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23/03/2025

Cruzada de Teobaldo II de Navarra a Túnez


Teobaldo II el Joven pasó a la historia de Navarra por convertirse en un auténtico rey cruzado. El conde Champaña y rey de Navarra había sido alzado en el trono gracias al apoyo del rey Luis IX de Francia, su principal mentor.

En marzo de 1267, reunido en París en una asamblea ante sus nobles, juró el voto de cruzada y tomar parte en la campaña militar tal como le habían pedido los papas Urbano IV y Clemente IV. Fue decretada la octava cruzada. Se había adelantado unos días al juramento de su suegro y protegido Luis de Francia. Una segunda ceremonia tuvo lugar el 5 de junio de 1267 ante un legado papal en Notre-Dame de París, donde el rey Teobaldo II de Navarra, que también había tomado la cruz, estuvo presente.

Lo siguiente que hizo Teobaldo fue la recogida de fondos para la campaña, ejerciendo peticiones a sus súbditos del Reino de Navarra y del Condado de Champaña. El llamamiento no causó mucho entusiasmo ya que no se presentaron ni una docena de caballeros. Consta con seguridad la participación de cuatro navarros, dos de ellos clérigos, Simón de Val y Pedro López de Sarria, y dos caballeros, García Martínez de Uriz y Alfonso Díaz de Falces, testigos del testamento otorgado por Teobaldo en Túnez, en noviembre de 1270.

TEOBALDO II DE NAVARRA

El objetivo estratégico de la cruzada era la defensa del reino cristianos asentado en tierras sirias, que estaba siendo hostigado por el Sultanato de Egipto. Poco antes de embarcase, la campaña empezó a perder visión de su cometido real. La primera acción fue un ataque sobre Túnez, algo incomprensible ya que este reino moro mantenía relaciones pacíficas con los cristianos de Castilla y Aragón.

Fue Luis quien decidió que el nuevo objetivo fuese el Emirato hafsida de Túnez, en lugar de Siria, porque habían recibido informaciones de que el rey Al-Montasir pretendía convertirse al Cristianismo. Pero seguramente que también por presiones de Carlos de Anjou, quien ambicionaba fundar el Reino de África, una prolongación cristiana de sus dominios sobre el norte de este continente y cortar las rutas comerciales de la Corona de Aragón en la zona tunecina del Mediterráneo. Una vez conseguido Túnez, la cruzada retomaría el objetivo primario a la conquista de Egipto.

En julio de 1270, Teobaldo y Luis se reunieron en Cerdeña, junto al francés estaba su hijo y heredero el delfín Felipe. Una potente flota y bien organizada zarpó una semana después de Aigues-Mortes, desembarcando cerca de Cartago, y tomaron una pequeña fortaleza costera. Al día siguiente, una segunda flota al ando de Teobaldo II zarpó de Marsella. Y ambas flotas se unieron en Cagliari, en la costa sur de Cerdeña. Los Ejército de Luis y Teobaldo comenzaron la expedición antes de que llegara el refuerzo de Carlos de Anjou, rey de Sicilia y hermano de Luis.

TEOBALDO DE NAVARRA DE CRUZADA

Pero el plan no salió como estaba previsto y los moros empezaron a asediarles, y con el pretexto de querer convertirse al Cristianismo, primero se acercaba y luego atacaban. Después, recibieron refuerzos y comenzaron a atacar de forma directa. En el Ejército franco-navarro escaseaban los víveres y había estallado una epidemia de peste, que llegó a afectar a algunos magnates galos e incluso al propio rey Luis IX, falleciendo en agosto.

Aun así, resistieron hasta la llegada a Cartago de Carlos de Anjou, que rindió homenaje al nuevo rey de Francia, Felipe, y a uno de los grandes señores de aquel reino, Teobaldo IV de Champaña y II de Navarra.

A comienzo de septiembre, los cruzados continuaron la ofensiva, y dieron un importante golpe cerca de la laguna y el castillo en el que se protegían. Por lo que ambos ejércitos mantuvieron una posición de equilibrio militar hasta firmar una tregua. De esta forma, los cristianos aganaban tiempo a la espera de la llegada de los refuerzos del príncipe Eduardo III de Inglaterra.

El 1 de noviembre, Teobaldo II formalizó un contrato comercial con el sultán de Emirato hafsida de Túnez, Abu Abd Allah Muhammad al-Mustansir. En el acuerdo, el arzobispo de Narbona condenó la capitulación al considerar que habían vendido la Cruz por un tributo al rey moro. Por otra parte, el rey de Sicilia consiguió recibir una indemnización por el de Túnez.

CRUZADOS EN TIERRA SANTA

Cuando llegó la expedición de Eduardo era demasiado tarde. Teobaldo II había tomado la decisión de regresar a tierras cristianas para rearmase todas las partes cristianas involucradas en la cruzada, que había resultado un fracaso.

El 4 de diciembre, ya estaban en el puerto de Palermo, juraron reemprender la misión. Pero Teobaldo había enfermado de disentería, muriendo el 4 de diciembre en el convento de Trápani. Su cuerpo su llevado por el rey de Francia hasta Provins, y enterrado en el convento de Les Cordeliéres.

26/12/2023

Batalla de Beotibar y la frontera de malhechores


Durante los siglos XVI y XV, a la frontera entre Navarra y Guipúzcoa se la llamó con el expresivo nombre de "frontera de malhechores", ya que Navarra todavía seguía aspirando, desde su pérdida en 1.200, a la posesión de los territorios vascos, desarrollándose en ella auténticas batallas campales entre navarros y guipuzcoanos.

A los guipuzcoanos de esta frontera se les llamaba "castellanos" en los documentos de la época, además de malhechores. Estaban mucho más interesados en la prosperidad de Castilla que en la de Navarra, pues constantemente robaban el ganado de esta última. En estas reyertas, nunca hicieron causa común con los otros dos territorios de Álava y Vizcaya.

Como hecho principal de estas luchas, aunque medio legendario, fue la batalla de Beotíbar que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1321, en el guipuzcoano valle de Beotibar, cercano a Berastegui.

BERÁSTEGUI VISTO DESDE GOROSMENDI

La lucha de Beotibar, como todas las que se venían sucediendo en la frontera navarro-guipuzcoana, fue una consecuencia de la desmembración del Reino de Navarra y la vinculación de las Provincias de Guipúzcoa y Álava más el Señorío de Vizcaya al Reino de Castilla.

Desde los castillos fronterizos de Lekunberri y Gorriti los navarros dirigían expediciones de saqueo hacia la comarca de Tolosa. Los guipuzcoanos se protegían sobre todo en Berastegi. Según la versión de Moret: "Consta de cierto que este año (1321), por la parte de Guipúzcoa se arrimaron tropas y hubo movimiento de armas en aquella frontera, entrando en los fines de Navarra con hostilidad rompida de robos."

El detonante de la batalla fue la toma y destrucción del castillo de Gorriti; por parte de los guipuzcoanos, alegando que les había pertenecido con anterioridad. Como respuesta, el gobernador del reino y vizconde de Anay, el francés Ponce de Morentayna, desde Pamplona, dirigió una incursión formada por un nutrido ejército de 6.000 infantes entre franceses, navarros y gascones hacia la región de Tolosa. Para entonces, el Reino de Navarra estaba vinculado a la Monarquía francesa. La vanguardia del ejército estaba encabezada por los merinos de las Montañas, Juan López de Urroz, y de Tierra Estella, el francés Dru de Saint Pol.

ESCUDO MUNICIPAL DE BERÁSTEGUI

Según Moret, la entrada a Guipúzcoa se hizo por San Miguel, especificando que fue tomada la villa de Berástegui. Y, efectivamente, según también escribió Campión, el ejército franco-navarro siguió avanzando hasta las cercanías de Tolosa hasta llegar al valle de Beotibar donde destruyeron el pueblo de Berástegui y saquearon sus campos.

Mientras tanto, los guipuzcoanos formaron rápidamente un pequeño ejército de 800 hombres, procedentes de Tolosa y pueblos bajo su jurisdicción, principalmente, al mando de Gil López de Oñaz, señor de la casa de Larrea y líder del bando nobiliario de los oñacinos.

Cuando los invasores se acercaban al valle del Oria, los guipuzcoanos se apresuraron a tomar posiciones en las montañas del desfiladero de Beotibar, y al paso de la vanguardia enemiga dejaron rodar grandes cubas llenas de piedras, que previamente habían subido desmontadas, generando el caos y el desconcierto en el ejército navarro-francés. Este emprendió la huida de forma desordenada mientras, los guipuzcoanos perseguían a los invasores causándoles gran cantidad de bajas, entre ellas las de algunos hombres principales de Navarra. Según Garibay habría sido hecho prisionero Martín de Aybar, alférez del Pendón Real.

Supuestamente, los guipuzcoanos emboscaron a los navarros de forma humillante. Pero esta victoria no fue tan abultada como presentaron otros cronistas y escritorez como Martínez de Zaldibia, Alonso Onceno, Ochoa Álvarez de Isasaga y otros, que llegaron a estimar hasta en 70.000 los combatientes navarros y en 800 los guipuzcoanos.

Años más tarde, Lope García de Lazcano, natural de Lazcano, acaudillaba a los guipuzcoanos para organizar una defensa contra la entrada que hizo en Navarra, en 1334.

Sin embargo, reputados historiadores vascos como Nicolás de Soraluce censuraron tales ajustes de cuentas, lamentando que no se emplearan estas energías en la empresa común de la Reconquista contra los musulmanes. Los documentos de este periodo se extienden hasta la década de 1350, con la curiosidad de que en uno de ellos se recomienda a los navarros que el ganado que tienen situado en la frontera de Castilla, es decir de Guipúzcoa, lo metan dentro del Reino de Navarra para evitar más robos y saqueos de los guipuzcoanos.

Desde entonces, cada 24 de junio en la villa de Tolosa se celebra el Alarde de Beotibar, día de San Juan Bautista, patrón municipal, en conmemoración a la batalla de Beotibar y todas las demás. En dicha fiesta se realiza la bordon dantza o baile de bordones o alabardas.

ESCOPETEROS DE TOLOSA EN EL ALARDE DE BEOTIBAR

04/03/2022

Batalla de Calatañazor


La Batalla de Calatañazor fue una supuesta batalla que habría tenido lugar en esta localidad soriana el verano del año 1002. En ella parece que Almanzor se vio obligado a huir tras luchar contra los ejércitos cristianos hispánicos coaligados por sus respectivos reyes: Sancho García de Castilla, Alfonso V de León y García II de Pamplona.

Sin embargo, la mayoría de los historiadores actuales consideran dicha batalla más un mito que un hecho real, probablemente creado para compensar el sentimiento de inferioridad que las continuas victorias de Almanzor produjeron en los reinos cristianos.

García Sánchez Pamplona califa Almanzor Córdoba
GARCÍA II SÁNCHEZ DE PAMPLONA Y ALMANZOR DE CÓRDOBA

De entre las fuentes cristianas, el cronista Lucas de Tuy fue el primero en narrar el encuentro de Calatañazor. Según él, después de una campaña contra Galicia, Almanzor se adentró en Castilla, saliendo a su encuentro el rey Alfonso V de León (y no Bermudo II, como escribió el cronista). Continuaba:
"...e en el lugar que se dize Calatanasor muchos millares de Sarrazines cayeron, et si la noche non cerrara el día, ese Almançor fuera preso. Enpero, en esse dia non fue vençido, mas de noche tomó fuyda con los suyos."

Al amanecer de un día de julio del año 1002, el rey leonés ordenó a los suyos que atacasen el campamento amirí, pero los cordobeses habían desaparecido, y todo el botín que capturaron se reducía a las tiendas de campaña y diversos enseres de escaso valor. Añadió el obispo historiador de la crónica que en la persecución de los mahometanos jugó un papel significante el conde García Fernández de Castilla (que llevaba siete años muerto, y en realidad fue su hijo Sancho García).

El prelado incorpora además el germen de una mítica leyenda, señalando que el día de la batalla, un extraño personaje, que identifica con un pescador, lloraba gimiendo, a veces en árabe, otras en lengua romance, diciendo: en Calatañazor perdió Almanzor el tambor. Para el cronista, este espejismo era el diablo que "llorava la cayda" de los moros. En cualquier caso, Almanzor se negó a comer o beber, muriendo al llegar a la ciudad de Medinaceli. La Historia silense sentencia:
"Pero, al fin, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar cabeza a los cristianos, pues pasados doce años Almanzor fue muerto en la gran ciudad de Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó a los infiernos."

Rodrigo Jiménez de Rada y la Estoria de España de Alfonso X ofrecen una versión idéntica de los hechos, con la excepción del espectro que anuncia el próximo final de Almanzor se aparece en Córdoba.

CABALLEROS CRISTIANOS

Con respecto a las fuentes mahometanas, la versión más completa es la proporcionada por al-Maqqari, autor del siglo XVII que recopiló a numerosos historiadores medievales. Según éste, a comienzos de 1002, Almanzor se preparó, siguiendo su costumbre anual, para romper la frontera cristiana, dirigiendo sus ataques hacia Castilla. El arabista Lévi-Provençal apuntó como uno de sus objetivos el monasterio de San Millán de la Cogolla, que fue arrasado. Según el cronista, Almanzor ordenó que se sumara a su hueste un considerable contingente de tropas norteafricanas con las que se encontró, según lo acordado, en Toledo. Desde allí partió hacia la ribera del Duero, en cuyas proximidades causó estragos y cuyas tierras devastó. Remontando el curso del río consiguió poner pie en los dominios del conde de Castilla. Pero un enorme ejército cristiano le sorprendió acampado cerca del castillo llamado de las Águilas, en Calatañazor. Almanzor atacó esta hueste a la cabeza de sus propias tropas y fue derrotado, con grandes pérdidas.

De regreso de esta expedición, se sintió enfermo (quizá de una herida recibida en combate), pero continuó haciendo la guerra a los infieles y devastando su territorio hasta que la dolencia se complicó de tal manera que tuvo que ser transportado en una litera, sobre suaves cojines y cubierto por un baldaquino y cortinas que le protegían de la vista de su ejército. En tal estado llegó a Medinaceli, donde la enfermedad se agravó lo suficiente para provocarle la muerte la noche del 10 de agosto de 1002.

Sintiéndose morir, el caudillo de al-Ándalus pidió a su hijo Abd al-Malik que le recibiera para darle las últimas instrucciones. Cuando vio llorar a su sucesor, el agonizante Almanzor le reprochó su falta de valor con palabras que se convirtieron en realidad:
"Esta me parece la primera señal de la decadencia que aguarda al imperio."

CASTILLO DE CALATAÑAZOR

29/10/2021

Batalla de Cervera


La batalla de Cervera tuvo lugar en Peña Cervera el lunes 29 de julio del año 1.000, entre la coalición cristiana de tropas navarras, castellanas y leonesas al mando de Sancho García (conde de Castilla) y de García Gómez (conde de Saldaña), frente el caudillo musulmán Almanzor al frente del ejército del Califato de Córdoba.

El ejército cristiano empezó presionando las dos alas del ejército de Almanzor, pero éste les hizo creer que recibía refuerzos, batiéndose los primeros en retirada, lo cual fue aprovechado por el ejército musulmán para controlar la situación consiguiendo la victoria aunque con unos setecientos muertos entre sus filas.

Era la primera vez que la unión de los reinos cristianos hispánicos hacía frente al ejército de Almanzor acercándose a su derrota. En palabras de Víctor Saornil fue "la única batalla en la que los ejércitos cristianos acariciaron la victoria".

MAPA DE ESPAÑA, AÑO 1000

El ejército andalusí no luchaba en campo abierto desde la batalla de Rueda en 981 y desde el saqueo de Santiago de Compostela en 997. Todos los reyes, príncipes y condes cristianos vivían bajo una paz impuesta por Almanzor que no impidió a este lanzar nuevas aceifas (particularmente desde la muerte del conde castellano García Fernández en 995).

Las aceifas volvieron con un ataque sobre Pallars y Pamplona, siendo socorrida esta última por Sancho García (999). Un año más tarde, Almanzor lanzó una campaña contra los castellanos. El hayib musulmán necesitaba de estas expediciones para financiar con el botín a su numeroso ejército y tener ocupados en algo a sus oficiales. El ejército califal había aumentado de los 30.000 hombres en tiempos de Abderramán III a 50.000, gracias a contingentes de mercenarios bereberes traídos del Magreb por el propio hayib y leales sólo a él. Obviamente, solo una parte de este ejército acompañaba a Almanzor en sus expediciones, el resto quedaba guarneciendo las ciudades del Califato. Por razones desconocidas (quizá el auxilio del conde castellano a los navarros, quizá el abandono del tributo o el aliento del Sancho a la rebeldía de los condes leones frente a Córdoba), Almanzor decidió lanzar una ofensiva contra Castilla.

El 21 de junio del año 1000, el dictador amirí partía de Córdoba listo para castigar el desafío del conde con una numerosa hueste. Sancho García reunió sus fuerzas y recibió contingentes de otros nobles cristianos, como el rey de Pamplona, el de León o el conde de Saldaña, reuniéndose una nutrida tropa de leoneses, castellanos, navarros y vascos. El encuentro se dio en Yarbayra o Peña Cervera, al sur de Silos, entre estos altos y la localidad de Espinosa de Cervera. Los dirigentes cristianos declararon ilícito huir, estando sus hombres no dispuestos a retroceder en defensa de Castilla. Estaban acampados en una sólida posición defensiva en lo alto de un peñón que controlaba el paso de numerosos caminos. Los dos ejércitos tomaron contacto el 29 de julio y se prepararon para combatir al amanecer del día siguiente.

VILLA DE CERVERA

Almanzor, sin saber bien qué hacer al darse cuenta del tamaño de la hueste cristiana y su ventajosa ubicación, decidió reunirse con sus oficiales para decidir la estrategia. A la mañana del día 30, mientras aún los cordobeses no habían decidido un plan de acción, el conde castellano lanzó un ataque inesperado descendiendo por las laderas de la peña contra los flancos del ejército cordobés.

Los cristianos presionaron con su caballería ambos flancos de los musulmanes que apenas se sostenían, sorprendidos por el embate enemigo. Justo en el momento en que su flanco derecho estaba a punto de desbaratarse por completo, Almanzor envió a su hijo favorito, Abd al-Malik al-Muzaffar, para sostenerlo, mientras que su otro hijo, Abderramán Sanchuelo, acudía a auxiliar otro punto de la línea de batalla. Estos refuerzos equilibraron el combate, que se intensificó. Uno de los jefes bereberes que acompañaban a al-Muzaffar dio muerte a uno de los condes Banu Gómez. Entonces, Almanzor realizó la martingala que le valió la victoria en el reñido enfrentamiento: ordenó trasladar campamento desde la hondonada donde se hallaba a un cerro cercano. El conde castellano creyó que las fuerzas que aparecieron en el alto eran nuevos refuerzos que acudían a la batalla y ordenó la retirada, que se convirtió en una desbandada. La caballería islámica se encargó de perseguir al enemigo. Almanzor logró capturar el campamento enemigo.

Almanzor batalla Cervera
INTERIOR DE LA CAPITAL DE CÓRDOBA, POR EDWIN LORD WEEKS

Era la primera vez que la unión de los cristianos luchaba frente al ejército de Almanzor y casi le causaba la derrota. Las bajas del ejército califal fueron estimadas en setecientos muertos por los cronistas musulmanes. Almanzor logró capturar el campamento enemigo, con numerosas armas y objetos de valor. Moriría en 1002, cuando estaba de campaña en tierras riojanas.

26/02/2021

Batalla de Simancas


Una coalición de fuerzas leonesas, castellanas y navarras se enfrentó al poderoso califa Abderramán III en verano del año 939 en la ciudad fortificada de Simancas, en la confluencia de los ríos Duero y Pisuerga. Todo comenzó con la iniciativa del califa cordobés de emprender una expedición de ataque y saqueo a los reinos cristianos hispánicos que definió como Campaña de la Omnipotencia.

Para emprender esta guerra santa consiguió reclutar un gran ejército formado por 100.000 soldados, formado por mercenarios andalusíes, militares profesionales, tribus bereberes, soldados de las provincias militarizadas, contingentes de las marcas fronterizas y un buen número de voluntarios. Estaban apoyados por una interminable columna de bestias de carga que transportaban víveres, pertrechos y armamento.

BATALLA DE SIMANCAS

Emprendieron la marca desde Córdoba en junio del 939. El primer objetivo de la campaña era la estratégica ciudad de Zamora, ya que su toma supondría romper en dos la línea defensiva del Reino de León. Sin embargo, para llegar a Zamora, el pesado contingente debía superar primero Simancas, una ciudad a situada en la provincia de Valladolid.

En la ciudad fortificada de Simancas le esperaba el rey leonés Ramiro II, el rey navarro García I Sánchez y los condes castellanos Fernán González y Ansur Fernández, a cargo de sus respectivos ejércitos y que en total sumaban 20.000 efectivos.

El día 1 de agosto, tuvo lugar la batalla de Simancas entre ambos contendientes en la margen derecha del Pisuerga, al noreste de la ciudad. Fue muy violenta y se prolongó durante seis días.

CASTILLO DE SIMANCAS

El empuje de los cordobeses fue colosal, pero la coalición cristiana aguantó con coraje hasta equilibrar las fuerzas. Durante cinco días se sucedieron las refriegas. Las bajas fueron tremendas, pero los cristianos mantenían su moral intacta al ver que los musulmanes no lograban penetrar sus filas ni poner en peligro la ciudad. Por contra, los generales árabes soportaban mal a los mercenarios eslavos y peor aún a los berberiscos. Al sexto día, Abderramán decidió levantar el campamento y emprender la retirada.

Pero Ramiro II no se conformó con resistir en la plaza y se lanzó en persecución del califa a quien alcanzó en un barraco de la provincia de Soria entre el río Riaza y Atienza: la emboscada Alhandega.

Como simbólico botín el monarca obtuvo el Corán y la cota de malla del califa, bordada en oro. Abderramán III encajó mal la derrota y al llegar a Córdoba mandó ahorcar a 300 de sus oficiales acusándoles de cobardía.

Como consecuencia de la batalla, la línea de repoblación del reino de León avanzó hasta el río Tormes, se iniciándose la repoblación del sur del Duero. La ciudad de Simancas no se convertiría en plaza fuerte de la cristiandad hasta su definitiva conquista en 1085, pero permanecerá siempre en el imaginario de la Reconquista por la gran derrota que sufrió Abderramán.

GARCÍA I Y RAMIRO II

10/12/2020

Batalla de Valdejunquera


El reinado de Sancho I Garcés en Pamplona tuvo lugar entre los años 905 y 925, siendo el primer rey de la dinastía Jimena. Su política exterior se basó en recuperar los territorios arrebatados por los Banu Qasi del valle del Ebro. Estos eran una poderosa dinastía de musulmanes que controlaban grandes territorios del valle medio del Ebro, descendientes lejanos del conde Casius, un aristócrata godo que se convirtió al Islam en el 714 para mantenerse en el poder.

El proyecto de Reconquista que emprendió Sancho I hacia el 910, la llevó a la práctica en el cuadrante suroccidental de la actual Navarra, entonces País de Deio, que comprendía las tierras entre el Arga y Álava. El resultado final fue la toma de la fortaleza de San Esteban sobre el monte Monjardín.

La batalla de Valdejunquera enfrentó a los tres monarcas más poderosos de la península ibérica de comienzos del siglo X, es decir, a Sancho I Garcés, rey de Pamplona, y Ordoño II, rey de León, contra Abderramán III, emir de Al-Ándalus. El escenario fueron los valles de Guesalaz y Yerri el 26 de julio del 920.

Valdejunquera debió de corresponder a algún modesto paraje de Guesalaz, situado con toda probabilidad entre los concejos de Muez, Irujo y Arguiñano.

pintura retrato ordoño leon sancho pamplona
ORDOÑO II Y SANCHO I

El emir Abderramán, de claros orígenes navarros, viendo que sus generales eran derrotados una y otra vez por los reyes cristianos del norte peninsular, decidió ponerse al frente de un poderoso ejército. Partió de Córdoba el 4 de junio del 920.

El joven rey pamplonés Sancho Garcés I mantuvo un férreo cerco a la ciudad mora de Tudela, que gobernaba un Banu Qasi. El emir pasó por Toledo y enfiló el camino de Atienza hasta alcanzar Medinaceli (Soria). Allí, en vez de internarse por el desfiladero del Jalón, ruta habitual del valle del Ebro, se dirigió a tierras del Duero, donde emprendió una dura represión, arrebatándole al rey de León las plazas que tres años antes se había anexionado. Desde San Esteban de Gormaz, en apurada marcha de cinco días, cruzó el Ebro y se presentó al fin en la sitiada Tudela, el 19 de julio, un mes y medio después.

El rey Sancho, incapaz de hacer frente a tamaña fuerza, retrocede a Calahorra y Arnedo, momento que debió de aprovechar para pedir ayuda a su amigo Ordoño, que según el historiador José María Lacarra, se hallaba por tierras de Nájera. Liberada la ciudad, el emir envía por delante a la caballería al mando del gobernador Banu Qasi, que por las inmediaciones de Sartaguda pasa el Ebro y toma al asalto la fortaleza de Cárcar. Pero no se detiene ahí, sino que se dirige hacia el corazón del País de Deio, arrasando todo lo que encuentra.

El objetivo primordial tan al norte no podía ser otro que recuperar el castillo de San Esteban sobre el Monjardín, que el rey Sancho había conquistado hacia el 910.

La empresa prometía ser ardua, por lo que la caballería debió de esperar al emir, que se hallaba en Calahorra. Desde Arnedo, también Sancho se puso en marcha hacia Deio, con el propósito de defender el enclave, pero viendo que el ejército del gobernador acampaba en Dachero o Dixarra, un paraje a orillas del Ega que mencionan las crónicas árabes, se lanzó al asalto por el glacis del Montejurra. Fracasó en la contienda y se vio obligado a huir hacia los montes de la sierra de Andía, únicos que podían acogerlo en aquellas circunstancias. Al cabo de la jornada llegó por fin Abderramán.

batalla valdejunquera ordoño sancho ebro
MAPA DEL VALLE DEL EBRO

Por otra parte, Ordoño había conseguido unir sus fuerzas a las de Sancho en el transcurso de las últimas horas. El leonés habría cabalgado por Álava hacia el valle de la Barranca, y por el de Zumbel, entre Urbasa y Andía, habría ido al encuentro de Sancho. El más que previsible asalto moro al castillo del Monjardín quedaría descartado ante lo más apremiante: perseguir a los cristianos, a los que encuentran finalmente en los valles de Guesalaz y Yerri, bien porque buscaron un lugar propicio para el combate o bien porque acabaron atrapados tras la férrea persecución.

El día de la lucha llegó el 26 de julio del 920. El emir logró vencerlos, causándoles gran mortandad. Los reyes huyeron, salvándose por los montes. Los musulmanes emplearon tres días en destruir pueblos y cosechas de los valles y, retornando al Ebro por la ruta de Atienza, se presentaron en unas semanas en Córdoba, portando cientos de cabezas cristianas que exhibían orgullosos.

La batalla de Valdejunquera de 920 es celebrada en Anzuola (Guipúzcoa) el 15 de agosto de cada año, conocida como Fiesta del Moro, o Alarde de Antzuiola. Indudablemente, participaron los guipuzcoanos en la batalla ya que en aquellos momentos eran parte del Reino de Pamplona.

La realidad histórica es que Abd al Rahman III venció a los pamploneses bajo el mando del rey Sancho I Garcés y a los leoneses coaligados. Una tradición popular pretende que los mozos de Anzuola acudieron en socorro de los vascones llegando a ponerse en contacto con el enemigo musulmán al día siguiente de la batalla, que fue una derrota cristiana. Los de Anzuola, según la leyenda, se habrían apoderado de una bandera mahometana con otras presas.

20/07/2020

Segunda batalla de Albelda


La segunda de las dos batallas de Albelda fue una derrota de Muza ibn Muza a manos de Ordoño I de Asturias y García Iñiguez Arista de Pamplona, en el verano de 859.

La alianza entre los Arista y los Banu Qasi se rompió en el 859 debido a la actitud desleal de Muza ibn Muza. Este no solo no acudió en auxilio de su sobrino García Iñiguez Arista cuando los normandos desembarcaron en sus tierras y le hicieron prisionero, sino que ese año realizó una incursión por el territorio pamplonés, tomó un castillo e hizo prisioneros a sus habitantes.

García Iñiguez pidió ayuda al rey Ordoño I de León. Este se la concedió gustoso, ya que deseaba derrotar a Muza por la insolencia y osadía demostradas. En abril de ese año Ordoño había enviado a Toledo a su hijo Lupo para ponerse al frente de los rebeldes de esa ciudad. Una muestra de la alianza entre asturianos y navarros la proporcionó el matrimonio entre Leogundia, hija de Ordoño I de unos veinte años, y García Iñiguez.

reinos cristianos peninsulares mapa siglo ix
MAPA POLÍTICO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA A MEDIADOS DEL SIGLO IX

El rey Ordoño I tomó la iniciativa. En aquellos años la tierra de Amaya no estaba aún repoblada y las de Álava y Al-Qila eran las más cercanas a la frontera del Banu Qasi. En ella, Muza ibn Muza había fortificado la plaza de Albelda desde los días de la primera batalla de Albelda. Ordoño movilizó sus tropas y se dirigió hacia el Ebro. En la frontera sitió Albelda.

Muza ibn Muza se enteró del asedio cuando estaba realizando una razzia en tierras de Pamplona. Abandonó la empresa y corrió en socorro de Albelda. Como presentar batalla en los llanos del río Iregüa hubiese sido peligroso para él, decidió establecerse en los cerros del Monte Laturce, llamados luego montes de Clavijo, desde donde dominaba a las tropas sitiadoras. Ordoño se vio obligado a desalojarlas de aquella posición dominante.

El rey asturiano contaba con numerosas tropas, por lo que mantuvo el cerco de Albelda con parte de ellas, y con el resto se dedicó a enfrentarse a Muza. Durante varios días hubo escaramuzas y emboscadas. En una de ellas cayó el propio Muza, que fue herido y escapó gracias a la ayuda que le prestó en el campo de batalla un antiguo aliado que ahora militaba en el bando asturiano. La huida de su jefe provocó el desconcierto entre las filas de los Banu Qasi, lo que supo aprovechar Ordoño causando numerosas bajas a sus enemigos. Entre ellas se contó a un tal García, yerno de Muza y casado con una hija suya llamada Oria. A los siete días Albelda fue asaltada y arrasada, siendo muertos o ejecutados todos sus defensores.

La derrota de Muza fue tan aplastante que su prestigio nunca se recuperó y supuso el rápido declive de todas sus anteriores victorias. El pueblo llano así debió de sentirlo, pues inventó el mito de la batalla de Clavijo y la aparición de Santiago Matamoros.

batalla albelda ordoño iñiguez arista muza reconquista
IÑIGO ARISTA DE PAMPLONA Y ORDOÑO I DE ASTURIAS


12/05/2020

Primera batalla de Albelda: Muza contra Arista


La primera de las dos batallas efectuadas en las tierras del municipio de Albelda tuvo lugar en verano de 851. Fue una victoria de Muza ibn Muza sobre los gascones que habían invadido las tierras del Condado de Pamplona que controlaba la dinastía de los Arista.

Desde el 849, el duque Sancho de Gascuña se mantenía sublevado contra Carlos el Calvo y pretendía pasar al sur de los Pirineos junto a su cuñado Emmenon, conde de Perigord, por la vía romana que unía Burdeos con Astorga y que cruzaba el Ebro por Logroño. Por su parte, Carlos el Calvo acababa de sofocar la rebelión del conde Guillermo y de firmar con Abd al-Rahman II una tregua.

PRIMERA BATALLA DE ALBELDA

Los gascones cruzaron los puertos pirenaicos sin ninguna oposición de los pamploneses, cuyo rey Iñigo Iñiguez Arista se encontraba enfermo desde hacía dos años. Avanzaron hacia el sur hasta llegar a Albelda, en las inmediaciones de Viguerra, a orillas del rio Iregüa. Allí les salió al encuentro Muza ibn Muza con sus tropas, derrotando a los invasores en la primera batalla de Albelda, en el verano de 851.

El primer día de la batalla los combates fueron desfavorables para los Banu Qasi, y Muza recibió hasta 35 heridas de lanza. A pesar de ello, al día siguiente los Banu Qasi atacaron con su jefe Muza en cabeza. Derrotaron a los gascones y tomaron prisionero al duque de Gascuña y al conde de Perinord.

Como consecuencia de la victoria, el prestigio de Muza ibn Muza aumentó por haber salvado al país de la invasión gascona. Carlos el Calvo compró la libertad del duque y el conde que, una vez en sus dominios, aceptaron su autoridad y cesaron en su rebeldía.

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REINOS Y CONDADOS DEL NORESTE PENINSLAR DEL SIGLO IX

28/11/2017

Batalla de Roncesvalles de 778: vascones contra francos


1. EL ENFRENTAMIENTO ENTRE CAROLINGIOS Y SARRACENOS

A principios del siglo VIII, el ejército de los musulmanes de Tariq ben Ziyad se presentó en la península Ibérica iniciando la conquista del Reino Hispano-visigodo. En pocos años, consiguieron someter a la totalidad de las tierras del extinto reino, pero pronto su impulso conquistador encontró un freno en las montañas cantábricas.

La situación fue de otra manera en el noreste: en el año 713, los ejércitos musulmanes llegaron al valle medio del Ebro, donde gobernaba un conde de origen hispano-visigodo, Casio, que ante la amenaza, decidió convertirse al islam y someterse al califa de Omeya para mantenerse el poder. Así surgió la dinastía de los Banu ibn Qasi. Pamplona era ocupada por Muza en 718 y obligada a pagar tributo a los gobernadores musulmanes que establecieron un protectorado.

Los musulmanes encontraron abierto el camino hacia Francia. Cruzaban los montes Pirineos en 720 a través del puerto de Roncesvalles con el propósito de invadir el Imperio carolingio y conquistar Europa. Primero atacaron Toulouse, continuaron hacia Tours, capital del ducado vasco-aquitano. Pero, en 732, fueron derrotados por Carlos Martel en la batalla de Poitiers, quien frenó las ansias expansivas musulmanas.

Tras aquella derrota, los vascones tenían asegurada su independencia en las montañas, pero el valí Uqba recondujo la situación instalando una guarnición militar en dicha Poitiers, entre el 734 y 741.

Los francos, no obstante, sacaron las consecuencias oportunas y se propusieron establecer un cordón protector en el Pirineo, apoyaron a los cristianos rebeldes de las montañas y así surgió la Marca Hispánica: una decena de condados dependientes de la Monarquía carolingia que abarcó desde Pamplona hasta Barcelona. De estos condados nacerían posteriormente los reinos de Navarra y de Aragón y los condados de Cataluña.

Durante este periodo, finales del siglo VIII, aún no existían reinos hispánicos en el Pirineo. La única monarquía cristiana era la de Asturias, surgida de la resistencia de Pelayo. El rey era Alfonso II el Casto, noveno de este reino, hijo del asturiano Fruela y de la dama vasca doña Munia. Sus dominios se extendían desde Galicia hasta Álava, y llegarían siglos más tarde hasta Lisboa. Desde Oviedo, su capital, se proclamó "emperador de toda España".

Alfonso II intercambió embajadas con Carlomagno, el emperador carolingio, pues era su aliado en la lucha contra el islam. Durante su reinado, se descubrió la tumba del apóstol Santiago, siendo Carlomagno uno de los primeros peregrinos en visitar la ermita de Santiago en Compostela.

En el otro lado del frente, el poder musulmán conoció una de sus frecuentes fragmentaciones: los emires de los territorios del norte se rebelaron contra el califa Omeya de Córdoba. Un punto clave de la rebelión fue Zaragoza. Ese fue el motivo por el que Carlomagno decidió adentrarse en territorio español. En una de estas expediciones tuvo lugar la batalla de Roncesvalles.

BATALLA DE RONCESVALLES


2. LA ALIANZA MILITAR ENTRE SULAYMAN Y CARLOMAGNO

La resistencia de Pelayo de 722 en Covadonga y aquella victoria de Carlos Martel de 732 en Poitiers frente a los invasores musulmanes generó esperanzas y fe a los núcleos cristianos del norte peninsular para iniciar la heroica empresa reconquistadora.

En este periodo el Condado de Pamplona mantuvo una relación de alianza con la dinastía de los Banu ibn Casi. Era una familia de renegados, godos o hispanorromanos, cuyo antepasado Casio, del que toma el nombre, había sido conde en la región del Ebro. Sometidos a Muza, abrazaron la causa del Islam; uno de ellos era valí o gobernador de Pamplona el 792 y otro defendió Zaragoza frente a Carlomagno.

Mientras tanto, el Imperio de los francos vivía su esplendor cultural en el llamado Renacimiento carolingio. Carlomagno dominaba en grandes territorios de Europa occidental, defendidos en sus fronteras por "marcas", es decir, comarcas bajo su órbita de influencia, como en el caso peninsular lo fue la Marca Hispánica. También Aquitania, al norte del Pirineo occidental había sido sometido recientemente.

En 777, los carolingios consigueron una importante victoria frente a los sajones en Paderborn, que finalmente fueron sometidos. Allí, Carlomagno recibía la visita personal de Sulayman ibn al Arabí, más conocido como Sulayman Ibinalarabi, valí de Barcelona, para informarle sobre el destronamiento de la dinastía de los Omeyas en Damasco y el advenimiento de los Abasíes de Bagdad en el territorio de Arabia.

El único superviviente de los Omeyas fue Abd al-Rahman I. Había huido de aquella ciudad y refugiado en Córdoba. Con la ayuda de un ejército de bereberes y yemeníes a se apropió de Al-Ándalus, proclamando su Emirato independiente de Córdoba. Para esto, tuvo que eliminar al emir de Córdoba, Yusuf al-Fahri, partidario de los abasíes.

El valí de Barcelona dejó claro a Carlomagno que fue partidario de al-Fahri y que ambos tenían un enemigo en común: el nuevo emir de Córdoba. Además, entre sus compañías estaban Abd al-Rahman ibn Habib, el yerno del asesinado emir de Córdoba, y Hussayn ben Yahia, valí de Zaragoza y descendiente de uno de los compañeros de Mahoma.

Entonces, le propuso una alianza militar para invadir el Emirato de Córdoba y derrocar a Abd al-Rahman. A cambio, se colocarían bajo la órbita de influencia del propio rey carolingio y le entregarían algunas de las ciudades del norte de España como Barcelona, Zaragoza o Jaca.

Así lo escriben las crónicas:
¡Nada temáis! Enviad a Carlos, orgulloso y altivo, palabras de servicio fiel y de gran amistad. Le daréis osos, y leones y perros, setecientos camellos y mil azores mudados, cuatrocientas mulas, cargadas de oro y plata y cincuenta carros, con los que podrá formar un cortejo: con largueza pagará así a sus mercenarios. Mandadle decir que combatió bastante en esta tierra; que a Aquisgrán, en Francia, debería volverse, que allí lo seguiréis, en la fiesta de San Miguel, que recibiréis la ley de los cristianos; que os convertiréis en su vasallo, para honra y para bien. ¿Quiere rehenes?, pues bien, mandémosle diez o veinte, para darle confianza. Enviemos a los hijos de nuestras esposas: así perezca, yo le entregaré el mío. Más vale que caigan su cabezas y no perdamos nosotros libertad y señorío, hasta vernos reducidos a mendigar.
La idea de una campaña en España llegó a seducir a Carlomagno, quien encontró en el pacto con Sulayman la posibilidad de aumentar la Marca Hispánica hacia el interior peninsular. Probablemente, encontraría hacia el sur muchas poblaciones cristianas impacientes por sacudirse el yugo mahometano.

CONDADOS DE LA MARCA HISPÁNICA, INICIOS SIGLO IX


3. LA CAMPAÑA DE CARLOMAGNO EN LA MARCA HISPÁNICA

Al año siguiente, en el 778, Carlomagno reunió un numeroso ejército compuesto por soldados francos, reforzados por los de todos los pueblos sometidos: francos orientales (ripuarios) y occidentales (sálicos), borgoñones, provenzales, aquitanos, septimanos, lombardos y bávaros, estos últimos dirigidos personalmente por el duque Tasilón. Este ejército cruzo el Pirineo, dividido en dos contingentes: uno liderado por Carlomagno, junto a sus grandes barones como el conde de Palacio Anselmo, el senescal Ekkehart, y sobre todo el conde Roldán, que pasó por Navarra; y el otro grupo, dirigido por su hijo Carlomán y el condestable Geilón, por Huesca.

Carlos se dirigió hacia Pamplona. Esta ciudad, la principal de los vascones de Navarra, estaba en manos mahometanas. Sulayman mantenía su pacto, la ciudad fue tomada por las armas y los gobernadores musulmanes rindieron vasallaje y fidelidad al emperador Carlos el Grande, aunque mostrando hostilidad. Pero, a este primer éxito, siguió la primera decepción ya que Carlomagno comprobó como los vascones, aunque cristianos, no acogían a los francos como libertadores, sino como invasores.

Mientras que el ejército de Carlomagno seguía su avance por el curso del río Ebro hasta las puertas de Zaragoza, el ejército de Carlomán avanzaba por el este hasta Barcelona, donde la población cristiana se mostró más accesible a los francos. El valí Sulayman cumplió con su pacto, entregando rehenes y partió de Barcelona con Carlomán hacia Zaragoza. Allí se reunieron ambos ejércitos francos.

Al Hussayn ben Yahia era el valí de Zaragoza. Era también un enemigo del emir Abd al-Rahman, pero no tenía intención de entregar su ciudad. Zaragoza era una ciudad hermosa y rica, la más importante del noreste peninsular, que acogía a gentes de todas las religiones. Unas murallas infranqueables la protegían.

No se sabe con seguridad las razones de aquel cambio de planes. Por una parte, Sulayman y Hosein se habían enemistado durante el transcurso de tiempo desde el pacto hasta la llegada. Además, los francos y los árabes poseen una cultura y una mentalidad muy diferentes, y cada bando considera al otro como algo bárbaro con el que no puede entenderse.

Ante los muros de Zaragoza, los francos iniciaron un asedió que duró algunos meses. Los zaragozanos resistían y los sueños de conquista de los caballeros francos se debilitaban. Algunas ciudades, Huesca entre ellas, se sometieron. Tuvo intenciones de negociar con Hosein ben Yahia, pero estas no fructificaron.

ASEDIO A PAMPLONA POR CARLOMAGNO

Llegaban malas noticias desde Sajonia. Aprovechando la ausencia del Ejército carolingio en su Imperio, los sajones se sublevaron. El monarca Carlos reconocía que esta campaña estaba siendo un fracaso, pues no habían conseguido ninguna victoria militar relevante y ningún territorio nuevo estaba siendo cristianizado. Tras dar la orden de retirada, siguió otra de destrozar todo lo posible en torno a la ciudad. Lógicamente, el emperador tuvo la sensación de haber sido engañado por Sulayman, por lo que fue apresado junto con algunos de sus hijos y otros magnates musulmanes como rehenes.

Si bien consiguieron un cuantioso botín de guerra de los gobernadores sarracenos, este no financiaba a toda aquella expedición. La tropa quedó disconforme, produciéndose saqueos por cada villa y ciudad por la que pasaban en el camino de vuelta. En Pamplona, derribaron las murallas, asaltaron la ciudad y saquearon todo cuanto pudieron. En ella vivía una población formada en su mayoría por vascones paganos, aunque también unas minorías de cristianos e islámicos.

Carlomagno y sus huestes subestimaban la capacidad de reacción que pudieran tener los pamploneses y los vascones de las tierras aledañas. Aún le esperaba más pues, en el camino, los hijos de Sulayman sorprendieron a los guardias y consiguieron escapar sin su padre. Estos reorganizan sus fuerzas militares y fueron en busca del Ejército carolingio para sorprenderles en su huida.

Cuando cruzaban los Pirineos en dirección a Francia por el estrecho paso de Ibañeta, Carlomagno encabezaba la vanguardia de su estirado Ejército, mientras que Roldán y los principales nobles estaban situados en la retaguardia. Sus soldados caminaban lentamente en los ascensos, el porte del botín y de la armadura resultaban pesadas, y el calor del verano debilitaba más aún. Entonces, una coalición de vascones de la montaña, de pamploneses, y de tropas musulmanas encabezadas por los hijos de Sulayman emprendió un ataque sorpresa a la retaguardia del Ejército franco a la altura del actual Roncesvalles, aunque otras fuentes la sitúan en Valcarlos.

MONUMENTO A LA BATALLA DE RONCESVALLES


4. LA BATALLA DE RONCESVALLES DE 778

Roncesvalles es un punto fronterizo entre España y Francia, una cima en la cordillera pirenaica. En aquel paso, el 15 de agosto del 778 sucedió la batalla de Roncesvalles.

Los vascones, aunque en clara inferioridad numérica, eran conocedores de aquellos bosques y caminos. Aprovecharon el factor sorpresa y el terreno para posicionarse con ventaja ante un ataque cerrado entre rocas y árboles, mejor resguardados entre cimas y laderas. Las tropas carolingias desfilaban fatigadas por el desfiladero y estiradas en estrechas filas, debido a la extrema dureza de las fuertes pendientes rocosas entre bosques.

Los asediantes coaligados lanzaron una lluvia de dardos, flechas y piedras contra la retaguardia. La emboscada resultó efectiva: los francos no están acostumbrados a luchar en las montañas, se encontraron dispersos en una larga hilera, sus cascos y corazas eran resistentes pero pesadas, era más resolutiva la puntería de unos arqueros resguardados entre rocas.

Tras la lluvia de flechas, los atacantes se aproximaron, descendían, corrían detrás de las rocas, saltaban, se precipitaban sobre los caballeros, caían sobre las basternas, golpeaban a sus conductores y se producían combates cuerpo a cuerpo; había caballos heridos cuyos relinchos desencadenaban el tumulto, gritos de reagrupamiento, caballeros sin montura que acababan siendo degollados por los montañeses.

En este asalto murió Roland, duque de la marca de Bretaña (las fuentes castellanas le han llamado Roldán o Rolando), junto a los Doce Pares de Francia, entre ellos Anselmo, conde de la casa real, y el senescal Eggihard. Este noble se encargaba de custodiar la retaguardia. Según la épica, hizo sonar el cuerno para llamar al rey en señal de auxilio, pero el grueso de sus tropas continuaron el camino hacia la llanura pasando San Juan de Pie de Puerto, punto de inicio de una Ruta Jacobea hacia Santiago de Compostela que se estaba formando por los peregrinos europeos, especialmente franceses.

Los vascones vengaron los saqueos que realizaron en sus tierras, los musulmanes liberaron a Sulayman. Carlomagno nunca más volvió a pisar tierra hispánica.

MONUMENTO A LA BATALLA DE RONCESVALLES


5. LAS REPERCUSIONES DE AQUELLA EMBOSCADA

Aquella batalla desencadenó diversas repercusiones tanto en los reinos de la península Ibérica como en el Imperio carolingio. Esta fue la primera derrota militar que sufrió el Imperio de Carlomagno, gran emperador de Europa en la Alta Edad Media. Esta debilidad fue animando a otras marcas en su domino a sublevarse en su contra. Fue también un impulso reconquistador para los hispanos, pues asegurarían ahora la frontera del Pirineo frente al invasor franco y pondrían la mirada al sur para reconquistar las tierras al moro.

Mil años después, se repetiría este espíritu de resistencia y lucha contra los franceses, esta vez encabezados por el emperador Napoleón Bonaparte, en los sitios de Gerona y Zaragoza, en la llamada del tambor del Bruc, en la batalla de Bailén, en el levantamiento madrileño del 2 de Mayo, y en tantos otros heroicos sucesos de España.

El emir de Córdoba, Abderramán I, para evitar futuras incursiones carolingias y cortar rebeldías islámicas, se presentó ante Zaragoza en el 791; derrotó a los rebeldes y marchó contra sus aliados vascones. Conquistó Calahorra, luego Pamplona, sometió al valí Ibn Velasco bajo su órbita de poder y volvió a Córdoba con rehenes, quedando los vascones sometidos bajo soberanía de los Omeyas durante cerca de veinte años.

En el plano literario, los poemas y narraciones épicos describieron el suceso con todo el romanticismo medieval de la época. Destaca la Chansón de Roland en francés. Pero Roldán, sobrino de Carlomagno, se convertiría inmortal gracias a la literatura. Hoy en día, varios puertos, pasos o brechas llevan su nombre a lo largo de todo el Pirineo.

MUERTE DE ROLDÁN EN RONCESVALLES

09/07/2015

Batalla de Elorrio


Elorrio obtuvo su carta fundacional como villa municipal en 1356, por el infante don Tello, señor de Vizcaya. Aquellos fueros tenían un doble objetivo, por una lado defender el señorío de los continuos ataques los banderizos guipuzcoanos. El otro era el establecimiento de un poder municipal que hiciese frente al poder de los señores rurales.

Un siglo más tarde tuvo lugar la batalla de Elorrio, en 1468, englobada en el marco de las Guerra de Banderizos vascongados.

La Batalla de Elorrio enfrentó a las casas de Ibarra, del bando oñacino, y de Marzana, del bando gamboino. Junto a los Ibarra lucharon las casas de Muxica, Butrón, Arteaga, Salazar y Zarate, mientras que en el bando liderado por los Marzana estaban las casas de Avendaño y sus aliados Sancho y Luis de Velasco, los condes de Saliñas y Haro, Juan de Briviesca y el refuerzo de 300 mercenarios castellanos contratados al marqués de Santillana.

CASA-TORRE NOBILIARIA DE ELORRIO

Este enfrentamiento está considerado como una de las grandes batallas medievales de las provincias Vascongadas. Según escribió el historiador Lope García de Salazar en sus Bien Andanzas e Fortunas, en ella intervinieron miles de contendientes. También que fue una de las primeras batallas donde se utilizó la artillería como elemento destructor, ya que hasta poco antes la afectividad de esta era muy baja, produciendo más ruido que daños reales. El Duranguesado, como el resto del Señorío de Vizcaya, se convirtió en uno de los escenarios habituales de las mismas.

El cruento y encarnizado enfrentamiento de Elorrio terminaría con la victoria aplastante de los hombres de la casa de Marzana y sus aliados, pertenecientes al bando gaboino, a quienes también habían apoyado las gentes del interior de la villa de Elorrio. Los Salazar también fueron participantes, incluidos en el bando oñacino. Según el cronista vizcaíno, en esta batalla murieron varios miles de hombres pertenecientes a los solares de Salazar, Butrón y Muxica; entre ellos, tres de los hijos de García de Salazar.

BATALLA DE ELORRIO

En sus Bien Andanzas e Fortunas, García de Salazar escribió que a principios de siglo XV, Furtun García de Avendaño y Martin Ruíz de Avendaño mataron a Ruy Sánchez de Zaldivar, con otros diez hombres, siendo la causa el que les "contrariaba el mando de la tierra". Desde aquel día siempre existió enemistad entre los de Avendaño y los de Zaldivar.

En 1468, Zaldivar se aliaba con Pero Ruiz de Ibarra y Aloso de Mújica, señor de Aramayona, en la lucha contra varias villas vizcaínas entre ellas Durango. Las villas fueron defendidas por Pedro de Avendaño.

Avendaño presentó en Elorrio 1200 infantes y 150 jinetes de caballería del conde de Salinas, dejándolos bajo la conducta de su hijo, Juan, Juan Briviesca y otros capitanes de la casa de Haro, colocándose él en la villa de Durango.

La primera operación del esforzado Juan de Avendaño fue poner cerco a la torre de Ibarra, guarnecida solamente por 150 hombres, gente insuficiente para defenderla por mucho tiempo. Mújica, que vio el aprieto en que se encontraba su aliado, amenazado por gente armada con magníficas lombardas, pidió al marques de Santillana 60 caballos, que bajo las órdenes de Juan de Leiva y Lope Hurtado de Salcedo fueron puestos a su disposición.

Pero estos socorros eran insuficientes, la situación de Ibarra no mejoraba, siendo cada día más desesperada, por lo cual Mújica llamó en su ayuda a los Salazares. Los de la casa solariega de Salazar reunieron a 300 de sus hombres en las proximidades de Durango, que se sumaron a un ejército de 4.000 hombres y 80 caballos, y gruesas lombardas traídas de Cantabria por el banderizo Mújica.

ESTELA FUNERARIA Y TORRE DEFENSIVA DE ELORRIO

En Durango desecharon las proposiciones de paz que les hizo el corregidor Juan García de Santo Domingo, y se dispusieron a atacar la villa de Elorrio de la cual habían ya salido algunos hombres para diezmar a los sitiadores. Los hijos de Lope García de Salazar, Fortun Gómez y Ochoa Gómez, eran los encargados de asentar las lombardas, para cuya operación se adelantaron con 600 hombres de Butrón. Apenas habían comenzado a sentar sus reales y establecer las baterías, la gente que había quedado atrás con Juan Alonso, no se sabe si por traición o por temor, decidieron no entrar en la lucha.

Lo cierto es que apercibidos los de la villa del desorden de los enemigos, cargaron de improviso sobre los pocos que en el campo quedaban, mataron a Gonzalo de Salazar, Fortún Gómez de Butrón, Ochoa Abad, Juan de Butrón, hermanos bastardos; a Juan Alonso Ochoa de Butrón nieto de Ochoa, y Gonzalo Gómez. Gonzalo de Salazar, el más resistente, tras ser herido en la cara, sostuvo un reñido combate a espada con varios, hiriendo a Juan de Avendaño y matando a su caballo, hasta que al fin cayó muerto. A su lado también murieron luchando Pedro de Salazar de Montaño, Men Sánchez de Bañares y Ochoa de Loizaga. Fueron presos Juan de Salazar, su hermano, con siete heridas, y Ochoa de Salazar, los cuales fueron ejecutados en las puertas de la villa por orden de Avendaño.

PUERTA DE LA MURALLA DE ELORRIO

Los oñacinos tuvieron 200 muertos, huyendo los demás desordenadamente por la cuesta arriba; de los cuales muchos murieron ahogados por la sed y el cansancio, y entre ellos Fernando de Salazar, Rodrigo de Achurriaga y Pedro de la Bárcena, con más de 45 hombres, parte de ellos heridos. Entre los de Butrón y de Mújica cayeron entre otros, a Gonzalo de Guecho, Juan de San Juan, bastardo de Butrón, Ochoa de Unzueta y otros varios. También fue herido en las piernas de dos saetas el caudillo Juan Alonso de Mújica. El triunfo ocasionó la toma de la torre de Ibarra, Ermua, y sus tierras.

Pocos días después murió junto a Durango Fernando de Zaldivar, y también su aliado Diego de Basurto con gran alegría de los vecinos y naturales de la villa. Un año después el conde de Haro desterró de las tierras de Vizcaya a Avendaño y Mújica, los cuales dos años más tarde debieron combatir en Munguía en su contra.

Ante esta insostenible situación, el corregidor, las Villas de Vizcaya, Lope García de Salazar y los mercaderes de Burgos pidieron la intervención real para buscar la pacificación. Ante esta petición, el rey Enrique IV comisionó al conde de Haro para efectuar las nuevas ordenanzas.

03/07/2015

Batalla de Valmaseda


Por el espíritu de abierta rebeldía contra la autoridad y desprecio con que los nobles banderizos vizcaínos miraban a los representantes de la ley, sucedió una serie de las peleas y combates en la villa de Valmaseda en 1465.

AYUNTAMIENTO DE VALMASEDA

El corregidor Juan García de Santo Domingo fue el encargado de redactar en 1452 el llamado Fuero Viejo, es decir, los primeros fueros escritos de Vizcaya, según la Junta General de Guernica, y por petición de los vizcaínos de la Tierra Llana. Los gamboinos, partidarios del Conde de Haro, deseaban que el Fuero del Señorío fuese redactado por el doctor Andrés López de Burgos.

Cuando el corregidor se reunió en la villa de Valmaseda con los alcaldes de la Hermandad de Vizcaya para impartir justicia debido a las luchas y venganzas sufridas en aquellos pueblos, se presentaron en ella Sancho de Velasco, hijo del Conde de Haro, Pedro de Avendaño, Fortún García de Arteaga, Ochoa de Murga, Juan Martínez de Ibarguen, los partidarios de los Marroquines, los de Aedo de Valmaseda y los de Velasco de Mena, todos del bando Gamboino. Su intención era capturar al corregidor y llevarlo a Medina, donde el Conde de Haro pudiera vengar en él la justicia, que en 1452 hiciera en sus parciales de Castro y Samano.

Pero los gamboinos encontraron resistencia de parte de Lope Furtado de Salcedo, Juan de Salcedo, sus parientes y todos los del linaje de la Plaza, contrarios a los de Aedo. Se entabló una lucha fratricida de dos días que dejó varios muertos de ambos bandos.

Como Sancho de Velasco recibía refuerzos cada momento, los Salcedo tuvieron que replegarse y pedir auxilio a Lope García de Salazar, quien recibió el aviso al amanecer. Al anochecer, Salazar se presentó en el puente de Valmaseda con 800 hombres.

Su presencia intimidó a los gamboinos, que se refugiaron en la iglesia de San Severino. Entonces envían como parlamentario a fray Juan de Múgica, con quien Lope García de Salazar pactó una tregua de 40 días, la puesta en libertad del corregidor y sus parciales junto con los Salcedos, y el abandono de la villa sin represalias a sus vecinos.

Cuando estaban en retirada, Sancho de Velasco, viéndose libre de enemigos, llamó a sus partidarios de Medina y hasta de Santander, y unido a ellos, emprendió una acción de saqueo e incendio de varias casas de Valmaseda y los cadalsos de Zalla, Gordejuela y Carranza y tres ferrerías de Lope García de Salazar.

Las represalias de esta violación de la tregua fueron terribles: 2.000 oñacinos con el corregidor y el prestamero Mendoza tomaban, después de varios combates, las casas de los principales jefes contrarios, las queman y asolan. Además llenaron las cárceles de presos, haciéndoles pagar los daños causados y sufrir la pena de cadenas en Bilbao.

PUENTE VIEJO DE VALMASEDA

23/06/2015

Batalla de Ochandiano


Ochandiano se fundó como una villa defensiva dentro de la merindad de Durango del Señorío de Vizcaya, en un emplazamiento estratégico, en el límite con el territorio alavés y al pie de la ruta que unía la meseta castellana con la costa cantábrica cruzando el puerto de Urquiola. Fue una de las 14 villas que conformaban junto con Ortuña y la Tierra Llana, el Señorío de Vizcaya, con voto y asiento en las Juntas de Guernica. Ha presenciado grandes batallas por ser asiento de la nobleza del Señorío que se enfrentó por el control económico y abrió disputas entre la sociedad urbana y la nobleza rural durante los siglos XIV y XV.

PLAZA DE OTXANDIANO

Hay noticias de la batalla que libraron en 1295 por la posesión del señorío las tropas de Diego López de Haro contra las de Álvaro Díaz de los Cameros, unido al infante Juan y a María Díaz de Haro.

A principios del siglo XIV, se dio justo a sus puertas el combate entre Fortún Sánchez de Zamudio y Álvaro Díaz, enviado del infante Juan, pretendiente al Señorío de Vizcaya. En ella murió Díaz, en singular combate con Zamudio.

En 1355, siendo el conde Tello el señor de Vizcaya, un grupo de vizcaínos al mando de Juan de Avendaño batallaron en tierra de Ochandiano contra Juan de la Cerda, a quien el rey Pedro I de Castilla había encargado la conquista del Señorío. Los de Avendaño infligieron una grave derrota a sus enemigos, causando muchos muertos y prisioneros.

Pero esta guerra civil entre dos pretendientes a la Corona de Castilla fue aprovechada por los banderizos para convertir la villa de Ochandiano en su campo de lucha para solucionar sus discordias. La Villa padeció el saqueo, incendio, y todos los horrores de una guerra civil sin piedad y sin cuartel.

FUENTE DE OTXANDIANO

En marzo de 1415, Juan de Avendaño y Juan Alonso de Mújica ambicionaban la posesión de la Guía de Albina en Olaeta. Cada caudillo ocupaba un barrio opuesto en Ochandiano. Juan Pérez de Gamboa, del bando de Avendaño, prendió fuego al barrio que ocupaba Mújica, ante la imposibilidad de hacerlo por las armas. Su plan fue exitoso ya que Mújica, herido de un saetazo, tuvo que replegarse con los suyos a un cerro colindante.

Al siguiente día, llegaron refuerzos a los Oñacinos y consiguieron establecer un tratado de paz, que solo duró unos días, pues muy poco después las calles de Ochandiano se tiñeron de sangre de ambas parcialidades.

Gómez González de Butron, protagonista en los sucesivos asedios a Munguía, volvió a pelearse de nuevo con los de Avendaño en 1437, en Ochandiano. En 1443 fue Avendaño quien atacaba a la villa, aliada entonces de Butron y saqueaba Aramayona, retirándose sin problemas satisfecho de su hazaña y de haberse vengado del desastre de 1437.

CASA-TORRE DE OTXANDIANO