26/12/2018

Manuel de Aizpurua


Manuel de Aizpurua, natural de Pasajes, fue uno de los grandes constructores del XVIII, y miembro de la élite de estos artesanos en las Provincias Vascongadas. A diferencia de Antonio de Gaztañeta, Juan Bautista de Donesteve, Gerónimo de Echeveste, Gerónimo de Aizpurua o Joseph Nicolás de Aizpurua, Manuel de Aizpurua adquirió todos sus conocimientos y experiencia en los astilleros autóctonos; y no basó su promoción profesional en el servicio y trabajo en los Reales Arsenales.

En 1739, estuvo construyendo en los Reales Astilleros de Zorroza el navío mercante San Judas Tadeo y la Virgen Estrella de Vizcaya. Pero en la década de 1750, ya se había convertido en un reputado constructor naval, siendo el único fabricante, al menos de su provincia, que redactó un detallado plan de construcción de bajeles que sirviera de modelo para ulteriores fábricas. Este sistema de construcción se puso en práctica en 1756 cuando los oriotarras Joseph de Beldarrain y Juan de Arizmendi construyeron un navío para el secretario real en Corte Francisco de Mendinueta siguiendo este plan y a semejanza del San Francisco Xavier, fabricado cuatro años antes por Aizpurua y Arizmendi. Además de ello, por estas mismas fechas fue el encargado de la manufactura de dos de los lanchones que se hicieron en la Provincia para los navíos que estaban en grada en el astillero de El Ferrol.

Aizpurua encontró su el apogeo de su carrera en la década de 1760 cuando fue nombrado capitán de Maestranza Interino de Guipúzcoa y contratado por la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas con los cargos de maestro constructor y capitán de Maestranza de sus fábricas navales.

DIBUJO DE NAVÍO ESPAÑOL DEL SIGLO XVIII

Desde 1761 y hasta 1779, Aizpurua trabajó en exclusiva para la sociedad caraqueña, tal y como era la práctica en la maestranza contratada por el Estado para sus Arsenales o Reales Fábricas. La Compañía trataba de implantar en sus astilleros de Pasajes una organización laboral semejante a la de los grandes centros navales de la Corona, a modo de garantía de una eficiente y disciplinada dirección de las obras navales.

La compañía mercantil no poseía una mínima maestranza permanente en las gradas de Pasajes, por lo que se veía obligaba tomar medidas extraordinarias cuando tenían que construir unidades adicionales, contratando a constructores guipuzcoanos o solicitando a las autoridades de Marina que le cedieran alguno de sus maestros.

El trabajo de Aizpurua en la Compañía de Caracas tuvo tres vertientes fundamentales.

1. la construcción de unidades para la Compañía, como por ejemplo la fragata Nuestra Señora del Rosario; los navíos San Ignacio, San Vicente Mártir, San Miguel y Santiago, Nuestra Señora de la Asumpción alias La Guipúzcoa; y la urca Santa Teresa de Jesúa.

2. la labor de peritaje en los arqueos de los navíos de la sociedad, contando con la colaboración de un maestro calafate, siendo el primero el ayudante de su predecesor: Thomás de Allo; más tarde siguieron Joseph de Garay, Juan Bautista de Aguirre y Rafael de Aguirre.

3. la compra del maderamen necesario para la construcción de los barcos de la Compañía a precios ventajosos, aunque con ciertas complicaciones por los problemas de deforestación que tenían los montes próximos a las factorías navales.

MAQUETA DE NAVÍO ESPAÑOL DEL SIGLO XVIII

Los últimos años de vida de Compañía coincidieron con el final de la carrera profesional de Aizpurua, siendo el último trabajo para esta sociedad el navío Nuestra Señora de la Asumpción (La Guipúzcoa) de 1.100 toneladas y artillado con 64 cañones, labrado en 1778 conforme al plano del San Genaro.

Su trayectoria como constructor terminó con la manufactura del navío La Asumpción, que fue apresada por la escuadra inglesa del Almirante Rodney al poco tiempo de haber sido botada en aguas del Puerto de Pasajes. Posteriormente, los ingleses la armaron con otros seis cañones más y pasó a integrar las flotas inglesas con el nombre de Príncipe Guillermo.

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