28/03/2023

Expedición de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre por el río Marañón en 1560


En 1559, el virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza, organizó la expedición por el río Marañón (afluente del Amazonas), conducida por Pedro de Ursúa, con el objetivo de alcanzar Omagua, donde se especulaba que estuviese allí "el Dorado", el sueño eterno de los aventureros descubridores. La búsqueda de este mito suponía la continuidad de un Santo Grial renacentista, adornado por la profana voracidad que generaba el codiciado metal.

La expedición partía de Lamas en septiembre de 1560; en sus 3 bergantines reunía a 300 soldados, más 300 indios y 20 negros que hacían de guías, intérpretes y cargadores. Llevan otras 9 embarcaciones, llamadas chatas, para transportar los caballos y el ganado para disponer de carne fresca. Los indios viajaban en canoas atadas con colleras. La soldadesca española consistía en una tropa de aventureros valientes y turbulentos, difíciles de someter a la férrea disciplina que debía existir en este tipo de expediciones.

MAPA DEL RÍO AMAZONAS Y BUSTO DE PEDRO DE URSUA

También estaba Lope de Aguirre, nacido en Oñate (Guipúzcoa) en 1510, quien ya había participado activamente en el alzamiento contra el virrey Antonio Mendoza, junto a él viajaba su hija Elvira de Aguirre. Como cronistas se encontraban Pedro de Monguía, Gonzalo de Zúñiga y Francisco Vázquez.

Iban doce mujeres en la expedición: Inés de Atienza, mujer de Ursúa; Elvira de Aguirre, mestiza hija de Lope; Juana Torralba y María de Arriola, ama y doncella de Elvira respectivamente, y otras tantas.

Algunos autores han señalado que el virrey del Perú aprovechó la expedición para cargarla de indeseables y tropas excedentes, irregulares y conflictivas, que provocaban conflictos y rebeliones en las ciudades. Ya en viaje resultó difícil de dominar y desde un principio planeó sobre ella la amenaza del motín, agravada y favorecida por las dificultades que se presentaron desde un principio.

Siete de las chatas mostraron defectos de fabricación o sobrecarga provocando la pérdida de parte de las provisiones y la necesidad constante y continuada de reparar el resto. Los mosquitos se cebaron en los hombres y su número enseguida comenzó a decrecer como consecuencia de las frecuentes peleas y los dardos envenenados de los salvajes, invisibles en la espesura. El tiempo resultó desastroso, con lluvias constantes durante todo el año que unidas al calor tropical provocaron un clima insano y agobiante.

PEDRO DE URSÚA Y LOPE DE AGUIRRE

Pedro de Ursúa, era natural de Baztán, había participado en varias expediciones por el Reino de Nuevas Granada, pacificando territorios y fundando entre otras ciudades las de Pamplona y Tudela. Pero ante esta travesía no transmitió entusiasmo ni fe, pacería convencido de lo inútil de la empresa. Se rumoreaba entre la tropa que Ursúa estaba enfermo debido al embrujo de la sensualidad mestiza que transmitía su mujer, Inés de Atienza, quien participaba siempre en la toma de decisiones de su marido. Inés era hija del conquistador Blas de Atienza, compañero de Vasco Núñez de Balboa en el descubrimiento del mar Pacífico.

Tras descender el río Huallaga, desembocaron en el río Marañón y después de una mes de penosa navegación llegaron a la isla de García Arce. Omagua, la región en la que debería estar “el Dorado”, no aparecía. Por otra parte, los cargos solían provocar la codicia y el protagonismo de los hombres, algunos otros sufrieron una demencia en ascenso, como era el caso de Lope de Aguirre, que fue conspirando contra Ursúa para acaparar el mando de la expedición.

Llegados a Mocomoco, Aguirre, tras asegurarse alianzas clave con Lorenzo Saldueño y Fernando de Guzmán, participó en el derrocamiento y apuñalamiento de Ursúa en el primer día del año 1561. Saldueño se convirtió en amante de Inés, Guzmán en el jefe de la expedición, mientras que Aguirre ascendía a maestre de campo. La expedición avanzó por el río Orinoco hasta el Atlántico.

MAPA DE VENEZUELA, AÑO 1633

El 23 de marzo de 1561, fue asesinado Fernando de Guzmán, convirtiéndose Aguirre en el líder, unas semanas después de partir la expedición. Se declaró en rebeldía contra Felipe II, agregando a su firma el terrible calificativo de "traidor".

Aguirre se proclamaba "Príncipe de Perú, Tierra Firme y Chile", con el apoyo y coacción de 186 hombres. Aquellos que le rechazaron, fueron pasador por las armas. Entre sus partidarios estaban: Lorenzo de Zalduendo, navarro; Juan de Aguirre, de Oñate; García Navarro y Diego Torres, de Pamplona; Antón Llamoso, Martín Pérez y Joanes de Iturriaga, de Bilbao. Con un grupo cohesionado y armado, y un líder que rompía con el orden y la ley para imponer el suyo, abandonó la idea de encontrar "el Dorado", pues su demencia lo arrastraba al poder puro. Prefería fundar un imperio, gobernar vidas y hombres, antes que comerciar con minerales.

Su intención fue caer por sorpresa sobre Margarita y Trinidad, apropiarse de los navíos existentes y desembarcar en Nombre de Dios. De allí a Panamá y con la escuadra tomada en este punto, al Perú.

La expedición descendió por el río Marañón (Amazonas). Aguirre describió la Amazonía como una región infernal y se juró a si mismo apoderarse de esas selvas con todos sus animales y tribus salvajes que encontrase, lo proclamó con gritos desafiantes contra las autoridades religiosas y civiles, llegó a llamar "mis marañones" a sus huestes, frutos del río Marañón antes que procedentes de España. Y es que, desde su locura, había sembrado el miedo entre sus compañeros de viaje.

Mientras, la expedición se iba diezmando, la mayoría de los indígenas habían muerto por la sed, el paludismo, los insectos y los dardos envenenados de los salvajes. La comida escaseaba hasta el punto de recurrir a los caballos, sus propios correajes y algunas sabandijas de río. Fue necesario secuestrar indígenas en algunos pueblos del camino. Bajo pena de muerte prohibió hablar en voz baja, levantarse de noche, tocar espadas y ocupar las popas de las embarcaciones. La expedición marchaba ahora en dirección al mar, avanzando muy lentamente por las frecuentes tormentas y el mal estado de las embarcaciones.

Después de 1.500 leguas y casi 11 meses de navegación, los "marañones" alcanzaron el océano Atlántico y bordearon la costa de las Guayanas dirección norte, pasando por Trinidad y Tobago.

EXPLORADORES EN EL AMAZONAS

En julio de 1561, Aguirre se lanzó a la conquista de la isla Margarita. Para evitar traiciones, Aguirre mandó apuñalar a tres o cuatro capitanes de dudosa fidelidad, entre ellos Juan de Guevara. Las autoridades fueron hechas prisioneras, la ciudad fue saqueada y algunos vecinos fueron ejecutados por tener armas o esconder sus propiedades.

Desde allí envió una carta a Felipe II acusándole de pretender conservar las manos limpias mientras otros se las manchaban con su propia sangre y ajena en beneficio real:
"... he salido con mis compañeros de tu obediencia, y desnaturándonos de nuestras tierras, que es España, ya hacerte en estas partes la más cruda guerra que nuestras fuerzas pudieren sustentar y sufrir; y este, cree, Rey y Señor, nos ha hecho hacer no el poder sufrir los grandes pechos, premios y castigos injustos que nos dan estos tus ministros que, por remediar a sus hijos y criados, nos han usurpado y robado nuestra fama, vida y honra ...
... Hijo de fieles vasallos tuyos en tierra vascongada, yo, rebelde hasta la muerte por tu ingratitud, Lope de Aguirre, el peregrine."

Declaró la guerra a España y instaba a la tropa:
"... marañones, limpiad vuestros arcabuces que ya tenéis licencia para ir con vuestras propias armas a por vuestros verdaderos enemigos."

LOPE DE AGUIRRE Y SUS "MARAÑONES" EN LA PELÍCULA LA IRA DE DIOS

La ambición de Aguirre era visceral, su testimonio fue una tenaz declaración de insubordinación a la Monarquía. Su carta era una crítica implacable de la administración colonial desde la perspectiva de un guerrero, en un lugar desconocido que se estaba descubriendo y ante la ausencia de un poder plenamente establecido, poder que pretendía ocupar él con disposición a matar o morir.

La expedición de Aguirre, formada por doscientos hombres, algunas mujeres, ganados y provisiones, continuaba por mar hasta llegar al puerto de Borburata, en la actual Venezuela, el 31 de agosto de 1561.

Una vez en tierra, mandó quemar las embarcaciones y marchó por tierra hacia Nuestra Señora de la Anunciación de la Nueva Valencia, con la intención de llegar a Panamá, apoderarse de la flota y fomentar una sublevación contra la metrópoli. Los habitantes de la ciudad de Nueva Valencia huyeron ante su llegada. El gobernador y el alcalde fueron asesinados y sus cadáveres exhibidos en la plaza. Aguirre gobernó la ciudad desde el terror y la violencia.

Un colaborador de Aguirre, Pedro de Munguía fue enviado para enfrentarse a fray Francisco de Montesinos, que llegó para auxiliar a la ciudad en un barco de guerra, pero el marañón se rindió, divulgando los planes de conquista de Aguirre. El caudillo pretendía dominar La Española, Nombre de Dios, Cartagena de Indias, Lima y finalmente Chile, pero ya advertidas, las ciudades se reforzaron.

La tropa, bastante más cuerda que el "Loco" Aguirre, iba intuyendo el fracaso de la sublevación. El liderazgo de Aguirre se volvía insostenible, sus subalternos se fueron insubordinando y acorralando. Muchas de sus huestes abandonaron el bando insurrecto, que, además, iban siendo perdonados por la administración española por la ley del arrepentimiento. Ante el temor de deserciones en masa, Aguirre fue matando a oficiales, marineros y, por supuesto, indios, y a todo aquel que intentase renegar de su causa, que ya consideraban perdida.

LOPE DE AGUIRRE Y SU HIJA EN LA PELÍCULA LA IRA DE DIOS

El 27 de octubre de 1561, en Barquisimiento, Aguirre sabe que está en el declive de su aventura, apuñalaba a su hija Elvira para que no se convirtiese en "... puta y ramera de todos (…) alguien a quien quiero tanto no debería llegar a acostarse con personas ruines".

Durante 10 meses llegó a asesinar a 72 personas de su expedición que él consideraba que no eran útiles o no estaban implicadas en la empresa.

Ante el descontrol propio de su demencia, Aguirre fue asesinado con arcabuces de dos de sus hombres. Aún muerto fue juzgado y condenado por traidor y rebelde, y algunas partes de su cuerpo fueron diseccionados y expuestas en varias ciudades (Tocuyo, Valencia, Mérida) como advertencia ante los intentos de sublevación, el resto del cuerpo fue entregado a los perros.

ITINERARIO APROXIMADO SEGUIDO POR LA EXPEDICIÓN

Uno de sus cronistas, Gonzalo de Zúñiga, escribió sobre él:
"Había jurado no dejar a vida ningún fraile, salvo mercedarios; también había jurado de matar cuantos letrados topase, oidores, presidentes, obispos y arzobispos, porque decía los dichos señores tenían destruidas las Indias; también tenía jurado de matar a cualquier mala mujer de su cuerpo que topase, por la menor ocasión del mundo que le diese, porque por ellas decía había tantos males en el mundo..."

Según el historiador Maximilian Köpp:
"Lope de Aguirre ha sido bautizado como el cruel tirano, el loco, el gran rebelde, el peregrino, el primer caudillo de la América, el precursor de los libertadores latinoamericanos y el príncipe de la libertad lo cual demuestra innegablemente que Lope de Aguirre es una figura históricamente apasionante que nos lleva a juzgar o comprender a este infortunado conquistador español mil veces maltratado por las discriminantes relaciones sociales propias de su tiempo."

22/03/2023

Machinada de 1804: Zamacolada


La última de las machinadas, en 1804, conocida como la Zamacolada, debe su nombre a su protagonista, Simón Bernardo de Zamacola. Fue uno de los últimos ejemplos de este enfrentamiento entre los jauntxos, aristócratas rurales, y los burgueses, en especial los bilbaínos. Esta revuelta, exclusivamente vizcaína, es la causa de la diferencias de intereses entre la burguesía mercantil de Bilbao y la aristocracia rural del Señorío.

Entre 1801 y 1804, se produjeron varios hechos que llevaron a la revuelta: las Juntas Generales de Vizcaya, liderados por Simón Bernardo de Zamacola propusieron la creación de un puerto en Olabeaga, es decir, fuera de Bilbao. Esto conlleva que los barcos no llegarían hasta el Arenal, en el centro mismo de la ciudad, resultado muy perjudicial para el comercio local.

En 1804, representantes de la Juntas Provinciales fueron enviados a las Cortes en Madrid, entre ellos varios ilustrados de la Sociedad Bascongada de Amigos del País. Allí obtuvieron la aprobación para la construcción de un puerto libre en Abando. En el mismo año, las Juntas aprobaron un proyecto de Servicio Militar Obligatorio para toda la provincia.

BILBAO, SIGLO XIX

Ante estas dos medidas, sucedieron revueltas en Bilbao, siendo apresados el corregidor de la Corona y las autoridades provinciales, apoderándose del depósito de armas de Abando. Los amotinados consiguieron que la Juntas revocasen el proyecto de Servicio Militar, pero en compensación acordaron pagar a la Corona un millón de reales.

Esta última medida impositiva fue la que provocó el estallido de las anteiglesias cercanas a Bilbao, en especial la de Begoña. El promotor de la idea tuvo que huir. Tanto el Ayuntamiento de Bilbao como la Diputación solicitaron al ejército el envío de refuerzos.

Con ello, el 23 de septiembre de 1804, dio comienzo la represión, condenando a los municipios tumultuosos y a la Villa de Bilbao a sufragar los gastos de manutención de las tropas desplazadas al mando del comandante Gabriel Álvarez de Mendizábal e Iraeta. Las Juntas Provinciales condenaron a los responsables con penas de prisión, con el cumplimiento del servicio militar, con el destierro o con multas.

josé arrúe pintura pueblo vasco aldeanos
ALDEANOS VASCOS, POR JOSÉ ARRÚE

18/03/2023

Francisco Andia e lrarrazabal


Capitán general de Santiago de Chile durante la expedición colonizadora de 1557

FRANCISCO ANDÍA E IRARRAZABAL

Francisco Andía-Irarrázabal Martínez y Aguirre nació en Deva, Guipúzcoa, en 1536. Fue señor de Andia y de Irarrazábal, heredó de su hermano Domenjón los señoríos de las torres solariegas de Andía e Irarrázabal. Fue ordenado caballero de la Orden militar de Santiago.

Durante su juventud, sirvió de paje y de gentil-hombre del príncipe Felipe, futuro rey Felipe II, a quien acompañó a Inglaterra a su matrimonio con María Tudor. En las Guerra de Flandes sirvió a su costa con sus armas, caballos y criados.

En 1557, Andia pasó a las Indias integrado en la Expedición para la conquista de Chile, a las órdenes del adelantado Jerónimo de Alderete y durante el gobierno del virrey García Hurtado de Mendoza. Llevaban armas, caballos y dos soldados a su costa. Estuvo en aquellas tierras, tal como refiere Alonso de Ercilla en su poema Araucana. Se encontró en las batallas de Lagunillas y Millarapue.

EXPEDICIÓN DE CONQUISTA DE CHILE

Andía regresó a España para exigir que se recompensaran sus servicios, por lo que recibió una renta anual de 3000 pesos de las cajas reales y la encomienda de Quillota, que más tarde perdió y fue sustituida por las de Rapel y Pocoa.

Durante su estancia en Sevilla, casó con Lorenza de Zárate y Recalde, hija de Diego Ortiz de Zarate, contador de la Casa de Contratación, con la cual regresó al Virreinato del Perú en 1563.

Se estableció en Santiago de Chile, en el barrio de La Cañada, con casa frente al Convento de San Francisco. Fue regidor de esta ciudad entre los años 1577 y 1584, y alcalde y tenedor de bienes de difuntos en 1581. En 1584, recibió las mercedes de tierras de Tunquén y Llampaico en la costa central por el gobernador. Fue además caballero de la Orden de Santiago. Murió en Chuquisaca en 1589.

Su hermano Carlos Andía e Irarrazabal fue alférez general en Chile.

Uno de sus hijos, Francisco Andia y Zárate, tomó el hábito de la Orden de Santiago en 1605. Fue comendador de Aguilarejo en la provincia de León, veedor general, capitán de caballos y del consejo real de guerra en los estados de Flandes.

MAPA DE CHILE Y RÍO DE LA PLATA (SIGLO XVI)

14/03/2023

Reinado de Sancho VII: la batalla de las Navas de Tolosa


El reinado de Sancho VII el Fuerte comenzó el 27 de junio de 1194, momento del fallecimiento de su padre Sancho VI el Sabio, de la dinastía Jimeno. Sancho VII se coronaba en Pamplona recibiendo un reino que proteger frente a las aspiraciones de los dos grandes reinos cristianos hispánicos que la rodeaban, Castilla y Aragón. Mediante el uso de la fuerza militar y de las relaciones diplomáticas pudo ganarse el respeto en las Cortes españolas así como en las europeas.

Sus familiares estaba bien relacionados con estas Cortes. Su madre Sancha era castellana, hija de Alfonso VII el Emperador y hermana de Alfonso VIII. A este último había mostrado vasallaje su padre, Sancho VI. También era hermano de Berenguela de Navarra, mujer de Ricardo Corazón de León, señor de los condados fronterizos gascones. Se le apodó el Fuerte debido a su enorme estatura y fortaleza.

ESCULTURA DE SANCHO VII EL FUERTE

Tras la derrota de los castellanos en Alarcos, en 1195, por un Ejército de almohades, Sancho VII aprovechó su debilidad para saquear desde Soria hasta Medinaceli. Una mediación de Alfonso II de Aragón logró una reunión entre los reyes de Navarra, Castilla y Aragón, en febrero de 1196, por el que Sancho VII dejaba de lanzar ataques a Castilla.

En marzo de 1196, el papa Celestino III le concedía el nomenclátor de Regibus Hispaniarum a cambio de que rompiese su neutralidad con los almohades. Pero tanto el papa como los reyes de Castilla y de Aragón sospecharon que el navarro continuaba cobrando parias.

En mayo de 1198, Pedro II y Alfonso VII acordaban en el Tratado de Calatayud un reparto del espacio navarro, tomando como línea divisoria principal el valle del Arga. Algunos varones alaveses participaron en estas tercerías de tenencias, pues no mostraban lealtad a Sancho VII. Ya se firmaron repartos de este tipo entre Castilla y Aragón años antes: Carrión de los Condes, en 1140; Tudején, en 1151; Lérida, en 1157; Cazorla, en 1179.

Mientras Pedro II tomaba Burgui y Aibar, Alfonso VII conquistaba Miranda e Inzuri. Sancho intentó forzar una alianza con Pedro II tratando de casarle con su hermana Teresa en febrero de 1199, pero el papa declaró ilícito aquel enlace. Aun así, los aragoneses se retiraron de tierras navarras.

TERRITORIOS CONTROLADOS POR SANCHO VII

En abril de 1199, moría Ricardo I de Inglaterra, cuñado y aliado de Sancho VII. Su hermana Berenguela no dejó descendencia con el inglés. Esto hizo que Alfonso VII reclamase el legado de Gasconia por parte su esposa Leonor.

Sancho VII presentó su posibilidad de sucesión dinástica por mediación de su otra hermana Blanca, duquesa consorte de Champaña. Además, llegó a presentarse ante el sultán almohade para establecer una alianza contra Castilla. Razón por la cual, Alfonso VII recibió un fuerte apoyo de los súbditos vascos del Reino de Aquitania.

Mientras que Alfonso VIII sitiaba la ciudad de Vitoria a finales de año, Sancho VII se hallaba en Sevilla esperando el regreso de sus embajadores del sultán Boyac Miramamolín, que se hallaba en su Reino de Tremecén. Pero al estar en guerra contra el Reino de Túnez, no pudo aliarse con el rey navarro. Cuando regresó había perdido el control político de la tenencia de Álava, la provincia de Guipúzcoa y la merindad de Durango, con sus ciudades Vitoria y San Sebastián. Esta última ciudad aún no pertenecía a la provincia, estaban unidas a la misma Pasajes y Fuenterrabía, lo que hizo que Navarra perdiera territorio al mar para siempre.

En octubre de 1202, Pedro II, Alfonso VIII, Sancho VII y Alfonso IX, mediante el Tratado de Alfaro, los cuatro reyes cristianos hispánicos se comprometían a establecer una tregua.

El Tratado de Guadalajara, en octubre de 1207, renovó la tregua otros cinco años más. Se intercambiaron castillos en rehén de buena fe y se autorizaron mutuamente el tránsito de cien caballeros por el territorio del otro.

Esta mejor relación de Navarra con los reinos cristianos peninsulares se incrementó en el Tratado de Monteagudo con Aragón, en 1209, en el Sancho VII y Pedro II prometieron ayudarse. El aragonés empeñó los castillos de Peña, Escó, Petilla y Gallur por veinte mil maravedíes, y poco después el castillo y villa de Trasmoz.

TAPIZ DE SANCHO VII EN LAS NAVAS DE TOLOSA

En 1211, el sultán Miramamolín había entrado en la península y tomado el castillo de Salvatierra (Ciudad Real) por medio de su emir Anasir. Esta ofensiva provocó la alarma en Alfonso VIII. El papa Inocencio III, convocó una cruzada de reinos cristianos hispánicos, con la colaboración de refuerzos traídos desde Francia. Se fueron adhiriendo a la unión militar el aragonés Pedro II, el leonés Alfons IX que finalmente no acudió, el vizcaíno Diego II López de Haro, y por supuesto el castellano Alfonso VIII.

Sancho VII tomó parte en la contienda con doscientos caballeros, así como en las deliberaciones de la estrategia a seguir para derrotar al Ejército almohade. El 7 de julio de 1212, con consejo de guerra, Alfonso VIII quería sitiar Salvatierra, pero Sancho VII prefirió generar un encuentro en campo abierto. En la batalla de las Navas de Tolosa, acontecida el 16 de julio de 1212, Sancho VII el Fuerte entró en la gloria militar.

En recompensa por el apoyo, Alfonso VIII restituyó para Navarra los castillos de Burandón (Álava), Alcázar, Toro y Marañón (Navarra). Y se lo reconocería con estas palabras:
"Non quiso apartar del servicio de Dios el prez de la su valentía nin de su corazón."
VIDRIERA EN LA SALA CAPITULAR DE RONCESVALLES

Desde entonces. Sancho VII ya no consideraba a los dominios musulmanes hispánicos como posible aliados, sino como tierras a conquistar. A través de Aragón, dirigió una expedición militar a la vez que diplomática hacia el Levante peninsular. Se trató de una política de pactos de vasallaje desarrollado por señores de los territorios en la ruta de Tudela a valencia. A cambio, Sancho VII ofrecía préstamos y subvenciones que el rey de Aragón no podía. De hecho, hasta Fernando, hermano de Pedro II, les debía dinero.

A las plazas aragonesas conseguidas en 1209, por deudas contraídas con Aragón, habría que sumar la villa y castillo de Los Fayos (Zaragoza).

En 1213, tomó en préstamo la villa y castillo de Chodas y la peña de Zalatamor, entregados por el señor de Albarracín, Pedro Fernández, aliado de los señores locales, los Azaragra, de origen navarro, para que "podáis desde allí hacer la guerra o la paz a quien quisieres mientras fuera fianza vuestra". Otros once castillos más fueron adquiridos entre 1219 y 1225.

La avanzadilla sobre los reinos islámicos fue establecida en Olocau (noroeste de Castellón), apoyado por las plazas vecinas de Linares y Jorcas, también compradas por Sancho VII.

La bula de Honorio III dirigida a Sancho VII, titulada Acerca de la confirmación apostólica sobre castillos de la frontera de los sarracenos, aparecían estos otros lugares fronterizos con moros: Castronuevo, Alehedo, Allocaf, Mallo, Peña de Aranón, Arzediello y Avengalbón. Años más tarde, Jaime I de Aragón empeñó a Sancho VII sus castillos de Castelfabib y Ademuz, en la parte sur del sistema Ibérico.

Mientras desarrollaba esta estrategia de frontera, pudo unirse a la cruzada del papa Honorio III para la reconquista de Alcácer do Sal, en 1217, en apoyo del Reino de Portugal.

ESCUDOS DE SANCHO VII Y LAS NAVAS DE TOLOSA

Dos años después, en 1219, dos bulas del mismo papa permitían una cruzada a las tierras de Levante. Mientras Sancho VII dirigía sus tropas atravesando territorios de Aragón, otro navarro, el arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, lo hacía con las de Castilla. Los navarros, aunque consiguieron importante botín de guerra, no pudieron apoderarse de Requena, su principal objetivo. Este ejército de cruzados perdió unos 2.000 hombres, y tuvo que ser el Reino de Aragón el que reconquistara Valencia para la Cristiandad años más tarde.

Durante toda esta década, Sancho VII se había mostrado como el rey "senior" de la península, ya que Alfonso VIII y Pedro II había muerto poco después de la batalla de las Navas de Tolosa. Sus sucesores en el trono fueron efímeros y menores de edad: Enrique I, siendo un niño, reinó Castilla desde 1214 hasta 1217; en Aragón, Jaime I, se coronó siendo un niño bajo la tutela de los templarios y de su tío Fernando, hermano de Pedro II.

Mantuvo buenas relaciones comerciales con Aragón, y en 1214 acordó el libre tránsito de mercaderes de uno y otro lado.

Sancho guardó una especial vinculación con el Monasterio de Roncesvalles, llegando a patrocinar la construcción de la iglesia de la colegiata. Fue la primera en introducir el arte gótico, con sus bóvedas sexpartitas, el triforio (galería con ventanales que rodea la nave central), pilares cilíndricos y arbotantes.

Durante su reinado y los reinados de la dinastía de Champaña, Navarra experimentó una auge demográfico, favorecidos por cambios en el régimen de explotación de la tierra. Los señores cedían tierras al pastoreo y la explotación forestal, los monasterios arrendaban sus prados para generar ingresos, y el rey cobraba el derecho de patronato a los monasterios a cambio de heredades reales. El excedente demográfico buscó su salida en la colonización de las tierras reconquistadas por Castilla. Y se establecieron las primeras relaciones comerciales con el Condado de Champaña y con la ciudad de Brujas.

CLAUSTRO DE LA COLEGIATA DE RONCESVALLES

Los últimos años de su reinado fueron difíciles a nivel personal. Encerrado en su castillo de Tudela, sufría gordura y un cáncer de pierda, también la melancolía por la muerte de su hijo Ramiro. También falleció su hermana la condesa Blanca de Champaña, en 1229. Su hermana Berenguela, reina viuda de Inglaterra, falleció en 1230, en Le Mans. También moría su aliado Alfonso IX de Castilla, sucediéndole Fernando III el Santo, que heredaba León por consentimiento de sus dos sucesivas esposas, Teresa de Portugal y Berenguela de Castilla.

Sancho VII se casó en 1195 con Constanza de Tolosa, hija de Ramón VI, conde de Tolosa. También casó con Clemencia, hija del emperador Federico I de Alemania. No dejó descendencia legítima con ninguna de las dos, pero tuvo varios hijos ilegítimos a la sucesión del trono fruto de sus relaciones extramatrimoniales. Según la Crónica del Príncipe de Viana, tuvo un hijo que murió a los quince años de edad por culpa de un accidente de caballo. Además, su hermano Fernando tampoco dejó un descendiente que asegurase la continuidad del linaje de los Jimeno. Esta situación le causó todo un dilema en el momento de asignar un príncipe legítimo y leal a su trono.

SEPULTURA DE SANCHO VII EN RONCESVALLES

En 1225, el conde Teobaldo IV de Campaña, sobrino de Sancho VII, se presentó en la Corte navarra de Tudela ante el rey para reclamar sus derechos a la sucesión del trono. Según la Crónica de Jaime I, Sancho le habría confesado al aragonés, la desconfianza que sentía hacia su sobrino Teobaldo, "aunque no tenemos otro pariente más cercano".

Ante esta situación, Sancho VII propuso al joven Jaime I el Conquistador un tratado de prohijamiento mutuo, de forma que el que muriera primero dejaría su reino al otro. Fue una reunión que tuvo lugar en Tudela, en enero de 1231, por la que Teobaldo quedaba excluido de la sucesión al trono navarro.

Según la Crónica de Jaime I, Sancho le había dicho que:
"... a pesar de todos los beneficios que le hemos hecho, dicho sobrino nos ha devuelto siempre mal por bien y se porta tan mal con nos que ha llegado a conspirar con nuestros hombres de Navarra para destrozarnos y alzarse rey."
"Quiero prohijaros y que a su vez vos me prohijéis, a sabiendas de que es normal que yo muera antes que vos, puesto que tengo setenta y ocho años y vos no habéis llegado a veinticinco."

Y, aunque la carta fue firmada por ambas partes en febrero de ese año, no llegaría a materializarse. Sancho VII pedía a Jaime I que se involucrara en una contienda contra el Reino de León, y este carecía de fondos para su financiación, ya que desplazaba todos sus recursos en su nuevo Reino de Mallorca y los preparativos de la reconquista de Valencia. Finalmente, Jaime I realizó testamento a favor de su hijo Alfonso.

Sancho VII falleció el 7 de abril de 1234, en Tudela, dejando al Reino de Navarra entre la presión militar de Castilla y las ambiciones legitimistas de Jaime I. Los poderes señoriales y urbanos se juramentaron a favor del conde Teobaldo IV de Champaña, apelando a una cierta autonomía respecto de los dos grandes reinos de España. Una comisión de noves se desplazó a Provins, en el norte de Francia, para ofrecer la corona a Teobaldo I de Navarra.

Recibió sepultura en la parroquia de San Nicolás. Años después sus restos fueron trasladados a la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles.

EXTENSIÓN TERRITORIAL DEL REINO DE NAVARRA CON SANCHO VII (1194-1234)

1. NAVARRA (TERRITORIO NUCLEAR)
2. VASCONGADAS (PROVINCIAS ANEXIONADAS AL REINO DE CASTILLA EN 1200)
3. ZUBEROA (IRRADIACIÓN FEUDAL DE ULTRAPUERTOS)
4. SEÑORÍO DE ALBARRACÍN (BAJO LA ESTRIPE NAVARRA DE LOS AZAGRA ENTRE 1166 Y 1168)
5. CASTILLOS Y CIUDADES (ADQUIRIDOS EN LA CORONA DE ARAGÓN Y EN LA FRONTERA MUSULMANA ENTRE 1209 Y 1231)
6. LÍNEAS DE PENETRACIÓN NAVARRA (FRENTE CONTRA EL ISLAM)

10/03/2023

El mapa del fin del mundo, por Ignasi Serrahima


EL MAPA DEL FIN DEL MUNDO, POR IGNASI SERRAHIMA

El mapa del fin del mundo, Ignasi Serrahima, Ediciones B., Barcelona (2019), 453 páginas

Entre los años 2019 y 2022, se conmemora el V Centenario de la primera circunnavegación al planeta Tierra por la expedición que comenzó Fernando de Magallanes y terminó con Juan Sebastián Elcano. Con este motivo Ignasi Serrahima realiza una retrospectiva biográfica de un personaje histórico que culminó una gesta trascendental para la humanidad, con rigor histórico y fiel a los datos que se conocen.

Comienza El mapa del fin del mundo en julio de 1526, relatando Elcano en primera persona su pasado para que quede constancia de su gran hazaña. Estaba a punto de morir, como consecuencia del escorbuto, mientras surcaba el Océano Pacífico en la segunda expedición a las Molucas, comandada por Jufre García de Loaisa.

El marino de Guetaria narra su infancia y su primer viaje con su padre, también piloto, y cómo consiguió su primera nao. Después estuvo en la conquista de las plazas del norte de África y en las batallas de la Guerra de Italia, sirviendo en los Tercios del general Gonzalo Fernández de Córdoba, el Capitán Capitán, siempre pensando en la mayor gloria de su país y teniendo que acabar mendigando hasta los estipendios acordados. Como buen marinero padeció tempestades, motines e incluso los devastadores efectos de los espías portugueses, siempre intentando socavar a la Real Armada Española, la única que les superaba en todos los aspectos.

Una mala decisión lo obligó a huir y cambiar de identidad, hasta llegar finalmente a Sevilla, donde con contactó con Fernando de Magallanes. El día 20 de septiembre del año 1519 partía de Sanlúcar de Barrameda una expedición que trataba de navegar a la Isla de la Especias, límite geográfico que otorgaba a la Corona de Castilla según Tratado de Tordesillas con Portugal.

La muerte de Magallanes en Filipinas, en 1521, le puso al mando de la expedición y en consecuencia cayó sobre sus hombros la pesada carga de tomar la decisión de retorna a España por el Pacífico. Fue Elcano quien concibió la idea de regresar por el oeste y el que llevó lo que quedaba de flota a las islas de las especias.

El 6 de septiembre de 1522, Elcano regresaba al puerto de Sanlúcar con solo 17 hombres de los 265 marineros que partieron, y en su sola nave, la Victoria, de las cinco. Había conseguido realizar la primera circunnavegado del planeta Tierra y, con ello, demostrar de manera empírica que era redonda.

Todavía hoy se cree en muchas partes que la primera vuelta al mundo la completó Magallanes y que la expedición fue portuguesa, pero éste nunca pretendió dar la vuelta al mundo y ni siquiera llegó a las Molucas.

07/03/2023

José Ramón de Gardoqui y Jaraveitia


Mayor general de la Armada española que participó en el combate de Trafalgar en 1805, en la Guerra de la Independencia española en 1808-1814 y en varias expediciones tanto militares como científicas, terminó siendo capitán general de Filipinas entre 1813 y 816

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JOSÉ RAMÓN DE GARDOQUI Y JARAVEITIA

José Ramón de Gardoqui y Jaraveitia era natural de Bilbao, donde nació en 1761. Procedía de una familia con larga tradición nobiliaria en el Señorío de Vizcaya, sus padres fueron Juan Bautista de Gardoqui y María Josefa Jaraveitia.

En enero de 1775, entró al servicio de la Armada española como cadete en la Academia de Guardiamarinas del Departamento Naval de Cádiz. Junto con otros oficiales vascos, como Álava, Gomendio y Salcedo, estuvo hasta 1782 en las contiendas navales del norte de África. Aquel mismo año hizo su bautismo de fuego formando parte de la Expedición militar a Argel, a bordo del navío Velasco, al mando del general navarro Pedro González de Castejón. Se trataba de una invasión combinada de tropas navales y terrestres de aproximadamente 50 navíos y más de 20.000 soldados, que pretendía tomar el puerto y su ciudad, foco de piratas berberiscos que dificultaba el comercio español por el Mediterráneo. Gardoqui ayudó de forma activa al rembarco de tropas tras fracasar la misión.

En 1776, continuó sus estudios en Ferrol con el grado de alférez de fragata. A finales de ese año, volvió a tomar parte de una expedición importante con destino a Montevideo, en el Virreinato del Río de la Plata, junto a otro alférez vascongado Ignacio de Olaeta, formada por los navíos Serio y San Agustín y la fragata Santa Gertrudis, a las órdenes de Francisco Javier Everando de Tilly. Tras llegar en marzo de 1777, se integró a una potente armada de unos 20 navíos que pretendía reconquistar algunos territorios suramericanos que habían sido invadidos por fuerzas brasileñas del Ejército portugués. Gardoqui participó en el combate de la isla Santa Catalina contra una flota lusa a bordo del navío San Agustín los días 19 y 20 de abril de 1777.

En 1779, Gardoqui se integró en la Armada al mando del general Luis de Córdova y Córdova con la que participaría en varias operaciones contra Inglaterra, durante la Guerra anglo-española de 1779-1783. Se trataba de una flota combinada hispano-gala, para interceptar los refuerzos que Londres enviaba a sus puertos de las provincias norteamericanas que había proclamado la independencia con respecto a la Corona británica. España aportaba cerca de 30 navío y 7 fragatas, y otras embarcaciones menores. Así, a bordo del navío San Agustín de 74 cañones de artillería, partió de Cádiz en la primera expedición del Canal de la Mancha, que solo consiguió apresar al navío Ardent.

En enero de 1780, Gardoqui participó en el combate del cabo Santa María, cerca de Portugal, que enfrentó a la escuadra española del general Juan de Lángara contra la inglesa del almirante George B. Rodney. Su navío San Agustín estaba al mando del capitán Vicente Doz y de Funes. El resultado fue infructuoso pues los buques ingleses consiguieron romper el bloqueo de Gibraltar y abastecer tanto a este enclave como al de Menorca.

Sin embargo, muy beneficioso fue el combate que se dio meses después en aguas del mismo cabo. El gran apresamiento del doble convoy británico de agosto de 1780 consiguió capturar 53 embarcaciones mercantes inglesas. Gardoqui estaba embarcado en el navío Miño de 54 cañones, volvió a estar a las órdenes del general Luis de Córdova, aunque la recomendación de atacar este convoy fue hecha por el capitán bilbaíno José de Mazarredo y Salazar. Por sus reconocidas actuaciones en estos combates, en septiembre de 1781, Gardoqui fue ascendido a teniente de fragata.

REGRESO TRAS EL APRESAMIENTO DEL CONVOY BRITÁNICO DE 1780

En noviembre 1782, embarcado en la fragata Asunción de 36 cañones de la armada del general Córdova, Gardoqui tomó parte del combate del cabo Espartel, contra la del almirante Richard Howe.

Durante los siguientes años, Gardoqui realizaría varios viajes a distintos puntos del Imperio español. El primero de ellos fue el de marzo de 1783, a bordo de la misma fragata, que tenía la misión de enviar desde Cádiz al puerto de Cavite en Manila la noticia de la conclusión de la guerra contra Gran Bretaña. Tras cumplir su cometido, regresó a Cádiz en julio del año siguiente, y en noviembre fue ascendido a teniente de navío.

En 1786, formaba parte de misión de rescate de la tesorería y otros restos del navío San Pedro de Alcántara al bordo de la fragata Asunción, y después en una comisión a Santa Cruz de Tenerife.

En 1787, fue elegido para formar parte de la segunda Expedición Geográfica e Hidrográfica al estrecho de Magallanes y la Patagonia, a bordo del paquebote Santa Casilda, junto al Santa Eulalia, al mando del almirante y científico Antonio de Córdova. Esta comisión debía levantar planos de los accidentes geográficos y costas de tal área meridional del Virreinato del Río de la Plata, completando los resultados cartográficos e hidrográficos de la primera expedición realizada en 1785-1786. Los objetivos de este tipo de expediciones ilustradas enviadas a los territorios virreinales del Imperio español tenían un carácter geoestratégico, comercial y científico. Era de vital importancia asegurar el transito mercante a través del cono sur de la América meridional en la ruta que conectaba los océanos Atlántico y Pacífico.

La expedición zarpó desde Cádiz en octubre de 1788 y regresó en mayo de 1789. Gardoqui pudo demostrar sus habilidades y conocimientos científicos en la labor de cartografiar las costas de la Tierra del Fuego, desde el cabo Lunes hasta el océano Pacífico. A raíz de esta singladura, fue ascendido a capitán de fragata en 1991, en la cual trabó contacto con el marino guipuzcoano Cosme Damián de Churruca y con Dionisio Alcalá Galiano. El conocimiento entre los marinos ilustrados comenzaba a ser cada vez más estrecho.

Tras realizar una comisión de corso por el Mediterráneo, atravesó el Atlántico hasta llegar al Virreinato de la Nueva España. Allí permanecería desde 1793 hasta 1796, los tres años obligatorios en funciones de vigilancia y operaciones especial, por aguas de Tierra Firme y en la isla de Cuba. Al regresar fue ascendido a capitán de navío, el último grado de la escala de oficiales de mar, y consiguió licencia para descansar en su Bilbao natal una temporada.

JOSÉ MARÍA DE ÁLAVA, JOSÉ DE MAZARREDO Y COSME DAMIÁN DE CHURRUCA

En febrero de 1797, José de Mazarredo, general de la Armada del Océano, le entregaba el mando del navío Mexicano de 118 cañones y tres puentes de la flota de Domingo de Nava, que estaba atracada en el puerto de Cádiz. Estaba inmerso en la Guerra de la Segunda Coalición, que enfrentaba a las armadas aliadas española y francesa contra la británica. Toda esta armada sufría el sitio del almirante Horatio Nelson tras la derrota del cabo de San Vicente. A las órdenes de Mazarredo y junto a Federico Gravina, Antonio de Escaño y Cayetano Valdés, ayudó a repeler el ataque inglés sobre Cádiz en julio de 1797. En la defensa de Cádiz, Gardoqui combatió junto a un amplio grupo de almirantes vascos, en la cual representó un exponente clave de coordinación, calidad de mandos y ejecución táctica en la defensa de un puerto. Nelson nunca tuvo oportunidad de desgastar la resistencia de los marinos ilustrados.

Un fuerte temporal en febrero del año siguiente hizo dispersar a las naves sitiadores y Gardoqui se lanzó a la captura de aquella flota británica.

En mayo de 1799, Gardoqui accedió al mando del navío Reina María Luisa del mismo porte que el anterior en la Comandancia Naval de Cartagena. Desde ese puerto, llegó a Cádiz para unirse a la flota francesa del almirante Eustace Bruix, que, junto a la armada de Mazarredo, tomaba parte de la campaña de Brest. Esta flota combinada esperaría a la orden del cónsul francés Napoleón Bonaparte para lanzar un ataque anfibio sobre la costa sur de Inglaterra. Pero, tras la Paz de Amiens, en 1802, la flota española regresó al Departamento Naval de Ferrol.

En agosto de 1803, se presentó en el Departamento Naval de Cádiz para ejercer las funciones de mayor general, al mando de las unidades más grandes de la Armada. En diciembre de 1804, se declaraba la Guerra de la Tercera Coalición, nuevamente entre las aliadas España y Francia contra el habitual rival Gran Bretaña. Gardoqui renunciaba a su cargo administrativo en el departamento para subir en el navío Santa Ana, de 112 cañones y 3 puentes, en febrero de 1805, a las órdenes del teniente general Ignacio María de Álava como capitán.

MAQUETA DEL NAVÍO SANTA ANA

El 20 de octubre de 1805, Gardoqui partió en el Santa Ana formando parte de la flota combinada del teniente general Gravina y el vicealmirante Villeneuve para romper el bloque de la flota británica del almirante Nelson. Al día siguiente, ambas armadas se enfrentaron en el combate de Trafalgar.

Al comienzo de la batalla, el navío Santa Ana ocupaba el centro-sur de la línea que formaba la flota combinada. Gardoqui estaba encargado de dar las órdenes pertinentes a su capitán Álava para aguantar por mura de babor.

El primer ataque del Royal Sovereign de Collingwood a las 12 del medio día fue continuado por el Belleisle, el Mars y el Tonnant. Desde el Santa Ana, Ignacio María de Álava daba órdenes para situarse delante del gigante inglés para cortarles el rumbo. No importaba poner toda la mura de babor en riesgo frente a la quilla enemiga. Tras observar las intenciones de Collingwood, el capitán Boudouin del navío francés Fougueux decidió auxiliar al Santa Ana, interponiendo su proa también sobre el avance del Sovereign. Sin embargo, el vicealmirante Collingwood, empujado además por el resto de sus buques, se dirigió a partir en dos el palo del bauprés del navío francés. Ante el riesgo, Boudouin hizo virar de nuevo al Fougueaux, colocando al navío británico prácticamente borda con borda con el Santa Ana.

Pero Álava y Gardoqui habían conseguido ubicar la nave en mejor posición gracias a los minutos ganados por el Fougueaux. La primera andanada del Santa Ana retumbó todo el escenario bélico, deshaciendo gran parte de las defensas del Sovereign de 100 cañones hasta destrozar varios tablones de su enorme primera cubierta. De inmediato, el buque inglés comenzó a descargar sus propios cañonazos, iniciando la desarboladura del barco de Ignacio María de Álava, al que se le derrumbó el palo de mesana. El ruido ensordecedor, el olor a carne quemada y a pólvora, los gritos de socorro de los heridos y las órdenes desenfrenadas de los mandos se mantuvieron durante varias horas.

COMBATE DE TRAFALGAR, POR ÁNGEL CORTELLINI SÁNCHEZ

Sobre las 2 de la tarde, Álava caía gravemente herido en la cabeza, perdiendo el conocimiento. Inmediatamente, Gardoqui lo trasladó a un lugar seguro dentro del navío y continuó lanzando a su tripulación contra la marinería británica. Fue un combate brutal, resultado herido hasta Gardoqui en torno a las 2 y media. Pero el Sovereign estaba ya desarbolado y sin posibilidad de maniobra. El propio Collingwood tuvo que abandonarlo en la fragata Euryalus, quedando la nave al mando del capitán Rotheram.

Sin embargo, el Santa Ana, ante su evidente falta de altos mandos y en condiciones de devastación, no tuvo más remedio que rendirse en torno a las 3 menos cuarto de la tarde. Álava y Gardoqui fueron hechos prisioneros, pero por poco tiempo, ya que el navío fue recapturado el día 23 por la flotilla de salvamento de Cádiz. El vicealmirante Álava y el capitán Gardoqui desembarcaron con grandes contusiones y el orgullo tocado, pero vivos. El navío Santa Ana fue llevado al Arsenal de La Carraca, donde se reparó y quedó totalmente preparado para combatir de nuevo. Con respecto al Royal Sovereign, entró en Gibraltar días después, casi para el desguace, remolcado por varios buques. De los 1.102 marinos que tenía el Santa Ana, tuvo 99 muertos y 141 heridos. Evidentemente, paró al titán inglés con un coste muy alto.

En noviembre de aquel año, Gardoqui fue ascendido a brigadier, primer grado en la escala de los generales marinos, por méritos propios. Además, quedaría al mando de su navío Santa Ana, casi la totalidad de los siguiente dos años hasta que se ocupó de la comandancia del Arsenal de La Carraca en noviembre de 1807.

COMBATE DE TRAFALGAR

Al iniciarse la Guerra de la Independencia española, en 1808, la tradicional alianza política y militar española con Francia cambió hacia Inglaterra. Su primer gran hecho de armas fue la toma de la Escuadra francesa del almirante Rosilly, que estaba formada por los restos de la flota que combatió en Trafalgar tres años antes y que estaba atracada en el puerto de Cádiz. A las órdenes de su veterano jefe y amigo Ignacio María de Álava, estuvo al mando de una de las baterías que capturaron los navíos de la flota napoleónica, entre los días 9 y 14 de junio.

En 1809, fue nombrado subinspector y comandante del Arsenal de La Habana, en la gobernación de Cuba, con el rango de mayor general, donde estuvo hasta septiembre de 1812. Se dedicó a actualizar instrucciones y manuales náuticos y a revisar y recuperar algunos buques.

En marzo de 1813, fue nombrado gobernador y capitán general de las islas Filipinas y comandante de Marina del apostadero de Cavite, por recomendación del general Álava, y, en septiembre, tomó posesión de los cargos. Realizó una gobernación de carácter ilustrado y reformista en varias áreas administrativas.

En noviembre de 1814, fue ascendido a jefe de escuadra, momento en que ya había concluido la Guerra de la Independencia. Pero esto suponía volver a tradicional rivalidad con Gran Bretaña, por eso comprobó la llegada de tres fragatas inglesas en la isla de Joló y el asentamiento de barcos mercantes en Mindanao y Borneo. Durante su gobernación, la Junta Suprema Central autorizó el comercio directo entre Manila y los puertos marítimos de los virreinatos españoles de América. Pero la supresión del monopolio mercantil de la Carrera de Indias del mar del Sur fue intrascendente debido a los procesos de emancipación que empezaron a surgir en aquellos territorios.

JOSÉ RAMÓN DE GARDOQUI Y JARAVEITIA

En abril de 1816, fue nombrado caballero de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo por sus más de 40 años de servicio a la Real Armada española, desde 1775 hasta ese mismo año. En diciembre, José Ramón de Gardoqui y Jaraveitia moría en San José de Novatas, cerca de Manila, a los 61 años de edad, sin poder regresar a su tierra natal. Las reformas administrativas que desarrolló fueron ampliamente reconocidas.

03/03/2023

Sellos de vascos en la historia de España


Serie de sellos conmemorativos sobre personajes de las Provincias Vascas relacionados con la historia de España, emitidos por Correos España y otras empresas de filatelia.

ANDRÉS DE URDANETA



SAN IGNACIO DE LOYOLA

SAN MARTÍN DE LA ASCENSIÓN AGUIRRE


DOMINGO BOENECHEA



BRUNO MAURICIO ZABALA

XAVIER MARÍA DE MUNIVE


MANUEL DE IRADIER

JOSÉ MARÍA IPARRAGUIRRE



IGNACIO DE ZULOAGA Y DANIEL ZULOAGA

PABLO URANGA


LITERATOS DE LA GENERACIÓN DEL 98
(UNAMUNO, BAROJA, MAEZTU, AZORÍN, VALLE-INCLÁN, MACHADO)

ALEJANDRO GOICOECHEA

JOSÉ LUIS ORIOL