La caída de Constantinopla en poder del Imperio otomano en 1459 había generado el bloqueo de las rutas marítimas comerciales entre Europa occidental y las Indias orientales. Buscando rutas alternativas, a finales del siglo XV se desarrolló una carrera por las especias y otras valiosas mercancías que llevaría a España y Portugal a lanzarse a la aventura oceánica.
Durante las últimas décadas del siglo XV, Portugal había establecido una ruta marítima rodeando la costa atlántica africana, doblando el cabo de Buena Esperanza, y poniendo rubo a las Indias atravesando el océano Índico, gracias a la determinación de su promotor Enrique el Navegante y del marino Vasco de Gama. Castilla reaccionó y patrocinó la expedición de Cristóbal Colón a las Indias, pero atravesando el Atlántico rumbo al oeste que ocasionó el descubrimiento de América en 1592.
MAQUETAS DE NAOS EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS |
Tres décadas después, España ya había descubierto y colonizado buena parte del Nuevo Mundo, sin embargo, no había alcanzado las tierras de las especias asiáticas. El emperador Carlos V quiso retomar este proyecto. Al mando de Fernando de Magallanes, se reunieron cinco naos: Santiago, San Antonio, Trinidad, Concepción y Victoria; todas construidas en astilleros de la costa vasca y tripuladas por 237 hombres, buena parte de ellos eran procedentes de estas tierras.
La nao es un tipo de embarcación con grandes estructuras a proa (castillo) y a popa (alcázar), de propulsión a vela y con gran capacidad de carga. Se extendieron por el Mediterráneo durante los siglos XII y XIII, llegando al punto más alto de su evolución en el siglo XVI, cuando se convirtieron en protagonistas de los grades descubrimientos geográficos y de las primeras flotas de Indias.
La fortaleza estructural, el cuidado diseño de sus cascos, la especialización de su arboladura y su velamen las convirtieron en naves resistentes y veloces, aptas para hacer frente a las mareas gruesas de las navegaciones transoceánicas.
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN LA IGLESIA DE SAN SALVADOR DE GUETARÍA |
La nao Victoria fue construida en los astilleros de Zarauz, podía contener 85 toneles de porte (110 toneladas), tenía 3 palos de arboladura y 26 metros de eslora. Su coste de fabricación se especula al rededor de los 300.000 maravedís. Pertenecía a Domingo de Apallua hasta el día de su embargo por la Corona española el 23 de septiembre de 1518, según firmado por Pedro de Arismendi (hijo del propietario), cuyo documento se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla.
Esta armada a la Especiería fue organizada por la Casa de Contratación de Sevilla, organismo controlado en parte por los comerciantes y armadores vascos, junto a los andaluces, y aprovisionada desde la costa vasca por Nicolás Artieta.
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN EL OCEANOGRÁFICO DE SAN SEBASTIÁN |
Para la alimentación a bordo de la Victoria, se embarcó alguna vaca, así como carne y pescado en salmuera bizcocho, legumbres, tocino, harina, queso, almendras, miel, ajos, cebollas, aceite, vinagre, almendras, pasas, vino, agua… Y por si las reservas se agotaban, arpones, anzuelos y redes. A la ruta a seguir se destinaron cartas de marear, cuadrantes, astrolabios y agujas de marear, y al registro de los descubrimientos y de los gastos, pergaminos y cuadernos.
Por si se producían situaciones de guerra, portaban cañones, bombardas y falconetes, con sus correspondientes balas de plomo y piedra, y con 1.000 libras de pólvora, que también se emplearían para los 10 arcabuces a bordo. Asimismo, llevaban armas blancas, como ballestas, flechas, dardos, lanzas y picas, y armas defensivas como petos, cascos y escudos, además de dos armaduras completas.
Para las labores cotidianas se embarcaron cabos, lonas, poleas, clavos, faroles, tablones, candados, cazos para la pez, una fragua con fuelle, herramientas, una piedra de amolar, escudillas, cuencos, medias, pesas, balanzas y libros de cuentas. Para imponer la imprescindible disciplina, grilletes, y para el servicio religioso, hostiarios, cálices, misales, manteles de misa, corporales, baptisterios y vinagreras. Y para realizar el comercio se llevaron productos como tejidos, plomo, alumbre, cobre, peines, cuchillos, vidrio, gorros, pulseras y campanillas.
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS |
Carga completa de la nao Victoria:
731 costales de harinas
659 costales de legumbres
20 libras de azúca
4 cajas de carne de membrillo
30 libras de arroz
2 jarras de alcaparras
2 jarras de mostaza
10 quintales de miel
120 barriles de agua
110 barriles de aceite
82 pipas de vinos
1 pipa de harina
30 barriles de anchoa
15 barriles de pasas
11 barriles de pólvora
20 arrobas de ciruelas pasas
20 serones de higos
60 botijas de aceite o aceituna
40 botijas de vinagre
41 botijas de tocino
400 costales de bizcocho
50 ristras de ajo
19 arrobas de queso
3 fanegas de almendras
8 botas de habas
18 botas de garbanzo
Tripulación total de la nao Victoria:
45 tripulantes
9 oficiales
11 marineros
10 grumetes
2 pajes
10 criados
3 lombarderos
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN EL MUSEO NAVAL DE MADRID |
La organización de la expedición contaba con tripulación de origen vasca. De los 245 hombres que comenzaron la expedición, alrededor de 30 eran vizcaínos o guipuzcoanos, también hubo algún navarro.
En la nao Vitoria zarparon Lope Navarro, natural de Tudela, marino; Martin de Gárate, natural de Deva, carpintero; Ochoa de Bilbao, natural de Erandio, grumete; Pedro de Tolosa, natural de Tolosa, grumete; Juanico el Vizcaíno, natural de Somorrostro, grumete; Juan de Arratia, natural de Bilbao, grumete; Juan de Zubileta, natural de Baracaldo, paje.
Elcano Sebastián de Elcano, natural de Guetaria, fue maestre de la Concepción, terminó como almirante de la expedición en la >Victoria, junto a él Juan Acurio y Berriz, natural de Bermeo, fue contramaestre de la Concepción, y también terminó la expedición en la Victoria.
El resto de marinos vascos se repartieron en las otras cuatro naos, pero especialmente en la Concepción.
MAQUETAS DE NAOS EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS |
El 10 de agosto de 1519, partieron del puerto de Sevilla con el objetivo de abrir una ruta navegable por el oeste hasta las siete islas de las especias, las Molucas. Primero debían atravesar el océano Atlántico hasta la costa sur de América, y encontrar un desconocido paso hacia el océano Pacífico, el estrecho de Magallanes. Después de atravesarlo, reconociendo islas, pasaron por las Marianas hasta que alcanzaron las Filipinas. Allí, asaltados por los indígenas, murió el almirante Magallanes. La expedición ya había perdido a tres de sus barcos y la mayoría de los tripulantes.
Tras fallecer varios capitanes, el guipuzcoano Juan Sebastián Elcano fue nombrado capitán de la nao Victoria en las Molucas. Desde allí, inició la travesía de regreso, navegando hacia occidente a través del océano Índico hasta alcanzar el continente africano, y una vez doblado el cabo de Buena Esperanza poner proa a España. No tuvo la misma suerte la otra nao que partió desde las Molucas, la Trinidad, en dirección al este, que terminó perdida y encallada sin hallar una corriente favorable a través del Pacífico.
MAQUETA DE LA NAO VICTORIA EN LA EXPOSICIÓN FUIMOS LOS PRIMEROS |
La nao Victoria llegó a Sevilla el 8 de septiembre de 1522, con 18 marinos de los 245 iniciales, tras 32.000 millas navegadas. De esos 18 tripulantes, 4 eran vascongados: Juan Sebastián Elcano, capitán, de Guetaria; Juan de Acurio, contramaestre, de Bermeo; Juan de Arratia, grumete, de Bilbao; y Juan de Zubileta, paje, de Baracaldo.
Al año siguiente, otros 12 miembros de la Victoria fueron rescatados en Cabo Verde, tras ser arrestados por portugueses. Y en 1526, se encontraron a 3 supervivientes de la Trinidad.
El presupuesto de las cinco naos con su equipamiento, víveres, cartas e instrumentos náuticos, mercaderías y sueldos para cuatro meses ascendió a 8.334.335 maravedís, de los cuales la Corona financiaba 6.454.209 y el mercader y armador burgalés Cristóbal de Haro 1.880.126. Tras el regreso de la Victoria, la venta de sus mercancía generó unos ingresos de 8.680.551 maravedís, lo que supuso un beneficio neto de 346.216, es decir, un 4,5% de rentabilidad en tres años.
RÉPLICA DE LA NAO VICTORIA EN SEVILLA |
Aunque el alto coste en vidas no quedaba respaldado por la baja rentabilidad económica, aquella la expedición realizó la mayor hazaña marítima de los tiempos: completar la primera circunnavegación del planeta entre 1519 y 1522. Además de comprobar la esfericidad de la Tierra de forma empírica, descubrió que rodeándola siempre rumbo este se le sustraía un día al calendario.
Entonces, la tecnología naval vasca era la más avanzada de la Europa de principios del siglo XVI, y el alto nivel de conocimiento náutico de los marinos de la Monarquía española se combinaron para concluir la primera vuelta al Mundo. Un hecho que cambiaría de manera irreversible la manera de entender el mundo. La enrome travesía de la nao Victoria abrió las puertas de todos los océanos a la navegación europea, constituyendo la base sobre las que se establecerían las rutas comerciales que unirían a todos los continentes de la tierra.
DOCUMENTO DE EXPROPIACIÓN DE LA NAO VICTORIA |
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