Mostrando entradas con la etiqueta Fuenterrabía - Hondarribia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Fuenterrabía - Hondarribia. Mostrar todas las entradas

21/09/2024

Linaje Justiz de Fuenterrabia


El linaje nobiliario Justiz que existe en el término de Fuenterrabía, en una de las estribaciones del monte Jaizkibel, es la única casa de este nombre que existe en el País Vasco. Obtuvo concesión real cono linaje noble y de armas en 1613, tras la firma de Diego de Urbina en nombre del rey Felipe III. La antigua Casa Justiz, situada en la ladera de Jaizkibel, fue un magnífico ejemplar de amplia morada vasca, y tiene extensos territorios de su pertenencia.

Es muy antigua una tradición asegura que hallándose de caza por aquellos parajes, el rey Sancho Abarca de Navarra se enamoró de una hermosa doncella de Justiz, y hubo de ella un hijo, de quien descienden los de este linaje de Justiz. Así lo testimonió Diego de Urbina.

ESCUDO NOBILIARIO DE JUSTIZ

De este linaje destacó una saga en que ocupó los primeros puestos de la administración de la población y del ejercito de la Monarquía española entre los siglos XVII y XVIII.

Martín de Justiz fue capitán que tomó parte en la defensa del sitio de Fuenterrabía de 1638 en contra del Ejército francés. Se puso al servicio del gobernador y jefe militar Butrón en defensa de su ciudad natal.

Juan José de Justiz y Umpiérrez de Aramas Hechavarría fue alcalde de San Cristóbal de La Habana (Cuba) en el Virreinato de la Nueva España, y contador general de la Real Hacienda. En virtud de testamento otorgado en San Cristóbal de la Habana, el 25 de noviembre de 1758, fundó en Fuenterrabía un mayorazgo para los hijos de sus hermanos y una capellanía de 4.000 pesos de capital.

Manuel José, hermano de Juan, fue sargento mayor del presidio y ciudad de San Cristóbal de la Habana.

Miguel de Justiz, hermano de Juan, fue sargento mayor de la plaza de Fuenterrabía a principios del siglo XVIII, y alcalde en 1709.

Manuel Manzano de Justiz se ganó el título de Marqués de Justiz en 1760.

DIBUJO DE LA ORIGINAL CASA JUSTIZ

02/08/2023

Incorporación de la Capitanía general de Guipúzcoa a la defensa fronteriza de España


Fue durante el reinado de los Reyes Católicos cuando realmente comenzó a existir una autoridad militar en Guipúzcoa. En el siglo XVI ya existía una Capitanía General, con sede en Fuenterrabía y normalmente adscrita al virreinato de Navarra, pues su virrey solía tener también el título de capitán general de Guipúzcoa.

Una vinculación que se consolidó a partir de 1517, cuando el virrey navarro Vespasiano Gonzaga Colonna consiguió el título de capitán general de Guipúzcoa y, aunque posteriormente, hubo capitanes generales independientes (como García de Arce, en 1579, y Hernando Hurtado de Mendoza, en 1598) la Capitanía General guipuzcoana dependía del virreinato navarro. Desde la época de Juan de Cardona (1598), en Fuenterrabía quedó un teniente del capitán general, con el disgusto de las Juntas Generales de Guipúzcoa, que deseaban deshacer la vinculación de ambos cargos. Esto último se consiguió en 1638, cuando el duque de Ciudad Real fue nombrado capitán general independiente del virrey. Si bien en 1644 el conde de Oropesa los reunió durante dos años y en 1646, con la elección de Juan de Garay como capitán general, ambos cargos se volvieron a separar.

PLAZA FUERTE DE FUENTERRABÍA

En el plano militar, los hombres que Guipúzcoa podía levantar para su defensa, unos 10.000. Estos efectivos no estaban asignados ni repartidos, pues salvo los de Fuenterrabía y los de los puertos de mar que debían guardarse, acudían a la llamada desde los demás lugares y lo hacían sin recibir remuneraciones de Castilla. Como la tierra era pobre, la llamada militar resultaba onerosa para las haciendas de los afectados, por lo que sólo se recurría a Guipúzcoa en casos extremos.

Según el historiador Gallastegui:
"Casi todos (en Guipúzcoa) pueden salir con arcabuces y picas. Ningún lugar está con distancia señalada para socorro de otro. Todos tienen igual obligación a la asistencia del que tuviera más peligro. Sólo los que están más cerca del paso de Behovia, que son Irún (con 450 hombres), Oyarzun (con 600), Hernani (con 200) y Rentería y Astigarraga (con 200 cada una) acuden primero a él, ya que como están siempre sobre sus armas, llegan al repique de una campana…
Los alcaldes de cada villa guipuzcoana son capitanes a guerra en cada ocasión, y se gobiernan por un coronel elegido, ordinariamente, entre un gran soldado o un gran señor."

CASTILLO DE CARLOS V Y MURALLA DE FUENTERRABÍA

La sede de la máxima autoridad militar en Guipúzcoa era Fuenterrabía, situada en la misma frontera. Esta villa amurallada fue siempre un punto caliente en las relaciones bélicas hispano-francesas, tanto en el siglo XVI como en el XVII. En principio, su posición geográfica le proporcionaba ciertas garantías defensivas, ya que por una parte la rodea el mar y no se puede batir desde allí; por el lado oriental, el más próximo a la frontera, la abraza el río Bidasoa, que convierte aquella zona en un lodazal, que la pone a salvo de cualquier ataque por ahí, y por el sur, la existencia de pantanos y juncales que en bajamar quedan en seco, hace pensar en la conveniencia de alguna obra como refuerzo defensivo.

Por el otro lado, tres baluartes, más bien pequeños, constituyen el nervio de la defensa. El denominado baluarte de la Magdalena> se puede batir con facilidad desde una colina próxima. No ocurre lo mismo con el baluarte de Santa Engracia, de sólidas murallas. Y, el levantado baluarte del cabo de Higuer, a dos tercios de la lengua de la villa, con capacidad para 20 soldados, era considerado como el freno de cualquier peligro que pudiera llegar por mar.

PLAZA FUERTE DE FUENTERRABÍA

Constituían la guarnición de la plaza varios centenares de hombres, que sufrían los flujos de las circunstancias y de las disponibilidades de la hacienda regia. A principios del siglo XVII, los efectivos de las 4 compañías allí destinadas no superaban los 400 individuos, pero había sobrada disponibilidad de armas, como sucedía también en San Sebastián.

Esta fue una situación que se mantuvo en términos parecidos hasta que en 1620, como consecuencia del estallidos de la Guerra de los Treinta Años, se la reforzó con 3 compañías que en total suponían 166 hombres, y cuando estalló la Guerra con Francia en 1635, la preocupación de Madrid no decayó, elevando algo las cifras de los hombres (sobre los 600) y procurando que estuviera bien avituallada en víveres y municiones.

BALUARTES DEL CASTILLO DE LA MOTA

Por lo que a San Sebastián se refiere, desde tiempos de Sancho III el Mayor, tenía una muralla defensiva y desde el siglo XIII ya consolidó para que pudiera resistir las nuevas posibilidades de la artillería. El ingeniero Villaturiel proyectó cerrar el monte de manera que el puerto quedase protegido y los franceses no pudiesen llegar por mar en caso de guerra. En el siglo XVII, empezó la fortificación del monte Urgull con vistas a fundamentar la defensa en una ciudadela que protegiera el puerto y la ciudad y ella a su vez lo fuera desde el castillo.

La guarnición de San Sebastián a principios del siglo XVII estaba constituida por unos 350 hombres a las órdenes de 4 capitanes, a los que hay que sumar los 40 que constituían la guarnición del castillo de La Mota y los artilleros que compartían con Fuenterrabía, que eran un total de 79. Las armas existentes no eran escasas y, particularmente, La Mota tenía armamento suficiente y en buen estado, tanto las piezas de artillería como las armas de fuego portátiles e individuales.

PLAZA FUERTE DE SAN SEBASTIÁN, SIGLO XIX

Por otra parte, los virreyes navarros siempre tuvieron muy presente en sus planes militares a San Sebastián para la ejecución de las diferentes obras de fortificación proyectadas. Pensaban que si el enemigo conquistaba esta ciudad, podría saquearla impunemente o conservarla, y perdida ella, se perdería también el puerto de Pasajes, sus instalaciones artilleras y las de Rentería. La misma Fuenterrabía acusaría el hecho, pues su abastecimiento se veía afectado por la presencia del enemigo en esos lugares.

Pero hasta el estallido de la guerra no se advertiría ningún cambio significativo. En el inicio del siglo XVII, la guarnición de San Sebastián se mantuvo en torno a los 350 hombres más o menos. Cuando la Guerra de los Treinta Años se iniciaba, los planes de Madrid proyectaban elevar a 1.000 hombres la guarnición de San Sebastián y Fuenterrabía, de la que aquella se llevaba la peor parte: 887 plazas para las compañías allí destinadas y 51 para La Mota.

PLANO DEL CASTILLO DE LA MOTA

17/07/2023

Asedio a Fuenterrabia-Hondarribia de 1521-1524


El asedio a la fortaleza de Fuenterrabía u Hondarribia tuvo lugar entre octubre de 1521 y abril de 1524 cuando el ejército franco-navarro la había tomado en una nueva incursión, tras el fracaso del tercer intento de reconquistar el Reino de Navarra, que había sido invadido en 1512 por tropas de las unificadas coronas de Castilla y Aragón, también con apoyo navarro. Hubo navarros en ambos bandos.

La Fuenterrabía del siglo XVI abarcaba la mayor parte del término municipal de la actual ciudad de Irún, partes de Hendaya y Behovia. La villa y fortaleza estaban situadas en un alto rodeadas de murallas, monte y mar en la desembocadura del río Bidasoa.

Su situación fronteriza y sus características orográficas hicieron que tanto el emperador Carlos V como el monarca francés Francisco I ambicionasen su posesión. Por ello, ambas coronas designaron comisarios para dilucidar los problemas de límites de las aguas en los conflictos de las villas de Fuenterrabía y Hendaya, algo que hasta entonces se había solucionado por concertación, convenio o facería.

FUENTERRABIA, SIGLO XVI

En 1512, se realizó la primera contraofensiva para recuperar el Reino de Navarra tras su invasión por las Coronas de Castilla y Aragón, en la que el mariscal Pedro de Navarra con 2.000 hombres dentro del contingente de Lautrec y Borbón fueron frenados por Luis de la Cueva. Para impedir otra invasión, se procedió a la fortificación, ordenándose en noviembre de ese año la construcción de un castillo en Behovia, que reforzaba la eficacia del fuerte de Fuenterrabía.

A partir de 1517 se definieron por ley los derechos territoriales de la zona por parte de los dos reinos, el de España y el de Francia, quedando los naturales divididos.

MURALLAS DE FUENTERRABIA, SIGLO XVI Y XVII

A comienzos de octubre de 1521, el castillo de Behovia fue tomado por las tropas al mando del almirante francés Guillermo Goufier, señor de Bonnivet, sin que apenas se produjeran bajas, ya que se opuso poca resistencia. Cercando seguidamente la fortaleza de Fuenterrabía el 6 de octubre, tomándola doce días después, tras tres asaltos por voluntarios navarros y gascones, entre los que se produjeron cerca de mil bajas. Diego de Vera, alcaide de la plaza, se rindió el 18 de octubre.

El señor de Bonnivent estableció una guarnición con 3.000 hombres, que eran 2.000 gascones y 1.000 navarros a las órdenes de Jacques D'Aillon, señor de Luda, que quedó como alcalde de la plaza "en nombre del rey de Navarra". Por ello la bandera de Navarra estuvo ondeando durante todo el asedio, a pesar de la intención de los franceses de izar su bandera.

Carlos I solicitó el arbitraje del rey Enrique VIII de Inglaterra para que interviniera ante Francisco I y le requiriese esta plaza. El conocimiento de estas conversaciones por parte de los navarros fue decisivo para el reemplazo de la guarnición meses más tarde.

Beltrán de la Cueva y Toledo, III duque de Alburquerque, fue designado, el 23 de mayo de 1522, nuevo capitán general de Guipúzcoa, aunque ya ejercía el cargo con anterioridad, que con un aumento de tropas significativo procedentes de distintos lugares, entre 3.000 y 4.000 lansquenetes alemanes, y soldados reclutados en Castilla, Navarra, Aragón, Vizcaya, La Rioja y Álava.

Ante las dificultades para defender el castillo de Behovia, el ejército navarro decidió abandonarlo. Se realizó la retirada de forma correcta llevándose los cañones, armas y vituallas. Posteriormente se dispusieron distintas cargas explosivas para destruir sus murallas, pero sus mechas fueron apagadas por las tropas castellanas al mando del capitán Ochoa Sanz de Asua, que tomaron el castillo.

MONTE DE SAN MARCIAL EN IRÚN

Dos días después se produjo la batalla del monte Aldabe o de San Marcial.

En julio de 1522, se decidió rendir la fortaleza por hambre. Al cabo de diez meses sin ser abastecida, comenzaron a producirse muertes por el hambre. Acudieron tropas francesas y navarras que, tras cruzar el Bidasoa, hicieron huir a los soldados españoles, pudiendo abastecer la plaza y renovar la guarnición. Por esta razón fue destituido Beltrán de la Cueva, que fue sustituido por Íñigo de Velasco, condestable de Castilla.

FUENTERRABIA, SIGLO XVI

El control naval de la fortaleza permitió que el abastecimiento se pudiera mantener. Durante todo el asedio, en la fortaleza ondeó la bandera roja de Navarra, a pesar de que los franceses intentaron imponer la suya.

En el invierno de 1523-1524, se organizó una gran ofensiva por parte del emperador Carlos V contra Francisco I, con la intención de ocupar Toulouse, la Baja Navarra, Bayona y Fuenterrabía. Esta campaña fracasó tras 24 días con la pérdida de una cuarta parte del ejército por causa de deserciones y enfermedades. Estas tropas se reagruparon y pasaron a engrosar el grueso del ejército que cercaba Fuenterrabía.

El 2 de febrero, se inició el bombardeo de la fortaleza y comenzaron las negociaciones para la rendición. El 27 de febrero los franceses abandonaron la fortaleza, quedando en ella únicamente los navarros, siendo el más señalado Pedro de Navarra, hijo del mariscal Pedro de Navarra que había resultado muerto en extrañas circunstancias, presumiblemente asesinado, en la prisión de Simancas en 1522.

El 29 de febrero de 1524, se otorgó el perdón a los navarros encerrados, con la condición de que en el plazo de dos meses se entregaran y otorgaran juramento y fidelidad a Carlos I. La plaza se rindió el 29 de abril.

RUINAS DE GAZTELUZAR, CASTILLO DE BEHOBIA

13/09/2022

Linaje Casadevante de Fuenterrabia


Casadevante es un muy antiguo linaje en la villa de Fuenterrabía - Hondarribia. En los primeros documentos que aparecen, en el archivo municipal, figuran los individuos de esta familia rigiendo los destinos del pueblo. Durante muchas generaciones, han ejercido los principales cargos civiles, ocupado los puestos eclesiásticos preferentes, comandado las milicias del pueblo, desempeñado comisiones en la Corte y acudido como procuradores a las Juntas generales de la Provincia.

Tal era su prestigio y posición, que las casas de sus miembros solían albergar a las personas de calidad: en 1638, por ejemplo, la de Miguel de Casadevante alojó a los generales que entraron al frente de las tropas de auxilio del sitio que efectuaron los franceses.

CASA SOLAR CASADEVANTE

La casa solar Casadevante presenta un pequeño escudo de armas sobre el vano central de la primera planta. Dentro de ella se negoció la tregua subsiguiente al Sitio de Fuenterrabía de 1638. De esta familia fueron:

Antonio Casadevante, chantre de la catedral de Pamplona, que acudió en Madrid a la defensa de varios asuntos de la ciudad y, en 1660, redactó un notable memorial, dirigido al rey, acerca de las mercedes concedidas en 1638 y no cumplidas.

Manuel Casadevante, almirante en 1688 y general en 1700.

María Casadevante, hija del capitán Juan de Casadevante y esposa, en segundas nupcias, de Diego de Butrón.

Miguel Antonio Casadevante, alcalde, que en 22 de enero de 1701 recibió y acompañó a Felipe V en su entrada en Irún y Fuenterrabía.

Otro Miguel Antonio Casadevante, fue ministro de la Real Hacienda a principios del siglo XIX.

ESCUDO DE ARMAS CASADEVANTE

08/10/2021

Evolución de la fortaleza de Fuenterrabía antes del Sitio de 1638


El recinto fortificado que las tropas atacantes francesas contemplaron en el verano de 1638, previo a su sitio, había sido levantado en su mayor parte hacía ya un siglo.

A pesar de tan gran lapso de tiempo transcurrido, de los progresos en la potencia, alcance y precisión de la artillería y de la endémica falta de dinero de la hacienda real para las adecuaciones y mantenimientos necesarios, la plaza poseía un sólidos muros.

El apoyo francés a la causa de Juana la Beltraneja frente a Isabel la Católica en la Guerra de Sucesión de Enrique IV supuso el fin de la tradicional alianza castellano-francesa en la baja Edad Media. Desde entonces, Guipúzcoa se convertía en tierra de frontera frente a un estado que estuvo en guerra con la Monarquía hispánica durante buena parte de la Edad Moderna por la supremacía en Europa. El sitio puesto por los franceses a Fuenterrabía en 1476 en el marco de aquella guerra sucesoria señaló el comienzo de una época de gran transcendencia en la historia de la ciudad por lo que suponía su consideración de plaza fuerte y primer bastión en la defensa del reino castellano ante las acometidas desde el otro lado del Bidasoa. 

Los progresos experimentados paralelamente en el manejo de la pólvora y las armas de fuego trajeron como consecuencia nuevos modos de fortificar las poblaciones para hacer frente al creciente poder del cañón, provocando en Fuenterrabía un cambio muy importante en su fisonomía urbana que perdura hasta la actualidad como uno de los rasgos característicos de la población.

PLANO DE LA PLAZA CON AMPLIACIONES POSTERIORES AL SITIO DE 1638 EN SOMBREADO

Inmediatamente después del sitio de 1476, se acometieron importantes obras en las defensas de la plaza que desembocaron, antes de que finalizase el siglo, en la construcción de un nuevo recinto formado por una barrera en la que se levantan cubos de planta circular en los frentes oeste y sur, todo ello al exterior de una muralla medieval que continuaba en pie y mantenía toda su funcionalidad, especialmente en los otros frentes.

Durante los primeros años del siglo XVI continuaron las obras en las fortificaciones pero fue a partir de la conquista castellana de Navarra en 1512, el incremento de la tensión bélica y el inicio de enfrentamientos armados en este sector de la frontera cuando las autoridades militares impulsaron con especial relieve los trabajos de fortificación de la plaza.

En el cuarto de siglo que va del período de ocupación francesa de la plaza (1521-1524) a mediados de siglo, se hizo levantar, en una primera fase, dos nuevos cubos de planta circular, por los arquitectos Leiva y Santa María, y buena parte de los lienzos de las murallas adyacentes. Pero fue especialmente en una segunda fase, desde 1530, cuando se produjeron los cambios más importantes con la erección de los dos baluartes "clásicos" de San Nicolás y la Reina, la finalización de las cortinas y la conversión del antiguo castillo en una auténtica plataforma artillera en lo alto de la población desde la que dominar el contorno. Un fortuito derrumbe de un tramo de muro en el ángulo sureste de la plaza en 1572 propició la construcción del baluarte de San Felipe para la defensa de este sector, siendo éste el último gran elemento de las fortificaciones construido antes del sitio de 1638.

A pesar del gran esfuerzo económico que había cambiado la fisonomía de las defensas de la ciudad, éstas presentaban importantes carencias según el experto arquitecto Tiburcio Espanochi ya a finales del mismo siglo XVI. Y su valoración cobró especial sentido tras los sucesos de 1638 y las reformas propuestas con posterioridad. Espanochi consideraba necesario engrandecer los baluartes de San Nicolás y la Reina para obtener mayor y más cómoda capacidad artillera y levantar otro baluarte por delante del cubo de la Magdalena. Aunque apreciaba la consistencia de la fábrica de las murallas, calificándola de "eterna" y "bonsissima", llamó la atención el dominio que sobre la plaza tienen las colinas del frente oeste y el cómodo alojamiento cubierto de los fuegos de la plaza que ofrecían a los atacantes los vallecillos existentes entre ellas, permitiéndoles batir directamente el recinto magistral de la plaza sin tener que vencer otros obstáculos previos.


FUENTERRABÍA SIGLO XVII

10/05/2021

Linaje Venesa de Fuenterrabía


El apellido de noble linaje Venesa viene figurando en Fuenterrabía desde tiempos muy antiguos. En la casa-torre de esta familia se alojó Enrique IV cuando vino a reunirse con Luis XI de Francia en 1463. También lo hizo Francisco I cuando regresó a Francia, el 16 de marzo de 1525, después de la prisión sufrida a consecuencia de la derrota de Pavía. Hijos de esta casa fueron:

Pedro Sánchez de Venesa fue preboste perpetuo de Fuenterrabía, nombrado por Juan I y Enrique III.

Domenjón de Venesa fue hijo del anterior, muy gran servidor de los reyes castellanos Juan II y Enrique IV.

Pero Sánchez de Venesa fue consejero real de Enrique IV y de los Reyes Católicos. Obtuvo 60.000 maravedies de gajes, que fue agraciado con cierta renta por el rey Eduardo IV de Inglaterra en 1471.

Juan Sánchez de Venesa fue preboste perpetuo nombrado por los Reyes Católicos, alcaide y capitán del castillo y fortaleza de Fuenterrabía desde 1465 a 1480.

Miguel Sánchez de Venesa fue capitán de la gente de guerra de Fuenterrabía contra los Comuneros el año 1521, y a quien el emperador Carlos V llamó desde Burgos el año 1528 para informarse del sitio en que podría llevar a cabo el duelo con Francisco I, señalándole la isla de los Faisanes, aunque luego no se realizó.

Pero Sánchezde Venesa, hijo del anterior, fue capitán general de armadas y flotas en el mar Océano. Murió en la ciudad de Angla, en la isla de la Tercera (Azores), en noviembre de 1563.

Miguel Sánchez de Venesa fue capitán ordinario de mar y guerra. Tomo parte de la Armada de Guipúzcoa, al mando de Oquendo en 1621 y tomó parte en la batalla naval cerca de la isla de San Miguel.

FUENTERRABÍA

28/06/2020

Linaje Calatayud de Fuenterrabia


La Casa Calatayud existía todavía en Fuenterrabía en el siglo XIX, y estaba situada en la calle de San Nicolás, esquina a la del Norte. De este linaje proceden:

Juan Calatayud fue capitán de armas en la defensa de Fuenterrabía, durante el sitio de 1638 frente al Ejército francés.

Baltasar Antonio Calatayud fue sargento mayor durante el sitio de 1719, llegando a ser teniente coronel del Ejército español. Casó con Josefa de Amasa y tuvo por hijos Francisco y Gerónimo.

Francisco Antonio Calatayud, fue capitán del Regimiento de Sevilla, tomando parte en la última Guerra de Nápoles.

Geronimo Calatayud fue cadete en el sitio de 1719, en el que se distinguió para seguir la carrera de armas.

Manuel Calatayud fue monje cisterciense en las abadías del Real Monasterio de Fitero y del de Calatayud. Escribió varias obras de teología y de historia, destacando el Examen leve de la historia de Irún-Uanzu, que publicó en contestación a la Historia de Irún-Uranzu, de Gainza (1738). Fue uno de los más doctos sujetos de su religión.

calatayud linaje nobiliario escudo armas fuenterrabía bota
ESCUDO DE ARMAS DE CALATAYUD

13/06/2020

1638 El gran asedio de Hondarribia, por varios autores


libro asedio hondarribia fuenterrabia ejército francés gipuzkoa
1638 HONDARRIBIKO SETIO HANDIA.
1638 EL GRAN ASEDIO DE HONDARRIBIA

1638 Hondarribiko setio handia. 1638 El gran asedio de Hondarribia
Álvaro Aragón, César Fernández Antuña, Juan Ramón Guevara, Carlos Rilova e Ignacio Garrido; Editorial Gustav-Eko Koadernoak K.E., (2011), 133 páginas, escrito en eusquera


10/09/2019

Alarde de Fuenterrabia - Hondarribia de 1638 y su desfile militar


El 1 de julio de 1638, la villa de Fuenterrabia - Hondarribia sufrió su asedio más famoso en el marco de la Guerra de Fracia de 1635-1659. Las tropas francesas del rey Luis XIII cercaron la villa al mando del príncipe de Condé. En los primeros días del asedio, los hondarribiarras, reunidos en la parroquia, juraron a la Virgen de Guadalupe que si por su intercesión lograban librarse, se lo agradecerían anualmente yendo en procesión a su Santuario situado en el promontorio de Olearso. La ciudad resistió durante 69 días, levantándose triunfal el sitio el 7 de septiembre de 1638.

Por la exitosa resistencia, el rey Felipe IV concedió a la ciudad el título de "Muy noble, muy leal, muy valerosa y muy siempre fiel".

El Alarde de Fuenterrabia es la renovación anual del voto que los hondarribiarras hicieron a la Virgen de Guadalupe en agradecimiento por la liberación del asedio sufrido en 1638. Desde el año 1693, esta fiesta totalmente de carácter histórico, religioso y militar se celebra cada 8 de septiembre.

Está precedida de una procesión cívico-religiosa. Posteriormente, los barrios forman compañías de infantería que realizan el desfile militar, además hay gastadores, un escuadrón de caballería y hasta una batería de artillería. Actualmente las uniformidades y la música de pífano y tambor se remontan a la época de la Guerras Carlistas.

alarde fuenterrabía desfile militar hondarribia gipuzkoa sitio guadalupe
ALARDE DE FUENTERRABÍA - HONDARRIBIA

22/04/2018

Hondarribia: El gran asedio de 1638




El 1 de julio de 1638, Hondarribia fue atacada por el Ejército francés que cruzaba el río Bidasoa con 18.000 soldados de infantería y 2.000 de caballería al mando del príncipe de Condé.

06/09/2017

Machín de Arsu


Líder de la vanguardia de ataque del Ejército castellano-vasco de Alfonso X que liberó Fuenterrabía en el sitio de 1280 por las tropas navarro-francesas de Felipe III

arsu fuenterrabía linaje vasco gornutz banderizo machín arzu escudo
ESCUDOS DE ARMAS DE ARSU

Natural de Fuenterrabía, donde nació Machín de Arsu a finales del siglo XII. Era señor del Palacio y Casa solar de Arzu en Cornuz (Gornutz). Se le atribuye una gran victoria obtenida sobre los franceses el 20 de diciembre de 1280, en el punto de Cornuz.

En 1280, el rey de Francia Felipe III el Atrevido atacó por sorpresa a Fuenterrabía con un Ejército franco-navarro. Este rey era regente de Navarra ya que consiguió casar a su hijo, el futuro Felipe IV de Francia, con su prima Juana I de Navarra, última reina de la casa de Champaña, que había llegado al trono con tres años de edad, convirtiéndose en el rey Felipe IV de Navarra.

El rey de Castilla, Alfonso X el Sabio, aguardaba un posible encuentro diplomático con el rey de Francia en las llamadas Conferencias de Bayona entre sus embajadores. Pero Felipe III tenía pretensiones de recuperar la ciudad de Hondarribia para Navarra, como ciudad portuaria del reino, tras la vinculación de Guipúzcoa al Reino de Castilla en 1200.

Sucedió entonces el primero de los varios sitios que esta ciudad sufriría en los sucesivos siglos por un Ejército de franceses y en ocasiones aliado y acompañados de navarros. Según la crónica: "y haciendo el daño posible en su comarca tomo un passo estrecho a la parte de Poniente de la Villa, y alojo sobre el su gente estendiendola hasta el termino llamado Cornuz a la falda Oriental del Promontorio Olearso".

Cuando recibió estas noticias, Alfonso X avanzó desde San Sebastián con sus tropas hasta detenerse en lo alto del monte Jaizkibel. Reunió a las personas de más experiencia y con mayor conocimiento de la zona. Asistieron a esta junta algunos vecinos y naturales de Hondarribia que vivían fuera de sus muros. En la reunión estaba presente Machín de Arzu, quien propuso al rey servir de guía a sus tropas para llevarlas a caballo por un camino hasta un punto en el que atacar a los franceses por sorpresa. Además, aconsejó que para marchar sin hacer ruido, es decir "para no ser sentidos de los enemigos mandase que las herraduras de los cavallos fuesen atapadas y cubiertas con paños para que no sonasen hasta que no estuviesen sobre ellos, y para que fuesen conocidos entre si sobrevistiesen sus camisas y caminasen con silencio y veria como succederia bien".

Ante tal muestras de prudencia y valor, Alfonso X confió en su experiencia para organizar su plan de contraataque. Mandó cubrir los cascos de sus caballos con telas, se colocaron las camisas por encima del resto del equipo para diferenciarse de los franceses, y avanzaron en silencio por caminos poco conocidos de Jaizkibel. Antes del amanecer llegaron por sorpresa al campamento principal del Ejército francés.

ALFONSO X DE CASTILLA Y FELIPE IV DE NAVARRA

Aquella vanguardia de ataque logró que el combinado franco-navarro abandonase sus tiendas y sus pertrechos, y huyeron en desorden. Según la crónica: "Cavallero Machin lo fizo también hiriendo y matando hasta llegar a la tienda del dicho Rey de Francia que estaba cerca de un rio", defendida por nobles franceses "de alta guisa". Mató a cinco de ellos "y al mesmo rey le expuso a trance de perder la vida". Felipe III de Francia consiguió escapar y huir con el resto de sus tropas.


Cuando Alfonso X el Sabio tuvo conocimiento del resultado de la acción dirigida por Machín de Arzu y "de lo bien que lo avia hecho, y que por el se avia dado orden de desbaratar el campo de su contrario" quiso conceder grandes mercedes al caballero hondarribiarra.

Además, en recompense a los servicios prestados el rey Alfonso X otorgó a Machín el término de Cornuz y una porción de terreno de Fuenterrabía. Todo ello se hizo constar en el certificado que aún conservan con veneración en la casa solar de Arsu.

Según asegura en 1620 el maestre de armas Diego de Urbina, desde entonces el escudo de la casa de Arsu o Arzzu lo forman "un castillo de oro en campo de gules, que es colorado, al pié de un río con cinco cabezas cortadas y en lo alto del castillo tres flores de lis de oro, y por orla ocho panelas verdes en campo de oro". Las cinco cabezas cortadas hacían alusión a los cinco nobles franceses abatidos por Matxin de Arzu junto a la orilla del río en la que se encontraba la tienda del Felipe III.

Desde entonces, este escudo tallado con el lema "Soy de Arzu" se encuentra en la fachada de la casa solar de Arzu, situada en el número 4 de la calle Ubilla de Hondarribia. Se trata de un edificio construido a comienzos del siglo XVII, cuando el linaje de Arsu se traslado a vivir intramuros.

calle machín arzu linaje nobiliario calle fuenterrabía hondarribia
CALLE MACHÍN DE ARSU EN FUENTERRABÍA

17/11/2016

Fuenterrabía, "muy Noble, muy Leal, muy Valerosa y muy Siempre Fiel"



En 1638, el rey Felipe IV otorgó a la ciudad de Fuenterrabía (Hondarribia) el título de "Muy noble, muy leal, muy valerosa y muy siempre fiel", por la heroica resistencia ofrecida al Ejército francés durante el asedio de mismo año, en el ámbito de la Guerra de los Treinta Años.

25/07/2016

Sitio de Fuenterrabía de 1638



El Sitio, que duró sesenta y nueve días, fue horroroso. Se abrieron dos brechas en las murallas, volaron siete minas, hubo nueve asaltos. De los setecientos hombres con armas, al mes sólo quedaban trescientos. Un informe oficial habla de que la población fue azotada por dieciséis mil balas de cañón y cuatrocientas sesenta y tres bombas de mortero. En Europa se utilizaron por primera vez los morteros durante el asedio a Hondarribia en 1638. Estas armas de tiro curvo, lanzaban bombas que explotaban una vez llegadas a su objetivo y causaron grandes estragos. Hasta entonces, los cañones únicamente lanzaban proyectiles que no estallaban, tan sólo destruían por la fuerza de su impacto.

08/07/2016

Sitio de Fuenterrabía de 1638


El Sitio de Fuenterrabía es la denominación del asedio que las tropas francesas efectuaron entre junio y septiembre de 1638 a la plaza fortificada de Fuenterrabía, puerto cantábrico guipuzcoano en la desembocadura del río Bidasoa, fronteriza entre España y Francia. Este enfrentamiento está englobado la Guerra franco-española de 1635-1659, al mismo tiempo que en otros territorios del centro de Europa se libraba la Guerra de los Treinta Años entre ambos contendientes y sus aliados.

El cardenal Richelieu envió Ejército francés formado por una caballería de 2.000 jinetes y una infantería de 18.000 soldados, de los cuales 7 u 8.000 serían buenos soldados, el resto milicias inexpertas, entre ellas los 1.000 del contingente de Labourd. Estaba dirigido por el comandante en jefe Enrique II de Borbón-Condé, el príncipe de Condé, un gran político, sin experiencia en asuntos militares.

Este contingente estuvo apoyado por una armada de entre 20 y 30 barcos de guerra que llevaban a 7.000 marineros, al mando del arzobispo de Burdeos, Henri d´Escoubleau de Sourdis. Otros mandos fueron De la Force, Conde de Gramont, Bernard de Nogaret de la Valette d´Epernon, Saint-Simon, y Espenan.

Ambas fuerzas sumaban unos 27.000 sitiadores, de los cuales 11.000 murieron, que asediaron el puerto y ciudad de Fuenterrabía durante más de dos meses, disparando 16.000 proyectiles dentro de la ciudad amurallada. Otros cálculos aseguran que las bajas francesas, entre muertos y heridos, fueron de 4.000, más unos 2.000 prisioneros. Pero no hay datos para las bajas españolas. Además, sitiaron de Irún, Oiarzun, Lezo, Rentería y Pasajes.

SITIO DE FUENTERRABÍA DE 1638

Las fuerzas defensivas dentro de Fuenterrabía se calculan en unos 1.300 hombres capaces de empuñar las armas entre presidiarios de la guarnición, paisanos de la villa, y vecinos de municipios guipuzcoanos que habían llegado en su apoyo. Al mando estaba su alcalde y jefe de la plaza fortificada Diego de Butrón y Eguía, mientras que el encargado de las fortificaciones era el jesuita y matemático Diego Isasi.

Las tropas del ejército de auxilio español se estiman en 15.000 soldados de infantería y 500 de caballería al mando del almirante de Castilla, el comandante en jefe Juan Alfonso Enríquez de Cabrera. Otros mandos fueron Domingo de Egia, Miguel Pérez de Egea que murió el 10 de agosto, el marqués de Mortara; Carlo Andrea Caracciolo marqués de Torrecusa, y el ingeniero maestre de campo Antonio Gandolfo. Además, como refuerzos entraron 160 provinciales el 6 de julio y 150 irlandeses el día 13 del mismo mes.

El sitio duró 69 días desde el 1 de julio hasta el 7 de septiembre. Las penalidades sufridas por los sitiados, mujeres, muchachos y soldados, fueron incontables. Se abrieron 2 brechas en las murallas, volaron 7 minas, hubo 9 asaltos. De los 700 hombres con armas, al mes sólo quedaban 300. Un informe oficial habla de que la población fue azotada por 16.000 balas de cañón y 473 bombas de mortero.

En Europa se utilizaron por primera vez los morteros durante este asedio. Estas armas de tiro curvo, lanzaban bombas que explotaban una vez llegadas a su objetivo y causaron grandes estragos. Hasta entonces, los cañones únicamente lanzaban proyectiles que no estallaban, tan sólo destruían por la fuerza de su impacto.

SITIO DE FUENTERRABÍA DE 1638


Fueron grandes las proezas efectuadas por las tropas y vecinos, que se defendieron con lanzas, cubriendo las brechas abiertas en las murallas por los proyectiles enemigos, anulando el efecto destructor de las minas y contrarrestando los asaltos. Las bombas incendiaron multitud de casas, los víveres escaseaban y las municiones empezaban a agotarse.

A finales de julio, a punto de cumplirse el primer mes de asedio, se leyó a los sitiados una carta del almirante de Castilla, informando de que estaba reuniendo un ejército numeroso que acudiría en su defensa. Los de la villa contestaron que se dieran prisa, pues andaban escasos de pólvora, munición y víveres, y no sabían el tiempo que podrían resistir. También se consiguió hacerles llegar una carta del rey Felipe IV, asegurando que estaba orgulloso de su valor, y prometiéndoles perpetuar su memoria y resarcirles de todos los daños.

El 31 de agosto los franceses intentaron el asalto, utilizando escalas que los defensores repelieron lanzando pez ardiendo. En septiembre, la situación se hizo insostenible. Los muros habían caído, y el enemigo superaba el foso, los defensores eran pocos y se hallaban indefensos por falta de plomo.

Los franceses realizaron una oferta de rendición. El alcalde Diego de Butrón ofreció su plata para hacer balas y amenazó con la muerte al que hablase de entregar la plaza: "el primero que averigüe que anda hablando de entregarnos, yo mismo lo he de coser a puñaladas". Pero la respuesta oficial la dio el gobernador de la plaza diciéndoles que intentasen el asalto, que ellos no necesitaban de ayudas forasteras y que Fuenterrabía en sí misma tenía bastante para su defensa. Siguiendo su ejemplo, todos rivalizaron en valor y sacrificios. Dentro de ella sólo quedaron como supervivientes trescientas personas, la mayor parte mujeres y niños. La ciudad estaba virtualmente destruida, pero no se rindió.

Nuevamente se repitieron los asaltos. Como no había brazos suficientes para cerrar las brechas, una cuadrilla de muchachos, con escopetas y mosquetes, defendieron una de las paredes de la fortaleza, subidos sobre piedras, cuando no sobre cadáveres.

Llegó el día 7 de septiembre, día 69 del asedio, víspera de la virgen de Guadalupe, y apareció sobre el monte Jaizkibel el Ejército español de auxilio, comandado por el almirante de Castilla, que, embistiendo con ímpetu a las tropas de Condé, asentadas en lo alto y al lado este del monte, las arrolló y puso en precipitada fuga, desbaratándolas completamente. Al oscurecer entraron en Fuenterrabía y se encaminaron a la parroquia, donde se cantó el Te Deum en acción de gracias.

El almirante de Castilla, en carta a su mujer, describía la batalla empleando estos sencillos términos, que se han hecho célebres:
"Amiga: como no sabes de guerra, te diré que el campo enemigo se dividió en cuatro partes: una huyó, otra matamos, otra prendimos, y la otra se ahogó. Quédate con Dios, que yo me voy a cenar a Fuenterrabía."
Al día siguiente el almirante avistó la ciudad en ruinas, donde ninguna casa quedaba intacta, y muchas estaban hundidas. Los enfermos y heridos se hallaban tendidos en rincones y zaguanes. Sus rostros demacrados componían la estampa de la verdadera magnitud de la tragedia. La falta de munición se hizo acuciante al final del asedio: se había consumido todo el hierro y el plomo de la villa, por lo que se echó mano del peltre que había en las casas, y se llegó a disparar con plata.

SITIO DE FUENTERRABÍA DE 1638

La derrota, considerada desastrosa por los franceses, fue atribuida por Henri d'Escoubleau de Sourdis a uno de sus generales, Bernard de La Valette, duque d'Épernon, que se había negado a dirigir un ataque ordenado por él mismo, en la creencia de que no podía tener éxito.

Fue una gesta de armas que bien honra a los guipuzcoanos, y en concreto a los naturales de Fuenterrabía. La Corte madrileña de Felipe IV y el pueblo español en general acogieron con alegría esta grata noticia, que fue celebrada con grandes fiestas en todo el reino. La ciudad recibió el título de la "Muy noble, muy leal, muy valerosa y muy siempre fiel".

Se escribieron obras de teatro, romances y versos sobre el suceso, así se manifestó, en la gran difusión que encontraron las Relaciones relativas a este sitio. Una de ellas, compuesta por el mismísimo Calderón de la Barca, hablaba irónicamente de la paliza que habían dado al francés. La defensa de Fuenterrabía era comparada con las de Sagunto y Numancia, para construir un nuevo mito del que la decadente monarquía sentía urgente necesidad.

Incluso el escritor Francisco de Quevedo contó una chanza al respecto:
"Huyeron los hugonotes,
y se dexaron las bragas,
y no las dexaron limpias,
pues descubrieron la caca."
El hecho se celebra todavía todos los días 8 de septiembre con un desfile denominado El Alarde.

Algunos defensores vascongados conocidos por su actuación en el Sitio de Fuenterrabía de 1638 fueron:

Diego de Butrón y Leguía, natural de Fuenterrabía, era alcalde de su ciudad durante el asedio. Ofreció toda su plata para la fabricación de balas, además de animar a los vecinos defensores a la lucha y prohibirles hablar de rendición. Alcanzó una gran fama en toda España, y al año siguiente el rey Felipe IV le nombró gobernador militar de Fuenterrabía, y miembro de la prestigiosa Orden de Santiago.

Domingo de Osoro y Landaberde, natural de Deba, era sargento mayor durante el sitio, pero llegó a ser maestre de campo en 1651 y gobernador de la plaza de San Sebastián en 1660.

Miguel de Itúrbide, natural de Garzáin, era descendiente de familia noble del Baztán que había tomado parte del ejército de Flandes. Participó en el socorro de 1638 y en la guerra de Cataluña, donde fue herido. Terminó siendo diputado por la ciudad de Pamplona en las Cortes de 1644 y caballero de la Orden de Santiago.

Juan de Beaumont y Navarra, natural de Fuenterrabía, era nieto del Condestable de Navarra, conde de Lerín. Fue uno de los oficiales que tomaron parte activa en la defensa de su ciudad. Casó con Magdalena de Justiz, de esta ciudad, y del matrimonio nació Luis de Beaumont y Navarra, sargento mayor en 1655 y maestre de campo en 1692.

Cristóbal de Gazteluondo, natural de Oñate, tomó parte de una expedición al mando de Álvaro Enriquez del Castillo, encargado en jefe del descubrimiento y conquista de las provincias de los mutilones, javalosos y otras, en el Virreinato del Perú. De vuelta a España, se distinguió en el sitio de Fuenterrabía, donde estuvo de maestre de campo del Tercio de esta ciudad fortificada.

SITIO DE FUENTERRABÍA DE 1638

11/04/2016

Fuentes historiográficas del sitio de Fuenterrabía de 1638


La principal fuente utilizada para el conocimiento de las operaciones del sitio de Fuenterrabía de 1638 ha sido la obra De obsidione Fontirabiae libri tres, del jesuita pamplonés José Moret, escrito en tres libros y publicada en latín hacia 1655. Fue traducida como Empeños del valor y bizarros desempeños o sitio de Fuenterrabía por el también jesuita pamplonés Manuel Silvestre de Arlegui y publicada en Pamplona en 1763 con algunas notas adicionales.

Moret dio muestras en su obra de conocer la ciudad de Fuenterrabía; de haber hablado con testigos del sitio que relata; de conocer un tanto al menos en qué consiste el ataque y defensa de una plaza y de los elementos de la milicia y la fortificación involucrados y de haber consultado algunos documentos de su archivo (como la investigación a Diego de Vera por el sitio de 1521).

SITIO DE FUENTERRABÍA DE 1638

En relación a su manejo de las fuentes documentales municipales, es curioso que desconozca o silencie la documentación del concejo de los años posteriores al sitio en que se da cuenta de las gestiones realizadas para reivindicar el buen nombre de todos los vecinos de la villa en general y sus esfuerzos y sacrificios durante la guerra, oscurecidos por el protagonismo que alcanzaron el alcalde Diego Butrón y su cuñado Urbina, a quienes se acusa de acercarse al almirante de Castilla para ganar su favor y aparecer en sus cartas al rey como los principales nervios de la defensa. Este aspecto tuvo gran trascendencia no sólo en lo relativo a las mercedes que cada uno pudiese recibir del rey en función de los méritos adquiridos sino también en la fama que pudiese alcanzar. La obsesión por la gloria militar atravesó todos los ámbitos del siglo, por eso son destacables las contínuas referencias del Conde-Duque, recogidas por Moret, a la fama de la monarquía; las de los cercados, que prefirieron morir con honra a rendirse, y las de la propia ciudad que en 1640 pretendió que la posteridad conociese la verdad de lo sucedido y no las falsedades que cuentan algunos libros que circularon tras el sitio.

La obra de Juan de Palafox y MendozaSitio y socorro de Fuenterrabía y sucesos del año 1638, publicada en Madrid en 1639, dedicada a las operaciones militares de la monarquía durante ese año en los diferentes escenarios europeos y americanos en que están en juego sus intereses, es menos minuciosa en la descripción de las operaciones del sitio.

La general coincidencia con Moret en relación con los sucesos relatados y su adscripción a días del mes concretos, así como un par de referencias a un "diario" al que parece seguir, insinúan que tanto Palafox como Moret obtuvieron información de una fuente común que relataría los sucesos de cada día del sitio. Con toda probabilidad, esta fuente común es la Relación diaria del memorable cerco y feliz vitoria de la muy noble y muy leal ciudad de Fuenterrabía, publicada en Burgos en 1639, una relación compuesta por la ciudad y enviada al conde-duque de Olivares.

SITIO DE FUENTERRABÍA, POR JOSÉ MORET

En estos sucesos dados a la exaltación militar y patria, resulta conveniente acudir a la versión de la otra parte. En este caso es muy esclarecedor el trabajo del archivero bayonés Edouard Ducéré,
Recherches historiques sur le siege de Fontarabie en 1638, publicado en 1880, en el que pretendió demostrar, frente a la que calificaba de "novela" de Moret, que no fue el valor de los guipuzcoanos el que permitió la liberación de Fuenterrabía sino los errores cometidos por los sitiadores, que dieron ocasión a la llegada del ejército de auxilio.

Para Ducéré, estos errores: la indecisión de Condé en la dirección; los celos y rencillas entre los nobles y generales franceses; la flojedad en los trabajos y asaltos; el escaso eco a las propuestas de M. de Sourdis, arzobispo de Burdeos y, sobre todo, la seguridad de que el duque de la Valette era un traidor al servicio del rey de España cuya huida a Inglaterra después del sitio evitó su juicio y ejecución. También Moret se ocupa al final de su obra de argumentar contra los que aseguran que España había negociado la victoria con oro como especie levantada por algunos nobles franceses deseosos de señalar un culpable por disculparse a sí mismos.

Algunos años después publicó un nuevo trabajo: Invasión du Labourd et siége de Fontarabie (1636-1638). Lettres et documents. Bayonne, en 1886, en el que recoge un grupo de documentos aparecidos después de publicada su obra anterior que van en la línea de la tesis que había enunciado anteriormente: la derrota francesa se debía a las rencillas entre sus mandos, a la incapacidad de Condé para imponerse a sus generales y a las maquinaciones de la Valette contra su propio ejército. Aunque en este caso, la fortuna de contar con testimonios directos de los protagonistas (en su mayoría cartas de la Valette y Sourdis a Richelieu) reclaman una precaución especial en su valoración por tratarse de la versión de personas interesadas en justificar su actuación en lo sucedido y apartar hacia otro lado una responsabilidad en el fracaso que todos sabían que el rey trataría de averiguar.

Otro tipo de fuentes historiográficas sobre el sitio pueden considerarse los memoriales sobre las fortificaciones elevados por sucesivos ingenieros en los años siguientes al sitio señalando las principales deficiencias observadas en 1638 y proponiendo las mejoras necesarias.

ESCUDOS DE ARMAS DE FUENTERRABÍA