Estas aspiraciones fueron consumadas veinte años después, cuando recibió el título nobiliario de marqués de Ovieco, el 27 de agosto de 1760, por real orden de Carlos III. La Carta de concesión del título expresa:
"Para recompensar los distinguidos servicios que hizo à la Corona, por espacio de quarenta años, el Theniente General de Marina Dn. Blas de Lezo, y con especialidad el de aver contribuido su valor y admirable conducta à salvarla la Plaza de Cartagena de Yndias en el famoso sitio, que la pusieron los Yngleses en el año de mil setecientos y quarenta, de que fueron rechazados, si con mucha gloria de las armas de tierra, nada menos de las de mar, que estubieron à su mando; y para asegurar en su ilustre Familia la buena memoria de sus meritos: hè tenido à bien hacer merced de titulo de Castilla à su hijo Dn. Blas de Lezo y Pacheco, que me sirve con aplauso en el empleo de conductor de embajadores, para si, y sus succesores perpetuamente, nacidos de legitimo matrimonio, libre de lanzas y medi-anata en lo que toca à su persona.
Tendrasse entendido en la Camara, para darle los Despachos correspondientes.
En Sn. Ildefonso à 27 de Agosto de 1760
Al Obispo Governador del Consejo"
En sus últimos días de vida y arrepentido por despreciar la valiosa contribución a la defensa de Cartagena de Indias en el asedio inglés de 1741, el ya exvirrey Sebastián de Eslava pidió al rey que restituyese el honor del marino vascongado:
"En 1762 Sebastián de Eslava le ruega al rey que anule las reales órdenes condenatorias contra Lezo, que se le reponga en sus derechos y categorías, como felizmente se hizo, y SM. Le concede el título de marqués de Ovieco, antigua aspiración reiteradamente manifestada por Blas de Lezo."
A Sebastián Eslava se le concedió el marquesado de la Real Defensa.
Blas de Lezo era señor de Ovieco en el momento de su fallecimiento, título que adquirió al casarse con Josefa Pacheco. Fue este el único reconocimiento posmorten: el transformar un señorío en un marquesado. Fue, por tanto, el primer marqués de Ovieco, título que heredó su primogénito y que siguieron varios descendientes hasta la actualidad:
- Blas Fernando de Lezo Pacheco y Solís (desde 1760)
- Blas Alejandro de Lezo y Castro
- Blas de Lezo y Garro
- José María de Lezo y Vasco
- José María Narváez y del Aguila
- José María Narváez y Pérez de Guzmán el Bueno (hasta 1941)
- Antonio Marabini y Bérriz
- Antonio Marabini Martínez de Lejarza (desde 2011)
- Antonio Marabini Martínez de Lejarza (desde 2011)
Otro de los reconocimientos fue una lauda sepulcral tallada de madera de 1774, en la que aparecen talladas las armas del apellido Lezo y, entre otros familiares ilustres, se lee el nombre del propio Blas de Lezo. También se aprecia el escudo de armas de la casa con dos lobos negros en campo de oro y dos estrellas en campo colorado. El lobo representa "la fiereza y valentía y vencimientos con presa y despojo", y las estrellas representan la "verdad, claridad, paz y ayuda a la patria".
Esta lauda se conservó en la parroquia de San Pedro de Pasajes, hasta su posterior traslado al Museo de San Telmo, en San Sebastián.
Gracias a este reconocimiento, los
descendientes de Lezo empezaron a obtener privilegios y nombramientos y a
emparentarse con la aristocracia del país. Su hijo Blas Fernando de Lezo y Pacheco fue investido en diciembre de 1771
por el rey como maestro de la Orden Cruces de Carlos III.
Otro de sus hijos, Tomás de Lezo y Pacheco, murió en 1782,
siendo gobernador de Santa Cruz de Bolivia.
Un sobrino de los anteriores, hijo
de una hermana, llamado Alvarado Lezo,
llegó también a ser almirante de la Real Armada.
Blas Alejandro de Lezo y Castro, hijo de Blas Fernando y segundo marqués
de Ovieco, fue nombrado académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando en 1815.
Otro Lezo, José
Lezo y Vasco, que vivió en la segunda mitad del siglo XIX, fue senador
vitalicio, además de llevar el título del marquesado.
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