Mostrando entradas con la etiqueta Mujeres vascas y navarras. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mujeres vascas y navarras. Mostrar todas las entradas

18/03/2025

Catalina de Erauso


Alférez del Tercio de Infantería del Perú y monja en San Sebastián, conocida como la Monja Alférez, luchó en la Guerra de Arauco donde ganó gran prestigio por haber recuperado una bandera española arrebatada por los mapuches

CATALINA DE ERAUSO

Catalina de Erauso y Gallárraga nacida en San Sebastián en 1592. Era hija del militar Miguel de Erauso y de María Pérez de Gallárraga y Arce. A los cuatro años, fue internada en el Convento de San Sebastián el Antiguo, del que una tía suya era la priora. Allí pasó su niñez y su adolescencia, llevando una austera vida monacal de oración y disciplina.

Sin embargo, su carácter inquieto y rebelde no era muy apropiado para la vida enclaustrada. Tras una pelea con una novicia, en la que recibió varios golpes, fue encerrada en su celda de la que escapó disfrazada de campesino, marchándose del convento para siempre en 1607.

Ya no abandonó su disfraz, su identidad desapareció. Siempre vestida como un hombre y con el pelo cortado a manera masculina, adoptó nombres diferentes, como Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso. Su aspecto físico le ayudó a ocultar su condición femenina ya que fue una mujer de gran estatura, más bien fea y sin unos caracteres sexuales femeninos muy marcados. Pedro de la Valle escribió sobre ella que "no tiene pechos, que desde muchacha me dijo haber hecho no sé que remedios para secarlos y dejarla llana como le quedaron...". También se escribió que nunca se bañaba, y que debió adoptar comportamientos masculinos para así poder ocultar su verdadera identidad.

Desde entonces, pasó a vivir en los bosques y a alimentarse de hierbas, a viajar de pueblo en pueblo, temerosa de ser reconocida, hasta que llegó a Valladolid, y de nuevo, a Bilbao. Finalmente, llegó a Sanlúcar de Barrameda, y se embarcó trabajando como grumete en uno de los grandes navíos de la Carrera de Indias que traen a España la plata extraída de las minas americanas. Curiosamente, el patrón de esa nave era Esteban Eguiño, tío de Catalina, aunque aquel nunca reconoció a su sobrina.

Desembarcó en Araya (Venezuela) y marchó a Cartagena (Colombia), en el Virreinato de Nueva Granada. En América desempeñó diversos oficios, primero trabajó en Trujillo, más tarde, llegó a Lima, en el Virreinato del Perú. Allí se alistó como soldado en el Tercio de Infantería del Perú bajo el mando de distintos capitanes.

ITINERARIO DEL VIAJE DE ERAUSO POR AMÉRICA DEL SUR

En 1619, viajó a la Capitanía general de Chile, donde, al servicio del rey de la Corona hispánica, participó en diversas guerras de conquista. En la Guerra de Araucco contra los mapuches, consiguió ganarse la fama de valiente y hábil con las armas, estacada en el combate y sin revelar que era una mujer. Durante una batalla, en un acto de valor heroico recuperó la bandera de su Tercio de Infantería que les habían arrebatado. En este lance recibió tres flechazos y una lanzada, por los mapuches, siendo ascendida con el grado de alférez por sus mandos.

Así relató su hazaña:
"Llegándoles socorro, nos fue mal y nos mataron mucha gente y capitanes, y a mi alferéz, y llevaron la bandera. Viéndola llevar, partimos tras ella yo y dos soldados de a caballo por medio de gran multitud, atropellando y matando, y recibiendo daño: en breve cayó muerto uno de los tres. Proseguimos los dos. Llegamos a la bandera, cayó de un bote de lanza mi compañero. Yo recibí un mal golpe en una pierna, maté al cacique que la llevaba y quitésela, y apreté con mi caballo, atropellando, matando e hiriendo a infinidad, pero malherido y pasado de tres flechas y de una lanza en el hombro ixquierdo, que sentía mucho."

Catalina descubrió que uno de sus mandos militares era su hermano Miguel de Erauso, el cual no consiguió reconocerle pues tenía dos años cuando él marcho a América. Por otra parte, ella no reveló su identidad, pero si que le estuvo comentando que era de su misma ciudad y de lugares comunes. Miguel acogió a Catalina en su tropa, persuadido de tener junto a sí a un paisano, además con notables virtudes militares.

Durante estos años se vio envuelta en numerosas peleas y disputas. Fue amante del juego, los caballos y el galanteo con mujeres como era normal entre los soldados españoles de la época. Pronto se ganó la fama de duelista arbitrario y peligroso espadachín. En el Virreinato del Río de la Plata fue condenada a muerte por un duelo en el que mató a su contrincante. Ya en el cadalso y con la soga al cuello, fue dada orden de liberación por haber confesado los falsos testigos que habían provocado su detención.

CATALINA DE ERAUSO Y BANDERA DE ESPAÑA EN 1619

En 1615, en la ciudad de Concepción, actuó como padrino de un amigo durante uno de esos duelos. Tras el intercambio de golpes su amigo y su contrincante cayeron heridos al mismo tiempo. Según el protocolo, los oponentes continuaron el combate, Catalina tomó su arma y se enfrentó al padrino rival, hiriéndole de gravedad. Moribundo, éste dio a conocer su identidad, sabiendo entonces Catalina que se trataba de su hermano Miguel de Erauso, sólo pudo huir.

Continuó enrolada en los campos de batalla de Chile y Perú, en Tucumá, Potosí, La Plata, Cochamba, Cruzco, Huamanga...

En otra ocasión, estando en la ciudad peruana de Huamanga en 1623, fue detenida a causa de una disputa. Para evitar ser ajusticiada, se vio obligada a pedir clemencia al obispo Agustín de Carvajal, contándole además que no podía ser ajusticiada por ser mujer y que había escapado hacía ya bastantes años de un convento.

Ella misma lo narró así:
"Señor, la verdad es ésta: que soy mujer, que nací en tal parte, hija de Fulano y Zutana, que me entraron de tal edad en tal convento, con Fulana mi tía; que allí me crié; que tomé el hábito y tuve noviciado; que estando para profesar, por tal ocasión me salí; que me fui al tal parte, me desnudé, me vestí, me corté el cabello, partí y acullá; me embarqué, aporté, trajiné, maté, herí, maleé, correteé, hasta venir a para en los presente, y a los pies de Su Señoría Ilustrísima."

Asombrado, el obispo determinó que un grupo de matronas la examinarían, comprobando que no sólo era mujer, sino virgen. Tras este examen y la demostración de tan extraordinario arrojo, recibió el apoyo del eclesiástico, quien evitó que Catalina fuese castigada por ejercer una falsa identidad e instalándola en el convento de Santa Clara de Huamanga, con el hábito correspondiente, bajo su tutela.

CATALINA DE ERAUSO Y LA GUERRA DE ARAUCO

El asunto llegó a oídos de la Corte, donde se interesan, no por la monja Catalina, sino por el heroico alférez de la Guerra de Arauco. En traje de civil, regresaba embarcada en la Armada del general vascongado Tomás de Larraspuru, natural de Azcoitia, que había prestado extraordinarios servicios a España limpiando de piratas el mar Caribe.

Fue recibida con honores por el rey Felipe IV, sorprendido gratamente por la historia de la donostiarra. El llamado "Rey Planeta", le confirmó su graduación y empleo militar, la llamó "monja alférez", autorizándola además a emplear su nombre masculino y le concedió una pensión de ochocientos escudos de renta.

El memorial que dirigió Catalina al rey para solicitar su ayuda comenzaba con estas palabras:
"Señor: el alférez doña Catalina de Erauso, vecina y natural de la villa de San Sebastián, privicia de Guipúzcoa, dice: que en tiempo de diez y nueve años a esta parte, los quince ha empleado en servicio de Vuestra Majestad en las guerras del reino de Chile e indios del Perú, habiendo pasado a aquellas partes en hábito de varón, por particular inclinación que tuvo de ejercitar las armas en defensa de la fe católica y emplearse en servicios de Vuestra Majestad."
Algo más tarde, mientras su nombre y aventuras se extendían por Europa, Catalina viajó a Roma, quizás para arreglar de la mejor forma posible su extravagante situación personal. El papa Urbano VIII, le recibió en audiencia, escuchó su historia y le autorizó, de forma excepcional, a continuar usando su vestimenta de hombre, pero sin reincidir en más delitos y alborotos.

De esta forma lo escribió:
"Partí de Génova a Roma. Besé el pie a la Santidad de Urbano VIII, y referíle en breve y lo mejor que supe mi vida y correrías, mi sexo y virginidad. Mostró Su Santidad extrañar tal cosa, y con afabilidad me concedió licencia para proseguir mi vida en hábito de hombre, encargóme la prosecución honesta en adelante y la abstinencia de ofender al prójimo. Hízose el caso allí notorio, y fue notable el confuso de que me vi cercado: personajes, príncipes, obispos, cardenales."

CATALINA DE ERAUSO Y LA GUERRA DE ARAUCO

También fue recibida por varios cardenales. Uno de ellos, el italiano Magallón, que no debía de sentir gran simpatía por los españoles, le dijo tras conocer sus aventuras que no tenía más falta que ser español, a lo que respondió la guipuzcoana:
"A mi me parece señor, debajo de la corrección que se debe a Vuestra Señoría Ilustrísima, que no tengo otra cosa buena."
Las jornadas italianas de Catalina, en efecto, fueron de fama y agasajo. Hasta que un día se cansó y marchó a Nápoles para embarcar de regreso a España. Su presencia en Nápoles también suscitó admiración. Paseando por el puerto de aquella ciudad, comentó en sus memorias que unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella diciéndole: "Signora Catalina, dove si cammina?"; a lo que ella respondió: "A darles a ustedes unos pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a defenderlas."

Durante esta tranquila etapa, ella misma escribió o dictó sus propias memorias El memorial de los méritos y servicios del alférez Erauso, que hoy se encuentran en el Archivo de Indias.

Pero su espíritu inquieto y aventurero no conoció reposo. En 1630, la monja alférez viajó de nuevo a América y se instaló en el Virreinato de la Nueva España, probablemente en la ciudad de Orizaba en el estado de Veracruz, donde regentó un negocio de arriera o transporte de mercancías entre México y Veracruz.

A partir de 1635, poco se sabe de su vida, salvo que murió en Cuitlaxtla, localidad cercana a Puebla, quince años más tarde. Sin embargo, tampoco se conocen las causas de su fallecimiento, pues unos dijeron que fue asesinada, otros que murió sola entre sus asnos en los altos de Orizaba, otros que en un naufragio transportando una carga en un bote, y otros que se la había llevado el diablo.

CATALINA DE ERAUSO Y SAN SEBASTIÁN

07/03/2024

Blanca de Champaña


Teobaldo I el Trovador fue el primer rey de Navarra de la dinastía de Champaña, entre los años 1234 y 1253, y conde de Champaña y Brie entre 1201-1253.

En 1222, se casó en segundas nupcias con Inés de Beaujeu, hija de Guicardo IV, señor de Beaujeu, con quien tuvo una hija: Blanca de Champaña. Esta casó con Juan I, duque de Bretaña, conocido como Jean le Roux (Juan el Rojo), cuyo matrimonio tuvo a Juan II, nacido en Provins, en 1239.

Durante su reinado navarro, Teobaldo I había casado por tercera vez con Margarita de Borbón, con la que tuvo seis hijos, siendo el primogénito Teobaldo II de Navarra. El segundo de los Teobaldos navarros reinó durante los años 1253 y 1270, además de mantener el título condal como Teobaldo IV de Champaña. Había casado con Isabel de Francia en 1255.

BLANCA DE NAVARRA Y ESCUDO DE NAVARRA-CHAMPAÑA

Tras la muerte de Teobaldo I, ocurrió un enfrentamiento entre ambos hermanastros. Teobaldo II y Blanca lucharon por los derechos sucesorios al trono navarro. Teobaldo había prometido a Blanca la sucesión al reino a condición de que tuviera un hijo varón, que a su vez pudiera heredarla a ella. Como Blanca tuvo un hijo varón, Juan, según la voluntad real, debía ser la heredera. Y en efecto, reclamó la corona, pero no tenía partidarios dentro de Navarra. Además, en el reino se mantenía Margarita de Borbón, la tercera esposa de Teobaldo I.

Margarita vindicaba la sucesión al trono de su hijo Teobaldo, que tenía catorce años a la muerte de su padre. Se había convertido de forma automática en el duque Teobaldo IV de Champaña, ya que Blanca, en Francia, no tenía derecho a suceder a su padre en el título a pesar de ser hija mayor.

Cuando Blanca de Navarra y Juan de Bretaña fueron a pedir el apoyo del rey Luis IX de Francia para sus aspiraciones sobre el reino, casi tenían perdida la partida. La jugada decisiva fue la de los ricos hombres navarros, que en poco más de cuatro meses se confabularon por Teobaldo, consultaron con Margarita, analizaron el ambiente diplomático francés, trajeron al joven Teobaldo, le hicieron jurar los fueros y le alzaron sobre el escudo en noviembre de 1254.

Pocos días después Margarita marchó a sus estados de Champaña y a París a negociar la solución de las pretensiones de Blanca. El patrocinio de Luis fue decisivo a este último efecto, y Blanca se contentó con una sustanciosa indemnización. De momento, Luis IX entró como jugador en el equilibrio de poder en el Reino de Navarra.

BLANCA DE NAVARRA Y REYES DE NAVARRA-CHAMPAÑA

07/02/2023

María Ángela de Tellería


María Ángela de Tellería fue guerrillera que rescató a varios oficiales españoles en la prisión de Durango durante la Guerra de la Independencia española, en 1809

María Ángela Tellería guerrillera vasca Guerra Independencia española
MARÍA ÁNGELA DE TELLERÍA

María Ángela de Tellería
nació en Elgueta, Guipúzcoa, en 1785. A la edad de 24 años estaba soltera, vivía en Durango y trabajaba como criada del presbítero Pedro de Orsoqueta. El Señorío de Vizcaya estaba ocupado por las fuerzas imperiales francesas del emperador Napoleón Bonaparte y de su hermano el rey de España José I. Pasó a la historia del Señorío por realizar uno de los episodios más valientes de la Guerra de la Independencia española: el rescate de varios oficiales del Ejército español.

El 19 de julio de 1809, un grupo de infantería francesa llegaba a Durango conduciendo a veintiséis oficiales y algunos soldados españoles que habían sido capturados en Santander, y eran llevados como prisioneros a Francia.

Según el relato histórico, tan mitológico como académico, María Ángela ayudó a escapar a tres oficiales entregándoles ropas de mujer desde la prisión, los cuales pudieron evadirse usándolos como disfraz.

Tras el éxito de este primer ensayo, regresó y ofreció una soga a los prisioneros, proponiéndoles que la usasen para subir hacia una ventada que daba a una huerta por la que podían fugarse. Una vez allí, fueron escondiendo en caseríos cercanos.

Más tarde, fue apresada en Durango por orden del gobernador de Bilbao, el general Avril, y condenada a muerte. En el acta de su enjuiciamiento, confesó que cuando los últimos oficiales capturados en Santander cruzaban Durango, uno de ellos se dirigió a ella y le dijo que "le habló a la declarante diciéndole que le diese un socorro", dándole dos pesetas. Él lo confesó que deseaba fugarse y le pidió que reuniese de forma discreta algún dinero entre "los bien hechores del pueblo", y se lo entregara en el caserío Arandina, ubicado a las afueras de la villa. Intentaba quitarse responsabilidad de su acción.

Durante los días siguientes fue reuniendo dieciocho duros y medio, que equivalen a 360 reales. Afirmaba no recordar a quienes les pidió dinero, en cambio los vecinos creían que era para ayudar a los oficiales aún apresados y no para algún fugado.

Pintura puerta Santa Ana Durango Hombrados Oñativia
DURANGO Y GURRILLERA VASCA

Finalmente, el Tribunal la condenó a muerte, siendo conmutada su pena por un arresto de diez años en una casa de corrección, por el hecho de ser mujer. En atención a "la prisión que ha sufrido, a su menor edad… y a la fragilidad e ignorancia propios de su sexo", redujo la condena a dos años como escarmiento, más las costas. El 5 de septiembre de 1809, fue encerrada en la cárcel de Durango. La sentencia no expresa nada de liberar a otros tantos oficiales españoles, luego parece que la leyenda ha exagerado mucho su realidad.

Pero su fama ya habría llegado a oídos de los oficiales y guerrilleros que actuaban por el Señorío de Vizcaya y alrededores. Así, el líder guerrillero Ignacio Alonso Cuevillas asaltó la prisión de Durango, rescató a María Ángela y se la llevó a Logroño.

Cuando el Ejército napoleónico invadió Logroño, fue arrestada y conducida a Durango, Bilbao y Vitoria, haciéndola sufrir grandes penalidades. Fue interrogada por el gobernador Thouvenot, respondiendo "en su lengua vascongada". Esta le replicó:
"... que así como él era buen patriota francés, ella era buena patriota española; que ninguna cosa mala había hecho, Señor, y que pudiendo, volvería a ejecutar lo mismo, Señor."
Se supone que sería condenada a muerte, pero no existe documentación que confirme su fusilamiento. Días más tarde, Francisco Tomás de Anchía, líder de la guerrilla de los Voluntarios de Vizcaya, conocido como el general Longa, amenazó con ejecutar a quince oficiales franceses que tenía en su poder, si María Ángela era ajusticiada. La misiva fue entregada mediante un subalterno suyo al gobernador francés de Vitoria. Thouvenot la puso en libertad gracias a pago que entregaron tres ilustres vecinos de la ciudad. De allí la llevaron a Asturias, donde el general Bonet la entregó al comandante de las tropas españolas, Polier.

FRANCISCO TOMÁS DE ANCHÍA E IGNACIO ALONSO CUEVILLAS

En 1811, llegó a Cádiz, donde se acogió a la hospitalidad de Francisco Sánchez Barbero, redactor del periódico El Conciso. En su número del 18 de marzo, publicó una versión exagerada de sus actos realizados en Durango. El 30 del mismo mes, la comisión de premios de las Cortes de Cádiz le otorgó una pensión vitalicia de 4.000 reales.

Parece ser que se quedó a vivir el resto de su vida en Cádiz, porque murió en el pueblo gaditano de Rosal de la Frontera, en 1864, cuando tenía 64 años de edad.

21/09/2021

Berenguela de Tudela


Prueba de la influencia y prestigio que tuvo el Reino de Navarra con otros reinos europeos durante buen parte de la Edad Media fue el hecho de que el rey Sancho VII el Fuerte casase con Clemencia, hija de Federico I de Alemania, llamado Barbarroja.

Asu vez, la hermana del navarro, Berenguela, se casó con el rey inglés Ricardo Corazón de León, en Chipre, en 1191. Berenguela fue conocida como la reina apátrida, pues jamás llegó a conocer Inglaterra. Fue conocida como Berenguela de Tudela, pues la mayoría de las fuentes indican que nació en esta villa ribereña.

BERENGUELA DE TUDELA

Tampoco se sabe si estuvo en su lecho conyugal, pues mucho se ha especulado sobre la supuesta homosexualidad de Ricardo. De hecho, en la efigie mortuoria de Berenguela (sepulcro de la abadía del l'Epau) aparece con la melena suelta, alegoría que en la iconografía de la época representaba a las doncellas.

Entre 1191 y 1192, permaneció en San Juan de Acre (Palestina) mientras Ricardo de Inglaterra luchaba en las terceras cruzadas contra los sarracenos. Después regresaron a Europa en diferentes viajes.

Berenguela vivió en Poitiers mientras Ricardo estuvo preso en Alemania, cuando Sancho VII, siendo aún un infante, tomó parte de la Guerra de Aquitania de 1191-1194. Encabezó un contingente de 800 hombres armados y arrasó aquel condado para apoyar a su cuñado Ricardo, dejando allí al infante Fernando (hermano de Sancho y Berenguela) como garantía de rescate pendiente de pago.

22/06/2021

Blanca de Navarra


Blanca Évreux Sicilia reina Navarra
BLANCA I DE NAVARRA

A comienzo del siglo XV, en Navarra reinaban Carlos III y Leonor de Trastámara, quienes tuvieron cuatro hijas. En 1402, organizaron una reunión en la villa de Cortés, al sur de Navarra, con el rey aragonés Martín el Humano, a fin de que este eligiera a una de sus hijas para matrimoniar con su hijo Martín I de Sicilia.

Blanca fue escogida, quien se casó con Martín en la isla de Sicilia, el 26 de noviembre de 1402, aunque ya había sido coronada antes como reina. Gobernó Sicilia durante las ausencias de su marido, quien murió en 1409.

Después, la futura reina de Navarra matrimonió con Juan II de Aragón, de cuya unión nació Carlos IV, el príncipe de Viana, quien debía heredar el reino a la muerte de su madre. Pero, al fallecer Blanca, su esposo Juan II usurpó el trono navarro.

Madrid calle Blanca Navarra
CALLE BLANCA DE NAVARRA

28/02/2015

Juana Ortiz de Zárate


Adelantada del Virreinato del Río de la Plata por ser hija mestiza del conquistador vasco Juan Ortiz de Zárate y de la princesa inca Leonor de Yupanqui

JUANA ORTIZ DE ZARATE

En la segunda mitad del siglo XVI, la colonización americana llegó hasta el Perú fundando un virreinato en el sur del continente que lleva su nombre. Las expediciones pusieron rumbo hacia el sur, Chile, y hacia el este, Río de la Plata. En la sociedad peruana ya se había hecho realidad el fenómeno del mestizaje y numerosos colonizadores españoles se habían casado con aristócratas incas. De este modo, la jerarquía social previa, la del mundo precolombino, se prolongaba en el nuevo escenario hispánico. El origen mestizo no fue una tacha social en la mentalidad hispanoamericana de la época, sino con frecuencia un signo de distinción y gloria. Una de esas mestizas fue Juana Ortiz de Zárate, hija del conquistador vascongado Juan Ortiz de Zárate y de la princesa inca Leonor de Yupanqui.

Juan Ortiz de Zárate era natural de Orduña, donde nació en 1521. Marchó a América muy joven, allí tomo parte en las campañas de Pizarro y Almagro en la conquista del Imperio incaico. En Chuquisaca (Bolivia) fue nombrado tercer adelantado del Río de la Plata, llegando a ser su gobernador y capitán general. A esta región comprendida en tierras de las actuales Argentina y Paraguay la bautizó como Nueva Vizcaya, fundando la ciudad de Zaratina de San Salvador (Zárate), en 1575, en honor a su tierra.

Juana de Zárate nació en Cuzco, la vieja capital inca. Pronto se trasladaría junto con sus padres a Chuquisaca, la actual Sucre boliviana. Juana se crio conforme a su rango principesco, bien avalada por la fortuna de su padre que, además de ser el más alto administrador colonial, era un gran terrateniente.

Juan Ortiz estableció un asentamiento, Asunción, desde el cual partían las expediciones hacia el interior del Río de la Plata. Sufrió diversos ataques por los indios en tierra y por piratas en el mar. Otros expedicionarios vascos como Francisco de Aguirre, Juan de Ayolas, Domingo Martínez de Irala o Juan de Garay le ayudaron a consolidar su proyecto colonizador en amplios territorios del cono sur de América.

Por último, Juan Ortiz marchó a España para conseguir el reconocimiento y la titularidad de "Adelantado del Río de la Plata" de manos de Felipe II. Pero es más, el monarca legitimó a su hija mestiza, Juana, como heredera del adelantazgo y el título de marqués a quien la desposase. Esta titularidad elevaba a la mestiza vasca a la condición de aristócrata; así lo expresaba la Cédula Real:
"Por la gracia de Dios, el Rey resuelve dar legitimidad a la unión de la Palla Inka con el capitán don Juan Ortiz de Zárate, y al conceder omnímodas facultades, libera a la descendencia femenina, Juana Ortiz de Zárate, de toda duda o mancilla, y quitamos toda infamia de ella, mácula y defectos que por razón de su nacimiento le puedan ser pues..."

MATRIMONIO MESTIZO VIRREINAL

Poco antes de que la muerte le llegara a Juan Ortiz, en 1576, el colonizador de Orduña dejó escrito su testamento, designando al futuro esposo de su hija y, por tanto, al legítimo heredero de la titularidad del Gobierno en Nueva Vizcaya, ya que Juana era una adolescente de quince años. Así lo dejó escrito su cronista, el clérigo y poeta Martín del Barco Centenera:
"Dejó en su testamento declarado que sea su legítimo heredero la hija que en los Charcas ha dejado, y aquel que fuere esposo y compañero suceda en el gobierno y el estado, según como lo tuvo él de primero. Y mande y rija, en tanto que ella viene, su sobrino Mendieta que allí tiene."

Primeramente, testamentó a favor de Mendieta, su sobrino, pero ante el mal gobierno y el despótico uso de sus funciones, Juan Ortiz decidió que quien se llevaría el atractivo de su hija y el cargo de adelantado sería una persona de su confianza: Juan de Garay. Medio pariente suyo y, también, natural de Orduña. Garay era un explorador veterano, un líder nato y un fiel escudero en sus expediciones y en su gobierno.

Surgieron más pretendientes, siendo tres de ellos muy bien cualificados. El primero era Antonio de Meneses, ahijado del virrey del Perú, Francisco de Toledo; el segundo era Francisco de Matienzo, hijo del juez de la Audiencia de Charcas, Juan de Matienzo; y el tercero era Juan Torres de Vera y Aragón, noble oficial que ejercía en la Audiencia de Chuquisaca.

Finalmente, es ella quien eligió. El amor superaba al poder, y escogía al candidato menos influyente: Juan Torres de Vera. Se trataba del típico noble español del siglo XVI que consiguió gloria y blasones en campañas y conquistas, noble de espada y toga, de armas y leyes, pero bastante pobre. Natural de Sevilla, tenía 30 años en aquel momento y consiguió la preferencia de la "adelanta" del Río de la Plata, el más joven y apuesto de todos los pretendientes. Juan de Garay, fiel a su amigo y padre de Juana, avalaba el matrimonio, cumpliéndose la voluntad de contrayentes.

JUAN ORTIZ DE ZÁRATE Y JUAN DE GARAY

Surgieron disconformidades ante tal unión. La ley no permitía casarse a los oficiales de justicia dentro de su jurisdicción, y Torres lo era. El virrey del Perú, descontento ante la imposibilidad de sus planes, dictó orden de prisión contra Torres. Por otra parte, Matienzo también abría un proceso judicial contra el oficial. Juana fue apresada por las tropas del virrey, pero tuvo una grata sorpresa: la adelantada esperaba un hijo. Por lo que, fue encerrada en un convento.

Torres nunca fue reconocido como adelantado y gobernador de Nueva Vizcaya del Virreinato del Perú. La ley nunca se lo permitiría y los colonos nunca le reconocieron, aún después de que el virrey Francisco de Toledo muriese. Tampoco pudo marchar a España a confirmar la legitimidad del cargo.

La princesa Juana murió encerrada en 1584, con veintitrés años, según cuenta la leyenda de tristeza. Su hijo, Juan Alonso de Vera y Zárate, viajó a España para reclamar sus derechos, acompañado de su abuela y viuda de Juan Ortiz de Zárate, la princesa inca Leonor de Yupanqui. La Corona reconoció sus títulos y Juan Alonso fue gobernador de Tucumán, quien promovió, entre otras cosas, la fundación de la Universidad de Córdoba en el actual estado de Argentina.

No fue este el único caso de matrimonio entre un conquistador vascongado con una princesa india. Juan de Tolosa, explorador de la Nueva Vizcaya del virreinato de Nueva España (México), matrimonió con Isabel Cortés Moctezuma, hija de Hernán Cortés y de la princesa Isabel Moctezuma (una de las hijas del emperador azteca Moctezuma II).

Martín García Óñez de Loyola, gobernador de Chile en la última década del siglo XVI, contrajo matrimonio con la princesa incaica Beatriz Sapay Coya. Era pariente de San Ignacio de Loyola y en su gobernación se distinguió por su buen trato a los indios.