07/02/2023

María Ángela de Tellería


María Ángela de Tellería fue guerrillera que rescató a varios oficiales españoles en la prisión de Durango durante la Guerra de la Independencia española, en 1819

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MARÍA ÁNGELA DE TELLERÍA

María Ángela de Tellería
nació en Elgueta, Guipúzcoa, en 1785. A la edad de 24 años estaba soltera, vivía en Durango y trabajaba como criada del presbítero Pedro de Orsoqueta. El Señorío de Vizcaya estaba ocupado por las fuerzas imperiales francesas del emperador Napoleón Bonaparte y de su hermano el rey de España José I. Pasó a la historia del Señorío por realizar uno de los episodios más valientes de la Guerra de la Independencia española: el rescate de varios oficiales del Ejército español.

El 19 de julio de 1809, un grupo de infantería francesa llegaba a Durango conduciendo a veintiséis oficiales y algunos soldados españoles que habían sido capturados en Santander, y eran llevados como prisioneros a Francia.

Según el relato histórico, tan mitológico como académico, María Ángela ayudó a escapar a tres oficiales entregándoles ropas de mujer desde la prisión, los cuales pudieron evadirse usándolos como disfraz.

Tras el éxito de este primer ensayo, regresó y ofreció una soga a los prisioneros, proponiéndoles que la usasen para subir hacia una ventada que daba a una huerta por la que podían fugarse. Una vez allí, fueron escondiendo en caseríos cercanos.

Más tarde, fue apresada en Durango por orden del gobernador de Bilbao, el general Avril, y condenada a muerte. En el acta de su enjuiciamiento, confesó que cuando los últimos oficiales capturados en Santander cruzaban Durango, uno de ellos se dirigió a ella y le dijo que "le habló a la declarante diciéndole que le diese un socorro", dándole dos pesetas. Él lo confesó que deseaba fugarse y le pidió que reuniese de forma discreta algún dinero entre "los bien hechores del pueblo", y se lo entregara en el caserío Arandina, ubicado a las afueras de la villa. Intentaba quitarse responsabilidad de su acción.

Durante los días siguientes fue reuniendo dieciocho duros y medio, que equivalen a 360 reales. Afirmaba no recordar a quienes les pidió dinero, en cambio los vecinos creían que era para ayudar a los oficiales aún apresados y no para algún fugado.

Pintura puerta Santa Ana Durango Hombrados Oñativia
DURANGO Y GURRILLERA VASCA

Finalmente, el Tribunal la condenó a muerte, siendo conmutada su pena por un arresto de diez años en una casa de corrección, por el hecho de ser mujer. En atención a "la prisión que ha sufrido, a su menor edad… y a la fragilidad e ignorancia propios de su sexo", redujo la condena a dos años como escarmiento, más las costas. El 5 de septiembre de 1809, fue encerrada en la cárcel de Durango. La sentencia no expresa nada de liberar a otros tantos oficiales españoles, luego parece que la leyenda ha exagerado mucho su realidad.

Pero su fama ya habría llegado a oídos de los oficiales y guerrilleros que actuaban por el Señorío de Vizcaya y alrededores. Así, el líder guerrillero Ignacio Alonso Cuevillas asaltó la prisión de Durango, rescató a María Ángela y se la llevó a Logroño.

Cuando el Ejército napoleónico invadió Logroño, fue arrestada y conducida a Durango, Bilbao y Vitoria, haciéndola sufrir grandes penalidades. Fue interrogada por el gobernador Thouvenot, respondiendo "en su lengua vascongada". Esta le replicó:
"... que así como él era buen patriota francés, ella era buena patriota española; que ninguna cosa mala había hecho, Señor, y que pudiendo, volvería a ejecutar lo mismo, Señor."
Se supone que sería condenada a muerte, pero no existe documentación que confirme su fusilamiento. Días más tarde, Francisco Tomás de Anchía, líder de la guerrilla de los Voluntarios de Vizcaya, conocido como el general Longa, amenazó con ejecutar a quince oficiales franceses que tenía en su poder, si María Ángela era ajusticiada. La misiva fue entregada mediante un subalterno suyo al gobernador francés de Vitoria. Thouvenot la puso en libertad gracias a pago que entregaron tres ilustres vecinos de la ciudad. De allí la llevaron a Asturias, donde el general Bonet la entregó al comandante de las tropas españolas, Polier.

FRANCISCO TOMÁS DE ANCHÍA E IGNACIO ALONSO CUEVILLAS

En 1811, llegó a Cádiz, donde se acogió a la hospitalidad de Francisco Sánchez Barbero, redactor del periódico El Conciso. En su número del 18 de marzo, publicó una versión exagerada de sus actos realizados en Durango. El 30 del mismo mes, la comisión de premios de las Cortes de Cádiz le otorgó una pensión vitalicia de 4.000 reales.

Parece ser que se quedó a vivir el resto de su vida en Cádiz, porque murió en el pueblo gaditano de Rosal de la Frontera, en 1864, cuando tenía 64 años de edad.

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