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27/07/2025

Los doce cañones del escudo de Guipúzcoa, ¿por qué desaparecieron?


ESCUDO HISTÓRICO DE GUIPÚZCOA

Tras la toma de Navarra por parte del duque de Alba en 1512, Luis XII de Francia intentó arrebatársela de las manos de Castilla y Aragón, restituyendo al monarca navarro que se había refugiado en Bearn. Apoyado por un ejército francés al mando del general La Palice, el rey Juan de Albret consiguió retomar el terreno perdido hasta llegar a Pamplona, sin llegar a conquistarla. El 7 de diciembre de 1512, las fuerzas franco-agramontesas incapaces de tomar la ciudad comenzaron a replegarse perseguidas por las tropas castellanas y navarro-beaumonteses capitaneados por Pedro López Padilla y el líder beaumontés Charles de Góngora.

El ejercito de agramonteses y franceses también penetró en Guipúzcoa y sitió a San Sebastián y Fuenterrabía. Realizaron escaramuzas y saqueos, ocupando Oyarzun, Rentería, Irún y Hernani, mientras que Tolosa y San Sebastián resistieron.

Fue entonces cuando el duque de Alba extendió órdenes a las tropas guipuzcoanas de Diego López de Ayala, alcaide de Fuenterrabía, para que cortar el camino a las tropas en retirada, que efectivamente cayeron por sorpresa en el puerto de Velate sobre las fuerzas franco-navarras, con la derrota y pérdida de 12 piezas de artillería, 12 cañones que fueron capturados.

En 1513, Guipúzcoa obtuvo de la reina de Castilla el privilegio de incorporar a su escudo los doce cañones capturados en la batalla de Velate. Los cañones permanecieron en el escudo foral durante más de 400 años, testigos de la participación de los guipuzcoanos en la conquista de Navarra, del lado de Castilla y a las órdenes del duque de Alba.

escudo guipúzcoa diputación palacio
ESCUDO HISTÓRICO DE GUIPÚZCOA

Naturalmente se trataba de un recordatorio muy incómodo para el Nacionalismo vasco. Malamente podía presentarse como una liberación la anexión a la Comunidad Autónoma Vasca, si los vascos habían formado parte de la ocupación castellana. Además, los cañones ponían en evidencia que la conquista de Navarra no era una guerra entre vascos y españoles. Los cañones, de hecho, eran tan sólo la punta del iceberg de la participación de los vascos al lado del Reino de Castilla en la conquista de Navarra.

De igual manera, la comparación del escudo actual de Guipúzcoa con el histórico permite comprobar la eliminación del rey de Castilla sentado con vestiduras reales y corona en la cabeza en una silla con su espada desnuda. No se sabe con exactitud si este rey pudiera ser Alfonso VIII, quién consiguió poner a Guipúzcoa en la órbita de influencia castellana frente a la navarra en 1200, o Enrique IV quién gobernó en 1466. En cualquier caso, la figura en relieve de este rey castellano tampoco interesa recordar a los nacionalistas vascos porque cuestiona su mítico pasado.

Tras vario intentos, los doce cañones y el rey de castilla fueron eliminados en 1979, durante la segunda sesión de las Juntas Generales recién establecidas, el 2 de julio de 1979 en Oiartzun, al ser aprobada por unanimidad la moción presentada por el juntero José Antonio Ayestaran Lecuona.

ESCUDO OFICIAL DE GUIPÚZCOA

07/11/2024

Batalla de San Marcial de Irún de 1522


La batalla de San Marcial se realizó en el término municipal de Irún, el 30 de junio de 1522. Fue el tercer intento de Enrique II el Sangüesino por recuperar el Reino de Navarra, un conflicto desarrollado entre España y Francia en los años 1521-1524.

El Reino de Navarra subsistió en el norte, al otro lado de los pirineos en el actual territorio francés, un reino además protestante que posteriormente daría los reyes Borbones a Francia y a España. Los intentos de los reyes navarros por recuperar su territorio peninsular desde el continente fueron englobados en las Guerras Italianas que el rey de Francia, Francisco I, y el emperador de España, Carlos V, efectuaron durante buena parte del siglo XVI.

El primer intento de recuperación del trono navarro fue en la batalla de Belate en 1512, en el que un grupo de voluntarios guipuzcoanos participó en la defensa de Pamplona frente a los navarro-franceses, recibiendo 12 cañones como botín capturado al enemigo durante su huida en el puerto de Belate.

El segundo intento fallido fue en la victoria de Isaba en 1516, contextualizado en la Guerra de las Comunidades de Castilla y la rivalidad entre los Reinos de España y Francia.

El tercer intento de recuperación del reino de Navarra se realizó entre 1521 y 1524. Este conflicto también estuvo englobado en la Guerra de las Comunidades de Castilla, donde surgió una rivalidad hispano-francesa. A las tropas navarras y bearnesas de Enrique II de Navarra el Sangüesino, se unió un ejército del rey de Francia, Francisco I, al mando del señor de Esparros, formando un montante de 12.000 militares.

BATALLA DE SAN MARCIAL DE IRÚN

Los guipuzcoanos llevaban más de 300 años unificados a la Corona de Castilla y formaban parte sustancial de su dispositivo defensivo, por eso lucharon a favor de la Monarquía hispánica.

Según el relato del cronista Esteban de Garibay, los franceses, en cuyo poder se encontraba Fuenterrabía, deseaban tomar el castillo de Behobia porque "sentían a oprobio que teniendo ellos a Fuenterrabía, hubiese tornado a poder de españoles esta fortaleza a media legua de aquella villa".

Unos cinco mil soldados atravesaron el río Bidasoa por Biriatou, en silencio y de noche para no ser apercibidos. Los dos capitanes que organizaron la vanguardia española fueron Miguel de Ambulodi, de Oyarzun, y Juan Pérez de Azcue, de Fuenterrabía. De este último escribió Garibay que era "de los más animosos y arriesgados capitanes que en este tiempo había en la nación española".

Cuando estos dos capitanes supieron de la entrada de las tropas invasoras, decidieron impedirles tomar la fortaleza de Behobia seguros como estaban de que, de conseguirlo, lo utilizarían como trampolín para continuar el avance. Pero no quisieron tomar ninguna iniciativa sin acordarla con el capitán general de la provincia, Beltrán de la Cueva, por lo que fueron a comunicárselo a San Sebastián. Éste, pareciéndole difícil empresa debido a la poca tropa de la que disponía y considerando que su tarea habría de ser más bien defender la ciudad de San Sebastián que la tierra llana, se mostró reacio a salir:
"Entonces los capitanes replicando, después de largas persuasiones que le hicieron, que si él no lo quería hacer, que ellos por servir a su Príncipe, y defender sus mujeres e hijos y patria, lo harían."
El capitán general, viendo su valeroso ánimo, salió a Rentería con la mayor parte de sus soldados.

batalla san marcial irún oñativia
BATALLA DE SAN MARCIAL POR GREGORIO HOMBRADOS OÑATIVIA

En la noche del 30 de junio las milicias forales de Guipúzcoa iniciaron una maniobra de distracción: mujeres, ancianos y niños agitaron antorchas encendidas, llamando la atención de la tropa enemiga, que pensaba era atacada por un lado. Pero en realidad se trataba de un ataque sorpresa por la retaguardia. La victoria fue completa y resonada, causando gran mortalidad entre las tropas invasoras y entrando en tierras francesas en su persecución.
"Los naturales de la tierra, no contentos de victoria tan señalada y necesaria, alcanzada sin efusión de sangre propia, quisieron entrar en Francia, especialmente un vecino de la misma tierra, llamado Juan Pérez del Puerto, dueño de la casa de Aguirre."
Este Juan Pérez del Puerto, persiguiendo a los franceses más allá del Bidasoa, quiso continuar el avance "pretendiendo pasar con más gentes a la ruina de la tierra", por lo que comenzó a incitar a los suyos a avanzar sobre la tierra francesa gritando a grandes voces:
"¡Santiago, Santiago, España, España, victoria, victoria!"

Ante lo cual todos quisieron pasar a la otra parte, prohibiéndolo el capitán general para evitar los posibles daños que tal imprudencia pudiese causar.

BATALLA DE SAN MARCIAL DE IRÚN

17/07/2023

Asedio a Fuenterrabia-Hondarribia de 1521-1524


El asedio a la fortaleza de Fuenterrabía u Hondarribia tuvo lugar entre octubre de 1521 y abril de 1524 cuando el ejército franco-navarro la había tomado en una nueva incursión, tras el fracaso del tercer intento de reconquistar el Reino de Navarra, que había sido invadido en 1512 por tropas de las unificadas coronas de Castilla y Aragón, también con apoyo navarro. Hubo navarros en ambos bandos.

La Fuenterrabía del siglo XVI abarcaba la mayor parte del término municipal de la actual ciudad de Irún, partes de Hendaya y Behovia. La villa y fortaleza estaban situadas en un alto rodeadas de murallas, monte y mar en la desembocadura del río Bidasoa.

Su situación fronteriza y sus características orográficas hicieron que tanto el emperador Carlos V como el monarca francés Francisco I ambicionasen su posesión. Por ello, ambas coronas designaron comisarios para dilucidar los problemas de límites de las aguas en los conflictos de las villas de Fuenterrabía y Hendaya, algo que hasta entonces se había solucionado por concertación, convenio o facería.

FUENTERRABIA, SIGLO XVI

En 1512, se realizó la primera contraofensiva para recuperar el Reino de Navarra tras su invasión por las Coronas de Castilla y Aragón, en la que el mariscal Pedro de Navarra con 2.000 hombres dentro del contingente de Lautrec y Borbón fueron frenados por Luis de la Cueva. Para impedir otra invasión, se procedió a la fortificación, ordenándose en noviembre de ese año la construcción de un castillo en Behovia, que reforzaba la eficacia del fuerte de Fuenterrabía.

A partir de 1517 se definieron por ley los derechos territoriales de la zona por parte de los dos reinos, el de España y el de Francia, quedando los naturales divididos.

MURALLAS DE FUENTERRABIA, SIGLO XVI Y XVII

A comienzos de octubre de 1521, el castillo de Behovia fue tomado por las tropas al mando del almirante francés Guillermo Goufier, señor de Bonnivet, sin que apenas se produjeran bajas, ya que se opuso poca resistencia. Cercando seguidamente la fortaleza de Fuenterrabía el 6 de octubre, tomándola doce días después, tras tres asaltos por voluntarios navarros y gascones, entre los que se produjeron cerca de mil bajas. Diego de Vera, alcaide de la plaza, se rindió el 18 de octubre.

El señor de Bonnivent estableció una guarnición con 3.000 hombres, que eran 2.000 gascones y 1.000 navarros a las órdenes de Jacques D'Aillon, señor de Luda, que quedó como alcalde de la plaza "en nombre del rey de Navarra". Por ello la bandera de Navarra estuvo ondeando durante todo el asedio, a pesar de la intención de los franceses de izar su bandera.

Carlos I solicitó el arbitraje del rey Enrique VIII de Inglaterra para que interviniera ante Francisco I y le requiriese esta plaza. El conocimiento de estas conversaciones por parte de los navarros fue decisivo para el reemplazo de la guarnición meses más tarde.

Beltrán de la Cueva y Toledo, III duque de Alburquerque, fue designado, el 23 de mayo de 1522, nuevo capitán general de Guipúzcoa, aunque ya ejercía el cargo con anterioridad, que con un aumento de tropas significativo procedentes de distintos lugares, entre 3.000 y 4.000 lansquenetes alemanes, y soldados reclutados en Castilla, Navarra, Aragón, Vizcaya, La Rioja y Álava.

Ante las dificultades para defender el castillo de Behovia, el ejército navarro decidió abandonarlo. Se realizó la retirada de forma correcta llevándose los cañones, armas y vituallas. Posteriormente se dispusieron distintas cargas explosivas para destruir sus murallas, pero sus mechas fueron apagadas por las tropas castellanas al mando del capitán Ochoa Sanz de Asua, que tomaron el castillo.

MONTE DE SAN MARCIAL EN IRÚN

Dos días después se produjo la batalla del monte Aldabe o de San Marcial.

En julio de 1522, se decidió rendir la fortaleza por hambre. Al cabo de diez meses sin ser abastecida, comenzaron a producirse muertes por el hambre. Acudieron tropas francesas y navarras que, tras cruzar el Bidasoa, hicieron huir a los soldados españoles, pudiendo abastecer la plaza y renovar la guarnición. Por esta razón fue destituido Beltrán de la Cueva, que fue sustituido por Íñigo de Velasco, condestable de Castilla.

FUENTERRABIA, SIGLO XVI

El control naval de la fortaleza permitió que el abastecimiento se pudiera mantener. Durante todo el asedio, en la fortaleza ondeó la bandera roja de Navarra, a pesar de que los franceses intentaron imponer la suya.

En el invierno de 1523-1524, se organizó una gran ofensiva por parte del emperador Carlos V contra Francisco I, con la intención de ocupar Toulouse, la Baja Navarra, Bayona y Fuenterrabía. Esta campaña fracasó tras 24 días con la pérdida de una cuarta parte del ejército por causa de deserciones y enfermedades. Estas tropas se reagruparon y pasaron a engrosar el grueso del ejército que cercaba Fuenterrabía.

El 2 de febrero, se inició el bombardeo de la fortaleza y comenzaron las negociaciones para la rendición. El 27 de febrero los franceses abandonaron la fortaleza, quedando en ella únicamente los navarros, siendo el más señalado Pedro de Navarra, hijo del mariscal Pedro de Navarra que había resultado muerto en extrañas circunstancias, presumiblemente asesinado, en la prisión de Simancas en 1522.

El 29 de febrero de 1524, se otorgó el perdón a los navarros encerrados, con la condición de que en el plazo de dos meses se entregaran y otorgaran juramento y fidelidad a Carlos I. La plaza se rindió el 29 de abril.

RUINAS DE GAZTELUZAR, CASTILLO DE BEHOBIA

17/05/2022

Batalla de Noáin en 1521


La ñ Batalla de Noáin del 30 de junio de 1521 fue la única gran batalla campal que tuvo lugar durante la conquista de Navarra entre el ejército navarro-francés y el castellano-aragonés.

Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico en 1512, el rey Francisco I de Francia había intentado sin éxito controlar el territorio navarro, tratando de conquistar diversas plazas fuertes fronterizas para desde allí hostigar a las tropas españolas. Para uno de los dos bandos navarros, los beaumonteses, la incorporación de Navarra llegó como una liberación mediante el pacto con su aliada Castilla. Para el otro bando, los agramonteses, supuso el desalojo del poder que habían ostentado desde que el ilegítimo Juan el Usurpador había eliminado al Príncipe de Viana.

En 1521, las Comunidades de Castilla se alzaron contra el emperador Carlos V de Habsburgo. Esta sublevación tan desfavorable para la Monarquía española fue aprovechada por Enrique II de Albret el Sangüesino y por su cuñado Francisco I para organizar otro alzamiento generalizado en toda Navarra, incluyendo a las ciudades del bando beamontés. La población de varias ciudades, como Pamplona, Estella, Tafalla y Tudela, respaldaron el levantamiento logrando expulsar a los castellanos de toda Navarra.

Este levantamiento estuvo reforzado con la llegada de las tropas bearnesas de Enrique II que consiguió retomar la Navarra peninsular. A él se unió un ejército francés que entró por el norte al mando de Andrés de Foix, señor de Esparros y conde de Foix, formando un montante de 12.000 hombres de infantería, 800 lanceros y 29 piezas de artillería.

Aquella poderosa expedición francesa, respaldada por el bando nobiliario agramontés, reconquistó Navarra sin apenas resistencia, como había sucedido nueve años antes con el duque de Alba.

BATALLA DE NOÁIN

El problema, tanto en 1512 como en 1521, no era tanto conquistar sino defender lo conquistado. Sin embargo, la dominación que impuso el general francés fue la que se empleaba con una provincia conquistada, ordenando la colocación del escudo de Francia en los lugares públicos, ostentando el título de virrey sin jurar antes las Cortes y menospreciado por completo las leyes y costumbres de Navarra. Además, Andrés de Foix prohibió la entrada de Enrique II de Navarra, legítimo heredero al trono por ser hijo primogénito de Catalina I y Juan III.

En la defensa de Pamplona fue herido Íñigo de Loyola (San Ignacio de Loyola), uno de los líderes de los guipuzcoanos, quien sería más tarde fundador de la Compañía religiosa de Jesús, y que en esos momentos que luchaba con las tropas castellanas y, caprichos del destino, contra su futuro compañero re orden religiosa Francisco de Javier. Finalmente, capituló el 19 de mayo.

Hubo algún enfrentamiento en Puente la Reina, y desde allí el ejército franco navarro-gascón pretendió tomar la ciudad de Logroño, ya fuera del reino, para desde allí hostigar a las tropas castellanas. Fue un error estratégico porque, para entonces, la rebelión de los comuneros había sido aplastada por las tropas reales.

El contraataque castellano, con el apoyo de los beaumonteses, reunió a un reestructurado ejército de 30.000 soldados que se dirigía hacia Navarra dividido en tres cuerpos. El ejército navarro-francés, bastante menor en número de efectivos combatientes, se retiró de Logroño el 11 de junio, ante la amenaza de las tropas castellanas, para terminar refugiándose en la Sierra del Perdón. Por otra parte, un nutrido grupo de unos 5.000 guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos se colocaron en la cuenca de Pamplona, cerrando así la retirada al Ejército francés.

Este contingente de vascongados se había organizado tras la orden dictada el 21 de mayo de 1521, que se exigió la formación en Guipúzcoa de un ejército de 3.000 hombres destinados a Navarra. El 19 de junio, se realizó el alarde de la tropa guipuzcoana en Laguardia (Álava), en el que figuraban 22 capitanes, mayormente pertenecientes al bando nobiliario de los oñacinos, uno por cada localidad importante de la provincia. En ella destacaban nombres como Juan Vélez de Guevara, señor de Oñate, o Juan López de Ugarte que, junto al señor de Loyola, representaban a la villa de Azpeitia. Todos, junto con los de Álava, quedaron a las órdenes de Juan Manrique de Lara como coronel, y de Juan Pérez de Anciondo, natural de Tolosa, como maestre de campo de los Tercios guipuzcoanos. Las tropas vizcaínas sumaron 2.000 hombres capitaneados por Martín Ruiz de Abendaño.

Vélez de Guevara se apoderó de Estella y Puente La Reina, derrotó al vizconde de Zolina, y se dirigió hacia Pamplona en compañía del líder de los navarros beaumonteses Francés de Beaumont, señor de Arazuri, para unirse a la infantería del duque de Nájera.

BATALLA DE NOÁIN

Finalmente, el enfrentamiento entre ambos ejércitos tuvo lugar el 30 de junio de 1521, en Salinas de Pamplona, en una amplia llanura junto a Noáin y Pamplona. Fue la batalla de Noáin.

Las tropas castellanas estaban formadas por más de 30.000 hombres al mando de Iñigo Fernández de Velasco, conde de Haro y condestable de Castilla, y de Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera y virrey de Navarra, que fueron reclutadas de la siguiente forma: unos 7.000 hombres del Condestable de Castilla; unos 5.000 de los territorios de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, en este último caso tras la reducción de los vecinos sublevados por parte de Ignacio de Loyola; unos 4.000 aportados por el conde de Lerín; entre 1.000-1.200 soldados de cada una de varias ciudades, como Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Salamanca y Toro; 800 por Medina del Campo y 500 de Ávila, y en menor medida de otras ciudades. Además de las tropas aportadas por los miembros de la nobleza, sus deudos y allegados. En muchos casos, el reclutamiento fue realizado entre los vencidos de la Guerra de las Comunidades.

Las tropas franco-navarras eran muy inferiores en número, entre 8.000 y 10.000 hombres. Seguían dirigidas por el francés André de Foix. Este general cometió varios errores, como el de no esperar a los refuerzos que podían llegar, unos 6.000 hombres de Pamplona y alrededores, y otros 2.000 de Tafalla. Tomó la iniciativa atacando entrada la tarde, sorprendiendo a los castellanos e infligiéndoles inicialmente un severo castigo. Al comienzo dominaron los navarro-gascones, barriendo con su artillería los prados en que se encontraban los castellanos, pero el almirante Iñigo Fernández de Velasco con su caballería dominó el combate, atravesando con celeridad la sierra de Erreniega y cayendo sobre el flanco y la retaguardia franco-navarra. Por último, la infantería castellana lo decidió en el resto del campo de batalla.

La batalla fue muy larga y sangrienta. Los franco-navarros hubieron de rendirse, tras sufrir más de 5.000 bajas y ser hecho prisionero el propio André de Foix, quien fue herido en la frente por un mazazo, que le dejó ciego, y rindió su espada a Francés de Beaumont, líder navarro del bando de los beaumonteses aliados de los castellanos. Más tarde fue liberado tras pagar un rescate.

Entre los que lograron huir se hallan Martín de Javier (hermano de Francisco Javier), Arnault de Agramont, el obispo Cousserans, Fadrique de Navarra y el doctor Remiro de Goñi.

La cruenta batalla de Noáin decidió la inmediata recuperación de la capital y de todo el Reino de Navarra, pues los castellanos, con vascos oñacinos, se apoderaron rápidamente de todas las plazas, sin apenas encontrar resistencia.

BATALLA DE NOÁIN

Cuatro meses después, otra expedición francesa del que forman parte 3.000 navarro-franceses y bearneses tomaba por sorpresa las fortalezas navarras de Chateau-Pignon y Maya (o Amayur). El 18 octubre de 1521 tuvo lugar la conquista de Fuenterrabía, que no se recuperaría hasta 1524 por Carlos V.

Pero no fue hasta el 28 de junio de 1522 cuando un ejército 4.500 navarro-franceses y alemanes intentaron cruzar el río Bidasoa en dos gabarras para sitiar al castillo de Behovia o Gazteluzar, frente a la isla de los Faisanes y el paso de Behovia. Fue la batalla de San Marcial, que se produjo el 30 de junio de 1522.

Tras estas derrotas, los restos del ejército franco-navarro se dispersaron, pero desde el mes de octubre de 1521, fecha en la que se inició la incursión francesa, varios grupos de combatientes resistieron en algunas plazas fuertes, como por ejemplo, los castillos de Maya y de Javier.

En el castillo de Maya (o Amayur), situado en el valle de Baztán, resistieron el asedio castellano desde septiembre hasta junio de 1522, un grupo de 200 combatientes leales al heredero de la Corona, Enrique II de Albret. Al mando de la resistencia se encontraba Jaime Velaz de Medrano y junto a él, Miguel y Juan de Jasso Azpilicueta, hermanos del que después sería San Francisco Javier, el otro de los fundadores de la Compañía Jesuita. La fortaleza de Fuenterrabía resistió desde octubre hasta marzo de 1524.

En diciembre de 1523, Carlos V decretó un perdón para los sublevados, excluyendo a unos 70 miembros de la nobleza navarra entre los que se encontraban 8 familiares de Francisco de Javier.

En febrero de 1524, el condestable de Castilla y sus fuerzas militares reforzaron el cerco de Fuenterrabía, hasta que los franceses y navarros capitularon en 25 de marzo. Entre los navarros estaban los principales defensores de Maya, el clan de los Jatsu.

Con la recuperación de la Baja Navarra por Enrique II en 1523 y el fracaso de Fuenterrabía, la Monarquía navarra abandonaba los intentos armados de recuperar su reino. Desde ese momento hay dos Navarras: la española y la francesa.

En un cerro sobre la llanura de Salinas de Pamplona se encuentra el monumento de Amayur en recuerdo de esta batalla, realizado por Joxe Ulibarrena en 1996. En este lugar, los partidarios de recobrar la soberanía de Navarra se reúnen todos los años en el último domingo de junio.

BATALLA DE NOÁIN

11/09/2021

Batalla de Velate de 1512 y los doce cañones del escudo de Guipúzcoa


Tras la toma de Navarra por parte del duque de Alba en 1512, Luis XII de Francia intentó arrebatar el reino del poder de Castilla restituyendo al monarca navarro, que se había refugiado en Bearn. Apoyado por un ejército francés al mando del general La Palice, y por los navarros del bando de los agramonteses. El rey Juan III de Albret consiguió retomar el terreno perdido hasta llegar a Pamplona, sin llegar a conquistarla. Incapaces de tomar la ciudad, las fuerzas franco-agramontesas, unos 12.000, comenzaron a replegarse perseguidas por las tropas castellanas.

El ejército franco-agramontés, tras el fallido sitio y asalto de la ciudad de Pamplona y ante la llegada del invierno, procedió a replegarse hacia Baztán, hostigado por las fuerzas castellanas al mando del capitán Charles de Góngora, navarro del bando beaumontés. Góngora capturó a unos centenares de los rezagados y volvió a Pamplona, donde arrastró las banderas de los vencidos.

Fue entonces cuando el duque de Alba extendió órdenes a las tropas guipuzcoanas de Diego López de Ayala para que cortaran el camino en huida hacia Francia a los expedicionarios. Eran en su mayoría guipuzcoanos a las órdenes de los señores de Lizaur con trescientos lacayos y otros al mando de Garci Martínez de Berástegui, señor del linaje de Berástegui. Pero las fuerzas forales de Gipuzkoa, que en total eran 3.500 efectivos, estaban al mando supremo del oñacino Diego López de Ayala y al servicio del Reino de Castilla.

PUERTO DE BELATE

A la salida del valle de Baztán, en tierras de Navarra, los invasores estaban apostados ocupando todas las barrancadas, caminos y desfiladeros. Se trataba de un grupo de lansquenetes alemanes, medio muertos de frío y de hambre, que querían a todo trance ganar la frontera francesa. Otras fuentes confirman que en realidad fueron parte de las fuerzas expedicionarias franco-agramontesas. Cuando los guipuzcoanos entraron en combate en el puerto de Belate, estas fuerzas huyeron en desbandada abandonando su artillería: unos 12 cañones; que fueron capturados. La batalla de Velate tuvo lugar un 7 de diciembre de 1512.

En una de las versiones se cuestiona la existencia de una verdadera batalla, tratándose simplemente de una emboscada sin lucha y una posterior toma de los cañones.

Como premio por esta victoria, la reina Juana de Castilla otorgó el privilegio de incorporar la representación de los 12 cañones capturados en la batalla al escudo de Guipúzcoa al año siguiente, en 1513. Los cañones permanecieron en el escudo de Guipuzcoa durante más de 400 años, testigos de la participación de los guipuzcoanos en la conquista de Navarra, del lado de Castilla y a las órdenes del duque de Alba.

En 1516, a la villa de Fuenterrabía se le otorgaron 112.000 maravedís en las alcabalas por los servicios prestados por dicha batalla.

Dichas armas se incorporan de igual modo a diversas familias guipuzcoanas y actualmente se conservan en los escudos de las poblaciones de Antzuola y Zizurkil.

ESCUDOS HISTÓRICOS DE GUIPUZCOA

Todos los cronistas de la época recogen la participación de los guipuzcoanos en este enfrentamiento entre castellanos, vascos y navarros beaumonteses por un bando, y franceses, gascones y navarros agramonteses por el otro. Estos son algunos documentos existentes.

El cronista del duque de Alba, Correa, publicó en 1515:
"El Señor de Lizarza (Lizarza_buru), uno de los nobles guipuzcoanos que trataba de hostigar la retirada del ejército navarro-gascón con unos trescientos ballesteros, sorprendió en las estribaciones de Velate a un grupo de alemanes con parte de la artillería empleada días atrás para batir los muros de Pamplona. Los lansquenetes alemanes, creyéndose atacados, se dieron a la fuga, no sin dejar dos artilleros que cubrieron su retirada abriendo fuego contra los guipuzcoanos, quienes cuerpo a tierra evitaron los proyectiles. Al rato, se acercaron, y Lizarzaburu al ver las piezas abandonadas, gritó ¡España, España!

Poco después llegó otro noble guipuzcoano, el señor de Berástegui, a quien Lizarzaburu encomendó la artillería para perseguir a los que huían. Alcanzó a muchos, hambrientos y helados, matando a más de un millar de ellos.

Posteriormente llegó Diego López de Ayala, líder oñacino y alcaide de la fortaleza de Fuenterrabía, que mandó un mensaje al Duque de Alba para el envío de dos centenares de mulas para bajar las piezas artilleras a Pamplona."

Mártir de Anguería, secretario de Fernando el Católico, relató de la participación de 3.000 guipuzcoanos y alaveses, reclutados por el gobernador y capitán general Juan Silva, que avanzaban con intención de cerrar el paso al ejército que huía. Medio centenar se adelantaron a los desfiladeros, cuando el grueso del Ejército navarro-gascón lo había atravesado. Aun así, sorprendieron a un grupo de alemanes que, agotados por el frío, el hambre y el cansancio, se dispersaron sin ofrecer ninguna resistencia, abandonando diez cañones y arrojando una de las piezas más pesadas a un barranco.

Pablo Gorosabel, historiador guipuzcoano del siglo XIX, narraba lo siguiente:
"En tanto el Rey Católico escribió a la provincia (de Guipúzcoa) desde Logroño en fecha 1º de Diciembre del mismo año 1512 una carta en la que encargaba a estos naturales cortasen la retirada al enemigo o a lo menos le hiciesen todo el daño posible. No era posible reunir y arreglar tan repentinamente, como el caso lo exigía, todas las fuerzas de guipuzcoanos que se deseaban; muchos de estos se hallaban por otra parte sirviendo en las escuadras de su Majestad e inglesa. Acudieron no obstante al lance de que se trata 3500 hombres, entre los que se hallaba la compañía de Tolosa, cuyo contingente llegaba a unas 1500 plazas; y pasando por las villas de Lesaca y Vera, llegaron el 7 a las montañas de Belate y Elizondo, donde el día 13 derrotaron al ejército francés, apoderándose de 12 cañones que llevaba, matando e hiriendo a muchos. En tan gloriosa jornada la compañía de Tolosa estaba mandada por Alberto Pérez de Rexil, vecino de la misma villa..."

En 1518, los Parientes mayores de Guipúzcoa se atribuyeron todo el mérito de la batalla:
"... mismo en las guerras de Navarra en el campo de Velate contra don Juan de Labrit —que Dios aya— e su gente, cuando se le quitó la artillería, notoria cosa es quién tubo el esfuerzo de la delantera, porque toda la gente común quiso huir y dejar yr a los franceses con su artillería, pero algunos Parientes Mayores con sus aliados tuvieron esfuerzo de tomar la delantera y pasar adelante y tomar a afrenta e riesgo de muerte donde después se esforzó la gente común, e se les quitó la artillería a los dichos franceses, e se dio las armas (por) Sus Altezas primero a los Parientes Mayores que se conteçieron y después a la Provincia, como quiera que los dichos Parientes Mayores estan en suplicaçion por merecer las dichas armas primero que la Provincia."

batalla belate cañones navarra
BATALLA DE BETALE, POR JERÓNIMO LARREA

La crónica Le Loyal Serviteur, en su capítulo IV, páginas 100-101, dice así:
"... dejaron con el artillería dos hombres ligeros que le pegasen fuego contra el señor de Lizaur y su gente; porque en tanto ellos se pudiesen salvar, faciendo pago con el artillería. Hobo efecto el engaño de los alemanes; porque el artillería jugó y los guipuscuanos se tendieron en el suelo: así el artillería no los pudo cojer; y como el estrepido y humo fuese grande, y muy espeso, a gran paso los alemanes se pudieron poner en lugar seguro. El señor de Lizaur cuando vido que el artillería no jugaba, primero creyó que algún engaño fuese; mas como viese que tardaban en tirar, y nengún temor de gente oyese, él solo abajó, secreto entre las matas, viendo el artillería sola arremetió a ella con gran alegría diciendo España, España: los suyos a las voces abajaron a él y cabalgaron en el artillería. En esto llegó el señor de Velástegui, al cual Lizaur encomendó el artillería; y él con sus hombres siguió a los alemanes; y aunque todos estaban en salvo, algunos con la gran hambre, no pudieron caminar, fueron alcanzados e muertos; otros muchos fallaron abrazados con los troncones de los árboles, en ellos los dientes fincados y muertos de hambre: otros mordiendo en la tierra ya espirando: fasta mil alemanes se supo ser muertos de hambre y de hierro, en solo aquel día, y de frío; que como los cuerpos tomaba vacíos el yelo fácilmente los penetraba. Diego López de Ayala, que en las angosturas de los montes estaba esperando los franceses, supo como por cima de sierra caminaban, y no pudiendo más facer se volvía, y en el camino supo ser el artillería perdida de socorrella porque los franceses no volviesen por ella: dio con su llegada gran esfuerzo al señor de Lizaur y al señor de Velástegui; y luego Diego López proveyó luego como él lo escribió y embiole docientas acémilas cargadas de pan y vino y carne, y con ellas seiscientos infantes de Alava para que con el artillería viniesen, y Diego López se fuese a poner recaudo en Fuenterrabía. Pues como las acémilas llegaron, a gran priesa, fueron cargados los tiros y vinieron a Pamplona lunes que fueron trece de diciembre de quinientos y doce años; la cual entró en esta orden. Venían en la delantera quinientos lacayos guipuscoanos que tomaron el artillería: luego venían doce piezas ocho sacres y dos cañones y dos culebrinas, que eran las doce piezas. Estas cuatro piezas mayores estaban llenas de cruces de Jerusalén que el rey Carlos (VIII de Francia) había fecho cuando, so color de conquistar a Jerusalén, tomó a Roma y a Nápoles y toda Italia; algunos creían que estas cuatro piezas eran del Duque de Loreina que se llama rey de Jerusalén: tras el artillería venían quinientos vizcaínos, que Diego López de Ayala embió con ella para mayor seguridad: la retaguardia traían los albaneses que el Duque embió. El Duque como supo que el artillería venía, cabalgó con los caballos que con él estaban aunque eran pocos, que los más se habían ido ya: unos que siendo gentiles hombres, se eran idos por se hallar en el alarde de Logroño: otros que se habían ido con Fonseca y con el comendador mayor de Castilla. Y así recibida el artillería, en su corazón daba gracias a Dios porque, al tiempo que más que más sin pensallo estaba, le había traído a sus manos la mejor parte del ejército francés. Quejábase porque al tiempo que él quería dar en los enemigos, donde esperaba con ayuda de Dios fácilmente desbaratallos, le había faltado el poder; más no podiendo remediar a lo ya pasado habló amorosamente al señor de Lizaur y al señor de Velástegui, porque como valientes hombres habían quitado el artillería a los franceses, prometiéndoles mercedes, las cuales el rey confirmaría. El artillería fue metida en palacio del Rey con muy grande alegría de la gente.

Por esta acción de Belate la reina doña Juana hizo añadir al escudo guipuzcoano el cuartel de los doce cañones."

ESCUDO HISTÓRICO DE GUIPÚZCOA

01/05/2020

Pintura de San Ignacio de Loyola herido en la defensa de Pamplona


La figura de Íñigo López de Loyola en la defensa de Pamplona del 20 de abril de 1521 ha sido representada en escultura y pintura a una escala menor que la de San Ignacio de Loyola. A pesar que la imagen del santo supere a la del guerrero, han sido varias las muestras dejadas en honor a un joven vascongado involucrado en la Anexión de Navarra, previa a la fundación de la Compañía de Jesús.

Dicha imagen consiste en un noble Íñigo de Loyola cayendo herido sobre la muralla del antiguo castillo de Pamplona, con vestimenta y armadura de militar de la época. Es ayudado por otros tres guerreros, los cuales se interesan por su estado de salud y reparan su pierna herida tras sufrir el impacto de una bala de cañón lanzada por el Ejército francés. De fondo, continúa la luchas entre defensores españoles y atacantes franceses.

Nacido en Azpeitia en 1491, pertenecía a un linaje de la nobleza guipuzcoana. Desde joven, Ignacio quiso seguir el ideal de vida militar y de caballero que tomaron sus hermanos mayores, pese a la preferencia de su padre por la vida clerical. Al modo de la época, le gustaba el galanteo, los libros de caballerías, la diversión, la caza, las armas, etc.

San Ignacio de Loyola en Pamplona, por Sebastiano Conca, se conserva en la Universidad Pontificia de Salamanca, antiguo Colegio Real de la Compañía de Jesús.

SAN IGNACIO DE LOYOLA EN PAMPLONA, POR SEBASTIANO CONCA


San Ignacio de Loyola herido en la Batalla de Pamplona, por Miguel Cabrera, se conserva en el Museo Nacional del Virreinato, en México.

SAN IGNACIO DE LOYOLA HERIDO EN LA BATALLA DE PAMPLONA,
POR MIGUEL CABRERA


San Ignacio de Loyola herido en la Batalla de Pamplona, por Cristóbal de Villalpando, se conserva en el Museo Nacional del Virreinato, en México.

SAN IGNACIO DE LOYOLA HERIDO EN LA BATALLA DE PAMPLONA,
POR CRISTÓBAL DE VILLALPANDO


San Ignacio de Loyola herido en la Batalla de Pamplona, es un óleo sobre tela del siglo XVIII cuyo autor es desconocido.

SAN IGNACIO DE LOYOLA HERIDO EN LA BATALLA DE PAMPLONA, ANÓNIMO


San Ygnacio herido en la heroica defensa del castillo de Pamplona es un grabado pintado por Antonio Lecuona Echániz en 1884, sirviendo de modelo para posteriores pinturas, como la de Albert Chevallier Tayler, y esculturas como la de Joan Flotats Áureo Rebolé.

SAN IGNACIO HERIDO EN LA HERÓICA DEFENSA DEL CASTILLO DE PAMPLONA,
POR ANTONIO LECUONA


Ignacio de Loyola es herido en la defensa de Pamplona (1521) es un grabado perteneciente a la Historia de España, lámina 049.

IGNACIO DE LOYOLA ES HERIDO EN LA DEFENSA DE PAMPLONA (1521)


San Ignacio de Loyola (1491-1556), militar y eclesiástico español fundador de la compañía de Jesús, durante el sitio de Pamplona es un grabado de 1890.

SAN IGNACIO DE LOYOLA (1491-1556), MILITAR Y ECLESIÁSTICO ESPAÑOL


Ignacio de Loyola es herido en Pamplona, por Albert Chavalier Tayler

IGNACIO DE LOYOLA ES HERIDO EN PAMPLONA, POR ALBERT CHEVALLIER TAYLER

20/01/2019

Alarde de San Marcial de Irún


El 30 de junio de 1522, las milicias municipales de Irún, en colaboración con el Ejército castellano, resistieron a la embestida de las tropas navarro-francesas que intentaban conquistar Navarra. Este reino había sido anexionado por las tropas de Fernando el Católico para la Monarquía española en 1512.

Fue el último intento de Enrique II de Navarra el Sangüesino para recuperar el trono navarro. Para ello, se alió al rey francés Francisco I y juntos formaron un Ejército de unos 12.000 efectivos entre galos y navarro-berneses, que estaban al mando del señor de Esparros.

Los guipuzcoanos llevaban más de 300 años unificados a la Corona de Castilla y formaban parte sustancial de su dispositivo defensivo, por eso lucharon a favor de la Monarquía hispánica. La milicia irunesa se organizó para combatir al Ejército navarro- francés acudiendo a la llamada del capitán general de Guipúzcoa.

ALARDE DE SAN MARCIAL DE IRÚN

Desde entonces, cada 30 de junio, día de San Marcial, los vecinos de Irún conmemoran la victoria de la causa castellano-vasca sobre la incursión franco-navarra que tenía como objeto la invasión de Navarra en 1522.

Para conmemorar tal hazaña y dar gracias al santo Marcial, los cabildos secular y eclesiástico hicieron voto de acudir cada 30 de junio en procesión al monte San Marcial, donde años más tarde se levantó una ermita en honor del santo.

Se eligió este día para realizar el alarde de armas, es decir, el desfile y revisión de efectivos militares municipales que la ciudad debía organizar una vez al año a cambio de la exención de servicio militar otorgada en los Fueros. Estas milicias forales estaban formadas por varones en edades comprendidas entre los 18 y los 60 años. Debían estar preparadas en la defensa militar del territorio ante una amenaza enemiga, en este caso una posible invasión del Ejército francés.

ALARDE DE SAN MARCIAL DE IRÚN

A este alarde se le añadió simbolismo al celebrar también una romería con procesión a la ermita de San Marcial, levantada en el monte homónimo, ante llamado Aldabe, en agradecimiento a su "intervención" en la batalla.

Así se repitió a lo largo de los siglos, celebrándose el alarde de armas el día de San Pedro, el 29 de junio, y la procesión de San Marcial, al día siguiente. En 1881, queriendo dar más realce a la fiesta y aunar los dos acontecimientos, se unificó procesión y alarde en un mismo día.

El desfile militar está formado por diferentes compañías perfectamente uniformadas, al mando de un general. La compañía de infantería es la más numerosa, reuniendo la mayor parte de efectivos del desfile. Estos van uniformados con boina, fajín, corbata y pañuelo rojos, camisa y pantalón blancos, chaqueta negra y alpargatas blancas con cintas negras; la mayoría de los soldados de estas compañías desfilan con escopeta al hombro, mientras que otros lo hacen tocando el pífano o el tambor. El eje central es la cantinera que desfila con cada compañía.

ALARDE DE SAN MARCIAL DE IRÚN

Otros cuerpos especiales, con una indumentaria más variada y colorista, según a qué cuerpo pertenezcan, son la tamborrada, artillería, caballería, hacheros y banda de música, aunque dentro de cada grupo también están perfectamente ataviados.

La banda de música ejecuta distintas composiciones musicales: la Alborada, la Diana de Villarrobledo, la Fajina, la Diana de la Tamborrada, la Descarga, la Arrancada, el Theiro, el Joló, la Subida de la Iglesia, el Rataplán y el Himno de San Marcial.

El alarde se inicia a las seis en punto de la mañana, con el toque de la Diana de Villarrobledo en la plaza San Juan Harria. El momento cumbre es la Arrancada, que es inicio del desfile en la plaza de Urdanibia. Y se termina con el rompan filas a la tarde.

ALARDE DE SAN MARCIAL DE IRÚN

En 1980, con el PNV ya en el poder, se dictaron unas nuevas ordenanzas para diseñar el alarde según las exigencias del momento. Su artículo 1 define breve y claramente el motivo del alarde:
"Art. 1: El Alarde de San Marcial es la rememoración de la Muestra de Armas y Revista de Gentes de las Milicias Forales."
En su extenso articulado no se hace la menos mención a los hechos históricos que lo causaron y que se supone que son rememorados. Quinientos años de historia de Guipúzcoa han desaparecido.

Hasta hace pocos años San Marcial sólo era uno; pero en los últimos años, cuando los días de festejo se han ido ampliando, ya no se habla de San Marcial sino de los Sanmarciales, que comprenden los días precedentes y posteriores al 30 de junio. Ese día el olor a pólvora inunda todo Irún.

ALARDE DE SAN MARCIAL DE IRÚN

15/04/2018

Cuando Navarra recuperó el pulso, por Jaime Ignacio del Burgo



Cuando Navarra recuperó el pulso. 1512-1515-1516
Jaime Ignacio del Burgo, Ediciones Académicas, 2011

El historiador navarro Jaime Ignacio del Burgo presentó su libro contra la manipulación nacionalista vasca de la historia: Cuando Navarra recuperó el pulso. 1512-1515-1516.
"En este libro se desmontan las grandes falacias con que la propaganda abertzale ha bombardeado a la sociedad navarra a lo largo de 2012."
En él desmiente los tres principales presupuestos del nacionalismo vasco con respecto al V Centenario de la Anexión de Navarra 1512-2012: que Navarra fue la encarnación de Euskal Herria; que en 1200 Castilla mutiló la unidad nacional vasca; y que en 1512 se acabó el Reino de Navarra. Y el texto se caracteriza por su brevedad, fácil lectura, concisión de los asuntos tratados y carácter divulgativo.

El autor trata de rebatir los principales argumentos que con ocasión del aniversario de 1512 ha manejado el nacionalismo vasco, siendo un punto de vista alternativo. Las afirmaciones que se intentan desmontar son básicamente las de que Navarra es la encarnación medieval del estado vasco de Euskal Herria, que ese estado fuera violentamente mutilado en el año 1.200 separando las Provincias vascas de Navarra o que el Reino de Navarra siquiera desapareciera como tal en el año 1512.

Del Burgo aporta numerosas evidencias respecto a la formación del Reino de Pamplona y luego de Navarra, las fechas en las que las Provincias vascas y otros territorios estuvieron unidos a Navarra, la forma en que estos territorios se unieron y se separaron, su lengua, las circunstancias de guerra civil y de tronos que preceden y explican la situación del reino en 1512 o la forma en la que éste se incorporó a la corona de Castilla y después a España.

Aclara hechos como el sobredimensionamiento de la toma del Castillo de Maya, como el absurdo de su inscripción conmemorativa; y por supuesto, la batalla de Noáin, que es la historia de los cañones del escudo guipuzcoano. También explica la razón por la que que son desmochados los castillos navarros, lo cual se hizo tanto a los castillos navarros como a los castellanos, o tanto a los beaumonteses como a los agramonteses, en un cambio del equilibrio de poder entre la corona y la nobleza feudal en toda España que nada tiene que ver con la opresión de los navarros.