Tras la llegada del Ejército francés al territorio español en 1808, las autoridades nacionales se mantendrían fieles al nuevo rey José I Bonaparte, sin decisión de actuar en su contra. Pero se encontró con todo un pueblo en armas que luchó por defender la soberanía nacional y sus tierras, y devolver a su legítimo rey a la corona.
El pueblo madrileño se sublevó contra esta imposición y contra la salida hacia Francia de los últimos miembros de la familia real, un 2 de mayo de 1808. Daba comienzo la Guerra de la Independencia Española, también conocida como Guerra al Francés o Guerra Peninsular.
El detonante fue el pueblo bajo madrileño, pero junto a ellos algunos militares desobedecieron las órdenes de no actuar contra los invasores. Las autoridades francesas tomaron represalia con multitud de fusilamientos a los implicados, mientras que la Junta Suprema de Gobierno nombró presidente a Joachim Murat, y el Ejército y la Iglesia se sometieron a su disciplina. El 3 de mayo, la España oficial se había entregado a Napoleón.
El mismo día, el alcalde de Móstoles, Andrés Torrejón, hizo una proclama de independencia, llamando a las armas a todo aquel español dispuesto a combatir. La reacción tuvo pronta repercusión en otras ciudades españolas que secundaron el alzamiento patriótico.
LA CARGA DE LOS MAMELUCOS, POR FRANCISCO DE GOYA |
Ante la subordinación de las autoridades españolas al Ejército francés y a José I "el rey usurpador", diversas ciudades organizaron sus Juntas Locales, y a su vez en Juntas Provinciales y Juntas Supremas Regionales. Estas juntas surgieron como el resultado del espíritu de soberanía popular ante un poder usurpador e invasor. Es el llamado Federalismo Instintivo.
Las proclamas de las juntas patrióticas resultaron un ejemplo de elocuencia. El 12 de mayo, la Junta de Asturias fue la primera en proclamar su independencia e insubordinación ante el ejército de Napoleón. El 27 de mayo, la Junta de León llamó a la lucha, lo mismo que la Junta soberana de Galicia.
El 19 de julio de 1808, la Junta Suprema de Cataluña afirmaba en su proclama a los gerundenses sobre la independencia al poder usurpador napoleónico:
"Ninguna clase, ningún estado puede eximir de tomar las armas y organizarse debidamente para repeler la agresión que sufren los derechos del Altar y del Trono, los intereses de la Nación española, su dignidad e independencia."
La Junta de Cataluña acordó formar un ejército de 40.000 hombres, llamando a quinta a todo aquel que tenga entre 16 y 40 años de edad, y que se mantuvo hasta 1814, derrochando patriotismo en sucesos como la Batalla del Bruch o el Sitio de Gerona. Baste recordar, por ejemplo, que en la bandera de Igualada aparecía una flamante "Viva España". No en vano, en la lucha contra los franceses destacaron catalanes como Josep Manso, Joan Clarés, Francesc Milans del Bosch o Manuel Llauder, quien después de participar en la defensa de Gerona, llegó a ser capitán general de Cataluña y ministro de la Guerra.
Entre el conjunto de esas proclamas, los vascos se mostraron especialmente patriotas, haciendo desaparecer localismos en pro del único calificativo de españoles. Las Juntas Provinciales Vascongadas reunidas al estallido de la Guerra de la Independencia mantuvieron el apoyo y fidelidad a la nación española y llamaron a la lucha contra el invasor francés en nombre de la libertad y de la unidad de España. Así, en agosto de 1808, la Proclama de la Junta de Vizcaya decía:
"Los vascongados a los demás españoles:
Españoles somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos, arden nuestros corazones como los vuestros en deseo de venganza, y con dificultad contienen nuestra prudencia y patriotismo hasta mejor ocasión nuestros indómitos brazos, ya que quisieran derramar sobre el enemigo la muerte que nuestros generosos pechos saben arrostrar intrépidamente. Aragoneses, Valencianos, Andaluces, Gallegos, Leoneses, Castellanos, etc., todos nombres preciosos y de dulce recuerdo para España, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna memoria, y no os llaméis sino españoles...
Recibid, como prueba incontrastable del espíritu que nos anima, los holocaustos que ofrecen a la libertad española los Eguías, los Mendizábales, los Echeverrías, y otros infinitos vascongados..."
LEVANTAMIENTO DE LAS PROVINCIAS DE ESPAÑA |
Parte de guerra que el general Gabriel de Mendizábal dio a la Regencia y felicitación a los oficiales de la División Navarra por su bravo comportamiento durante la Guerra de la Independencia:
"La División navarra se ha cubierto de gloria en la batalla de esta tarde... El orgulloso enemigo se presentó en la orilla derecha del río Aragón, y los batallones de voluntarios en columnas de ataque, mandados por el brigadier Espoz y el coronel Cruchaga, lo arrollaron y envolvieron en las dos alas, mientras con la caballería de Húsares de Iberia su comandante Longa atacaba el centro... De los tres jóvenes guerreros, Espoz, Cruchaga y Longa debe esperar la Patria días tan gloriosos como dieron a la nación en el siglo XV Antonio Leiva y el conde Pedro Navarro."
Juan Antonio de Zaratiegui Celigüeta, secretario de Tomás de Zumalacárregui durante la Guerra de la Independencia:
"Los anales de la Historia refieren pocos ejemplos que puedan compararse con la guerra que el limitadísimo estado de la Navarra sostuvo contra las huestes de Napoleón."
Napoleón Bonaparte, durante su cautivo en Santa Elena:
"Esa desgraciada guerra española fue una auténtica tragedia. El origen de todas las desgracias de Francia."
JUAN ANTONIO ZARATIEGUI Y GABRIEL DE MENDIZÁBAL |
Barón de Thiebault en sus Memoires du general Barón de Thiebault:
"… desde 25 leguas de distancia venían a ver nuestras tropas… Si nuestra marcha les parecía una fiesta a los españoles, para nosotros fue un triunfo. Qué contraste entre tales manifestaciones y el odio, el encarnizamiento, la rabia con que esas mismas poblaciones estarían animadas contra nosotros antes de que pasara un año."
Antonio Capmany y de Montpalau, en su obra Centinela contra los franceses:
"No es éste tiempo de estarse con los brazos cruzados el que puede empuñar la lanza, ni con la lengua pegada al paladar el que puede usar el don de la palabra para instruir y alentar a sus compatriotas. Nuestra preciosísima libertad está amenazada, la patria corre peligro y pide defensores: desde hoy todos somos soldados, los unos con la espada y los otros con la pluma."
David Gates en su libro La úlcera española
"El emperador no tuvo en cuenta un hecho que se ha repetido a lo largo de los siglos: una simple conquista militar no basta para conseguir objetivos políticos."
Jaime Balmes en su periódico El Pensamiento de la Nación:
"Ni en Cataluña, ni en Aragón, ni en Valencia, ni en Navarra, ni en las provincias Vascongadas se alzó el grito a favor de los antiguos fueros. Independencia, Patria, Religión, Rey, hé aquí los nombres que se vieron escritos en todos los manifiestos, en todas las proclamas, en todo linage de alocuciones; hé aquí los nombres que se invocaron en todas partes con admirable uniformidad.
Cuando la monarquía había desaparecido, natural era que se presentasen las antiguas divisiones, si es que en realidad existían; pero nada de eso; jamás se mostró más vivo el sentimiento de nacionalidad, jamás se manifestó más clara la fraternal unidad de todas las provincias. Ni los catalanes vacilaban en acudir al socorro de Aragón, ni los aragoneses en ayudar a Cataluña, y unos y otros se tenían por felices si podían favorecer en algo a sus hermanos de Castilla (...) españoles, y nada más que españoles eran ..."
CENTINELA CONTRAFRANCESES, POR ANTONIO CAPMANY Y LA ÚLCERA ESPAÑOLA, POR DAVID GATES |
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