26/12/2018

Manuel de Aizpurua


Manuel de Aizpurua, natural de Pasajes, fue uno de los grandes constructores del XVIII, y miembro de la élite de estos artesanos en las Provincias Vascongadas. A diferencia de Antonio de Gaztañeta, Juan Bautista de Donesteve, Gerónimo de Echeveste, Gerónimo de Aizpurua o Joseph Nicolás de Aizpurua, Manuel de Aizpurua adquirió todos sus conocimientos y experiencia en los astilleros autóctonos; y no basó su promoción profesional en el servicio y trabajo en los Reales Arsenales.

En 1739, estuvo construyendo en los Reales Astilleros de Zorroza el navío mercante San Judas Tadeo y la Virgen Estrella de Vizcaya. Pero en la década de 1750, ya se había convertido en un reputado constructor naval, siendo el único fabricante, al menos de su provincia, que redactó un detallado plan de construcción de bajeles que sirviera de modelo para ulteriores fábricas. Este sistema de construcción se puso en práctica en 1756 cuando los oriotarras Joseph de Beldarrain y Juan de Arizmendi construyeron un navío para el secretario real en Corte Francisco de Mendinueta siguiendo este plan y a semejanza del San Francisco Xavier, fabricado cuatro años antes por Aizpurua y Arizmendi. Además de ello, por estas mismas fechas fue el encargado de la manufactura de dos de los lanchones que se hicieron en la Provincia para los navíos que estaban en grada en el astillero de El Ferrol.

Aizpurua encontró su el apogeo de su carrera en la década de 1760 cuando fue nombrado capitán de Maestranza Interino de Guipúzcoa y contratado por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas con los cargos de maestro constructor y capitán de Maestranza de sus fábricas navales.

DIBUJO DE NAVÍO ESPAÑOL DEL SIGLO XVIII

Desde 1761 y hasta 1779, Aizpurua trabajó en exclusiva para la sociedad caraqueña, tal y como era la práctica en la maestranza contratada por el Estado para sus Arsenales o Reales Fábricas. La Compañía trataba de implantar en sus astilleros de Pasajes una organización laboral semejante a la de los grandes centros navales de la Corona, a modo de garantía de una eficiente y disciplinada dirección de las obras navales.

La compañía mercantil no poseía una mínima maestranza permanente en las gradas de Pasajes, por lo que se veía obligaba tomar medidas extraordinarias cuando tenían que construir unidades adicionales, contratando a constructores guipuzcoanos o solicitando a las autoridades de Marina que le cedieran alguno de sus maestros.

El trabajo de Aizpurua en la Compañía de Caracas tuvo tres vertientes fundamentales.

1. la construcción de unidades para la Compañía, como por ejemplo la fragata Nuestra Señora del Rosario; los navíos San Ignacio, San Vicente Mártir, San Miguel y Santiago, Nuestra Señora de la Asumpción alias La Guipúzcoa; y la urca Santa Teresa de Jesúa.

2. la labor de peritaje en los arqueos de los navíos de la sociedad, contando con la colaboración de un maestro calafate, siendo el primero el ayudante de su predecesor: Thomás de Allo; más tarde siguieron Joseph de Garay, Juan Bautista de Aguirre y Rafael de Aguirre.

3. la compra del maderamen necesario para la construcción de los barcos de la Compañía a precios ventajosos, aunque con ciertas complicaciones por los problemas de deforestación que tenían los montes próximos a las factorías navales.

MAQUETA DE NAVÍO ESPAÑOL DEL SIGLO XVIII

Los últimos años de vida de Compañía coincidieron con el final de la carrera profesional de Aizpurua, siendo el último trabajo para esta sociedad el navío Nuestra Señora de la Asumpción (La Guipúzcoa) de 1.100 toneladas y artillado con 64 cañones, labrado en 1778 conforme al plano del San Genaro.

Su trayectoria como constructor terminó con la manufactura del navío La Asumpción, que fue apresada por la escuadra inglesa del Almirante Rodney al poco tiempo de haber sido botada en aguas del Puerto de Pasajes. Posteriormente, los ingleses la armaron con otros seis cañones más y pasó a integrar las flotas inglesas con el nombre de Príncipe Guillermo.

23/12/2018

Guipúzcoa, cuna de patriotas



SAN SEBASTIÁN (DONOSTIA): Miguel de Oquendo, Antonio de Oquendo, Joaquín de Aguirre y Oquendo. Marcos Aranburu. Hernando Aramburu. Alonso Aliri. Juan Amezqueta. Joaquín Ariseta. Martín Argarate. Martín Arriola. Cirilo Barcaiztegui. Valentín Barcaiztegui. Valentin Barcaiztegui, Ventura Barcaiztegui. Ramón Blanco, Miguel Santos Camino. Juan Cruzat, Miguel Cruzat. Alfonso Díaz Ramírez de Guzmán. Agustin de Diustegui. Duque de Estrada y Atorrasagasti, Manuel Barreda y Astigarraga. Pablo Agustín Aguirre, Rafael Echagüe. Juan Echaide. Luis Echazarreta. Miguel Echazarreta. Sebastián Elhazarreta. Mari Juan, Domingo Echeverri. Domingo Echeverri. Jacinto Echeberri. José Echeberri. Juan Echeberri. Juan Domingo Echeberri. Pedro Echeberri. Pío Elizalde. Tomás Endaya. Catalina Erauso.Juan Erauso. Juan Pérez Ercilla. Pedro Agustín Girón. José Manuel Goicoa. Juan Lasun. Sancho Leiva. Benito Lersundi. Juan Martínez de Lazón. Jose María Mathe. Ignacio Mendizábal. Juan Luis Michelena, Hernando Muñoz de Aramburu. Fernando Nórzagaray. Juan Sánchez de Casanova. Sebastián Tapia. Juan Tello y Aguirre. Lorenzo Ugalde y Orella. Mateo Ulajain. Bartolomé Urdinso. Lorenzo Urbieta. Juan Zabala y Guzmán. Manuel Zabaleta. Santiago Agustín Zuloaga.

IRÚN: Jacobo Arbelaiz, Juan Bautista Arizmendi. Pedro de Aranzate. Lucas Berroa. Francisco Berrotarán. Gregorio Leguia Arbelaiz y Mendibil. Miguel Mendibil. Juan Antonio de Olazabal y Emparan, Juan Antonio de Olazabal y Recalde. Juan José de Olazabal y Veroiz. Ramón de Olazabal y Arteaga. José María de Orbe y Elio. Juan Pérez Portu. Sancho de Urdanibia. Bartolomé de Urdinso. Pelegrin de Uranzu

FUENTERRABÍA (HONDARRIBIA): Francisco de Aguirre. Francisco de Alberro. Juan de Alcega; Pedro de Alcega, Diego de Alcega, Sancho de Alquila, Juan Carlos Joaquín Pedro de Areizaga, Machín de Arsu, Juan Pérez de Azcue, Juan de Beaumont y Navarra. Diego Butrón y Leguía. Juan Calatayud. Baltasar Antonio Calatayud, Manuel Casadevante, Juan de Casadevante. Miguel Antonio Casadevante, Martín Eckaus. Rafael Echeberria, Juan Benito Erasun. Bernardo Tomás Goenaga. Juan de Justiz, Manuel José de Justiz, Miguel de Justiz. Francisco Ladrón de Guevara, Pedro Ignacio Ladrón de Guevara, Nicolás Ladrón de Guevara, Francisco Ladrón de Guevara, Juanot de Lesaca, Agustín de Lesaca, Pearo de Lesaca, Agustín de Lesaca, Gonzalo de Luna y Mora, Mendinueta. Gabriel de Mendinueta, José Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga, Diego Mirafuentes, Juan Núñez de Palencia, Martín Sanz de Olaverría, Miguel Olaberria, Luís Oyanguren, Tomás Ramery, Melitón Ramery, Ramery, Domingo Sorondo. Antonio Ubilla. Juan Urbina. Juan Sánchez Venesa, Miguel Sánchez Venesa, Pero Sánchez Venesa, Miguel Sánchez Venesa. Gabriel José Zuloaga.

RENTERÍA (ERRENTERIA): Juan López de Errezuma y Eraso, Martín de Irigoyen, Martín Pérez de Irizar, Joanes de Isasti, Martín de Rentería y Uranzu, Martín de Zamalvide, Bartolomé de Zuloaga, José de Imaz.

HERNANI: Martín Pérez de Alcega, Juan Arana, Luis de Echezarreta, Juan de Urbieta, José Agustin Zuaznabar

OYARZUN (OIARTZUN): Miguel Ambulodi, Francisco Amolaz, Sebastián Echeverria, Francisco Antonio Feloaga, Sebastián Lartaun, Juan López Olaiz, Francisco de Urdinola

PASAJES (PASAIA): Miguel de Arizabalo, Adrián de Arizabalo, Juan de Arizabalo, Juan Bautista de Arizabalo, Sebastián de Echeverría, Manuel de Echeverría, Juan de Echeverría, Manuel de Iturain, Mateo de Laya y Aramburu, Blas de Lezo y Olavarrieta, Miguel Villaviciosa, Martín Juan Villaviciosa, Juanes Villaviciosa.

19/12/2018

Defensa foral navarra por José Yanguas y Miranda


José Yanguas y Miranda fue político, escritor e historiador navarro nacido en Tudela, en 1782. Dejó una impronta imborrable en la historiografía navarra del siglo XIX. Su larga carrera administrativa comenzó en Tudela, en cuyo ayuntamiento tomó plaza de amanuense a muy temprana edad. En 1806, se le nombró escribano y en 1817 asistió como síndico en las Cortes de Navarra celebradas ese año. Estuvo dos veces en prisión, acusado de formar parte del bando liberal en 812 y 1832. En 1830, fue nombrado archivero de Navarra y, en 1834, secretario de la Diputación, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1863.

Yanguas fue el máximo exponente en Navarra del segundo Romanticismo europeo, vinculado al avance del Liberalismo. Contemplaba el Fuerismo liberal bajo ambientación de Romanticismo político. Y, en este sentido, la Ley Paccionada es una traducción práctica del Liberalismo doctrinario por manos progresistas. Por eso, Yanguas supo establecer una relación perfecta entre historia y política, preocupándose de que en la incorporación de Navarra a Castilla no hubiesen ni vencedores ni vencidos. Para él, el respeto a los fueros navarros y a sus libertades por parte de la Corona castellana consiguió que el pueblo navarro correspondiera con muestras de afecto. Esta fue la aportación principal de este erudito al devenir intelectual navarro.

JOSÉ YANGUAS Y MIRANDA

Yanguas dejó una extensa obra escrita en la que recogió una visión sobre Navarra que se destacó por considerar a la historia y a los fueros como elementos característicos de su identidad. De ahí su empeño en escribir un Diccionario de los fueros y leyes de Navarra, en 1828, obra destinada a facilitar la lectura de la Ley navarra, recopilada en 10 volúmenes de 400 páginas cada uno. Calificaba a los fueros como "tan nombrados por todos, como desconocidos de la mayor parte de los navarros", lo cual era un reconocimiento del papel que representaban como seña de identidad de los navarros.

En el Diccionario, Yanguas defendía que los navarros serían los descendientes de los vascones, ciudadanos romanos por voluntad de Vespasiano. Pero el fundamento de gran parte de los fueros tuvo su origen en los pueblos que conquistaron a ese imperio y que habían pasado a Navarra, notándose su influencia especialmente cuando comenzaron los enfrentamientos con los árabes que habían invadido España, situación que derivó en la necesidad por parte de los navarros en designar un rey o caudillo. Para Yanguas, Navarra no se podría explicar únicamente por su matriz étnica, además por su proceso histórico marcado por periodos de relación con otros pueblos.

JOSÉ YANGUAS Y MIRANDA

La Diputación Foral encomendó a Yanguas de hacer frente a las tesis de José María Zuaznavar que expresó en su libro Ensayo histórico-crítico sobre la legislación de Navarra, de 1820. Este ensayo supuso un duro alegato contra la permanencia de las instituciones forales del viejo reino. Para Zuaznavar, el Fuero era una compilación de origen moderno cuyo nacimiento no había coincidido con el del reino. Para contrarrestar a Zuaznavar, escribió La Contrageringonza o Refutación jocoseria del Ensayo crítico sobre la legislación de Navarra, en 1833. En ella, el tudelano afirmaba que las ideas de Zuaznavar tenían como objeto:
"El de allanar el camino, lisonjeando a los innovadores, contra las antiguas instituciones políticas de Navarra y de las Provincias exentas, para consolidar el sistema constitucional, y hacer un mérito enervando la tendencia de sus naturales a contrariarlo."

La Historia compendiada del Reino de Navarra, escrita en 1832, representa un esfuerzo de Yanguas por acercar los Anales del padre Moret a un público más amplio, agregando material fruto de su propia investigación, así como opiniones personales. Finalizó el libro con una pequeña exaltación de la unión de Navarra a la Corona castellana.

En la misma línea de síntesis histórica está su edición de la Crónica de los Reyes de Navarra, escrita por D. Carlos, Príncipe de Viana, de 1842. Además su Diccionario de Antigüedades, de 1840, supuso una referencia necesaria en los estudios de historia navarra.

EL PRÍNCIPE DE VIANA EN SU BIBLIOTECA, POR JOSÉ MORENO CARBONERO

Durante su emigración en Francia, Yanguas fue personalizando el nuevo movimiento historiográfico europeo, lo que llegó a llamarse la "historia filosófica" de Voltaire. Quedó de manifiesto en el discurso metodológico que expuso en algunas de sus obras, especialmente en el prólogo al Diccionario de Antigüedades. Se interesó por el estado social de los pueblos y la historia filosófica de las costumbres, extraerlos de los documentos, y fundarlos en hechos positivos.

Sus más inmediatos seguidores intelectuales fueron José Alonso Ruiz de Conejares, Joaquín Mencos y Manso de Zúñiga, natural de Pamplona donde nació en 1799, conde de Guendulain, y Ángel Sagaseta de Ylurdoz. Este último fue defensor de las posiciones foralistas más extremas, dentro del Liberalismo.

HISTORIA COMPENDIADA DEL REINO DE NAVARRA, POR JOSÉ YANGUAS Y MIRANDA

14/12/2018

Sellos de lugares de Navarra


Serie de sellos conmemorativos a villas y ciudades, a edificios e instituciones, a fiestas y vírgenes relacionados con la historia del Reino de Navarra, la mayoría están emitidos por Correos España.

sello navarra correos ptas
NAVARRA

sello navarra pesetas
NAVARRA

sello diputación navarra
DIPUTACIÓN FORAL DE NAVARRA

sellos diputación foral navarra
DIPUTACIÓN FORAL DE NAVARRA

sellos todo patria navarra
NAVARRA POR LA PATRIA

sello patria navarra
NAVARRA POR LA PATRIA

sello patria navarra
NAVARRA POR LA PATRIA

sello pamplona julio
PAMPLONA
sellor tafalla beneficiencia
TAFALLA

sello tafalla beneficiencia
TAFALLA

sellos tafalla beneficiencia
TAFALLA

sello tudela navarra portal juicio
TUDELA

sello puente reina
PUENTE LA REINA

sello caja ahorros navarra
CAJA DE AHORROS NAVARRA

sello virgen irache exposición consejo arte europa
VIRGEN DE IRACHE

sello virgen irache navidad navarra
VIRGEN DE IRACHE

sello san fermin
SAN FERMÍN PAMPLONA

sello compostelano cruz roncesvalles
CRUZ DE RONCESVALLES

07/12/2018

Tomás Ortiz de Landázuri y Arriaga


Administrador en el Virreinato del Perú y oficial contador del Consejo Supremo de Indias en el siglo XVIII

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ESCUDO DE ARMAS DE ORTIZ DE LANDAZURI

Tomás Ortiz de Landázuri y Arriaga nació en Nuvilla, de la Ribera Alta y Partido judicial de Vitoria, en 1722. Fue hijo de Domingo Ortiz de Landázuri y Montoya y Antonia Arriaga de Basave.

En 1741, ya era secretario real en el Virreinato de Nueva España, cargo que ocupó hasta 1743. Desde este año fue destinado a Nueva Galicia como secretario del gobernador y capitán general de Guadalajara Fermín de Echevers, y posteriormente presidente de la Audiencia de Guadalajara.
En 1746-47, en las costas de Matanchel, tuvo una importante participación en el rechazo de ataques holandeses. Por esta actuación defensiva fue nombrado corregidor, juez de Minas y teniente de la Capitanía General de Zacatecas en esas fechas y, posteriormente, titular de la Escribanía de Cámara de la Audiencia. Plantificó por comisión del virrey el derecho de alcabalas en la provincia de Nueva Vizcaya.
En 1756, fue electo alcalde ordinario; más tarde, regidor perpetuo y procurador de Guadalajara y, en 1757, escribano del Cabildo. En 1761, fue nombrado caballero de la Orden de Santiago.
En 1764, escribió la obra inédita Papel... haciendo presentes los medios para exterminar el contrabando, una Representación sobre el Virreinato del Perú...

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CATEDRAL DE ZACATECAS Y ESCUDO DE ORTIZ DE LANDÁZURI

De regreso a la España peninsular, desde 1765 hasta 1767, desempeñó el cargo de contador general del Consejo Supremo de Indias, siendo ascendido a oficial de Contaduría General. Le correspondió llevar a cabo la aplicación de la Reforma de la Contaduría, iniciada en 1760, que consiguió un importante incremento de los rendimientos fiscales.
Fue miembro de "capa y espada" del Consejo desde 1767. Entre 1767 y 1771, figura como miembro de la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País y, desde este último año hasta su muerte en Madrid, en 1777, como miembro honorario.
En 1776, escribió una Consulta hecha a S. M. en Junta... sobre el comercio interior y exterior de España; también inédita.

palacio insausti azkoitia sociedad bascongada ortiz landazuri
ESCUDO DE ORTIZ DE LANDÁZURI Y PALACIO DE INSAUSTI

01/12/2018

Reinado Sancho IV: decadencia de Navarra


El 1 de septiembre de 1054, durante el desarrollo de la batalla de Atapuerca, el rey García III Sánchez resultó herido de muerte por un noble castellano en su enfrentamiento contra su hermano Fernando I de Castilla. Diluido el fragor de la batalla, los nobles navarros proclamaron rey a su hijo Sancho IV Garcés el de Peñalén, que apenas contaba con 14 años de edad, después de haber rendido homenaje al vencedor.


SANCHO IV GARCÉS

El primer objetivo del joven rey fue la conclusión de las obras del Monasterio de Santa María la Real de Nájera, en cuyo panteón fue enterrado su padre un año antes de consagrase la iglesia en 1056, por el arzobispo de Narbona. Mientras tanto, su madre y viuda de García III, Estefanía, se ocupó de acrecentar la Fundación de Santa María de Nájera, aunque dos años después moría, en 1058. En 106, Sancho IV se casaba con Placencia de Normandía.

Los primeros años del reinado de Sancho IV se caracterizaron por una relativa paz entre Pamplona y Castilla, especialmente tras establecer, en 1062, un acuerdo con su tío Fernando I y con los nobles sobre las fronteras de ambos reinos. Progresivamente, las villas de la Castilla controlada anteriormente por García pasaban a soberanía de Fernando: Ubierna, Urbel y la Piedra en 1056, Valpuesta en 1057, buena parte de la Bureba en 1058 que incluían Herrera, Oña y Poza de la Sal. Sólo Pancorbo se mantuvo fiel a Pamplona hasta 1061, gracias a la voluntad de su señor Sancho Fortuñón.

Si en 1062 Fernando I era rey de toda Castilla y Sancho IV lo era de La Rioja, las plazas colindantes de la taifa de Zaragoza fueron tenencias en discordia. Era una cuestión más militar, ya que no estaba del todo establecida su soberanía. En cambio, los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa continuaron vinculados al Reino de Pamplona, aunque hubo señores que tenían dominios vinculados a ambos reinos, y que fueron vasallos de ambos reyes (el pamplonés y el castellano). De hecho hubo hermanos de una misma familia nobiliaria que se repartieron indistintamente bajo una u otra soberanía.

Íñigo López, conde de Vizcaya, no se unió a la rebelión, permaneciendo fiel al rey pamplonés ya que estaba casado con una hija de Fortún Sánchez. El conde Álvaro Díaz permaneció fiel a Pamplona, rigiendo Álava hasta 1072, así como las tenencias de Grañón, Marañón y Término en zonas fronterizas con Castilla.

Velasquita, hija de García Aznárez y casada con Sancho Fortuñón, gobernó Guipúzcoa entre los año 1048 y 1060. Ese año, Sancho IV Aznárez pasó a ser el tenente hasta el final de dominio pamplonés, además poseía tierras en el condado de Álava. Más tarde asumiría la regencia de este condado en nombre del rey pamplonés.


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MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA
Y MONEDAS DE SANCHO IV GARCÉS

En 1065, Sancho II entró a reinar en Castilla, quien consiguió el vasallaje de la taifa de Zaragoza. Esta nueva situación hizo que los pagos de parias se deberían repartir entre Pamplona y Castilla. Durante este tiempo, Sancho VI estaba muy interesada en recibir las parias de Muqtádir, como demuestra un pacto firmado en 1069 por el cual el valí zaragozano se comprometía a pagar 1.000 monedas de oro todos los meses, adelantando 5.000 monedas por los cinco primeros meses desde abril de 1069. En contraprestación, Sancho VI no podía aliarse ni apoyar a los contingentes militares que desde Francia u otro lugar pretendan atravesar sus dominios para atacar Zaragoza. Tampoco Muqtádir podía aliarse a otras tifas musulmanas ni reinos cristianos en contra de Pamplona.

En mayo de 1073, Muqtádir renovó la relación de vasallaje con Sancho VI contra el rey de Aragón, Sancho Ramírez. Muqtádir se comprometía a pagar 12.000 mancusos de oro anuales al de Peñalén si este mediaba con el aragonés para que se retirase de las tierras ocupadas de Huesca y en ningún caso acosara las de Zaragoza.

Pero Sancho VI no supo emprender una expedición militar contra los reinos de Taifas sarracenos y expandir el territorio de su reino hacia el sur. Estuvo más ocupado en el aumento de las parias en oro que llegó a despertar la misma codicia en sus nobles, sospechosos del reparto equitativo del dinero.


REINO DE PAMPLONA CON SANCHO IV GARCÉS (1054-1076)

Un desigual reparto de las parias ocasionó la aparición de luchas intestinas entre los tenentes y magnates que poseían territorios fronterizos con el islam, con mayores necesidades militares defensivas. Estas eran: Autol y Arnedo para proteger Calahorra y Sartaguda; San Esteban y Azagra en la orilla izquierda del río Ebro; las villas de Villafranca de Navarra, Peralta, Falces y Funes en el valle de Funes; y las villa del río Aragón hasta Sangüesa, Santa María de Ujué y otras más en retaguardia. Sus alrededores estaban deshabitados y en ellos actuaban y se refugiaban bandidos, traficantes y mercenarios de los dos lados de la frontera. Además, eran frecuentes los saqueos y algaradas de una y otra parte, los conatos y tentativas de asalto para recuperar aquellas estratégicas fortalezas para la defensa y el ataque.

La codicia y la envidia de los nobles de estas villas culminó en la estrategia del magnicidio. Durante una partida de caza en Funes, Sancho VI fue despeñado en el espolón rocoso de Peñalén por un grupo de nobles, con la complicidad de sus hermanos Ramón y Ermesinda. Ambos se refugiaron en la corte de Alfonso VI. Placencia, la viuda del rey, y las infantas Jimena y Mayor quedaron en La Rioja.

El asesinato del rey fue una conjura entre nobles pamploneses debido al desequilibrado reparto del dinero de las parias. Estos, después de haber planeado y ejecutado la muerte de su soberano, ya no confiaban en ningún sucesor del rey García VI. Pamplona quedaba desolada y sus reinos vecinos se reparten la herencia real: Castilla entraba en La Rioja y los territorios vascos; Aragón recibía el núcleo originario del Reino de Pamplona.

Así, desde 1076, los destinos de Pamplona caminarían unidos a Aragón en la persona de Sancho Ramírez, nieto de Sancho III el Mayor y primo de Sancho IV el de Peñalén. El rey de Aragón y Pamplona fijó el límite entre ambos reinos en la orilla izquierda del río Ebro hasta Azagra, y aún fue acogido entre los vecinos de Ujué, quedando Montejura y Monjardían del lado aragonés.


Alfonso VI acaparó para Castilla las tierras de La Rioja, Nájera y Calahorra. Además Álava, Vizcaya y parte de Guipúzcoa volvían a Castilla, donde gobernaría el conde Lope Íñiguez.

REPARTO DEL REINO DE PAMPLONA TRAS LA MUERTE DE SANCHO IV

30/11/2018

Fuero moderno de Guipúzcoa


Guipúzcoa se regía por la recopilación formada en Tolosa en 1583, la cual fue aumentada y corregida en 1692, por encargo de la provincia, imprimiéndose en 1696 con el título de Nueva recopilación de los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres, leyes y ordenanzas de la muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa.


La Junta General, compuesta de 57 miembros elegidos por las 57 alcaldías, se reunía todos los años en julio para redactar las nuevas leyes que reclamase el interés público. Antes de disolverse delegaba sus poderes en cuatro diputados generales, que debían tomarse de las ciudades de San Sebastián, Tolosa, Azpeitia y Azcoitia.

El diputado general de la población en que residía aquel año el corregidor, en unión con su adjunto y los dos primeros capitulares de la misma, formaban la Diputación Ordinaria que entendía en todos los negocios de la provincia que no fuesen de gran entidad; para éstos había de convocarse la Diputación Extraordinaria, compuesta de los cuatro diputados generales, la cual había de reunirse además, dos veces cada año.

El corregidor o juez supremo, presidente de la Diputación y de la Junta, aunque sin voto, era elegido por los mismos naturales, y había de residir tres años en cada uno de los pueblos antes mencionados.

Los Guipuzcoanos eran nobles y como tales, no prestaban servicios sino a título voluntario; comerciaban libremente con Francia, Inglaterra y los demás reinos de España, y este tráfico, junto con la industria, era su único recurso por lo reducido y estéril del territorio; tenían el privilegio de no servir fuera de su tierra, a la que defendían por si mismos en caso de guerra con Francia o Inglaterra; solo Irún y San Sebastián podían recibir guarniciones reales, y finalmente estaban autorizados los guipuzcoanos para no cumplir las órdenes del rey, contrarias a sus leyes particulares.

ESCUDO FORAL DE GUIPÚZCOA

Entre el año 1445 y el 9 de 1700, se reunieron las Juntas Particulares en la casa de Usarraga, del pueblo de Bidania. Se convocaban cuando surgía algún problema imprevisto al margen de las Juntas Generales Ordinarias.

15/11/2018

Ignacio Balzola Larreche


Alférez de navío de la Armada española durante la defensa de la Gobernación de Filipinas en 1762

IGNACIO DE BALZOLA Y LARRECHE

Ignacio de Balzola y Larreche nació en la anteiglesia de Arrona, en la guipuzcoana villa de Cestona-Zestoa, en 1724. Sus padre fueron el Joseph de Balzola y Ana de Larrache, vecinos de Arrona, pertenecientes a la alta nobleza, marqueses de Balzola. Tenían su solar nobiliario en la Torre Balzola, situado en Arrona, que sería reconstruido por el mismo Ignacio en un palacio, en 1773. Su escudo de armas consiste en un campo de gules, una torre de oro y a un árbol de plata. Algunos de sus ancestros de este linaje ya habían sido miembros de la Armada española, como Domingo Balzola. 

Se casó con María Concepción de Alcibar y Acharan, en la iglesia de Santa María la Real de Azcoitia, en 1771, con la que tuvo cinco hijos. Su hijo Ignacio María Balzola y Alcibar fue teniente coronel de los Tercios de Guipúzcoa, en 1832, y capitán de Húsares.

Como capitán de fragata, Ignacio Balzola se distinguió en la defensa de las islas Filipinas frente a los ingleses, cuando el almirante Samuel Cosnish intentó, en 1762, apoderarse del archipiélago. Recibió diferentes nombramientos de confianza, para guardar la plata real, para equipar barcos, fábricas, etc. para todo lo cual le dio amplios poderes Simón de Anda Salazar, presidente de la audiencia de Manila y capitán general de las islas Filipinas.

En 1762, fue nombrado en Calumpit comisario diputado con las más amplias facultades para recabar recursos, pertrechar barcos, etc.

ESCUDO DE ARMAS DE BALZOLA Y PALACIO DE ROTALDE

En 1767, fue ascendido a segundo comandante de la fragata Santa Rosa de Lima, haciendo un viaje de Cavite a Acapulco, a las órdenes de José de Soroa Lorea. El objetivo de aquella expedición fue pedir socorro con motivo del estado de guerra con la flota inglesa. La expedición llevaba a bordo a sesenta y ocho expulsados de la Compañía de Jesús y valiosos objetos de China, llegando a España en 1770.

En 1771, regresó a las islas Filipinas como alférez de navío. Desde ahí realizó la ruta del Galeón de Manila, transportando magníficos y exóticos objetos a México, y de ahí a Cádiz.

Una vez en Guipúzcoa, decidió abandonar la carrera militar para ocuparse de su patrimonio, que amplió en 1778 con nuevo mayorazgo y diversas propiedades.

Estableció su nueva casa en el Palacio de Rotalde, en Arrona, donde ubicó las mercancías compradas en Filipinas, entre las que destaca la Vajilla Balzola, compuesta de 391 piezas de porcelana china. En 2014, el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias "González Martí" adquirió 107 piezas de esta vajilla en subasta por un importe de 42.500€.

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VAJILLA BALZOLA

11/11/2018

Noticia memorable de Guipúzcoa por Pablo de Gorosabel


El tolosarra Pablo de Gorosabel Domínguez, nacido en 1803, fue historiador, jurista y corregidor de la Provincia de Guipúzcoa. Pertenecía a una familia con tradición profesional en la judicatura, económicamente sólida, participativa en la política local, cuya casa solar estaba en Legazpia.

Después de graduarse como bachiller en derecho en 1824 por la Universidad de Oñate, obtuvo la licenciatura en Madrid en 1828. Por eso, sus primeros escritos fueron jurídicos: Redacción del Código Civil de España, esparcido en los diferentes cuerpos del Derecho y Leyes sueltas de esta nación, escrita bajo el método de los Códigos modernos, de 1832; y Examen de los principios del Derecho Civil español, de 1834.

Posteriormente realizó trabajos historiográficos, siendo miembro de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos. Fue elegido consultor de la Diputación y Archivero de la Provincia en las Juntas de Rentería de 1858. Además, tuvo una intensa actividad política, como alcalde de Tolosa que lo fue en varias ocasiones, corregidor de Guipúzcoa en 1835 y 1840, y diputado del Consejo Provincial del Distrito de Tolosa en 1834.

NOTICA MEMORABLE DE GUIPÚZCOA, POR PABLO DE GOROSABEL 

Su mejor obra fue Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa o descripción de la provincia y de sus habitantes; exposición de las instituciones, fueros, privilegios, ordenanzas y leyes; reseña del Gobierno civil, eclesiástico y militar; idea de la administración de justicia, etc., finalizada en 1868. Es una descripción de la historia de la provincia de Guipúzcoa, pero también trataba aspectos vinculados con las competencias de Diputación, a las carreteras, al puerto de Pasajes y a la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa. Procuró a lo largo de su obra incorporar textos legales y otros documentos, evitando plasmar su opinión sobre los hechos constatados.

A lo largo de la Noticia memorable de las cosas de Guipúzcoa, Gorosabel daba por buenos los planteamientos ingenuos que sobre la historia de la Humanidad aparecen en el Antiguo Testamento. Mostraba claro rechazo por determinados grupos humanos (judíos, agotes, gitanos, etc.), adoptó posiciones que actualmente serían tachadas de discriminatorias para con las mujeres, defendió determinadas opiniones sobre temas que la ciencia ha demostrado durante los años siguientes como equivocadas, etc. Pero tales "memorables" cosas aportan una visión sobre el pensamiento que predominaba en la Guipúzcoa de mediados del siglo XIX.

NOTICA MEMORABLE DE GUIPÚZCOA, POR PABLO DE GOROSABEL

Dedicó a la voluntaria incorporación un largo párrafo en las páginas 574-576. Esta extensa cita proviene de un autor no precisamente fuerista:
"El estado político actual de esta dicha provincia arranca desde la última y definitiva anexión hecha el año de 1200 a la Corona castellana. Ciertamente no corresponde a este lugar escribir la historia de los sucesos que concurrieron para aquel hecho; pero no se puede prescindir de hacer algunas indicaciones, por la conexión que tienen con el asunto de que se trata, para su conveniente aclaración. Que la expresada incorporación no se verificó por derecho de conquista, o sea, el uso de las armas, parece se prueba suficientemente con sola la consideración de que no ocurrió en el territorio guipuzcoano ningún suceso militar. Gipuzkoa no tuvo, en verdad, guerra alguna con D. Alfonso VIII ni otra facción armada de defensa del país, y, por consiguiente, tampoco pudo haber conquista. Por el contrario, aquel gran monarca, según algunas Memorias históricas, entró en esta provincia con solos veinte de a caballo de acompañamiento, o sea, en actitud de paz; y aun esto se verificó antes de la rendición de la plaza de Vitoria, dejando su asedio a cargo de don Diego López de Haro, señor de Vizcaya. La historia nos cuenta, además, que el convenio de treguas celebrado por los reyes castellano y navarro en Guadalajara el año de 1207, se respetó el estado político creado en el de 1200. Ello demuestra así bien que otro tanto sucedió en el tratado de paces otorgado por sus sucesores en los respectivos tronos entre Tarazona y Agreda el año de 1254, no sin haber deducido antes el navarro sus pretensiones a la parte de Gipuzkoa. Quiere decir que los monarcas de Navarra reconocieron tácitamente el derecho que tenían los guipuzcoanos de separarse de su dominación, encomendándose a la de otro que tuviesen por más conveniente; pues si hubiesen creído que esta provincia les pertenecía de derecho riguroso, no parece regular se hubiesen aquietado con una desmembración tan considerable.
Todo lo expresado concurre a convencer que la última agregación de Gipuzkoa a la Corona de Castilla fue voluntaria, como lo había sido la que realizó en 1076, separándose del Reino de Navarra. Bajo este supuesto, el simple sentido natural da a entender que a semejante anexión debió proceder algún pacto; porque repugna el pensar que se hubiese entregado a discreción de una manera incondicional, y a la pura merced del monarca, bajo cuyo cetro se ponía. Podrá dudarse y aun disputarse si el convenio que en tan solemne ocasión hubo de celebrarse, fue escrito o meramente verbal; si fue más o menos explícito; si tuvo ta o cuál extensión favorable a los guipuzcoanos. Sostener, como lo han hecho algunos émulos de sus glorias y de sus derechos, que no hubo pacto de ninguna especie, no parece conforme con el amor que los naturales de este país le han profesado en todos tiempos, ni con el talento que han manifestado en los casos decisivos de su suerte. Tal ha sido la opinión tradicional, unánime y universal de los guipuzcoanos transmitida de padres a hijos: opinión proclamada en alta voz en multitud de representaciones oficiales dirigidas a los mismos monarcas de Castilla, Tribunales Supremos y ministros de la Corona. Estos, sin embargo, no lo han contradecido, y antes bien, la han reconocido explícitamente en muchas ocasiones, como lo hizo D. fernando VI en una Cédula expedida en 8 de octubre de 1752, a consulta del Consejo de Hacienda, con motivo de unas causas de contrabando. (...)
Pero si el hecho de la celebración de un pacto entre el expresado monarca castellano y la provincia, para la agregación de esta a su Corona, no debe ponerse en duda, no tengo por causa segura que se hubiese en el asunto una escritura formal. Cuantas diligencias se han practicado por la provincia, así en tiempos antiguos como en los modernos, para el hallazgo de un documento tan importante, y que pudiera considerarse como la base de su existencia política, han sido de todo punto ineficaces y vanas. (...)"

PABLO DE GOROSABEL

Juan Sebastián Elcano. La mayor Travesía de la Historia, por José Luis Olaizola


JUAN SEBASTIÁN ELCANO,
POR JOSÉ LUIS OLAIZOLA

Juan Sebastián Elcano. La mayor travesía de la historia
José Luis Olaizola, Editorial temas de Hoy, (2002), 200 páginas
"Elcano era natural de Guetaria, maestre de navegar, y cuando lo conocí en Sevilla andaba huido de la justicia [...] Juntos hicimos la navegación más larga de la que haya noticia en la historia, que según los geógrafos no habrá nunca otra igual, tanto de dificultades y peligros, como de descubrimientos."
Así comienza esta extraordinaria obra historia escrita con todo el dinamismo y emoción de las grandes novelas de aventuras, pero ajustada al milímetro a la veracidad histórica. Juan Sebastián Elcano, marino de Guetaria dotado de una excepcional inteligencia, es el protagonista indiscutible de una arriesgada travesía que dejó atónitos a sus contemporáneos: el primer viaje que completó la vuelta al mundo. Sin duda, vuelve a asombrar al lector actual con esta obra apasionante en la que también hay espacio para el humor y los enredos galantes.

Está narrado por un joven marinero que participó en la expedición, y conjugado con la crónica de una fascinación irresistible, la misma que alentaría a los personajes de Melville: la fascinación de "navegar mares prohibidos".

José Luis Olaizola Sarria, nacido en San Sebastián en 1927, es un escritor y guionista de cine, que tras abandonar su profesión de abogacía se dedicó a escribir literatura. Fue ganador del Premio Planeta en 1983 por su novela La guerra del general Escobar, que narra la historia de un general condenado a muerte por permanecer fiel al Gobierno de la República durante la Guerra Civil.

06/11/2018

Reinado de García III: Corte navarra en Nájera


El 18 de octubre del año 1035 moría Sancho III Garcés el Mayor, considerado como el "primer rey de España" desde la invasión musulmana porque llegó a controlar, bien mediante su gobierno o bien mediante vasallaje, todo el tercio norte peninsular, desde León hasta Barcelona.

Su hijo García III Sánchez heredaba el reino patrimonial pamplonés, cuyo reinado se extendió entre los años 1035 y 1054. Como primogénito de Sancho y Munia, no sólo heredaba de su padre sino también de su madre, que había unido a Navarra parte del Condado de Castilla. Por eso, el sucesor en la integridad del reino obtenía el Reino de Pamplona-Nájera, el Señorío de Vizcaya, el Condado de Álava, el Duranguesado y la mitad de las tierras del Condado de Castilla: Montes de Oca, la Bureba, Trasmiera y las Merindades, entre otros territorios; este grupo de territorios castellanos era conocido como Castilla la Vieja.

Las tierras riojanas y las del reino patrimonial de Pamplona debían su soberanía a Pamplona, pero las tierras de Castilla la Vieja, Álava y el Duranguesado, al proceder del Condado de Castilla, debían su soberanía tanto al Reino de León como la Castilla que recibió su hermano Fernando I. Es decir, García y Fernando estaban en pie de igualdad en Castilla, pues desempeñaban funciones condales bajo la soberanía del rey leonés. La superioridad de García sobre Fernando se asentaba sólo en el Reino de Pamplona.

DIVISIÓN DE REINOS A LA MUERTE DE SANCHO III (1035)

Un suceso mitológico fue el detonante de la toma de Calahorra por parte del rey pamplonés García III Sánchez. La leyenda se remonta al año 1044 y sostiene que durante una partida de cetrería en la que el rey había cruzado el río Najerilla, encontró dentro de una cueva una imagen de la virgen sobre una piedra. El hallazgo impulsó al rey a levantar el Monasterio de Santa María la Real y fundar la Orden de la Terraza. Parece que este suceso está en el origen de la decisión de García III de tomar la ciudad de Calahorra.

Pero, además, la conquista fue precedida por dos golpes maestros de García contra territorios islámicos con el apoyo de la taifa toledana. El primero, devastando tierras y cosechas en Zaragoza en el verano de 1044. El segundo, siete meses después, saqueando amplias zonas próximas a Tudela.

En noviembre del año 1044, acudieron a una convocatoria del rey García, su hermano Fernando y su hermanastro Ramiro. Junto a ellos asistieron seis obispos: Álava, Nájera, Pamplona, Urgel, Oca y Palencia, además de los grandes magnates de los reinos. Llegaron a un acuerdo para vertebrar estrategias de los ejércitos y buscar el momento propicio para el asalto.

Durante cinco meses antes del ataque, se hicieron grandes talas de árboles en los montes de San Millán y Cameros; se fueron aprovechando después los de Nájera y Viguera para la fabricación de ingenios de guerra como catapultas, arietas y trabucos, que también se obtenían de la madera de la sierra de Isasa, sobre el Arnedo y Peralta, donde se trabajaban estas armas necesarias para el combate. Otras armas defensivas y ofensivas como casquetes, lorigas, cotas de malla, escudos, adargas, espadas, dardos, arcos y útiles de zapador eran fabricados por los herreros del Pirineos y Vizcaya, y la artillería por los armeros de Álava, Nájera y Pamplona.

Se preparó una numerosa hueste con recluta en todas las provincias de la corona, bajo los senescales (jefes de la nobleza), señores de las villas, oficiales y mandaderos del rey, sus príncipes y sus prelados. Todas las milicias se fueron concentrando en la gran meseta del camino de Nájera y ciñeron la ciudad en atacar por la parte de Nájera y cortar así los posibles socorros por la parte de Tudela.

CATEDRAL DE CALAHORRA

La toma de Calahorra comenzó el 30 de abril de 1045. Diez meses después de la conquista, en marzo de 1046, regresó García a Calahorra para festejar a los mártires San Emeterio y San Celedonio.

Esta reconquista, además de hacer retroceder la frontera musulmana en la orilla derecha del Ebro, abrió un período de relaciones pacíficas con los musulmanes. Tras la muerte de Suleimán ibn Hud, rey de la taifa de Zaragoza, se produjo una división entre sus hijos: Ahmah permaneció allí, mientras que Yusuf heredaba la parte de Lérida. Esta división fue aprovechada por García para pactar a favor de Ahmah frente a Yusuf y recibir a cambio parias en oro en concepto de tributos.

La política religiosa de García III fue similar a la de su padre Sancho III, y se caracterizó por el distanciamiento de Roma, la integración de los monasterios pequeños en otros mayores y la preferencia de las congregaciones del clero regular, así como la supeditación al derecho del obispo. Tanto sus obispos como sus tenentes y señores feudales debían ser leales al rey de Pamplona.


MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA

Nájera fue durante los siglos X y XI, el centro económico, social, administrativo, político y eclesiástico más importante de La Rioja. Una nueva etapa en el Camino de Santiago. Por eso García III la convirtió en la ciudad que albergase su corte real y segunda capital del reino, lo que produjo un desarrollo urbanístico con la aparición de nuevos barrios, la creación de fortunas monásticas y la diversificación económica de sus habitantes. Concedió fuero a esta ciudad. En un palacio localizado bajo el castillo, el Alcázar, se convirtió en su principal residencia, aunque no permanente.

La construcción del Monasterio de Santa María la Real de Nájera consiguió colocar bajo la influencia del obispo de Nájera no sólo las tierras de La Rioja, también la Bureba, Oca, y Castilla la Vieja hasta Santoña y otras zonas de la provincia de Santander. La compleja situación del entrecruzamiento de soberanías, en esta ocasión desde la perspectiva eclesiástica, produjo que el Reino de Pamplona acaparase territorio de Castilla la Vieja por vía de jurisdicción eclesiástica, en perjuicio del Reino de León.

La construcción se costeó con el botín de guerra conseguido en Calahorra como por las parias recibidas. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 12 de diciembre de 1052, en presencia de Estefanía y el rey García, su hermano Fernando I de Castilla, Ramiro I de Aragón, magnates, nobles de los reinos, y los obispos de Nájera, Álava y Pamplona con los abades de Oña, Irache y san Millán. La iglesia tenía panteón regio anexo en el que se encuentran las tumbas de varios reyes pamploneses y señores vizcaínos. Y, como punto clave del Camino de Santiago, tenía un albergue de peregrinos donde se atendían las necesidades físicas y espirituales.


PANTEÓN REAL DEL MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA

En 1052, el rey García suprimió la diócesis castellana de Valpuesta, lo que produjo que las iglesias de los territorios de esta parte de Castilla se vincularan a la diócesis de Nájera-Calahorra. La nobleza castellana de villas como los Monteros, Medina de Pomar, Briviesca o Villarcayo presionó al rey Fernando I de León y Castilla, hermano de García, para recuperarlas mediante la guerra. García III Sánchez seguía tratando los territorios de Castilla la Vieja como si fueran una prolongación del Reino de Pamplona, sin tener en cuenta que dependían de la soberanía regia leonesa.

Ambos reinos decidieron resolver sus diferencias en una batalla en campo abierto: la batalla de Atapuerca. Este enfrentamiento tuvo lugar en la llanura frente a la Sierra de Atapuerca entre las villas de Agés y Atapuerca, al nordeste de Burgos el día 1 de septiembre de 1054. Durante el enfrentamiento García III resultó herido de muerte por un noble castellano, falleciendo en los brazos de San Íñigo con menos de 40 años. Diluido el fragor de la batalla, los nobles navarros proclamaron rey a su hijo Sancho IV Garcés, que apenas contaba con 14 años de edad, después de haber rendido homenaje al vencedor Fernando I.

REPRESENTACIÓN DE LA BATALLA DE ATAPUERCA

Los navarros guardaron campo durante la noche y vigilia para llevar el cuerpo inerte de García III en procesión fúnebre al panteón real del monasterio de Santa María la Real, recientemente edificado por él mismo en Nájera.

Fernando I acudió personalmente junto a la capilla ardiente de su hermano y a la proclamación y jura de su sobrino como nuevo rey de Pamplona, al que prometió guardar bajo su protección como rey imperante en Hispania. Se concertó la recuperación de territorios castellano-alaveses y la frontera de ambos reinos en línea con el Ebro desde el camino de Santiago en Logroño como término de paz.

El rey castellano se anexionó la comarca para su reino, que era en ese momento territorio pamplonés. Un año más tarde, Diego Flaínez, padre del Cid Rodrigo Díaz de Vivar, reconquistaba los castillos, entonces pamploneses, de La Piedra y de Úrbel del Castillo que cerraban el paso a través del valle del alto Urbel.



REINADO DE PAMPLONA CON GARCÍA III SÁNCHES (1035-1054)