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05/05/2025

Bernardo Tomás de Goenaga


Capitán de infantería del Regimiento de León en la Guerra de África y héroe de la batalla de Tetuán en 1860, capitán de infantería de la Compañía de Voluntarios de Fuenterrabía en 1770 y gobernador de esta plaza en la III Guerra Carlista en 1775

BERNARDO TOMÁS DE GOENAGA

Bernardo Tomás de Goenaga y Arruebarrena era natural de Fuenterrabía, donde nació en 1816, siendo hijo de padres comerciantes asentados en dicha villa guipuzcoana. Descendía de la casa solar de Goenaga, sita en Astigarreta, que vino a Fuenterrabía desde Urrestilla a principios del siglo XVIII.

Después de recibir la educación básica en la escuela municipal, Goenaga decidió servir en el Ejército español a las órdenes del duque de Granada, con el rango de paje.

En 1833, tras el inicio de la I Guerra Carlista, defendió la causa del pretendiente Carlos y el Régimen absolutista frente al recién Sistema constitucional de Isabel II. Se enroló en algunos de los cuerpos carlistas que se habían formado en Irún con el rango de cadete. Fue partícipe de varios enfrentamientos bélicos contra el bando cristino con bastante mérito y valentía, recibiendo varias heridas durante el desarrollo de la contienda.

Fue uno de los "convencidos" en el Convenio de Vergara que puso fin a la guerra. Tras esto, se reconocieron sus méritos en batalla siendo ascendido a teniente de Infantería.

En 1845, estuvo destinado como capitán de Infantería del Regimiento de Zaragoza número 12, ubicado en Barcelona, a las órdenes del coronel Genaro de Quesada. En esta ciudad contrajo matrimonio con Fermina de Mendizábal, natural de Tolosa.

BATALLA DE TETUÁN, POR EDUARDO ROSALES

En 1859, comenzó la Guerra de África contra el Reino de Marruecos. Entonces, tenía 42 años cuando se presentó voluntario para enrolarse en el Real Tercio Vascongado de África, también llamado División Vascongada. Lo malo es que llegó tarde cuando el cuadro de mandos de Guipúzcoa estaba cubierto al completo. Solicitó sus servicios al Ministerio de la Guerra, que le destinó como capitán de Infantería del Regimiento de León número 38, a las órdenes del general Prim. Con este batallón pasó a formar parte del Ejército que luchó en aquella contienda con honor y bravura.

Su primera acción de armas fue la Batalla de Castilleros, en enero de 1860, con victoria del Ejército nacional, aunque con numerosos muertos y heridos.

Goenaga destacó especialmente en la Batalla de Tetuán, el 4 de febrero de 1860. Esta era una ciudad fortificada y atrincherada por las tropas marroquíes. Cuando empezó el asedio a la ciudad, unos 400 metros separaban el ataque español de las primeras trincheras defensivas, y la artillería del general Prim no conseguía aplastar a la artillería marroquí ni tampoco sus robustos parapetos y trincheras. Se hizo necesario que Prim lanzase un ataque frontal a las trincheras con el segundo cuerpo de ejército. Al mando del primer batallón del Regimiento de León, Goenaga avanzó por un terreno llano y descubierto. Nada más iniciarse el avance a caballo, recibió un balazo en el brazo izquierdo, minutos después la metralla atravesaba su muslo derecho. A pesar de la pérdida de sangre, continuó al frente de la ofensiva para mantener la disciplina de su batallón en momentos tan críticos hasta llegar a las trincheras. Una vez en ellas, continuó combatiendo con el sable en su mano útil, hasta que una bala de espingarda le atravesó la palma de la mano derecha. Tuvo que retirarse ayudado por un sargento, pero su batallón ya había abierto brecha en las líneas defensivas accediendo a la ciudad.

Se convirtió en el héroe de aquella campaña por haber sido el primero en asaltar las trincheras donde se cubría el enemigo, y tras haber recibido tres heridas. A pesar del dolor y la sangre que perdía, se negó a retirarse hasta que la posición quedase totalmente dominada por el Ejército español. Aunque el primer hombre en entrar en la fortaleza había sido el general Prim, este consideraba que fue posible gracias a la actuación previa de Goenaga y sus hombres.

Por esta acción, Goenaga fue distinguido por el general O'Donnell, quien le ascendió al grado de teniente coronel sobre el mismo campo de batalla, pasando al empleo de segundo comandante del Regimiento de Infantería de León número 38. Además, como obsequio a su valor, O’Donnell le entregó dos pistolas que pertenecieron al teniente general Francisco Espoz y Mina, y que su esposa Josefa de la Vega ofreció como recompensa para algún héroe distinguido en la batalla "para que sirviesen al jefe que mandase el primer batallón de nuestro ejército que penetrase dentro de los muros de la plaza de Tetuán". Por encima del valor económico estaba el valor moral de aquellas armas pues Francisco Espoz y Mina era un símbolo navarro y héroe guerrillero de la Guerra de la Independencia española contra la invasión de los franceses unas décadas antes.

EL GENERAL PRIM EN LA BATALLA DE TETUÁN, POR FRANCISCO SANS CABOT

Debido a la complejidad de sus heridas, Goenaga fue trasladado al hospital militar de Cádiz. A pesar de recuperarse, no estaba apto para servir en el Ejército, por lo que el Ministerio de la Guerra le concedió un retiro con el sueldo íntegro de teniente coronel. A partir de 1861, permaneció en su villa natal de Fuenterrabía junto a su mujer y dos hijas. Allí recibió las pistolas de Espoz y Mina que viajaron desde el ayuntamiento de La Coruña, que decidió donar al depósito del Museo Municipal de San Sebastián. En la capital de su provincia se había convertido en una personalidad pública, alcanzando algunos cargos administrativos en el ayuntamiento o la diputación.

En 1868, la reina Isabel II fue derrocada y se instauraba la I República española, que deba paso a la III Guerra Carlista entre 1872 y 1876. Entonces, grupos de guerrilleros vascos se iban organizando y armando en los montes de la Guipúzcoa interior. Goenaga pasaba a la acción, pero en este caso en el bando liberal, al contrario que en la primera de estas guerras civiles décadas antes.

Así, en 1870, organizó una Compañía de Voluntarios de Fuenterrabía, formada por unos 150 vecinos armados que apoyaban el Régimen liberal y constitucional. Era el embrión de lo que poco después sería la Compañía de Voluntarios de la Libertad, que surgió como respuesta de los civiles, especialmente por los burgueses, para la defensa de la ciudad frente a posibles ataques de los guerrilleros carlistas. Goenaga estaba al frente de este cuerpo militar con el que realizó varias incursiones al ámbito rural y otras operaciones de guerra.

En verano de 1872, recibió al rey Amadeo de Saboya como príncipe de la Monarquía española en la parroquia de Santa María de San Sebastián, junto a los Voluntarios Liberales de varios municipios guipuzcoanos.

En 1875, recibía una guarnición de 200 soldados de refuerzo. El general Genaro Quesada, jefe el Ejército del Norte, nombró a Goenaga como comandante de Fuenterrabía, cediendo el mando de los voluntarios a otro veterano de la Guerra de África, Sinforiano González.

Desde su cuartel en el castillo, propiedad entonces de Eugenio Goenaga Arruebarrena, los voluntarios liberales controlaron el interior de la ciudad fortificada, mientras Jaizkibel, Guadalupe, Higuer, Azkenportu, Capuchinos y la Marina estuvieron casi siempre bajo el control carlista.

Este puesto concedido por el general Quesada fue fruto del prestigio y méritos que había alcanzado en el Ejército liberal, no solo en este conflicto, también por sus anteriores actuaciones africanas. También recibió las atenciones de los generales Laserna y Calleja, y el general Loma le ofreció el mando del segundo Batallón de Miqueletes que se iba a organizar en Guipúzcoa al término de la guerra.

Sin embargo, no renovó sus servicios al Ejército debido a su debilitado estado físico, castigado por sus heridas. En 1877, Bernardo Tomás de Goenaga murió en su ciudad natal, a los 77 años de edad.

PISTOLAS Y RETRATO DE FRANCISCO ESPOZ Y MINA

10/07/2024

Tercios Vascongados de África


Los Tercios Vascongados de África fueron un cuerpo de militares reclutado en las tres provincias vascas, en 1859, para apoyar al Ejército regular en la Guerra de África. Como los Fueros aún estaban en vigor, los vascos no participaban en el Ejército regular nacional, por lo que tan pronto como estalló la guerra las tres Diputaciones provinciales consideraron necesario ofrecer una aportación de efectivos armados. Navarra no colaboró de la misma manera porque perdió este privilegio a partir de la ley de 1841.

El 4 de noviembre de 1859, las Diputaciones provinciales se reunieron en Bergara y decidieron formar cuatro Tercios compuestos por unos 3.000 voluntarios.

TERCIOS VASCONGADOS EN LA BATALLA DE WAD-RAS

Hubo varias localidades que tuvieron dificultades para completar el cupo de soldados correspondientes, a pesar de que las pagas asignadas a los miembros de los tercios eran generosas. Entre las iniciativas para incentivar a los voluntarios estuvo la del Casino de Vitoria, que ofrecía 2.330 reales al primer alavés que se alistara.

Reclutaron una División de Voluntarios Vascongados pertenecientes a las tres provincias, creados en la Capitanía General de Vascongadas para esta campaña. Estaba compuesta de 4 tercios. El primer tercio lo formaron alaveses, el segundo guipuzcoanos, el tercero vizcaínos y el cuarto jóvenes del entorno que va desde Bergara hasta Markina.

Al mando de esta División de Voluntarios estaba el general Carlos María de Latorre y fue llamada por el nombre de Tercios Vascongados de África.

VOLUNTARIOS DE LOS TERCIOS VASCONGADOS DE ÁFRICA

En esta división se alistaron algunos veteranos vascos, tanto liberales como carlistas, que habían sido enemigos veinte años atrás en la primera Guerra Carlista. A su vez, muchos que en esta guerra se conocieron y trabaron amistad luego fueron por desgracia enemigos en la Carlistada de 1872.

El 29 de enero de 1860, los Tercios Vascongados partieron desde el puerto de Pasajes y, tras una dura singladura, desembarcaron en el puerto gaditano de San Fernando, donde recibieron instrucción militar. El 27 de febrero llegaron a África.

Para entonces, el Ejército regular ya habían conquistado Tetuán y los Tercios Vascongados llegaron al final del conflicto. El 23 de marzo, tuvieron una destacada intervención en la batalla de Wad Ras. Solo tuvieron cinco muertos en acción de guerra, ya que por haberse incorporado en fecha tardía únicamente tomaron parte en esta batalla final de la campaña. Pero, en cambio, tuvieron más de cincuenta muertos por enfermedad.

Al día siguiente, el 24 de marzo, los marroquíes se rindieron firmándose el 26 de abril en Tetuán el Tratado de Paz de Wad-Ras.

Los Tercios Vascongados regresaron a principios de mayo, siendo recibidos entre arcos del triunfo, música y flores en las principales ciudades.

VOLUNTARIOS DE LOS TERCIOS VASCONGADOS DE ÁFRICA

18/07/2022

Himnos patrióticos de los Tercios Vascongados en la Guerra de África



Durante la Guerra de África de 1859, las Diputaciones forales vascas reclutaron una División de Voluntarios Vascongados pertenecientes a las tres provincias, creados en la Capitanía General de Vascongadas para esta campaña. Estaba compuesta de 4 tercios, que fueron encuadrados en el Ejército español y a cuyo mando estaba el general Carlos María de Latorre. Esta división de voluntarios fue llamada por el nombre de Tercios Vascongados de África.

Durante su estancia norteafricana, proliferaron los cantos y versos en euskera sobre este conflicto bélico. En un verso titulado Aita arren semeai (El padre a su hijo), recuerdan los hechos de ilustres vascos, militares y marinos, que lucharon por España en sus Tercios y Armadas, y que son el modelo a seguir por sus descendientes:

"Goazen, goazen, mutillak goazen Afrika'ra,
moruak jakin dezan gu ere an gerala.
Baionet zorrotzakin sartu beretara,
ekarri bear degu marroki bandera.

Pavia'ko batallan Juan de Urbieta'k
preso gelditu zuen errege frantzesa.
Euskaldunentzat au sa oroipen galanta,
iñork dudarik badu istoriyak daka.

Legorrez eta itxasoz euskaldun jendeak
daude oraiñ eta len gloriaz beteak.
Okendo ta Churruca eta Otalora'k
gerrariyak zirala badirade pruebak.

Isabel bigarrena gure Erreguiña,
Euskaldunak dizute biotzetik griña.
Onen defensarako eguin aleguiñak,
Naiz kampoan guelditu luce, luce, illak.

Don Carlos de Latorre gure jenerala,
zure mendean guaz laster peleara.
Zuk agindu ezkero noiznai listo gera,
baita jartzeko ere Tanjer´en bandera."


(Vamos, vamos muchachos, vayamos a África
para que sepan los moros que también estamos allí.
Entrad en sus folas con la bayoneta afilada,
tenemos que traer la bandera marroquí.

En la batalla de Pavía Juan de Urbieta
apresó al rey francés.
Para los vascongados esto es un recuerdo hermoso.
Y si alguien tiene duda, la historia lo trae.

Por tierra y por mar los vascongados
se llenan siempre de gloria.
Oquendo y Churruca y los Otalora
lo demostraron cuando fueron guerreros.

Isabel segunda, nuestra reina
los vascongados te tienen pasión del corazón.
Nos esforzaremos en su defensa.
aunque quedemos en el campo largos, largos, muertos.

Carlos de Latorre, nuestro general,
bajo tu mando vamos pronto a la lucha.
Cuando tú lo ordenas estaremos dispuestos
incluso a poner en Tánger la bandera.)

guerra áfrica tercios vascongados embarque
EMBARQUE DE LOS TERCIOS EN PASAJES

Un poema titulado Biba gure España ta español guztiak (Viva nuestra España y todos los españoles), el versolari incitaba a sus paisanos a la lucha:

"Gure euskaldun maiteak,
orain da dembora,
esan biotezetikan:
Españolak gera;
gerra gustokua degu,
guztiok batera
alon, bada, multillak,
segitu aurrera!
Agur, daba, guztiok,
baguaz gerrar;
ez penarik eduki,
laister emen gera;
etortzen geranean
atera kalera,
esan biotzetikan:
Españolak dira."



(Nuestros queridos compatriotas,
ha llegado el momento
de decir con el corazón:
¡Somos españoles;
nos gusta la guerra,
todos juntos
adelante, muchachos,
seguid adelante!
Adiós a todos,
nos vamos a la guerra;
no hay que tener pena,
pronto estaremos aquí;
cuando volvamos
salid a la calle,
y decid de corazón:
Son españoles.)

TERCIOS VASCONGADOS EN LA BATALLA DE WAD-RAS

16/03/2021

La guerra de África (1859-1860): la División vascongada


guerra de África División vascongada Patxi Albisu Andrade
LA GUERRA DE ÁFRICA. LA DIVISIÓN VASCONGADA, POR PATXI ALBISU ANDRADE

La guerra de África (1859-1860). La División vascongada (el 2º Tercio)
Patxi Albisu Andrade, Editorial Autor-Editor, (2011), 532 páginas

El historiador Patxi Albisu Andrade, nacido en Erretería en 1940 y afincado en Hondarribia, es ingeniero de profesión y ocupó diferentes puestos de responsabilidad política en el Gobierno Vasco y en el PNV.

El 22 de octubre de 1859, comenzó la guerra entre los Reinos de España y de Marruecos. Las tres Diputaciones forales vascas se comprometieron a reclutar, equipar y costear una brigada de 2.880 hombres, de los cuales 1.100 eran guipuzcoanos, para defender España en esta contienda. 

Sintió curiosidad por este hecho histórico y, en 2005, Patxi Albisu comenzó a investigar y a abordar este tema con el máximo rigor. Un trabajo que le ha llevado muchos meses de consulta en archivos:
"Tanto como por mi condición de político como de ciudadano siempre me ha parecido importante conocer la Historia y más en concreto la propia, la nuestra."
"Mi libro no es el trabajo de un historiador profesional o un investigador, sino de alguien lejano a este mundo que un día decidió contar esta crónica." 
Aunque no era ésta la primera vez que Albisu llevaba a cabo trabajos de investigación:
"Ya había pasado horas en los archivos de Simancas y de Salamanca comprobando datos sobre mi familia, los Albisu, en los siglos XVI y XVII."
Este ingeniero que también fue consejero de la CAF quiere dejar claro que La Guerra de África 1859-1860 no es un libro de historia bélica: 
"Lo prioritario ha sido averiguar los nombres, profesiones, procedencias, situación personal, datos que quedan recogidos en los cuadros de los apéndices. Allí están todos los nombres como memoria de esa gesta colectiva."
El libro reconstruye lo que fue aquella guerra, sus antecedentes, sus peripecias y su final, situando todos estos problemas logísticos, bélicos y humanos en su origen, es decir, dentro de la compleja situación política que se vivía en esos momentos en el País Vasco. En 1859, todavía estaban recientes los recuerdos de la primera Guerra Carlista, en donde miles de vascos habían luchado contra la joven reina Isabel II.

Lo primero que hizo Albisu fue acotar la investigación al tercio correspondiente a la provincia de Gipuzkoa "para centrar más la historia porque si no sería extensísima, con un maremagnum de datos", sostiene el autor. Cuenta que en los meses anteriores al conflicto se preveía la necesidad de ir preparando una oferta de contribución económica y de fuerzas forales, como aportación del País Vasco al esfuerzo bélico general. Y una vez tomada la decisión política de participar en la guerra, se puso en marcha toda una maquinaria para poner "en las costas africanas a 3.000 hombres dispuestos a combatir en esa extraña 'guerra de honor'".

El donostiarra Fermín Lasala y Collado, duque de Mandas, fue el que llevó a los guipuzcoanos a la guerra. Fue la persona que impulsó la idea junto al marqués de Roca Verde. Tal y como explica Albisu:
"el ideario de ambos era 'con tal de salvar y mantener la autonomía administrativa haremos lo que haya que hacer'. Era necesario hacer patente en Madrid el espíritu patriótico y generoso con lo cual el País Vasco se comprometía a ofrecer un donativo de cuatro millones de reales y crear una brigada de 3.000 hombres, que formarían en cuatro tercios.".
Fue la primera vez que fuerzas forales vascas intervinieron integradas en el ejército regular español.

El primer problema surgió al no aparecer ningún voluntario para ir a esa guerra:
"La Diputación ofreció a los futuros soldados 2.500 reales, pero la lista de voluntarios seguía sin nombres por lo que llegaron a ofrecerles hasta 6.000. Pero además había que vestir a estos hombres, armarles y, con el antecedente de la guerra de Crimea, que había revolucionado el mundo bélico, armarles con carabinas especiales, con tiendas de campaña para albergarles... Un sinfín de gastos."
El 27 de febrero de 1860, los soldados vascos desembarcaron en la playa de Tetuán para encontrarse con que el Ejército Expedicionario ya había consolidado la plaza de Ceuta, había conquistado la de Tetuán y se hallaba ante el último obstáculo para ganar la guerra y alcanzar la paz. Relata Albisu:
"En la jornada de Wad-Ras, tres de los cuatro tercios recibieron su bautismo de sangre y fuego. Dos hombres murieron en el campo de batalla y una decena en días posteriores."
Durante los 40 días que permanecieron en tierras africanas a la espera de barcos para su repatriación, la epidemia hizo que la nómina de muertos de los tercios vascos se elevara hasta dos centenares. Días más tarde, los supervivientes estaban de regreso.