06/02/2019

Fundación de los fueros de Jaca y de Estella por Sancho Ramírez


El Fuero de Jaca fue cabeza de innumerables fueros copiados, ampliados o mejorados que se recibieron en muchos territorios vascos, otorgados por reyes navarros. Y lo que es más importante, el Fuero de Jaca fue otorgado por Sancho V Ramírez, rey de Aragón-Pamplona en el año 1077. Desde la perspectiva de relación entre el Reino de Navarra y los territorios vascos, el rey Sancho Ramírez, al otorgar el fuero, era rey no sólo ya de Aragón, sino también de Pamplona. Fue el rey de aragoneses y pamploneses quien por primera vez otorgó un fuero municipal, y que sería el modelo de los futuros fueros municipales navarros y vascos. Sancho Ramírez, nieto de Sancho III Garcés el Mayor, estuvo en el origen de aquellos buenos fueros.

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SANCHO RAMÍREZ TOMANDO JURAMENTO A SUS HIJOS Y ESCUDO REAL

La gestación del Fuero de Jaca tuvo un carácter más político que jurídico. Durante las décadas de los 60 y 70 del siglo XI, los centros neurálgicos del Reino de Aragón experimentaron la llegada de nuevos pobladores de origen franco y de mucho prestigio en la arquitectura, escritura y artes liberales, así como en ciencia. Tuvo que ver mucho la Corte de la esposa de Sancho, Felicia, y los cambios en las autoridades eclesiásticas de la reforma de la Iglesia. Las circunstancias históricas convertían al Reino de Aragón en un foco de atracción para los francos de forma pacífica.

Para Sancho Ramírez, era el momento de poner en marcha algún instrumento político que retuviese a los que llegaban y atrajera a otros. Ese instrumento fue la Carta de población del Fuero de Jaca. Una herramienta jurídica establecida para atraer y retener a esa magnífica población de francos y europeos, con esa fuerza cultural que iría aumentando también los recursos humanos y, por tanto, la fuerza militar del reino. Por esa razón se conoce como Fuero de francos en un doble sentido: atraer franceses (francos) y exonerar las transacciones comerciales de determinados impuestos o franquicias.

Consultó el rey Sancho Ramírez a los más expertos en leyes y decidió que el mejor cauce sería aquella carta de población, aquel breve Fuero de Jaca promulgado en 1077.

Las tres características principales que vertebraban el Fuero de Jaca son:

1. Dispensar a los habitantes de Jaca de los malos fueros, es decir, pesados tributos y cargas vejatorias para los habitantes.

2. Atraer población de más allá de los Pirineos, mediante la garantía de su libertad y la consideración, tanto de los burgueses como mercaderes en igualdad con los caballeros.

3. Fomentar la adquisición de propiedades privadas y fuertes garantías para su protección.

Este ámbito de libre comercio, que podría se equiparable en la actualidad a un paraíso fiscal, unido al hecho de ser un centro neurálgico del Camino de Santiago convirtieron pronto a Jaca en una gran ciudad y la capital del rey de aragoneses y pamploneses.

El Fuero de Jaca abrió las puertas para asentar la sede episcopal de Aragón en aquella floreciente ciudad. Jaca tuvo su obispo, algo imprescindible para ser la nueva capital del reino. Trasladar a Jaca la sede episcopal de Aragón (que no tenía ubicación fija), fue una muestra de la preclara visión del rey.

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CATEDRAL DE JACA

En el año 1090, Sancho Ramírez quiso trasladar a Lizarra la experiencia de Jaca, pero su proyecto chocó con los intereses de San Juan de Peña, que prefería asentar la población de los francos en Zarapuz, propiedad del monasterio y también situada en el Camino de Santiago, cerca de Irache.

Sancho V Ramírez mantuvo su elección de Lizarra, y para no enfrentarse con los monjes les entregó diezmos de todas las rentas reales, más todas la iglesias parroquiales que se levantaron, más un solar para edificar casa en la nueva población. Los pobladores se establecieron junto al río Ega, en su margen derecha y junto a un castillo que por entonces se llamaba Estella. Todos eran francos, que se fueron agrupando en la parroquia dedicada a San Pedro. No mucho después se desarrollaron dos barrios a ambos lados del primer núcleo urbano, y también habitados por francos.

El Fuero de Jaca fue modelo de Fuero de Estella, otorgado por el mismo Sancho Ramírez en el año 1090. A través de Estella el fuero pasó a San Sebastián y a otras villas en los territorios vascos.

Los artículos del Fuero de Estella son una transcripción literal del Fuero de Jaca, con unas pequeñas variantes, típicas de la ciudad de Estella. Esta fórmula estellesa del modelo jacetano se aplicó a otros núcleos urbanos de Navarra donde se instalaron francos. Pero en este fuero había algo identitario y característico, a pesar del origen aragonés.

Las localidades que lo recibieron (Puente la Reina, Olite y Monreal, etc.) nunca tuvieron relación alguna con la ciudad de Jaca para consultas ni apelaciones. Y tales ciudades nunca llegaron a regirse por el Fuero Extenso de Jaca. La gran excepción fue Pamplona, que al recibir expresamente el Fuero de Jaca en el año 1129, acogió todas las innovaciones que habían enriquecido el Derecho jacetano en su ciudad de origen. Pero ésta es una cuestión discutida. Según Lacarra, sí que se acudía para aclarar e interpretar el texto de los fueros, pero no en apelación, al menos desde la prohibición de Sancho VII el Fuerte.

En todo caso, sea por el Fuero Breve, sea por el Fuero Extenso de Jaca, hay una cuestión indiscutible que remite el origen de la mayoría de los fueros navarros y muchos de los territorios vascos a la iniciativa y el impulso político del rey aragonés Sancho Ramírez.

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EXTENSIÓN DEL FUERO DE JACA

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