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25/08/2017

Vascos en el final de la Reconquista en el siglo XV


En el siglo XIV, la participación de los vascos en la Reconquista fue mayor gracias al incremento de la extensión territorial de Castilla y del fortalecimiento de los vínculos con dicho reino. Este interés culminó en el siglo XV debido al desarrollo andaluz, fruto de la expansión atlántica castellana y de la incorporación del Reino de Granada. Andalucía se convirtió, para los vascos, en la base de las expediciones ultramarinas y un lugar estratégico en el control de las rutas comerciales, tanto oceánicas como las que unían el Atlántico con el Mediterráneo. Por eso, para llegar hasta este punto fue necesaria la reconquista total de la península y, por tanto, la liquidación del Reino de Granada, empresa en la que los marineros vascos pusieron todo su empeño y lealtad al Reino de Castilla.

La incorporación de los vascos a estas tareas fue fruto de contrataciones en sus lugares de origen o de convenios in situ. Los marineros vascos que participaron en estas expediciones y asedios no eran militares profesionales, ya que alternaban las profesiones de transporte, comercio y pesca con las propiamente bélicas. Estos marineros y sus barcos podían incorporarse a las flotas reales o servir de forma autónoma mediante el corso. La integración en tales actividades se hacía a través de relaciones de consanguinidad y vecindad, que constituían una especie de compañías en torno a sus jefes naturales.

PRINCIPALES ACCIONES MILITARES DE CASTILLA EN EL SIGLO XV

El siglo XV supuso el punto álgido en esta progresión debido a la aceleración del desarrollo andaluz, y en este marco las operaciones militares se multiplicaron.


En 1407, se organizó una flota compuesta de 39 navíos, en los que alternaban las embarcaciones cantábricas y andaluzas. Su objetivo era efectuar el bloqueo el estrecho de Gibraltar e impedir las relaciones entre el Reino de Granada y África. La Armada del Cantábrico reunía un total de 24 unidades del total, con mayoría de procedencia del Señorío. Las naos de Vizcaya estaban al mando de Robín de Braquemont, antiguo embajador francés, y de Fernán López de Estúñiga, mientras que las galeras fueron capitaneadas por Juan Rodríguez Sarmiento. El resultado final fue favorable a los castellanos.

Tres años después se reeditó la flota del Estrecho, constituida por 15 galeras, 5 leños, 6 naos y 20 balleneres. Según la crónica de Juan II, la participación vizcaína fue de tres galeras y un número indeterminado de balleneres, al mando de Ruy Gutiérrez de Escalante. La composición debió de ser similar a la de su antecesora, con predominio de veleros norteños y embarcaciones mixtas del sur, y su intervención fue realizada tanto en Sevilla como en Cádiz, limitándose a diversos apresamientos.

Simultáneamente, se efectuó el sitio de Antequera, donde se hallaban gentes vascongadas a las órdenes del infante Fernando. Durante la lucha sorprendió la muerte a uno de los más señeros linajes vizcaínos como fue Martín Ruíz de Avendaño, capitán de las naves de Castilla. Según Labayru, este caballero vascongado:
"... murió gloriosamente atravesado de un «pasador con yerba» y fue llevado a enterrar a la iglesia de Yurre (Arratia), donde los Avendaño de Bizkaia tenían su solar."
En 1412, las naves de Vizcaya, Cuatro Villas y Galicia formaron la expedición contra Ceuta.

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NAO DEL SIGLO XV

La vigilancia del estrecho desde 1482, partió de la operación que se organizó para el asalto final al Reino de Granada. Se trataba de una armada mixta de galeras y veleros, en el cual se encontraban numerosos navíos vascos, como demuestran el nombre de sus capitanes.

La contribución de la provincia de Guipúzcoa fue de tres embarcaciones, que mantenía a su costa. La participación vizcaína debió de ser superior, aunque sólo existe constancia fehaciente de marinos de Tavira de Durango.

La participación vasca en dicha empresa se mantuvo activa en 1486, 1487 y 1488, años en que Díaz Mena y Garci López de Arriarán seguían siendo capitanes de los veleros castellanos. Y en 1490, la guarda del Estrecho contó con López de Arriarán y Juan de Lazcano como almirantes.

La Guerra contra Granada puso punto y final a la Reconquista y consiguió la unidad territorial de España. En ella participaron gran número de alaveses bajo el mando de su diputado general Diego Martínez de Álava.

Hernán Martínez de Izaguirre, nacido en Vergara en 1442, fue secretario de los Reyes Católicos y capitán de Infantería en la conquista de Granada, consiguió terrenos en dicho reino, como recompensa a sus servicios.

Domingo de Herrasti, nació en Azcoitia en 1450, fue señor de la casa solar de Errazti, uno de los caudillos más valerosos de la guerra de Granada, secretario y contador general de los Reyes Católicos, y veedor general de la costa del Reino de Granada.

Martin Ruiz Yurreamendi, nacido en Tolosa, señor de la casa-solar y palacio de su apellido, sirvió a los Reyes Católicos en el Reino de Granada con la gente que llevó de Guipúzcoa.

A partir de 1483, la flota cantábrica pasó al Mediterráneo para cortar la comunicación del Reino Granada con sus aliados africanos. En 1487, se ejecutó la toma de Málaga por tierra y mar. Las escuadras castellana y aragonesa estuvieron dirigidas por los almirantes Fadrique Enríquez y Galcerán de Requesens, secundados por los capitanes Antonio Bernal, Melchor Maldonado, Álvaro de Mendoza, Martín Ruiz de Mena y Garci López de Arriarán.


LIBERACIÓN DE LOS CAUTIVOS DE MÁLAGA POR LOS REYES CATÓLICOS,
POR JOSÉ MORENO CARBONERO

10/07/2017

Vascos en la Reconquista por tierras andaluzas siglo XIV


En el siglo XIV, el rey navarro Felipe III, de la dinastía Évreux, estuvo muy deseoso de contribuir a la Reconquista con una expedición militar conjunta con Castilla y Aragón para tomar el Reino musulmán de Granada. Pero, finalmente, esta intención se malogró en 1331 al firmar el rey castellano Alfonso XI una serie de treguas con el rey nazarí.

Felipe III tenía un gran espíritu belicoso-religioso, precisamente en ese mismo año de 1331 llegó a Aviñón (Francia) para formalizar con el papa una expedición militar a Tierra Santa junto a los reyes de Aragón y Bohemia (Chequia). Sin embargo, esta cruzada tampoco se materializó.

GUERRERO NAVARRO A CABALLO

Aunque la Reconquista había terminado de forma teórica para el Reino de Navarra después de la gloriosa participación de Sancho VII el Fuerte en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, la participación de las Provincias vascongadas fue incluso superior.


Esta colaboración fue debida al progreso de los vascos en su relación con el sur peninsular y al fortalecimiento de la vinculación al Reino de Castilla y León. Para los marinos vascos, las costas andaluzas se estaban convirtiendo en estratégicas bases de las expediciones ultramarinas. Tomaron en consideración que para tener el control de rutas comerciales atlánticas y mediterráneas era necesario finalizar la reconquista total de la península, y por tanto, la liquidación del Reino de Granada, empresa en la que los marineros vascos pusieron todo su empeño y lealtad al Reino de Castilla.

Los marinos vascongados que participaban en estas expediciones y asedios no eran profesionales, y alternaban las profesiones de transporte, comercio y pesca con las propiamente bélicas. Tanto barcos como tripulaciones podían incorporarse a las flotas reales o servir de forma autónoma mediante el corso. La integración en tales actividades se hacía a través de solidaridades de sangre y vecindad, que constituían una especie de compañías entorno a sus jefes naturales.

BATALLA DEL SALADO

Juan Núñez de Lara, señor de Vizcaya, que había participado en los sitios de Antequera, Ronda y Gibraltar, formaría de nuevo la vanguardia del ejército castellano del rey Alfonso XI al mando de la caballería y los concejos andaluces en otro decisiva hecho de armas, la batalla del Salado (Cádiz) en 1340. Juan Núñez de Lara estaba casado con María Díaz II de Haro, procedente de una importante familia castellana. 

Esta batalla, en la que participaron un buen número de naturales del Señorío, fue vital el avance de las huestes cristianas en el objetivo de arrebatar a los musulmanes su último reducto, el Reino de Granada. El ala izquierda del ejército estaba formado por tropas asturianas, leonesas, vizcaínas, guipuzcoanas y alavesas a las órdenes del señor leonés Pero Núñez de Guzmán. 

Asimismo, la infantería guipuzcoana fue mandada por el también guipuzcoano Amador de Lazcano, cuya participación fue tan sobresaliente que Alfonso XI le nombró gobernador de Cazorla (Jaén). Uno de aquellos guipuzcoanos fue el irundarra Juan de Urdanibia, que por su heroico comportamiento el rey Alfonso XI le nombró miembro de la Orden de la Banda. Finalmente, en la famosa Crónica de Alfonso XI consta de versos tan laureada participación:
"Leoneses, asturianos, gallegos, portugueses, 
vizcaínos, guipuzcoanos y de la montaña y alaveses, 
cada unos bien lidiaban que siempre será hazaña 
y la mejoría daban al muy noble rey de España."
Alfonso XI recompensó los esfuerzos  realizados por Juan Núñez de Lara y sus huestes "gentes de a pie de las montañas de Vizcaya, de Guipúzcoa y de Álava" en esta batalla aprobando el Cuaderno foral de Vizcaya de 1342. Muchos de ellos hablaban tanto en castellano como en euskera.

A todos estos combatientes, el jurisconsulto Gutiérrez, citado por Larramendi, fueron llamados: 
"Cántabros y bascongados, caballeros, hijosdalgo desde ab initio, recuperadores de España y nobles de sangre."
ASEDIO DE ALGECIRAS

Dos años después, el Reino de Castilla efectuaba el asedio de Algeciras (Cádiz), que duró de 1342 a 1344, con la intención de controlar el peligroso estrecho de Gibraltar, por el que navegaban las invasiones provenientes de Marruecos. Los guipuzcoanos tuvieron una importante participación en este asedio, no sólo por el bloqueo marítimo al puerto desde el estrecho mediante embarcaciones, sino también con tropas de infantería.

El rey Alfonso XI concedió a San Sebastián distintas mercedes y privilegios en una Real Cédula de 1345, donde escribió en referencia:
"Al tiempo que Nos teníamos cercada la nuestra ciudad de Algeciras por el gran menester en la guarda de la mar, que nos vinisteis á servir con naos."
También el rey navarro Felipe III tomó parte en el asedio a la ciudad andaluza, no sólo procurando dinero y pertrechos para el sitio, que se llevaron a los puertos de Guipúzcoa, sino también presentándose personalmente, en 1343 en el campamento de Alfonso XI. Desgraciadamente, dos meses después el bravo rey navarro moría en dicho asedio víctima de una grave enfermedad.

19/06/2017

Vascos en la Reconquista por tierras andaluzas siglo XIII


Guipúzcoa y Vizcaya, no solamente han servido a España con gente marinera y de tripulación para las reales armadas, sino que han construido y dado a sus monarcas, en diferentes ocasiones, gran número de buques de guerra. De las tierras bañadas por el Mar Cantábrico salieron los marinos que darían a Castilla el poderío naval que marcaría la historia universal durante siglos.

Los vascos fueron participantes de la reconquista de la península, tanto por tierra como por mar, mediante su vinculación al Reino de Castilla. Desde el siglo XIII, la reconquista total de Andalucía empieza a ser un objetivo importante para los marineros vasos, ya que en esta tierra podían desarrollar actividades comerciales y militares, además de abastecerse de cereal y otros productos.

BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA, POR VICENTE PASCUAL

En la batalla de las Navas de Tolosa, julio de 1212, el señor de Vizcaya Diego II López de Haro el Bueno, su hijo Lope II Díez de Haro Cabeza Brava y sus sobrinos Sancho Fernández y Martín Muñoz conformaban con sus tropas la vanguardia del ejército castellano, en cuyas filas batallaron también los alaveses, encabezados por Rodrigo de Mendarózqueta. Sancho VII el Fuerte, rey de Navarra, había llevado a sus órdenes, además de sus caballeros navarros, las tropas concejiles de Segovia, Ávila y Medina del Campo.

Lope II Díaz de Haro dirigió las tropas castellanas de la conquista de Baeza en 1227, estando a las órdenes del rey de Castilla y León Fernando III el Santo. Otro capitán distinguido en aquella batalla fue Fortún Sanz de Salcedo, quinto señor de Salcedo y séptimo de Ayala. Se mantiene la relación de los trescientos caballeros castellanos a los que Fernando III repartió propiedades en Úbeda y Baeza como recompensa y merced a su colaboración en la conquista. Entre tales caballeros se encuentran Galín Velázquez de Ayala, Lope Íñiguez de Horozco,  Lope Garcés de Lezcano, Miguel de Marañón, García de Iranzu, Pedro Fernández el Vizcaíno, Domingo Díaz de Vergara, los hermanos Diego y Lope García de Salazar, y los hermanos Ximeno y Gil de Olite.

El noble Domingo de Colodro, natural de Yurre de Álava, fue el primero que subió el muro durante el asedio a Córdoba que a esta ciudad sometió Fernando III en 1235. En su honor se llama la Puerta de Colodro, de la ciudad cordobesa.

RENDICIÓN DE SEVILLA POR FERNANDO III

La primera acción importante de la Marina Real de Castilla fue la conquista de Sevilla, trascendental hito de la Reconquista, en la que también participaron marinos y naves de gallegos, asturianos, montañeses, vizcaínos y guipuzcoanos, así como en otras muchas victorias de Fernando III. Las naves vizcaínas y guipuzcoanas formaron parte de la escuadra, que al mando del almirante Ramón Bonifaz, remontando el río Guadalquivir, concurrió el año de 1248 al asedio y rendición de la ciudad de Sevilla, ocupada por los moros.

Pelegrin de Uranzu, natural de Irún, fue capitán de uno de los buques de la escuadra de Bonifaz. En honor a este marino, se organizó la Compañía Uranzu, que desfila desde 1922 en el Alarde de San Marcial de Irún.

Diego III López de Haro, hijo de López II Díez, lideró las tropas vizcaínas que participaron en la conquista de Sevilla por tierra, destacándose por romper el puente sobre el Guadalquivir para impedir la huida de los sarracenos. Uranzu natural de Irún, fue capitán de una de las naves de la flota de Bonifaz.

En 1292, barcos y marinos de los puertos cantábricos participaron en la conquista de Tarifa. Entre ellos, destacaron los banderizos bilbaínos Juan de la Guerra y Martín de Leguizamón, según escribió Lope García de Salazar en su Historia de las buenas andanças e fortunas.

También diversas galeras vizcaínas, en unión con la escuadra castellana, concurrieron al cerco de Algeciras, siendo almirante Micer Gil Bocanegra y rey Sancho IV.

CABALLERO CASTELLANO E INFANTE VASCÓN

09/06/2017

Vascos en la Marina del Reino de Castilla


La fundación de la Marina del Reino de Castilla fue realizada en tierras gallegas por Diego Gelmírez, obispo de Santiago, en 1100. Se trataba de una fuerza naval cuya misión era la protección de las costas del Reino castellano-leonés, atacadas por moros y normandos. La intensidad de la Reconquista por tierra había descuidado la lucha por mar, por eso se decidió contar con la experta colaboración de un reputado maestre genovés, Ogerio, para iniciar la construcción de las primeras naves de guerra.

Los primeros reyes de la Baja Edad Media concedieron fueros y privilegios a las villas portuarias para organizar flotas: los navarros García III a Santoña y Sancho VI a San Sebastián; y los castellanos Alfonso VIII a Castro Urdiales, Santander, Guetaria, Laredo, Motrico, Deva y Fuenterrabía y Fernando III a Zarauz, Tuy, Cartagena, Sevilla, etc.

El comercio exterior del reino de Castilla, realizado sobre todo con los puertos de la Europa atlántica, se canalizó a través de sus puertos cantábricos, fundamentalmente los de su mitad oriental, de San Vicente de la Barquera a Irún. Estos puertos de Guipúzcoa, Vizcaya y La Montaña desempeñaron un papel esencial en la construcción de barcos para la Marina castellana y luego española, desde el siglo XIII al XVIII. Entre los astilleros montañeses se destacaron Santander, Guarnizo y Castro, y entre los vascos Orio, Portugalete, Pasajes y Zarauz.

CARRACAS VASCA DE 1475

La primera acción importante de la Marina Real de Castilla fue la toma de Sevilla, trascendental hito de la Reconquista, en la que, además de castellanos, también participaron marinos y naves de gallegos, asturianos, montañeses, vizcaínos y guipuzcoanos.

En 1247, el rey Fernando III el Santo encargó al almirante Ramón Bonifaz la organización de una flota en los puertos del golfo de Vizcaya:
"Mandó luego a tornar a priesa a que fuese a guisar naves e galeras a Vizcaya e la mayor flota que pudiese e mejor guisada, e que viniese con ella para Sevilla."
El almirante general reunió 13 naos y 5 galeras en Santander; a esta flota se sumaron otras embarcaciones procedentes de otros puertos del mar Cantábrico, entre ellas, varias naves guipuzcoanas.

La flota que remontó el río Guadalquivir en mayo de 1248, asedió y rindió la ciudad de Sevilla, ocupada por los moros. Pelegrín de Uranzu, natural de Irún, fue capitán de una de las naves de la flota de Bonifaz, primer marino vasco en pasar a la historia naval y premiado con mercedes reales.

Esta acción tuvo un cronista excepcional, el futuro Alfonso X cuando aún era infante. También fue inmortalizada en varios escudos de las villas cantábricas que participaron en ella, como Laredo, Avilés, y Santander.

Tras la recuperación de Sevilla en 1248, el rey Alfonso X dividió el almirantazgo en dos: uno para las aguas andaluzas y otro para las aguas cantábricas con sede en Burgos y atarazanas en Castro Urdiales y Santander. Durante este reinado, Alfonso X concedió exenciones y privilegios para las villas de Pasajes, Zarauz, Guetaria, San Vicente de la Barquera y Laredo, por el apoyo prestado por sus marinos en la Reconquista por mar.

MAQUETA DE NAVE DE BAYONA EN LA BAJA EDAD MEDIA

En general, el éxito de la flota que reconquistó Sevilla y el comportamiento de los vascos en ella, les abrieron nuevo camino. A finales del siglo XIII, barcos y marinos de los puertos cantábricos repitieron su participación en la Marina Real de Castilla en acciones navales contra los marroquíes, en 1284, y en la conquista de Tarifa y Gibraltar, en 1292. También diversas galeras vizcaínas, en unión con la Escuadra castellana, concurrieron al cerco de Algeciras, siendo almirante Micer Gil Bocanegra.

Además, en los años de paz fueron estableciendo relaciones comerciales con la ciudad conquistada, al tiempo que genoveses, catalanes y florentinos. Un horizonte nuevo se abría a sus empresas comerciales, favorecidas por la protección regia. El impulso dado a la Marina por Alfonso X, Sancho IV o Alfonso XI fue notable y fomentó la construcción de barcos y los servicios de estos.

Los navíos guipuzcoanos y vizcaínos asistieron en las expediciones marítimas que los monarcas castellanos dirigieron, en 1350 contra la Inglaterra, en 1372 contra la Rochela, en 1385 al cerco de Lisboa, y en 1339 en el primer bloqueo del Estrecho para evitar un nuevo desembarco musulmán desde Marruecos.

En 1351, la ciudad de San Sebastián recibió varias mercedes por la distinguida participación de sus marinos en el socorro de Algeciras.

GRAN CARRACA DEL SIGLO XVI

Según data Labayru, en 1403, se fundó un gremio de marinos y comerciantes vascos en Cádiz que regulaba la navegación por el Poniente.

En 1407, las naves vascas y montañesas vencieron a la Armada marroquí en la batalla del Estrecho. La gran flota norteña fue comandada por Rubín de Bracamonte, quien contó con la presencia de la marina vasca, entre los que se encontraba Diego Díaz de Aguirre, de linaje de Busturia. Así lo comentó el comandante:
"E vinieronle de Vizcaya seis naos con asaz buena gente."
En 1412, las naos guipuzcoanas, vizcaínas, gallegas y de las Cuatro Villas se sumaron a la expedición del rey de Portugal contra Ceuta y Canarias.

Mercantes castellanos, y entre ellos los vascos, aparecen en el mar Mediterráneo como rivales de los intereses comerciales de los aragoneses. Así, cuando Marsella fue saqueada por Alfonso V de Aragón, en 1423, los marselleses contaron con los servicios de marinos vascos en gran número. Los marinos del Cantábrico lucharon también contra navarros y aragoneses en 1430. Desde Sevilla se reunió una flota de 20 galeras y 30 naos precedentes de la costa de Vizcaya, de Santander y de la propia ciudad de Sevilla. Los enfrentamientos tuvieron lugar en Ibiza, Mallorca y Menorca.

Aunque limitada, la presencia de naos vascas en el comercio mediterráneo está atestiguada, sea en puertos de Levante (Valencia, Barcelona), sea en puertos italianos.

A partir de 1483, durante la Guerra de Granada, la flota cantábrica pasó al Mediterráneo para cortar la comunicación del Reino de Granada con sus aliados africanos.

En 1487, se sitió Málaga por tierra y mar. Las escuadras castellana y aragonesa estuvieron dirigidas por los almirantes Fadrique Enríquez y Galcerán de Requesens, secundados por los capitanes Antonio Bernal, Melchor Maldonado, Álvaro de Mendoza, Martín Ruiz de Mena y Garci López de Arriarán.

NAO VICTORIA DE INICIOS DEL SIGLO XVI

18/05/2017

Levas guipuzcoanas para el Reino de Castilla


Esta es una disposición cronológicas de los servicios militares que los tercios de la provincia de Guipúzcoa han realizado en favor del Reino de Castilla para la Reconquista de las tierras peninsulares ocupadas por entidades islámicas:

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BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

Concurrieron a la batalla de Beotibar, acaudillados por Gil López de Oñaz, contra los navarros y franceses gascones reunidos, que invadieron el territorio guipuzcoano, entrando por Berástegui.

1330. Sirvieron a Alfonso XI contra los moros en la conquista de Teba, tierras de las Cuevas y Ortexica, y en la recuperación de las villas de Priego y Cañete.

1334. Efectuaron una incursión militar en Navarra en guerra con Castilla; saquearon la comarca de Pamplona, y tomaron a fuerza de armas el castillo de Unza, siendo su mayoral Lope García de Lazcano.

1340. Participaron en la batalla del Salado al mando de Amador de Lazcano, su coronel.

1343. Concurrieron en gran número al cerco de Algeciras con su caudillo Beltrán Vélez de Guevara.

1374. Asistieron a la expedición de Francia y sitio de Bayona con el rey Enrique II, que vino en persona, siendo su caudillo al parecer Beltrán de Guevara.

1378. Efectuaron un despliegue militar en Navarra con gran número de efectivos al mando del infante Juan, obteniendo varios sucesos victoriosos al mando de Ruiz Díaz de Rojas, merino mayor de la provincia.

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GUERRA DE GRANADA

1410. Concurrieron a la conquista de Antequera, ocupada por los moros, y acaudillados por Fernán Pérez de Ayala.

1429. Realizaron otra entrada en Navarra, donde a fuerza de armas conquistaron las villas de Leiza y Areso, cuya posesión encomendó al Consejo de Tolosa.

1445. Participaron en considerable número de efectivos en la batalla de Olmedo a favor del rey de Castilla y contra del de Navarra.

1450. Se organizaron para la defensa del territorio con motivo de la llegada de un ejército francés sobre Bayona, ocupada por los ingleses, y ante la precaución de una posible invasión.

1451. Se armaron a consecuencia de la entrada del Conde de Fox en la provincia de Labort.

1461. Acudieron al socorro del castillo de Aitzorroz, sito en el valle de Léniz, padeciendo grandes trabajos.

1466. Organizaron una expedición militar con el fin de apoderarse del castillo de Veloaga, en Oyarzun, ocupada por el mariscal García López de Ayala, a petición del rey Enrique IV.

1475. Sirvieron con más de 2.000 naturales de esta provincia a los Reyes Católicos en los cercos de Toro, Zamora, Burgos, etc. Fue en el contexto de la Guerra de Sucesión castellana entre los partidarios de Isabel I y los de Juana la Beltraneja, entre los que estaban Portugal y Francia.

1476. Reunieron un considerable número de efectivos para la defensa de la provincia, y en especial para la de las plazas de San Sebastián y Fuenterrabía, con motivo de la invasión del Ejército francés de 40.000 hombres al mando de Aman, Señor de Labrit.

1485. Acudieron a la Guerra de Granada contra los moros del Reino de Granada, diferentes refuerzos de ballesteros y escopeteros de esta provincia.

CABALLERO CASTELLANO E INFANTE VASCÓN

28/03/2017

Participación en la Reconquista del Reino de Pamplona-Aragón


A la muerte sin descendencia de Sancho Garcés IV el de Peñalén, en 1076, continuó el reinado por Sancho Garcés V de Aragón. Ambos son primos y nietos de Sancho III el Mayor. El Reino de Nájera-Pamplona fue incorporado entre 1076 y 1134 en la Corona aragonesa por Sancho V, y por sus hijos, Pedro I primero y Alfonso I después.

Alfonso I el Batallador accedió al trono de ambos reinos en 1104, al morir sin descendencia su hermano Pedro I. Bajo su reinado, el Reino de Navarra completó su Reconquista. En pocos años arrebató a los musulmanes más de veinticinco mil kilómetros cuadrados para el Reino de Pamplona-Aragón. Llegó a dominar un amplio territorio desde Tudela a Madrid por el oeste, y de Sariñena a Morella por el este, siendo Molina de Aragón, Singra, Cella, Aliaga y Gúdar sus límites meridionales.

Dio un impulso definitivo a la reconquista del valle del Ebro: tras tomar Egea de los Caballeros, Tauste (1106), Tamarite (1107) y Morella (1117), y detener una ofensiva musulmana en la batalla de Valtierra (1110), concentró sus fuerzas sobre Zaragoza; para ello obtuvo del Concilio de Toulouse los beneficios de Cruzada, consiguió ayuda económica del obispo de Huesca y concentró en Ayerbe un ejército expedicionario en el que predominaban los francos, mandado por Gastón de Bearne; con él puso sitio a Zaragoza durante siete meses, hasta que se la entregaron los almorávides, en 1118. En la toma de Zaragoza por el rey de Pamplona y Aragón, participaron numerosas huestes navarras. El señor de Vizcaya, Diego I López de Haro el Blanco, también fue de la partida.

EL BARRANCO DE LA MUERTE, POR AGUSTÍN SALINAS TERUEL

El empuje reconquistador prosiguió en los años siguientes con la toma de Tudela, Tarazona, Borja, Épila y Ricla (1119), la repoblación de Soria (1120) y la derrota de la contraofensiva almorávide en la batalla de Cutanda (1120). Además tomó el control de los valles del Jalón y Jiloca, con Calatayud y Daroca.

En la conquista de Almería en 1147 por el Reino de Castilla, Alfonso VII tuvo la fortuna de contar con la colaboración de su yerno García V de Navarra y de sus huestes, caballeros navarros, vascongados y montañeses como Lope de Ochoa, Alfonso de Muñatorres, Pedro de Crento, Juan de Castejón, Ruy Ibarra de los Abrojos, Fortún de Santisteban, Rodrigo de Azagrán, señor de Estella, Pero Niño de Torres, el conde Iñiguez Ladrón de Guevara y familias notables como los Cosío, los Terán o los Peralta.

Al morir en 1134, dejó sus reinos para las órdenes militares; pero los nobles no aceptaron dicho testamento, procediendo a dividir la herencia entre Ramiro II el Monje (Aragón) y García V el Restaurador (Navarra).

El desorden de aquel momento fue aprovechado por los almorávides para lanzar una gran ofensiva, en la que recuperaron algunos territorios del valle del Ebro.

ALFONSO I EL BATALLADOR, POR FRANCISCO PRADILLA

20/02/2017

Aportación a la Reconquista de Sancho III el Mayor


La Hispania cristiana del siglo XI comenzó bajo la hegemonía del Reino pamplonés. Ya finalizado el siglo anterior, los monarcas pamploneses coparon toda suerte de influencias en los territorios cristianos. Los necesarios acercamientos entre éstos para establecer un frente común ante los incesantes ataques de Almanzor, dieron como fruto alianzas que estrecharon lazos entre hermanos de religión.

A comienzos de milenio moría García II Sánchez el Temblón, siendo sucedido por Sancho III Garcés el Mayor, el cual ejerció su carisma de forma tan brillante que pronto aspiró con fuerza al dominio de todos los territorios cristianos en la península Ibérica. Heredó el extinguido linaje de Fernán González por su esposa doña Mayor, y en nombre de su mujer pasó a gobernar las tierras castellanas desde su pequeño Reino de Pamplona. Cuando tenía quince años se había extendido por La Rioja, hasta las riberas del Ebro, y como gran señor de los reinos cristianos se puso a intervenir en los asuntos galaicos, conquistando las zonas de Lugo. Por el sur llegó al Duero y por el norte se hizo con los condados pirenaicos de Sobrarbe y Ribagorza, mientras en la frontera del Ebro logró el vasallaje de los moros Beni Qasi de Zaragoza a él. Al mismo tiempo, conseguía una autoridad política relativa sobre los condes de Barcelona y de Gascuña.

DOMINIO E INFLUENCIA DE SANCHO EL MAYOR

Después, Sancho III extendió su influencia sobre León por lazos familiares, reforzada por su autoridad militar. Esta supremacía en todo el territorio hispánico cristiano fue reconocida por todos. El abad de Ripoll, Oliba, suprema autoridad religiosa en aquellas tierras, y personaje de gran prestigio intelectual, le llama Rex Ibericus; bajo su gobierno empezó a construirse la primera catedral románica, la de Palencia, y en el año 1034 entró en la urbe regia de León y se hizo acuñar moneda en Nájera con el título de Imperator. No era emperador al estilo romano, pues esa titularidad correspondía al Sacro Imperio y Bizancio en Oriente, sino como el primer emperador de los reinos españoles, rey sobre reyes y condes cristianos peninsulares.

De aquella primera patria hispana, gracias a Sancho III se pasó a los grandes reinos cristianos, capaces de las grandes batallas de Reconquista: Castilla, Navarra y Aragón fueron su herencia.

Con sus victorias y alianzas traspasaron las fronteras pirenaicas, se abrieron a Europa, vertebró los diversos territorios y creó una cierta conciencia de comunidad. Sus hombres de letras recorrieron otros países, se armonizó la misión real y fue no sólo un guerrero hábil que supo mantener la paz, sino un político inteligente y un gobernante con miras de altura, un Hispaniarum Rex, el primero en aquella época clave que fue el cambio de milenio.

El heredero de Ramiro I de Aragón, hijo natural de Sancho III de Pamplona, fue Sancho I; en su reinado siguió ampliando los límites de Aragón que empezara su padre.

CAMINO DE SANTIAGO POR NAVARRA, RIOJA Y PAÍS VASCO

06/12/2016

Vascos en el ascenso del Condado de Castilla


Fernán González, primer conde de Castilla, era euskaldun, prueba de ello es que era amigo íntimo del rey García I Sánchez de Pamplona, casando con sus hermanas. Tuvo a sus órdenes a muchos vascones, que fueron incorporados a la repoblación de tierras conquistadas. El Condado de Castilla se fundaba de la matriz vasco-cántabra, unida a la raíz goda. Castilla se formó durante las continuas luchas contra los musulmanes de Córdoba y los muladíes de Muhammad ben Lope, nieto de Muza, el llamado "Tercer rey de España".

Desde la fundación del Condado de Castilla siempre ha existido una enorme relación entre los castellanos y los vascones de las tierras de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. En las tres provincias vascas la anexión política a la emergente potencia castellana estuvo íntimamente unida al largo curso de demarcación territorial, reorganización económico-social y cristalización institucional, efectuados en un marco de conveniencia mutua para los reyes de Castilla y diferentes grupos sociales de los territorios vascongados. Estos tres territorios dependieron a partir del inicio del siglo IX, primero del Reino de Asturias y luego del de Navarra y de Castilla alternativamente, y siempre lucharon a su favor. No hubo sublevaciones ni reclamaciones de independencia durante este tiempo.

FERNÁN GONZÁLEZ

El Condado de Castilla se formó en el siglo IX como un grupo de tierras fronterizas que servían de muro de contención frente a las embestidas islámicas mediante un gran número de castillos y ciudades amuralladas. Los castillos y sus tierras aledañas fueron poblados por cántabros y vascones que se extendieron desde el año 800 por las deshabitadas tierras situadas entre las cabeceras de los ríos Ebro y Duero.

Los vascones provenientes de los territorios de Álava y Guipúzcoa fueron una parte importante de los guerreros castellanos que en este siglo consiguieron establecer un primer impulso político y militar al Condado de Castilla, primero en la independencia con respecto al Reino de León, y después en la expansión territorial por la meseta.

A mediados del siglo XIII, un monje del Monasterio de San Pedro de Arlanza escribió en versos alejandrinos el Poema de Fernán González, en el que dedicaba a la mitológica, pero muy épica, batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el poema. Según el poema épico de esta legendaria batalla acontecida sobre tierras burgalesas, en 939, el primer conde de Castilla y también conde Álava, Fernán González, contó con la colaboración del señor de Vizcaya, Lope Iñiguez, "Lope el Vizcaino", a su hijo Íñigo López muerto durante una de sus campañas, y a alaveses de Treviño, que encabezaban la columna central de las tres que componían un supuesto Ejército cristiano de 450 caballero y 15.000 soldados.
"Fue dado por cabdillo don Lope el Vizcaino, bien rico de manzanas, pobre de pan e de vino. Con él fueron contados fijos de don Laíno, e otro de la montaña que dicien don Martino, había ahi de burgoñeses, otrosí de treviñanos, de Castilla la Vieja hobo ahi buenos castellanos, que muchos buenos fechos ficieron ahi por sus manos."

mapa castilla medieval fundación
GÉNESIS DEL CONDADO DE CASTILLA

01/09/2016

Aceifas de Almanzor contra el Reino de Pamplona


A finales del siglo X, el Reino de Navarra era la potencia hegemónica entre los reinos cristianos peninsulares. El auge navarro coincidió con el declive de León y el ascenso de Castilla.

Los reyes Sancho II Abarca y García II Sánchez mantuvieron la política displicente de sus ancestros con respecto a los musulmanes de Al-Ándalus.

Obsesionado por el esplendor y la gloria de la guerra santa, el caudillo cordobés Almanzor condujo 52 expediciones contra territorio cristiano hispánico. De ellas, 9 tuvieron relación más o menos intensa con el territorio navarro, y se efectuaron en los años 978, 982, 989, 991, 992, 994, 999, 1.000 y 1.001.

ALMANZOR

La aceifa del 978 fue una de las primeras que emprendía Almanzor, y en ellas se venía mostrando bastante conservador. En los 68 días de incursión no entabló grandes batallas, sino que se dirigió hacia tierras navarras y, siguiendo por el valle del Ebro, tantearía las fuerzas de sus oponentes del norte, esto es, desde Huesca hasta Barcelona. Después de esta campaña, los cristianos pirenaicos se hallaban alertados acerca de la calidad del enemigo que había surgido ante ellos.

La Campaña de la Victoria, entre mayo de 981 y julio de 981, tuvo como enemigo del califa cordobés al amirí omeya Gálib, que controlaba plazas del centro peninsular y que tuvo que aliarse con sus vecinos cristianos del norte.

Según las crónicas de Ibn al-Jatib e Ibn Hazm, las tropas musulmanas del caudillo Gálid fueron ayudadas por un fuerte contingente cristiano formado por castellanos del conde García Fernández y pamploneses de Ramiro Garcés, rey de Viguera y hermano del rey Sancho II Abarca. Estas se enfrentaron las tropas andalusíes y beréberes de Almanzor.

El encuentro tuvo lugar el 9 de julio de 981 en tierras cercanas a la localidad soriana de Torrevicente. Según el cronista al-Udrí, fue una aceifa de una penetración profunda hacia el enemigo, con las dos victorias de Calatayud y Atienza, y que finalizó con la muerte de Gálib y de Ramiro Garcés. El cadáver del hijo García Sánchez de Pamplona fue enterrado en el monasterio de Leire.

PRINCIPALES CAMPAÑAS DE ALMANZOR ENTRE 981 Y 2002

La Campaña de las Tres Naciones de 982 estuvo formada por dos penetraciones: la primera por el Condado de Castilla y el Reino de Pamplona; la segunda desde Huesca por los Condados catalanes de la Marca Hispánica, llegando hasta tierra de francos.

Según la crónica de Ibn al-Jatib, Almanzor tomó como rehén a una hija de Sancho Garcés II de Pamplona con la que se casó tras convertirse al islam en la Corte cordobesa. Hijo de ambos fue Abdarrahman el Sanchuelo, nacido en 983. El propio Sancho Abarca realizó una visita a Córdoba para rendir pleitesía a Almanzor y homenaje a su propio nieto, consiguiendo un periodo de paz durante casi toda la década de los 80.

Según las crónicas cristianas, la incursión de 989, entre julio y octubre, las huestes de Almanzor conquistaron las ciudades castellanas de Osma y Alcubilla. Después, hicieron una entrada por las riberas del Ebro, tanto alavesas como navarras y riojanas. Las relaciones con Sancho II Abarca empezaban de nuevo a endurecerse.

Por otra parte, el relato de Ibn Idari se extiende al relatar la rebeldía de un príncipe omeya, la de un cabecilla tuyibí de Zaragoza y la de su propio hijo Abd Allah, contra Almanzor, rebeldía que fue dominada con ocasión de esta campaña.

SANCHO II ABARCA DEFIENDE A LOS MOROS EN PAMPLONA

Dos años después, en 991, Almazor lanzó un saqueo por tierras riojanas y castellanas. La Rioja Alta pertenecería al reino de Pamplona desde setenta años antes, gracias a las conquistas de Sancho Garcés, siendo Nájera una ciudad tan importante para el reino como lo pudiera ser Pamplona.

La Crónica de Alfonso III (siglo IX) asegura que la expedición arrasó las villas de Briones, Nájera y Cenicero, siguiendo de pasada por la tierra de Estella o de Tafalla, o las zonas bajas de Cárcar y Peralta.

Durante las aceifas anteriores, Almanzor había adquirido un conocimiento del territorio navarro que pudo aprovecharlo en la que emprendió en su ataque a Galis en 992. Entre mayo y junio de este año, el Ejército califal recorrió las llanuras de Navarra y parte de su zona montañosa, apoderándose de varios castillos y de sus defensores. En Pamplona, Almanzor recibió la sumisión de su rey Sancho II Abarca y una entrega simbólica de la ciudad, sin necesidad de lucha. Ante la sumisa actitud del pamplonés, Almanzor le haría prometer que iría a Córdoba para rendirle público acatamiento, además de llevarle fuertes tributos y más de cincuenta rehenes de la nobleza. Puede ser que le obligase a dejar expeditos los pasos de la frontera pirenaica y proporcionarle guías y auxilios para dar un escarmiento en Galias, conquistando algunos de los castillos de Guillermo Sancho de Gascuña.

En 994, García II Sánchez el Temblón ascendía al trono pamplonés como rey legítimo, primogénito de Sancho II Garcés. Motivo suficiente para que Almanzor estableciese otro pacto de sumisión hacia su autoridad, no sin antes devastar las tierras navarras.

ENTRADA EN LA MEZQUITA, POR EDWIN WEEKS (1885)

La campaña por Castilla y Navarra del verano de 994 situó al Ejército cordobés a las puertas de la fortaleza de San Esteban de Gormaz, junto al Duero, conquistada al cabo de cinco días y de allí marchó a Pamplona que sitió, y cuyos habitantes se le rindieron. Después se encaminó hacia Cellorigo, castillo asentado sobre diecisiete rocas, cada una de ellas con una alcazaba, fortaleza que fue conquistada el mismo día de la llegada.

Algunas crónicas cristianas en forma de anales, precisan que la conquista de Clunia fue en un sábado 16 de junio, por lo que el ataque a Pamplona y regreso por Cellorigo tendrían lugar en el mes de julio de 994. Esta sería la primera vez que Almanzor penetrase en Pamplona como dueño y señor, pues el ataque de 992 es de suponer que sería más bien rematado por un pacto que por una ocupación violenta.

García II tuvo que firmar otro humillante pacto que perduraría hasta 999. No obstante, en 995, un grupo de caballeros navarros atacó Calatayud, matando a un hermano del gobernador Hakam Abd al-Aziz. Las represalias de Almanzor no se hicieron esperar: de los rehenes que mantenía cautivos en Córdoba como fianza de los pactos firmados con Sancho II Abarca, ejecutó a unos cincuenta. Además, a su hijo Abd al-Rahman Sanchuelo le obligó a matar por su propia mano a uno de sus nobles parientes, y eso que no contaba más de doce años de edad.

En el verano del 999, Almanzor emprendió una algazúa contra Pamplona y Pallars, esta última penetración tal vez desde Zaragoza y con la ayuda de su hijo. En la crónica andalucí se repiten los mismos tópicos de siempre: se hizo una gran matanza, consiguió muchos cautivos y destruyó aldeas y castillos luego regresó a Córdoba.

Además de la Pamplona de García II Sánchez, se asoló el Condado de Pallars, regido por Miró, todo en la misma expedición.

TROPAS DE ALMANZOR REPRESENATADAS EN LAS CANTIGAS DE SANTA MARÍA

A comienzos del nuevo milenio, en 1.000, los cristianos se habían coligado. Razón de más para que Almanzor organizase uno de los últimos actos bélicos de su vida. Una expedición veraniega, que estuvo marcada por estos hitos: salida de Córdoba el 21 de junio; batalla de Cervera el 29 de julio; ataque a Castilla, la Rioja, Navarra y llegada a Zaragoza durante agosto; encuentro en Castilla el 5 de septiembre; regreso a Córdoba con llegada el 7 de octubre.

La trascendental batalla de Cervera de Pisuerga, que Almanzor sostuvo contra una coalición de los reinos cristianos, estuvo a punto de ser su perdición. Habían acudido todos los reyes galaicos, desde el extremo de Pamplona al de León. Sancho García, del Condado de Castilla, llevaba el liderazgo, por lo que se deduce que el rey pamplonés García II Sánchez habría fallecido ya. También el leonés Vermudo III había muerto unos meses antes, y su sucesor en el trono era un hijo de corta edad.

Las tropas coaligadas se apostaron en los peñones de Cervera (Burgos), donde presentaron batalla a Almanzor, y éste tuvo la suerte de cambiar el rumbo de los acontecimientos, con el resultado de una rotunda victoria y la subsiguiente persecución de los cristianos.

La última campaña de Almanzor tuvo dos frentes abiertos, primero realizó una incursión de saqueo por tierras de Galicia y Portugal, después marchó hacia Castilla pasando por la rivera alavesa y riojana. Su intención era romper la alianza de ejércitos cristianos hispánicos coaligados por sus respectivos magnates: Sancho García de Castilla, Alfonso V de León y Sancho III de Pamplona. Así se llegó a la batalla de Calatañazor, el verano del año 1002.

Según el cronista musulmán al-Maqqari, después de reunir tropas africanas en número considerable, Almanzor emprendió desde Toledo la marcha hacia el Duero, río que remontó para atacar al conde de Castilla, que estaba rodeado de tropas innumerables de los vecinos reinos cristianos; Almanzor, como no podía ser menos, dado que la fuente de información es árabe, derrotó a sus enemigos infligiéndoles grandes pérdidas. Después marchó hacia la rebelde Miranda de Ebro, por cuenca del río Najerilla, desde donde es fácil penetrar hasta el monasterio de San Millán, o tal vez de Almonastir, junto a Calahorra y San Adrián, y estas últimas tierras ya eran indiscutiblemente de Navarra. Posteriormente, sufriendo una grave enfermedad, Almanzor murió en Medinaceli, donde fue enterrado, en la noche del 9 agosto del año 1002.

En cambio, la versión cristiana de los hechos es contraria, logrando una gran victoria para las armas hispánicas con derrota y muerte del caudillo árabe en Calatañazor. Uno de estos cronistas fue el navarro Ximénez de Rada. Lo que sí se desprende de todos los relatos, es que los pamploneses estuvieron presentes en la lucha final.

Sin embargo, la mayoría de los historiadores actuales consideran que fue un mito más que un hecho real, probablemente creado para compensar el sentimiento de inferioridad que las continuas victorias de Almanzor produjeron en los reinos cristianos.

A Almanzor le sucedió en el mando su hijo Abd al-Malik, que durante seis o siete años más prosiguió la política de hostigamiento de los reinos cristianos que tan concienzudamente había ejercido su padre.


EN EL HARÉM, POR JUAN GIMÉNEZ MARTÍN

22/06/2016

Expansión territorial de Navarra con Sancho I Garcés


Tras la muerte de Fortún, en el 905, el último de los reyes pamploneses de la dinastía Íñiga, fue proclamado Sancho I Garcés, primer rey de la dinastía Jimena hasta el 925. Este fue artífice de una expansión territorial más allá de las iniciales fronteras anexas a Pamplona, gracias a sus fuertes vínculos con los demás reinos cristianos. Siendo aliado de Ordoño II de Asturias reconquistó Estella, Nájera y Calahorra.

Pampona y León se afirmaban como monarquías hispánicas cristianas en lucha reconquistadora frente al islam y sus uniones matrimoniales se hicieron más necesarias que nunca ante la amenaza islámica. Por eso, Sancho I de Pamplona y García I de León establecieron una política colaboracionista y una alianza militar frente al poder de Córdoba. La alianza pamplonesa-leonesa, aparte de rechazar el peligro que era común a toda la Hispania cristiana, favoreció la expansión reconquistadora de ambas monarquías.

SANCHO I GARCÉS ENTERRADO EN EL CASTILLO DE MONJARDÍN

En el valle del Ebro se produjo un vacío de poder cuando en el año 907, Sancho I tendió una emboscada al líder de la dinastía Banu Qasi de Tudela, muladíes conversos descendientes de los hispano-godos Casio, que ejercían el poder islámico desde varias generaciones.

Sancho I inauguraba su reinado con un importante avance por tierras de Estella, ocupando las fortalezas musulmanas hasta el Ebro e instalándose definitivamente en San Esteban de Deyo (Monjardín). En el 914, tomó Calahorra y cuatro años más tarde Alanje y Nájera. Además mantuvo la influencia sobre el pequeño Condado de Aragón.

Simultáneamente, García I de León, apoyando la acción del rey pamplonés, obtuvo una importante victoria en Arnedo. Su hermano Ordoño II le sucedía en el trono, dando muestras de agresividad frente al islam, mediante las expediciones reconquistadoras de Évora y Mérida.

La debilidad que en esos momentos atravesaba Al-Ándalus permitió fortalecer las tierras navarras por la ribera del Ebro y del Arga así como de la alta Rioja. Los monasterios de San Millán de la Cogolla y Albelda protagonizaron la actividad cultural y repobladora del momento.


BATALLA DE VALDEJUNQUERA

El emir de al-Ándalus, Abderrahman III, proclamaba la guerra santa contra el infiel cristiano. Deseoso de gestar un mortal golpe a los enemigos del norte peninsular, se puso al frente de un impresionante ejército compuesto por levas cuajadas de entusiastas soldados de Alhá y comenzaba un calendario de azote y guerra para las huestes cristianas.

En el verano de 920, los pueblos y ciudades a ambos lados de la frontera se preparan para las aceifas, pero esta vez el ataque musulmán estuvo encabezado por el emir. Los servicios de espionaje de ambos bandos trabajan para establecer estrategias.

Lo que en principio parecía una aceifa sobre Zamora se desveló como un ataque generalizado contra Navarra. El rey Ordoño II, quien esperaba una acometida sobre Simancas, acudió a toda prisa en ayuda del rey pamplonés Sancho I. Todo fue inútil y las tropas de ambos monarcas coaligados fueron abatidas en la batalla de Valdejunquera. De ese llano navarro entre los valles estelleses de Guesalaz y Yerri, llamado por los cronistas árabes Muez, fueron pocos los caballeros y guerreros cristianos que lograron escapar junto a sus reyes por los montes de Andía. De cualquier forma, navarros y leoneses mantuvieron las fronteras establecidas.

EXPEDICIÓN DE ABD AL-RAHMÁN III DEL 920

El inicial auge militar de los reinos cristianos hispánico a comienzos del siglo X fue frenado por esta contundente derrota, a pesar de lo cual las fronteras no experimentaron modificación, ni rompieron la alianza política y militar de colaboración reconquistadora navarro-leonesa. Por eso, tres años después, los ejércitos de Sancho I y Ordoño II emprendieron la reconquista de La Rioja, recuperando Nájera y Viguera para el Reino de Pamplona. La alianza se reforzó mediante el matrimonio entre Ordoño II con Sancha, hija de Sancho I.

En la primavera del 924, Abd Al Rahman III proclamaba el Califato de Córdoba de su dinastía Omeya, con total independencia política y religiosa del Califato de Damasco de los Abbasies. Su primera acción militar como califa fue una expedición de saqueo a Pamplona y control sobre el territorio de los Banu-Qasi. Puso en marcha un contundente ejército de castigo que, tras remontar el valle del Ebro desde Tortosa a Zaragoza, se unieron los tuyibíes. Juntos entraron, en julio, en Navarra, procediendo a la destrucción sistemática de todo cuando encontraron, incluida Pamplona, que fue abandonada por sus habitantes, refugiados en las montañas. Regresaron por el sur, arrebatando Tudela a los Bau Qasi, cuya dinastía fue enviada a Córdoba para su integración en el ejército. Su poder en la zona había terminado.

Además, impuso un régimen de pago de tributos a los reinos cristianos del norte. Esta presión suponía un peligro, tanto para la frontera oriental de Pamplona como para la frontera oriental de León, que se agravaría con la muerte de Ordoño II en el 924 y la de Sancho I dos años después.

EXPEDICIÓN DE ABD AL-RAHMÁN III DEL 924

La muerte de Sancho I Garcés, en el 926, llegó cuando su heredero García I Sánchez era un niño. Su madre, doña Toda, consiguió gobernar el reino con diplomacia y fortalecerlo mediante uniones matrimoniales de sus hijas con los principales mandatarios de los reinos hispanos cristianos.

En el 939, el califa Omeya realizó una dura aceifa contra el Reino leonés, con el propósito de quebrantar por la vía de las armas la alianza navarro-leonesa. La batalla de Simancas dio como resultado la derrota del ejército cordobés y el avance leonés al sur del Duero. La derrota de Abd Al Rahman III fue la primera gran victoria cristiana.

García I Sánchez reinó hasta el 970. A su muerte Navarra ya era la potencia hegemónica entre los reinos cristianos peninsulares. El auge navarro coincidió con el declive de León y el ascenso de Castilla.

Los reyes Sancho II Abarca y García II Sánchez mantuvieron la política displicente de sus ancestros con respecto a los musulmanes de Al-Ándalus.

EXPEDICIÓN DE ABD AL-RAHMÁN III DEL 934

EXPEDICIÓN DE ABD AL-RAHMÁN III DEL 937