17/01/2023

Industria armera de Eibar


La Noble y Leal villa guipuzcoana de Eibar es un municipio de una gran tradición industrial, encauzada principalmente hacia la fabricación de armas de fuego, que compiten con las más perfeccionadas en todos los mercados del mundo.

Eibar se constituyó como villa en 5 de febrero del año 1346, mediante carta puebla concedida desde Jaén por el rey castellano Alfonso XI, para que se levantara un pueblo cercado y torreado que había de ostentar el nombre de Villanueva de San Andrés, que se usó bien poco. Otorgó los privilegios, exenciones y franquicias del Fuero de Logroño. Y tras levantarse torres y muros, se construyeron las casas.

ARMADURA DE PIQUERO DEL SIGLO XVI

Se conoce la existencia de fábricas artesanales de armas desde la Edad Media. Antes de finalizar el siglo XV, la fabricación de armas estaba en uso en Eibar, ya que una Real Orden de 1538 encargaba 15.000 arcabuces a Juan Orbea y a Juan Ermua de Eibar, lo que prueba que ya antes de esta fecha se hallaba implantada esta industria en la localidad.

Esta fabricación exigía, además de artesanos del hierro, otros muchos obreros que se ocuparan en plantar árboles, otros en preparar leña, otros en hacer carbón y transportarlo a las herrerías y fraguas, otros en conseguir fresnos para picas, y nogales para cureñas o culatas.

A partir del siglo XVI, Eibar experimentó un estado de prosperidad creciente y, en unión de los vecinos de Placencia, laboraban armas de fuego solicitadas por la Provincia de Guipúzcoa y por la Corte de Madrid. Consta que la real fábrica de armas de Placencia se levantó cerca del 1573, y que en ella mandaba el gobierno que entregasen su obra los eibarreses.

Existen también varias disposiciones por las cuales se manda que en estas montañas se planten fresnos para la fabricación de picas, y nogales para culatas de mosquetes y arcabuces, demostrando que en estos pueblos se dedicaban de muy antiguo a la fabricación de armas blancas y de fuego.

En 1596, la Provincia de Guipúzcoa pidió 900 mosquetes para armar a los guipuzcoanos, también arcabuces. En 1601 el ayuntamiento de Eibar dispuso que ningún vecino llevase en el alarde arcabuz de chispa ni de pedernal, sino arcabuz de munición con cuerda y forma propia para la guerra, lo cual parece indicar que los arcabuces de chispa y de pedernal resultaban anticuados en esta fecha.

En 1658, varios particulares de Guipúzcoa acudieron a la Corte para hacer gestiones a fin de que se les permitiera tomar a su cargo la tarea de proveer de armas a quien lo solicitara, y hacer ajustes y asientos referentes a la industria de las armas. Aunque por facilitar el logro de sus deseos ofrecieron rebajar los precios corrientes, su pretensión fue denegada en junio de 1658, en virtud de la cual se estableció que no introdujeran reformas de ningún género en la fábrica de Placencia, sino que "continuase con la labor de las armas en la forma y con las calidades y circunstancias que habían corrido hasta entonces. En 1696 se confirmó por otra real orden la citada disposición.

El ilustrado Melchor Gaspar de Jovellanos escribió en su Diario las características de la industria armera, cuando el año 1791 se detuvo en Eibar:
"Lo que llaman fabricación de armas, no significa lo que se cree de ordinario. Varios artistas establecidos en Ermua, Eibar, Placencia, Elgóibar y Mondragón, trabajan las varias piezas de que se compone el fusil. Esta arte se ha subdividido en tres principales, que se ejercen separadamente: cañoneros, llaveros, cajeros, y aún hay otra de arreeros, que son los que fabrican guardamontes, baquetas, abrazaderas. Varios hay que saben hacer y hacen todo esto, aunque prohibido por la antigua ordenanza, mas por lo común cada artista trabaja en su ramo. Los cañoneros saben incrustar perfectamente las miras y puntos de plata y las piezas de adorno de oro en el hierro y empavonarle con la mayor perfección; los llaveros labran y esculpen el hierro en las formas que quieren, y le pulen con gran limpieza y lo mismo los arreeros; otro tanto hacen los cajeros en la labor de las cajas. El más célebre de estos artistas es el dueño de esta casa (don Juan Esteban de Burtindui), hijo de otro muy nombrado: su fama estriba en la excelencia de sus cañones, aunque hace todas las piezas. Trabaja para varios grandes y señores de la corte, para América, para Inglaterra, Francia, Rusia y otras partes, de donde le vienen encargos frecuentemente. En cada pueblo están reunidos en gremio los artistas de cada ramo, y eligen anualmente sus prohombres, á que llaman diputados (312), para el gobierno de los negocios comunes y contratas: por lo demás, cada uno trabaja para sí con sus oficiales: ninguno y nada de cuenta del Rey."

TALLER DE CERRAJERÍA EN LA EDAD MODERNA

En 1747, Eibar tenía 340 vecinos, 113 eran maestros y oficiales que se empleaban en el real servicio de armas de Placencia.

En el acta de la sesión que el 25 de abril de 1762 celebró el ayuntamiento de Eibar, hay una lista en la que figuran los maestros y oficiales casados trabajando en las reales fábricas de Placencia: forjadores 9, cajeros 35, chisperos 13, aparejeros 35, limadores 19, barrenadores 7, martilladores 11, rementeros 3. Total, 132. Además había 38 solteros correspondientes a todos los gremios, que, unidos a los casados, sumaban 170.

El armamento ordinario y corriente que se fabricaba en estos pueblos tenía gran aceptación por su solidez y elegancia, pero cuando se recibían encargos especiales para regalar a personajes de España o del extranjero, salían de estos talleres verdaderas obras de arte, que aún se admiran en los museos. Podríamos citar un juego de escopetas y dos pistolas de primorosa labor, que por encargo de la Diputación se hicieron para el príncipe Fernando VII en 1808; dos pistolas para el rey Carlos VI y dos sables para los infantes en 1814, con vaina de hierro sin soldadura. El mismo año se fabricaron con gran esmero las armas necesarias para los guardias de Corps, y después se han confeccionado verdaderas joyas de arte para muchos personajes, entre los cuales podemos incluir al rey Alfonso XIII, que posee varías escopetas fabricadas en talleres de Eibar.

FUSIL DEL SIGLO XIX, MUSEO ARMERO DE EIBAR

Paulatinamente, la labor manual se ha ido sustituyendo por la implantación de moderna maquinaria.

En el siglo XIX, las tres principales compañía fabricantes de armas eran la de Orbea y Cª, fundada en 1859 y que empleaba más de 500 obreros; la de Gárate, Anitua y Cª, especialidad en revólveres y pistolas, y la de Víctor Sarasqueta, Cortaberria y Cª, que fabricaba excelentes escopetas.

Más de medio centenar de grandes fábricas o talleres artesanales se extendían por el interior de la villa hasta las faldas de las montañas, donde trabajan cientos de obreros o familias autónomas, y que daban a Eibar un aspecto de población exclusivamente dedicada a confeccionar escopetas, pistolas y revólveres.

En 1914, se abrió una escuela de armería financiada con fondos de la villa, de la Diputación y del Estado. En su inauguración, hubo una exposición de artes e industrias vascongadas, con asistencia del ministro de Fomento y otras autoridades.

En las luchas militares en que en el transcurso de los tiempos ha intervenido la Provincia, al igual que los demás pueblos, Eibar contribuía con su compañía armada, acudiendo a los lugares que Guipúzcoa le señalara. Casi siempre el punto de destino solía ser la frontera de Francia.

El escudo de armas de la villa tiene, en campo de oro, la imagen de San Andrés con aspa roja, y sobre el yelmo un volante azul con letras de oro, que dicen: villa de Eibar. Desde el año 1908, dos ramas adornan el escudo: una de roble, representativa de la fuerza y el vigor, y otra de laurel, que simboliza la inteligencia.

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