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14/09/2023

Carlos de Amézquita en el asalto a la costa inglesa en 1595


En 1588, dio comienzo en Francia la Guerra de los tres Enriques, que enfrentó al rey Enrique III de Francia, al duque de Guisa y a Enrique III de Navarra por la Corona de Francia. Tras la muerte de los dos primeros, Enrique de Navarra, de adscripción protestante, se convirtió en rey. Eso no podía ser tolerado por Felipe II de España, por lo que apoyó a la Liga Católica y envió un ejército a Bretaña al mando de Juan del Águila.

Los ingleses, como protestantes y enemigos de España por la guerra que había comenzado en 1585, apoyaron a Enrique de Navarra y enviaron tropas a Francia.

En 1595, Juan del Águila decidió organizar una expedición de castigo contra Inglaterra. El 26 de julio del mismo año, zarpaban del puerto de Blavet cuatro galeras: Capitana, Patrona, Peregrina y Bazana. Pertenecían a las Galeras de la Guarda de la Costa de Bretaña y estaban reforzadas con infantes y arcabuceros. Su capitán era Carlos de Amézquita (también llamado Carlos de Amésqueta o Carlos de Amézola), un notable capitán que sirvió a las órdenes de Diego Brochero y muchas veces a bordo de las galeras reales en corso contra los ingleses. Su destino era atacar por sorpresa las costas de Inglaterra.

EXPEDICIÓN DE CARLOS AMEZOLA A LA COSTA INGLESA

Primero pasaron por el puerto francés de Penmarch en donde consiguieron 3.000 ducados que se utilizarían en adquirir víveres y pertrechos. El 2 de agosto, avistaban por la mañana las costas de Cornwall después de navegar sin contratiempos las 100 millas que separaban a ambas costas y en apenas 24 horas de navegación favorable.


Efectuada la aproximación a la costa, pusieron pie a tierra 400 arcabuceros y algunos piqueros, en la bahía de Mounts, entre los cabos Lands End y Lizard. Formando un escuadrón con una vanguardia y dos mangas de arcabuceros, enfilaron la población de Mousehole, mientras que tres de las cuatro galeras lo cañoneaban para poner en fuga a las gentes que trataban de defenderlo. La cuarta galera, Peregrina, estaba guardando las espaldas del pequeño ejército español por si navíos ingleses, decidían contratacar. Después de esta población cayeron también Newlyn, Saint Paul, Church Town y posiblemente otras villas cercanas.

Esta pequeña expedición de asalto consiguió rendir el fuerte de Penzance, defendido por alrededor de 1.200 hombres entre soldados y lugareños.

Al día siguiente, 4 de agosto, después de pernoctar en las galeras, desmontar la artillería del fuerte y traspasarla a las galeras y de incluso celebrar una misa, los soldados españoles tenían la siguiente noticia: la flota inglesa reaccionaba desde Plymouth junto una fuerza de unos 8.000 hombres de infantería, para retomar Penzace o apresarles a su regreso.

Conualles mapa
CORNUALLES, SIGLO XVII

Los invasores pensaron en combatir atrincherándose en el fuerte recientemente conquistado, pero se percataron de la debilidad de las defensas y los muros y optaron por abandonar sus correrías en tierras de Cornwall. Para ello tuvieron que burlar no solo al ejército inglés, cuyas vanguardias se aproximaban, sino a la flota inglesa salida de Plymouth para darles caza. Los españoles no solo reembarcaron con celeridad, sino que además durante la noche burlaron a los primeros barcos ingleses que habían acudido para darles caza.

En plena mar ya, el día 5, con el alba y quizás con fuerte viento de poniente, encontraron una flota holandesa de alrededor de 46 bajeles de unos 200 toneles de porte, todos además artillados e incluso protegidos por cuatro buques de guerra de la misma nacionalidad, que les cortaba el paso. Durante la Guerra de los 80 años, los rebeldes holandeses fueron aliados de los protestantes ingleses y, por tanto, encarnizados enemigos de la Monarquía española.

Lo normal, habría sido escabullirse entre las brumas y nieblas del mar. Carlos de Amézquita mandó entablar batalla hasta abrir paso entre los barcos de aquella flota de contención: "Pardiez, no sería de caballeros que el cacareo de una gallina luterana nos haga temblar. Cargad pues los cañones".

EXPEDICIÓN DE CARLOS AMEZOLA A LA COSTA INGLESA

La flota de Carlos de Amézquita consiguió pasar abriendo fuego contra las naves de contención. Durante el encuentro, dos bajeles holandeses fueron hundidos y otros dos seriamente dañados, hasta el punto que debieron ser abandonados por sus tripulaciones. A cambio, los españoles dejaron 20 muertos y dos galeras con numerosos impactos, aunque a flote y con el pabellón en alto.

Por fin, después de vencer al inglés y al holandés, el día 10 de agosto, quince después de la partida, las cuatro galeras llegaban a Blavet.

12/01/2021

Captura del galeón inglés Revenge por Marcos Aramburu en 1591


Tras las pérdidas de la Grande y Felicísima Armada española en 1588, y aunque la Armada inglesa también había sido bastante vapuleada tras la desastrosa aventura de la Contra-Armada de 1589 en Lisboa, la Monarquía inglesa decidió organizar una flota para combatir y apresar los galeones españoles de la Carrera de Indias que traían mercancías desde América, tan necesarios para mantener el extenso imperio territorial de Felipe II. Esta armada pretendía emboscar a la flota española en las inmediaciones de las islas Azores para repostar durante la travesía.

Aquella escuadra británica estaba compuesta de al menos 20 galeones de guerra y comandada por dos insignes marinos, Thomas Howard y Richard Grenville, al mando del HMS Defence, como capitana, y del HMS Revenge, como almiranta a las órdenes de Greenville. Otros 4 galeones de 500 toneladas formaban el núcleo principal de la flota incursora, a los que se unían 4 galeones menores y 6 mercantes armados como corsarios, llegaron a las Azores, en mayo de 1591. Más tarde, se incorporó otra escuadra de 8 buques y el galeón Garland, con la misión de vigilar la costa portuguesa en previsión de que apareciese una flota española que los pudiera pillar en desventaja.

Los espías del rey Felipe II conocieron la llegada de la flota inglesa de Thomas Howard a las inmediaciones de las islas Terceras (Azores). Ante este escenario, dio la orden de retrasar la salida de la Flota de Galeones de la Carrera de Indias para evitar su captura, y organizar una armada que reuniera todas las escuadras de galeones españoles. En esta expedición a las islas Azores de 1591 participaron navíos vizcaínos y guipuzcoanos dirigidos por el general de Armada, Alonso de Bazán, el capitán de la Armada Guipuzcoana, Marcos Aramburu, y el capitán de la Armada Vizcaína, Martín de Bertendona, y almirantes vascos como Joanes de Villaviciosa, Santiago de Aristeguieta y Antonio de Urquiola entre otros.

Además, estaban las escuadras de Sancho Pardo y la portuguesa de Luis Coutiño. Llegaron a reunir una flota de 52 galeones y 6 filibotes, al mando de Alonso de Bazán, con una tripulación de 7.200 hombres, mientras que los ingleses acumularon 22 buques de los cuales 6 eran grandes galeones.

COMBATE ENTRE LAS FLOTAS INGLESA Y ESPAÑOLA

Una semana después de su partida, llegaron los navíos españoles a las inmediaciones de las Azores, donde Alonso de Bazán se aprestó a la batalla dividiendo sus fuerzas para coger a los ingleses en dos frentes. Los almirantes españoles sabían el punto concreto donde los ingleses podrían abordar a los galeones de la Flota de la Carrera de Indias procedentes de Tierra Firme: entre las islas del Cuervo y de Flores.

Las órdenes del almirante disponían que Aramburu con los 7 galeones de Castilla, el San Francisco de la Presa, la capitana de los pataches y 2 filibotes portugueses atravesarían entre la isla de Flores y la del Cuervo, mientras que el principal de la escuadra a su mando lo haría por el margen izquierdo de la de Flores. A barlovento los galeones San Pablo, San Martin y San Felipe con los filibotes de Luis Coutiño y a sotavento los que mandaban Martín Bertendona, Sancho Pardo y Antonio de Urquiola, mientras que los galeones de Villavicencio quedaban a retaguardia como escuadra de reserva.

DEFENSA DEL REVENGE

Tras avistar a la llegada de una flota enemiga, Howard maniobró para ganar barlovento, pero las naves españolas aprovechando su inercia en curso pudieron situarse a tiro de cañón dando comienzo el combate. Los ingleses, siempre temerosos de un posible abordaje español, mantuvieron las distancias.

Aramburu que navegaba junto a Bazán se lanzó contra los ingleses tal y como era su misión principal, la destrucción de la flota enemiga. El San Cristóbal llegó a cañonear y disparar varias descargas de artillería al Defence mientras este maniobraba para evitar el abordaje, y finalmente huir. El Golden Noble se retiró de la lucha y poco después lo hizo el Foresight con graves pérdidas. La flota inglesa, al ver la superioridad española, salió en retirada a toda vela hacia Inglaterra.

El único buque inglés que entró en la lucha directa fue Revenge, de 43 piezas de artillería, conocido por haber sido gobernado por el corsario Francis Drake, ahora por Richard Greenville. El Revenge se quedó aislado del resto de la flota británica, que huía en maniobras evasivas, siendo atacado por la escuadra hispánica.

CUBIERTA DEL REVENGE EN ACCIÓN

Durante varias horas y hasta anochecer, el Revenge se defendió de las sucesivas embestidas de las principales naves españolas: la de Claudio de Beamonte, la de Martín de Bertedona, la de Marcos Aramburu, la de Antonio Manrique y la de Luis Cotiño. Los hombres de Marcos Aramburu consiguieron llegar al palo mayor y capturar el estandarte enemigo a pesar del fuego que recibían.

Cuando Greenville decidió rendirse, el Revenge tenía el casco reventado, sin mástiles en pie, y con 150 de sus hombres muertos o heridos. Su almirante fue recibido en el galeón de Alonso de Bazán con todos los honores por su valor y atendido por médicos tras encajar disparo de arcabuz.

También los buques ingleses que huyeron recibieron el acoso y disparo de otros buques españoles en su caza, aunque sin resultados constatables.

La victoria no fue gratis para los españoles, el Ascensión y el San Andrés, la urca de Luis Coutiño se abordaron de tan mal manera que se fueron al fondo, el Ascensión ese mismo día y la urca al día siguiente, si bien gran parte de su tripulación y su artillería pudieron ser rescatadas. Según las crónicas, las bajas españolas fueron menos de 100, algo menos de las que tuvo solo el Revenge, incluyendo los muertos del Ascensión. Una vez hechas las reparaciones de urgencia, la escuadra se adelantó más allá de las islas para encontrarse con las Flotas de Indias y respaldarlas.

Las dos Flotas de Indias, la de Tierra Firme de Diego de la Rivera y la de Nueva España de Aparicio de Arteaga, pudieron reunirse aunque un tanto maltrechas por la acción de temporales huracanados. Tras repararse algunas y repartir las mercancías de valor de las que se hundieron en puerto, la Flota de la Carrera de Indias pudo zarpar de nuevo hasta tomar la bahía de Cádiz.

RENDICIÓN DEL REVENGE

A la llegada a España, la gesta no se consideró una gran victoria, más bien una ocasión perdida para apresar a aquella armada inglesa. En cualquier caso, la jornada no fue más favorable a los ingleses, a la pérdida del Revenge y a la frustración de no haberse podido hacer con las riquezas de la Flota de Indias, hay que añadir, que los barcos que huyeron de las Azores llegaron en muy mal estado a Inglaterra, con grandes pérdidas humanas y materiales (aunque consiguieron llegar todos a Plymouth) y la escuadra corsaria bajo mando de Monson también sucumbió ante las galeras de Francisco Coloma, que les capturo un galeón de 200 toneladas, una zafra y una carabela e hizo prisionero al mismísimo Monson.

Y sobre todo, quedó constancia de que tras la Jornada de Inglaterra, España había vuelto a convertirse en la dueña del mar. Dominio indiscutible que conservaría hasta el combate de las Dunas en 1639 y que a partir de entonces sería disputado por Holanda, no por los ingleses.

Además, el motivo de esta batalla, los metales de la Flota de Indias, nunca estuvo en peligro, ya que previendo el ataque, se desembarcó en La Habana y partió rumbo a Sevilla a bordo de cuatro fragatas que arribaron a España en Enero de 1592.


MUERTE DEL CAPITÁN RICHARD GREENVILLE

24/10/2016

Armadas de Vizcaya y de Guipúzcoa en la Expedición de Invasión a Inglaterra en 1588


La Armada Invencible es el nombre con el que se conoce a la Grande y Felicísima Armada española enviada por Felipe II para invadir Inglaterra en el año 1588.

El origen de esta expedición de asalto estuvo en el tratado que la reina Isabel I de Inglaterra, contraria a España, firmó un año antes con los rebeldes de los Países Bajos: ayuda militar a cambio de la presencia de sus tropas en Holanda. Además, el corso entre España y Las Indias se recrudeció y, en mayo, Felipe II ordenó la captura de todas las naves inglesas ancladas en puertos españoles. En septiembre, Francis Drake inició una campaña de ataque sistemático a las colonias españolas del área del Caribe.

La invasión de Inglaterra por parte de la Real Armada española tenía como finalidad la dominación de la rebelión en Flandes y terminar con la piratería de los corsarios ingleses que tanto perjuicio causaban a los buques españoles. Felipe II ordenó la construcción de una gran armada, despertando una gran actividad febril en los astilleros y puertos de Guipúzcoa y Vizcaya, que aportan naves, aparejos, artillería y municiones, capitanes, marinos, tripulaciones y guarniciones.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

Las Reales Armadas Guipuzcoana y Vizcaína participaron en aquel intento de asalto, de la mano del bilbaíno Juan Martínez de Recalde y el donostiarra Miguel de Oquendo y Domínguez de Segura, como capitanes de sendas armadas. Junto a ellos, otro el bilbaíno Martín de Bertendona capitaneaba la Armada de Levante.

Juan Martínez de Recalde fue segundo jefe de la expedición, por detrás del duque de Medina Sidonia, pero tuvo a su mando las Escuadras de Oquendo y Bertendona, pues asumió el rango de almirante de la flota de invasión, la principal fuerza de ataque.

Miles de soldados y marinos vascos se encontraban en las armadas de Guipúzcoa y Vizcaya, gentes de Bermeno, Sopelana, Guecho, Plencia, San Sebastián Zarauz, Fuenterrabía, Pasajes y Zumaya. Lo mejor de la marinería vasca se volcaba con la empresa de derrotar al enemigo inglés y ocupar su territorio.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

La Armada de Vizcaya, capitán general Juan Martínez de Recalde, estuvo compuesta de 13 embarcaciones de las que 9 eran naos y 4 pataches. Estaban embarcadas por casi 700 marineros y casi 1.800 soldados, artillados con 215 cañones. La nao capitana era la Santiago y la almiranta era El Gran Grin.

REAL ARMADA DE VIZCAYA

La Armada de Guipúzcoa, capitán general Miguel de Oquendo, estuvo compuesta por 14 embarcaciones de las que 10 eran naos, 2 pataches y 2 pinzas. Estaban embarcadas por 715 marineros y casi 1.900 soldados, artillados con 321 cañones. La nao capitana era la Santa Ana y la almiranta era la Santa María de la Rosa.

REAL ARMADA DE GUIPÚZCOA

Se completaba la Real Armada española con las siguientes escuadras:

Armada de Levante, capitán Martín de Bertendona, 10 navíos

Armada de Castilla, general Diego Flores de Valdés, 16 navíos

Armada de Portugal, bajo el cargo del Duque de Medina-Sidonia, 12 navíos

Armada de Andalucía, capitán general Pedro de Valdés, 11 navíos

Escuadrón de Galeazas, capitán Hugo de Moncada, 4 galeazas

Escuadrón de Galeras, capitán Diego Medrano, 4 galeras

Escuadrón de naves de transporte, capitán Agustín de Ojeda, 4 embarcaciones distintas

Escuadrón de Urcas y buques de apoyo y transporte, capitán Juan Gómez de Medina, 20 urcas

Además, tomaron parte en la expedición otros 34 pequeñas embarcaciones de tonelaje menor: 10 carabelas, 10 pataches, 7 falúas y 7 zabras.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

La Grande y Felicísima Armada española de Felipe II estaba constituida por 130 naves, 2.000 cañones, 30.000 soldados de infantería y 500 soldados a caballo. Partió del puerto de Lisboa en mayo de 1588, pero una serie de tempestades hicieron que la marcha fuera lenta y bordease con dificultades la costa hasta La Coruña. Desde este puerto, salió el 22 de julio de 1588 en dirección al mar del Norte.

Una semana después, llegaron al Canal de la Mancha, donde fueron hostigada por las naves inglesas. El primer enfrentamiento serio con los ingleses ocurrió a la altura de Calais, el 31 de julio. La armada inglesa estaba al mando de los almirantes Howard y Francis Drake. Los ingleses utilizan bancos incendiarios y otras estratagemas.

Poco más tarde, frente a Gravelinas, se desató una terrible tormenta que hizo dispersar la flota causando grandes destrozos. El furioso temporal duró once días. Los vientos impulsaron hacia el norte a los restos de la escuadra, ante la imposibilidad de volver al Canal y encontrase con las tropas de Farnesio. Además, estas no llegaban a tiempo a las costas de Flandes según lo planeado.

Finalmente, optaron por un largo y duro regreso rodeando las islas Británicas. Recalde agrupa las naos dispersas. Nuevas tormentas, a la altura de Irlanda, remataron el desastre. Aun así algo más del 50% de las embarcaciones (67) logró llegar al puerto de Santander. La gran mayoría de las naves que se perdieron fue debida a las inclemencias meteorológicas y sus elementos, y no a la fuerza de combate inglés.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

Aunque la responsabilidad del ataque recayó en Juan Martínez de Recalde, no pudo hacer valer la mayoría de sus decisiones ante Medina Sidonia, viéndose arrastrado con su nave capitana, la Santiago, y los navíos que comandaba de la Escuadra de Vizcaya a combates mal preparados tácticamente y de dudosa resolución. De hecho, en el primer enfrentamiento con la flota inglesa quedó aislado en la retaguardia española y no tuvo más remedio que batirse con denuedo contra varios navíos enemigos.

Salió de la acción vivo y sin ser capturado, pero le costó perder numerosos hombres y la inutilización casi total de sus naves. Hasta la dispersión de la Escuadra, Recalde se mantuvo firme a lo largo de toda la campaña sobre las costas de Inglaterra. De regreso a España recaló en Irlanda para conseguir por la fuerza agua y víveres para sus dotaciones. Desembarcó en La Coruña, gravemente herido y enfermo, y en esta ciudad murió poco tiempo después.

En cuanto a Miguel de Oquendo, el donostiarra se opuso con rotundidad y junto a Martínez de Recalde a los planes de Medina Sidonia de no atacar el puerto de Plymouth, donde se encontraba concentrada la flota inglesa. Durante los combates, su nave fue incendiada y tuvo que abandonarla. Consiguió llegar al puerto de Pasajes con varios de los buques de Martínez de Recalde y Agustín de Ojeda, entre el 22 y el 23 de septiembre de 1588. Falleció pocos días después.

JUAN MARTÍNEZ DE RECALDE Y MIGUEL DE OQUENDO Y SEGURA

Las pérdidas españolas fueron cuantiosas en hombres, naves y, sobre todo, en marinos experimentados. Tras esta batalla, si bien España lo conservó aún durante varias décadas, comenzó el declive de su dominio marítimo, que sería heredado por los ingleses.

Tras el fracaso de la Armada, Felipe II y su gobierno se aseguraron de que todos sus soldados y marineros fueran adecuadamente recompensados por sus servicios. Se enteraron de que algunos veteranos estaban siendo despedidos sin recibir sus pagas convenientemente, ante lo que el rey dictaminó lo siguiente:
"Esto es contra la charidad christiana y muy ageno de mi intención, que ha sido y es no sólo de que los que me han servido y sirven sean pagados de lo que han de haver, pero gratificados en lo que hubiere lugar."

Como contraste, el gobierno inglés se desentendió de los soldados que cavaban de defender Inglaterra ante la invasión de sus enemigos y se negó a compensar a los heridos y enfermos, teniendo los comandantes que hacerse cargo de sus propios hombres ante el desinterés gubernamental. Confiaban en que (como escribió el ministro Burghley) "por muerto o por enfermedad, o algo parecido (…) podamos ahorrarnos algo de la paga general".

Los historiadores ingleses Colin Martin y Geoffrey Parker han escrito al respecto:
"(Bughley) tenía intenciones de que esos desafortunados no recibieran nada por su participación en la derrota de la Armada española (…). Quienes habían contraído enfermedades o habían sido heridos durante la campaña de 1588 quedaron abandonados a la caridad individual de sus capitanes o de las ciudades donde fueron desembarcados. Quizás sólo la mitad de los hombres que lucharon por Inglaterra en 1588 vivieron para celebrar las Navidades siguientes."
Sin embargo, España y Felipe II han pasado a la historia como los tiranos, e Inglaterra e Isabel como los defensores de la justicia. Y los mismos españoles han acabado creyéndose esta visión de su historia, teniendo que esperar a las últimas décadas para empezar a ver publicados trabajos en los que la historia de la España de aquellos días es presentada a la luz del conocimiento sin prejuicios… principalmente de manos de historiadores ingleses.

RUTA DE LA ARMADA ESPAÑOLA DE 1588