30/11/2019

Vizcaya en la Edad Media: formación territorial y vinculación a Castilla


Por su situación geográfica al occidente del País Vasco y su costa cantábrica al norte, sin límite fronterizo con Francia o con Navarra, la evolución de Vizcaya durante la Edad Media ha sido muy distinta de sus otras dos provincias hermanas, Álava y Guipúzcoa, con notorias diferencias entre ellas, a su vez.

Es posible que por esa evolución diversa, las gentes de Vizcaya se hayan considerado más vizcaínos que vascos, y que por eso el etnónimo de "vizcaíno" fuese atribuible a todos los vascos de las tres provincias durante las Edades Media y Moderna. De hecho, el movimiento nacionalista vasco llegó a englobar todo lo referido a la etnia vasca con el etnónimo "bizcaitarra".

El texto más antiguo conocido que menciona el nombre de Vizcaya, como en los casos alavés y guipuzcoano, es la Crónica de Alfonso III el Magno, en el año 883, refiriéndose al extremo oriental de sus dominios del Reino de Asturias. Al iniciarse la Reconquista, parte de los territorios de la actual Vizcaya quedaron bajo la influencia del Reino de Asturias, estos eran las zonas de Carranza, Sopuerta y el oeste del río Nervión, y habían sido repoblados con huidos de la invasión musulmana mientras que en la Vizcaya nuclear no se registraron asentamientos de este tipo. No se sabe bajo que jurisdicción estaban los demás territorios vizcaínos.

Es probable además que en Vizcaya tuviera lugar en aquellas fechas algún significativo y sangriento enfrentamiento armado por motivo de impuestos entre la nobleza local y el señor feudal vizcaíno Ordoño, el hermano del rey de Oviedo. Décadas más tarde, en 867, el rey asturiano Alfonso III tuvo que dominar a los vascones de estas tierras, que se negaban a pagar impuestos dirigidos por el conde Eylo. La Crónica de Sampiro describe así este hecho:
"Llegó un mensajero desde Álava, anunciando que sus corazones se habían inflado contra el rey: oído lo cual, el monarca dispuso marchar hacia allí. Impulsados por el pavor que les produjo su llegada, rápidamente reconocieron sus obligaciones y suplicantes bajaron ante él sus cabezas y prometieron que permanecerían fieles a su reino y a su autoridad, y que harían lo que les fuese ordenado. De este modo sometió a su poder a una Álava tendida ante sí, y a Eylo, que se presentaba como su conde, se lo trajo para Oviedo cargado de hierros."

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VIZCAYA MEDIEVAL

Los límites geográficos no han sido siempre los mismos. En los llamados Votos de San Millán, otorgados por el conde castellano Fernán González, en 938, se establecieron en la ría de Deva; y en 1027, Llodio, Oquendo y Ayala se apartaron del Señorío de Vizcaya, lo que hizo también el valle de Aramayona, 
en el siglo XV. Más tarde, se separaron el valle de Mena y las villas de Castro-Urdiales y Limpias.

Durante los primeros siglos de la formación territorial, Vizcaya era un conjunto de pequeñas unidades tribales que los historiadores llamaron Repúblicas, sin unión política alguna de ellas. Con el tiempo se fueron estableciendo 4 entidades político-administrativas diferentes: la Vizcaya nuclear (Tierra llana), el Duranguesado, las Encartaciones y Orduña.

Esta división fue sufriendo cambios. La población se esparcía en caseríos aislados de los que sólo algunos se agrupaban en torno a la iglesia. Estas entidades menores se llamaban por ello Anteiglesias (Eleizaldiak).

Entonces, las tierras de la Vizcaya nuclear estaban comprendidas entre los ríos Ibaizabal y Deba, y comprendían las siguientes merindades: Arratia, Bedia, Busturia, Marquina, Uribe, Zornoza, Durango y Orizco. Lo que sería el Señorío, se estaba formando al principio como un dominio jurisdiccional, con un jefe o señor feudal en manos de dos familias los Haro y los Ladrón: el señor de Vizcaya.

Desde Vizcaya se repobló y llenó de castillos la zona que había quedado desierta tras la invasión árabe desde las orillas del Ebro hasta los montes de Oca, la Bureba y Villarcayo, conocida hasta entonces con el topónimo de Vardulia: las tierras de Amaya y el norte de Burgos. Una repoblación que partió también de las tierras vecinas de Cantabria y que siguió luego hasta el Duero. Es la Castilla que describió el Poema de Fernán González:

"Entonces era Castiella pequeño rincón,
era de castellanos montes de Oca mojón
e de la otra pare Hituero (Fitero) en fondón."

Ya los Anales Complutenses reconocen que el año 784, reinando Mauregato en Asturias, repoblaron las primeras tierras del Condado de Castilla los montañeses de Malacouria (topónimo de origen vasco como Málax, Mallavia, Málzaga, etc; y Goicuria, Echazuria, Ellacouria, etc.). Confirma también la repoblación de vizcaínos las 190 toponimias vascas que existen en el partido burgalés de Belorado.

También la Crónica de Alfonso III menciona los repoblamientos que tuvieron lugar en época de Alfonso I y explica que el territorio vizcaínos no fue afectado por éstas. Literalmente dice que:
"Álava, Vizcaya, Alaone y Orduña fueron siempre poseídas por los suyos del mismo modo que Hayo, Pamplona y La Berrueza."
Todos estos hechos, además de otras circunstancias, explican la íntima conexión entre Vizcaya y Álava con las que los cronistas llaman "primera y segunda línea de castillos fronterizos", es decir, el núcleo de Castilla la Vieja (Vardulia), y de ello se deriva la unión personal y política que se fue produciendo durante la Baja Edad Media entre el Señorío de Vizcaya y el Reino de Castilla.

ESCUDO DEL SEÑORÍO DE VIZCAYA

La genealogía de los condes y señores de Vizcaya desde principios del siglo XI hasta que el Señorío se incorporó al Reino de Castilla de forma definitiva a fines del siglo XIV, comprende doce generaciones y múltiples enlaces. El primer señor feudal fue López Fortun (870-909) por haber expulsado a los moros de Lara, en 905.

La siguiente ocasión en la que se menciona el topónimo de Vizcaya fue en el Códice de Roda, escrito en el año 990, donde se relató la boda entre Velazquita Sánchez, hija del rey pamplonés Sancho I Garcés, y un tal Munio Velazhijo de López Fortun.

A partir del siglo XI, son más frecuentes los datos documentales sobre este territorios, adquiriendo un personalidad política propia y una vinculación política a la Monarquía pamplonesa primero, y castellana después.

Tras la anexión del Condado de Castilla por Sancho III el Mayor en 1029, Vizcaya quedaba bajo la influencia política del Reino de Pamplona.

En 1040, era conde de Vizcaya y del Duranguesado Íñigo López Ezquerra, que fue también conde de Álava y Guipúzcoa. Estaba casado con Toda Ortiz, hija del señor de las Asturias de Santillana Diego Álvarez, y rendía vasallaje al entorno de Sancho IV Garcés de Pamplona. En ese momento, Vizcaya sería un condado del Reino pamplonés, pero su conde sería ad imperandum, no ad possidendum, lo que implica que el poder real habría sido delegado en la persona del conde, por lo que Íñigo López sería conde en Vizcaya, no conde de Vizcaya. Aunque los condados podían convertirse en hereditarios, siempre sería por la voluntad del rey. En 1072, Íñigo López Ezquerra dejó de firmar como conde y empezó a llamarse señor de Vizcaya, título que él mismo convertiría en hereditario.

Cuando en 1076 moría el rey pamplonés Sancho IV el de Peñalén, el conde de Vizcaya se hacía llamar Consul de Gratia Dei totius Vizkaie comes (Cónsul por la gracia de Dios de todo el condado de Vizcaya). Ese año daba comienzo la guerra entre Alfonso VI de León y Sancho I de Aragón y V de Navarra, entonces Vizcaya giró su vinculación política de Pamplona hacia León. No solo Vizcaya, también Álava, Guipúzcoa y La Rioja se inclinaron por el monarca leonés.

López Ezquerra entregó al rey leonés la fortaleza de Bilibio, de la que era dueño y que era la llave de toda La Rioja, unió sus huestes a las del leonés ayudándole a conquistar La Rioja. En agradecimiento, el rey le permitió conservar sus posesiones de Bilibio y, a cambio de Nájera, de la que Íñigo también era señor, le prometió respaldar sus ambiciones sobre el Duranguesado, Álava y parte de Guipúzcoa. El conde de Vizcaya se había situado bajo la influencia política del rey leonés Alfonso VI, pasando de esta forma a vincularse con Castilla. Vizcaya, Álava, parte de Guipúzcoa y La Rioja se inclinaron por el monarca leonés. En agradecimiento fue nombrado primer señor de Vizcaya con carácter hereditario.

En 1077, moría Íñigo López Esquerra, sucediéndole su hijo Lope Íñiguez, quien reunió en sus manos el Señorío de Vizcaya, el Condado de Álava y la Tenencia de Guipúzcoa que mantuvo hasta el año 1093. 

diego lópez haro señores vizcaya
SEÑORES DE VIZCAYA LÓPEZ DE HARO

Diego I López de Haro el Blanco fue el siguiente señor de Vizcaya desde 1093 hasta 1124. Este adquirió la tenencia de Haro pasando a añadir el locativo de este territorio a su apellido. Sostuvo a la hija y sucesora de Alfonso VI de León, la infanta Urraca, en su enfrentamiento con su marido Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona. Esta ayuda de Diego I de Haro fue prolongada al rey Alfonso VII de León en su pugna contra el rey Batallador.

Como recompensa a su lealtad y fidelidad, en 1110, Diego I obtuvo de la reina Urraca de Castilla la propiedad y la jurisdicción total sobre el Señorío, incluyendo los casos de justicia real, con lo que Vizcaya se constituye como un estado vasallo de Castilla.

En 1124, fue derrotado Diego I por las tropas de Alfonso I el Batallador. La Vizcaya nuclear volvía a estar bajo órbita navarra en el marco de las guerras que se dieron a raíz de la ruptura matrimonial de la hija de Alfonso VI de León y Castilla, Urraca, con el rey aragonés. Con ello Vizcaya pasaba a vincularse políticamente bajo el reino Alfonso, el cual puso al frente del señorío a Ladrón Íñiguez, uno de los más poderosos nobles de la Corte pamplonesa.

A su muerte en 1155, le sustituyó su hijo Diego Vela Ladrón, quien también fue señor de Álava y Guipúzcoa, que gobernó durante los reinados de Alfonso I, García Ramírez y Sancho VI el Sabio.

En 1173, Alfonso VIII de Castilla atacó el Reino de Pamplona de Sancho VII el Fuerte, y un año después falleció Vela Ladrón. Este momento de debilidad fue aprovechado por monarca castellano para ocupar Vizcaya y restituir a los Haro al frente del señorío, en la persona Diego II López de Haro el Bueno, como nuevo señor de Vizcaya en 1179, nieto del último conde de Vizcaya.

La nobleza vizcaína, muy en desacuerdo con la Corte pamplonesa y con la autoridad de sus señores, apoyaron la entrada de la nueva dinastía señorial de los Haro y, como consecuencia, la Vizcaya nuclear y las Encartaciones cambiaron su vinculación política hacia el Reino de Castilla. Diego II se convirtió en el señor de un señorío jurisdiccional, patrimonial y hereditario.

Pero tres años antes, en 1176, Navarra y Castilla firmaron la paz con un laudo arbitrado por Enrique II de Inglaterra que delimitaba las fronteras de los reinos, quedando Vizcaya dentro de Navarra. El laudo fue ratificado en 1179, cuando se hicieron unas divisiones más detalladas de las fronteras. La margen izquierda del Nervión y la raya con el río Bayas quedaron en Castilla, mientras que Vizcaya, el Duranguesado y Álava casi entera en Navarra, sin embargo había cierta indefinición porque Vizcaya que pertenecía a Navarra era gobernada por un vasallo del rey de Castilla. Por sorpresa, Diego II se pasó al bando navarro, donde permaneció hasta 1183, cuando el rey castellano le ofreció el título de alférez de su corte, título que le fue retirado tras el desastre sufrido en la batalla de Alarcos frente a los almohades, en 1195. Para tratar de congraciarse con el rey de Castilla, Diego II le ayudó en la conquista de Álava en 1200, de la que fue nombrado señor, pero este hecho no les acabó de reconciliar ya que al año siguiente pasó de nuevo al servicio de Navarra, a la que fue leal hasta 1206, año en que volvió ya definitivamente a la Corte castellana como alférez real de Castilla.

En la batalla de las Navas de Tolosa contra los moros en 1212, Diego II López y su regimiento de vizcaínos, conformarían la vanguardia de ataque del ejército cristiano. Como recompensa, Alfonso VIII le otorgó el Duranguesado para incorporarlo al Señorío.

En estos últimos siglos de la Edad media, las Encartaciones continuaban bajo el dominio del Reino de Castilla y se fueron incorporando en diferentes fases al Señorío de Vizcaya: Santurce y Solajuela lo hacen en el siglo XI, Somorrostro y Carranza en el XVII, Lanestosa en el XIII y Valmaseda en el XIV. Y Orduña pasó a ser vizcaíno definitivamente en el siglo XV. Estos territorios conservaron sus instituciones y peculiaridades.

Desde la entrada de Diego II López en 1179 y hasta casi doscientos años después se fueron sucediendo señores del linaje de los Haro, entroncados con los Núñez de Lara y estableciendo múltiples enlaces con la familia real de Castilla hasta el rey Juan I (finales del siglo XIV), a cuya corona se unió definitivamente Vizcaya. El Señorío permanecería, con alguna excepción en Diego III López de Haro, ya siempre en la órbita castellana, pero sin llegar a integrarse del todo en el reino. En 1370, el infante Juan de Castilla heredó el Señorío de su madre Juana Manuel de Lara, mujer de Enrique II de Castilla y biznieta de Diego III López de Haro.

SEÑORIO DE VIZCAYA POR HOMBRADOS OÑATIVIA

Los acontecimientos del siglo XIV resultaron cruciales para la incorporación del Señorío de Vizcaya al realengo castellano. La vinculación política debía basarse en el pacto, es decir, había de constituirse con un carácter contractual. A su vez, los señores debían jurar una relación de vasallaje con los reyes.

Hacia 1300 el Señorío estaba en manos de Diego V López de Haro el Intruso, hermano de Lope Díaz III de Haro, quien fuera asesinado por Sancho IV en Alfaro. El dominio de Diego lo discutía María Díaz de Haro, hija del asesinado y hermana de Diego IV López de Haro, muerto sin sucesión un año después que su padre.

Según la Crónica de Fernando IV, tras un largo pleito que interesó a gran parte de la nobleza castellana se acordó que Diego López V retendría el Señorío hasta su muerte. Después, el título de señor de Vizcaya recaería en su sobrina María I Díaz de Haro, casada con el infante Juan de Castilla, hijo de Alfonso X el Sabio. Seguía la estrategia de unión matrimonial entre la Casa real castellana y la Casa señorial vizcaína.

El gobierno de María Díaz se prolongó hasta 1334, siendo sustituida por su nieta María II Díaz de Haro, que había contraído matrimonio con Juan IV Núñez de Lara. Aquel mismo año el rey Alfonso XI, cuyo objetivo fue siempre el de controlar a la nobleza, entró en el Señorío para castigar las rebeldías de Juan Núñez, apropiándose del título de Señor de Vizcaya.

Esta intervención militar pudo contribuir a fortalecer en Vizcaya el sentimiento de que la autoridad del señor se basaba en el pacto de vasallaje de los hidalgos vizcaínos respecto al rey, idea que por otra parte reflejaba las corrientes de teoría política imperantes en Europa durante este período. 

Sin embargo, en 1338, María II Díaz y Juan IV Núñez aparecían ejerciendo como señores de Vizcaya hasta 1352, año de su fallecimiento. El título recayó en Juana Núñez de Lara, hermana del anterior señor, quien se casó con Tello, hijo bastardo de Alfonso XI y hermanastro del rey Pedro I, y que murió en sucesión legítima directa.

En 1370, Juana Manuel de Villena, mujer de Enrique II de Trastámara y cuñada, por tanto, de Tello, e hija de Blanca Núñez de Lara. Enrique II entregó el señorío a su hijo el infante Juan, heredero del reino. En 1379, Juan I de Trastámara fue coronado rey de Castilla, vinculando definitivamente ambos títulos a los otros que ostentaban los reyes castellanos.


Las relaciones comerciales entre Castilla y Vizcaya siguieron estrechándose cada vez más, pues ambas se necesitaban: Vizcaya proveía fundamentalmente a Castilla de hierro, madera y barcos, mientras ésta abría todos sus mercados para los productos vizcaínos. Además, el señor de Vizcaya, Juan Núñez de Lara, contó desde 1350 con el privilegio que le otorgó el rey de Castilla para que los productos vizcaínos no pagaran impuestos de tránsito (el llamado portazgo) al ser vendidos en los mercados castellanos.

En el aspecto internacional también las naves vizcaínas recorrían, cargadas de sus productos y de los castellanos, las rutas marítimas con destino a Flandes, Inglaterra y la Bretaña francesa. En algunos de estos viajes marítimos hubo enfrentamientos entre las naves vizcaínas y las inglesas, lo que dio motivo a que Vizcaya firmara en 1351 una serie de pactos con Inglaterra para la libre circulación de mercancías sin tener que llegar a enfrentamientos. Aquellos pactos que firmaba Vizcaya se realizaban a título de ninguna independencia, antes bien eran consentidos y aprobados previamente por las Cortes de Castilla.

ALEGORÍO DE VIZCAYA, POR ANSELMO GUINEA

En ese tiempo, los señores de Vizcaya organizaron 
la estructura social y territorial del Señorío, configurándose las villas y las anteiglesias.

A finales del siglo XII, el señor de Bortedo fundó la primera villa que fue Valmaseda (1199), que recibió el Fuero modélico de Logroño.

En el siglo XIII, las siguientes villas obtuvieron sus cartas puebla: Orduña (1229), Bermeo (1236), Ochandiano (1254) y Lanestosa (1287) por Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya; Plencia (1299) por Diego III López de Haro.

En el siglo XIV consiguieron fueros municipales: Bilbao (1300) por Diego III López de Haro; Portugalete (1322), Lequeitio (1325) y Ondárroa (1327) por María Díaz de Haro; Villaro (1338) por Juan Núñez de Lara; Villaviciosa de Marquina (1355), Elorrio (1356), Guerricaiz (1366), Guernica (1366) y Durango (1372) por don Tello; Ermua (1372), Miravalles (1375), Munguía, Rigoitia y Larrabezua (1376) por el infante don Juan.

Las tres últimas villas fundadas en 1376, Munguía, Larrabezúa y Rigoitia, lo fueron a petición de los vizcaínos para defenderse de la Guerra de Banderizos.

Las villas de Durango y Ermua, aunque fueron originarias en 1212, se les dio el fuero en 1372. Valmaseda, Orduña y Orozco fueron donaciones de reyes de Castilla. Tavira de Durango es la única villa fundada por un rey navarro, Sancho el Sabio. La fundación de Marquina tiene una singularidad, y es que fue fundada a petición de los hijosdalgo de la tierra llana vizcaína como defensa de los guipuzcoanos.

Por lo tanto, en comparación con el proceso de urbanización de los territorios próximos, el de Vizcaya, al igual que el de Guipúzcoa, fue tardío. La situación geopolítica de Vizcaya, entre los reinos de Navarra y de Castilla, no terminó de fijarse hasta el principio del siglo XIII.

La Edad Media concluyó sin que se hubiera resuelto la adscripción de unos cuantos señoríos (Ayala, Aramayona, Orozco, Oñate) periféricos a una u otra de cada una de las tres formaciones territoriales mayores. El caso del Señorío de Oñate resulta muy curioso, pues no se integró en provincia vasca alguna hasta 1845, dependiendo directamente del Estado español, hasta esa fecha.

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LA PACIFICACIÓN DE LOS BANDOS

Durante este tiempo, los vizcaínos habían participado de forma activa en las 
empresas de Reconquista del ejército castellano y en las luchas por el trono entre Pedro I y Enrique de Trastámara, a cada uno de los pretendientes los habían apoyado gamboínos y oñacinos en una demostración más de su dura rivalidad.

La Guerra de Banderizos, una lucha entre los bandos de Oñaz y de Gamboa, asoló el territorio con incendios, robos, asesinatos y batallas. Los linajes vizcaínos comprometidos en estas luchas fueron los Abendaño, Urquizu, Butrón, Mújica, Leguizamón, Zurbarán, etc. La familia Butrón dirigió el bando de los Oñaz, mientras que el linaje de Abendaño lideró a los Gamboa.

Sólo la intervención de los reyes de Castilla, señores que eran ya de Vizcaya, pudo acabar con estas feroces luchas, saqueos y banderías, en especial a partir de Enrique III el Doliente. Juan de Guerra Martín de Leguizamón fueron mandados al sitio de Tarifa; Gonzalo Gómez de Butrón, a la guerra de Portugal por orden del almirante de Castilla, y otros muchos fueron enviados a las Guerras de Nápoles y al final de la Reconquista contra el Reino nazarí de Granada.

El régimen que se aplicó en Vizcaya a partir de Juan I es semejante a los de Guipúzcoa y Álava. Los señores se sucedían por elección de las Juntas Generales. Desde 1124, a la muerte de Diego I López de Haro, la sucesión comenzó a ser hereditaria.

Los historiadores nacionalistas consideran que "la institución de los señores fue una calamidad para la nación vasca". Así por ejemplo, en Los vascos en la nación argentina (Editorial La Baskonia) se puede leer: "Sucedió que estos señores… engreídos con su grandeza y no contentos con gozar pacíficamente de su señorío, salían del territorio en busca de aventuras militares, mezclándose en las discordias y guerras de los vecinos reinos…". Labayru en su Historia de Vizcaya escribió que las luchas entre señores vinieron de la envidia, de la emulación y de la jactancia, de la soberbia y del afán de ser superior a otro.

El Fuero de Vizcaya fue escrito por primera vez en 1342 con las Ordenanzas de la Hermandad, en defensa de las villas contra los ataques de los banderizos, aprobadas en Guernica. El objetivo de su aprobación era dotar con mejores resortes la autoridad del rey de Castilla y del señor de Vizcaya y la jurisdicción de las villas y ciudades aforadas frente a los desafueros de los señores feudales, ya que seguían produciéndose los saqueos de los llamados Parientes mayores de los Oñaz y de los Gamboa.

En 1342, se hizo una recopilación parcial de leyes y, en 1452, la Junta General publicó el llamado Fuero Viejo, revisado y completado en 1526, fuero que estuvo en vigor hasta 1839.


FUERO DE LOS CABALLEROS DEL SEÑORÍO DE VIZCAYA

Las merindades de las Encartaciones y el Duranguesado conservaron su régimen municipal propio aun después de incorporarse al resto de Vizcaya, cuyo señor tenía dignidad condal y debía jurar los Fueros "bajo el árbol", al principio en Bermeo (que tenía el título de Cabeza de Vizcaya), San Emeterio de Larrabezúa y después Guernica.

Los debates de las Juntas se hacían en castellano o en euskera, con traductor oficial, y los procuradores y apoderados "no podían ser admitidos en ningún tiempo si no sabían leer y escribir romance". Ambas lenguas eran consideradas vascas.

Hasta fines de la Edad Media, las proclamaciones de las Juntas se hacían tocando el cuerno y la bocina y encendiendo hogueras en las cumbres del Gorbea, Oiz, Sollube, Ganekogorta y Kolitza. El diputado general no tenía residencia fija y hasta tiempos modernos no existió capital foral.

Desde 1390, Juan de Castilla instituyó un juez mayor y la instancia superior estuvo en Valladolid. Según establecen con reiteración el Fuero y leyes sucesivas, todos los vizcaínos son nobles, la mayoría dueños de sus casas (etxeko jaunak) y, todos también, hombres libres. Para adquirir la vecindad vizcaína, era necesario probar la limpieza de sangre.

En 1501, los Reyes Católicos otorgaron la Carta Real a las Encartaciones, extendiéndose esta misma ley al Reino de Galicia, Principado de Asturias y villas y tierras de Álava y Guipúzcoa. Además consiguieron poner fin a las guerras entre banderizos.

En cuanto al aspecto religioso, el Señorío de Vizcaya quedó dividido en dos sectores de administrativos. Al oeste del río Nervión, Las Encartaciones quedaron incluidas en la diócesis de Burgos. mientras el resto quedó englobado en la de Calahorra.

25/11/2019

Sendero de los escritores zuberotarras


Zuberoa es territorio de letras, con varias de sus villas y ciudades vinculadas a la literatura: Maule-Lextarre, Atharratze-Sorholüze, Iruri, Zalgize, Gamere y Altzai. Los caminos que conectan estas villas forman un sendero por el que pasearon un interesante grupos de literatos zuberotarras, y cuyos pasos de montaña fueron fuente de inspiración para componer sus obras:

El jesuita Pierre Lhande (1877-1957) estudió en el seminario de Maule y murió en Atharratze (Tardets), legando obras como Mirentchu (1911) o el Dictionnaire Basque-Francais (1926).

En Maule nació Arnaut Oihenart (1592-1667), prolífico personaje que ejerció de jurista-abogado de los restos de la Corte de Navarra en Donapaleu (Saint Palais), diputado por Maule, crítico literario y poeta que se desmarcó de la línea tradicional de Etxepare.
En Iruri (Trois Villes) destacó la figura de Pierre Bordazaharre (1908-1979), de sobrenombre Etxahun, y autor de nueve obras pastorales de estilo teatral tradicional sulentino en verso, también es autor de la letra de la canción Agur Zuberoa.

El noble bearnés Jean-Arnaud Du Peyrer, que tenía allí posesiones, era monsieur Tréville, el capitán de los célebres mosqueteros de Alejandro Dumas.
El contemporáneo Junes Casenave (1924), párroco de Altzai, es autor de varias pastorales, como Ibañeta (1978) o Agota (1992).

CASTILLO DE MAULE

Este camino de montaña parte desde la plaza del Mercado (place du Marché) y toma la calle del Moulin hacia las montañas pirenaicas. La primera cima es Arhantsiga, de 582 metros de alturas. Bordea el monte Matxela de 616 metros de altura y baja por los collados de Zera y Letxegita, hasta ascender a la capilla de la Magdalena (coll du Madeleine) de 795 metros y tras una bajada se llega a Atharratza (Tardets).

La ruta emprende el regreso con vistas a los parajes de Altzai y atraviesa el puente de Abense. El sendero gira hacia Les Alles de Chenes (Las Alamedas de los Robles) hasta llegar a una colina, previa a Sunhar y su particular centinela: un monte cónico llamado Le Chapeau du Gendarme, a 572 metros.

En Sunhar se asciende hasta Altzai, se atraviesa el puente de Eyheraber a 234 metros y el barrio de Altzabeheti, en dirección a Gamere-Camou. Tras dejar Ozaze (Ossas-Suhare), se cruza el río Uhaitzandi-Saison, y se llega a Zalgize (Sauguis-St. Étienne). Desde allí el siguiente punto es Saxagua y la capilla de la Madeleine, que conecta con el tramo inicial.

CORDAL DE ELHART MACHELA

MAPA DEL SENDERO DE LOS LITERATOS DE ZUBEROA

20/11/2019

Asignación del coronel de los Tercios de Guipúzcoa


En 19 de Junio de 1521, los capitanes de los Reales Tercios de Guipúzcoa reunidos en la iglesia de Santa María de la villa de la Guardia, al paso para Logroño, nombraron por su coronel a Juan Manrique, hijo primogénito del duque de Nájera, y por maestre de Campo a Juan Pérez de Anciondo, vecino de Tolosa, repostero de la reina. Esta asignación se verificó en escritura otorgada ante Martín de Otazu, escribano de esta última villa, siendo el documento más antiguo que se encuentra de nombramiento de coronel de Guipúzcoa.

Se verificó por sus capitanes por la precipitación con que se pusieron en marcha al socorro de la ciudad Logroño, sin que la provincia hubiese tenido tiempo para congregarse en Junta general ni particular para hacer el nombramiento. Con igual certeza, Juan Ortiz de Gamboa, natural de Zarauz, mereció de la provincia congregada en San Sebastián en Junta particular, el día 3 de enero de 1524, el honor de ser nombrado coronel de los 2.000 hombres reunidos mediante leva para la recuperación de la plaza de Fuenterrabía, ocupada por los franceses

El cronista Esteban de Garibay así lo escribió:
"Aunque la Villa de Fuenterrabia era poseída de franceses, el castillo de Beovia habiéndole cobrado de su poder por la orden sobredicha, estaba por Alcaide el dicho Capitán Ochoa de Asua, con algunos soldados, los más de ellos jubilados por ser de edad. Los franceses, deseaban tomar a su poder el castillo de Beovia, porque además del daño y estorbo que en el Paso Real de Francia para estos reinos les causaba, sentía a aprobio, que teniendo ellos Fuente-rrabia, viese tornado a poder de los españoles media legua de aquella Villa esta fortaleza, guardada con tan poca gente, por la espalda y a favor que los naturales de Irún Uranzu, en cuyo distrito cae aquella fortaleza, les hacían.
Estos dos nombramientos de coronel de los Tercios de Guipúzcoa fueron realizados en el marco de la Guerra con Francia como consecuencia de la anexión de Navarra a la Monarquía hispánica. En ambos casos los guipuzcoanos, al igual que los alaveses y los vizcaínos, defendieron la causa del emperador Carlos V.

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MAPA HISTÓRICO DE GUIPÚZCOA

Consta también que, en 1542, la provincia nombró a Felipe Lazcano por coronel de los 3.000 infantes armados; que envió al Ejército de Navarra para la entrada en Francia. Del mismo modo que en 1557 eligió a Juan de Borja y Castro, señor de la casa solar de Loyola, por coronel de los tercios destinados a la expedición de saqueo de San Juan de Luz. Nombró igualmente en 1615 a Alonso de Idiáquez, duque de Ciudad Real, para el recibimiento del rey Felipe III.

En 1625, se designó a Martín de Aróstegui para la defensa de la provincia amenazada por el Ejército francés, y en 1631 a Diego de Isasi para el mismo objetivo. En 1636, al mismo para la ocupación de los pueblos de Hendaya, Urruña y otros de Francia y en 1639 a Martín de Arrese Girón, marqués de Casares, para la defensa de la frontera. En 1681, a Domingo de Isasi con igual objeto. 

No aparece en el siglo XVIII más nombramiento de coronel que el del marqués de Valmediano, y por su impedimento del marqués de Santa Cruz, en 1794, con motivo de la Guerra de la Convención francesa. En el XIX tampoco ha ocurrido otro que el del conde de Villafranca de Gaytan, verificado en 1825 por la Diputación extraordinaria mediante delegación de las Juntas generales.

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JUAN DE BORJA Y CASTRO

El derecho foral de la provincia para el nombramiento del coronel de su gente nunca le fue negado por el gobierno de los reyes de Castilla; y al contrario ha sido reconocido por él en algunas ocasiones, como se ve de los ejemplares siguientes:

- Una real orden dada por la reina gobernadora en 30 de abril de 1557 expresa la aprobación real del nombramiento de Juan de Borja de como caudillo, sino pide la elección de los capitanes de las milicias provinciales.

- Las reales cédulas de 13 de marzo y 22 de abril de 1636, determinan la forma en que el capitán general debía corresponderse con el coronel de la provincia, a quien llama "vuestro" coronel. 

- Felipe IV en real cédula 19 de enero de 1656 exigió a la provincia, con motivo de los temores de guerra con Inglaterra, la organización defensiva de sus plazas fuertes y puertos de mar. Añadía que, siguiendo con lo acostumbrado, nombrase coronel de la gente que se hubiese de alistar, eligiendo para este puesto persona de toda su satisfacción que organizase las compañías de sus naturales.

- Carlos II en real cédula librada en 1 de febrero de 1682 ordenó a la provincia de formar Diputación a guerra, así como tratar cuestiones sobre la defensa fronteriza y el nombramiento de coronel y sargentos mayores de la gente. 

- Carlos II en otra real orden de 6 de marzo de 1794 se pidió a la provincia que se hiciese la elección coronel a todos los efectos, conforme a lo prevenido por su fuero, en persona que fuese de su satisfacción. En cumplimiento de esta real resolución, la provincia nombró al marqués de Valmediano, dando conocimiento de ello al gobierno. Sin embargo, por otra real orden se le manifestó la desaprobación de tal persona en dicho cargo y la convocación de una nueva elección, por Real orden de 31 del mismo mes de marzo. Para el referido empleo de coronel de las compañías de sus naturales la Provincia eligió al marqués de Santa Cruz, que tampoco fue persona de su satisfacción real.

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ESTRUCTURAS DEFENSIVAS DE SAN SEBASTIÁN, SIGLO XVIII

La elección de coronel de los Tercios de Guipúzcoa comúnmente se ha hecho por la Junta general o particular de la provincia, y alguna vez que otra en virtud de su delegación por la Diputación. Para el ejercicio de sus funciones los así nombrados no han necesitado de confirmación de los monarcas, solamente del título que les ha solido expedir la provincia conforme al estilo común de la milicia. Esto no ha impedido el que la provincia, guardando la debida urbanidad y para conocimiento de las demás autoridades haya puesto en noticia del gobierno la elección que hubiese hecho.

Como la autoridad del coronel emanaba de la Provincia, su ejercicio dependía también de la misma, o de la Diputación que la representa; por más que en las operaciones de campaña que requieren unidad de acción y un centro de dirección, tenga que concurrir a la ejecución de las disposiciones del capitán general. Sin embargo, no debe corresponderse éste con la Provincia y su coronel por orden, sino por vía de aviso; práctica reconocida por una real cédula de 16 de septiembre de 1597, inserta en la recopilación foral.

Tal uso fue confirmado por otra real orden de 13 de marzo de 1636, en la cual entre otras cosas se dijo a la Provincia lo siguiente:
"Por las órdenes, que he mandado dar, tendréis entendido de la forma con que se ha de corresponder el Capitán general de esta Provincia con vos y vuestro Coronel y con la gente de ella, que ha de ser por vía de aviso y advertencia,..."
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MURALLA DEFENSIVA DE FUENTERRABÍA

Por otra de 22 de abril del mismo año, se manifestó el deseo real de conservar a la provincia las prerrogativas que tuviese en este particular, mandando que para el efecto se le presentasen los privilegios que tuviese. En real orden de 4 de abril de 1793, se manifestó igualmente a la Provincia que aunque el capitán general debía entenderse con ella por vía de aviso y advertimiento, y no por orden, como lo dispuso Felipe II y se había observado, pasasen al coronel los avisos de lo que había de obrar, y así lo ejecutase. Se prescribió la observancia de esta disposición por otra real orden de 12 de julio de 1799, con inserción de la anterior.

Tal era el sistema militar que rigió en Guipúzcoa mientras subsistió el armamento foral de tercios, en substitución del método de reemplazos del ejército vigente en las provincias del interior del reino. Por eso la provincia en sus representaciones dirigidas en diversos tiempos y ocasiones a los monarcas de Castilla dijo constantemente que el sistema de quintas era contrario a sus fueros, usos, costumbres y exenciones, en uno de sus puntos más fundamentales, más graves y más delicados.

15/11/2019

José Justo de Salcedo y Arauco


Marino ilustrado que participó en diversos combates y servicios marítimos de finales del siglo XVIII como el corso contra piratas berberiscos del Mediterráneo, el asedio a Gibraltar, el combate del cabo Espartel o la defensa de Cádiz

JOSÉ JUSTO SALCEDO Y ARAUCO

José Justo de Salcedo y Arauco era natural de Portugalete, Vizcaya, donde nació en 1753. Comenzó su carrera en la Armada española como estudiante guardiamarina en la Armada en 1770, integrado en la Academia de Guardiamarinas del Departamento Naval de Cádiz. Tras terminar sus estudios teóricos, estuvo destinado en diferentes embarcaciones en corso contra las injerencias norteafricanas. Al término de uno de aquellos cruceros fue ascendido a alférez de fragata en 1771.

Durante buena parte de los años 1771 y 1772, estuvo dedicándose al corso por el Atlántico en el navío Atlante. En 1773, recibió la orden de transportar tropas desde Cartagena hasta la plaza norteafricana de Orán en la fragata Santa Teresa, y al término de la operación fue enviado a realizar el corso contra las plazas norteafricanas en las fragatas Santa Dorotea y Nuestra Señora del Pilar.

A finales del 1774, comenzó un tornaviaje hasta Filipinas en la fragata Astrea, permaneciendo en el océano Pacífico en lucha contra la piratería. Cuando regresó a España, en 1776, fue ascendido a alférez de navío.

Durante 1779, estuvo sobre el navío San José en la Escuadra Combinada hispano-francesa del almirante Luis de Córdova y del conde de Orbilliers , participando en el bloqueo contra la Flota británica del Canal de la Mancha. Consiguieron retener a los ingleses en sus puertos, y un pequeño botín: el navío Ardent de 74 cañones.

Asistió al asedio a Gibraltar de 1781, al mando del jabeque San Antonio, y semanas más tarde, en unión a cuatro lanchas cañoneas del almirante general Toni Barceló, mantuvo un combate en aguas de Punta Carnero, logrando la captura de la balandra inglesa Peggi. Por méritos propios fue ascendido a teniente de navío. Un año más tarde, en el mismo jabeque, tomó parte del combate del cabo de Espartel entre la flota española de Luis de Córdova y la flota inglesa de Howe.

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COMBATE DEL CABO ESPARTEL Y JOSÉ JUSTO SALCEDO

Tras el tratado de paz entre España e Inglaterra, se incorporó a la escuadra del Barceló momentáneamente hasta regresar al Departamento de Cádiz, donde fue ascendido a capitán de fragata por petición del general mallorquín.

Al mando del navío Guerrero, en 1784, participó en la campaña argelina, y más tarde en la defensa costera del Mediterráneo occidental.

A lo largo de la Primera Coalición contra Francia se halló también a las órdenes del almirante Lángara hasta 1795, junto al propio Ignacio María de Álava. Del mismo modo participó con gran riesgo en la defensa de Cádiz frente a Nelson en 1797, bajo las órdenes de Mazarredo.
Demostrando su capacidad para cruzar el Atlántico frente a los bloqueos ingleses, realizó entre 1799 y 1801 varios viajes entre la Península y América, destacándose sus singladuras al mando del navío Monarca y las fragatas Paz y Mercedes.
Tras la nueva declaración de guerra contra Inglaterra a finales de 1804, se le confirió el mando de la Flota de Cartagena. Se barajó en diversas ocasiones la posibilidad de que los 8 navíos bajo su mando y varias fragatas atacasen a la escuadra de Nelson por la retaguardia en los días de octubre de 1805. Las dudas del ministro Godoy y la precipitación del almirante Villeneuve obstruyeron esta acción mixta que habría pinzado desde Cádiz y desde Cartagena a la Armada británica.
Después el desastre de Trafalgar, se unió en 1808 al levantamiento contra la invasión francesa, defendiendo la ciudad de Valencia frente a las tropas del mariscal Moncey.

JOSÉ JUSTO DE SALCEDO Y ARAUCO

12/11/2019

Entrevista a Elkoroberezibar sobre Domingo de Irala


El fundador de la ciudad de Asunción y colonizador de buena parte del Virreinato del Río de la Plata, Domingo Martínez de Irala, era natural de Vergara. Una iniciativa paraguaya reivindica la obra del personaje más ilustre y universal de esta villa de Guipúzcoa.

A petición de la Academia Paraguaya de la Historia, el filólogo Miguel Angel Elkoroberezibar se encargó de investigar sobre la vida y obra del colonizador guipuzcoano. Durante la Semana vasca de Paraguay, presentó en Asunción su libro Domingo de Irala y su entorno en la villa de Bergara. En él, estudia la relación entre Domingo Martínez de Irala, las tribus precolombinas y la legua de los paraguayos.

MIGUEL ANGEL ELKOROBEREZIBAR
PRESENTANDO SU LIBRO EN ASUNCIÓN

En una entrevista para el diario ABC Color, Elkoroberezibar reconocía que gracias a Irala el guaraní se había convertido en la lengua de los paraguayos:

¿Cómo se decidió a hacer esta obra?

Yo nací en la Plaza Domingo Martínez de Irala en Bergara, su localidad natal de Guipúzcoa. El había nacido entre 1506 y 1509, pues no está muy claro el año. Soy consciente de que en su pueblo prácticamente nadie le conoce. Más aún la fama que pueda tener no va más allá de saber que tuvo muchas mujeres y que fue un conquistador. No hay más información. Entonces, uno de mis objetivos era conocer con todas las luces y sombras su vida, al recibir el encargo de la Academia Paraguaya de la Historia.

¿Qué época abarcó en su estudio?

Quizás la etapa más oscura de su vida. Oscura por su desconocimiento y es aquella que va desde que nació hasta que decidió partir a América. La etapa que transcurrió aquí ustedes la conocen muy bien con toda la documentación. Ahora vine a presentar el resultado junto con otro autor que escribió sobre él, Ramón Irala Solano. En mi caso, he dado cuenta tanto de su vida desde que nació hasta que partió a América con toda la información acerca de sus ascendientes, sus padres, su familia y cómo eran en aquella época Guipúzcoa y su Bergara natal.

¿Quedan descendientes de los Irala en España?

La casa solar de Irala aún está en pie, aún vive gente allí. Su apellido proviene de esa casa solar. Hay varios Iralas de diferentes ramas y de una de ellas proviene Ramón Irala, el otro autor. Pero se bifurca y ya hay un gran desconocimiento sobre Domingo de Irala porque sus padres tuvieron hijas y él fue el único varón. Su hermano probablemente murió y los hijos de las hermanas perdieron el apellido.

¿Muy diferente a nuestro personaje?

Es obvio que Domingo de Irala hizo una gran labor en América, tuvo muchos hijos y es sabido que gran parte de la población actual proviene de él. No obstante, aquí el apellido Irala continúa y hay muchas familias, algunas de ellas entroncadas en la misma línea del conquistador.

¿Le fue difícil la recopilación?

Es difícil por una razón. Hasta el Concilio de Trento en 1545 no se regulaban los registros bautismales de las iglesias. Es decir en pocas iglesias había registros de nacimiento o defunción antes de ese año. Por tanto, no tenemos ninguna partida de nacimiento propiamente suya (que debía ser de 1506) y eso hace que la labor se dificulte.

¿Cuánto tiempo le llevó?

Comenzamos a tener comunicación con la Academia Paraguaya hace ya 7 años. Todo ese tiempo hemos trabajado e investigado. Ahora a 500 años del nacimiento de Irala se han organizado estos homenajes y estamos muy honrados de participar.

¿Antes de venir a América cómo se lo veía al joven Irala?

No era una persona polémica, no tuvo pleitos, no tuvo problemas con la ley. No era tan importante como para que fuera conocido y todo el mundo hablara de él. Sí era de una familia acomodada, hijo de un escribano real. Vivía en el centro del casco urbano, en una buena casa. Tenía propiedades y era una persona de una situación económica buena. Participó en algunos protocolos, algunas escrituras de venta y todo ello lo he recogido y he aportado el contexto para conocer de dónde viene, cómo era la sociedad en aquel momento.

DOMINGO DE IRALA Y SU ENTORNO
EN LA VILLA DE BERGARA

¿Qué impresión le causa a Ud. seguir un personaje anónimo en su país, pero de vital importancia aquí?

Gran sorpresa. En el Ayuntamiento de Bergara está esculpida una frase de la Biblia que dice: "Qué poco lo de acá, que mucho lo de allá". Quiere decir que no somos capaces de valorar lo que tenemos en nuestro pueblo y siempre creemos que lo que está afuera es mejor que lo que tenemos en casa. Ocurre en muchas partes. Y han sido los paraguayos quienes han reconocido, han exaltado y han ensalzado la figura de Domingo de Irala. Gracias a ustedes ahora será mejor conocido en su pueblo, a 8.000 kilómetros de aquí.

Una contradicción, pero una realidad...

El nombre de Irala significa "helechal". En la antigüedad existía la costumbre de que el que tuviera varios granos de helecho podía lograr tornarse invisible y ciertamente ha sido invisible Domingo de Irala durante muchos años. Podemos decir que habéis sido los paraguayos los que habéis deshecho el hechizo y de alguna manera le habéis dado forma.

Ahora que hizo todo este trabajo, ¿cómo definiría a Irala?

Es difícil definir a una persona con los parámetros y el pensamiento y la manera de ver del siglo XXI. Uno ha de transportarse al siglo XIX para saber cómo pensaban y actuaban. Los valores y las maneras de actuar son diferentes al igual que los regímenes y las leyes. Es una persona con una gran carga humanista, que fue capaz de renunciar a todas sus propiedades. El llegó a ser el hijo mayor al que se le llamó mayorazgo y por tanto dueño de todas las propiedades de la familia. Lo vendió todo para embarcarse a una aventura incierta, sin saber cuál iba a ser su destino. Algo le motivó para venir. Quizá la gente con la que se rodeó. En aquella época eran los segundones, los que no heredaban todas las propiedades, los que se veían obligados a emigrar. Pero él, habiendo sido primero, renunció a todo para venir aquí. Aquí tenía liderazgo...

Ya venía con un convencimiento, con una cultura para organizar. Se le ha denominado como el padre del mestizaje. Pero también es el único pueblo, el Paraguay, el que mantiene su idioma guaraní a diferencia de otras naciones. Creo que eso fue gracias a él. Evidentemente, tiene sus luces y sombras, la situación en la que estaba podría ser muy dura y pocos sobrevivían. En cierta manera, hay una lucha interna con los indígenas y los asentamientos han de ser complicados, pero en todos los escritos y documentos siempre está reflejado que era muy aceptado por los nativos, por sus soldados, lo que le hizo ganar la confianza de unos y otros. Era una persona humilde, pero dura que se ganó su lugar.

¿Pero él ya vino con un título?

Tenía una posición social, tenía dinero y vino como secretario, como capitán. Pero no tenía la potestad ni el cargo que tuvo Don Pedro de Mendoza que llegó como Adelantado, pero las circunstancias y su habilidad, su estrategia y trato con los indios y soldados hicieron que lograra posiciones trascendentes.

¿Ud. cree que la figura de Irala está bien reinvindicada?

He preguntado aquí en la calle a la gente común ¿sabe quién fue Irala? y lo conocen a medias y muy poco. Pero, en los círculos universitarios y culturales la gente tiene mucho conocimiento.

Desde el punto de vista nacionalista... ¿cómo se siente cuando uno halla un personaje que hace 500 años salió de su pueblo y recién ahora lo conocen?

Es difícil transportar lo que ocurrió entonces con la situación actual. Irala trabajó para el rey, hizo una apuesta y, tanto él como su familia, estaban de acuerdo con el rey que le otorgó el mayorazgo. Estaba alineado con el rey y, en ese sentido, era un servidor del rey y él aprovechó la ocasión. En cierta manera, lo ven como un romántico que se lanza a la aventura. Otros pueden verlo como con ansias de poder y ansias de riqueza. Lo que sí es verdad es que no encontró aquella riqueza, pero halló aquí una riqueza humana, esta tierra y ha sido un buen gestor. Creó un país y pienso que el Paraguay actual se sustenta en la base de Domingo de Irala.

MIGUEL ANGEL ELKOROBEREZIBAR
Y SU LIBRO

¿Pesó en Ud. para este trabajo el hecho de que Ud. hable vasco como aquí hablamos el guaraní?

Domingo de Irala era de mi pueblo y quiero conocerlo. Es el personaje más universal que tenemos en Guipúzcoa y era vascoparlante. Su padre por oficio debía ser bilingüe obligatoriamente porque era escribano y para ello el pueblo llano hablaba en vasco. Por diferentes testamentos y documentos que tenemos y por su manera de escribir es fácilmente deducible que era vascoparlante. No obstante, en la Corte él estaba obligado y para todas las transacciones, tratos y protocolos debía hacerlo en castellano. Vino aquí y no solo permitió la lengua propia de los indígenas, sino que en cierta manera llegó a fomentarlo y gracias al mestizaje la lengua guaraní se ha mantenido y gran parte de la población puede hablarlo. El vasco es la lengua viva más antigua de Europa y es una gran riqueza y creo que Irala fue consciente de la riqueza que tenía un idioma y así pudo aplicarlo en la gente que estaba aquí.

¿Quiere decir que él valoró más que otros conquistadores el guaraní, por ello?

Pudo haber sido lo más represivo, pudo haber de alguna manera prohibido la comunicación en guaraní, pudo haber hecho todos los esfuerzos para que la lengua desapareciera. Pero no fue así. Sus capitanes se casaron con las indígenas y la lengua madre proviene de quien da la leche, de quien amamanta a los hijos. La lengua que escucharon las primeras generaciones no era el español, sino el guaraní. Y luego fueron ellos, los dirigentes, los que hablaban el guaraní y sus hijos, hasta hoy.

En España dicen que el guaraní se parece al Euskera. ¿Ud. qué cree?

Algunas palabras, de alguna manera, recuerdan. Días pasados escuché el "hayviveve" (llovizna), que ha sido como una bienvenida porque es la típica lluvia del País Vasco. Más que palabras, el acento es el que se asemeja al Euskera y recuerda nuestro idioma, el materno de Irala.