas a Oviedo, usaban nombre vasco. Este mismo rey leonés, siguiendo las tendencias vasconizantes de su dinastía, marchó a Vardulia y regresó con otra princesa de nombre vasco Urraca. Según Risco en España Sagrada:
"Vivió en Oviedo muchos años la Reyna Doña Urraca, con quien Don Ramiro se casó en Vardulia, que es Castella."
El nombre de la reina Urraca se extendería por los reinos de León, Castilla y Aragón; su significado es "Áurea", es decir, "Dorada" o "De Oro", debido a la devoción que se profesó en la España de aquel tiempo a Santa Áurea, llamada también Santa Oria. Dada la costumbre que tenían los vascos de traducir los nombres del castellano al vascuence, hicieron lo mismo con el nombre de Áurea, y en su lugar pusieron Urrica debido a que en vascuence "oro" se dice "urría". Como ejemplo está el nombre de Mari Urrica, conocida como la dama de Amboto, protagonista de una leyenda vasca.

Todos estos son ejemplos que reflejan la influencia vasca sobre la primitiva Castilla y las relaciones de esta entidad con Vasconia. Fue un hecho que esa gloriosa región, capitana de España en la Reconquista, nació no sólo en territorio cántabro, sino además en territorio vasco y con el nombre de Vardulio, como una prolongación del pueblo indígena celta de los várdulos.

fernán gonzález escudo reino castilla
FERNÁN GONZÁLEZ

Durante el siglo IX, el Condado de Castilla se limitó a cumplir con la misión encomendada: servir de muro de contención frente a los ataques musulmanes y hogar de infanzones, agricultores y ganaderos; pero ya habían descendido hasta la línea del río Duero.

En el siglo X, surgió con firmeza la idiosincrasia castellana encarnada en la figura de sus condes gobernantes. Castilla es mucho más que una tierra de nadie satélite del Reino de León. Los vascones provenientes de los territorios de Álava y Guipúzcoa fueron una parte importante de los guerreros castellanos que en este siglo consiguieron establecer un primer impulso político y militar, primero en la independencia con respecto al Reino de León, y después en la expansión territorial por la meseta.

En 920, tras la derrota cristiana de Valdejunquera, los nobles castellanos fueron acusados de no acudir en auxilio de las tropas navarras y leonesas y algunos condes fueron recluidos por ello. En 930, Fernán González, el hombre más respetado de la nobleza castellana, comenzó a reivindicar los particularismos de Castilla. Nueve años más tarde, tras la batalla de Simancas, exigió la independencia total de León. Fueron los primeros pasos de una andadura llamada Castilla.

Las discrepancias entre Ramiro II y Fernán González alcanzaron su punto álgido en 943 cuando el castellano se rebeló ante el leonés. El hecho supuso la detención y encarcelamiento del conde durante un tiempo.

Finalmente, la presión agobiante ejercida por las tropas de Al-Ándalus sobre la frontera, hicieron que Ramiro II reconsiderara su actitud, liberando al noble para que le ayudara con su tropa en los asuntos bélicos librados por el reino frente a los musulmanes.

RAMIRO II Y FERNÁN GOLZÁLEZ

En 960, Castilla consiguió una autonomía que la desvinculó prácticamente del Reino de León, salvo el homenaje y reconocimiento de los nobles castellanos hacia la Corte leonesa.

Los documentos de esta época aseguran la autoridad de Fernán González en extensas zonas del territorio vasco, aparte de aparecer en numerosos documentos con el título de conde de Castilla, Nájera y Álava (en la que probablemente estuviesen comprendidos los territorios de la actual Guipúzcoa). Los Vela y Herraméliz de Álava debieron perder, se supone, la hegemonía de sus zonas.

También repobló muchas zonas de las actuales Castilla y León y La Rioja con vascos, además de sustituir el derecho consuetudinario visigodo por el Fuero. La práctica totalidad de villas vascas serían más tarde fundadas por este reino pujante al cual migraban ingentes cantidades de siervos cristianos al calor del fuero de hombres libres. Lo cual propició su rápida potencia militar.

Las buenas relaciones entre el conde de Castilla y el rey de Pamplona fueron realmente buenas, hasta el punto que Fernán González casó con alguna hermana del navarro. Pero Navarra no supo aplicar el Fuero que tan excelentes réditos daría al reino cántabro-vasco de Castilla, debido a su dependencia del reino franco.

Fernán González implantó la sucesión nobiliaria, a su muerte en 970, por su hijo García Fernández. El primer rey de Castilla se encargó de ampliar los territorios obtenidos por su padre, aunque chocó con el genio militar de Almanzor quien propinó duras derrotas por toda la península a los diferentes reinos cristianos. García Fernández sufrió además una tremenda conspiración familiar cuando su mujer e hijo se confabularon con el dictador andalusí para derrocarle. Murió en Medinaceli en 995 a consecuencia de unas heridas de guerra. Con Fernán González y su hijo García Fernández quedan trazados los caminos por los que discurrirá el futuro de Castilla.

EXPANSIÓN TERRITORIAL DE CASTILLA EN EL SIGLO X