01/02/2015

Armada de Vizcaya al servicio de los Reyes Católicos


Tras el final de la Guerra de Sucesión castellana entre Castilla y Portugal y el Tratado de Alcaçovas en 1479, Isabel y Fernando se asentaban en el trono definitivamente. Los Reyes Católicos aseguraban una paz con el reino luso que les permitiría finiquitar la Reconquista y expandir su política militar por el mar Mediterráneo.

Una de sus principales medidas de los Reyes Católicos fue la preparación y disposición de armadas, fomentando la construcción de embarcaciones en los astilleros de los puertos del Cantábrico, para cuando fuese necesario se disponga de la participación de naves y marinos expertos.

Un año después, en 1480, el Imperio otomano había tomado la villa de Otranto, en el Reino de Sicilia. Al año siguiente, Fernando de Aragón quiso ayudar a su primo Fernando de Nápoles en la recuperación de la plaza aportando naves a la flota cristiana. Entonces, el consejero real Alonso de Quintanilla llegó a los puertos vascos para la contratación de barcos. En aquel momento, el cronista real Hernán Pérez de Pulgar consideraba a los marinos vascos "gente sabida en arte de navegar" y "más instructor que ninguna otra nación del mundo".

Treinta naos salieron de los puertos de Vizcaya, Guipúzcoa y Cuatro Villas, es decir, los de la medieval Hermandad Marítima de las Marismas, que se unieron a las de Galicia y Andalucía. Al año siguiente, el bajá Ahmed pactó la retirada con el duque Alfonso de Calabria.

LA RENDICIÓN DE GRANADA, POR FRANCISCO PRADILLA

Desde 1482, la vigilancia del estrecho de Gibraltar fue considerada como parte de la operación que se organizó para el asalto final al Reino de Granada. La Flota para la guarda del Estrecho fue una armada mixta de galeras y veleros, en el cual se encontraban numerosas naves vascas, como demuestra el nombre de sus capitanes y diversos documentos del Registro del Sello.

La contribución de la provincia de Guipúzcoa fue de 3 embarcaciones, que mantenía a su costa. Este hecho le valió el finiquito de los 1.250.000 maravedís que se le habían repartido para la formación de la armada contra los turcos. La participación vizcaína debió de ser superior, aunque sólo existe constancia fehaciente de marinos de Tavira de Durango.

A partir de 1483, la flota cantábrica pasó al Mediterráneo para cortar la comunicación del Reino Granada con sus aliados africanos. La aportación vasca a esta flota se mantuvo activa en 1486, 1487 y 1488.

En 1487, se ejecutó la toma de Málaga por tierra y mar. Las escuadras castellana y aragonesa estuvieron dirigidas por los almirantes Fadrique Enríquez y Galcerán de Requesens, secundados por los capitanes Antonio Bernal, Melchor Maldonado, Álvaro de Mendoza, Martín Ruiz de Mena y Garci López de Arriarán.

Y, en 1490, la Flota para la guarda del Estrecho seguía contando con la participación de Garci López de Arriarán y de Juan de Lazcano como almirantes.

La Guerra contra Granada puso punto y final a la Reconquista y consiguió la unidad cristiana de la península Ibérica. En ella participaron gran número de alaveses bajo el mando de su diputado general Diego Martínez de Álava.

Hernán Martínez de Izaguirre, nacido en Vergara en 1442, fue secretario de los Reyes Católicos y capitán de Infantería en la conquista de Granada, consiguió terrenos en dicho reino, como recompensa a sus servicios.

Domingo de Herrasti, nació en Azcoitia en 1450, fue señor de la casa solar de Errazti, uno de los caudillos más valerosos de la guerra de Granada, secretario y contador general de los Reyes Católicos, y veedor general de la costa del Reino de Granada.

Martin Ruiz Yurreamendi, nacido en Tolosa, señor de la casa-solar y palacio de su apellido, sirvió a los Reyes Católicos en el Reino de Granada con la gente que llevó de Guipúzcoa.

CONQUISTA DE GRANADA POR LOS REYES CATÓLICOS

Acabada la Reconquista, las peticiones oficiales de Armadas por parte de los Reyes Católicos se fueron haciendo cada vez más frecuentes. Además de las respuestas oficiales, podían darse asientos de la Corona con particulares. Los peligros en el mar habían transformado las naos mercantes en naos mixtas con artillería para entablar combate. El comercio y la guerra eran las dos utilidades a tener en cuenta en la construcción de barcos.

Tras el Descubrimiento de América en 1492, las relaciones entre España y Portugal empeoraron. El rey Juan II de Portugal encargó la organización de una armada de guerra en Lisboa. Los Reyes Católicos temieron ataques portugueses contra el segundo viaje del almirante Cristóbal Colón hacia las tierras recién descubiertas, cuya expedición estaba compuesta de 17 barcos mercantes.

En previsión a un posible ataque de la flota lusa a la expedición colombina, el 7 de julio de 1493, los Católicos encargan la organización de una Armada de Guerra con alcance oceánico al bilbaíno Juan de Arbolancha. Su objetivo era la protección de la navegación castellana entre el estrecho de Gibraltar y el océano Atlántico, y disuadir a los barcos portugueses. Esta flota fue conocida como Armada de Vizcaya, por formarse en Bermeo con naves y tripulaciones vizcaínas. Pero aquella armada se llamaba de Vizcaya en el sentido amplio que tenía este topónimo en aquella época, es decir, armada vasca con tripulaciones y embarcaciones de los puertos tanto de Vizcaya como de Guipúzcoa. Se trataba de una fuerza muy considerable para la época, tanto por su tonelaje y armamento como por la reputada calidad de sus tripulantes y dotación de su gente de guerra.

Se concibió desde el primer momento como una fuerza de ataque, para ser utilizada exclusivamente como máquina militar, formada por navíos de guerra y dirigidas por un capitán general. La misión principal de la armada era proteger la navegación comercial castellana, tanto en el estrecho como en las costas atlánticas, así como frenar a los navíos portugueses en la pugna que por el control de la ruta hacia el nuevo continente descubierto mantenían las Coronas española y portuguesa.

ciudad Bilbao siglo XVI
BILBAO, SIGLO XVI

Congregadas las naves en Bermeo, al mando del capitán general Íñigo Artieta, se realizó el alarde de cada nave entre el 12 y el 22 de julio de 1493. En el mismo acto, los capitanes de la Armada juraron obedecer a Iñigo de Artieta como su general, y éste a su vez honrar y guardar a sus capitanes y al resto de su gente. Todos ellos juraron servir a los monarcas, cumpliendo sus órdenes y defender todo aquello que se les encargara.

La tripulación la componían 870 vascongados, distribuida aproximadamente de una tercera parte por hombre de mar (marineros, maestres y contramaestres) y dos terceras partes de hombres de guerra (pajes, grumetes, artilleros, arcabuceros, trompetas). El coste de la armada fue de 5.854.900 maravedís, formada por 6 naves:

Una carraca propiedad de Íñigo Artieta tasada en 1000 toneles tenía una tripulación de 300 hombres, de los que 100 eran marineros y 200 hombres de armas, que en su mayoría procedían de Lequeitio, así como de más de 100 piezas de artillería. Además, viajaba el propio capitán general, Iñigo de Artieta, un piloto, un cirujano, un capellán y cuatro trompetas.

Una nao mayor capitaneada por Martín Pérez de Fagaza estaba aforada en 405 toneles y embarcada por 200 tripulantes, 60 de ellos eran marineros y 140 de armas, además de un piloto y un cirujano. La mayoría procedían de Bilbao, Baracaldo y otros lugares de Vizcaya.

Dos naos medianas capitaneadas por Juan Pérez de Loyola y Antón Pérez de Layzola, estaban evaluadas en 220 y 205 toneles y llevaban ambas 125 hombres, distribuidos en 40 marineros y 85 hombres de armas, así como un piloto y un cirujano en cada una de ellas. Procedían básicamente de la costa guipuzcoana y de la villa de Deva.

Una nao menor era propiedad de Nicolás Ibáñez de Artieta, seguramente pariente de Iñigo, mandada por Juan Martínez de Amezqueta, estaba tasada en 100 toneles y llevaba una dotación de 70 hombres, de los que 25 eran marineros y 45 hombres de armas, además de un piloto y un cirujano.

Y una pequeña carabela, proporcionada por Iñigo de Artieta, mandada por Sancho López de Ugarte, para acciones de enlace, aviso y exploración, con aforo de 50 toneles y una tripulación de 30 hombres embarcados.

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RÉPLICA DE UNA NAO DE FINALES DEL SIGLO XV

A finales de julio de 1493, zarparon de Bermeo y, en agosto, ya estaban en Cádiz. Durante su estancia en las costas del sur de España, Armada de Vizcaya protagonizó varias persecuciones en el estrecho de Gibraltar contra naves portuguesas que habían asaltado a una nao vasca. Mientras, los reyes de España y Portugal continuaban las negociaciones encaminadas a repartirse el océano y delimitar las fronteras africanas.

Además de la vigilancia y control del estrecho, su estancia se simultaneó con otras misiones. El 3 de octubre de 1493, la Armada de Vizcaya partió de Adra (Almería) para transportar al rey Boabdil (Muhamad XII) y sus súbditos hacia África: un total de 6.320 personas. A su regreso, rindió alarde en las costas de Granada, en febrero de 1494, manteniendo íntegros sus efectivos. El 23 de este mes ya se encontraba en Cádiz.

Desde esta base de operaciones la Armada vizcaína escoltó a la flota de transporte del adelantado de las islas Canarias Alonso de Lugo, encargo que no alejó las naves del área a vigilar.

En junio de 1494, la armada se encontraba en el estrecho, donde aprovechaba el paso de embarcaciones portuguesas para asaltarlas, lo que motivó la intervención de la Corona, que ordenó a las tripulaciones permanecer en Cádiz y respetar a los navíos portugueses.

Durante ese mismo mes de junio de 1494, los reinos de Portugal y Castilla aprobaron el Tratado de Tordesillas, por el cual se repartían las zonas de conquista del Nuevo Mundo mediante una línea divisoria (aproximadamente hacia el meridiano 60 en medidas actuales del Océano Atlántico).

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TRATADOS DE ALCAÇOVAS Y DE TORDESILLAS

La Armada de Vizcaya había cumplido su objetivo preventivo, defender la ruta castellana a las nuevas tierras hasta que la diplomacia lograse evitar un posible enfrentamiento con el vecino monarca luso. Entonces, los Reyes Católicos acordaron licenciar a la Armada de Vizcaya y satisfacer su paga, por no ser ya necesarios sus servicios.

Sin embargo, los ataques turcos a Sicilia y Nápoles, territorios de la Corona de Aragón, desaconsejaron tal medida y los monarcas volvieron a solicitar la colaboración de la Armada de Vizcaya.

El consejero real Fonseca volvió a contratar esta flota desde el 20 de agosto de 1494 hasta marzo del siguiente año e incrementó en 7 carabelas, cada una de ellas con 40 hombres a bordo, sumando a más de 1.250 tripulantes. Continuaba al mando de Íñigo Artieta, acompañada por sus incondicionales Fagaza, Loyola, Leizola y Martínez de Amezqueta.

En su compañía viajaron 17 carabelas, con portes entre 35 y 95 toneladas y tripulaciones entre 40 y 50 hombres. Buena parte de las mismas eran vascas, a juzgar por los apellidos de sus maestres: Mondragón, Avendaño, Aramburu, Marquina, etc.

Esta flota partiría de las costas españolas en dirección a Sicilia, para reunirse a las 20 naves que se preparaban en algún puerto, en septiembre de ese año. En la segunda flota no figuran los navíos de la Armada de Vizcaya, aunque vuelven a ser abundantes las carabelas de procedencia vasca, según los apellidos de maestres y capitanes: Amezquita, Vidavia, Larrauri, Zarauz, Astigarivia, Murueta, etc.

Una vez en la isla en septiembre, la Armada de Vizcaya se puso a las órdenes de Garcerán de Requesens, capitán general de la Armada de Sicilia. Participó en el bloqueo de Gaeta logrando que sus enemigos no pudiesen recibir provisiones por mar. Navegaba en esta ocasión Iñigo en compañía de su hermano Francisco de Artieta, preboste de la villa de Tabira de Durango.

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MAQUETA DE NAO VIZCAÍNA SANTA MARÍA, PROPIEDAD DE JUAN DE LA COSA

Coetáneo al servicio de la Armada de Vizcaya fue el de otros marinos vascos que actuaron en la defensa de Granada y en los proyectos para expandir el dominio castellano al norte de África. Fueron los casos de Juan de Lazcano y de Garci López de Arriarán. Un año antes, en 1493, el secretario real Hernando de Zafra propuso a los Reyes Católicos que la Armada de Vizcaya debía estar destinada a atacar los puertos sarracenos del norte de África. Aquella flota debía de estar compuesta por las galeotas de Lazcano y Arriarán, con 240 hombres; cinco galeotas menores o fustas, con 300 efectivos; y dos carabelas largas, equipadas de remos, con 110 hombres.

Lazcano y de un sobrino de Arriarán, junto a Lorenzo de Zafra, realizaron una expedición al reino de Tremecén, que terminaría con la rendición de varias villas, incluida la ciudad de Melilla. Para muchos de los capitanes que actuaban en estos actos de violencia era ya una manera de vivir, como el caso de Martín de Zarauz y Ochoa de Asua, que repitieron ataque en 1483 y 1484. Y es que, los marinos vascos, tanto los enrolados en armadas reales como los ocupados en acciones de corso-piratería, colaboraron en ocasiones con marinos andaluces.

El servidor real Hernando de Zafra dispuso la Armada de Vizcaya para la guerra en el norte de África, agregándole 6 galeotas y 6 tafureras, con 2.000 o 3.000 hombres. La flota resultante podría financiarse con los fletes de la carraca de Artieta, unos 3.000 o 4.000 ducados, que aportarían mantenimientos para 60 días. Esto permitiría llegar hasta Túnez para transportar moros e intentar la ocupación de la costa, lo que se traduciría además en un freno para las armadas turcas, que llegaban entonces hasta Orán.

En marzo de 1494, se envió una carabela y una fusta para que, con el pretexto de comercializar cierta fruta, Lazcano y otros capitanes continuasen la inspección de las costas. Se abandonaron las operaciones tendentes a la ocupación del norte de África, debido a la intervención militar en el Reino de Nápoles. Por el contrario, se reactivó la defensa de la costa granadina, así una flota de galeotas al mando de García López de Arriarán y Juan de Lazcano, patrullaron durante este año el litoral entre Vera y Guadiaro y cada capitán contaba con dos embarcaciones, una de 18 remos y otra de 14, que embarcaban 80 y 60 hombres respectivamente.

JABEQUE ESPAÑOL FRENTE A DOS GALEOTAS CORSARIAS ARGELINAS

En agosto de 1496, partieron desde la playa de Laredo, en Cantabria, un gran número de naves con destino a Flandes. En una de las carracas genovesas de la expedición, viajaba la infanta de Castilla y Aragón, Juana de Trastamara, hija de los Reyes Católicos, para contraer matrimonio con el archiduque Felipe, al mismo tiempo que también se celebraba el enlace entre Margarita, la hermana de archiduque, con el infante Juan, hermano de Juana.

Entre el gran número de naves que protagonizaron aquél viaje, desde naos hasta carabelas, fueron muchas las naos procedentes de los puertos marítimos vascos enroladas en aquel viaje de bodas. Entre ellas estaban las de Martín de Arteaga, las de Pedro de Arrona, las de Lope de Celaya, las de Martínez de Lezo, las de Miguélez de Elorrieta, las de Jimeno de Bertendona, las de Jacome de Rentería, las de Martín de Arayaga y las de Martín de Izola.

ARMADAS NAVALES DE LA CORONA DE ARAGÓN

En la cuenta de la Real Armada a Levante al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba, fechada en Málaga en 1500, se encontraban numerosos marinos vascos, deducible por los apellidos de los capitanes (Ochoa, Rentería, Larrauri, Madariaga, Marquina, Bilbao, Fagaza, etc.) y por el origen vizcaíno y guipuzcoano de sus navíos.

Los esfuerzos sobre el norte de África no reaparecen hasta 1502. En dicho año, Zafra dio noticias sobre el mandato regio para organizar una flota, cuyo capitán general sería Iñigo Manrique. En su análisis de los medios disponibles cita las galeotas de Lazcano y Arriarán, con 240 hombres, que tardarían mes y medio en estar preparadas. Dos años más tarde, la correspondencia de Tendilla recoge que se hallaba presta en Málaga una armada compuesta por tres galeras reales, dos zambras de 50 codos y ocho galeotas, con 1500 hombres de equipaje. Su objetivo era doble: defensa del reino de Granada y ataques contra las tierras de allende. En sus planes estaba la ocupación de Mazalquivir, que no pudo ser conquistada dicho año y hubo de dejarse para el siguiente, dentro de un nuevo proyecto.

Juan de Lazcano fue capitán general de la Armada, participando en la conquista de Nápoles, en el cerco de Tarento, en una notable derrota de la Escuadra francesa, y en el cerco de Mazalquivir. Fue el primero que blindó las naves y se encargó de traer preso a España a César Borja. En 1512, Fernando el Católico pedía a Guipúzcoa repartiese 700 hombres para la armada que debía organizarse el mando de Juan de Lazcano.

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