El 1 de enero de 1607, cuatro de los nueve galeones de la denominada Escuadra de Vizcaya naufragaron frente a las dunas de Bidart, en la costa francesa del golfo de Vizcaya. La flota, al mando del general guipuzcoano Antonio de Oquendo, se dirigía de Lisboa a Pasajes para invernar. Fue sorprendida en el mar Cantábrico por un gran temporal del oeste. Cinco de las naves entraron de arribada forzosa en diferentes puertos, en Santander, Pasajes y La Coruña, pero las cuatro restantes, tras romper el timón, se vieron arrojadas a la costa vasco-francesa. Entre los escasos supervivientes estaba el propio Oquendo.
El número de víctimas según el historiador Cesáreo
Fernández Duro llegó a las 800, aunque Doyhamboure y Dupré-Moretti, manejando
nueva documentación, lo cifran en 232.
Lope Martínez de Isasti dio cuenta de este naufragio
en su Compendio Historial:
"El año de 1607 una noche obscura y tormentosa se perdió la armada del general D. Antonio de Oquendo en la barra de Bidarte en Francia con más de 800 hombres; y según pareció por relación de Logroño, causaron esta tormenta y pérdida las maléficas de la comarca."
NAUFRAGIO EN LA COSTA |
El doctor Isasti, presbítero de Lezo, caracterizado
por Julio Caro Baroja como "varón erudito y bueno pero cándido y poco agudo", como
muchos otros en la época creía en el poder atribuido a las brujas, llegando a
escribir, en 1618, una memoria sobre "las maléficas de Cantabria" recopilando
historias que había oído o leído.
Algunas aludían al poder de las brujas para producir
tempestades. Entre ellas figuraba la pérdida de la flota de Oquendo como
consecuencia de la tempestad desencadenada por María de Zozaya, mujer de Rentería
acusada de brujería, y sus compañeras.
Isasti incluyó en ese Compendio Historial dos ejemplos:
"Había veinte años que le sucedió a un sacerdote de Guipúzcoa que por amenaza que le hizo una barquera de mala fama porque no quiso embarcarse en su barco levantó una tempestad dentro de una hora, tan terrible que no se ha visto tal en muchos años, porque causó naufragios no solamente en la mar grande pero dentro de un brazo de mar que hundió cuantos barcos halló y peligró mucha gente. Y últimamente en la llegada del Rey nuestro señor en el puerto del Pasaje ahora dos años y medio, sobrevino de repente tal tormenta de aguas y viento que se ha dicho públicamente se juntaron cuantas brujas había en la comarca (...)"
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