29/06/2021

¿Cuál es el origen del nombre de Euskadi?


Euskadi es la forma actual de un neologismo inventado por Sabino Arana a finales del siglo XIX: Euzkadi. Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco, inventó este topónimo para desterrar el de Euskalerria. En 1895 se produce la ruptura entre el Carlismo defendido por los euskalerriakos, dinásticos y tradicionalistas, que por siempre sólo reconocerán España y Euskalerria, y el Nacionalismo, los anti-forales que sólo reconocen Euzkadi.

El neologismo Euzkadi consta de una absurda raíz, euzko, que el propio Arana extrajo de la palabra euskera, a la que Arana atribuyó con el significado "vasco". Arana interpretó esta invención léxica como una reconstrucción fidedigna del antiguo y genuino nombre de los vascos: euskos. Esta raíz la combinó con el sufijo -ti/-di, aplicado solo a agrupaciones de vegetales, como el caso de pagadi (hayedo), urkidi (bosquecillo de tilos), sagardi (manzanal), etc., por lo tanto, Euzkadi significaría literalmente por "bosque de euzkos".

El idioma materno de Arana, como de la mayoría de los vascos a finales del siglo XIX, era el castellano, el cual, lo escribía con elegancia, sin duda mejor que el vascuence, pero renegaba de él. Pretendía dotar a la nación vasca por él soñada de un nombre vernáculo, darle el sentido de "conjunto de vascos" o algo parecido.

El término de Euzkadi fue un término usado únicamente por los nacionalistas vascos, por lo menos hasta el advenimiento de la II República, y lo entendían como el conjunto de las Provincias Vascongadas, Navarra y los territorios vascofranceses. Fue establecida por primera vez de forma oficial ya iniciada la Guerra Civil, el 1 de octubre de 1936, con el primer Gobierno Vasco de la historia, que, aunque legalmente abarcaba solo las tres provincias que actualmente configuran la comunidad autónoma del País Vasco (Álava, Guipúzcoa y Vizcaya), solo fue aplicable dicho Estatuto en Vizcaya y la franja occidental de Guipúzcoa, ya que el resto de Guipúzcoa y Álava estaban en manos de los sublevados. Más tarde, fueron los comunistas los que adoptaron este neologismo, debido a la influencia de la doctrina leninista de la autodeterminación de los pueblos, y denominaron a su sección vasca Partido Comunista de Euzkadi.

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BANDERA DE EUSKADI Y SABINO ARANA

Durante la dictadura franquista, en la década de los 60, los derrotados en el exilio transformaron Euzkadi en Euskadi. Mientras los partidarios del régimen dictatorial rechazaban este término, los nacionalistas y comunistas lo defendían, y fueron estos últimos durante su refugio y la prensa francesa de izquierdas quienes llevaron el uso de Euzkadi a la zona vascofrancesa, cobrando significado como equivalente estricto de Pays Basque o País Vasco. De esta forma se empezó a asociar Euskadi con País Vasco español y excluyendo a Navarra, y Pays Basque con País Vasco francés.

En la actualidad, según su Estatuto de Autonomía, es uno de los nombres de la comunidad autónoma del País Vasco desde 1979. Por ello su término, desde entonces, de forma generalizada se circunscribe a los tres territorios de esta comunidad que tienen la consideración constitucional de "comunidad histórica".

El término Euskadi es asumido por los constitucionalistas vascos, y por la práctica del lenguaje administrativo común en España, siempre como equivalente a Comunidad Autónoma del País Vasco. En cualquier caso la mayor parte de los nacionalistas vascos siguen considerando Euskadi como equivalente a Euskal Herria, y siguiendo ese criterio, la dividen en: Euskadi Norte, para referirse a los territorios ya descritos del País Vasco francés, que forman parte de Francia; y Euskadi Sur, para referirse a los cuatro territorios que forman parte de España.

De igual manera que Euskadi, la región del País Vasco francés denominada Larpudi también termina con el sufijo -di. Por tanto, para Arana, Lapurdi significaría "bosque de lapures" o de "lapurdios".

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LAS TRES PROVINCIAS DE EUSKADI Y SU ESCUDO AUTONÓMICO

25/06/2021

Aparición de la Virgen de Arantzazu


Según cuenta la tradición, durante la primavera de 1468, se encontraba el pastor Rodrigo de Baltzategi intentando reunir su rebaño en los alrededores del actual Parque Natural de Aizkorri-Aratz. Escuchó el sonido de un cencerro que le llamaba y encontró la imagen de la Virgen María sobre un árbol espino. Entonces exclamó la frase en eusquera "Arantzan zu!?", que significa "Tú en un espino!?".

Esta aparición generó la peregrinación de devotos hacia el lugar, dando pie a la construcción del primer Santuario de Arantzazu, en honor a esta virgen. Pero Arantzazu significa "lugar de espinos".

santuario monasterio arantzazu virgen guipúzcoa
MONASTERIO DE ARANTZAZU

22/06/2021

Blanca de Navarra


Blanca Évreux Sicilia reina Navarra
BLANCA I DE NAVARRA

A comienzo del siglo XV, en Navarra reinaban Carlos III y Leonor de Trastámara, quienes tuvieron cuatro hijas. En 1402, organizaron una reunión en la villa de Cortés, al sur de Navarra, con el rey aragonés Martín el Humano, a fin de que este eligiera a una de sus hijas para matrimoniar con su hijo Martín I de Sicilia.

Blanca fue escogida, quien se casó con Martín en la isla de Sicilia, el 26 de noviembre de 1402, aunque ya había sido coronada antes como reina. Gobernó Sicilia durante las ausencias de su marido, quien murió en 1409.

Después, la futura reina de Navarra matrimonió con Juan II de Aragón, de cuya unión nació Carlos IV, el príncipe de Viana, quien debía heredar el reino a la muerte de su madre. Pero, al fallecer Blanca, su esposo Juan II usurpó el trono navarro.

Madrid calle Blanca Navarra
CALLE BLANCA DE NAVARRA

17/06/2021

Compañía Navarra en la Expedición de conquista de Albania


En 1375, Castilla se recuperaba de las heridas de su guerra civil. Carlos II de Navarra, llamado el Malo, veía alejarse su sueño de ceñir la corona francesa. Había luchado contra el rey de Francia, Carlos V, mediante una compañía de miliares. Era la primera de las Compañías militares navarras organizadas en este tiempo, paralizada en 1366, tras la paz firmada con Francia. Aragón intentaba quedar a salvo de las luchas de unos y otros.

Este cuerpo militar fue reunificado bajo el mando de Luis de Evreux, y estaba formado por mercenarios, la mayoría de ellos provenientes de Navarra y Gascuña. Fue la Compañía Navarra, aunque es un término moderno, informal y en cierto modo no demasiado académico de llamar a estos mercenarios. Esta compañía protagonizó una de las hazañas más extravagantes de la Edad Media: la conquista del Reino de Albania; además lucharían contra otros españoles, los aragoneses que controlaban Atenas y Tebas a finales del siglo XIV.

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COMPAÑÍA NAVARRA

La actual Albania, país de la costa Adriática, era en el siglo XIV una pieza más en el mosaico de señoríos, ducados y principados que componía un Imperio bizantino en decadencia. Desde tiempo atrás, la mayor parte de esas plazas y en especial las ciudades costeras, puntos estratégicos de las vías comerciales, eran feudo de la aristocracia mercantil italiana (florentinos, venecianos, genoveses), cuyos principales linajes habían emparentado con la familia imperial bizantina y actuaban como virreyes en esas tierras. Albania, cuya capital era entonces Durazzo, también había estado bajo control italiano, concretamente de los Anjou de Sicilia. Pero, en 1368, los sicilianos perdieron el territorio a manos de un caudillo local, Carlos Topia, emparentado con la propia casa real siciliana. Venecia se apresuró a apoyar a Topia para perjudicar a Sicilia. Así los sicilianos no conservaron en Albania más que el título (el ducado de Durazzo) y la difícil aspiración de volver un día. Esa era la situación cuando la titular del ducado, Juana de Durazzo, fue a casarse con Luis de Evreux. Este era conde de Beaumont-le-Roger y duque de Durazzo por su matrimonio con Juana, también era hermano de Carlos II de Navarra. Luis, deseoso de aventuras y poder, no lo dudó: él recuperaría Durazzo, la capital del Reino de Albania.

Carlos II de Navarra apoyó su hermano Luis en su intento de retomar Durazzo y el Reino de Albania, concediéndole la dirección de la Compañía Navarra. Asimismo, Carlos V de Francia ayudó a Luis con 50.000 ducados para una aventura que, por otro lado, devolvería a sus parientes Anjou el dominio de Albania. En 1372, la compañía creció gracias al reclutamiento efectuado por un famoso capitán de la época, Ingeram de Coucy, quien reclutó en Gascuña a 500 lanceros y otros 500 arqueros a caballo, la mayoría de Gascuña, que se unirían a la hueste. Aunque estos soldados fueron reclutados para servir en Albania se organizaron en Nápoles.

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LUIS DE ÉVREUX DE NAVARRA Y ALFONSO IV DE ARAGÓN

Un capitán navarro, Juan de Urtubia, escudero del rey, anduvo buscando voluntarios en el sur de Francia. En febrero de 1374, Urtubia recibió del rey de Navarra unos 1.000 florines de oro aragoneses y los derechos sobre los molinos del puente de Tudela, a modo de recompensa por su trabajo. Varios cientos de voluntarios navarros u gascones continuaron se alistaron en la Compañía Navarra motivados por una excelente soldada: 30 florines de oro al mes por cabeza. Entre la tropa se encontraban numerosos ingenieros, que eran soldados especializados en asedios y máquinas bélicas. Las listas de soldados enrolados se conservaron en Pamplona.

A partir de febrero de 1375, empezaron a zarpar los navarros desde el puerto de Tortosa con rumbo a las costas albanesas. Urtubia partió con 50 hombres. Los nombres de otros capitanes eran el también navarro Garro y los gascones Mahiot de Coquerel y Pedro de la Saga. Su objetivo era la ciudad de Durazzo.

Durazzo ya no era ni la sombra de lo que había sido. Aquel viejo emporio griego y romano era ahora una ciudad empobrecida rodeada de pantanos, con un ambiente malsano y pocos recursos. Pero seguía siendo un punto esencial en el tráfico mercantil del mar Adriático, de manera que valía la pena el esfuerzo.

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JUAN DE URTUBIA

En 1376, la Compañía Navarra tomaba la ciudad, controlando del Reino de Albania y restituyendo su ducado de Durazzo. Lo que sucedió a continuación es que Luis de Evreux falleció y su compañía militar se quedó sin señor. Y aún peor, la viuda, la duquesa Juana de Durazzo, contrajo nuevo matrimonio y perdió interés por aquel reino. Así, aquella hueste de navarros y gascones se vio aislada en un país lejano, sin contacto con Navarra ni con una ninguna otra corona europea. Un ejército fantasma en un territorio sin dueño.

La Compañía Navarra rompió su juramento de fidelidad a la duquesa de Durazzo y se apresuró a buscar un nuevo patrón. En 1377, se puso al servicio de Pedro IV de Aragón, que tenía en Tebas y Atenas a sus almogávares. La Grecia aragonesa ya no era ni sombra de lo que fue, porque los descendientes de la hueste almogávar se hallaba divididos entre los partidos de Aragón y los que preferían servir a la Corona siciliana. Aragón no era un patrón fiable.

Pero había más gente interesada en contratar los servicios de los navarros. Aquellas tierras eran un mosaico de señoríos mal cohesionados. En Corinto gobernaba un magnate florentino, Nerio I Acciajuoli, mercader florentino casado con una princesa bizantina. En Acaya mandaba el príncipe Jaime de Baux, que aspiraba al título imperial de Bizancio. Por medio andaba también la Orden Militar de los Hospitalarios, cuyo gran maestre era el veterano aragonés Juan Fernández de Heredia, y que desde su base de Rodas trataba de controlar los Santos Lugares. Todos ellos pensaban, cada cual por su cuenta, que era preciso reunificar el fragmentado mosaico bizantino. Y uno de los mayores obstáculos para ello eran precisamente los últimos almogávares de Grecia. Jaime de Baux contrató a Nerio de Corinto y a los hospitalarios al mismo tiempo. Así, la hueste navarra encontró nuevos patrones. Y todos iban a emplearlos para lo mismo: expulsar a los aragoneses. Se avecinaba una guerra entre españoles en el extremo oriental de Europa.

ESCUDO DE CARLOS II DE ÉVREUX

En la primavera de 1378, Juan de Urtubia partió con cien hombres desde Durazzo hacia la Morea, siguiendo la llamada de Gaucher de La Bastide, prior de los Caballeros Hospitalarios en Toulouse y comandante del Principado de Acaya. Neiro había puesto a su disposición varios barcos y un cierto número de guerreros. Mahiot de Coquerel y la compañía navarra gobernaron Morea bajo los auspicios de Jaime de Baux.

En 1379, Juan de Urtubia estaba en Corinto con más de 100 soldados, al servicio de Jaime de Baux, quien reclamaba el trono de Acaya. Los navarros desembarcaron en Glarentza (Kastro-Kyllini), atravesaron el Peloponeso y llegaron a las llanuras de Beocia. Lo que encontraron allí los navarros fue un absoluto caos: los bandos aragoneses, enfrentándose entre sí, luchaban a su vez contra la población local rebelde y contra florentinos. Todos los descontentos con el dominio aragonés se sumaron a la hueste de Urtubia. Incluso algunos señores vecinos se apresuraron a aportar tropas, como el duque de Eubea y el marqués de Bodonitza, dos italianos. Cuando Juan de Urtubia se plantó ante Tebas, tenía a sus órdenes un ejército de considerables dimensiones.

COMPAÑÍA NAVARRA

Mientras, en Tebas, los aragoneses no salían de su asombro al ver lo que se les venía encima. Los líderes de la ciudad, Bernardo Ballester y Luis Fadrique de Aragón, estaban ausentes. Ballester viajaba precisamente a Aragón para negociar con el rey Pedro IV. Los otros notables locales, Fuster, Falguera, Guardia, Savall, Ibáñez, Rodar, Lluria, andaban en discordia. Su situación era simplemente desesperada. Y lo peor era que, si caía Tebas, todo el poder aragonés en la región caería después, empezando por la vecina Atenas. El vicario de esta última ciudad, Galcerán de Peralta, viendo el riesgo, dejó Atenas y corrió en socorro de los sitiados. Era una apuesta a una sola carta: si ganaba, Tebas y Atenas estaban salvadas; si perdía, las dos ciudades caerían a la vez.

Urtubia tomó parte del sitio de Tebas, con el apoyo del arzobispo de la ciudad, Simón Atumano. Fue una batalla tremenda. Los aragoneses de Galcerán perdieron; el propio vicario cayó preso de los navarros. Pero lo peor estaba aún por llegar. Dentro de Tebas, las querellas que dividían a la ciudad estallaron en una espiral incontrolable. Los enemigos del poder aragonés abrieron las puertas a los navarros. La matanza fue atroz: no solo porque los navarros entraron en la ciudad a sangre y fuego, sino también porque con ellos iban florentinos, venecianos y griegos dispuestos a saldar viejas deudas, mientras en el interior de las murallas los propios bandos tebanos ajustaban cuentas entre sí. Los supervivientes huyeron adonde pudieron. Tebas quedó prácticamente despoblada.

COMPAÑÍA NAVARRA

Aquella no fue la última batalla de Urtubia y los navarros en Grecia. Después de Tebas vino Livadia, la otra gran capital de la región, y luego la misma Atenas. A la altura de 1381, Urtubia pudo incluso plantearse crear su propio principado. El proyecto lo frustraron los vencidos aragoneses, que regresaron con refuerzos para recuperar su territorio. Urtubia volvió a verse solo en tierra lejana, necesitaba nuevamente un aliado, y esta vez lo encontró en la Orden del Hospital: el gran maestre Juan Fernández de Heredia y su lugarteniente, el prior Gauchier de la Bastida, gascón y amigo de Urtubia, contrataron los servicios de los navarros. Su objetivo era impedir que los aragoneses reconstruyeran su dominio. El apoyo de los hospitalarios bastó para frenar a los de Aragón. Las cuatro barras abandonaron Grecia después de casi un siglo de dominio en Atenas y Neopatria, cuando las llevaron los almogávares. Y el cerebro de la operación, Nerio Acciajuoli de Corintio, pudo hacerse con el control de Tebas y Atenas.

Llegados a este punto, la compañía navarra tomó un papel diferente. Algunos de los hombres que habían servido bajo el mando de Urtubia pasaron de nuevo bajo el mando de Mahiot en Morea. La compañía se organizó como un virreinato en Acaya, bajo el mando de tres capitanes: Mahiot, Pedro Bordo de San Superano y Berard de Varvassa.

No se sabe qué pasó después con Juan de Urtubia, posiblemente estuviera muerto. En enero de 1382, la Compañía Navarra firmó la paz con Venecia y entre los signatarios no se encontraba Urtubia. Sí estaban los caballeros Berard de Varvassa, Juan de Ham Subsion, Lorenzo de Salafranca y Juan de Espoleto, pero no hay rastro del capitán. Del otro caudillo de la compañía inicial, el gascón Mahiot de Coquerel, desempeñó el gobierno de Acaya y Lepanto.

Cuando, poco después, Jaime de Baux subió al trono del Imperio bizantino, un grupo de caballeros navarros obtuvieron títulos imperiales por el apoyo prestado en Acaya, así como tierras en el Peloponeso.

ALMOGAVARES EN LA DEFENSA DE ATENAS

Tras la muerte de Jaime en 1383, la Compañía Navarra era el poder gobernante en la Grecia franca, y sobre ellos recayó la responsabilidad de reorganizar el estado y de proteger el nuevo príncipe. Mientras la compañía rehusaba reconocer a los herederos de Jaime de Baux sin pruebas que fueran costosas de suministrar, mantuvieron el poder en Acaya y fueron autorizados por los barones del reino para negociar un tratado con la República de Venecia, que se alcanzó el 26 de julio de 1387. En 1386, Pedro de San Superano sucedió a Mahiot como líder de la Compañía.

Se desconoce el paradero del resto de la Compañía Navarra, porque no fundaron un espacio político propio al estilo de los almogávares, sino que se disolvieron entre los fragmentos territoriales de Bizancio. Probablemente, los últimos caballeros gascones y navarros de la Compañía terminaron implicados en las querellas de la región. Su antiguo patrón, el florentino Nerio I Acciajuoli, estaba casado con la hija de un príncipe bizantino, Teodoro Paleólogo.

Cuando murió Nerio, hacia 1394, sus posesiones pasaron a otro italiano, Carlo Tocco, conde de Cefalonia. Teodoro Paleólogo quiso arrebatar el premio al heredero y sitió Corinto. Entonces, el italiano llamó en su socorro a Paleólogo y, de paso, invadieron la región de Morea. Los navarros que por allí quedaban, bajo las órdenes de Pedro de San Superano, se limitaron a obedecer a Tocco, que era su jefe. Seguramente, nunca fueron conscientes de que estaban contribuyendo a que Bizancio, el último vestigio del Imperio romano de Oriente, cayera en manos musulmanas.

COMPAÑÍA NAVARRA

13/06/2021

La Patria Soñada, por Santiago de Pablo Contreras


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LA PATRIA SOÑADA, POR SANTIAGO DE PABLO

La Patria Soñada. Historia del nacionalismo vasco desde su origen hasta la actualidad
Santiago de Pablo Contreras, Editorial Pretérita - Biblioteca Nueva (2015), 432 páginas

En estas páginas, el lector descubrirá no solo los principales hitos de la evolución del Nacionalismo vasco, sino también muchas historias que se encierran dentro de esta Historia:

¿Es cierto que Sabino Arana renunció al final de su vida a sus ideas para pasarse al españolismo?
¿Qué tiene que ver la furia española (el tradicional estilo de juego de la selección de fútbol) con el nacionalismo vasco?

¿Hubo algún intento por parte de los nazis de aliarse con el PNV durante la II Guerra Mundial?
¿Estuvo la CIA detrás del asesinato de Carrero Blanco?

"El nacionalismo vasco es el fenómeno político y social más importante de Euskadi y, sin él, es imposible comprender la historia contemporánea española. La estrategia del Partido Nacionalista Vasco, casi desde su nacimiento en 1895, convierte su historia en un caso de éxito sin paliativos que, sin embargo, tuvo que superar grandes dificultades: la incidencia de la Guerra Civil, el exilio y, sobre todo, la ruptura que supuso el nacimiento de ETA en 1959. El estudio de esta historia merece la atención de todos los lectores interesados en política. La patria soñada narra la historia esencial del nacionalismo vasco de forma comprensible y amena para el lector no especialista quien, tras su lectura, podrá considerarse plenamente informado de la evolución histórica de uno de los movimientos políticos más particulares e interesantes de la Europa contemporánea. Santiago de Pablo es uno de los historiadores más brillantes y prolíficos de su generación, la que ha escrito la Historia Contemporánea del País Vasco en los tres últimos decenios."
José Luis de la Granja
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco

"Una síntesis actualizada de la historia del nacionalismo vasco escrita con brillantez y asequible al público no especializado. Imprescindible para comprender el pasado y el presente del nacionalismo vasco."
Maitane Ostolaza
Profesora de Historia Contemporánea en La Sorbona, París

"Una brillante síntesis: el nacionalismo vasco ideal, el nacionalismo vasco como problema."
Juan Pablo Fusi
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Real Academia de la Historia

Santiago de Pablo es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco. Ha sido investigador invitado en la Universidad de Nevada, Reno (Estados Unidos). Entre sus libros destacan Tierra sin paz. Guerra Civil, cine y propaganda en el País Vasco (2006), The Basque Nation On-Screen. Cinema, Nationalism, and Political Violence (2012) y, como coautor, Historia del País Vasco y Navarra en el siglo XX (2009), Diccionario ilustrado de símbolos del nacionalismo vasco (2012) y La política como pasión. El lehendakari José Antonio Aguirre (1904-1960) (2014).

09/06/2021

Castillo de Marcilla


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CASTILLO DE MARCILLA

Marcilla
es una villa de la Comunidad foral de Navarra, en la Merindad de Olite, a 60 kilómetros de Pamplona. Participa de las características de la Ribera. F
orma juntamente con Peralta, Funes y Falces la Mancomunidad de la Ribera Alta.

Las primeras noticias históricas de sus orígenes, dignas de crédito, datan de la Edad Media. En 1160, la reina Sancha fundó el monasterio de monjas cistercenses.

El XV fue el siglo de la identidad del pueblo y centro de la vida cultural, social y política. En 1424, Mosén Pierre de Peralta el Viejo construyó en el centro de la villa el Castillo de Marcilla, de estilo gótico militar tardío con influencias de estilo italiano. Eran los últimos años del reinado de Carlos III el Noble. Fue cabeza del Señorío de Marcilla y más tarde del Marquesado de Falces.

Forma un bloque monumental de planta cuadrada con basamento de sillería en talud de piedras. Sus muros están formados por ladrillo árabe. En sus cuatro ángulos se elevan torreones prismáticos, que se completan con otros intermedios. En el centro del lienzo occidental o fachada principal destaca la torre del homenaje. El foso que lo rodea realza su carácter de fortaleza defensiva. En el interior se encuentra el antiguo patio de armas. Culmina el castillo el adarve o paso de ronda.

En su interior destaca la capilla que mantiene sus pinturas del siglo XV y el patio de armas, en torno al cual se distribuyen las distintas dependencias.

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CASTILLO DE MARCILLA

También conserva la espada Tizona del Cid, regalo del rey Fernando de Trastámara a Mosén Pierres el Joven. Desde que en 1513, el rey católico instituyera el marquesado de Falces, el castillo se convirtió en núcleo y cabeza de dicho marquesado, perdiendo parte de su carácter guerrero y transformándose en un castillo-palacio de tipo residencial.

Su historia ha sido objeto de interesantes leyendas, como el sucedido en 1516, cuando la marquesa Ana de Velasco se enfrentó al coronel Villalba en la defensa del castillo, impidiendo su demolición ordenada por el cardenal Jiménez de Cisneros.

Desde los años 60 ha sido objeto de varias intervenciones de restauración. El mal estado del edificio obligó a una renovación definitiva entre los años 2008 y 2012. Es Bien de Interés Cultural.

En la actualidad alberga dependencias municipales: el ayuntamiento, la biblioteca municipal, la escuela de música y el archivo municipal. Ha sido el eje de la vida social, política y cultural de Marcilla.

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CASTILLO DE MARCILLA

06/06/2021

Ramón de Echagüe y Barbería


Teniente del navío San Agustín en el que murió durante el combate de Trafalgar de 1805

RAMÓN DE ECHAGÜE Y BARBERÍA

Ramón de Echagüe y Barbería nació en el siglo XVIII, en San Sebastián.

En 1770, ya era alférez de Marina, entonces participaba a las órdenes del teniente general bilbaíno José de Mazarredo en la navegación por el mar Mediterráneo, océano Atlántico y en las misiones que partían hacia el puerto de Brest.

En 1804, se le nombró teniente de los Tercios Navales, durante la Tercera Guerra de Coalición que enfrentaba a España y Francia contra una alianza de países formada por Gran Bretaña, Rusia y Austria, principalmente.

Al año siguiente, embarcó como teniente de navío en el buque San Agustín, saliendo de la ría de Ares para unirse con la Escuadra combinada hispano-francesa al mando del vicealmirante francés Villeneuve y el teniente general español Gravina. Esta flota atracó en el puerto del Departamento Naval de Cádiz el 20 de agosto de 1805. Desde allí, se lanzó a romper el cerco que estaba efectuando una potentísima flota británica al mando del almirante Horatio Nelson en lo que fue el combate de Trafalgar, el 21 de octubre de 1905.

El San Agustín era un navío de línea 2 puentes, 74 cañones y 22 obuses, construido en el astillero de Guarnizo (Cantabria) según el sistema francés de Gautier. Aquel día contaba con 711 marineros, al mando del comandante Felipe de Jado y Cagigal, en el que los marinos vascos Agustín de Monzón y el propio Ramón de Echagüe Barbería eran tenientes de navío. Fue uno de los pocos navíos que, desde la desmembrada vanguardia, intentó apoyar sin demasiada táctica y con mucho valor al maltrecho centro de la línea defensiva que formaba la flota franco-española. En un principio, el San Agustín pareció equilibrar el combate contra el Leviathan, provocando gran devastación sobre su gente. Se hallaban a pocas yardas de la proa del Trinidad. Pero en cuanto el navío del comandante vasco Hurtado de Cisneros fue abatido, el San Agustín acabó también atacado desde la retaguardia por el Neptune inglés, abriendo fuego entre ambos navíos de tres puentes.

Entre las 3 y media y las 4 y cuarto de la tarde, los tenientes de navío Ramón Echagüe y Agustín Monzón cayeron muertos en el lado de estribor de la cubierta, intentando sujetar el segundo abordaje de la nave. Contra el navío se adjuntaron además a partir de las 4 y media otros dos buques británicos, el Minotaur y el Spartiate, aunque otras fuentes indican que fueron el Africa y el Britannia. Durante el enfrentamiento, el San Agustín fue abordado por hasta tres barcos de la flota británica. Combatió durante horas repeliendo dos abordajes. En el tercero, con los supervivientes atrincherados en popa y viendo los ingleses la irrecuperable situación de la nave, desarbolada y con vías de agua, estimaron más conveniente proponer la terminación del combate, a las 5 y media de la tarde.

Ramón Echagüe Barbería Combate Trafalgar San Agustín
MAQUETA DEL NAVÍOSAN AGUSTÍN

Su defensa tuvo un enorme coste, con 180 muertos y 200 heridos con respecto a un total de 711 marineros. Tras ser capturado, terminó hundido por el fuerte temporal que se levantó horas después. Ramón Echagüe y Barbería moría luchando después de tres décadas de servicios a la Real Armada española. Junto a él también caía en combate el otro teniente de navío vasco Agustín de Monzón, que luchaba a bordo del navío.

El historiador José Cayuela narró así los avatares del San Agustín en el combate en su obra Trafalgar. Hombres y naves entre dos épocas:
"El Leviathan alcanzó al San Agustín sobre las 3 menos cuarto de la tarde. El navío del comandante Cagigal había sido uno de los pocos que desde la desmembrada Vanguardia intentaron socorrer sin demasiada táctica y con mucho valor el maltrecho Centro de la Franco-española. En un principio el San Agustín pareció equilibrar el combate con el Leviathan, provocando gran devastación sobre su gente. Se hallaban a pocas yardas de la proa del Trinidad. Pero en cuanto el navío de Cisneros fue abatido, el San Agustín acabó también atacado desde la retaguardia por el Neptune inglés. Entre dos fuegos contra ambos navíos de tres puentes, la resistencia del San Agustín terminó en carnicería.
Entre las 3 y media y las 4 y cuarto de la tarde fallecían los tenientes de navío Ramón Echagüe y Agustín Monzón en el lado de estribor de la cubierta, intentando sujetar el segundo abordaje de la nave. Contra el navío se adjuntaron además a partir de las 4 y media otros dos buques británicos de 80 cañones, creemos que el Minotaur y el Spartiate.
El San Agustín no pudo aguantar el masivo embate y se rindió a los británicos a las 5 y media de la tarde aproximadamente, es decir, sin parar de cañonear hasta el final de la batalla. Su defensa tuvo un enorme coste con 180 muertos y 200 heridos."

NAVÍO SAN AGUSTÍN EN EL COMBATE DE TRAFALGAR

El Parte del navío San Agustín en relación con toda su trayectoria en el combate, firmado el 13 de noviembre de 1805 por el comandante Felipe L. Cagigal:
"… Formada la escuadra en línea de batalla, orden inverso, mura a babor, ocupaba en ella este navío la cabeza del centro de la Armada por la proa del Trinidad. Una de las columnas en que desplegaron los enemigos se dirigió al medio de la vanguardia, recorriendo desde allí por barlovento hasta el centro, en cuyo instante ordené hacer fuego, que, efectivamente, se rompió en todas las baterías con serena prontitud, actividad y, a mi parecer, con conocido acierto. Duró hasta las tres, poco más o menos, hora en que, habiendo desfilado toda la línea enemiga, y atacado al navío Trinidad, cortando el centro por aquella parte y abrumándole sobremanera, mandé pasar la gente a estribor, a quien a las primeras descargas hechas con todo ardor y acierto, rompimos parte de sus vergas; pero, al fin, rendido el Trinidad, se emplearon contra el San Agustín los dos navíos de tres puentes que, por babor y estribor, le batían, tomando nuestras aletas y enfilando todas sus baterías en las que quitaron una porción de cascabeles a sus cañones, a quienes se les contestaba con las miras de popa y algunos cañones de esta parte, pues era preciso además continuar el fuego por el costado contra los otros dos navíos de 80, que, por estribor y mura de la misma banda, nos acribillaban a metralla. Roto el centro y rendidos algunos buques de él, se replegó el enemigo en número de cinco navíos sobre éste, que sostuvo su fuego hasta más de las cinco y media de la tarde, que fue preciso ceder a tanta superioridad y a dos repetidos abordajes: que al tercero ya no pudo oponérseles suficiente gente por hallarse ocupada en las baterías la poca que restaba, continuando el fuego contra los otros buques que me estrechaban a tiro de pistola…"
combate trafalgar maquetas navíos madera
COMBATE DE TRAFALGAR

02/06/2021

Oportunidades económicas y financieras de los navarros en la Corte de los Borbones


Las palancas de la riqueza de la llamada Hora Navarra por Caro Baroja, y el triunfo de los navarros en la corte madrileña durante el siglo XVIII, se debe principalmente a dos razones: las necesidades de emigración de Navarra, y el apoyo y solidaridad necesaria que la familia y el grupo de navarros les ofreció para escalar posiciones sociales y económicas en la Corte de Madrid.

Durante el siglo XVIII, numerosos cántabros, gallegos, alaveses y navarros emigraban estimulados por una agricultura restrictiva, un ecosistema agresivo, un poblamiento restringido y unas costumbres familiares que incluían que algún miembro saliera de la aldea con destino a Madrid.

Los navarros lograron alcanzar las más altas cotas de la administración, la milicia, la economía o la Iglesia, llegando a ser un grupo de referencia. En el campo de la economía, consiguieron aprovechar las oportunidades económicas y financieras de la riqueza, que surgían en el mercado debido a mejoras técnicas, productivas o logísticas.

De todos los sectores económicos, el más complicado y selecto en el que triunfaron los navarros en la Corte fue el de los financieros y banqueros. Requería mucha voluntad, conocimientos y contactos.

La presencia de altos cargos de hidalguía navarra, vizcaína o guipuzcoana en los puestos de secretarios de validos o ministros es una constante desde el siglo XVI, gracias a su fidelidad a la monarquía, que les permitieron aprovechar las oportunidades económicas.

Los navarros desarrollaron una estrategia de vinculación entre la economía navarra y las necesidades de servicio del Estado, precisamente a finales del siglo XVI, cuando el Reino sufría una recesión por culpa del hundimiento del imperio y una crisis que derivó en la legitimización de la nueva dinastía borbónica.

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AYUNTAMIENTO DE PAMPLONA

1. EL ABASTECIMIENTO MILITAR

La principal necesidad de financiación de la monarquía las ocupaba el pago a las fuerzas armadas, el 80% del presupuesto nacional, y dentro de este gasto, el abastecimiento y armamento militar absorbía la mayor parte. El abastecimiento militar durante el siglo XVIII, permitió un número más amplio de negocios y oportunidades.

La complejidad de este negocio aumenta a medida que el asentista extiende su radio de acción, porque se multiplican de forma exponencial las tareas de coordinación. Era muy complicado coordinar las compras en lugares distantes, conseguir los transportes necesarios, distribuir las mercancías hacia los lugares donde se movían continuamente los ejércitos, con un lento y selectivo sistema de información por aquel entonces, y hacer frente al pago de todos los involucrados, con grandes riesgos de fluctuación de las necesidades del ejército en grano o municiones y la más imprevisible capacidad de cobro desde la Real Hacienda.

Las posibles quiebras en el negocio se podían cubrir con la obtención de privilegios y la protección real en otros negocios complementarios, no siempre lícitos como el contrabando o la extracción de plata.

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PALACIO DE GOYENECHE

Los navarros llegaron a controlar el negocio armamentístico con los Eeércitos de la Monarquía española de los Borbones gracias a Juan de Goyeneche, tesorero de la Reina y secretario personal de Carlos II. Este accedió al control de los negocios de la corona vinculado al entorno del ministro de Hacienda (el conde de Oropesa) y controlando la tesorería general de milicias, puesto desde el cual gestionó las cuestiones financieras y necesidades del ejército.

Goyeneche fue banquero de la nobleza castellana y navarra y supo aprovechar las oportunidades tanto político-administrativas como económico-financieras, y conectar los intereses burocráticos de la monarquía con sus intereses económicos personales y de sus paisanos navarros.

Era vital el conocimiento de las necesidades militares de la Corte madrileña. Desde su posición, Goyeneche fue introduciendo navarros que se establecieron en estratégicos cargos de la administración central, para después servir a los intereses de los negocios y finanzas de las compañías navarras, manteniendo el vínculo y hasta lazos familiares. Juan de Goyeneche fue el hombre clave y pionero de todos los burócratas navarros en la corte madrileña con claros objetivos comerciales.

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IGLESIA DE SAN FERMÍN DE LOS NAVARROS

La Real Congregación de San Fermín de los Navarros en la Corte de Madrid, también tuvo un importante papel en las relaciones y los contactos que se fraguaron entre sus miembros, ilustres nobles, prelados e importantes hombres de negocios, las finanzas o la cultura.

Algunos hombres de negocios navarros, la mayoría de Pamplona, fueron José Soraburu, Juan Mendinueta, Esteban Moriones, José Aldaz, Adán Maculain, José Vidarte o los Muntiola empezaron a ofrecer en la década de 1690 sus servicios a la corona para realizar diversos asentamientos militares, casi siempre en Navarra y sus alrededores y sobretodo de víveres. Víveres al presidio de Pamplona, camas al de Fueterrabía, transportes de municiones de Eugui a Zaragoza o a Lérida, y un largo etc.

El cambio dinástico y la Guerra de Sucesión fueron esenciales para el aprovechamiento de esta palanca de riqueza, ya que Navarra fue un lugar estratégico para el trasporte de tropas borbónicas tanto españolas como francesas. Las fábricas armamentísticas de Eugui o el grano de los campos de Navarra propiciaron los contratos entre hombres de negocios navarros de Madrid y de Navarra, llegando a ocupar altos cargos en la administración madrileña, Soraburu como Tesorero de Guerra, Mutiloa a Tesorería General o Jerónimo Aranguren al Vínculo. Goyeneche, Valdeolmos, Iturralde, Sesma influyeron en la política para asegurar que todo siguiera funcionando, ganar proyección política y hacer grandes negocios.

Desde la Guerra de Sucesión hasta la década de 1760, el dominio de los navarros en los grandes asientos militares es casi absoluto. Controlan los presidios africanos, víveres al ejército y a la marina, suministros y materiales de todo tipo, etc. Esta dinámica fue creciendo, de tal manera que los navarros alcanzan los mayores puestos de la administración borbónica, como ministros de Hacienda, Iturralde, Muzquiz o Garro, o siete Tesoreros Generales.

La Guerra de Sucesión y el apoyo de los navarros al candidato borbónico, les permitió acceder a numerosos contratos de abastecimiento militar de tropas estacionadas en Pamplona o Fuenterrabía, más tarde de tropas en tránsito y al de regiones enteras. Al finalizar la guerra, se ocuparon del abastecimiento de todas las fuerzas armadas españolas. El endeudamiento de la corona y los impagos de contratos fueron saldados con la concesión de rentas y cobros de impuestos en arrendamientos o el control de negocios ilegales. Los navarros aceptaron el reto y pronto controlaron los pilares de la Hacienda: los ingresos y los gastos.

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FUERO GENERAL DE NAVARRA


2. EL COMERCIO Y EXPORTACIÓN DE LANA

La otra gran palanca de riqueza para los navarros durante el siglo XVIII fue el comercio y la exportación de lana. Los navarros que triunfaron en esta actividad procedían del Baztán, de Pamplona y especialmente de la Ribera. Consiguieron aprovechar la importante exportación de lana española a Europa para disponer de otra notable base de ascenso social y económico.

La clave del éxito se fundamentó en base a la alianza que hicieron los hombres de negocios en Navarra y los financieros navarros en Madrid, consiguieron aprovechar la oportunidad de una fuerte demanda europea y vincularla a la capacidad financiera y de contratación lanera, dando como resultado un beneficioso tráfico de lana hacia las tierras navarras, y desde allí hasta Europa.

Los cuantiosos rendimientos de este negocio, mitad legal y mitad contrabando, reforzó la posición de los hombres de negocios navarros en Madrid, hasta el punto de conseguir atraer la compra y distribución de la mayor parte de las cabañas de los grandes propietarios. Pamplona se convierte en un gran centro de intermediación comercial y financiera.

Juan Bautista Dutari, natural de Zugarramurdi, consiguió entrar en los poderosos Cinco Gremios Mayores de Madrid, establecer proveedores de varias partes de España y utilizar los instrumentos financieros y de provisión de medios de pagos que le ofrecía el mercado entre comerciantes y proveedores. Gracias a este sobresaliente emprendedor, aparece Pamplona en los servicios de intermediación financiera entre proveedores y comerciantes.

Miguel de Arizcum, comerciante de la Ribera navarra, es de los primeros navarros en participar de forma muy activa en la explotación y comercio lanero, gracias al arrendamiento de la renta de lanas entre 1731 y 1748. Consiguió desviar buena parte de las exportaciones y el contrabando de lana, con destino a Europa, hacia los puestos aduaneros navarros.

A mitad del siglo XVIII, fueron varios los comisionistas navarros residentes en poblaciones como Corella o Cintruénigo, los que controlaban todo el circuito terrestre de comercialización desde los lavaderos hasta Bayona. La logística y producción era compleja, había que atender desde el pago de salarios y gastos de rebaños a Extremadura o Soria, pastores, hierbas, esquilado, lavaderos y transportes.

Pedro Ligues fue otro navarro de la Ribera, con una gran capacidad organizativa en la producción y transporte de lana hasta Francia, pero con dificultades en la financiación. Por eso se asoció a la Casa Dutari en Madrid, y cuyo acuerdo resultó un gran éxito.

A principios del siglo XIX, la familia de los Gambra, liderada por Pedro Vicente Gambra, era propietaria de casi toda la ganadería ovina del valle del Roncal. Algunos de sus hijos participaron el Sitio de Zaragoza, luchando contra el invasor francés. Aprovechando sus contactos con empresas armeras navarras, terminaron ayudando al Corso Terrestre de Navarra en la organización de guerrillas y en la obtención de armas.

La presencia en Madrid de todos los mayores propietarios de rebaños de España, ofreció a Dutari y Ligues una gran oportunidad, incrementando considerablemente su producción. En la década de 1770, importaban grandes cantidades de lana, más de lo que podían producir, a Londres, Rouen o Amsterdam, abriéndose a nuevos mercados europeos.

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GERÓNIMO DE UZTÁRIZ