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27/08/2025

Industria armera de Elgueta


Elgueta - Elgeta se ubica en un promontorio poco resguardado, en la Comarca del Alto Deva, estratégicamente situado en la frontera de Guipúzcoa con Vizcaya. Fue fundada por el rey Alfonso XI en 1335, en cuya carta puebla que concedió:
"...por facer bien y merced a todos los que quisieren venir, poblar e morar en la puebla nueva que se face en los campos de Maya, a la cual puebla ponemos el nombre de Elgueta, que es frontera de vizcaya."

Desde la Baja Edad Media, su economía había sido eminentemente rural, con una comunidad campesina dedicada a la ganadería. En los siglos XIII y XIV, se produjeron los auges de las ferrerías y el comercio de hierro y lana castellana. Pero, en el siglo XVI, Elgueta se había convertido en una de las principales poblaciones vascas en la elaboración de lanzas y picas, especialmente en la plantación de astas de madera de fresno. En esto tuvo mucho que ver su proximidad con la vecina Elorrio, núcleo central en la fabricación de estas armas blancas.

El negocio de la plantación de fresnos y nogales en viveros estuvo vinculado a muchos vecinos, cuya madera fue suministro de materia prima a la comunidad de lanceros más poderosa, la de Elorrio. El hecho de estar rodeada de poblaciones dedicadas a la industrial artesanal del hierro en general, y del armamento en particular, como Éibar, Vergara y Elorrio, influyó en este movimiento.

PICAS DE ELGUETA EN LOS TERCIOS DE FLANDES

Elgueta producía una amplia gama de instrumentos de hierro. Se dedicaban a la fabricación de herraje, clavazón, hachas y herramientas agrícolas, piezas de madera para picas y lanzas, incluso armas de fuego como arcabuces, mosquetes y toda la asteria. Dichos productos artesanales eran colocados en el mercado a través de sus propios mercaderes, incluso formando compañías comerciales. El principal cliente de su producción fue el Ejército español con destino a los Reales Tercios de Infantería desplegados en Flandes.

Campesinos y armeros profesionales de Elgueta y Elorrio coordinaban la producción de los viveros con la de los talleres dedicados a fabricar las cuchillas aplicadas a las puntas de lanzas, elementos metálicos sujetos a la madera mediante anillas o clavos. Desde el siglo XVI, la pica se había convertido en un arma fundamental para repeler el ataque de una infantería o caballería enemiga por parte de los Reales Tercios de Infantería españoles. Consistía en una punta afilada de acero montada en un asta que podía medir de cuatro a seis metros de longitud. La eficacia de esta arma perduró hasta el siglo XVIII, cuando fue sustituida por la bayoneta.

Los fresnos destinados a lanzas que se plantaban en viveros de Elgueta y otras villas próximas se cuidaban por campesinos para que creciesen en las condiciones necesarias para su posterior conversión en picas. Según los contratos firmados con la Corona, las astas debían medir entre 24 y 25 palmos, unos 5 metros, "ser muy bien proporcionadas y no delgadas ni barrigudas y que no tengan ningún nudo". También se indicaba que las piezas estuviesen "muy cepilladas y lijadas, bien labradas y untadas", y sólo tras cumplir estas condiciones los oficiales reales pagarían a los armeros. En 1570, el precio de una docena picas estaba en 28 reales, mientras que, en 1579, había subido a 35 reales.

Además de la actividad dedicada a las asta en el vivero y el caserío, la fabricación de picas en Elgueta implicaba a los ferrones, encargados de elaborar las cuchillas, así como los anillos y clavos destinados a encajar dicho elemento metálico sobre el extremo de la asta de madera. Después de la fábrica y supervisión, se realizaba el transporte a través de mulos y carros en dirección a los puertos marítimos vascos o el interior peninsular.

TRANSPORTE Y ALMACENAMIENTO DE PICAS

Otro tipo de oficio relacionado con la asteria en Elgueta fue el de asesor. Existieron colaboradores desplazados por los principales mercados de la España peninsular, que incluía también a Portugal en tiempos de la Alta Edad Moderna: Sevilla, Madrid, Cádiz, Lisboa, Évora, etc. Servía como consejeros en aspectos técnicos y logísticos para mercaderes en sus tiendas. Un caso representativo es el de Domingo de Ansoategui, natural de Elgueta, quien fue contratado en Sevilla por Martín García de Irigoyen durante cinco años como "mozo aprendiz".

Una de las sagas más prósperas en el negocio asterio de Elgueta fue la de Marquiegui, encabezados por Martín Pérez de Marquiegui, que tenían fresnedas junto a la casa-solar. A inicios del siglo XVI, Martín se asoció con otros dos asteros de Elgueta, Martín de Mendizábal y Juan Ochoa de Arriola para formar una compañía mercante con un capital social de 17.000 ducados y basada en el "trato de fierro y asteria" en Sevilla.

Otros astero-mercaderes de Elgueta en aquel tiempo de máxima expansión del negocio de la piquería fueron Pedro Pérez de Berraondo, Juan Sáez de Alday o Juan de Jauregui.

PICAS VASCAS EN LOS TERCIOS DE FLANDES

Sobre la fabricación de armas de fuego existen noticias como el contrato firmado en 1569 por el cual un grupo de vecinos armeros, encabezados por Francisco de Urizar, se comprometían a elaborar 300 cajas o cureñas en madera de nogal para arcabuces. El mismo año, Martín de Olayeta también tuvo que fabricar otras 200 cureñas "de la munición de su Magestad", todas ellas para el maestro Juan de Loyola. En 1581, Pero Ochoa de Arriola, vecino de Elgueta, se asoció con otros dos armeros de la villa para limar importantes cantidades de cañones de arcabuces para el veedor real Lope de Elío.

Pero la asteria constituía la principal actividad económica para sus vecinos, mezcla de forestal y artesanal, dirigida al campo mercantil.

La implicación del conjunto de esta comunidad en el negocio de los fresnos para picas alcanzó también a las mujeres. Se conservan una variedad de contratos que así lo expresan. Por ejemplo, en 1587, María Joanes de Ojanguren vendió 220 fresnos por 100 ducados. En 1613, Domenja de Sagastiguchia vendió un terreno lleno de fresnos por 171 ducados. María Ochoa de Olazeta se involucró en el negocio de su fresneda, pues su marido había marchado a Indias por una larga temporada. En 1570, la viuda Marina de Izaguirre vendió "todos los fresnos que están plantados en las heredades de la mi mi casa y casería de Içaguirre e fuera de ellas, en que todos son dozientos y noventa fresnos con demora y espacio de diez años los ciento ochenta de ellos, e los demás con demora de doce años" a favor de Pablo de Angiozar. Las astas eran dejadas en herencia por padres armeros a sus hijos en concepto de dote. Juan de Sustaiza dejó en herencia a sus dos hijas una dote de 80 pies de fresno.

CARROS ARRIEROS DE PICAS VASCAS

03/02/2025

Industria armera de Mondragón


Han sido varios los autores que a lo largo de la historia de la villa guipuzcoana de Arrasate-Mondragón han dejado por escrito esta actividad, desde el cronista Esteban de Garibay en su Compendio historial en el siglo XVI, hasta Baltasar Melchor de Jovellanos y Santiago Palomares en la Ilustración. En época reciente, y realizando una historiografía más científica y moderna, destacan Julio Caro Baroja, Genaro Rosado Rosado y José Ángel Barrutiabengoa. Son destacables las publicaciones de José Antonio Azpiazu en El acero de Mondragón en la época de Garibay, y Ramiro Larrañaga en Espaderos vascos en Toledo.

Desde la Edad Media, la economía de Mondragón ha girado en torno a la metalurgia, generando una época de esplendor en el siglo XVI. Según el cronista real dejó escrito en su Compendio historial: "…, como por ser pueblo de mucha contratación, donde se labrava grande abundancia de acero y hierro, y otras mercadurías…"

La primera causa de esta revolución metalúrgica fue la cercanía de la peña de Udalaitz, al norte de la villa, con 1.092 metros en su cima, límite de Vizcaya y Guipúzcoa, y en cuyo subsuelo se formaron las venas de mineral de hierro.

Además, el rey castellano Alfonso X el Sabio, al poco tiempo de fundar la villa aforada en 1260, ordenó que las "venas de la ferrería de Mondragón se labren en la villa". Es decir, "que las aizeolas bajen al núcleo urbano para transformarse en agorrolas que emplean la fuerza hidráulica". Así es como aquellas primeras ferrerías de montaña se ubicaron en las calles de Olarte y de Ferrerías, junto al río Deva.

En las primeras ordenanzas de la Cofradía de San Valerio quedó patente que la mayor parte de los casi 1.900 mondragoneses vivían entonces a la extracción y laboreo del mineral de hierro para la obtención del acero y su transformación artesanal en la "cal de las ferrerías".

INDUSTRIA ARMERA DE MONDRAGÓN

La actividad metalúrgica tenía tres fases: de extracción, de base y de transformación final.

La extracción del mineral se realizaba por los venaqueros en el monte Udalaitz, del que se tienen indicios de que había acero natural.

La segunda fase del proceso se realizaba en las ferrerías masuqueras. En ellas se fundía el hierro, consiguiendo que las impurezas fluyeran formándose una capa líquida que impide que el Dióxido de Carbono fuese expulsado al exterior. Ese CO2 y, por lo tanto, parte del carbono quedaba diluido en la masa, el hierro se enriquecía y obtenían la raya.

La última fase correspondía a las ferrerías tiraderas, que introducían la raya en el horno con el carbón y mineral o trozos de hierro, y así obtener el acero. Después llegaba la prueba de la fractura para comprobar la calidad de acero. Se hacía necesaria la cercanía del cauce de un río, en este caso el Aramayona. Mediante unas tenazas, el tirador introducía la barra caliente en el agua para templar la punta, la enfriaba y rompía, y observaba si tenía suficiente calidad. El ensayo decidía si el grano era fino, y se consideraba apto; pero si el grano era basto, tenía que seguir afinándolo.

Según José Antonio Azpiazu, en el siglo XVI "eran cuatro las ferrerías masuqueras que funcionaban en la villa: Zalgibar, Zubiate, Legarra e Ibarreta". Las ferrerías tiraderas se contaban entre 60 y 70, y la mayoría se localizaban en la calle Olarte.

MONTE UDALAITZ

Este proceso metalúrgico de dos fases de transformación era característico y exclusivo de Mondragón, así como el método de forja que empleaban sus espaderos. Así lo dejó escrito uno de los principales políticos de la Ilustración española, Baltasar Melchor de Jovellanos. Según este, los espaderos mondragoneses alternaban barras cuadrados de acero y hierro de manera que se conjugaban las características de la tenacidad del hierro y la dureza del acero.

Según Genaro Rosado, una buena espada mondragonesa debía:
"tener dureza, tenacidad (resistencia a los golpes), flexibilidad, actitud para pinchar y cortar, y sobre todo, aptitud para adquirir temple otra vez después de reparar y amolar. Si era una espada de acero de Mondragón se podía volver a templar, pero las que se fabricaban por ejemplo en Solingen (Alemania), no. Una vez que habían pasado por la piedra esmeril se había acabado el acero. Porque solamente estaban carburadas, es decir, aceradas, en la superficie."
Este experto ha comprobado que los métodos de forja eran distintos en Mondragón y en Toledo. En la capital del Tajo consistía en un "alma de hierro puro y dos tejas de acero de Mondragón".
"La operación más delicada era la puntada, que consistía en unir el alma y las dos tejas un punto, y a partir de ahí desarrolla la forja en distintas fases que correspondían a 3 caldas sucesivas. Era un sandwich. Es lo que veríamos si seccionamos una espada."
A continuación venía el templado. El acero forjado, "que es dúctil y maleable, lo metemos en el horno, lo calentamos y lo enfriamos rápidamente para obtener un acero templado, que es duro y frágil. Por lo tanto hay que ablandarlo de alguna manera y se le da un revenido a baja temperatura (unos 300 grados). Y así obtenemos un material duro, tenaz, flexible y templable."

Era una técnica refinada de soldadura de barras de acero, a "la calda", a martillo sobre yunque, difícil de realizar correctamente y dominada por aquellos maestros espaderos.

FORJA DE ESPADAS EN FRAGUA DE MONDRAGÓN

En 1775, el rey Carlos III comisionó al técnico Santiago Palomares para la organización de la Real Fábrica de Espadas de Toledo. Entonces, elaboró una detallada relación de todos los espaderos que habían labrado espadas hasta el siglo XVIII. En la llamada Nómina de Palomares, Santiago dejó escrito que:
"El acero que gastaban en la fabricación de espadas en Toledo, desde sus principios era el de la fábrica antigua de Mondragón, única en España por aquellos tiempos, celebrada casi por todo el mundo por rica y abundante y cuya espadas después de algunos siglos subsisten hoy de calidad tan sobresaliente que son apreciadas por las mayor parte de las naciones del mundo por su fortaleza, hermosura y finísimo temple."
Estas alabanzas al acero de Mondragón eran coincidentes con las descripciones tan favorables que, dos siglos antes, hizo sobre la industria de su villa natal Esteban de Garibay. Según su Compendio historial de la Historia de España:
"También se labra hazerro, pero en sola la villa de Mondragon, siendo el mas fuerte, que se sabe hacer en parte alguna, en tanto grado, que aunque de espada, o otra cualquiera arma, labrada d'este metal, se tornen a hacer cinco y seis cosas, en cada una tornando al fuego, nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian; porque tornando segunda vez en el fuego, se convierten en hierro, perdiendo la fortaleza que como hazero devrian tener. A esta causa los herreros de Castilla quieren mas el hazero de Milan, porque con ser tan blando, que casi es hierro, gastan menos carbon, tiempo y trabajo, y como después lo hecho es hecho, no tiene cuenta con mas, de que una vez se venda la cosa y allá se avengan el dueño, y lo que lleva. D'este hazero se gasta en Navarra, y mucho mas en Francia, y poco en Castilla. Abunda esta tierra de diversos géneros de armas, assi offensivas, como defensivas, que en ella se labran, especialmente arcabuzes, moxquetes versos, y otros instrumentos de fuego, que mas que en otra parte se labran en Mondragon y Vergara, y mucho mas en Plazencia. Armas de bastas, con sus hierros, picas, lanças, medias lanças, dardos y dardes, azcones, y en Portugal chuças, y otras armas y herramientas sotiles de cuchillos y cosas a ello adherentes en Tolosa y Vergara…"

Como dejó constancia Garibay, los arcabuces, mosquetes y otras armas de fuego llegaron a ser de tal extraordinaria calidad y fama que se comercializaron por gran parte de Europa y a los Virreinatos del Imperio español.

ARCABUCEROS DE LOS REALES TERCIOS

Análisis metalográficos e investigaciones documentales ratifican la excelencia del acero de Mondragón y mineral de Udalaitz y lo complejo de la elaboración, demostrando una absoluta coincidencia entre los procesos descritos por los archivos y los datos obtenidos por análisis científicos modernos.

Cuando Garibay escribió que "nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian" no se trata de un invento del cronista vasco. Existieron pleitos de la época que trataban de defender la calidad del acero mondragonés de la de otros mercados extranjeros. Los fabricantes de Solingen en Alemania y de Milán en Italia frecuentemente marcaban sus productos, de inferior calidad, con la marca de conocidos maestros espaderos vascos, para hacerlos pasar como productos fabricados por ellos.

La dimensión del fraude debía ser importante, pues se adoptaron medidas para evitar confusiones o mezclas con otros aceros menos competitivos. Así, en 1553, las Juntas Generales de la Provincia de Guipúzcoa trataron el asunto y prohibieron su importación por el daño que se causaba a sus forjadores.

Según el historiador José Antonio de Azpiazu en su obra El acero de Mondragón en la época de Garibay, la calidad de este acero era muy considerado en los Reales Tercios de Infantería españoles, y los administradores y veedores reales imponían una serie de condiciones a los fabricantes. Entre las condiciones para la construcción de los arcabuces y mosquetes, había una especialmente clara: las llaves de las armas de fuego habían de ser construidas con acero de Mondragón.

ARCO DEL PORTAL DE ABAJO EN ARRASATE - MONDRAGÓN

Toda una población de más de dos mil habitantes "nada labradoriegos", en palabras de Garibay, vivía en torno a una industria metalúrgica con gran presencia en los mercados más importantes de la época, incluido Toledo. Y, desde Sevilla, se embarcaban las espadas y otras armas con destino a los virreinatos del Imperio español.

Según otro historiador vasco, Ramiro Larrañaga, para la fabricación de armas blancas en Toledo, se empleaba el acero de Mondragón. La villa guipuzcoana era la única que por aquellos tiempos disponía de materia prima de tan excelentes cualidades y de la misma "procedían los hermosos aceros donde tuvieron origen las inimitables espadas toledanas".

Quienes apreciaron este acero fueron los franceses. Compañías mercantiles mondragonesas comerciaban con las principales ciudades portuarias del Atlántico francés. A su vez, comerciantes franceses compraban directamente en Arrasate a través de sus factores establecidos en San Sebastián y Bilbao.

Pero las venas del mineral férrico del monte Udalaitz comenzaron a escasear, coincidiendo en el tiempo con el declive de la industria militar espadera que marcó la derrota de los Reales Tercios de Flandes en la batalla de Rocroi en 1643. Ahí comenzaba la decadencia que pondría fin a uno de los capítulos más gloriosos de la historia de Mondragón.

MONUMENTO A LA INDUSTRIA EN ARRASATE - MONDRAGÓN

03/06/2024

Vergara ilustrada y liberal


En el siglo XVII, Vergara era un punto comercial de primera magnitud en la provincia, ya que abastecía de trigo a todo el valle del río Deba, poseía el mayor número de molinos harineros, y un buen número de ermitas e iglesias. Era el domicilio del mayor abolengo, de comunidades religiosas, teniendo un colegio jesuita con más de trescientos alumnos. El señorío, el comercio y la intelectualidad que reunía Vergara hicieron que se convirtiera en el siglo XVIII en uno de los principales centros culturales del norte de España, factores que influyeron en la construcción de su magnífica Casa Consistorial.

CASA CONSISTORIAL DE VERGARA

Ya en el siglo XVIII, con la llegada al trono español de la dinastía de los Borbones, se ejecutó un plan de reformas políticas, económicas y sociales, y con ello una serie de revueltas campesinas. En Vergara estas medidas no sentaron nada bien entre sus vecinos, por eso, en 1709, estuvo a punto de ser asesinado el alcalde y varios concejales durante la celebración de una asamblea vecinal. Y lo mismo pasó en 1718, durante la revuelta contra el traslado de las aduanas a la costa, en la cual Juan Antonio de Recalde y varios de los junteros de la villa perdieron parte de su patrimonio. Pero en esta asonada, los vergareses franquearon las puertas a los revolucionarios de Elgeta, Azpeitia, Salinas, etc.

En 1755, se practicaron detenciones preventivas ante la posibilidad de una nueva revuelta. Pero la asonada más grave tuvo lugar en 1766, concretamente conocida como "Matxinada", desencadenada por la especulación cerealística de grandes propietarios, comerciantes y diezmeros en plena crisis de subsistencia. Vergara se opuso a los insurrectos de Elgoibar, Mendaro y Placencia cuando intentaron ocuparla. El mismo rey Carlos III, su Corte y su gobierno premiaron esta actuación, cuyas causas en los intereses particulares de Vergara para aliarse en esta ocasión con el bando oficial.

En 1767, Carlos III expulsó a los miembros de la Compañía de Jesús de cualquier territorio español, ante el jubilo de los ilustrados vascongados. Desde el mes de abril, el colegio jesuita de la villa quedó vacante, lo que motivó una petición de parte del Consistorio para que el Estado lo transformase en un centro de estudios en consonancia con las modernas cátedras europeas.

PALACIO IZAGUIRRE-MOYA EN PLAZA DE SAN MARTÍN DE AGUIRRE

En este ambiente de la Ilustración carlotercista, irrumpió la figura de Francisco Javier Munibe Idiáquez, conde de Peñaflorida, un aristócrata con formación en Francia y varias veces diputado general de la provincia. Mediante la ejecución de un programa educativo ambicioso basado en las nuevas ideas enciclopeditas pretendía transformas las provincias vascas:
"Cultivar la inclinación y el gusto de la Nación Bascongada por las Ciencias, Bellas Letras y Artes; corregir y pulir sus costumbres; desterrar el ocio, la ignorancia, de funestas consecuencias, y estrechar más la unión de las tres provincias."
El primer paso lo dio constituyendo la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País, un acontecimiento histórico al que Vergara sirvió de escenario el 24 de diciembre de 1764. Fue la primera de las Reales Sociedades Económicas en España, y sobre este modelo se fundaron otras 83 sociedades análogas. Con el apadrinamiento regio, se otorgó a la Sociedad el antiguo colegio jesuita, sito en la céntrica plaza de Aguirre, para la sede. El Real Seminario de Vergara fue inaugurado en noviembre de 1776.

Los laboratorios de Vergara eran, según el sueco Thunborg, incomparablemente superiores a los más importantes de Europa, y fuente de hallazgos sensacionales para la ciencia de la época. Entre sus logros estuvieron el descubrimiento del tungsteno (wolframio), la maleabilidad del platino y diferentes procedimientos de fundición de aceros.

Un extracto de la publicación Bergara. Semblanza histórica, publicada por Antonio Urcelay en 1990:
"De este Seminario de Bergara toman parte científicos de toda Europa, preocupados por los descubrimientos que logran en nuestros laboratorios de investigación; relaciones de buena amistad con los sabios de la Universidad de Edimburgo y con los profesores más distinguidos de Suecia y Francia. Se empleaban los mejores procedimientos de fundición, se ocupaban de plantar el lino de Riga, al tiempo que se ocupaban de obtener los mejores instrumentos de arar, experimentaban abonos, se preocupaban de la reforestación, presentaron un proyecto que fue sometido a Floridablanca de poner en comunicación el Cantábrico con el Mediterráneo por la unión del Deba y el Zadorra con el Ebro. En una palabra, todo un auténtico estudio de Universidad Vasca, con una decidida proyección hacia Europa."

REAL SEMINARIO DE VERGARA

Para muchos ilustrados la Revolución francesa de 1789 representaba la materialización política de sus ideales enciclopédicos, por eso al comenzar la Guerra de la Convención francesa a finales de siglo la interpretaron como una cruzada por la libertad contra el Absolutismo. Cuando se produjo la invasión en 1794, al Ejército francés no le importó lo más mínimo el afrancesamiento cultural de los estudiantes y maestros del Seminario de Vergara, como la tampoco la diplomática y conciliadora actitud de la Diputación de Getaria, dispuesta a negociar un acuerdo de independencia de la provincia. En Vergara, los destrozos y saqueos fueron gravísimos, como relata Imanol Sorondo en su publicación La Guerra de la Convención desde un municipio guipuzcoano, de 1988.

La Guerra de la Convención consumó la derrota del ideario ilustrado y, con ella, el fin del sueño vergarés de Xabier Munibe. El centro académico de la plaza de San Martín de Aguirre continuó en funciones, pero en decadencia hasta su final en las Guerras Carlistas.

En 1813, Vergara sufrió los terribles efectos de un Ejército napoleónico en retirada, durante la Guerra de la Independencia española. Esta contienda generó una división de la nación española entre absolutistas y liberales, con fueristas vascos por medio. Vergara, con un tradicional espíritu abierto a las corrientes renovadoras, se declaró partidaria del bando liberal.

Durante el Trienio Liberal de 1820-23, también se declaró en contra de la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis en la primavera de 1823 para restablecer a Fernando VII en la Corte madrileña. En esta villa se encontraba Gaspar Jáuregui, afamado héroe guerrillero en la resistencia anti-napoleónica, elevado al cargo de coronel al frente de casi un millar de hombres de toda la provincia agrupados en Vergara para combatir contra las huestes del duque de Angulema.

ABRAZO DE VERGARA ENTRE LOS GENERALES MAROTO Y ESPARTERO

Vergara participó en las guerras, pero también en las paces. El llamado "Abrazo de Vergara" puso final a la primera de las tres Guerras Carlistas. Al estallar la guerra en 1934, se unió al bando cristino, defendiendo el Estado liberal y su Constitución. Entonces, tuvo que hacer frente al furioso ataque de 2.000 carlistas que sitiaron la villa sin éxito. En consideración a la defensa, Isabel II de Borbón repartió distintos privilegios en la población. Nueve meses después, el general carlista Tomás de Zumalacárregui forzó su rendición. Entonces, la milicia liberal vergaresa se trasladó a San Sebastián para seguir resistiendo.

La reconciliación llegó en verano de 1839. Ambos bandos, agotados por seis años de combate, entablaron conversaciones en Oñate, sede del pretendiente Carlos. El acuerdo resultó que Espartero, líder de los liberales, aseguraba la permanencia de los fueros vascos, y Maroto, jefe de los carlistas, rendía sus veintiún batallones en la propia Vergara para acatar la Constitución.

El 31 de agosto, los bandos acudieron al acto de rendición, pero sólo ocho batallones carlistas estuvieron presentes, ya que no todos creyeron en una paz sin garantías. Rafael Maroto y Baldomero Espartero confirmaron mediante forma el acuerdo de Oñate sobre una mesa que se conserva en la Casa Consistorial vergaresa. El abrazo entre ambos fue un gesto simbólico. Según arenga de Espartero:
"Abrazaros, hijos míos, como yo abrazo al general de los que fueron contrarios nuestros."

TORRE OLASO Y MAGNOLIO

17/05/2023

Oñate villa renacentista


UNIVERSIDAD DE OÑATE

La villa guipuzcoana de Oñate - Oñati se encuentra en la comarca del Alto Deva, en un amplio valle rodeado de montañas, como la sierra de Aloña-Aitzkorri, y en la confluencia de los ríos Ubao y Olabarrieta. Fue formándose entre los siglos XIII y XV casi con los mismos barrios y arrabales que contiene en la actualidad.

La primera noticia documentada de la villa data de 1149. Fue señorío durante varios siglos y posteriormente condado, pero en ambos casos la autoridad dependía de su señor o conde, no del rey de Castilla como ocurría en el resto de villas guipuzcoanas.

La familia de los Vela fue la primera en disfrutar de los derechos señoriales sobre el pueblo, seguida por los señores de Guevara, que fueron más tarde nombrados señores de Oñate.

En 1389, tuvo una revuelta popular contra el poder condal, a efectos de conseguir más libertades. Se consiguió que el alcalde fuera elegido por el pueblo, no obstante, el conde tenía que ratificar al alcalde electo. A partir del siglo XVI, esta lucha se hizo más evidente, hasta que, en 1845, con el establecimiento del Estado liberal y la Constitución, se suprimieron por decreto los derechos señoriales, uniéndose Oñate a la provincia de Guipúzcoa.

A través de sus calles se alterna la arquitectura civil y la religiosa. Por su patrimonio arquitectónico y artístico, esta población monumental fue llamada por el pintor Ignacio Zuloaga como la "Toledo vasca".
"Oñati es tierra vasca milenaria, plena de huellas de su historia, es la villa más monumental de Gipuzkoa."

FACHADA DE LA UNIVERSIDAD DE OÑATE

Su obra arquitectónica más valiosa es la antigua Universidad de Oñate. Fue fundada en 1548, por el obispo y humanista Rodrigo Mercado de Zuazola, natural de Oñate, con el nombre Universidad "Sancti Spiritus". Su construcción comenzó en 1543, con el patrocinio del emperador Carlos V, con la bula del papa Pablo III, y can la participando del maestro cantero Domingo de la Carrera y el escultor Pierre Picart. Impartían teología, leyes, cánones, artes y medicina.

Es uno de los edificios más relevantes del Renacimiento vasco, de estilo plateresco en transición al manierismo puro.

La universidad fue estrictamente católica hasta que en 1869, tras la Revolución liberal de 1868, albergó la Universidad libre. Más tarde pasó a manos de los carlistas, quienes fundaron la Real y Pontificia Universidad Vasco-Navarra. A finales de siglo se convirtió en la Universidad libre católica, pero cerró sus puertas en 1901.

En la actualidad, desde 1989, el edificio acoge el Instituto Internacional de Sociología Jurídica. En 1931 fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional y es Bien de Interés Cultural.

ESCUDO DE ARMAS DE LA UNIVERSIDAD DE OÑATE

El edificio tiene planta cuadrada articulada en torno a un sobrio claustro central, distribuido en dos pisos de arquerías de medio punto y decorado con medallones que representan a diversos personajes.

Sobresalen las gárgolas de estilo gótico en los aleros y las enjutas con escudos y medallones que portan efigies de figuras históricas y mitológicas, incluyendo al emperador Carlos I de España y su esposa Isabel de Portugal. La caja de la escalera que comunica las dos plantas se cubre con un artesonado de inspiración mudéjar.

En la fachada principal, el retablo plateresco tiene gran parecido a la del Convento de las Dueñas de Salamanca. A ambos lados se añadieron posteriormente dos pilastrones esculpidos con figuras de bulto, relieves y columnillas, y prolongadas con torrecillas que fueron inspiradas en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid. En las esquinas de las torres laterales se sitúan otros dos pilastrones algo más altas que las de la portada.

La iconografía del retablo representan valores y virtudes que resultan de la síntesis pagana y cristiana. Sobre la puerta de entrada aparece el fundador, el obispo Zuazola, arrodillado porque está rezando, por encima de él se sitúa el escudo de armas del Imperio español, que en tiempos de su fundación era Carlos V.

UNIVERSIDAD DE OÑATE

La Universidad de Oñati tuvo a Barrio Mier, hombre de confianza de Carlos VII, de decano de Derecho y al dramaturgo Álvarez Cienfuegos de alumno, o el teólogo Lope Ochoa de Oro Iturralde.

Pero sin dudas su hombre insigne fue su fundador, Rodrigo Sáenz Mercado de Zuazola. Fue el gran promotor del arte y de la cultura en su villa natal en pleno Renacimiento. Fue doctor en leyes y cánones. Ocupó varios cargos de responsabilidad de las jerarquías de la Monarquía española: miembro del Consejo del Rey, inquisidor en Zaragoza, gobernador del Reino de Navarra, presidente de la Real Chancillería de Granada, y obispo de Mallorca y Ávila.

PLAZA DE LOS FUEROS

El proyecto de la plaza de los Fueros se debe a Mariano José de Lascurain, participando también de la obra Antonio Cortázar. La Casa Consistorial es obra de Martín de Carrera, de estilo rococó un tanto afrancesado y muy decorado.

CASA CONSISTORIAL DE OÑATE

Una de las personalidades más importante de la historia de Oñate fue Juan López de Lazarraga, que nació en esta villa en el siglo XV. Pertenecía a una de las principales familias de Oñate y de la llanada alavesa, los López de Lazarraga. Estuvo al servicio de los Reyes Católicos, fue su secretario real y contador mayor del Consejo Real, contador mayor de la Orden de Santiago, y testamentario de la reina Isabel. Como militar, fue alférez en la conquista de Nápoles, y capitán en la toma de Navarra de 1512.

Su casa solariega es la Torre-Palacio de Lazarraga, contigua al Consistorio municipal, al otro lado de la calle Atzeko. Es un edificio inicialmente gótico reformado y ampliado posteriormente con la construcción del palacio. En la parte superior de la fachada principal se encuentra el escudo de armas del linaje Lazarraga.

La torre cuenta con unos esgrafiados muy castellanos en la fachada y garitones de rollo en sus cuatro esquinas.

TORRE-PALACIO DE LAZARRAGA
TORRE-PALACIO DE LAZARRAGA

El Monasterio de Bidaurreta partió de la voluntad de Juan López de Lazarraga, y de su mujer Juana de Gamboa, de alta linaje nobiliario, para construirse una sepultura digna de su alcurnia en su villa natal. Fundaron así este Monasterio de Clarisas franciscanas de Bidaurreta en 1510. Sus estilos son gótico, renacentista y mudéjar.

Son interesantes los dos retablos de la iglesia, el principal en barroco y el otro plateresco. Es el primer retablo tallado en estilo renacentista de Guipúzcoa.

MONASTERIO DE BIDAURRETA

Oñate fue un claro ejemplo de las luchas banderizas entre los linajes nobiliarios más poderosos, que construyeron elementos de control como eran las casas-torre. Estas estaban ubicadas tanto en laderas, como la de Zumelzegi, como junto a vados, puentes o caminos, como la de Olakua.

La Casa-torre Zumeltzegi se encuentra en una ladera a las afueras de la villa, en el arrabal Larraña. Es un edificio de origen medieval en estilo gótico, construido entre los siglos XIII y XIV. No fue desmochada por la real orden dada por Enrique IV de Castilla a mediados del siglo XV para erradicar las luchas de bandos. Pero tal vez, esta torre sea una remodelación de la original, cuya primera referencia documental es de 1489.

Es la casa solar y torre fuerte del poderoso linaje nobiliario de los López de Guevara, conde de Oñate, familia que sirvió tanto a los reyes de Navarra como de Castilla. Aún conserva el escudo familiar.

Construido en técnicas de mampostería, y de sillería en las esquinas y vanos. Posee planta cuadrada baja y tres pisos, cubierto por un tejado a cuatro aguas que sustituye al almenado original. La existencia de saeteras, el espesor de muros de hasta 1,8 metros en la planta baja, y la altura de casi 15 metros proporcionan a la torre un carácter más defensivo de la Baja Edad Media, que residencial palaciega como tantas del siglo XVI.

Actualmente, la Casa-torre Zumeltzegi albergan un hotel.

CASA-TORRE ZUMELTZEGI

La Torre de Urain, también llamada Torre de Zubiaur, es del siglo XV. Se encuentra al comienzo del casco histórico de Oñate, por lo que posiblemente tuvo una función defensiva o del cobro de peajes para acceder al interior de la villa.

Se trata de un edificio de planta rectangular con muros de mampostería, excepto la parte superior que es de ladrillo. En la fachada principal destaca el arco de acceso apuntado y adovelado, dos estrechos vanos que lo flanquean y otras dos ventanas con doble arco tribulado. El edificio actual fue restaurado en el siglo XX.

TORRE DE ZUBIAUR

A ambos lados de la calle San Antón y pegadas a la plaza del Primero de Mayo, se encuentran dos casas señoriales: la Casa Berganzo, también llamada Zaratekua, y la Casa Egaña.

CASA BERGANZO Y CASA EGAÑA OÑATI

La plaza de Santa Marina de Oñate ya existía en el siglo XII, siendo remodelada entre los siglos XVIII y XIX. A su alrededor destacan tres casas señoriales en cuyas portadas se ubican sus escudos nobiliarios.

El Palacio de Antia es un edificio construido en el siglo XVIII en estilo barroco. En la actualidad alberga el Instituto Internacional del Derecho Sociológico.

La Casa de Madinabeitia es de estilo barroco y el Palacio de Baruena es de neoclásico.

CASA MADINABEITIA

El Palacio de Don Pedruena es un edificio situado en la calle Ramón Irizar Zubibarri, entre las principales calles de Barria y Azteko. Fue reconstruido en el siglo XIX en estilo barroco tardío. Con tiene un elegante escudo de armas en una esquina.

PALACIO DON PEDRUENA CON ESCUDO NOBILIARIO

La Casa Otadui Jausoro fue construida entre finales del siglo XVI y comienzos del XVII. Contiene un significativo balcón esquinero en el que se aloja un escudo de armas formado por azulejos.

CASA CON ESCUDO NOBILIARIO EN CALLE BARRIA

El Molino de San Miguel de Oñate, construido en el siglo XV, perteneció al poderoso linaje de los Guevara. Fue incorporando elementos de otros lugares, completando el conjunto con otras nuevas siguiendo modelos de diferentes procedencias. Alberga la oficina de turismo.

RÍO UBAO SOBRE OÑATE

La Casa Hernani es un edificio del siglo XVI, donde estuvo provisionalmente la Universidad, antes de la conclusión de las obras de ésta.

CASA HERNANI

La Iglesia de los Canónigos Regulares Lateranenses es un templo neogótico del siglo XIX.

IGLESIA DE LOS CANÓNIGOS REGULARES

La Parroquia de San Miguel Arcángel es el resultado de las aportaciones y yuxtaposiciones seculares. El edificio en su origen es un templo gótico de una sola nave.

En la cripta se encuentra un sarcófago de alabastro de uno de los últimos señores de Oñate. En la capilla de la piedad se encuentra el sarcófago de Zuazola. El claustro fue también un encargo de Zuazola que resolvía la falta de espacio sobrevolando el río, apoyándose en dos puentes. Es la única iglesia de estas características en España.

FACHADA PRINCIPAL Y PÓRTICO DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN MIGUEL

La villa de Oñate ha aportado un valioso grupo de personajes históricos que ocuparon cargos de relevancia en las instituciones del Imperio español, algunos de sus más ilustres fueron:

Cristóbal de Oñate nació en Vitoria, Álava, en 1504, aunque algunas fuentes le asignan su procedencia a la villa guipuzcoana de Oñate. Su padre era Juan Pérez de Narriondo, que al cambiar de asentamiento fue llamado Juan de Oñate.

Pasó a la historia por encabezar la expedición de conquista y colonización del noroeste del Virreinato de Nueva España, en el actual estado México. Conquistó la ciudad de conquistó la ciudad de Zapotlanejo a los tecuexes, e intervino en la fundación de varias ciudades como Compostela y Tepic, en 1530, en el actual estado de Nayarit, así como las ciudades de Zacatecas y Guadalajara, en 1530, con el nombre de Espíritu Santo.

En 1541, fue designado de nuevo gobernador interino de Nueva Galicia. Junto a sus socios vascongados Miguel de Ibarra y Juan de Tolosa, comenzó la explotación argentífera de las minas de Zacatecas.

Lope de Aguirre fue el otro gran colonizador y expedicionario oñatiarra, pero en su caso en el Virreinato del Perú. Tomó parte de la expedición que comandaba el navarro Pedro de Ursúa en 1560 desde el territorio de los omaguas y a través del río Marañón con el propósito de alcanzar el mítico lugar de El Dorado. Se reveló contra el liderazgo de Ursúa al que asesinó y la autoridad del rey Felipe II al que desafió mediante una misiva.

Su expedición resultó un fracaso, llegó hasta Barquisamiento y fue asesinado en 1561 por algunos de sus hombres rebeldes a los que llamó "marañones".

CASA SEÑORIAL OÑATE

Gregorio López Mendizábal fue colegial mayor del de Oñate y después catedrático de prima de cánones en la Universidad de Santa Cruz de Valladolid. Dentro de la administración del estado fue fiscal de la Chancillería de Granada, oidor en la misma, alcalde de casa y corte. Murió siendo miembro del Consejo Supremo de Castilla, en 1647.

Antonio Ignacio Cortaberria fue fiscal del Consejo de Castilla durante el reinado de Carlos IV y ministro del propio tribunal, nombrado por Fernando VII en 1814.

Miguel Barrena y Umerez fue abogado de los Reales Consejos, secretario honorario del Consejo Real, y secretario efectivo de la Junta Suprema de Sanidad del Reino. Además, desempeñó otros importantes destinos en la Corte de Fernando VII, mereciendo altas distinciones de este monarca.

Luis Manuel de Zañartu e Iriarte nació en 1723. Se dedicó al comercio desde la Capitanía General de Chile, donde hizo una gran fortuna. En 1762, fue nombrado corregidor, justicia mayor y teniente general de Santiago. Pasó a la historia de esta ciudad por usar ampliamente estos poderes tanto administrativo, como militar y judicial, con mano firme, para contener el pillaje y la comisión de delitos. Desarrolló un plan urbanístico de obras públicas para la ciudad, como la construcción de un mejor sistema de abastecimiento de agua potable, puentes y refugios andinos.

Francisco Antonio de Elorza y Aguirre fue ingeniero militar que llegó a alcanzar el cargo de mariscal de campo a mediados del siglo XIX.

Francisco Aguirre fue general de la Orden de Calatrava. Heredó de su tío Juan Bautista de Orendain el Marquesado de la Paz, y fue por tanto el segundo que llevó este título.

Miguel de Aozaraza fue sacerdote dominico que misionó en Japón. En 1987, fue considerado santo de la Iglesia católica.

TORRE Y CLAUSTRO DE LA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN MIGUEL

17/01/2023

Industria armera de Eibar


La Noble y Leal villa guipuzcoana de Eibar es un municipio de una gran tradición industrial, encauzada principalmente hacia la fabricación de armas de fuego, que compiten con las más perfeccionadas en todos los mercados del mundo.

Eibar se constituyó como villa en 5 de febrero del año 1346, mediante carta puebla concedida desde Jaén por el rey castellano Alfonso XI, para que se levantara un pueblo cercado y torreado que había de ostentar el nombre de Villanueva de San Andrés, que se usó bien poco. Otorgó los privilegios, exenciones y franquicias del Fuero de Logroño. Y tras levantarse torres y muros, se construyeron las casas.

Se conoce la existencia de fábricas artesanales de armas desde la Baja Edad Media. La primera noticia registrada sobre la fabricación de armas en Eibar data de 1482, cuyo documento cita una partida de dos lombardas por encargo del duque de Medina Sidonia. El traslado de estos cañones desde Eibar hasta la desembocadura del río Deva, se hizo mediante ochenta parejas de bueyes, lo que demuestra que la producción armera es anterior a esta fecha.

Esta fabricación exigía, además de artesanos del hierro, otros muchos obreros que se ocuparan en plantar árboles, otros en preparar leña, otros en hacer carbón y transportarlo a las herrerías y fraguas, otros en conseguir fresnos para picas, y nogales para cureñas o culatas.

TALLER DE CERRAJERÍA EN LA EDAD MODERNA

A partir del siglo XVI, Eibar experimentó un estado de prosperidad creciente y, en unión de los vecinos de Placencia, trabajaban armas de fuego solicitadas por el corregidor de la Provincia de Guipúzcoa y por el veedor real de la Corte de Madrid.

Una Real Orden de 1538 encargaba 15.000 arcabuces a Juan Orbea y a Juan Ermua de Eibar, lo que prueba que ya antes de esta fecha se hallaba implantada esta industria en la localidad. En 1573, se fundó la Real Fábrica de Armas de Soraluce-Placencia de las Armas, sede administrativa y almacén de buena parte de la producción de los talleres eibarreses con destino a los ejército del Imperio español.

Existen también varias disposiciones por las cuales se manda que en estas montañas se planten fresnos para la fabricación de picas, y nogales para culatas de mosquetes y arcabuces, demostrando que en estos pueblos se dedicaban de muy antiguo a la fabricación de armas blancas y de fuego.

En 1596, la Provincia de Guipúzcoa pidió 900 mosquetes para armar a los guipuzcoanos, también arcabuces. En 1601, el ayuntamiento de Eibar dispuso que ningún vecino llevase en el alarde arcabuz de chispa ni de pedernal, sino arcabuz de munición con cuerda y forma propia para la guerra, lo cual parece indicar que los arcabuces de chispa y de pedernal resultaban anticuados en esta fecha.

ARCABUCES Y MOSQUETES DEL SIGLO XVI

En 1658, varios particulares de Guipúzcoa acudieron a la Corte para hacer gestiones a fin de que se les permitiera tomar a su cargo la tarea de proveer de armas a quien lo solicitara, y hacer ajustes y asientos referentes a la industria de las armas. Aunque por facilitar el logro de sus deseos ofrecieron rebajar los precios corrientes, su pretensión fue denegada en junio de 1658, en virtud de la cual se estableció que no introdujeran reformas de ningún género en la fábrica de Placencia, sino que "continuase con la labor de las armas en la forma y con las calidades y circunstancias que habían corrido hasta entonces. En 1696 se confirmó por otra real orden la citada disposición.

El ilustrado Melchor Gaspar de Jovellanos escribió en su Diario las características de la industria armera, cuando el año 1791 se detuvo en Eibar:
"Lo que llaman fabricación de armas, no significa lo que se cree de ordinario. Varios artistas establecidos en Ermua, Eibar, Placencia, Elgóibar y Mondragón, trabajan las varias piezas de que se compone el fusil. Esta arte se ha subdividido en tres principales, que se ejercen separadamente: cañoneros, llaveros, cajeros, y aún hay otra de arreeros, que son los que fabrican guardamontes, baquetas, abrazaderas. Varios hay que saben hacer y hacen todo esto, aunque prohibido por la antigua ordenanza, mas por lo común cada artista trabaja en su ramo. Los cañoneros saben incrustar perfectamente las miras y puntos de plata y las piezas de adorno de oro en el hierro y empavonarle con la mayor perfección; los llaveros labran y esculpen el hierro en las formas que quieren, y le pulen con gran limpieza y lo mismo los arreeros; otro tanto hacen los cajeros en la labor de las cajas. El más célebre de estos artistas es el dueño de esta casa (don Juan Esteban de Burtindui), hijo de otro muy nombrado: su fama estriba en la excelencia de sus cañones, aunque hace todas las piezas. Trabaja para varios grandes y señores de la corte, para América, para Inglaterra, Francia, Rusia y otras partes, de donde le vienen encargos frecuentemente. En cada pueblo están reunidos en gremio los artistas de cada ramo, y eligen anualmente sus prohombres, á que llaman diputados (312), para el gobierno de los negocios comunes y contratas: por lo demás, cada uno trabaja para sí con sus oficiales: ninguno y nada de cuenta del Rey."

CAJA DE PISTOLAS DE DUELO DEL SIGLO XIX

En 1747, Eibar tenía 340 vecinos, 113 eran maestros y oficiales que se empleaban en el real servicio de armas de Placencia.

En el acta de la sesión que el 25 de abril de 1762 celebró el ayuntamiento de Eibar, hay una lista en la que figuran los maestros y oficiales casados trabajando en las reales fábricas de Placencia: forjadores 9, cajeros 35, chisperos 13, aparejeros 35, limadores 19, barrenadores 7, martilladores 11, rementeros 3. Total, 132. Además había 38 solteros correspondientes a todos los gremios, que, unidos a los casados, sumaban 170.

El armamento ordinario y corriente que se fabricaba en estos pueblos tenía gran aceptación por su solidez y elegancia, pero cuando se recibían encargos especiales para regalar a personajes de España o del extranjero, salían de estos talleres verdaderas obras de arte, que aún se admiran en los museos. Podríamos citar un juego de escopetas y dos pistolas de primorosa labor, que por encargo de la Diputación se hicieron para el príncipe Fernando VII en 1808; dos pistolas para el rey Carlos VI y dos sables para los infantes en 1814, con vaina de hierro sin soldadura. El mismo año se fabricaron con gran esmero las armas necesarias para los guardias de Corps, y después se han confeccionado verdaderas joyas de arte para muchos personajes, entre los cuales podemos incluir al rey Alfonso XIII, que posee varías escopetas fabricadas en talleres de Eibar.

FÁBRICA DE ARMAS DE FUEGO EN EIBAR

Paulatinamente, la labor manual se ha ido sustituyendo por la implantación de moderna maquinaria.

En el siglo XIX, las tres principales compañía fabricantes de armas eran la de Orbea y Cª, fundada en 1859 y que empleaba más de 500 obreros; la de Gárate, Anitua y Cª, especialidad en revólveres y pistolas, y la de Víctor Sarasqueta, Cortaberria y Cª, que fabricaba excelentes escopetas.

Más de medio centenar de grandes fábricas o talleres artesanales se extendían por el interior de la villa hasta las faldas de las montañas, donde trabajan cientos de obreros o familias autónomas, y que daban a Eibar un aspecto de población exclusivamente dedicada a confeccionar escopetas, pistolas y revólveres.

En 1914, se abrió una escuela de armería financiada con fondos de la villa, de la Diputación y del Estado. En su inauguración, hubo una exposición de artes e industrias vascongadas, con asistencia del ministro de Fomento y otras autoridades.

En las luchas militares en que en el transcurso de los tiempos ha intervenido la Provincia, al igual que los demás pueblos, Eibar contribuía con su compañía armada, acudiendo a los lugares que Guipúzcoa le señalara. Casi siempre el punto de destino solía ser la frontera de Francia.

El escudo de armas de la villa tiene, en campo de oro, la imagen de San Andrés con aspa roja, y sobre el yelmo un volante azul con letras de oro, que dicen: villa de Eibar. Desde el año 1908, dos ramas adornan el escudo: una de roble, representativa de la fuerza y el vigor, y otra de laurel, que simboliza la inteligencia.

FUSIL DEL SIGLO XIX DEL MUSEO ARMERO DE EIBAR

03/08/2022

Getaria nobiliaria y marinera


Guetaria - Getaria ha desarrollando actividades económicas derivadas del mar, y ha aportado personajes ilustres y linajes nobiliarios que levantaron en sus calles sus casas solariegas en estilos gótico o barroco. Destacan el palacio de Indianocua, la torre de Aldamar, la casa de Olazábal, el edifico Jaureguía, la Casa Larrumbide y la Torre Aldamar.

Escudo municipal Guetaria ayuntamiento
ESCUDO MUNICIPAL DE GETARIA

El Palacio Indianokua es un magnífico edificio en estilo barroco. Destacan los ornamentos vegetales, en forma de pares de palmas que coronan el dintel de la puerta y los arcos carpaneles de las ventanas de la planta baja. El resto de los vanos destacan por su amplitud y se abren a balcones con rejas de forja. La planta superior está delimitada por dos platabandas en que aparece un decorado escudo de armas y una inscripción latina:
"NISI DOMINUS AEDIFICAVERIT DOMUMINVANUM LABORAVLRUNI QUI A DIDICANT EAM"

Fue propiedad de Cristóbal de Basurto, destacado hombre de negocios de principios del siglo XVII. A finales del XVI, se había instalado en San Luis de Potosí, en el Virreinato de la Nueva España, uno de los principales centros proveedores de plata de la Corona española. Llegó a generar una fortuna mediante la explotación de su mina argentífera.

En 1612, el "indiano" regresó a su villa natal, y promovió la construcción de grandes galeones comerciales para la Carrera de Indias y en expediciones pesqueras a Terranova.

La familia Echave Asu compró esta casa en 1676, adquiriendo su aspecto actual. Su primer propietario fue Pedro de Echave Asu, capitán de galeones. Su descendiente, José Fernando Echave Asu y Romero, siendo diputado general de Guipúzcoa en 1794, tomó parte de la Convención revolucionaria francesa.

Escudo armas Palacio Indianokua Guetaria
PALACIO INDIANOKUA

El Palacio Romero es un llamativo ejemplo de casa palaciega en estilo neoclásico. Destaca su escudo de armas en la esquina del linaje de los Asu. Esta propiedad, con sus jardines y la adyacente torre Asuenecoa se convirtieron en el siglo XVIII en uno de los inmuebles de los Romero de Echave Asu.

Anteriormente, se ubicaba en ella el linaje Rameri, una casa nobiliaria de origen flamenco asentados en la segunda mitad del siglo XVII en ciudades como San Sebastián, Hondarribia y Getaria. El capitán Román de Rameri, originario de Lille, realizó un lucrativo comercio durante las décadas de 1660 y 1670, intercambiando hierro vasco y manufacturas europeas por productos coloniales americanos como el palo de campeche.

PALACIO ROMERO Y TORRE ASUENECOA

La Torre Asuenecoa es la primitiva torre medieval del linaje de los Asu, que aún conserva diversos elementos de la Edad Moderna: saeteras, modillones y puertas doveladas.

A mediados del siglo XVII, Pedro de Echave Asu, capitán de galeones, gestionó desde Sevilla, capital comercial del Imperio español, los negocios de su tío Juan Ramus de Asu, uno de los principales hombres de poder de la ciudad de Lima, capital del Virreinato del Perú.

Otro descendiente del linaje afincado en Perú fue Francisco Echave Asu, el cual llegó a ser arzobispo de Lima

Pedro heredó, además, los negocios que los Echave desarrollaron desde mediados del siglo XVI: construcción de galeones, expediciones a Terranova y el comercio con las provincias americanas del Imperio español.

En su calidad de descendiente de Juan Sebastián Elcano, hizo evidente ese vínculo familiar en 1671, mandando instalar la lápida en su honor de la parroquia de San Salvador.

Escudo armas Arsu Palacio Romero
ESCUDO DE ARMAS ARSU EN EL PALACIO ROMERO

El conjunto urbanístico situado en la calle de San Roque, aunque denominado Torrecalera "calle de las torres", es un grupo de torres medievales en estilo gótico que albergaba a los linajes nobiliarios más ricos y poderosos de la villa, principalmente comerciantes y armadores. Formando la denominada, desde el siglo XVI, son edificios de similares características, siendo una de las calles más elevadas dentro del casco de la villa.

Tanto su situación como su aspecto palaciego conseguían reforzar su creciente preeminencia social frente a linajes señoriales como los Zarauz, Iraeta, Aldamar, etc., situados justo en la parte contraria de la villa, en torno a la iglesia y la calle Aldamar.

Permanecieron en su aspecto original tras la destrucción de la villa por la I Guerra Carlista en año 1835, aunque fueron restauradas en época reciente.

Sus fachadas destacan por sus vanos dovelados, por sus puertas apuntadas y por la delicada decoración de sus ventanales geminados, de los que podemos ver un ejemplo similar en la fachada trasera de la torre Zarautz Jauregia. Las hileras de ménsulas de su fachada habrían servido para sostener estructuras de madera, ahora desaparecidas. Otra torre especialmente restaurada es la que alberga el hotel Saiaz Getaria.

TORRE GÓTICA MEDIEVAL EN TORRECALERA

La Torre de Aldamar se encuentra en el lado este de la villa guipuzcoana y portuaria de Getaria. Fue propiedad de los señores de Aldamar, emparentados al linaje de la casa de Zarauz. Esta antigua casa-torre, conocida como "la Atalaya" fue reconstruida a principios del siglo XVII, conformando un amplio complejo palaciego, del que en la actualidad solo se conserva la torre.

El historiador Lope Martínez de Isasti se refirió a ella en 1625, de esta manera:
"Es principal y antigua, que los dueños de ella sirvieran al emperador Carlos V en Túnez y en otras ocasiones con sus naos…"
El edificio señorial se hallaba adosado a la muralla del Frente de tierra de Getaria, dotada en otros tiempos de puente levadizo. Contaba con huertas y otras dependencias entre las que figuraba el imponente edificio, semejante a una torre, que servía de almacén de cereales y otros productos, adquiridos a través de las extensas rentas que cobraban los Aldamar, así como a través de sus relaciones comerciales.

La parte noble, adosada a la muralla, resultó completamente destruida durante el asedio y posterior asalto carlista sufrida por la villa en la I Guerra Carlista de 1834. A pesar de haber sufrido reformas, conserva sus muros de sillería de arenisca, así como la gran portada de arco de medio punto que daba acceso al almacén que se halla cubierto mediante una bóveda.

TORRE DE ALDAMAR

En la calle Mayor, la Casa Larrumbide es otro ejemplo de construcción medieval, con la primera planta de sillería y las dos siguientes de ladrillo y madera.

Las Casa-torre de Zarauz-Jauregia y la de Ochoa Ibáñez de Olano forman un impresionante conjunto artístico e histórico en estilo gótico sin igual en la geografía urbana vasca. Integradas también en la calle Mayor, están adosadas entre sí y abrazadas a la Iglesia parroquial de San Salvador. Datan de la primera mitad del siglo XV y fueron levantadas con carácter residencial y defensivo, en un estratégico emplazamiento en piedra de sillería.

Muestran rasgos típicos de la arquitectura gótica como portadas doveladas o ventanas ojivales y geminadas. La torre de Zarauz es producto de las sucesivas ampliaciones de una torre datada en el siglo XIV y que, al menos parte de su fachada, data en realidad del XVII.

Las excavaciones realizadas en dicho solar sacaron a la luz, además, un valioso yacimiento arqueológico que custodiaba huellas de presencia humana desde el siglo II d. C. hasta el XX, por lo que permitió reconstruir la historia de este enclave desde época romana hasta nuestros días.

CASAS-TORRE DE ZARAUZ-JAUREGIA Y DE OCHOA IBÁÑEZ DE OLANO

Getaria fue villa de marinos que trabajaron de comerciante haciendo la Carrera de Indias con las provincias americanas del Imperio español, de armadores y cazadores de ballenas a Terranova, y de militares en las Reales Armadas españolas. Estos fueron sus casos más ilustres:

Juan Sebastián de Elcano tomó parte de la expedición de Fernando de Magallanes a las islas de las Especias en 1519. En la nao Vitoria, culminó el viaje realizando la primera circunnavegación de la tierra en 1522, con el que quedaba empíricamente demostrada la redondez de la tierra y sentaba las bases para el dominio del Imperio Español a través de los océanos.

Lope Martínez de Zarauz fue miembro del Consejo Real de Enrique IV y corregidor de Castro Urdiales y de Laredo en 1452, 1453 y 1454.

Antonio de Urquiola fue ingeniero naval y general de la Armada española. Nacido a mediados del siglo XVI, fue superintendente de los astilleros reales de Santiago en el río Urola y de los de Pasajes y Lezo. Dirigió, entre otras, la nao San Juan Bautista, buque insignia del almirante Aramburu. Fue general de la Real Escuadra del Cantábrico y murió en 1600. En Getaria era propietario de la Casa de Urquiola. Su hijo fue el capitán Baltasar de Urquiola, que se arruinó tras una serie de desafortunadas transacciones financieras a mediados del siglo XVII. Esta casa fue vendida a los Asu, y su original escudo de armas desapareció.

Antonio Arriola é Isasi fue alférez de mar, que sirvió catorce años en la Real Armada del mar Océano. Después pasó a servir a la Corona española en el estado de Milán, tomando parte de las Guerras de Piamonte. En 1619, fue propuesto para capitán de mar y guerra en la Escuadra de Guipúzcoa, que se estaba organizando.

Joaquín de Villafranca fue auditor general de los Reales Galeones de España en 1656.

Domingo de Bonechea y Andonaegui fue navegante que trató de incorporar para el Imperio español la isla de Thaití, situada en el océanos Pacífico, en 1775.

Manuel de Agote y Bonechea fue navegante, comerciante y factor de la Real Compañía de Filipinas en Cantón. Dejó escrito un valioso testimonio de sus viajes náuticos-comerciales por las aguas del Atlántico, el Índico y, sobre todo, el Pacífico, entre los años 1779 y 1798. En 1799 fue elegido Alcalde de Getaria.

Joaquín María de Barroeta y Hurtado de Mendoza y Aldamar fue político liberal, aunque defendiendo el régimen foral guipuzcoano. Durante la Guerra de la Independencia española luchó contra los franceses. En la I Guerra Carlista tomó parte del bando liberal de la reina Cristina de Borbón. Fue alcalde de Getaria en 1815 y senador del Reino en 1844, cargo desde el que defendió la integridad de los fueros vascongados en la Constitución liberal. Entre sus reconocimientos están los de ser caballero de la Orden de Santiago, recibir la Gran Cruz de Isabel la Católica y ser Gentil hombre de Cámara.

Prudencio Arnao también fue liberal, como el anterior, un militar que luchó contra los carlistas en la III Guerra Carlista.

José Francisco de Iturzaeta Eizaguirre fue un destacado calígrafo del siglo XIX, reconocido por su labor de la recuperación del arte en siglos pasados y ese el autor de El arte de escribir la letra bastarda española y Gran colección general de todos los caracteres europeos, entre otros títulos.

CASA-NOBILIARIA DE GETARIA