28/06/2023

Expedición colonizadora de las islas Filipinas por Miguel López de Legazpi en 1564


La Armada para la colonización de las islas Filipinas de 1564 estuvo liderada por Miguel López de Legazpi, que tenía el título de almirante, gobernador y capitán general de las islas de Poniente, ganándose el apelativo de adelantado de Filipinas, mientras que fray Andrés de Urdaneta era el director náutico de la expedición. Legazpi invirtió gran parte de su fortuna, se encargó de fletar barcos, aprovisionarlos de tripulación, pertrechos y víveres.

El objetivo de la expedición era fundamentalmente la toma de posesión del archipiélago filipino y asegurar una ruta permanente entre el Extremo Oriente y las costas de Nueva España.

MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI Y ANDRÉS DE URDANETA

La flota constaba de dos naos, dos pataches y un bergantín, y una tripulación total de unos 380 hombres (150 marineros, 200 solados, 5 agustinos y varios criados). La nao capitana llamada San Pedro, desplazaba 500 toneladas, su piloto mayor era Esteban Rodríguez, mientras que la nao almiranta, San Pablo, sobrepasaba las 300 toneladas, su capitán, Mateo del Saz, era segundo jefe de la expedición. El patache San Juan de Letrán, con 80 toneladas, llevaba por capitán a Juan de la Isla, y a su hermano Rodrigo como piloto. Y el patache San Lucas de 40 toneladas, que pronto desertaría, estaba mandado por Alonso de Arellano. A popa del San Pedro acompañaba un pequeño bergantín de remos, muy propio para transmitir órdenes de un navío a otro.

Entre la tripulación de la expedición se encontraba numerosa gente de origen vizcaína: Andrés de Ibarra, alférez mayor; Luis de Haya, sargento mayor; Martín de Goiti, capitán de artillería; Andrés de Mirandaola, factor de la real hacienda; Andrés de Cauchela, contador, cuyo apellido puede ser una mala transcripción de Carchela, topónimo roncalés-suletino, Martín de Ibarra, maestre, Francisco de Astigarribia, contramaestre, etc.

Los cargos de oficiales reales recaían en Guido de Labezarri, que sucedería a Legazpi. Como capitán de su guardia personal, Legazpi llevaba a su nieto Felipe de Salcedo Legazpi. Urdaneta llevaba consigo a tres compañeros eclesiásticos vascos o navarros que asumieron responsabilidades: el primero, Andrés de Aguirre era conocedor del derrotero por haber participado en el viaje de Loaysa y Elcano, sobreviviendo incluso a Carquizano y haber navegado durante once años por los mares de Oriente; el segundo, Francisco Rada, cosmógrafo, habría de ser el eficaz colaborador de Legazpi al regresar Urdaneta creando la ruta segura a Nueva España; por último, era Pedro de Gamboa.

FUNDACIÓN DE MANILA

La expedición zarpó del puerto de Barra de Navidad (Jalisco), el 21 de noviembre de 1564, iniciándose una larga travesía con rumbo a Nueva Guinea. Cuando llevaban recorridas cien leguas, se abrieron los sobres lacrados con las órdenes a seguir que entregó la Audiencia de México y, según este pliego, se varió el rumbo hacia Filipinas. A los diez días de navegación, el patache San Lucas deserta de la expedición y regresa al punto de partida. A partir de enero de 1565, se fueron sucediendo los descubrimientos, como los de las islas de los Barbudos (Marshall), Placeres, Pájaros, Corrales y Jardines.

El día 9 de enero de 1565, los vigías de la capitana señalaron tierra. La isla pertenecía al archipiélago de las Barbudos, actuales Marshall, donde sólo logró anclar el San Juan de Letrán. El nieto de Legazpi, Felipe de Salcedo, tomó posesión de la tierra, con la ceremonia acostumbrada en aquella época. A la vista de los barcos los nativos huyeron a las montañas, quedando en la playa tan solo una familia. Se mostraron muy amistosos y comunicativos con los españoles, dándoles a entender que los sus habitantes eran seres pacíficos que se dedicaban ancestralmente a la pesca. Y, como contaría Legazpi, él se formuló preguntas acerca de cómo la expansión europea estaba a punto de arrumbar con el modo de vida milenario de gentes como aquellas.

Guam fue el siguiente punto de la aguada, visitado por Magallanes varias décadas antes. En ese punto hicieron aguada bajo una fuerte protección. Aún no se llamaban islas Marianas, pero los españoles otorgaron el archipiélago un nombre expresivo: islas de los Ladrones, debido a la picaresca exhibida por los chamorros en los intercambios de víveres, que incluían fraudes como esconder arena bajo una somera capa de cereal, o aceite de coco bajo el cual solo había agua, y otros trucos. Además, fondeados en la había para recoger agua, uno de los españoles fue alanceado mientras descansaba en la playa, y hubo que tomar severas represalias.

En Guam, siempre contrario a invadir aguas que considera portuguesas, Urdaneta declaró su deseo de dar por finalizada la expedición y establecer una colonia española, mientras él trataría de encontrar la ruta de vuelta. Pero su petición no fue atendida, y la flota continuó con el itinerario previsto.

El sábado 5 de febrero la escuadra puso rumbo al archipiélago que Villalobos había bautizado como Filipinas, en honor al rey Felipe II.

Diez días después llegaba a la isla de Samar, siguiendo la ruta Magallanes-Elcano de hacia 45 años. Recorrieron las islas de Ibabao, Samar, Leyte, Limasawa, Camiguín y Bohol, en busca de provisiones y de lugares para el asentamiento estable. Continuaron explorando por las islas de Mindanao, Siquijor y Negros, hasta llegar a Cebú en mayo de 1566.

ITINERARIO SEGUIDO POR LA EXPEDICIÓN DE LEGAZPI

Legazpi encomendó a Urdaneta la búsqueda de un buen puerto o una ría y la puesta en comunicación con los nativos de la isla Samar. Con Urdaneta iba el capitán Goiti. Encontraron dificultades con los naturales en algunos lugares, ya que los portugueses habían asolado y robado en las tierras, y capturado y matado nativos, anunciándose como "castellanos del Maluco". Legazpi intentó abastecer a la tripulación y convencer a los naturales acerca de sus pacíficas intenciones y de los obsequios repartidos.

Pero ante la enconada resistencia en una ocasión, muy a su pesar, tuvo que utilizar la fuerza, mandando quemar un centenar de chozas de paja y madera. El alférez mayor Andrés de Ibarra tomó posesión de la isla, previo acuerdo con un indígena principal y usando los rituales de rigor. Ante la defensividad de los habitantes la escuadra zarpó el 20 de febrero de 1565 y al día siguiente llegaba a la isla de Leyte. La hostilidad de los naturales se manifestó inmediatamente, pero Legazpi tomó posesión de la tierra con toda solemnidad. Ante el informe positivo que traía el capitán Goiti de sus exploraciones, la expedición tomó rumbo sur hacia un núcleo poblado llamado Carballán a donde llegaron el día 5 de marzo. La Relación anónima que describe estos lugares, se supone fue del secretario de Legazpi apellidado Lazcano.

El problema del abastecimiento era grave, pues los isleños huían llevándose al interior sus alimentos. El capitán Goiti, el capitán Isla y el alférez Ibarra, con el cosmógrafo Urdaneta eran generalmente los que exploraban aquel grupos de islas, iniciando relaciones amistosas con los nativos. La política pacifica daría sus primeros frutos en Bohol.

En la isla de Cebú la labor de Legazpi y los suyos sería difícil debido a la matanza en aquel banquete-trampa contra los hombres de Magallanes. Ante la oposición de los cebuanos, temerosos de una represalia, los hombres de Legazpi debieron tener mucha prudencia. Sin embargo, fue asesinado Pedro de Arana que se había aventurado a dar un paseo sin protección. Legazpi, después de una asamblea consultiva ordenó el desembarco y la construcción de una base permanente para futuras operaciones y como prevención ante un posible ataque portugués desde las Molucas.

Desde un principio, Legazpi pretendió establecer un acuerdo pacífico con el cacique local Tupas, rey de Cebú, y su aliado, Tamuñán. Legazpi consiguió un pacto con un empleo limitando de la fuerza, tan solo le bastó un ruidoso pero poco preciso cañoneo desde los barcos. Pero la estricta ecuanimidad de justicia empleada por Legazpi empezó a calar en la percepción de los nativos cuando un soldado español fue ejecutado tras causar un incendio intencionado.

En Cebú, Urdaneta hizo un sensacional descubrimiento para elevar la moral de la expedición, y sobre todo del propio Legazpi: un soldado encuentra una figura de un Niño Jesús, perfectamente revestido y adornado, que algún marino de expediciones anteriores habría dejado, y que los nativos guardaban cuidadosamente. La figura se conserva con el nombre de Santo Niño en la isla de Cebú, y es objeto de una enorme veneración por los filipinos. En aquellas playas de Cebú fundó la base principal, a la que llama Villa del Santísimo Nombre de Jesús y la Villa de San Miguel.

ESTATUA DE LEGAZPI CON DATU SIKATUNA EN TAGBILARAN, BOHOL 

Su método de colonización era el mismo en todas partes: desembarco, compra de alimentos a los nativos, acuerdo de algún tipo de pacto con los caciques locales y toma de posesión de la tierra en nombre del rey. Legazpi supo sacar partido de las luchas entre tribus enemigas y de la hostilidad que los nativos profesaban a los portugueses. Y es que, frente al tipo de dominación portugués, bastante depredador, los españoles ofrecían protección y un trato más tolerante y respetuoso con los nativos. Legazpi impuso disciplina a la tripulación, especialmente en dos aspectos: guerra a los piratas y respeto a los nativos. Desde Cebú, fue organizando la expansión territorial, imponiendo su autoridad sobre una revuelta de sus propios hombres y rechazando dos ataques de la escuadra portuguesa. El líder guipuzcoano había decidido quedarse a poblar y colonizar las islas, pero para asegurar el establecimiento permanente en Filipinas debía trazarse una ruta de vuelta directa a Nueva España, idea del gran cosmógrafo Urdaneta, era el Tornaviaje.

Así, el 1 de junio de 1565, partía desde Villa de San Miguel la expedición de Tornaviaje la nao San Pedro al mando del capitán Felipe de Salcedo, nieto de Legazpi, pero con Urdaneta como cosmógrafo director del rumbo. Tras cuatro meses de navegación, la nao fondeó en Acapulco el 8 de octubre. El éxito del tornaviaje salvó la empresa de Legazpi en Filipinas, permitiendo el envío de refuerzos desde Méjico para consolidar su definitiva colonización.

26/06/2023

Casa-torre Luzea de Zarauz


La torre Luzea de Zarauz es una construcción defensiva del siglo XV en estilo gótico que perteneció al linaje nobiliario de los Zarauz, del bando Gamboino. Su significado en euskera es "torre larga" y en la actualizad alberga una sala de exposiciones.

Su ubicación urbana y su decoración palaciega consiguieron que esta construcción militar se salvara de su destrucción tras la orden solicitada por la Hermandad provincial y dictada por el rey de Castilla Enrique IV, por la cual debían desmontarse todas las torres nobiliarias para acabar con las Guerras de Banderizos de aquel tiempo.


Formaba parte de una serie de casas-torre que rodeaban la villa medieval con fines defensivos. Junto a la torre Laburra, en la actual calle Mayor, controlaba la entrada oriental en dirección a Orio y San Sebastián.

Construida en piedra de sillería, consta de cuatro alturas y cubierta a cuatro aguas. La fachada principal es la más interesante, proporcionada y singular. En su fachada destacan sus ventanales góticos, la escalera de patín y el escudo del linaje de los Zarauz sobre la puerta de acceso superior. Este escudo de armas consta de un castillo, un león, tres panelas en triángulo y un árbol con jabalí.


En la planta baja estaban las cuadras y bodegas. Se conserva un acceso en arco apuntado y adovelado en la fachada principal, además de un portillo ojival en la fachada opuesta. Ambos pasos fueron posteriores a su construcción ya que se accedía su interior mediante una escalera exterior adosada al muro que llega a la primera planta.

Las ventanas del primer y segundo piso son, en general, geminadas trilobuladas.

Todos esos salientes de piedra que aparecen en las fachadas sostenían varios baluartes defensivos de madera destinados a la defensa y cuyas terminaciones son esos dos espolones laterales.

En los muros de gran grosor se conservan varias saeteras por las que entraría la luz al interior del edificio.





22/06/2023

Bernardo Echaluce y Jáuregui


Ingeniero del Cuerpo de Artillería, general de división y ministro de la Guerra en 1882, general de la Capitanía de Filipinas y gobernador militar de Manila en 1893

BERNARDO ECHALUCE Y JAUREGUI

Bernardo Echaluce y Jáuregui nació en Villarreal de Urrechua, Guipúzcoa, en 1830. Era hijo de Francisco de Echaluce y de Gregoria de Jáuregui. Francisco de Echaluce había nacido en Ezquioga, y siendo joven se integró en la guerrilla de Gaspar de Jáuregui durante la Guerra de la Independencia. Ascendió a mariscal de campo, obteniendo además la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo. Después, desempeñó el cargo de segundo cabo de la Capitanía General de las Provincias Vascongadas y fue ministro del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, y murió en Vergara, en 1866.

Siguiendo la tradición familiar, a los catorce años, Bernardo Echeluce ingresó en el Real Colegio de Artillería de Segovia como cadete militar, en 1844. Cuando terminó su ciclo formativo obtuvo el rango de teniente y destino en Trubia, Principado de Asturias. Allí, Echaluce colaboraría con el mariscal de campo de Artillería, Francisco Antonio de Elorza y Aguirre, director de las fábricas militares de Trubia y Oviedo, y uno de los impulsores de la siderurgia. Por iniciativa de este guipuzcoano comenzaron a construirse las instalaciones del primer alto horno de España.

En 1848, Echaluce fue comisionado para ejecutar una expedición de espionaje industrial por diversos lugares de Europa, con el objetivo de estudiar los avances en la elaboración de cañones y piezas de artillería e introducirlos en las fábricas de España. Así, siendo nombrado capitán, primero estuvo estudiando Ciencias Naturales en París, después visitó establecimientos industriales y militares por las ciudades de Lieja, Viena, Londres y Châtellerault.

Tras terminar esta misión, fue designado para la organización del sistema de artillería y municiones de la isla de Mallorca.

FÁBRICA MILITAR DE TRUBIA

Después, regresó a su primer destino en la Fábrica Militar de Trubia, donde ya se había construido el primer horno llamado Daoíz, en 1848, y el segundo fue Velarde, al año siguiente. Allí se fabricaron cañones para la Real Marina española, en horno con reverbero y con molde de arena y polvo de cok.

De nuevo, Echaluce fue requerido para otra realizar otra misión con el objetivo de estudiar el armamento portátil que habían desarrollado otros países europeos. En Inglaterra, estuvo visitando establecimientos fabriles e investigando los adelantos de su maquinaria, y en Francia estudió la fabricación de corazas, siempre con la vista puesta en su implantación en la fábrica de Oviedo.

La aparición del rayado en las piezas de metal y el buen resultado de las experiencias realizadas en otros países europeos, llevaron a Echaluce a su implantación en España. Este sistema de fabricación de artillería fue desarrollado durante la Guerra de África entre los años 1859 y 1860. Inventó una espoleta de percusión que fue declarada reglamentaria y proyectó diversas armas portátiles.

Por los méritos y servicios prestados al Cuerpo de Artillería español, en 1868, fue ascendió a teniente coronel.

En 1872, comenzó la III Guerra Carlista, tomando parte como teniente coronel del Ejército constitucional. Sin embargo, el Cuerpo de Artillería fue disuelto, al año siguiente, con la instauración de la I República española, y reorganizado en 1873. Durante el resto del conflicto civil, actuó en esta unidad militar en operaciones del norte de España.

Tras el fin de este conflicto, en 1876, fue comisionado para la elección del arma portátil más conveniente para el ejército.

En 1882, Echaluce fue ascendido a brigadier y destinado al Ministerio de la Guerra. En 1892, fue ascendido a general de división y subsecretario del mismo Ministerio.

BERNARDO ECHALUCE Y JAUREGUI

Un año después, en 1893, fue nombrado general de la Capitanía de Filipinas y gobernador militar de Manila. Durante su gobernación, pasó a la zona de operaciones de la isla de Mindanao, donde se distinguió con gran éxito en la dirección de la lucha contra los rebeldes. En agosto de 1896, sofocó una sublevación contra insurrectos en San Juan del Monte.

Por sus actuaciones en el archipiélago, alcanzó la Gran Cruz de María Cristina, en 1897. Además de esta, durante su carrera consiguió la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo, la del Mérito Militar con distintivos rojo y blanco y la Encomienda de número de la Orden de Carlos III.

En 1898, pocos días antes del comienzo de la Guerra hispano-norteamericana, cesó en el mando de la Capitanía filipina, regresando a la España peninsular, y estableciendo su residencia en Madrid. Falleció en Valencia, en 1911.

BERNARDO ECHALUCE Y JAUREGUI

18/06/2023

Camino vasco del Interior


Los peregrinos procedentes de Europa que, partiendo de la desembocadura del río Bidasoa en Irún se adentraban hacia el interior de Guipúzcoa, sabían que se trataba de un importante eje de comunicación del norte peninsular ya desde la época romana. No era muy rápida, pues topaba algún accidente geográfico, pero era segura y concurrida.

Hoy, el Camino del Interior que atraviesa Guipúzcoa-Gipuzkoa y Álava-Araba es un buen espejo del País Vasco, un itinerario de contrastes para conocer en seis jornadas un país heterogéneo y muy variado. Paisajes costeros, bosques húmedos, huertas fértiles, extensiones de secano, llanadas interminables, localidades industriales, paisajes rurales, zonas vascófonas y comarcas en las que el uso del euskera desapareció hace siglos. Una enorme diversidad geográfica, histórica, socio-económica y cultural en apenas 200 kilómetros.


TOLOSA

Restos de una antigua calzada romana y vestigios de ancestrales caminos de pastoreo tenía una importancia capital mucho antes de que la cristiandad europea peregrinara a Santiago. Cuando en el siglo XIII Guipúzcoa se incorporó a Castilla, Alfonso X el Sabio fundó a lo largo de este camino villas fortificadas que le permitían mantener una importante ruta comercial.

Pero ni los más ambicioso planes de ingeniería de caminos podrían evitar a los peregrinos el esfuerzo de trepar hasta el túnel de San Adrián, tramo corto pero tortuoso y última prueba antes de llegar la Llanada alavesa. Manier consideró en su Voyage a St. Jacques de Compostelle de 1730 que San Adrián era "una de las montañas más altas del mundo", pero que este paso excavado en la roca impresionaba a los viajeros.

Esta ruta sigue siendo un interesante camino verde y dorado, como los valles guipuzcoanos y las llanuras alavesas, que constituyen un eje común de diversidad.


VITORIA

14/06/2023

Palabra de vasco, por Santiago González


PALABRA DE VASCO, POR SANTIAGO GONZÁLEZ

Palabra de vasco. La parla imprecisa del nacionalismo
Santiago González, editorial Espasa Calpe, (2004), 324 páginas

Santiago González fue columnista de El Correo, en Bilbao, y guionista, que describió a menudo el relato del nacionalismo vasco con referencias literarias y cinematográficas.

Su libro Palabra de vasco no es otro más sobre el universo nacionalista vasco ya que aborda, desde una perspectiva bienhumorada, las claves del problema vasco a partir de este lenguaje, eso que los nacionalistas llaman "el conflicto", con un empleo exagerado de la antonomasia.

El soporte principal es el lenguaje anfibio al que se refiere Lewis Carroll en su Alicia y su aplicación práctica que el nacionalismo vasco ha construido en el siglo XX: la mixtificación de la historia.

Palabra de vasco, además de ser un "argumentario" para que los no nacionalistas se puedan defender del lenguaje soberanista, presenta varios aspectos originales.

La primera originalidad es que pone en evidencia el discurso nacionalista a través del lenguaje que utilizan sus representantes políticos y culturales. La segunda novedad es que está escrito con grandes dosis de ironía y humor. "Te ríes, aunque te duela", destacó Fernando Savater, quien comparó este libro con el escrito por Víctor Klemperer sobre el lenguaje nazi.

González parte del convencimiento de que ese lenguaje construido por los nacionalistas ha llegado a calar en la sociedad vasca. Y para ello ha contado con la colaboración de los medios de comunicación afines, como la radio televisión pública EITB o el diario Deia. El resultado es "un lenguaje distraído, pervertido, agónico, ambiguo y encubridor".

En ese intento desmitificador, el autor empieza con un ejemplo referido al título: "Palabra de vasco significa fidelidad, rigor y seriedad."

Xabier Arzalluz, en una serie de informaciones publicadas en el diario Gara sobre la negociación del PNV, EA y una delegación de ETA, una vez rota la tregua en abril de 2000, la utilizó así:
"Nosotros creíamos que estábamos hablando con vascos, y los vascos cumplen su palabra, no mienten."
Dos meses más tarde, el líder nacionalista manejó otro tópico en un diario centroeuropeo, y acabó formulando una barbaridad:
"Los vascos somos mucho más directos que los catalanes. A los catalanes nadie los imagina con un arma en la mano, a los vascos sí."
González añade que en Euskadi no hay acuerdo ni sobre el nombre:
"El Estatuto de Autonomía utiliza Euskadi. El PNV, cuando no está en las instituciones, usa la grafía sabiniana, Euzkadi, y a la vez convive con Euskal Herria, impuesta por la parte más radical del nacionalismo y que ya utilizan EITB y Deia.


10/06/2023

Batalla de Tudela de 1808


La batalla de Tudela tuvo lugar en los alrededores de la ciudad el 23 de noviembre de 1808. Fue una de las más crueles batallas de la Guerra de la Independencia española y el enfrentamiento armado más importante que ha tenido lugar en suelo navarro en toda su historia. Supuso una importante derrota para los casi 33.000 soldados del Ejército español dirigidos por el general Castaños, vencedor en Bailén, por las mejores tropas napoleónicas. El ejército regular estaba compuesto por aragoneses en su mayoría y voluntarios navarros.

El Ejército imperial francés estaba formado por unos 30.000 efectivos, entre dragones, coraceros y lanceros polacos que estaban dirigidos por el mariscal Jean Lannes.

La Diputación Foral, en franca retirada, recaló en la capital ribera donde en noviembre de 1808 decidió no reconocer como rey al hermano de Napoleón, José Bonaparte, y nombrar a Fernando VII de España como el virrey Fernando III de Navarra.

BATALLA DE TUDELA, POR JOSÉ MARÍA IRIBARREN

El frente español se encontraba repartido en el cerro de Santa Bárbara (donde ahora se ubica el Corazón de Jesús), Tudela, Torre Monreal, Santa Quiteria, Cabezo Maya, cerro de Calchetas, Urzante, Murchante, Cascante. Y como foso natural entre ambos ejércitos está el río Queiles, afluente del Ebro.

El Ejército imperial avanzaba desde los montes de Cierzo, atravesando una gran extensión de terreno que estaba sin proteger entre Santa Quitería y Cabezo Maya. Frente a ellos estaban las líneas españolas, por tanto, no sería un encuentro a campo descubierto.

La noche del 23 de noviembre, los invasores se acercaban en Tudela, que se preparaba para resistir. Un intenso tráfico de tropas, carruajes, cañones y caballería se desplazaba por las estrechas calles de la ciudad, donde se colocaban barricadas. El Ejército español también tomó la decisión de combatir y terminaba con la disputa entre los generales Castaños y Palafox entre resistir o retirarse.

Temprano por la mañana, el mariscal francés Lannes atravesaba el río Ebro y su ejército lanzaba el primer ataque de fusilería y cañonazos. Sus objetivos más inmediatos eran:
1. tomar el cerro de Santa Bárbara y atacar Tudela.
2. reconocer y profundizar el centro, formado por los montes de la orilla del Queiles hasta Urzante, para lo cual dejó en reserva las divisiones Morlot y Granjean.
3. lanzar la masa de su caballería contra los de Cascante y Murchante, para evitar que el general Lapeña corriese hacia Tudela sus líneas y para dar tiempo a que llegara la División Lagrange.

PLANO DEL DESARROLLO DE LA BATALLA

Castaños ordenó a Lapeña, ubicado en Cascante, que cerrara la línea hasta Tudela, algo que no cumplió, dejando un hueco que resultó crucial. Los franceses tomaron Santa Bárbara mientras su caballería atacaba Santa Quiteria. La intensidad de su ataque propició una desbandada final de las tropas que defendían la línea del Queiles entre Tudela y Cascante.

Por desacuerdo entre generales españoles (Castaños, Palafox, Lapeña, Guimarest, y Roca) para establecer una estrategia, la descoordinación de sus batallones, y el mal estado del armamento de sus tropas, la derrota española ya estaba servida al medio día. El resultado fue más que desastroso: 3.000 bajas, 2.500 heridos y 1.300 prisioneros en el bando español, por los 44 bajas y 513 heridos entre las tropas francesas.

Las bajas españolas se calculan en torno a los 4.000 muertos y 3.000 prisioneros, mientras que por parte francesa no llegaron a 600 los muertos y heridos. 

La toma de Tudela fue considerada como clave por Napoleón Bonaparte. Su puente sobre el Ebro era vital para el próximo asedio de Zaragoza.

Entre aquellos combatientes voluntarios se encontraba un joven de 19 años llamado Tomás de Zumalacárregui, quien tomaría parte de la resistencia zaragozana junto a otros voluntarios vascos y navarros.

BATALLA DE TUDELA, POR JANUARY SUCHODOLSKI

06/06/2023

Francisco José de Uriarte


Teniente de navío de la Real Armada participante en la batalla de Trafalgar y en diversas expediciones militares y científicas del siglo XVIII

FRANCISCO JOSÉ DE URIARTE

Francisco José de Uriarte 
y Borja nació en el Puerto de Santa María, Cádiz, en 1753. Era descendiente directo de una señera familia vizcaína, natural de Elorrio, asentada en Cádiz durante el siglo XVIII. Su padre era Miguel de Uriarte y Herrera, caballero de la Orden de Santiago en 1767, y su abuelo era hijo de Juan de Uriarte, natural de Elorrio. Su madre Marí de Borja y Lastrero, era descendiente de la casa de Borja, duques de Gandía.

ya sea por tradición marinera vasca o por criarse en un ciudad portuaria, Uriarte tuvo una fuerte vocación marinera que le hizo alistarse en la Real Armada española a los 21 años de edad, en 1774. Lo hizo como cadete de la Academia de Guardiamarinas del Departamento Naval de Cádiz.

Tras un año de estudios teóricos, Uriarte fue ascendido a oficial con el grado de alférez de fragata y llevado por primera vez a una intervención naval. Hizo su bautismo de fuego formando parte de la Expedición militar a Argel, al mando del general navarro Pedro González de Castejón. Se trataba de una invasión combinada de tropas navales y terrestres de aproximadamente 50 navíos y más de 20.000 soldados, que pretendía tomar el puerto y su ciudad, foco de piratas berberiscos que dificultaba el comercio español por el Mediterráneo. Gardoqui ayudó de forma activa al rembarco de tropas tras fracasar la misión.

Entre 1777 y 1782, participó en el asalto de la isla Santa Catalina, el asedio a Gibraltar y la refriega del cabo Espartel contra el almirante británico Rodney. Durante esta última, que acabó en desastre, estuvo a las órdenes de Juan Lángara y fue compañero de Ignacio María de Álava. Así mismo se halló en 1780 en una escuadra de 7 navíos sobre el Cabo de Santa María, la que sostuvo batalla contra 22 navíos ingleses: el combate del Cabo de Santa María.

Entre 1788 y 1789, formó parte, como marino-científico, de la expedición al estrecho de Magallanes del almirante Antonio de Córdoba, llegando hasta el cabo de El Pilar, límite occidental de aquella área en Tierra de Fuego.

Después de su regreso fue destinado a la Escuadra del Mediterráneo en 1793, de nuevo bajo la autoridad de Lángara, con objeto de enfrentarse a las tropas de la República Francesa durante la Primera Coalición. Allí trabaría amistad con el propio Hidalgo de Cisneros. Posteriormente se le asignó a diversas comisiones de servicio para traer caudales desde el Río de la Plata.

A principios del siglo XIX, estuvo junto al almirante José Mazarredo en Brest con los buques Terrible y Concepción, etapa en la que forjaría igualmente una estrecha relación con Cosme Damián de Churruca. Desde entonces y por su consumada pericia marinera, se hallaría al mando de algunos de los mejores buques de la Armada, siendo los casos de los navíos Príncipe de Asturias, Guerrero y Argonauta.

En marzo de 1805, era ya la primera autoridad del Santísima Trinidad, bajo los auspicios de su amigo y jefe Cisneros, quien confiaba en él plenamente.

Durante el combate de Trafalgar acabaría herido y hecho prisionero tras neutralizar parte de la potencia de fuego del navío inglés Victory.

Esta es la narración de las acciones realizadas por el Santísima Trinidad durante las cinco horas que duró su asedio, según el informe Historia de los principales acontecimientos marítimos de la Guerra contra la Gran Bretaña declarada el 12 de diciembre de 1804, que guarda el Archivo del Museo Naval de Madrid:

"El Navío Trinidad, conociendo la intención del enemigo que se dirigía a cortar la Línea tres Navíos de tres puentes, por entre su popa y proa del Bucentaure, maniobró para evitarlo. Al fin lo verificó el Victory por la popa del Neptune francés, y colocándosele al Trinidad por la aleta de estribor, y los otros dos que lo seguían por costado de babor fue puesto el Trinidad entre dos fuegos. En esta disposición emprendió el combate de lo más sangriento y vigoroso desde las 12 del día [exactamente 12 y veinte]. A las 3 de la tarde se hallaba con tantas averías que trató salir de Línea para separarse algún tanto, y evitar se le echara encima el Bucentaure, ya desarbolado; pero no pudiéndolo conseguir siguió batiéndose con obstinación. A las 3 y media se encontraba el Navío sin gobierno, desarbolado de todos sus palos, inutilizada mucha parte de su artillería y la restante sin poder hacer fuego por tener los costados embarazados con los destrozos de su arboladura y velamen, cubiertas sus baterías de cadáveres y heridos, y con muchas averías. Sin embargo, siguió sin rendirse hasta las 4 de la tarde, que no siéndole absolutamente posible aguantar más la acción, arrió su bandera por evitar la total mortandad de la gente que sin poder hacer fuego lo estaba sufriendo (pensamos que este dato es inexacto en la fuente que utilizamos, pues por otras fuentes consultadas, españolas, inglesas y francesas, se nos indica que la rendición se produjo aproximadamente pasadas las 4, acercándose más bien a las 4 y cuarto de la tarde)."

La destrucción de la escuadra combinada franco-española en Trafalgar trajo consigo la destrucción de valiosos recursos humanos y técnicos y el colapso del tráfico marítimo con los virreinatos hispanoamericanos. En última instancia, Trafalgar supuso el inicio del declive de España como potencia marítima.


02/06/2023

Estatuas de los Reyes Visigodos en Vitoria


Las estatuas de los Reyes Visigodos en Vitoria-Gasteiz tienen su origen en el Palacio Real de Madrid, durante el reinado de Felipe V. Formaban parte de una serie de estatuas de todos los reyes de España desde el Reino hispano-visigodo hasta el último de los reyes Habsburgo que había planificado Martín Sarmiento. Tras ser talladas en piedra caliza en Colmenar de Oreja por varios artesanos, las 108 esculturas fueron colocadas como parte de la ornamentación del recién reformado palacio en estilo barroco francés de la época.

Tras la llegada de Carlos III a la Corte madrileña, hijo del anterior, el arquitecto Sabatini ordenó la retirada de las estatuas de todos los reyes de España, que fueron guardadas. En 1787, comenzó un proceso de distribución de estas estatuas por varias ciudades españolas: Madrid, Aranjuez, Burgos, Logroño, Pamplona, El Ferrol y Vitoria.

En 1821, el capitán general de la Real Armada española Ignacio María de Álava, natural de Vitoria, realizó las gestiones oportunas que trajeron a su ciudad natal las estatuas de los reyes godos Ataúlfo, Theudio, Sigerico y Liuva. Esta preferencia estuvo basada en la antigua creencia de que la ciudad de Vitoria fue fundada por el rey hispano-visigodo Leovigildo en el año 581 con el nombre de Victoriacum.

Las estatuas fueron transportadas en carretas, teniendo un peso de trece toneladas, incluyendo el embalaje. Fueron ubicadas en el parque de La Florida, fundado un año antes, alrededor de la plaza del quiosco de música. Son las más antigua de la capital vasca.

ATAÚLFO

THEUDIO

SIGERICO

LIUVA

PLAZA DEL QUIOSCO DE LA MÚSICA EN EL PARQUE DE LA FLORIDA