28/02/2023

Defensa de San Juan de Puerto Rico por Juan de Amézqueta


La Guerra de los Treinta Años fue un conflicto desarrollado entre los años 1618 y 1648 entre las principales potencias de Europa occidental, que determinó un nuevo escenario geoestratégico. Partió como un conflicto político-religioso entre estados católicos y protestantes del viejo continente, que traspasó océanos llegando a los virreinatos americanos del Imperio español.

Entonces, las Provincias Unidas eran ya un estado independiente y una potencia militar y comercial en el Mundo. El príncipe Orange prendió establecer una base en el mar Caribe para tomar parte del comercio indiano. Su objetivo era la isla de Puerto Rico, y para ello ordenó al capitán general Bowdoin Henrick la toma de aquel estratégico enclave.

DEFENSA DE SAN JUAN DE PUERTO RICO POR JUAN DE AMÉZQUETA

El 24 de septiembre de 1625, Henrick llegó a la bahía de San Juan con una flota holandesa formada por 2.000 hombres en 17 barcos, solicitando al gobernador de Puerto Rico, Juan de Haro, la entrega de la isla. Pero, en lugar de capitular, se preparó para el inevitable enfrentamiento. Primero ordenó la fortificación de una zona llamada Boquerón, ante el temor de acceder a la ciudad de San Juan desde ahí. Sin embargo, los holandeses tomaron otra ruta y desembarcaron en La Puntilla.

Después, De Haro decretó la evacuación de mujeres, ancianos y niños de la ciudad, buscando refugio en el convento de los dominicos. Solicitó al exgobernador Juan de Vargas la formación de milicias de voluntarios civiles para hacer una resistencia armada en el interior de la isla. Por último, ordenó al capitán Juan de Amézqueta la organización de una fuerte defensa por los 300 militares acantonados en el castillo de San Felipe del Morro.

El 25 de septiembre, Henrick atacó la ciudad de San Juan, sitiando el castillo del Morro y la fortaleza de la Gobernación, instalando su cuartel general en este último edificio y cambiando la bandera. Durante diez días, se dedicaron a saquear la ciudad, asaltar iglesias y quemar casas. Para aislar el castillo del Morro del resto de la ciudad, los sitiadores se dispusieron a construir trincheras y paredones sobre la explanada que hay enfrente.

TERRITORIO DE LA BATALLA DE SAN JUAN

Tras varios días de invasión, se habían a producir nuevos acontecimientos. Al amanecer del 5 de octubre de 1625, domingo festivo por ser el día de la fiesta de la Naval, se escuchó la voz de alerta desde la guardia situada en este bastión del Morro, que da a la bahía. Avisaban de cómo los holandeses se acercaban al foso del castillo trasladando un cañón por el interior de sus trincheras. El gobernador De Haro se presentó en el baluarte y, tras comprobar la gravedad del movimiento, ordenó disparar a la amenazante pieza de artillería enemiga. El cañonero español acertó en su tiro, deshaciendo el intento de ataque holandés y generando ocho bajas más entre los hombres de Enrico.

Minutos antes del mediodía, 50 soldados formaban en el interior del castillo escuchando atentos las instrucciones del ataque por sorpresa que había planeado el capitán Amézqueta por orden del gobernador. Aquellos hombres saldrían a plena luz del día, a un campo en el que los esperaban cientos de sitiadores holandeses. Pero estaban liderados por un experimentado capitán de origen guipuzcoano, nacido en San Sebastián.

A las 12 del mediodía, el ataque de los 50 soldados dirigidos por Amézqueta se ejecutó con rapidez y valentía desde el castillo del Morro hacia las trincheras de la esplanada. Estos eran apoyados con disparos de artillería desde los baluartes. La fuerte embestida sorprendió y dispersó a los holandeses que estaban acostados en aquellas trincheras de la esplanada frente a El Morro. Mientras los soldados ganaban las trincheras, Amézqueta se dirigió a la comandancia, que identificó por sus ropajes y las instrucciones para la reorganización de sus defensas. Tras varias escaramuzas, el capitán guipuzcoano fue a dar con la espada de un experimentados oficial holandés, llegando a creer el gobernador desde el castillo que era el propio general Bowdoin Henrick. Pero se trataba del sargento mayor Ussel, el más valiente y diestro de los sitiadores, que fue herido de muerte tras un corte de espada en el cuello.

CASTILLO DE SAN FELIPE DEL MORRO Y CIUDAD DE SAN JUAN

Al final del duelo le siguió una rociada de mosquetería holandesa, que fue el único daño que sufrieron los 50 defensores de Puerto Rico en su retirada. Volviendo a la seguridad del castillo del Morro, los hombres de Juan de Amézqueta cargaban con gran cantidad de mosquetes, venablos y alabardas arrebatadas al enemigo, que además se tenía que lamentar de casi 60 heridos, 10 soldados muertos y la pérdida de un valeroso sargento.

Como represalia por aquella acción, la artillería holandesa no paró de golpear durante el resto del día las castigadas murallas del Morro, desde las cuales apenas se pudo contestar por la escasa pólvora con la que se contaba en el interior del castillo.

Mientras tanto, por el mar un barco aliado español apoyaba las baterías de los defensores, poniendo en retirada el patache holandés que cerraba la bocana de acceso a la bahía y dejando alimentos a la resistencia.

Antes de anochecer, un grupo de militares civiles portorriqueñas consiguió capturar la lancha de la nave almiranta que comandaba el capitán de la Nieuw Nederlandt. Navegaban cautelosos a bordo de su canoa intentando llevar víveres al castillo del Morro, cuando se encontraron con esta flamante lancha holandesa armada con un pedrero a proa, más veinte soldados y su capitán. Estos tenían la misión de buscar alimentos para su tropa, pero nunca imaginaron caer sorprendidos por unos voluntarios armados que abordaron su embarcación. En el enfrentamiento, unos 16 resultaron degollados, otros 3 escaparon y 2 se rindieron.

LA RECUPERACIÓN DE PUERTO RICO POR JUAN DE HARO, POR EUGENIO CAJÉS

El 21 de octubre, Bowdoin Henrick incendiaba La Fortaleza y la ciudad. Los capitanes Amézqueta y André Botello decidieron poner fin a la destrucción y lideraron a 200 infantes en un nuevo ataque desde el castillo contra la vanguardia y la retaguardia del enemigo. Los sitiadores huyeron de las trincheras incapaces de defenderlas, levantaron el cerco a la ciudad, y trataban de refugiarse en sus embarcaciones. El contingente de militares regulares era apoyado por las milicias voluntarias portorriqueñas. Los barcos holandeses anclados en la bahía de San Juan fueron abordados por los puertorriqueños, quien a su vez se atrevieron a levantar en la orilla una trinchera y colocar algunos cañones con los que batir a la escuadra.

Tras una larga batalla, los soldados españoles y los voluntarios de la milicia de la ciudad pudieron defender la ciudad del ataque y salvar la isla de una invasión. Durante su retirada, la flota de las Provincias Unidas dejaba varado uno de sus barcos más grandes, y sufrieron otras averías importantes. Más de 400 invasores holandeses resultaron caídos o prisioneros en la contienda.

Luego, Henrick trató de invadir la isla atacando el pueblo de Aguada. Fue nuevamente expulsado por la milicia local y definitivamente abandonó la idea de invadir Puerto Rico.

COLUMNA DEL MORRO DEDICADA A JUAN DE AMÉZQUETA

24/02/2023

Rutas navarras de la Brujería


La Santa Inquisición persiguió brujas en Navarra entre los siglos XV y XVII. Bajo acusaciones tan inverosímiles como la participación en aquelarres, la práctica de la medicina natural, el desconocimiento de otro idioma que no fuera el euskara o el excesivo gusto por los bailes festivos, miles de personas fueron sometidas al tormento y al fuego purificador.

En el Pirineo occidental hay varios enclaves relacionados con ello, siendo la redada de Zugarramurdi el hecho más conocido con una decena de ajusticiadas. Zugarramurdi e un municipio de 240 habitantes que mantiene vivo el recuerdo de aquel suceso. Siguen en pie las arquitecturas tradicionales que recuerdan cómo era el pueblo cuando acontecieron los hechos. Uno de estos edificios es sede del Museo de las Brujas, que explica qué se entendía por brujería y qué significaba ser perseguido por ello. A unos 400 metros está la cueva donde se cree que tenían lugar los aquelarres.

Pero la actuación de la Inquisición española se queda a la altura del barro en comparación con los desmanes genocidas del jesuita aquitano Pierre de Lancre al lado norte del Pirineo navarro: cerca de 600 labortanos fueron quemadas en sólo unos meses y un cupo de más de 3.000 supuestos hechiceros y brujas acusados en pocos años.

CUEVA DE ZUGARRAMURDI

Por estos parajes navarros transcurren las Rutas de la Brujería, que forman cuatro itinerarios cuyo inicio está en Zugarramurdi.

La ruta de Las primeras persecuciones de brujería en Navarra discurre por los valles de Roncal, Salazar y Roncesvalles.

El itinerario Frontera, superstición y brujería pasa por poblaciones como Urdax, Zugarramurdi, Baztán, Bertizarana, Arraioz, Bera y Santesteban.

Otro de estos recorridos sigue por tierras navarras hasta llegar a La Rioja, cuya capital Logroño, acogió en el siglo XVI el Tribunal de la Santa Inquisición, donde se juzgó el conocido caso de Zugarramurdi, celebrado en 1610.

La ruta francesa en dirección a la Navarra continental (Iparralde) recorre las siguientes plazas de aquelarres: Zugarramurdi, Sara, Azkain, Ziburu, o Larrun y Senpere, cuyo castillo pasó de lugar brujeril a base de operaciones del mencionado funcionario francés encargado de los juicios.

VENTANAS DE CASERÍOS EN SARA

La ruta francesa comienza en el centro de Zugarramurdi, como cualquiera de los otros tres recorridos, en dirección a la Gruta de la Bruja. Continúa por el carril vecinal, dejando a la izquierda el desvío a las cuevas de Sara y pasa ante una casa para descender ya por firme de cemento.

Tras un paraje de prados y arboledas, el camino llega ante los portillos de dos edificios que ejercen de establos. Continua por una pista de tierra a la izquierda de la de los portillos, desviándose en la primera opción a la derecha. Pasa un arroyo y en el posterior cruce gira a la derecha, al establo de la izquierda. Pasa por delante, yendo hacia el pasto, en cuyo acceso hay un sendero descendiente a la izquierda que encauza con la conexión al arroyo de Uraundi. Transita parejo a las aguas hasta que el sendero finaliza y encuentra un punto donde cruzar con facilidad el curso fluvial.

El camino debe conectar con una carretera vecinal, que se toma por la derecha, hacia el norte. Primero, arriba ante un puente y unos caseríos, seguido por la carretera que llega a otro núcleo. Desde allí parte el sendero GR-10, y el primer cruce con una vía mayor marca la dirección a Sara.

Tras otro cruce y un trayecto por asfalto, llega a unas escaleras adoquinadas por una loma herbada, que son la antesala de Lehenbiskai, unida por una calzada medieval a Sara. Allí, tras pasar por la plaza principal, se cruza por el callejón entre la iglesia y el frontón. Está balizado con franjas amarillas y las marcas del GR-8, y va al cementerio nuevo por la antigua calzada.

EDIFICIOS EN SOKOA

Por el enlosado medieval recuperado, se rodean los caserones de Helbarrun y sus dos oratorios. Siguiendo las balizas y el letrero a Suhalmendi, se hace cima a 301 metros. La bajada por el lado opuestos conecta con una pista que sobrevuela el barranco de Arraioa. Al desdoblarse, continúa el descenso por la izquierda, con una gran cruz de madera, hasta la borda de Martinhaurren y el montículo de Bizkarzun a 184 metros. Tras pasar el arroyo, se llega a los caseríos de Arraioa. Por asfalto, la ruta sigue las balizas amarillas hasta un cruce de la carretera de Azkaine (Ascain). En la iglesia, se toma la dirección a la carretera de Donibane Lohizune (Saint Jean de Luz), que se abandona en el cruce en dirección a Ziburu (Ciboure).

El camino coincide con el curso del río Urdazuri (Nivelle), que termina en las casas de Dorria, a donde llega por asfalto tras una pasarela. Tras abandonar el pueblo, sigue en paralelo al barthe, un llano cultivado y regado por las crecidas del río Urdazuri, que acaba en un puente sobre la autopista A-63.

Tras llegar al espacio deportivo de Ziburu (Cuboure), continua por el carril bici y por el paseo fluvial, que entra en la villa. Marcha de forma pareja a la desembocadura del río en la bahía dispuesta entre Sokoa y Donibane Lohizune (Saint Jean de Luz), para acabar en la playa de Briquet Baita. El camino de ida de esta Ruta francesa de la Brujería termina en el fuerte de Sokoa.

MARCA DE LA RUTA DE LAS BRUJAS

El viaje de vuelta se realiza de idéntica manera al de idea en los que es el tramo entre Ziburu (Ciboure) y Azkaine (Ascin).

Una vez allí, el camino debe superar el monte Suhalmendi y el cruce del arroyo de Arraioa, para continuar por la margen derecha, tras las balizas amarillas. Al llegar a un carril asfaltado, continua por el camino de la izquierda de la bifurcación, es el más angosto. Arriba a la borda de Legure y conecta con el collado de Suhalmendi, regresando a Sara por el GR-8.

La ruta continua hasta Lenhenbiski, pero cruzando la carretera tras el icono de un caballo rupestre y las indicaciones azules. Se asciende a la loma de Santa Bárbara, pasando entre caseríos.

Tras pasar un cruce con la carretera, continua un tramo por carretera y el resto por pista. La otra opción es cruzar la vía y el río, siguiendo los senderos que senderos que atajan entre prados hasta el sendero baladizo del entorno de Garbala. En cruce, no lleva a los apartamentos de la villa, sino que gira a la derecha en ascensión, y tras pasar una borda, continúa hasta el segundo sendero de la izquierda. Dejando el depósito de agua y pasando sobre las cuevas de Sara se llega al aparcamiento de las grutas. El último tramo sigue las balizas del sendero local, que es la senda de las brujas, y tras las cuevas de Errotazaharrea, finaliza en las de Zugarramurdi.

RUTA FRANCESA DE LA BRUJERÍA

21/02/2023

Alonso de Idiázquez y Yurramendia


Consejo Real de Estado y secretario íntimo del emperador Carlos V

ALONSO DE IDIÁQUEZ

Alonso de Idiáquez y Yurramendi era natural de Tolosa, Guipúzcoa, donde nació en 1497. Perteneciente a un antiguo linaje nobiliario de Guipúzcoa, fue el III señor de la Casa de Idiáquez. Esta condición nobiliaria fue muy valorada por el emperador Carlos V, por ello solicitó sus servicios para trabajar en la Corte como secretario real y del Consejo de Estado desde 1520 hasta su muerte en 1547.

Participó como soldado en la jornada de Túnez contra Suleimán, aliado con Francia, en 1535, donde consiguió ser miembro de la orden de Calatrava.

Posteriormente, dedicó su actividad a labores diplomáticas y de gobierno, interviniendo en varios tratados que la Corte española estableció con Francia.

Fue comisionado por Carlos V para pactar las condiciones de concordia de 1544 con Francisco I de Francia, conocida como Paz de Crépy, por lo que recibió el hábito de la orden de Alcántara. Entre las condiciones se encontraba la de establecer un enlace matrimonial entre el hijo de Francisco I y duque de Orleans, Carlos, con la hermana de Felipe II, María de Habsburgo, o con la hija de su tío Fernando, Ana de Habsburgo.

Murió emboscado en Alemania por un grupo de protestantes luteranos.

ANTIGUO CONVENTO Y ACTUAL MUSEO DE SAN TELMO

Hombre renacentista, Alonso de Idiáquez estuvo interesado en las corrientes humanistas de su tiempo. Mantuvo una estrecha relación con el célebre humanista Luis Vives, hábil compositor de cartas latinas, mereció el honor de que el renacentista valenciano le dedicara su trabajo De conscribendis epistolis.

Defendió tanto de beneficiar los intereses de San Sebastián que era considerado como oriundo de esta población. Dejó un excelente legado arquitectónico en la ciudad de San Sebastián: la casa palacio de Idiáquez y los conventos de San Telmo y de Santo Domingo; en el primero está enterrado junto a otros miembros de su familia, y se halla hoy en la capilla del cementerio de Polloe.

El palacio de Alonso de Idiáquez en San Sebastián ocupaba más de la mitad de la actual calle Mayor, antes de Santa María, su fachada se extendía en una línea de más de cien metros, con un fondo de mayor longitud. Incorporaba cuatro torres que daban singularidad a estas "casas", en cuyo recinto existían varios patios, jardines, capilla y otros servicios. En este palacio se alojaron varios reyes de las dinastías Habsburgo y Borbón. Desapareció en el incendio de 31 de agosto de 1813 durante la batalla de San Marcial.

Por acuerdo de 12 de Septiembre de 1866, hay una calle que lleva el nombre de los Idiáquez.

SEPULCRO DE ALONSO DE IDIÁQUEZ EN EL MUSEO DE SAN TELMO

18/02/2023

Expedición de Íñigo Ortiz de Retes que descubrió Nueva Guinea en 1545


Una de las navegaciones más impresionantes y difíciles realizadas por los marinos españoles durante el siglo XVI fue la realizada por el alavés Íñigo Ortiz de Retes por la costa de la gran isla de Nueva Guinea y de la que tomó posesión el 20 de junio de 1545. Fue una de las más fructíferas singladuras por el mar del Sur, desde el punto de vista geográfico, al iluminar un amplio espacio de mar y tierra. Descubrió numerosos archipiélagos, en especial la isla Grande o Nueva Guinea, la 3ª isla en extensión tras Australia y Groenlandia, ampliando los dominios del Imperio español en casi 800.000 kilómetros cuadrados. Nueva Guinea fue llamada así por la semejanza del color de la piel de sus naturales con los de la Guinea africana.

MAPA DE ORTELIUS DEL 1589

Íñigo Ortiz de Retes nació en Retes de Llantero (Ayala), en la primera década del siglo XVI. Atraído por la empresa americana, marchó a Sevilla para embarcarse en algún galeón atlántico. Participó en las expediciones del gobernador de Guatemala Pedro de Alvarado, en 1538 para explorar la costa occidental de México e intentar alcanzar las islas Molucas, y en 1541 hacia Nueva Galicia.

Por orden del virrey Antonio de Mendoza la expedición hacia las islas orientales pasó a cargo del reputado marino malagueño Ruy López de Villalobos, capitán de las flotas de Indias. Este continúa los avanzados planes de Alvarado y arma la flotilla expedicionaria, con el objetivo de alcanzar y establecer bases españolas en las tierras de poniente, y de trazar una ruta fiable de regreso desde las islas orientales a las costas pacíficas de Nueva España. Iñigo Ortiz de Retes estaba de nuevo ligado al proyecto descubridor de la Mar del Sur.

En 1542 con rumbo oeste, para descubrir las rutas marítimas del Pacífico, Villalobos y Ortíz de Retes, partieron con seis pequeñas naos y 370 hombres desde el puerto de Navidad (Jalisco), avistado el archipiélago de Revillagigedo, bautizando diversas islas como la Nublada, de Roca Partida, el Placer y los Bajos de Villalobos, de los Corales, los Jardines (archipiélago de las Marshall), alcanzando las ya descubiertas Carolinas Orientales y arribando en el archipiélago de las Filipinas, concretamente en la isla de Cesárea Carola (Mindanao), bautizada en honor del emperador Carlos I.

Exploran las Filipinas pero la continua pelea con temporales y borrascas y la falta de alimento le obligó a refugiarse en la isla moluqueña de Tidore, territorio colonizado por los portugueses.

Un pacto con la guarnición lusa les permitió un tiempo de espera. Entonces, Villalobos decidió jugarse la última baza con la nao San Juan, a estas alturas la única capaz de aguantar una singladura hasta Nueva España, a cargo de Iñigo Ortiz de Retes a quien se le entrega el mando de la nave. Será en 1545, cuando Ortiz de Retes realiza una de las más fructíferas singladuras por la Mar del Sur, desde el punto de vista geográfico, al iluminar un amplio espacio de mar y tierra.

Partiendo de Tidore el 16 de mayo de 1545 en dirección norte, rumbo muy acertado ya que estaban en la época de los monzones del oeste, muy frecuentes en las latitudes australes y buscar el camino de regreso por debajo de la línea equinoccial.

Varios días después de la partida avistaron las llamadas islas Talud, cambiando el rumbo hacia el sur y buscar corrientes propicias para marear en dirección a las Indias, avistando islas nombradas como la Sevillana (Supiori), la Gallega (Noemfer), las Martires. (Schouten) al adentrarse la nao de Retes por el estrecho de Japen.

MAPA DE NOVA GUINEA, SIGLO XVII

En las islas Padaido, más de treinta pequeñas embarcaciones cargadas de indígenas intentaron flechar a la marinería. La San Juan salvó la situación rumbo sur con la vista puesta en el horizonte de cumbres que a levante mostraba la isla Grande, Nueva Guinea, tropezaron con una pequeña isleta triangular, la Ballena (Koeroedoe) y tres días más tarde hallaron la desembocadura del río San Agustín (Mamberano), cuyo estuario consideró propicio para desembarcar.

El ayalés desconocía que con la toma de aquella enorme isla, Nueva Guinea, un 20 de junio de 1545, ampliaba los dominios del imperio español en casi 800.000 kilómetros cuadrados. Antes que él, los primeros que desembarcaron en el norte de la Isla Grande fueron los expedicionarios de Álvaro de Saavedra en 1528 (y quizá algún superviviente de la nao Santiago de Hernando de Grijalva en 1537). Pero, sería Ortiz de Retes y sus hombres los que formalmente tomaron posesión para la Corona hispana y los que con más precisión exploraron la parte norte de la isla.

Según lo escrito por su cronista, García de Escalante:
"… Sábado, a veinte del mes, surgieron en la isla grande, y allí tomaron agua y leña, sin contradicción de nadie, por ser allí despoblado. Tomó el Capitán la posesión de esta isla por Vuestra Señoría. Púsole nombre la Nueva Guinea. Todo lo que costearon de esta isla es tierra muy hermosa, al parecer, y tiende a la mar grandes llanos. En muchas partes y por la tierra adentro muestra ser alta, de una cordillera de sierras de alboredo, al mar el arcabuco y en otras partes pinos salvajes, y las poblaciones eran llenas de palmeras de cocos …"

NUEVA GUINEA

Intentaron navegar hacia levante, pero las fuertes corrientes se lo impidieron, arribando en la isla de Mo (Liki), parte de las Kumamba, para descansar y aprovisionarse. Siguieron rumbo noreste atravesando varias islas volcánicas, algunas de ellas denominadas como Magdalena, Gaspar Rico, las Volcanes, las Barbada y Caimana.

Los vientos apartaron de la costa a la nave, que, en navegación adversa, se dirigió hacia el grupo de las islas Walulu y luego fue lanzada de nuevo hacia Nueva Guinea y Magdalena. Tras sufrir varios ataques por parte de los nativos, pudieron al fin fondear en la rada de Abrigo. El problema era encontrar el paso hacia las tierras americanas. Los vientos y corrientes contrarias les impedían avanzar hacia levante, cuando no les empujaba al noreste. Y por el sur, la gran isla de Nueva Guinea resultaba casi un continente imposible de circunnavegar.

En un nuevo y desesperado intento, emprenden rumbo a levante, pero el mar y los vientos alisios empujan el barco al nordeste, obligándoles a trazar un arco mucho más abierto. El 19 de agosto arriban al atolón de Ninigo, y que llamaron islas de los Hombres Blancos, donde fueron atacados por dichos aborígenes.

NAO SAN JUAN DE ÍÑIGO ORTIZ DE RETES

La última baza se jugó el 27 de agosto. Ortiz de Retes ordenaba aproar la nave hacia la isla de Mo, pero las corrientes y los vendavales contrarios llevaron el barco 30 leguas por debajo de su objetivo. La San Juan era empujada irremediablemente hacia el nordeste.

El 3 de octubre de 1545, tras cuatro meses y medio de singladura, regresaban a Tidore para reunirse con el resto de la expedición inicial en aquel puerto portugués y ser repatriados de forma deshonrosa por barcos portugueses por la ruta del Índico y del Atlántico.

Sin embargo, aún tardarían dos años en regresar, pasando calamidades en Malaca y Goa. Villalobos murió en 1546 en la isla de Amboine de fiebres palúdicas. García de Escalante escribió que sólo 144 supervivientes de la expedición llegaron a Lisboa en agosto de 1548, entre ellos Iñigo Ortiz de Retes.

Fracasaba así un nuevo intento hispano de regresar a América desde las islas de poniente: Gómez de Espinosa con la nao Trinidad por Juan Sebastián Elcano en 1522; las dos tentativas de Álvaro Saavedra, desde latitudes semejantes a las de Ortiz de Retes (1528 y 1529); el trágico amago de tornaviaje de Hernando de Grijalva en 1537; y el escarceo de Bernardo de la Torre semanas antes que el del capitán alavés.

Habría que esperar hasta 1565 para que otros dos vascos, Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta, marcasen las derrotas definitivas que permitieron asegurar la navegación de los galeones entre los territorios pacíficos de la monarquía española.

ITINERARIO DE ÍÑIGO ORTIZ DE RETES

15/02/2023

Los Vascos, por Julio Caro Baroja


LOS VASCOS, POR JULIO CARO BAROJA

Los Vascos
Julio Caro Baroja, Ediciones Itsmo, Madrid (1971), 385 páginas

Esta obra constituyó uno de los más valiosos estudios de conjunto sobre el pueblo vasco desde un punto de vista antropológico e histórico.

El gran antropólogo e historiador Julio Caro Baroja examina, diacrónica y sincrónicamente, las formas de población, tanto en sus génesis como en su desenvolvimiento moderno, así como los aspectos agrícola, pastoril, náutico, comercial e industrial, para pasar después a un análisis de la estructura social, la mentalidad, el mundo mítico y ritual, las artes plásticas, la música, la poesía, la danza y el teatro de los vascos.

LOS VASCOS, POR JULIO CARO BAROJA

ÍNDICE:

Dedicatoria

Palabras preliminares

Introducción

1. Formas de población propias del País Vasco
2. Génesis de las formas de la localidad actuales: Antigüedad
3. Génesis de las formas de la localidad actuales: la Edad Media en Álava y Navarra
4. Génesis de las formas de la localidad actuales: la Edad Media en Vizcaya, Guipúzcoa y el País Vasco francés
5. El desenvolvimiento de la población vasca en la Edad Moderna
6. Análisis interno de los pueblos vascos: formas de casa y formas de poblado
7. Análisis interno de los pueblos vascos: nombre y funciones de las casas
8. El complejo agrícola: tipos de cultivos
9. El complejo agrícola: aperos, ergología
10. El complejo agrícola: tracción animal en relación con él y cultivos especiales
11. El complejo pastoril: tipos de pastoreo propios del país vasco. Leñadores y carboneros
13. Mineros y ferrones
14. Navegación, comercio, industrias
15. La familia y la parentela. Estratos sociales
16. La vecindad. Entidades sociales superiores y su relación con las comunidades
17. Aspectos de la vida social: de la niñez al matrimonio
18. Aspectos de la vida social: del matrimonio a la muerte
19. Observaciones sobre la mentalidad del campesino vasco
20. La religiosidad
21. El mundo mítico
22. El mundo ritual
23. El problema de la hechicería
24. Artes plásticas
25. Música, poesía, danza, teatro, deporte
26. Epílogo a modo de recapitulación

11/02/2023

Legado de Francisco de Vitoria en la Universidad de Salamanca


UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

El Aula Francisco de Vitoria, ubicada en el edificio de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca, está destinada a la memoria del dominico alavés Francisco de Vitoria, catedrático de Teología desde 1526 hasta su muerte en 1546. En ella se imparte la enseñanza de la Medicina, con complementos de Astronomía. Los contenidos de estas enseñanzas fueron herederos del Galenismo tradicional (medicina de Galeno), llegado a través de las fuentes árabes. Se estudian, sobre todo, los tratados de Galeno, como también los de Hipócrates, Avicena y Averroes.

Francisco de Vitoria fue el principal exponente de la Escuela de Salamanca y sus Relecciones pusieron las bases del Derecho Internacional moderno. Por eso, el protagonismo del teólogo alavés en este espacio decisivo para el diálogo y el acuerdo internacional resulta revelador de la universalidad de la Escuela de Salamanca y de la rica tradición del Estudio salmantino en la defensa de los Derechos Humanos.

Desde 1927, en homenaje a su labor se instauró la cátedra Francisco de Vitoria, en la Universidad. En 1946, esta institución organizó una exposición de libros con ocasión del IV Centenario de la muerte del maestro Vitoria.

AULA FRANCISCO DE VITORIA

Esta sala incorpora una recreación de la decoración pictórica realizada por José María Sert Badía en los años treinta del siglo XX para la gran Sala de los Consejos del edificio de la Sociedad de Naciones en Ginebra, también dedicada a Vitoria, y en la actualidad es una de las sedes de la ONU. Sert es autor de los murales que decoran la iglesia del monasterio de San Telmo, que es sede el museo de San Telmo de San Sebastián.

MURALES DE SERT EN EL AULA FRANCISCO DE VITORIA

Aunque la Universidad de Salamanca ha acogido a grandes personalidades a lo largo de sus ocho siglos de historia, el del XVI fue seguramente su periodo de mayor esplendor intelectual. A partir de la figura central de Francisco de Vitoria y de otros autores de la denominada Escuela de Salamanca, los juristas, teólogos y filósofos de la universidad y de su área de influencia intelectual realizaron aportaciones que en la actualidad se reconocen decisivas en la historia del pensamiento y la cultura universal.

En el plano de la filosofía, la Escuela de salamanca formuló una síntesis original de elementos de la tradición escolástica medieval y de valores propios del Humanismo renacentista, clave para comprender el desarrollo posterior de la filosofía occidental, y la figura es clave en los estudios de Derecho.

El análisis económico "preclásico" también fue inaugurado por autores de esta escuela como Tomás de Mercado o el navarro Martín de Azpilicueta, que avanzaron nociones fundamentales de la teoría general de los precios al responder a los problemas morales que presentaban en su tiempo la inflación, la usura y las acuñaciones desmesuradas de moneda tras la llegada masiva de metal precioso americano. Incluso la naciente ciencia físico-matemática aportó algunas de sus primeros pasos en las aulas salmantinas, como han mostrado estudiosos de la figura de Domingo de Soto.



Pero es en el ámbito del derecho en el que existe un reconocimiento más generalizado de la relevancia de las aportaciones salmantinas al pensamiento moderno: Vitoria y sus discípulos realizaron una profunda reelaboración del derecho natural romano, de la que surgió una teoría moderna del Derecho de gentes, base del actual Derecho internacional, que prescribe la necesidad de normas superiores a las de los Estados, regidas por la justicia y no por la fuerza y la dominación.

El pensamiento fundado en la Universidad de Salamanca de los siglos XVI y XVII tuvo desde el principio una proyección verdaderamente universal. Y no solo por la hegemonía geopolítica de España y Portugal en la época, que facilitó la exportación de las propuestas salmantinas hacia la Europa bajo influencia hispana y hacia Hispano-américa, sino también por la excelencia de una reflexión capaz de abrirse paso en otros ámbitos culturales y políticos.

La vigencia actual de la "lección de Salamanca" resultó particularmente visible en la repetida presencia iconográfica de la figura de Francisco de Vitoria en las sedes de las más importantes organizaciones internacionales dedicadas a regular las relaciones entre los Estados.

PROVISIÓN DE LA CÁTEDRA DE TEOLOGÍA A FRANCISCO DE VITORIA

Provisión de la cátedra de Prima de Teología de la Universidad de Salamanca a Francisco de Vitoria, 7 de septiembre de 1526, Archivo de la Universidad de Salamanca

Transcripción:
En Salamanca, a siete de septiembre del dicho año, ora sesta después de mediodía, el señor retor e consiliarios proueyeron de la cátedra de prima de Theología al reuerendo padre fray Fransico de Bitoria, de la qual le hizieron colaçión e provisión e carta e mandaron al bedel del dicho Estudio que le meta en la posesión de la dicha cátedra, la qual posesión to(mó) en un banco del general (tachado: la dicha cátedra) Theología. Testigos Gerónimo de Almaraz e el señor don Rodrigo Mengas é otros muchos e yo el dicho Francisco de Ouiedo, notario.

RELECTIONES THEOLOGICAE, POR FRANCISCO DE VITORIA

Relectiones theologicae, de Francisco de Vitoria, Salamanca, 1565

RELECTIONES THEOLOGICAE, POR FRANCISCO DE VITORIA

Relectiones theologicae, de Francisco de Vitoria, Lyon, 1557

CONFESSIONARIO VTIL Y PROUECHOSO, POR FRANCISCO DE VITORIA

Confessionario vtil y prouechoso, de Francisco de Vitoria, Santiago, 1562

COMMENTARIUS IN PRIMAM SECUNDEA S. THOMAE, POR FRANCISCO DE VITORIA

Commentarius in primam secundae S. Thomae, de Francisco de Vitoria (Juan Gil de Nava), Siglo XVI

RELECTIO DE LAMIIS ET DE ARTE MAGICA, POR FRANCISCO DE VITORIA

Relectio de lamiis et de arte magica, de Francisco de Vitoria, Siglo XVI

LIBROS DEL IV CENTENARIO FRANCISCO DE VITORIA

Fuera de la Universidad, pero dentro del casco histórico de Salamanca se encuentra el convento de San Esteban, junto a la iglesia parroquial homónima, frente a la plaza de San Esteban. Se trata del convento de su orden, la de los dominicos, en el que vivió y está enterrado Francisco de Vitoria.

Según la tradición, Cristóbal Colón se alojó en el anterior convento que sustituyó al moderno cuando fue a Salamanca para defender ante los geógrafos de la Universidad la posibilidad de llegar a las Indias navegando hacia Occidente.

El convento moderno sustituyó al medieval desde 1524, año en que comenzaron las obras de remodelación por el arquitecto alavés Juan de Álava, también llamado Juan de Ybarra, natural de Larrínoa, promotor de la planta y diseño del tempo.

Durante la Contrarreforma fue un importante centro donde se forjaron los padres dominicos que fundaron la Escuela de Salamanca, con Francisco de Vitoria a la cabeza, y se prestó ayuda a Santa Teresa de Jesús y a San Ignacio de Loyola.

Contigua a la plaza de San Esteban está la plaza del Concilio de Trento, donde se encuentra el monumento a Francisco de Vitoria, posicionada justo en frente del convento. Está compuesta de la figura representativa del teólogo esculpida en cobre fundido, y de una base tallada en granito procedente de Guadarrama, cuya altura en su conjunto suma los 2,95 metros. En la base aparece el lema:
P. FRANCISCO DE VITORIA
LA CIUDAD DE SALAMANCA

La escultura fue realizada por Francisco de Toledo, que se basó en el retrato de Vitoria existente en el convento. Fue promovida por la Fundación Eduardo Capa e inaugurada el 6 de septiembre de 1975.


ESCULTURA DE FRANCISCO DE VITORIA Y CONVENTO DE SAN ESTEBAN

Vitoria también tiene un colegio público homónimo en Salamanca, así como la biblioteca de la facultad de Derecho. Además, tiene calle y medallón en la Plaza Mayor, obra de Jacinto Bustos, inaugurada en 1974.

MEDALLÓN DE FRANCISCO DE VITORIA

07/02/2023

María Ángela de Tellería


María Ángela de Tellería fue guerrillera que rescató a varios oficiales españoles en la prisión de Durango durante la Guerra de la Independencia española, en 1819

María Ángela Tellería guerrillera vasca Guerra Independencia española
MARÍA ÁNGELA DE TELLERÍA

María Ángela de Tellería
nació en Elgueta, Guipúzcoa, en 1785. A la edad de 24 años estaba soltera, vivía en Durango y trabajaba como criada del presbítero Pedro de Orsoqueta. El Señorío de Vizcaya estaba ocupado por las fuerzas imperiales francesas del emperador Napoleón Bonaparte y de su hermano el rey de España José I. Pasó a la historia del Señorío por realizar uno de los episodios más valientes de la Guerra de la Independencia española: el rescate de varios oficiales del Ejército español.

El 19 de julio de 1809, un grupo de infantería francesa llegaba a Durango conduciendo a veintiséis oficiales y algunos soldados españoles que habían sido capturados en Santander, y eran llevados como prisioneros a Francia.

Según el relato histórico, tan mitológico como académico, María Ángela ayudó a escapar a tres oficiales entregándoles ropas de mujer desde la prisión, los cuales pudieron evadirse usándolos como disfraz.

Tras el éxito de este primer ensayo, regresó y ofreció una soga a los prisioneros, proponiéndoles que la usasen para subir hacia una ventada que daba a una huerta por la que podían fugarse. Una vez allí, fueron escondiendo en caseríos cercanos.

Más tarde, fue apresada en Durango por orden del gobernador de Bilbao, el general Avril, y condenada a muerte. En el acta de su enjuiciamiento, confesó que cuando los últimos oficiales capturados en Santander cruzaban Durango, uno de ellos se dirigió a ella y le dijo que "le habló a la declarante diciéndole que le diese un socorro", dándole dos pesetas. Él lo confesó que deseaba fugarse y le pidió que reuniese de forma discreta algún dinero entre "los bien hechores del pueblo", y se lo entregara en el caserío Arandina, ubicado a las afueras de la villa. Intentaba quitarse responsabilidad de su acción.

Durante los días siguientes fue reuniendo dieciocho duros y medio, que equivalen a 360 reales. Afirmaba no recordar a quienes les pidió dinero, en cambio los vecinos creían que era para ayudar a los oficiales aún apresados y no para algún fugado.

Pintura puerta Santa Ana Durango Hombrados Oñativia
DURANGO Y GURRILLERA VASCA

Finalmente, el Tribunal la condenó a muerte, siendo conmutada su pena por un arresto de diez años en una casa de corrección, por el hecho de ser mujer. En atención a "la prisión que ha sufrido, a su menor edad… y a la fragilidad e ignorancia propios de su sexo", redujo la condena a dos años como escarmiento, más las costas. El 5 de septiembre de 1809, fue encerrada en la cárcel de Durango. La sentencia no expresa nada de liberar a otros tantos oficiales españoles, luego parece que la leyenda ha exagerado mucho su realidad.

Pero su fama ya habría llegado a oídos de los oficiales y guerrilleros que actuaban por el Señorío de Vizcaya y alrededores. Así, el líder guerrillero Ignacio Alonso Cuevillas asaltó la prisión de Durango, rescató a María Ángela y se la llevó a Logroño.

Cuando el Ejército napoleónico invadió Logroño, fue arrestada y conducida a Durango, Bilbao y Vitoria, haciéndola sufrir grandes penalidades. Fue interrogada por el gobernador Thouvenot, respondiendo "en su lengua vascongada". Esta le replicó:
"... que así como él era buen patriota francés, ella era buena patriota española; que ninguna cosa mala había hecho, Señor, y que pudiendo, volvería a ejecutar lo mismo, Señor."
Se supone que sería condenada a muerte, pero no existe documentación que confirme su fusilamiento. Días más tarde, Francisco Tomás de Anchía, líder de la guerrilla de los Voluntarios de Vizcaya, conocido como el general Longa, amenazó con ejecutar a quince oficiales franceses que tenía en su poder, si María Ángela era ajusticiada. La misiva fue entregada mediante un subalterno suyo al gobernador francés de Vitoria. Thouvenot la puso en libertad gracias a pago que entregaron tres ilustres vecinos de la ciudad. De allí la llevaron a Asturias, donde el general Bonet la entregó al comandante de las tropas españolas, Polier.

FRANCISCO TOMÁS DE ANCHÍA E IGNACIO ALONSO CUEVILLAS

En 1811, llegó a Cádiz, donde se acogió a la hospitalidad de Francisco Sánchez Barbero, redactor del periódico El Conciso. En su número del 18 de marzo, publicó una versión exagerada de sus actos realizados en Durango. El 30 del mismo mes, la comisión de premios de las Cortes de Cádiz le otorgó una pensión vitalicia de 4.000 reales.

Parece ser que se quedó a vivir el resto de su vida en Cádiz, porque murió en el pueblo gaditano de Rosal de la Frontera, en 1864, cuando tenía 64 años de edad.

04/02/2023

Casa-Torre Azkarate Marutegi en Vergara


La Casa Azkarate Marutegi fue construida en el siglo XVI, en la plaza Ariznoa de villa guipuzcoana de Vergara. También es conocida con el nombre de Agirrebeña. Fue el principal mayorazgo del Renacimiento de esta villa, creado en 1541 por Juan Martínez de Marutego Azkarate, contador del emperador Carlos V. Muestra un elegante balcón en esquina de principios del siglo XVII, además de un escudo de armas bien labrado.

El edificio consta de una planta baja, dos pisos superiores y ático. Al exterior, la división de la planta baja se hace mediante una cornisa labrada con motivos renacentistas: angelotes, motivos vegetales, nereidas y tritones.

CASA AZKARATE MARUTEGI

La fachada que da a la calle San Pedro está decorada con 53 placas cerámicas policromadas de gran belleza. Dichas piezas fueron realizadas en la primera mitad del siglo XVI en Alemania y estaban destinadas originalmente a conformar una estufa, aunque finalmente se les dio función ornamental que aún en la actualidad siguen cumpliendo. En alguna de las placas está representado el emperador Carlos V.

La presencia de la estufa renacentista en la península y su empleo como elemento decorativo constituyen una extraordinaria novedad.

ESCUDO DE ARMAS DE LA CASA AZKARATE MARUTEGI