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03/02/2025

Industria armera de Mondragón


Han sido varios los autores que a lo largo de la historia de la villa guipuzcoana de Arrasate-Mondragón han dejado por escrito esta actividad, desde el cronista Esteban de Garibay en su Compendio historial en el siglo XVI, hasta Baltasar Melchor de Jovellanos y Santiago Palomares en la Ilustración. En época reciente, y realizando una historiografía más científica y moderna, destacan Julio Caro Baroja, Genaro Rosado Rosado y José Ángel Barrutiabengoa. Son destacables las publicaciones de José Antonio Azpiazu en El acero de Mondragón en la época de Garibay, y Ramiro Larrañaga en Espaderos vascos en Toledo.

Desde la Edad Media, la economía de Mondragón ha girado en torno a la metalurgia, generando una época de esplendor en el siglo XVI. Según el cronista real dejó escrito en su Compendio historial: "…, como por ser pueblo de mucha contratación, donde se labrava grande abundancia de acero y hierro, y otras mercadurías…"

La primera causa de esta revolución metalúrgica fue la cercanía de la peña de Udalaitz, al norte de la villa, con 1.092 metros en su cima, límite de Vizcaya y Guipúzcoa, y en cuyo subsuelo se formaron las venas de mineral de hierro.

Además, el rey castellano Alfonso X el Sabio, al poco tiempo de fundar la villa aforada en 1260, ordenó que las "venas de la ferrería de Mondragón se labren en la villa". Es decir, "que las aizeolas bajen al núcleo urbano para transformarse en agorrolas que emplean la fuerza hidráulica". Así es como aquellas primeras ferrerías de montaña se ubicaron en las calles de Olarte y de Ferrerías, junto al río Deva.

En las primeras ordenanzas de la Cofradía de San Valerio quedó patente que la mayor parte de los casi 1.900 mondragoneses vivían entonces a la extracción y laboreo del mineral de hierro para la obtención del acero y su transformación artesanal en la "cal de las ferrerías".

INDUSTRIA ARMERA DE MONDRAGÓN

La actividad metalúrgica tenía tres fases: de extracción, de base y de transformación final.

La extracción del mineral se realizaba por los venaqueros en el monte Udalaitz, del que se tienen indicios de que había acero natural.

La segunda fase del proceso se realizaba en las ferrerías masuqueras. En ellas se fundía el hierro, consiguiendo que las impurezas fluyeran formándose una capa líquida que impide que el Dióxido de Carbono fuese expulsado al exterior. Ese CO2 y, por lo tanto, parte del carbono quedaba diluido en la masa, el hierro se enriquecía y obtenían la raya.

La última fase correspondía a las ferrerías tiraderas, que introducían la raya en el horno con el carbón y mineral o trozos de hierro, y así obtener el acero. Después llegaba la prueba de la fractura para comprobar la calidad de acero. Se hacía necesaria la cercanía del cauce de un río, en este caso el Aramayona. Mediante unas tenazas, el tirador introducía la barra caliente en el agua para templar la punta, la enfriaba y rompía, y observaba si tenía suficiente calidad. El ensayo decidía si el grano era fino, y se consideraba apto; pero si el grano era basto, tenía que seguir afinándolo.

Según José Antonio Azpiazu, en el siglo XVI "eran cuatro las ferrerías masuqueras que funcionaban en la villa: Zalgibar, Zubiate, Legarra e Ibarreta". Las ferrerías tiraderas se contaban entre 60 y 70, y la mayoría se localizaban en la calle Olarte.

MONTE UDALAITZ

Este proceso metalúrgico de dos fases de transformación era característico y exclusivo de Mondragón, así como el método de forja que empleaban sus espaderos. Así lo dejó escrito uno de los principales políticos de la Ilustración española, Baltasar Melchor de Jovellanos. Según este, los espaderos mondragoneses alternaban barras cuadrados de acero y hierro de manera que se conjugaban las características de la tenacidad del hierro y la dureza del acero.

Según Genaro Rosado, una buena espada mondragonesa debía:
"tener dureza, tenacidad (resistencia a los golpes), flexibilidad, actitud para pinchar y cortar, y sobre todo, aptitud para adquirir temple otra vez después de reparar y amolar. Si era una espada de acero de Mondragón se podía volver a templar, pero las que se fabricaban por ejemplo en Solingen (Alemania), no. Una vez que habían pasado por la piedra esmeril se había acabado el acero. Porque solamente estaban carburadas, es decir, aceradas, en la superficie."
Este experto ha comprobado que los métodos de forja eran distintos en Mondragón y en Toledo. En la capital del Tajo consistía en un "alma de hierro puro y dos tejas de acero de Mondragón".
"La operación más delicada era la puntada, que consistía en unir el alma y las dos tejas un punto, y a partir de ahí desarrolla la forja en distintas fases que correspondían a 3 caldas sucesivas. Era un sandwich. Es lo que veríamos si seccionamos una espada."
A continuación venía el templado. El acero forjado, "que es dúctil y maleable, lo metemos en el horno, lo calentamos y lo enfriamos rápidamente para obtener un acero templado, que es duro y frágil. Por lo tanto hay que ablandarlo de alguna manera y se le da un revenido a baja temperatura (unos 300 grados). Y así obtenemos un material duro, tenaz, flexible y templable."

Era una técnica refinada de soldadura de barras de acero, a "la calda", a martillo sobre yunque, difícil de realizar correctamente y dominada por aquellos maestros espaderos.

FORJA DE ESPADAS EN FRAGUA DE MONDRAGÓN

En 1775, el rey Carlos III comisionó al técnico Santiago Palomares para la organización de la Real Fábrica de Espadas de Toledo. Entonces, elaboró una detallada relación de todos los espaderos que habían labrado espadas hasta el siglo XVIII. En la llamada Nómina de Palomares, Santiago dejó escrito que:
"El acero que gastaban en la fabricación de espadas en Toledo, desde sus principios era el de la fábrica antigua de Mondragón, única en España por aquellos tiempos, celebrada casi por todo el mundo por rica y abundante y cuya espadas después de algunos siglos subsisten hoy de calidad tan sobresaliente que son apreciadas por las mayor parte de las naciones del mundo por su fortaleza, hermosura y finísimo temple."
Estas alabanzas al acero de Mondragón eran coincidentes con las descripciones tan favorables que, dos siglos antes, hizo sobre la industria de su villa natal Esteban de Garibay. Según su Compendio historial de la Historia de España:
"También se labra hazerro, pero en sola la villa de Mondragon, siendo el mas fuerte, que se sabe hacer en parte alguna, en tanto grado, que aunque de espada, o otra cualquiera arma, labrada d'este metal, se tornen a hacer cinco y seis cosas, en cada una tornando al fuego, nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian; porque tornando segunda vez en el fuego, se convierten en hierro, perdiendo la fortaleza que como hazero devrian tener. A esta causa los herreros de Castilla quieren mas el hazero de Milan, porque con ser tan blando, que casi es hierro, gastan menos carbon, tiempo y trabajo, y como después lo hecho es hecho, no tiene cuenta con mas, de que una vez se venda la cosa y allá se avengan el dueño, y lo que lleva. D'este hazero se gasta en Navarra, y mucho mas en Francia, y poco en Castilla. Abunda esta tierra de diversos géneros de armas, assi offensivas, como defensivas, que en ella se labran, especialmente arcabuzes, moxquetes versos, y otros instrumentos de fuego, que mas que en otra parte se labran en Mondragon y Vergara, y mucho mas en Plazencia. Armas de bastas, con sus hierros, picas, lanças, medias lanças, dardos y dardes, azcones, y en Portugal chuças, y otras armas y herramientas sotiles de cuchillos y cosas a ello adherentes en Tolosa y Vergara…"

Como dejó constancia Garibay, los arcabuces, mosquetes y otras armas de fuego llegaron a ser de tal extraordinaria calidad y fama que se comercializaron por gran parte de Europa y a los Virreinatos del Imperio español.

ARCABUCEROS DE LOS REALES TERCIOS

Análisis metalográficos e investigaciones documentales ratifican la excelencia del acero de Mondragón y mineral de Udalaitz y lo complejo de la elaboración, demostrando una absoluta coincidencia entre los procesos descritos por los archivos y los datos obtenidos por análisis científicos modernos.

Cuando Garibay escribió que "nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian" no se trata de un invento del cronista vasco. Existieron pleitos de la época que trataban de defender la calidad del acero mondragonés de la de otros mercados extranjeros. Los fabricantes de Solingen en Alemania y de Milán en Italia frecuentemente marcaban sus productos, de inferior calidad, con la marca de conocidos maestros espaderos vascos, para hacerlos pasar como productos fabricados por ellos.

La dimensión del fraude debía ser importante, pues se adoptaron medidas para evitar confusiones o mezclas con otros aceros menos competitivos. Así, en 1553, las Juntas Generales de la Provincia de Guipúzcoa trataron el asunto y prohibieron su importación por el daño que se causaba a sus forjadores.

Según el historiador José Antonio de Azpiazu en su obra El acero de Mondragón en la época de Garibay, la calidad de este acero era muy considerado en los Reales Tercios de Infantería españoles, y los administradores y veedores reales imponían una serie de condiciones a los fabricantes. Entre las condiciones para la construcción de los arcabuces y mosquetes, había una especialmente clara: las llaves de las armas de fuego habían de ser construidas con acero de Mondragón.

ARCO DEL PORTAL DE ABAJO EN ARRASATE - MONDRAGÓN

Toda una población de más de dos mil habitantes "nada labradoriegos", en palabras de Garibay, vivía en torno a una industria metalúrgica con gran presencia en los mercados más importantes de la época, incluido Toledo. Y, desde Sevilla, se embarcaban las espadas y otras armas con destino a los virreinatos del Imperio español.

Según otro historiador vasco, Ramiro Larrañaga, para la fabricación de armas blancas en Toledo, se empleaba el acero de Mondragón. La villa guipuzcoana era la única que por aquellos tiempos disponía de materia prima de tan excelentes cualidades y de la misma "procedían los hermosos aceros donde tuvieron origen las inimitables espadas toledanas".

Quienes apreciaron este acero fueron los franceses. Compañías mercantiles mondragonesas comerciaban con las principales ciudades portuarias del Atlántico francés. A su vez, comerciantes franceses compraban directamente en Arrasate a través de sus factores establecidos en San Sebastián y Bilbao.

Pero las venas del mineral férrico del monte Udalaitz comenzaron a escasear, coincidiendo en el tiempo con el declive de la industria militar espadera que marcó la derrota de los Reales Tercios de Flandes en la batalla de Rocroi en 1643. Ahí comenzaba la decadencia que pondría fin a uno de los capítulos más gloriosos de la historia de Mondragón.

MONUMENTO A LA INDUSTRIA EN ARRASATE - MONDRAGÓN

14/09/2021

Mondragón - Arrasate medieval y banderiza, según Esteban de Garibay


Mondragón, históricamente llamada Arrasate, se ubica en la guipuzcoana comarca del Alto Deva, en la confluencia de los ríos Deba y Aramaio.

Los reyes de Castilla estuvieron muy interesados en fundar villas en la provincia de Guipúzcoa a fin de asegurar las vías mercantiles que transcurrían de la meseta al mar Cantábrico, de hacer frente a la influencia de los banderizos, a vigilar la frontera con los Reinos de Navarra y de Francia. A tales objetos, en el 15 de mayo de 1260, Alfonso X el Sabio, desde San Esteban del Puerto (Jaén), le concedió el título de villa, llamándola MontdragónSegún el cronista Esteban de Garibay, la carta puebla de su villa natal es una de las más viejas y de mayor alcance, fue escrita así en nombre del rey castellano:
"Por sabor que habemos de facer bien é merced a todos los pobladores de la puebla que es en Leniz, que avie antes nombre Arrasate, a que nos ponemos nombre Montdragon…"
El heraldista Guerra sostiene que se puso ese nombre porque sonaba bien a los "oídos de músico y poeta galaico" de Alfonso X, aunque señala que en su corte hubo un Guillén de Mondragón, comendador de San Juan, y antes hubo un Raimond de Mondragón.

Plano casco histórico Arrasate
PLANO DE ARRASATE - MONDRAGÓN

Pese a los incendios repetidos y cambios posteriores en la arquitectura urbana, el plan inicial de la puebla medieval ha influido en la forma de la villa, en su desarrollo económico y demográfico.

La puebla se ordena en torno a un eje central que vertebra el conjunto, es la calle del Medio, Erdico kaleaSegún Esteban de Garibay esta arteria principal fue fundada en 1391 bajo el nombra de Artekale. Comienza en el Portal de Abajo y atraviesa la villa hasta el desaparecido Portal de Gazteluondo. En ella se integra la plaza con la iglesia de San Juan a un lado y el ayuntamiento barroco al otro. Camino Real y vía de tránsito de personas y mercancías, fue el eje principal de la villa desde su fundación.

ERDIKO KALEA - CALLE DEL MEDIO

La calle de Ferrerías y la de Iturrioz son bastante curvas y envuelven de forma simétrica al casco antiguo a ambos lados, formando una elipse. Ambas calles quedan conectadas a su eje principal a través de una serie de cantones, como es el caso del llamado Surguincantoi o Surguincale, equivalente al cantón de las Herrerías.

La calle de Iturriotz está documentada desde 1402. Recibe su nombre de la antigua fuente de Iturriotz, principal suministradora de agua potable a la población hasta finales del siglo XIX. Comienza junto al Portal de Abajo y continúa su ascenso en pendiente hasta encontrase con el desaparecido Portal de Gazteluondo. Fue una calle de carácter residencial en la puebla medieval, donde el concejo tuvo una de sus sedes hasta la construcción del nuevo Ayuntamiento en 1763. Para la construcción del nuevo Camino Real en el siglo XVIII, por el Paseo de Arrasate, se derribaron varias casas que modificaron su primitiva fisionomía.

El segundo sistema de aberturas es el que forma el cantón de Olarte que, arrancando de la calle del Medio, entre los números veinte y dieciocho va a la de las Ferrerías y de allí salía a la cerca de Olarte, con otro arco que ya no existe, y un cantón que ha desaparecido, que de la calle de Iturrioz debía salir a la cerca de Osteta.

En la calle de Olarte y en la de Ferrerías se concentraba la principal actividad económica de la villa: la industria férrea. Ya en el siglo XIII, gran parte de la población se dedicaba a la extracción y laboreo del mineral de hierro para la obtención del acero y su transformación artesanal en la "cal de las ferrerías". La producción metalúrgica de estas ferrerías llegó a ser tan importante que sus piezas se comercializaron por parte de Europa y a los Virreinatos del Imperio español. El acero de Mondragón alcanzó renombrada fama que hasta el Toledo fabricaron las mejores espadas con este metal.

ARCO DE LA CONCEPCIÓN

Durante la Guerra de Bandos, Mondragón estuvo amenazada por las pretensiones del señor de Oñate, que reclamó contra ciertos nombramientos reales, que consideraba como desafueros. La villa obtuvo de los reyes la seguridad de que no la enagenarían de la Corona, con dos conformaciones, conociéndose tres documentos de estos hechos fechados en los años 1367, 1479 y 1411.

En época de García de Salazar, en Mondragón existía una clara división de los linajes entre ambos bandos. En el bando gamboíno estaban Juan Báñez de Artazubiaga, Pedro Sánchez de Orozco, Pedro Martínez de Orozco o Lope Ibáñez de Olabarrieta. En el bando oñacino, los Guraya, estaban encabezados por los Oro y Avendaño. Junto a ellos, en los enfrentamientos entre ambos bandos aparecen familias como Arrazola, Vidaur, Ciorrola, Osinaga, Olabarrieta, Cuadra u Orozco, permanentemente presentes en los cargos concejiles durante las primeras décadas del siglo XVI.

El 23 de junio de 1448, el señor de Oñate, Bletrán de Guevara, prendió fuego a Mondragón. Un terrible incendio relatado por Lope García de Salazar en Las bienandanzas e fortunas, y por Esteban de Garibay en su Compendio historial un siglo después. Debido a este y a otros desastres producidos por el enfrentamiento entre bandos, la planta inicial de la puebla fue reconstruida varias veces. Por eso, se levantó una muralla defensiva que rodeaba la estructura urbana, con acceso a su interior a través de cinco puertas, que en la actualidad se mantienen tres: el de la Concepción (cantón de San Juan), el del Portal de Abajo (calle del Medio), y de Olarte (cantón de Surgin).

Durante el reinado de Enrique IV, se sucedieron las medidas para combatir a los banderizos: en 1451, fue el derribo de la casa-torre de los Gevara de Zalgibar y adquirir sus tierras; en 1457, construyeron la carretera Arlaban-Arrasate-Oñati-Legazpi-Beasain y derribaron el castillo de Goikobalu; en 1463, en las Juntas de la Hermandad de Arrasate, se redactaron las Ordenanzas de Guipúzcoa, conocido como Cuaderno Nuevo; en 1464, fue asesinado Martin Bañez, líder mondragonés del otro bando.

Los Reyes Católicos impusieron la presencia continua del corregidor del reino, en 1480, para la defensa de la villa frente a los banderizos. En 1490, prohibieron los bandos de Bañez y Guraya. Y, en 1497, Leintz se incorpora a la Hermandad de Guipúzcoa.

CASA GARIBAY

Uno de los edificios que salió perjudicado por la quema de la villa en 1448, fue parroquia de San Juan Bautista, que tuvo que ser reconstruida. Esta iglesia de estilo gótico de los siglo XIII-XIV, es una de las más antiguas de Guipúzcoa. Consta de tres naves de la misma altura y sendos ábsides poligonales en la cabecera, un retablo renacentista y otro plateresco con la imagen de San Miguel. Destaca la torre del campanario, construida en el siglo XVI sobre el cantón con grandes arcos ojivales y alberga ocho campanas, dos de ellas de las más grandes de Guipúzcoa. El interior ha sido rehabilitado a finales del siglo XX.

PARROQUIA DE SAN JUAN BAUTISTA Y CALLE DEL MEDIO

Fuera de los muros, se levantaron varios arrabales, como por ejemplo el de la Magdalena, con alguna suntuosa casa de época barroca. El arrabal de Zarugalde constituye otra calle, saliendo por el cantón de los "surguinac" al palacio de Monterrón, atravesando el río Aramayona. El arrabal de Gazteluondo es un conjunto de casas pegadas al castillo. En 1353, las anteiglesias de Udala, Uribarri, Garagartza y Gesalibar se sumaron a la villa.

En dirección sur-sudoeste, se encuentra el cerro de Santa Bárbara, donde estaba el castillo, a unos 250 metros de altura. Los montes y colinas que le rodean y que hacen que quede como en un hoyo, no pasan de algo más de 300 o 400 metros. Resultando así que por el norte parece imponente el Udalaitz o Peña de Udala con 1.092 metros y en lo alto de la cual está el límite de Vizcaya y Guipúzcoa. Al sur la altura de "Gurutze chiqui" no llega a más de 556 metros.

En el inicio de la calle del Medio, se encuentra la moderna escultura de Íñigo Arregui, Harresi ezkutua. Representa la muralla de Mondragón, hoy oculta a la vista, pero todavía conservada en algunos puntos ocultos de la villa. Su permanencia ha forjado el carácter Mondragón, determinando la configuración de la puebla medieval.

CALLE DEL MEDIO, ESCULTURA HARRESI Y PALACIO BARRUTIA-SALINAS

Tras tres siglos de vida desde su fundación, esta era la estructura del pueblo natal de Esteban de Garibay y Zamalloa en el siglo XVI.

30/11/2020

Industria férrea de Guipúzcoa según Esteban de Garibay y otros autores


Guipúzcoa es una entidad física y económica, descrita por Esteban de Garibay en su Compendio historial, en el cual trató pueblo por pueblo según sus actividades productivas. Del Urola escribió:
"El rio Urola cuya denominación en lengua de la mesma tierra de la propiedad y efecto suyo, tiene el nombre, significando agua de herrenas, de la mucha abundancia que d´ellas ay en su ribera."
Refiriéndose al antiguo nombre de Olearso:
"A este valle como llaman Olearso, si le dixieran Olearso, que quiere decir muchas herrenas, fuera el nombre correspondiente a la cosa, por el grande número, que en este valle y su comarca, ay de herrenas de hierro."
PUEBLO DE FERRONES, EN EL MUSEO DE SAN TELMO, POR SERT

El hierro aparece por todas partes. En su descripción general trazó un cuadro minucioso de la producción siderúrgica de Guipúzcoa:
"Abunda esta tierra de muchas herrenas de hierro, cosa tan necesaria a la vida humana, d'el qual no solo se lleva a Castilla y Andaluzia, y a los reynos, assi de Portugal, como d'el resto de d'España toda, pero a Francia, Ynglaterra, Flandes, Ytalia, Sicilia, y otras provincias de la Europa, y también a Africa, y aun a las Indias Orientales de Asia, y a otras provincias, donde los Portugueses tienen su comercio y navegación y también al nuevo mundo, llamado comúnmente Indias Orientales.
También se labra hazerro, pero en sola la villa de Mondragon, siendo el mas fuerte, que se sabe hacer en parte alguna, en tanto grado, que aunque de espada, o otra cualquiera arma, labrada d'este metal, se tornen a hacer cinco y seis cosas, en cada una tornando al fuego, nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian; porque tornando segunda vez en el fuego, se convierten en hierro, perdiendo la fortaleza que como hazero devrian tener. A esta causa los herreros de Castilla quieren mas el hazero de Milan, porque con ser tan blando, que casi es hierro, gastan menos carbon, tiempo y trabajo, y como después lo hecho es hecho, no tiene cuenta con mas, de que una vez se venda la cosa y allá se avengan el dueño, y lo que lleva. D'este hazero se gasta en Navarra, y mucho mas en Francia, y poco en Castilla. Abunda esta tierra de diversos géneros de armas, assi offensivas, como defensivas, que en ella se labran, especialmente arcabuzes, moxquetes versos, y otros instrumentos de fuego, que mas que en otra parte se labran en Mondragon y Vergara, y mucho mas en Plazencia. Armas de bastas, con sus hierros, picas, lanças, medias lanças, dardos y dardes, azcones, y en Portugal chuças, y otras armas y herramientas sotiles de cuchillos y cosas a ello adherentes en Tolosa y Vergara…
Labrase en esta tierra mucho herraje y toda suerte de clavazón, de mucho hierro sotil, y tantas suertes d'ello, que seria largo de contarlas, y labrase en Mondragon muchas inques, bigornias, porras, maços y donde quiera, achas, açadones, arados y otros instrumentos de hierro, que seria no acabar, querer especificar todas las cosas. Las quales llevan los mercaderes por mar y tierra a diversos reynos y provincias, siendo tan necesarias, que sin ellos aun las tierras no fructificarían, por falta instrumentos con que la abrir, ny las gentes podrían fabricar, ni vivir con descanso alguno."

Garibay vivió el ambiente industrial de su villa natal, pero al mismo tiempo se dejó influir por creencias mitológicas sobre la etnografía de los vascos y el patriarca Tubal, llamando a esta economía como la ferrería mondragonesa de "Babilonia". Destacó aquella pequeña peña de forma bella y majestuosa que domina todo el ámbito del territorio, que bien pudo referirse a la torre de Babel:
"Esta notable y grande peña, que del nombre de una pequeña población, llamada Udalacha, que quiere decir peña de Udala, es una de las cosas más altas, que ay en todos los reynos de E'españa, y hermosa y fructífera, especialmente de metales, y tiene conjuncta otra muy alta peña, llamada Amboto, que las dos parecen hermanas, que nacieron para ser la una a la otra, y cerca del monte Gordeya están ambas, pero esta les excede en su fertilidad y grande abundancia de metales de hierro y hacero, el qual se labra del metal de d'esta peña, siendo el mas rezio de la Europa…"

escudo foral guipúzcoa tallado
ESCUDO FORAL DE GUIPÚZCOA

Al margen de la historiografía mitológica de este apologista, cierto fue que otros historiadores repitieron la existencia de este único enclave minero de acero en Guipúzcoa, situado "en la montaña de Udalacha de Mondragón".

En el siglo XVIII, Bowles ofreció noticias acerca de la producción industrial de Mondragón:
"A una legua de Mondragón hay una mina de hierro barnizado, o como llaman los mineros, helado, que está en una greda roxa, y produce acero natural, cuya circunstancia es muy singular, por no haber otro semejante en el Reyno, según aseguran. Se conserva la tradición de que el hierro de esta mina se fabricaron las espadas famosas por su temple, que la Infanta Doña Catalina hija de los Reyes Católicos, regaló a su marido Henrique VIII, Rey de Inglaterra, de las quales aun hoy se hallan esparcidas algunas en Escocia, donde los naturales las estiman infinito, y las llaman André Ferrara. Las célebres espadas de Toledo, las del perrillo de Zaragoza, muy estimadas todavía, y las que se hacían en otras ciudades, que se dice que eran de hierro de esta mina, la qual da quarenta por ciento de metal: pero es algo duro de fundir. A poca diligencia se puede sacar de ella muy buen acero, porque tiene es si, como otras muchas minas, la disposición de tomar fácilmente de carbón de la fragua al flogisto necesario para hacer excelentes sables; pero sin la cementación no creo que baste para hacer buenas limas, y navajas de afeytar.
Las célebres espadas que he referido eran comúnmente, o largas para el trage de golilla, o anchas que llamaban de arzón, para montar a caballo; y se puede presumir, que como a principios de este siglo se abandonó de repente dicho trage, empezaron a venir de fuera espadines guarnecidos, como los que se llevaban con el trage que se empezó a usar, de que provino la decadencia de las fabricas, y al fin su total ruina perdiéndose al mismo tiempo la práctica del temple. Sobre el modo con que los hacían, hay variedad de opiniones. Dicen algunos que solo se templaban durante el invierno; y que quando sacaban la hoja de la fragua por la ultima vez, la cibraban con mucha velocidad en el ayre por tres veces en un día muy frio. Otros dice, que ponían a caldear las hojas hasta que tomasen el color que los artistas llaman cereza, y que en aquel punto las ponían por dos instantes en una tina honda llena de aceite o de grasa, las pasaban inmediatamente a otra de agua tibia durante el mismo tiempo, y luego las dexaban enfriar en la fría, haciendo todo esto en los mas riguroso del invierno. Hay, por fin, quien dice que aquellas hojas se hacían de este acero natural de Mondragon, poniendo una lista de hierro común en el medio para que fuesen mas flexibles, y que después las templaban a lo ordinario, pero en invierno. Estas son las opiniones que corren sobre las espadas del hierro de Mondragon, las quales a la verdad son excelentes."

Este texto quiere decir que la industria espadera en la Edad Moderna era muy productiva. Las relaciones de Mondragón con Toledo y la de esta ciudad armera con Éibar, explican que en la lista de marcas de espaderos toledanos aparezcan bastantes nombres vascos como los Aguirre, Arechiaga, Lagaratea, Leizalde, Lezama, Orozco, etc.

De todas formas, eran las ferrerías comunes las que daban mayor vida al término, como a otros muchos de Guipúzcoa y Vizcaya. Pronto se estableció una asociación entre la naturaleza del hierro, la del país que lo producía y la de las personas que nacían en el país y trabajaban el mineral. El gran dramaturgo Tirso de Molina aludió a esta en un famoso pasaje de la primera escena de La prudencia en la mujer, en que el señor de Vizcaya, Diego López de Haro, terminaba diciendo:
"El hierro es vizcaíno, que os encargo. Corto en palabras, pero en obras largo."

De esta época llegaron otras tantas exageraciones, incluso reiterando a la famosa peña por su acero.

Lope Martínez de Isasti enumeró hasta 80 ferrerías grandes en Guipúzcoa, y se refirió a 37 martinetes más pequeños, todos de agua, más 2 ferrerías grandes, en reparación, y 2 ingenios para labrar acero "con que se hacen espadas y alfanjes"; y en Mondragón, se instalaron 3 ferrerías grandes (las de Legarra, Guesalibar y la Magdalena) y 3 martinetes (Guesalibar, Uribar y Arrazas) de particulares.

En la época de Esteban de Garibay, e incluso antes, las ferrerías mondragonesas eran objeto de tratos y especulaciones a las que se refiere en sus memorias. Pero, como el mismo Martínez de Isasti indicó, Garibay en su Compendio historial consideró que las ferrerías de altura habían sido las más antiguas y por ellas llegó a establecerse la conexión con la forja de Tubal, el de la descendencia de Caín, no el primer "poblador de España". Así, la idea de la existencia de una técnica antigua giró sobre la conciencia de casi todos los primeros historiadores "lingüistas" vascongados, fundiéndose sobre un elemento antiguo del paisaje una especulación histórico-etnográfica.

También Baltasar de Echave, seguidor de Garibay, desarrolló esta idea mitológica de la bajada de los ferrones de las alturas montañosas a los cauces fluviales:
"Las espadas que usaban en aquel tiempo los nuestros, eran pocas y ruynes, a causa de no averse hallado hasta entonces, el modo de labrar el hierro con la particularidad que algunos años después se dieron. Como se puede notar de tantos sitios, y lugares que en mi lenguage nombramos en estas Provincias con Oleo. Que es herreria, como Olaçaval, Olaverria, Çuazola, Gaviola, Mendiola, Egurrola, Balçola, y Loiola con otros infinitos que sería cansancio referirlos, todos los mas de los quales fueron casas de fundición, donde a mano se labrava el hierro, y no con la curiosidad y fuerça del agua, con que en nuestro siglo se usa con tantas ventajas, y provecho, a cuya grangeria baxaron a las riveras de los nos, muchos mas de los nuestros, que lo avian hecho por mandado del Emperador Romano, donde an venido a luzir, por este camino muchas familias, que antiguamente eran muy ordinarias y comunes."

Era evidente que en el siglo XVI, la ferrería constituía un signo de potencia económica. También se sabía que las ferrerías habían sido causa de tensiones y disgustos que procuraron remediar las ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa.

arrasate mondragón industria vasca pintura
MURAL DE LA INDUSTRIA DE MONDRAGÓN

22/03/2020

Leyenda del dragón de Arrasate-Mondragón


Durante la Edad Moderna, se forjó la leyenda del dragón de Arrasate. El cronista Esteban de Garibay dejó escrita esta tradición oral en su Compendio historial que describía la historia de la provincia de Guipúzcoa.

Por las estribaciones del monte Muru y la colina de Mandoin, bajaba una vez al año hasta el pueblo de Arrasate un enorme dragón llamado Herensuge. Era tan grande que con su cola dejó una huella que fue el camino que iba del mismo crucero de Arrasate a Olandiano.

El dragón tenía tan atemorizadas a las gentes, que llegaron a pagarle un tributo sangriento, también anual, para evitar sus depredaciones. Todos los años en la cuesta de Inchaurrondo, le presentaban por tributo una doncella soltera de la villa, que el monstruo se comía viva. Pero hartos ya los hombres de Arrasate y algo más despiertos de inteligencia con el tiempo, idearon un sustituto de doncella de carne y hueso por otra de cera. El monstruo no se dio cuenta del engaño y en el momento en que tenía las fauces obstruidas por la cera pegajosa, se presentaron bastantes ferrones arrastrando un larga y gruesa barra de hierro, al rojo vivo, se la metieron en la boca y le deshicieron las entrañas; así es como surgió el nombre del pueblo.

dragón leyenda mondragón arrasate gipuzkoa
ESCULTURA DEL DRAGÓN DE ARRASATE

Otra versión, la de Toti Martínez de Lezea, en sus Leyendas de Euskal Herria, explica que la mala suerte fue a recaer en la novia de un joven herrero. Este, en un acto de valor, fabricó en su herrería una lanza de hierro larga y afilada, y a acudió al monte para proteger a su novia y enfrentarse al dragón. Tras esquivar el fuego que el dragón expulsaba por su boca en el enfrentamiento, clavó la lanza en la garganta de la bestia dándole muerte.

Esta leyenda tiene alguna semejanza con otros cuentos populares como la de Andrómeda y Perseo y también con la de San Jorge, tan popular en la Edad Media. Pero la de Mondragón es la leyenda con variante curiosa, significativa, en la que el héroe es el pueblo en sí, y más concretamente, un sector productivo: el de los ferrones dedicados al hierro.

El blasón municipal encierra un dragón bajo un castillo con dos árboles verdes a los lados y sobre unas ondas, a lo que, según Garibay, añade una cadena. El castillo alude al que allí había, donde está hoy Santa Bárbara, y los dos árboles parecen que aluden a ambas entradas de la villa, viniendo de Arechavaleta y de Aramayona.

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BLASÓN MUNICIPAL DE MONDRAGÓN

07/08/2015

Casa-torre de Otalora y su linaje Otalora en Aretxabaleta y Mondragón


La antigua Casa de Otalora fue fundado por Pedro Ruiz de Otalora en la anteiglesia de Aozaratza, en la villa guipuzcoana de Aretxabaleta, en el siglo XV durante el reinado de Juan II de Castilla. Los miembros de esta casa fueron dispersándose entre varias villas de la zona como Oñate, Leniz, Aretxabaleta y Arrasate-Mondragón. Algunos de sus más ilustres fueron consejeros reales en las Cortes de los Reyes de Castilla, primero, y de los Habsburgo, después.

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ESCUDO DE ARMAS DE OTALORA

El mondragonés Martín Ruiz de Otalora y Galarza fue cuarto señor de Otalora. Fue criado del rey Fernando el Católico y miembro de su cámara real. Casó con María González de Manzana Ocariz en Mondragón y tuvo como hijo al siguiente:

El licenciado Miguel Ruiz Otalora y González, también mondragonés, fue regente de la Real Audiencia de Navarra en Pamplona, y gobernador del mismo reino de forma intermitente en 1563, 1564 y 1565, recibió a la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II, a su paso hacia Francia este último año. Al venir de la corte a su casa, en 1574, la Provincia designó un comisionado que fuera a darle la bienvenida por los muchos servicios que de él recibía. Murió en la corte en 1575, siendo presidente del consejo de Indias. Su villa natal le dedica a su persona el nombre de la calle del Licenciado Otalora.

Casó con Catalina de Zuazu y Lazarraga, y tuvo varios hijos a los que relacionó con otros linajes nobiliarios bien posicionados. Inés de Otalora Zuazu casó con el mondragonés Rodrigo de Ocariz, miembro de la Corte de Felipe II y del Consejo de Indias; Juana de Otalora Zuazu casó con Domingo de Ocariz, señor de Ocariz, también de Mondragón como su hermano, que llegó a ser fiscal de la Casa de Contratación de Indias y ministro del Consejo de Hacienda de Felipe II.

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CASA-TORRE DE OTALORA

Juan López de Otalora Galarza fue criado del rey Fernando el Católico y miembro de su Cámara Real. En 1512 recibió entre otras gracias una espada que utilizó el mismo monarca, que dejó vinculada a su linaje. En 1540, fundó la capilla de San Miguel con tres altares en la iglesia parroquial de Aozaratza para su sepultura, y en 1546 el vínculo de la casa de Otalora.

Sancho López de Otalora Galarza, nacido en Leniz, en 1498. Estudió en la Universidad de Salamanca derecho civil y canónigo, llegando a ser juez en Sevilla y obteniendo la ejecutoria de su hidalguía en 1539. Tomó parte de la comisión para la delimitación de la frontera hispano-lusa en Andalucía, demostrando tal habilidad política y diplomática que fue promovido al Consejo Real del emperador Carlos V. Durante varios años estuvo al frente de asunto de Estado, incluso durante el reinado de Felipe II. Perteneció al Consejo de la Santa Inquisición, antes de retirarse del servicio a las instituciones reales, en 1562.

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ESCUDO DE LOS REYES CATÓLICOS SOBRE FACHADA DE CASA-TORRE DE OTALORA

Otros mondragoneses del linaje de Otalora fueron:

Pedro Muñoz Ruiz Otalora fue caballerizo de la reina Isabel, tomó el hábito de la Orden de Santiago en 1568.

Jerónimo Muñoz Ruiz Otalora fue procurador fiscal en Granada, escribió el famoso libro De Nobilitate, impreso en la misma ciudad en 1553.

Juan Muñoz Ruiz Otalora fue secretario real de Felipe IV, en el Consejo de Guerra en 1630.

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LATERAL Y POSTERIOR DE LA CASA-TORRE DE OTALORA

Este linaje nobiliario construyó su Casa-torre de Otalora en el siglo XIV, aunque el aspecto palaciego actual se configuró en el siglo XVI. Conserva las trazas de su antiguo esplendor y poderío: el escudo de armas, su mirador de corte renacentista, su lucido artesonado asomándose por el amplio alero, su obra en piedra de sillería, los remates de puertas y ventanas, las saeteras.

En la fachada principal destaca un balcón decorado con molduras, cabezas y rosetas. A la derecha, el escudo imperial, regalo del rey por el servicio prestado, y en el centro el escudo barroco del linaje nobiliario. Todo se remata con un alero ricamente decorado con figuras geométricas.

En la fachada izquierda aparece una sucesión de ventanas saeteras y sobre ella una preciosa solana de madera.

PLACA INFORMATIVA DE LA CASA-TORRE DE OTALORA