General de galeras de la Carrera del mar del Sur, maestro de campo de las islas Filipinas, comerciante, constructor naval y alcalde de Manila a finales del siglo XVII y principios del XVIII
TOMÁS DE ENDAYA |
Tomás de Endaya nació en Orio, Guipúzcoa, en el siglo XVII, aunque otras fuentes aseguran que lo hizo en San Sebastián.
Llegó a las islas Filipinas en 1669, después de haber estado sirviendo como soldado en España. Durante su estancia de más de tres décadas en las islas Filipinas llegó a ser capitán a guerra de la provincia de Bay, dos veces alcalde de Manila, varias veces teniente de gobernador y capitán general de diversas provincias de las islas Filipinas.
Dentro del archipiélago, consiguió, por sus propios méritos, todos los grados que median entre el puesto de soldado sencillo con que empezó y el de maestre de campo general.
Con su eficiencia y capacidad de gestión se ganó la confianza de las autoridades superiores y, al mismo tiempo que fue ascendiendo en el escalafón militar. Se le fueron encomendando tareas que, aunque relacionadas indirectamente con el comercio, le pusieron en contacto con marineros, carpinteros, labradores que serían más tarde una de las bases sobre la que asentaría su influencia comercial.
Actividades que iban desde el aprovisionamiento de trigo en la Laguna de Bay para las travesías de los galeones, hasta de los cortes de madera para la construcción de barcos, convirtieron a Tomás de Endaya en el regidor interino de esta región en 1679.
Con el tiempo, llegó a ser en tres ocasiones (años 1670, 1677 y 1681) general de galeras de la Carrera del mar del Sur, controlando el comercio filipino con el Virreinato de la Nueva España. Supo extender su poder sobre el reparto de la carga de los barcos que hacía la ruta comercial de la Carrera de Indias Orientales, entre Manila y Acapulco, enriqueciéndose con gran rapidez y concentrando los beneficios en unos pocos.
GALEONES ESPAÑOLES DEL SIGLO XVII |
En 1691, fue nombrado maestre de campo de Filipinas, con un sueldo de 1.000 pesos anuales.
También se distinguió en la construcción de buques. En 1694, por orden del gobernador de Filipinas, Fausto Cruzat, construyó el galeón San José, el más grande que se había hecho en las islas hasta el momento, ante el asombro de todo el mundo. Se botó en Cavite en menos de nueve meses desde el inicio de su fabricación, lo que generó alguna polémica por las duras condiciones laborales de sus trabajadores. Al poco tiempo, el galeón quedó destrozado en la costa de Lubang por causa de un potente tifón, y más de 400 personas murieron ahogadas.
En la propuesta de candidatos que presentaba el gobernador Gabriel de Curucelaegui recomendaba en primer lugar a Endaya y afirmaba que era "un sujeto a todas luces benemérito y que pudiera lucir mejor a vista de vuestra majestad en España que en Filipinas".
Supo ganarse el favoritismo de gobernadores filipinos como Juan de Vargas, Gabriel de Curucelaegui y Fausto Cruzat, pero también la pérdida de influencia con Domingo de Zabalburu. Las redes políticas y familiares que había conseguido establecer permitieron conservar su prestigio y patrimonio gracias a comienzos del siglo XVIII. Sus protegidos y familiares como José Pestaña, Miguel de Elorriaga, Pedro de Abendaño y José de Aguirre fueron ascendiendo en la escala social por otras vías, lo que finalmente repercutió en el acaparamiento de gran parte de la carga del galeón y de importantes cargos y oficios de la ciudad.
GALEÓN DE MANILA |
Miguel de Elorriaga, casado con una sobrina de Tomás de Endaya, y que había llegado como piloto a Filipinas, fue nombrado general de galeras por recomendación de su suegro, Bernardo de Endaya.
El gran aliado comercial de Tomás de Endaya fue Francisco de Atienza Ibáñez. Desde 1680, establecieron estrategias que controlaban las redes comerciales, acaparando el reparto de boletas, la carga del galeón y la venta de productos en Acapulco, la India, Siam o Mindanao.
El hermano de Tomás, Bernardo de Endaya, pudo ascender en la sociedad de Manila gracias matrimoniar con la hija de una de las familias más poderosas y a situarle varias veces como cargador de la nao de Acapulco y general de galeras.
En 1708, Tomás de Endaya recibió mediante carta el agradecimiento rey Felipe V por haber acogido en su casa a los misioneros apostólicos de una expedición evangelizadora a China.
Fueron las acusaciones del gobernador Gabriel de Curucelaegui sobre tráfico ilícito y prácticas monopolísticas, además de fraude a la hacienda real, las causas que le llevaron a Tomás de Endaya a perder su fortuna y regresar a la España peninsular. Por eso, su último cargo militar fue el de capitán general de Canarias en 1712.
Su hijo, Manuel de Endaya, fue obispo de Oviedo.
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