30/11/2018

Fuero moderno de Guipúzcoa


Guipúzcoa se regía por la recopilación formada en Tolosa en 1583, la cual fue aumentada y corregida en 1692, por encargo de la provincia, imprimiéndose en 1696 con el título de Nueva recopilación de los fueros, privilegios, buenos usos y costumbres, leyes y ordenanzas de la muy noble y muy leal provincia de Guipúzcoa.


La Junta General, compuesta de 57 miembros elegidos por las 57 alcaldías, se reunía todos los años en julio para redactar las nuevas leyes que reclamase el interés público. Antes de disolverse delegaba sus poderes en cuatro diputados generales, que debían tomarse de las ciudades de San Sebastián, Tolosa, Azpeitia y Azcoitia.

El diputado general de la población en que residía aquel año el corregidor, en unión con su adjunto y los dos primeros capitulares de la misma, formaban la Diputación Ordinaria que entendía en todos los negocios de la provincia que no fuesen de gran entidad; para éstos había de convocarse la Diputación Extraordinaria, compuesta de los cuatro diputados generales, la cual había de reunirse además, dos veces cada año.

El corregidor o juez supremo, presidente de la Diputación y de la Junta, aunque sin voto, era elegido por los mismos naturales, y había de residir tres años en cada uno de los pueblos antes mencionados.

Los Guipuzcoanos eran nobles y como tales, no prestaban servicios sino a título voluntario; comerciaban libremente con Francia, Inglaterra y los demás reinos de España, y este tráfico, junto con la industria, era su único recurso por lo reducido y estéril del territorio; tenían el privilegio de no servir fuera de su tierra, a la que defendían por si mismos en caso de guerra con Francia o Inglaterra; solo Irún y San Sebastián podían recibir guarniciones reales, y finalmente estaban autorizados los guipuzcoanos para no cumplir las órdenes del rey, contrarias a sus leyes particulares.

ESCUDO FORAL DE GUIPÚZCOA

Entre el año 1445 y el 9 de 1700, se reunieron las Juntas Particulares en la casa de Usarraga, del pueblo de Bidania. Se convocaban cuando surgía algún problema imprevisto al margen de las Juntas Generales Ordinarias.

15/11/2018

Ignacio Balzola Larreche


Alférez de navío de la Armada española durante la defensa de la Gobernación de Filipinas en 1762

IGNACIO DE BALZOLA Y LARRECHE

Ignacio de Balzola y Larreche nació en la anteiglesia de Arrona, en la guipuzcoana villa de Cestona-Zestoa, en 1724. Sus padre fueron el Joseph de Balzola y Ana de Larrache, vecinos de Arrona, pertenecientes a la alta nobleza, marqueses de Balzola. Tenían su solar nobiliario en la Torre Balzola, situado en Arrona, que sería reconstruido por el mismo Ignacio en un palacio, en 1773. Su escudo de armas consiste en un campo de gules, una torre de oro y a un árbol de plata. Algunos de sus ancestros de este linaje ya habían sido miembros de la Armada española, como Domingo Balzola. 

Se casó con María Concepción de Alcibar y Acharan, en la iglesia de Santa María la Real de Azcoitia, en 1771, con la que tuvo cinco hijos. Su hijo Ignacio María Balzola y Alcibar fue teniente coronel de los Tercios de Guipúzcoa, en 1832, y capitán de Húsares.

Como capitán de fragata, Ignacio Balzola se distinguió en la defensa de las islas Filipinas frente a los ingleses, cuando el almirante Samuel Cosnish intentó, en 1762, apoderarse del archipiélago. Recibió diferentes nombramientos de confianza, para guardar la plata real, para equipar barcos, fábricas, etc. para todo lo cual le dio amplios poderes Simón de Anda Salazar, presidente de la audiencia de Manila y capitán general de las islas Filipinas.

En 1762, fue nombrado en Calumpit comisario diputado con las más amplias facultades para recabar recursos, pertrechar barcos, etc.

ESCUDO DE ARMAS DE BALZOLA Y PALACIO DE ROTALDE

En 1767, fue ascendido a segundo comandante de la fragata Santa Rosa de Lima, haciendo un viaje de Cavite a Acapulco, a las órdenes de José de Soroa Lorea. El objetivo de aquella expedición fue pedir socorro con motivo del estado de guerra con la flota inglesa. La expedición llevaba a bordo a sesenta y ocho expulsados de la Compañía de Jesús y valiosos objetos de China, llegando a España en 1770.

En 1771, regresó a las islas Filipinas como alférez de navío. Desde ahí realizó la ruta del Galeón de Manila, transportando magníficos y exóticos objetos a México, y de ahí a Cádiz.

Una vez en Guipúzcoa, decidió abandonar la carrera militar para ocuparse de su patrimonio, que amplió en 1778 con nuevo mayorazgo y diversas propiedades.

Estableció su nueva casa en el Palacio de Rotalde, en Arrona, donde ubicó las mercancías compradas en Filipinas, entre las que destaca la Vajilla Balzola, compuesta de 391 piezas de porcelana china. En 2014, el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias "González Martí" adquirió 107 piezas de esta vajilla en subasta por un importe de 42.500€.

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VAJILLA BALZOLA

11/11/2018

Noticia memorable de Guipúzcoa por Pablo de Gorosabel


El tolosarra Pablo de Gorosabel Domínguez, nacido en 1803, fue historiador, jurista y corregidor de la Provincia de Guipúzcoa. Pertenecía a una familia con tradición profesional en la judicatura, económicamente sólida, participativa en la política local, cuya casa solar estaba en Legazpia.

Después de graduarse como bachiller en derecho en 1824 por la Universidad de Oñate, obtuvo la licenciatura en Madrid en 1828. Por eso, sus primeros escritos fueron jurídicos: Redacción del Código Civil de España, esparcido en los diferentes cuerpos del Derecho y Leyes sueltas de esta nación, escrita bajo el método de los Códigos modernos, de 1832; y Examen de los principios del Derecho Civil español, de 1834.

Posteriormente realizó trabajos historiográficos, siendo miembro de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos. Fue elegido consultor de la Diputación y Archivero de la Provincia en las Juntas de Rentería de 1858. Además, tuvo una intensa actividad política, como alcalde de Tolosa que lo fue en varias ocasiones, corregidor de Guipúzcoa en 1835 y 1840, y diputado del Consejo Provincial del Distrito de Tolosa en 1834.

NOTICA MEMORABLE DE GUIPÚZCOA, POR PABLO DE GOROSABEL 

Su mejor obra fue Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa o descripción de la provincia y de sus habitantes; exposición de las instituciones, fueros, privilegios, ordenanzas y leyes; reseña del Gobierno civil, eclesiástico y militar; idea de la administración de justicia, etc., finalizada en 1868. Es una descripción de la historia de la provincia de Guipúzcoa, pero también trataba aspectos vinculados con las competencias de Diputación, a las carreteras, al puerto de Pasajes y a la Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa. Procuró a lo largo de su obra incorporar textos legales y otros documentos, evitando plasmar su opinión sobre los hechos constatados.

A lo largo de la Noticia memorable de las cosas de Guipúzcoa, Gorosabel daba por buenos los planteamientos ingenuos que sobre la historia de la Humanidad aparecen en el Antiguo Testamento. Mostraba claro rechazo por determinados grupos humanos (judíos, agotes, gitanos, etc.), adoptó posiciones que actualmente serían tachadas de discriminatorias para con las mujeres, defendió determinadas opiniones sobre temas que la ciencia ha demostrado durante los años siguientes como equivocadas, etc. Pero tales "memorables" cosas aportan una visión sobre el pensamiento que predominaba en la Guipúzcoa de mediados del siglo XIX.

NOTICA MEMORABLE DE GUIPÚZCOA, POR PABLO DE GOROSABEL

Dedicó a la voluntaria incorporación un largo párrafo en las páginas 574-576. Esta extensa cita proviene de un autor no precisamente fuerista:
"El estado político actual de esta dicha provincia arranca desde la última y definitiva anexión hecha el año de 1200 a la Corona castellana. Ciertamente no corresponde a este lugar escribir la historia de los sucesos que concurrieron para aquel hecho; pero no se puede prescindir de hacer algunas indicaciones, por la conexión que tienen con el asunto de que se trata, para su conveniente aclaración. Que la expresada incorporación no se verificó por derecho de conquista, o sea, el uso de las armas, parece se prueba suficientemente con sola la consideración de que no ocurrió en el territorio guipuzcoano ningún suceso militar. Gipuzkoa no tuvo, en verdad, guerra alguna con D. Alfonso VIII ni otra facción armada de defensa del país, y, por consiguiente, tampoco pudo haber conquista. Por el contrario, aquel gran monarca, según algunas Memorias históricas, entró en esta provincia con solos veinte de a caballo de acompañamiento, o sea, en actitud de paz; y aun esto se verificó antes de la rendición de la plaza de Vitoria, dejando su asedio a cargo de don Diego López de Haro, señor de Vizcaya. La historia nos cuenta, además, que el convenio de treguas celebrado por los reyes castellano y navarro en Guadalajara el año de 1207, se respetó el estado político creado en el de 1200. Ello demuestra así bien que otro tanto sucedió en el tratado de paces otorgado por sus sucesores en los respectivos tronos entre Tarazona y Agreda el año de 1254, no sin haber deducido antes el navarro sus pretensiones a la parte de Gipuzkoa. Quiere decir que los monarcas de Navarra reconocieron tácitamente el derecho que tenían los guipuzcoanos de separarse de su dominación, encomendándose a la de otro que tuviesen por más conveniente; pues si hubiesen creído que esta provincia les pertenecía de derecho riguroso, no parece regular se hubiesen aquietado con una desmembración tan considerable.
Todo lo expresado concurre a convencer que la última agregación de Gipuzkoa a la Corona de Castilla fue voluntaria, como lo había sido la que realizó en 1076, separándose del Reino de Navarra. Bajo este supuesto, el simple sentido natural da a entender que a semejante anexión debió proceder algún pacto; porque repugna el pensar que se hubiese entregado a discreción de una manera incondicional, y a la pura merced del monarca, bajo cuyo cetro se ponía. Podrá dudarse y aun disputarse si el convenio que en tan solemne ocasión hubo de celebrarse, fue escrito o meramente verbal; si fue más o menos explícito; si tuvo ta o cuál extensión favorable a los guipuzcoanos. Sostener, como lo han hecho algunos émulos de sus glorias y de sus derechos, que no hubo pacto de ninguna especie, no parece conforme con el amor que los naturales de este país le han profesado en todos tiempos, ni con el talento que han manifestado en los casos decisivos de su suerte. Tal ha sido la opinión tradicional, unánime y universal de los guipuzcoanos transmitida de padres a hijos: opinión proclamada en alta voz en multitud de representaciones oficiales dirigidas a los mismos monarcas de Castilla, Tribunales Supremos y ministros de la Corona. Estos, sin embargo, no lo han contradecido, y antes bien, la han reconocido explícitamente en muchas ocasiones, como lo hizo D. fernando VI en una Cédula expedida en 8 de octubre de 1752, a consulta del Consejo de Hacienda, con motivo de unas causas de contrabando. (...)
Pero si el hecho de la celebración de un pacto entre el expresado monarca castellano y la provincia, para la agregación de esta a su Corona, no debe ponerse en duda, no tengo por causa segura que se hubiese en el asunto una escritura formal. Cuantas diligencias se han practicado por la provincia, así en tiempos antiguos como en los modernos, para el hallazgo de un documento tan importante, y que pudiera considerarse como la base de su existencia política, han sido de todo punto ineficaces y vanas. (...)"

PABLO DE GOROSABEL

Juan Sebastián Elcano. La mayor Travesía de la Historia, por José Luis Olaizola


JUAN SEBASTIÁN ELCANO,
POR JOSÉ LUIS OLAIZOLA

Juan Sebastián Elcano. La mayor travesía de la historia
José Luis Olaizola, Editorial temas de Hoy, (2002), 200 páginas
"Elcano era natural de Guetaria, maestre de navegar, y cuando lo conocí en Sevilla andaba huido de la justicia [...] Juntos hicimos la navegación más larga de la que haya noticia en la historia, que según los geógrafos no habrá nunca otra igual, tanto de dificultades y peligros, como de descubrimientos."
Así comienza esta extraordinaria obra historia escrita con todo el dinamismo y emoción de las grandes novelas de aventuras, pero ajustada al milímetro a la veracidad histórica. Juan Sebastián Elcano, marino de Guetaria dotado de una excepcional inteligencia, es el protagonista indiscutible de una arriesgada travesía que dejó atónitos a sus contemporáneos: el primer viaje que completó la vuelta al mundo. Sin duda, vuelve a asombrar al lector actual con esta obra apasionante en la que también hay espacio para el humor y los enredos galantes.

Está narrado por un joven marinero que participó en la expedición, y conjugado con la crónica de una fascinación irresistible, la misma que alentaría a los personajes de Melville: la fascinación de "navegar mares prohibidos".

José Luis Olaizola Sarria, nacido en San Sebastián en 1927, es un escritor y guionista de cine, que tras abandonar su profesión de abogacía se dedicó a escribir literatura. Fue ganador del Premio Planeta en 1983 por su novela La guerra del general Escobar, que narra la historia de un general condenado a muerte por permanecer fiel al Gobierno de la República durante la Guerra Civil.

06/11/2018

Reinado de García III: Corte navarra en Nájera


El 18 de octubre del año 1035 moría Sancho III Garcés el Mayor, considerado como el "primer rey de España" desde la invasión musulmana porque llegó a controlar, bien mediante su gobierno o bien mediante vasallaje, todo el tercio norte peninsular, desde León hasta Barcelona.

Su hijo García III Sánchez heredaba el reino patrimonial pamplonés, cuyo reinado se extendió entre los años 1035 y 1054. Como primogénito de Sancho y Munia, no sólo heredaba de su padre sino también de su madre, que había unido a Navarra parte del Condado de Castilla. Por eso, el sucesor en la integridad del reino obtenía el Reino de Pamplona-Nájera, el Señorío de Vizcaya, el Condado de Álava, el Duranguesado y la mitad de las tierras del Condado de Castilla: Montes de Oca, la Bureba, Trasmiera y las Merindades, entre otros territorios; este grupo de territorios castellanos era conocido como Castilla la Vieja.

Las tierras riojanas y las del reino patrimonial de Pamplona debían su soberanía a Pamplona, pero las tierras de Castilla la Vieja, Álava y el Duranguesado, al proceder del Condado de Castilla, debían su soberanía tanto al Reino de León como la Castilla que recibió su hermano Fernando I. Es decir, García y Fernando estaban en pie de igualdad en Castilla, pues desempeñaban funciones condales bajo la soberanía del rey leonés. La superioridad de García sobre Fernando se asentaba sólo en el Reino de Pamplona.

DIVISIÓN DE REINOS A LA MUERTE DE SANCHO III (1035)

Un suceso mitológico fue el detonante de la toma de Calahorra por parte del rey pamplonés García III Sánchez. La leyenda se remonta al año 1044 y sostiene que durante una partida de cetrería en la que el rey había cruzado el río Najerilla, encontró dentro de una cueva una imagen de la virgen sobre una piedra. El hallazgo impulsó al rey a levantar el Monasterio de Santa María la Real y fundar la Orden de la Terraza. Parece que este suceso está en el origen de la decisión de García III de tomar la ciudad de Calahorra.

Pero, además, la conquista fue precedida por dos golpes maestros de García contra territorios islámicos con el apoyo de la taifa toledana. El primero, devastando tierras y cosechas en Zaragoza en el verano de 1044. El segundo, siete meses después, saqueando amplias zonas próximas a Tudela.

En noviembre del año 1044, acudieron a una convocatoria del rey García, su hermano Fernando y su hermanastro Ramiro. Junto a ellos asistieron seis obispos: Álava, Nájera, Pamplona, Urgel, Oca y Palencia, además de los grandes magnates de los reinos. Llegaron a un acuerdo para vertebrar estrategias de los ejércitos y buscar el momento propicio para el asalto.

Durante cinco meses antes del ataque, se hicieron grandes talas de árboles en los montes de San Millán y Cameros; se fueron aprovechando después los de Nájera y Viguera para la fabricación de ingenios de guerra como catapultas, arietas y trabucos, que también se obtenían de la madera de la sierra de Isasa, sobre el Arnedo y Peralta, donde se trabajaban estas armas necesarias para el combate. Otras armas defensivas y ofensivas como casquetes, lorigas, cotas de malla, escudos, adargas, espadas, dardos, arcos y útiles de zapador eran fabricados por los herreros del Pirineos y Vizcaya, y la artillería por los armeros de Álava, Nájera y Pamplona.

Se preparó una numerosa hueste con recluta en todas las provincias de la corona, bajo los senescales (jefes de la nobleza), señores de las villas, oficiales y mandaderos del rey, sus príncipes y sus prelados. Todas las milicias se fueron concentrando en la gran meseta del camino de Nájera y ciñeron la ciudad en atacar por la parte de Nájera y cortar así los posibles socorros por la parte de Tudela.

CATEDRAL DE CALAHORRA

La toma de Calahorra comenzó el 30 de abril de 1045. Diez meses después de la conquista, en marzo de 1046, regresó García a Calahorra para festejar a los mártires San Emeterio y San Celedonio.

Esta reconquista, además de hacer retroceder la frontera musulmana en la orilla derecha del Ebro, abrió un período de relaciones pacíficas con los musulmanes. Tras la muerte de Suleimán ibn Hud, rey de la taifa de Zaragoza, se produjo una división entre sus hijos: Ahmah permaneció allí, mientras que Yusuf heredaba la parte de Lérida. Esta división fue aprovechada por García para pactar a favor de Ahmah frente a Yusuf y recibir a cambio parias en oro en concepto de tributos.

La política religiosa de García III fue similar a la de su padre Sancho III, y se caracterizó por el distanciamiento de Roma, la integración de los monasterios pequeños en otros mayores y la preferencia de las congregaciones del clero regular, así como la supeditación al derecho del obispo. Tanto sus obispos como sus tenentes y señores feudales debían ser leales al rey de Pamplona.


MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA

Nájera fue durante los siglos X y XI, el centro económico, social, administrativo, político y eclesiástico más importante de La Rioja. Una nueva etapa en el Camino de Santiago. Por eso García III la convirtió en la ciudad que albergase su corte real y segunda capital del reino, lo que produjo un desarrollo urbanístico con la aparición de nuevos barrios, la creación de fortunas monásticas y la diversificación económica de sus habitantes. Concedió fuero a esta ciudad. En un palacio localizado bajo el castillo, el Alcázar, se convirtió en su principal residencia, aunque no permanente.

La construcción del Monasterio de Santa María la Real de Nájera consiguió colocar bajo la influencia del obispo de Nájera no sólo las tierras de La Rioja, también la Bureba, Oca, y Castilla la Vieja hasta Santoña y otras zonas de la provincia de Santander. La compleja situación del entrecruzamiento de soberanías, en esta ocasión desde la perspectiva eclesiástica, produjo que el Reino de Pamplona acaparase territorio de Castilla la Vieja por vía de jurisdicción eclesiástica, en perjuicio del Reino de León.

La construcción se costeó con el botín de guerra conseguido en Calahorra como por las parias recibidas. La consagración de la iglesia tuvo lugar el 12 de diciembre de 1052, en presencia de Estefanía y el rey García, su hermano Fernando I de Castilla, Ramiro I de Aragón, magnates, nobles de los reinos, y los obispos de Nájera, Álava y Pamplona con los abades de Oña, Irache y san Millán. La iglesia tenía panteón regio anexo en el que se encuentran las tumbas de varios reyes pamploneses y señores vizcaínos. Y, como punto clave del Camino de Santiago, tenía un albergue de peregrinos donde se atendían las necesidades físicas y espirituales.


PANTEÓN REAL DEL MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA

En 1052, el rey García suprimió la diócesis castellana de Valpuesta, lo que produjo que las iglesias de los territorios de esta parte de Castilla se vincularan a la diócesis de Nájera-Calahorra. La nobleza castellana de villas como los Monteros, Medina de Pomar, Briviesca o Villarcayo presionó al rey Fernando I de León y Castilla, hermano de García, para recuperarlas mediante la guerra. García III Sánchez seguía tratando los territorios de Castilla la Vieja como si fueran una prolongación del Reino de Pamplona, sin tener en cuenta que dependían de la soberanía regia leonesa.

Ambos reinos decidieron resolver sus diferencias en una batalla en campo abierto: la batalla de Atapuerca. Este enfrentamiento tuvo lugar en la llanura frente a la Sierra de Atapuerca entre las villas de Agés y Atapuerca, al nordeste de Burgos el día 1 de septiembre de 1054. Durante el enfrentamiento García III resultó herido de muerte por un noble castellano, falleciendo en los brazos de San Íñigo con menos de 40 años. Diluido el fragor de la batalla, los nobles navarros proclamaron rey a su hijo Sancho IV Garcés, que apenas contaba con 14 años de edad, después de haber rendido homenaje al vencedor Fernando I.

REPRESENTACIÓN DE LA BATALLA DE ATAPUERCA

Los navarros guardaron campo durante la noche y vigilia para llevar el cuerpo inerte de García III en procesión fúnebre al panteón real del monasterio de Santa María la Real, recientemente edificado por él mismo en Nájera.

Fernando I acudió personalmente junto a la capilla ardiente de su hermano y a la proclamación y jura de su sobrino como nuevo rey de Pamplona, al que prometió guardar bajo su protección como rey imperante en Hispania. Se concertó la recuperación de territorios castellano-alaveses y la frontera de ambos reinos en línea con el Ebro desde el camino de Santiago en Logroño como término de paz.

El rey castellano se anexionó la comarca para su reino, que era en ese momento territorio pamplonés. Un año más tarde, Diego Flaínez, padre del Cid Rodrigo Díaz de Vivar, reconquistaba los castillos, entonces pamploneses, de La Piedra y de Úrbel del Castillo que cerraban el paso a través del valle del alto Urbel.



REINADO DE PAMPLONA CON GARCÍA III SÁNCHES (1035-1054)