18/10/2020

Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País


El origen de la fundación de la Sociedad Económica Bascongada tuvo lugar en las periódicas reuniones que a mediados del siglo XVIII un grupo de ilustrados guipuzcoanos, principalmente nobles y sacerdotes, celebraban para conversar sobre matemáticas, física, geografía e historia, discutir problemas de actualidad, y escuchar música.

En estas reuniones destacaron tres personalidades: el marqués de Altuna, Manuel Ignacio de Altuna, el marqués de Narros, José María de Eguía y Aguirrey el conde de Peñaflorida, Javier María Munibe e Idiáquez. En 1763, estos tres ilustrados decidieron poner en práctica sus conocimientos presentaron a las Juntas de Guipúzcoa el plan de constitución de una Sociedad Económica, también llamada Academia de Agricultura, Ciencias, Artes útiles y Comercio, adaptado a las circunstancias económicas de la provincia.

En 1765, Munibe obtuvo licencia real de Carlos III para la creación de una sociedad de ilustrados, fundando la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País. Su sede estaba en el Palacio de Insausti, en la localidad guipuzcoana de AzcoitiaEn el Discurso preliminar que Munibe leyó en la reunión de su fundación, enfatizó la utilidad de las ciencias modernas, especialmente las que los ilustrados llamaban prácticas.

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PALACIO DE INSAUSTI

Se fundaba así una institución de capital trascendencia en la cultura vascongada, adaptándose a las circunstancias y economía particular de la muy noble y muy leal Provincia de Guipúzcoa, que sirviese de academia para el fomento de la agricultura, industria, comercio, arquitectura y economía doméstica. La orientación de estos estudios se dirigió a la solución de problemas prácticos y útiles, nuevos procedimientos para el ahumado de la pesca, el abono de las tierras, los nuevos cultivos, el desarrollo de la metalurgia y la construcción higiénica de viviendas.

El conde de Peñaflorida, el marqués de Narros, el marqués de Altuna, Campomanes y otros ilustrados fueron conocidos como los Caballeritos de Azcoitia. Percibieron que España tardaba en desarrollar su potencia económica, lamentando la falta de industria y la baja productividad. Los pensadores liberales y los llamados afrancesados buscaron difundir los avances y el pensamiento de la Ilustración. Comenzaron a trabajar para introducir las más avanzadas técnicas en la agricultura, la industria, la arquitectura, la medicina, etc. La economía política, una ciencia que estaba naciendo, fue objeto también de atención especial.

Sus planes se debatían y aprobaban en Juntas Generales, celebradas por distintas villas o ciudades, se estudiaban las 4 secciones: agricultura; ciencias y artes útiles; industria y comercio; política y buenas letras. Estas 4 secciones genéricas se perfilan en 2 planos: el adelanto de las ciencias, especialmente las consideradas útiles, y el fomento de la economía en su área de actuación. Los dos planos estaban íntimamente trabados en cualquier caso, pues la elaboración teórica debía ponerse al servicio de la mejora técnica y de la educación popular y debía repercutir en el progreso de las fuerzas productivas.

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IRURAK BAT (LAS TRES, UNA)

Los instrumentos esenciales para llevar a cabo la tarea fueron, prácticamente en todos los casos, la redacción de memorias e informes y la creación de escuelas de formación profesional. En este sentido, la Sociedad Bascongada, por una parte, fue un gran centro de recepción de la ciencia europea a través de los viajes al extranjero de sus miembros y de la acogida en su seno de prestigiosos sabios foráneos y, por otra, se embarcó en ambiciosos proyectos educativos.

El resultado del proyecto de los Amigos del País fue un estrepitoso fracaso al no hacer nada por plantear la génesis de una experiencia secularizada y, menos aún, por generalizar una instrucción pública, dos tareas con las que se hubiese perfilado algún atisbo de modificación de las condiciones de desigualdad sociales, culturalmente esquizofrénicas, económicamente explotadoras y políticamente paternalistas.

Dos tareas que aquellos caballeros no llegaron ni a concebir, pues fomentar una experiencia secular hubiese significado que se empeñasen en transcender ante todo sus propias barreras religiosas y morales, buscando un marco de libertad de creencias y un clima de libre y pública expresión en las actividades cotidianas. Y, además, para ello era preciso generalizar una instrucción pública, proporcionando a las gentes sometidas un instrumento de emancipación cultural; lo cual suponía proscribir su viejo hábito paternalista, furibundamente elitista, actuando de modo absolutamente radical en el quicio de la escindida cultura en la que se desarrollaba la vida del país.

Para empezar, era necesario que hubiesen optado por la alfabetización general de las gentes. Pero aquellos caballeros actuaron de forma alienada y sumisa en enormes naderías y vastísimos quehaceres poco menos que inocentes. Es más que probable que en la historia cultural vasca ideales tal altos jamás cayeron tan bajos.

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CABALLERITOS DE AZKOITIA

Una gran preocupación fue la educación de los jóvenes, su formación y preparación cultural, científica y moral. Escogió como seminario el Colegio del Monumento de Loyola en 1769, bajo el nombre de Real Seminario de Vergara. Este edificio fue abandonado por los jesuitas tras su expulsión decretada en 1767, por eso el historiador que Menéndez y Pelayo llamó primera escuela laica de España. El propio rey Carlos III contribuyó aportando una valiosa financiación para las cátedras superiores en ciencias modernas, las de química y de mineralogía, así como para la organización de sus respectivos laboratorios.

Así el seminario se convirtió en un centro cultural de primera importancia en Europa, en el que se contó con profesores extraordinarios procedentes algunos de toda Europa, entre los que destacaron Proust, Chavaneaux, Brisseau, así como otros científicos de primera fila como los hermanos Elhuyard, Erro, Mas, Samaniego, Santibáñez, Foronda y otros muchos. Este grupo de ilustrados contribuyeron a que los estudios de Vergara llegaran a conocerse y valorarse en toda Europa.

En 1778, se creó el Laboratorio Químico en este seminario, iniciándose los estudios de química y metalurgia. En el mismo se elaboró la Ley de las Proporciones Definidas, que consiguió hacer maleable el platino y forjar diversas piezas, y se descubrió el aislamiento del wolframio o tugsteno. Se trabajaron los aceros y la mejora de las técnicas de ferrerías.

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SEMINARIO DE NOBLES DE VERGARA

La Escuela de Ingenieros de Minas, la primera que tuvo carácter civil, fue fundada en 1777 por orden de Carlos III. Se instaló en Almadén (Ciudad Real), donde ya existía algún tipo informal de enseñanza, para aprovechar un elemento muy importante, las minas de azogue, material insustituible entonces para conseguir el amalgamamiento de la plata, fuente de riqueza de primerísimo orden en la América hispana, especialmente en Méjico.

Esta Escuela comenzó su actividad en un contexto histórico similar a otros centros: Sajonia (Freiberg, 1767), Hungría (Schmnitz, 1770), Francia (París, 1778).

Las Escuelas de Dibujo fundadas en Vitoria, Bilbao y Vergara en 1777, y poco más adelante en San Sebastián y Placencia. En Vitoria sigue funcionando convertida en Escuela de Artes y Oficios Artísticos, y con una importante actividad de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País en su Junta de Fundación.

Esta gran idea ha aportado positivos avances en campos como el industrial, el agrícola, el científico, y el cultural para las Provincias vascongadas que indudablemente tendría sobre estas bases un florecimiento económico.

También se adquirió la granja en San Miguel de Basauri, para experiencias agrarias, la Casa de Misericordia en Vitoria, y se intentó fundar una Escuela de Náutica en San Sebastián. Al mismo tiempo se constituyó una biblioteca y un gabinete de historia natural

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SEMINARIO DE NOBLES DE VERGARA

Entre sus grandes tratadistas políticos destacaron José Agustín Ibáñez de Rentería y Valentín de ForondaEntre 1780 y 1783, Ibáñez de Rentería leyó tres Discursos, entre ellos Reflexiones sobre las formas de gobierno, y Foronda sus primeros trabajos, que publicó en Miscelánea en 1787. Ambos defendieron el sistema liberal-burgués, hablando Ibáñez de Rentería de partidos políticos y derechos del hombre, defendiendo la democracia; y Valentín de Foronda afirmó que la conducta política debe asentarse en la libertad, propiedad y seguridad, que considera anteriores a las leyes y al poder. Y criticó a los nobles que creían que el comercio es indigno de la nobleza.

José María de Eguía y Aguirre se hizo famoso por su Enciclopedismo, siendo elogiado por Rousseau, y llegando a tener problemas con la Inquisición, como también los tuvo Félix María de Samaniego, autor de Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado, con carácter moralizante.

Javier María Munibe escribió Los aldeanos críticos, o cartas chríticas sobre lo que se verá, publicado en 1758, para rectificar y mofarse de las ideas sobre física que el padre Isla expuso a fray Gerundio de Campazas. Un libro satírico que defendía la ciencia moderna e identificaba la filosofía moderna y física, haciendo referencias a Galileo, Descartes, Copérnico, Newton, Leibnitz, Gassendi, Maignan y Saguens.

La Sociedad Bascongada se ocupó también del lujo, su máximo representante Juan Sempere y Guarinos escribió Historia del Luxo y de las leyes suntuarias de España.

Fue también foco de relaciones con la cultura extranjera de la Ilustración, principalmente con la francesa. Se enviaron becarios a estudiar fuera de España, y se abrieron puertas a científicos como el botánico y naturalista Michel Adanson, el físico-químico Davil Pierre Ruelle, el físico Teodoro de Almeida, Joseph Jérôme Lefrançois de Lalande, Louis- Bernard Guyton de Morveau, Robertson, John Needham, etc. 

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