Mostrando entradas con la etiqueta Domingo de Zavala. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Domingo de Zavala. Mostrar todas las entradas

19/01/2025

Domingo de Zavala. La Guerra y la Hacienda, por Arturo Cajal Valero


DOMINGOM DE ZAVALA, POR ARTURO CAJAL VALERO

Domingo de Zavala. La guerra y la Hacienda (1535-1614)
Arturo Cajal Valero, Ediciones Luis de Zavala y Fernández de Heredia, 2006

En este libro, Arturo Cajal se adentra en el corazón de la Edad Moderna, presentando los pasajes más relevantes de la vida de un guipuzcoano, Domingo de Zavala, que tomó el apellido de su casa solar familiar, en Villafranca de Ordizia, aunque su verdadero nombre era Domingo Martínez de Arramendia y Mendiola. Se trata de la exposición pormenorizada de la trayectoria de este guipuzcoano, tanto desde el punto de vista personal y familiar como profesional.

El autor, por lo tanto, no presenta una biografía de Domingo de Zavala en sentido estricto, sino que estudia algunos hitos fundamentales en su vida, que ejerció de manera simultánea diversos oficios reales en los campos de la gestión militar y fiscal, y distintos cargos privados en la administración de la casa de los Requesens-Zúñiga. Además, en todo momento se presenta la trayectoria personal de Domingo de Zavala en el marco del complejo contexto histórico de los reinados de Felipe II y Felipe III. Tras un prólogo de Miguel Artola y una breve introducción del propio autor, el trabajo se articula en torno a tres grandes partes, que siguen un criterio temático y no cronológico, aunque luego, internamente, en cada una de las partes sí se sigue una secuenciación temporal.

En la primera parte se profundiza sobre el combate de Lepanto y sobre la participación en ella de Domingo de Zavala como responsable de la galera Granada. Se aborda la organización logística de la batalla contra la flota otomana, describiendo de manera detallada y extensa los preparativos de la Armada así como la contienda marítima en sí misma y los resultados obtenidos. Además, fue la única ocasión conocida que Zavala desempeñó actividades militares en primera línea, de manera muy satisfactoria para sus superiores, aunque en la batalla recibió graves lesiones físicas.

De manera clarificadora, Arturo Cajal explica los duraderos vínculos existentes entre Domingo de Zavala y Luis de Requesens, comendador mayor de la Orden de Santiago en Castilla, al menos desde 1568 como su secretario particular y luego como participante, junto a su señor, en la batalla naval.

Domingo de Zavala continuó al servicio de Luis de Requesens en años sucesivos, en los que éste fue designado gobernador de los Países Bajos, como queda desarrollado a lo largo de la segunda parte. Se pormenorizan las actividades de Zavala como secretario de Estado y Guerra del Gobierno y Capitanía General de los Países Bajos, se describen las tareas administrativas cotidianas y se presenta un buen y extenso resumen de las causas y de la evolución del conflicto en los Países Bajos durante el gobierno de Luis de Requesens, así como de los problemas derivados del impago a los ejércitos reales. De manera particular, el autor se centra en su traslado a la Corte en 1575 para obtener con inmediatez dinero de Felipe II para pagar a las tropas en Flandes, para que se enviara una Armada que permitiera a Luis de Requesens su retiro a Barcelona y para gestionar algunas cuestiones privadas de la Casa Requesens. En este caso, es de gran interés la exposición de la trama clientelar existente en la Corte en 1575 y de los mecanismos utilizados por los agentes y emisarios para resolver sus negocios y alcanzar sus objetivos.

La tercera parte se centra en los datos biográficos de Domingo de Zavala, utilizando como fuentes de información diversos documentos provenientes de distintos archivos públicos y privados. Los orígenes de su linaje en Villafranca de Ordizia, los cambios en su patronímico, la entrada al servicio de la Casa de Luis de Requesens..., son cuestiones desarrolladas extensamente. También se detalla el mantenimiento de Zavala como servidor de la familia Requesens-Zúñiga, tras el fallecimiento de Luis en 1576, su nombramiento ese mismo año en un nuevo cargo temporal de la administración real militar, en el ámbito de la contabilidad y de la gestión económica, como fue el de veedor y contador en el Principado de Cataluña, gracias a la intercesión de Juan de Zúñiga y Requesens, hermano de Luis, su nuevo patrón y protector.

Siguiendo un esquema cronológico, el autor detalla las actividades de Zavala en el marco de la Casa Requesens-Zúñiga y de su pariente el marqués de los Vélez, ya que desde 1582 se ocupó de la administración económica de las rentas de la casa y de cuestiones jurisdiccionales propias de un marco señorial, como eran los estados de los Vélez. El retorno de Domingo de Zavala a la administración real se produjo en 1594 al ser nombrado contador mayor de Hacienda, aunque en 1586 había rechazado el cargo de secretario de Guerra, al que le habían propuesto personas de influencia en el entorno de Felipe II, como Juan de Zúñiga y otro originario guipuzcoano, Juan de Idiáquez. La promoción social del protagonista del libro culminó con su designación, en 1600, como miembro del Consejo de Hacienda. De todos modos, no acabaron aquí sus tareas al servicio del monarca, ya que Domingo de Zavala tuvo desde 1605 el relevante encargo del "desempeño" de la Hacienda real en Sevilla, ejerciendo además, hasta un año antes de fallecer en su Ordizia natal en 1614, el cargo de administrador general del Almojarifazgo Mayor y de Indias.

Esta tercera parte, la más extensa, incluye también otras cuestiones de carácter más personal, como son la fundación del mayorazgo y la explicación detallada del pleito que se planteó a su muerte entre sus familiares a causa de la herencia de dicho mayorazgo. La exposición de las difíciles relaciones con su hijo, Martín, no sólo causadas por la novelesca huida de su hijo para casarse con Isabel Ángela de Avendaño y Beaumont, sin el consentimiento paterno, permite conocer un poco mejor a este relevante personaje y su difícil carácter.

10/07/2022

Marinos vascos en el Combate de Lepanto


El poderío de los otomanos fue creciente durante el siglo XVI, sus conquistas se sucedieron una tras otra ocupando el sureste de Europa hasta que, en 1529, los jenízaros fueron detenidos ante Viena por Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico. En el Mediterráneo la situación era amenazante, las galeras turcas imponían su ley y las incursiones berberiscas desde Túnez, Argelia y Marruecos no respetaban ninguna costa, continuando su expansión por las islas del mar Egeo, Chipre y Malta.

Consciente de esta amenaza, en 1571, el mundo católico se unió para combatirlo. España, Venecia, Génova, los Estados Papales y la Orden de Malta se aliaron para formar la Liga Santa. La alianza tendría validez por un período de tres años, durante el cual se reuniría una gran flota para derrotar a la flota naval del sultán Selim II.

La flota aliada estaba al mando de Juan de Austria, hermano bastardo del rey Felipe II. Tenía como almirantes en la Armada española a Álvaro de Bazán, Luis de Requesens y Juan Andrea Doria, que reunieron 90 galeras, 24 naves y 50 fragatas y bergantines.

La flota veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y estaba formada por 6 galeazas, 106 galeras, 20 fragatas y 2 naves, mientras que la flota pontificia de Marco Antonio Colonna reunía 12 galeras y 6 fragatas.

COMBATE DE LEPANTO

La Liga Santa logró reunir un total de 91.000 soldados, marineros y chusma. 34.000 soldados, 13.000 tripulaciones y 45 galeotes. Por parte española eran 20.231 los soldados: 8.160 eran españoles, 8.160 italianos y 4.987 alemanes. Además, se unieron 1.876 caballeros y aventureros. Las piezas artilleras de toda la escuadra eran 1.250.

Las galeazas eran los navíos más potentes gracias a su gran aportación artillera. Las galeras eran impulsadas por remeros profesionales o por condenados por delitos a este duro trabajo. Muchas de las galeras italianas estaban en un lamentable estado para la guerra y tuvieron que reforzarse con 4.000 infantes y 500 arcabuceros españoles en cada galeaza.

La escuadra turca, al mando de Alí Bajá contaba con 210 galeras, 63 galeotas y 92.000 combatientes, de los cuales 34.000 eran soldados, 13.000 tripulaciones y 45.000 galeotes.

COMBATE DE LEPANTO

La fuerte y poderosa flota cristiana partió de Messina el 16 de septiembre de 1571. Y avista a la flota otomana en el golfo de Lepanto, frente a la ciudad de Naupacto, en la Grecia Continental, el 7 de octubre, siendo superior en número (aproximadamente 300 naves).

El combate se decidió gracias a la superior fortaleza y al mejor armamento de las 26 naves españolas que ocupaban la batalla o centro y a la eficacia de los arcabuceros; la nave real de Juan de Austria fue embestida y abordada por la del generalísimo turco Alí, que había previsto una maniobra envolvente por el ala derecha de la flota coligada, a fin de empujarla hacia el interior del golfo y encerrarla en él.

Después de dos horas de forcejeo indeciso, los soldados de la Liga, rechazados en tres ocasiones, entraron en la capitana turca y mataron a su general. La victoria del centro fue decisiva, pues el ala derecha, mandada por Doria, sostenía una lucha desventajosa con Luchalí, que se había infiltrado hábilmente por el centro en la primera fase del combate, y que trató, con una hábil maniobra, de atacar al centro de la Liga, que se retiraba vencedor con las naves capturadas.

La inmediata intervención de Juan de Cardona, y la posterior de la reserva mandada por el marqués de Santa Cruz, obligaron a huir a los turcos hacia la costa de Morea. Barbarigo el jefe veneciano, que mandaba el ala izquierda, resultó muerto, pero la ayuda de la reserva y el arrojo de los venecianos permitieron su triunfo sobre la derecha otomana y la muerte de Siroeco, que iba a su frente.

COMBATE DE LEPANTO

En la batalla, que duró cinco horas, murieron aproximadamente 35.000 hombres, 12.000 de los cuales eran de la Liga, y fueron capturados por ésta unas 130 naves turcas y 8.000 hombres, habiendo perdido los coligados 17 galeras. En Lepanto se frenó la expansión turca en el Mediterráneo, por otra parte, los intereses españoles se desplazaron hacia el norte de Europa.

No podía faltar la presencia de marineros y soldados vascos en la contienda. La victoria tuvo un fuerte impacto en tierras vascongadas, pues después de varios siglos aun perduran las muestras de entusiasmo mediante los celebres "errebombillos", Alarde de Elorrio, que se celebraban año tras año el primer domingo de octubre, conmemorando festivamente de una manera muy tradicional el histórico suceso, que avalan una activa participación en el combate de gentes oriundas de Elorrio.

Se han comprobado la existencia actual de calles con el nombre glorioso de Lepanto en varias poblaciones vizcaínas: Baracaldo, Guecho, Portugalete, Santurce, Lejona y otras.

Ahora bien, la intervención de los marinos vascos en Lepanto fue muy reducida y modesta en comparación a la de otros grupos nacionales, especialmente los de la ribera mediterránea desde Cataluña hasta Andalucía. Eso fue debido a la imposibilidad de atender a la vez los dos teatros estratégicos del momento: el Atlántico y el Mediterráneo. Quedaron la mayor parte de los marinos guipuzcoanos y vizcaínos al servicio de las naos oceánicas para el tráfico de Indias o para reforzar la presencia naval española en los Países Bajos.

COMBATE DE LEPANTO

Alguno de los marinos y soldados que intervinieron de forma destacada en la preparación de la escuadra y en el desarrollo del combate fueron:

Domingo Zavala y Armendia, natural de Villafranca de Oria, fue contador mayor del rey y consejero de Hacienda de Felipe II. Tomó parte en el combate como capitán de cuatro galeras. Enfrentándose a cinco galeras turcas consiguió prender tres, recibió varias heridas y salvó la vida al lugarteniente de Juan de Austria, Luis de Requesens. En premio de su arrojo, Su Santidad le concedió dos jubileos para su villa natal. Murió en su palacio de Zavala en 1614.

Juan Pérez de Elizalde, natural de Tolosa, fue el marino arquetipo de entrega y abnegación a la Corona hispánica, allá donde fueren requeridos sus servicios. Su prestigio como marino veterano está avalado por sus cuarenta y dos años de servicio a su patria. Fue secretario de la gobernación de estado en Milán. Participó en varias de las guerras sostenidas por España en el siglo XVI: Flandes, Italia, Portugal, Malta, Goleta, Orán, Peñón de Vélez y Guipúzcoa y, en 1571, en Lepanto. En premio de sus servicios, recibió por armas las águilas imperiales, presentes en la fachada de su casa en el paseo de Belate.

Miguel de Eleizalde, natural de Tolosa, capitán de mar, compuso un libro de aritmética y geometría.

Juan Ibáñez de Aulestia y Mendirichaga, de Murelaga, general de marina.

Antonio de Alzate, de Fuenterrabía, constructor de la nao capitana real en la que navego Juan de Austria, y capitán de la nao soberana del Papa.

Juan Núñez de Palencia, de Fuenterrabía, capitán de soldados.

Francisco de Ibarra, de Eibar, contador mayor de galeras.

Ruiz de Galarza, de Anzoula, muerto en combate.

Marcos de Isaba, de Isaba (Navarra), mandó una compañía de 178 hombres que perteneciente al tercio de Miguel de Moncada.

COMBATE DE LEPANTO

Góngora y Torreblanca escribieron de Marcos de Isaba:
"En esta batalla, uno de los más valientes capitanes, que más se señalaron, fue don Marcos de Isaba, tan celebrado en la Austriada del Regidor de Córdoba, pues teniendo el Ochaliren las galeras de Malta, y degollada gran parte de los comendadores, les embistió y peleó tan valerosamente con este famoso capitán, que en breve rato se la volvió a ganar y rescatar y en particular la capitana de ellas con el general Jofre Justiniano, que sólo con otro comendador habían dejado con vida, con muerte de muchos genízaros, que son los nervios del poderoso brazo del turco, e hizo en aquel tan sangriento día otros hechos heroicos y notables, y después de muy grandes servicios, fue a Castellano de Capúa en el reino de Nápoles."

DOMONGO DE ZAVALA EN EL COMBATE DE LEPANTO

23/07/2016

Domingo de Zavala y Armendia


Consejero real de Hacienda de España y secretario de Estado y Guerra de Flandes, almirante de mar en el combate de Lepanto de 1571

DOMINGO DE ZAVALA Y ARMENDIA

Domingo Zavala y Armendia nació en Villafranca de Ordicia, Guipúzcoa, en 1535. Ha pasado a la historia por participar con relevancia y valor en el combate de Lepanto, pero su actividad principal fue la de empleado de la administración militar.

Desde 1568, Zavala era secretario particular del diplomático y marino barcelonés Luis de Requesens, secretario real de Felipe II. Le había acompañado a las campañas navales que éste efectuó desde el mismo año como lugarteniente general de la Mar (2º jefe de las escuadras de Felipe II en el Mediterráneo, bajo el mando del capitán general de la Mar Juan de Austria), además de a la Guerra de las Alpujarras de 1569-70 contra la sublevación de los moriscos.

Ni antes ni después de Lepanto desempeñó Zavala mando naval ni función marinera ninguna, sino una larga y brillante carrera burocrática en los ámbitos de guerra (secretario de Estado y Guerra en el Gobierno general de Flandes) y contabilidad (contador mayor de Hacienda), que le llevaría finalmente a formar parte del Consejo supremo de Hacienda.

Pero fue llamado al mando de una galera por decisión personal de Luis de Requesens, que ocupaba la posición tercera en la jerarquía de la Armada de Lepanto justo detrás de Juan de Austria y Marco Antonio Colonna. De entre la flota que zarpó de Barcelona en julio de 1571, Zabala dirigía la segunda galera al mando, Granada, estando Requesens en la galera capitana.

La Granada se hallaba situada en las inmediaciones de la galera de Juan de Austria. La embarcación de Zavala desplegaba a la izquierda de la capitana, solamente separada de esta por dos buques, las capitanas de la República de Génova y de Venecia. A popa de la galera capitana se hallaban la almiranta y la capitana de Luis de Requesens, segundo al mando de las escuadras españolas. Al costado derecho de la galera insignia de Juan de Austria, se situaba la capitana de la escuadra pontificia al mando de Marco Antonio Colonna. Por último, la escuadra de reserva de Álvaro de Bazán se situaba a su retaguardia, preparada para intervenir en cuanto fuese necesario.

GALERA ESPAÑOLA EN EL COMBATE DE LEPANTO

La resistencia de la galera Granada, al mando de Zavala, tuvo un papel relevante, con otras compañeras cercanas, en la protección del núcleo neurálgico de la Armada cristiana, que formaban las galeras de Juan de Austria, Veniero, Colonna y Requesens, el cual durante la lucha vivió momentos sumamente críticos. Si la Armada cristiana hubiera perdido en combate a estos cuatro almirantes, la desmoralización y descoordinación habría conllevado a la retirada general de naves, y por tanto a la derrota.

Según una certificación y declaración original de Juan de Austria, en referencia a Domingo de Zavala:
"… se halló Domingo Martínez de Zavala y Arramendía, que sirve a su Majestad cerca de nuestra persona en tener los libro de la mar que nos toca como Capitán general de ella, por capitán de la galera Granada de España, patrona de las del Comendador mayor de Castilla, el cual nos consta por cierta ciencia y vista ocular, que habiendo sido el dicho día embestida su galera por cinco turquescas, todas mayores que la suya, peleó con todas ellas con tanto valor, ánimo, y destreza desde el punto de mediodía hasta las seis de la tarde que fue nuestro Señor servido, que habiéndosele entrado muchas veces los turcos en su galera y matado mucha gente, los rebotó y echó fuera de ella otras tantas veces, con tan ánimo y aventajado valor que de las cinco galeras tomó y prendió las tres, y las dos se contentaron de irse después de tener muerta la mayor parte de su gente. Y porque de un hecho tan peregrino como venturoso quede inmortal memoria…"

Durante el combate, Zavala sufrió hasta 27 heridas, algunas de ellas de consideración de las que pudo recuperarse. Pero sufriría, durante el resto de su vida, las secuelas procedentes de las múltiples y gravísimas heridas recibidas en el combate.

Y como expresa la certificación, los marinos de Zavala consiguieron capturar a 3 de las 5 galeras turquesas que la rodearon, con 21 piezas de artillería de bronce. También pudo rescatar a 227 cristianos cautivos que bogaban al remo, apresar a 196 turcos, y recuperar pertenencias de tempos e iglesias de Venecia y Corfú que habían sido saqueadas previamente por los turcos.

DOMINGO DE ZAVALA EN EL COMBATE DE LEPANTO

Después del combate de Lepanto, Domingo de Zavala siguió al servicio administrativo de Requesens acompañándolo como secretario al Gobierno de Milán (1572-73) y finalmente de Flandes. Domingo de Zavala no volvió a verse empeñado personalmente en ningún combate naval, pero sus responsabilidades administrativas en los ámbitos de la guerra y la hacienda le llevarían a lo largo de su vida a gestionar asuntos marítimos de gran interés.

Una de las misiones burocráticas más importantes tuvo lugar en mayo de 1575, cuando Luis de Requesens, gobernador general de los Países Bajos, le envió con urgencia a Madrid, comisionado para tratar con el rey Felipe II y sus secretarios las medidas necesarias para reconducir la crítica situación militar de aquel territorio. Zavala ya era secretario de Estado y Guerra del Gobierno de Flandes.

Las peticiones que tenía que negociar Zavala fueron la provisión inmediata de grandes cantidades de dinero para el Ejército de Flandes; el envío de una Armada que permitiera combatir a los rebeldes también en la mar; y el relevo cuanto antes de su propia persona del cargo de gobernador.

Era imprescindible un núcleo de naos gruesas, acompañado de numerosa flotilla de embarcaciones ligeras aptas para la navegación fluvial. Esta fuerza naval bien equipada tendría dos objetivos: apoyar las operaciones militares en tierra, y debilitar su comercio, fuente de financiación de las operaciones rebeldes, hostigando y arrebatando los puertos, ríos y canales. El problema de encontró Zavala en la Corte fue la inexistencia financiera de la Monarquía no solo para atender sus peticiones, sino para atender simultáneamente todos los frentes que tenía abiertos.

domingo zavala armendia gobierno flandes guerra
GOBIERNO DE FLANDES POR DOMINGO DE ZAVALA

Finalmente, un gran Armada de embarcaciones ligeras al mando de Menéndez de Avilés iba a zarpar desde Santander en septiembre de 1575, pero una epidemia de tifus y las tormentas consiguieron que llegara a destino una parte insuficiente de la flota al mando del vizcaíno Juan Martínez de Recalde.

La muerte sorprendió a Requesens al año siguiente en Bruselas. Todavía no se habían conseguido ninguno de los objetivos vitales de la comisión encomendada a su leal secretario Domingo de Zavala.

Años después, en 1586, Zavala era gobernador de los estados del marqués de los Vélez, en Murcia-Almería. Cuando en la Corte se daba ya por hecho el inminente nombramiento de Zavala como secretario real de Guerra, escribía a su protector Juan de Zúñiga y Requesens su renuncia del cargo por cuestiones de salud.