La Hispania cristiana del siglo XI comenzó bajo la
hegemonía del Reino pamplonés. Ya finalizado el siglo anterior, los monarcas
pamploneses coparon toda suerte de influencias en los territorios cristianos.
Los necesarios acercamientos entre éstos para establecer un frente común ante
los incesantes ataques de Almanzor, dieron como fruto alianzas que estrecharon
lazos entre hermanos de religión.
A comienzos de milenio moría García II Sánchez el Temblón,
siendo sucedido por Sancho III Garcés el Mayor, el cual
ejerció su carisma de forma tan brillante que pronto aspiró con fuerza al
dominio de todos los territorios cristianos en la península Ibérica. Heredó el
extinguido linaje de Fernán González por su esposa doña Mayor, y en nombre de
su mujer pasó a gobernar las tierras castellanas desde su pequeño Reino de
Pamplona. Cuando tenía quince años se había extendido por La Rioja, hasta las
riberas del Ebro, y como gran señor de los reinos cristianos se puso a
intervenir en los asuntos galaicos, conquistando las zonas de Lugo. Por el sur
llegó al Duero y por el norte se hizo con los condados pirenaicos de
Sobrarbe y Ribagorza, mientras en la frontera del Ebro logró el vasallaje de los
moros Beni Qasi de Zaragoza a él. Al mismo tiempo, conseguía una autoridad
política relativa sobre los condes de Barcelona y de Gascuña.
DOMINIO E INFLUENCIA DE SANCHO EL MAYOR |
Después, Sancho III extendió su influencia sobre León por lazos familiares, reforzada por su autoridad militar. Esta supremacía en
todo el territorio hispánico cristiano fue reconocida por todos. El abad de
Ripoll, Oliba, suprema autoridad religiosa en aquellas tierras, y personaje de
gran prestigio intelectual, le llama Rex Ibericus; bajo su gobierno
empezó a construirse la primera catedral románica, la de Palencia, y en el año
1034 entró en la urbe regia de León y se hizo acuñar moneda en Nájera con el
título de Imperator. No era emperador al estilo romano, pues esa
titularidad correspondía al Sacro Imperio y Bizancio en Oriente, sino como el
primer emperador de los reinos españoles, rey sobre reyes y condes cristianos
peninsulares.
De aquella primera patria hispana, gracias a Sancho
III se pasó a los grandes reinos cristianos, capaces de las grandes batallas de
Reconquista: Castilla, Navarra y Aragón fueron su herencia.
Con sus victorias y alianzas traspasaron las fronteras pirenaicas, se abrieron a Europa, vertebró los diversos territorios y creó una cierta conciencia de comunidad. Sus hombres de letras recorrieron otros países, se armonizó la misión real y fue no sólo un guerrero hábil que supo mantener la paz, sino un político inteligente y un gobernante con miras de altura, un Hispaniarum Rex, el primero en aquella época clave que fue el cambio de milenio.
El heredero de Ramiro I de
Aragón, hijo natural de Sancho III de Pamplona, fue Sancho I; en su reinado siguió ampliando
los límites de Aragón que empezara su padre.
CAMINO DE SANTIAGO POR NAVARRA, RIOJA Y PAÍS VASCO |
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