Marino, armador, mercader, militar y corsario durante el reinado de los Reyes Católicos, capitán general de la Armada de Vizcaya
Íñigo Artieta era natural de Lequeitio, Vizcaya, donde nació en 1440, procedía de una familia de mercaderes del siglo XV de la villa de Lequeitio. Su padre, Nicolás Ibáñez de Artieta, fue también marino, armador y comerciante y estuvo presente con sus barcos en las diferentes Armadas que mandaron formar los Reyes Católicos contra sus enemigos.
En 1476, se preparó una flota de 12 embarcaciones (3 naves vizcaínas y 9 carabelas andaluzas) para luchar contra los barcos portugueses que traían oro y esclavos de Guinea. Una de estas carabelas era propiedad de Iñigo. Los enfrentamientos entre Castilla y Portugal se producían por la sucesión al trono de Castilla entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica, y por el monopolio comercial de Guinea que pretendía Portugal.
En 1477, participó con su carabela Santa María Magdalena, en una nueva flota militar con destino a Guinea. La nave fue fletada por el doctor Rodríguez Lilo, del Consejo Real.
Entre los años 1477 y 1498, sus barcos actuaron en el Mediterráneo, uniendo comercialmente la península Ibérica con las islas Baleares y estas con la península Itálica y Sicilia, transportando sardinas, atún, trigo y sal. Durante estos viajes por el Mediterráneo, se dedicó también al corso e hizo varios apresamientos de naves.
En 1491, se concedió a Íñigo de Artieta un permiso para la construcción de una carraca, para lo cual los reyes despacharon una carta por la que se instaba al Corregidor para que no se le cobrase ningún impuesto ni sufriese ningún daño por la construcción en Laida. Los Reyes Católicos daban estas facilidades a los armadores para incentivar la construcción de barcos para formar armadas, otorgando privilegios a los armadores que construyeran naves cada vez más grandes, así en 1436, premiaban los barcos de más de 600 toneles de capacidad. Íñigo de Artieta se benefició de esta promoción por la nave de 900 toneles construido en Lekeitio.
En 1492, Iñigo de Artieta participó activamente en la organización de la Armada de Vizcaya siendo capitán general, cuyo encargado de reunir las embarcaciones fue el capitán bilbaíno Juan de Arbolancha.
La misión principal de la armada era proteger la navegación castellana de la Ruta de las Indias en el estrecho de Gibraltar y costas atlánticas, y frenar el comercio marítimo portugués. Acciones que se desarrollaron en aguas del estrecho de Gibraltar contra embarcaciones portuguesas hasta el Tratado de Tordesillas.
Los ataques turcos en Sicilia y Nápoles hicieron que Íñigo formara parte de la Armada de Sicilia, en 1494, junto a sus naves de la Armada Vizcaína. Estando a las órdenes de Garcerán de Requesens, capitán general de la Armada de Sicilia, participó en el bloqueo de Gaeta y logró que sus enemigos no pudiesen recibir vituallas por mar. En esta ocasión navegaba en compañía de su hermano Francisco de Artieta, preboste de la villa de Tabira de Durango.
Íñigo de Artieta era poseedor de una merced real para cuatro lanzas mareantes. La concesión de una merced tenía por objeto que el que disfrutaba de ella realizase cierto trabajo provechoso para el reino. Por tanto, la concesión de una merced tenía en el Señorío de Vizcaya el exclusivo fin de que el beneficiario de ella sirviese el reino con armamento en proporción a la cuantía de la concesión. El beneficiario de una merced pagaba con ella un número prefijado de lanzas o ballesteros que eran los que se encargaban de combatir por él cuando el rey convocaba a las armas. En Vizcaya casi todas las lanzas y ballesteros que se concedían eran mareantes, y su obligación era servir por mar exclusivamente.
El mismo Íñigo de Artieta, en 1503, contrató con las religiosas Dominicas de Lekeitio, ante el escribano Juan Ortiz de Jáuregui, la cesión de 8.600 maravedis de juro que recibía anualmente de los Reyes Católicos.
En 1476, se preparó una flota de 12 embarcaciones (3 naves vizcaínas y 9 carabelas andaluzas) para luchar contra los barcos portugueses que traían oro y esclavos de Guinea. Una de estas carabelas era propiedad de Iñigo. Los enfrentamientos entre Castilla y Portugal se producían por la sucesión al trono de Castilla entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica, y por el monopolio comercial de Guinea que pretendía Portugal.
En 1477, participó con su carabela Santa María Magdalena, en una nueva flota militar con destino a Guinea. La nave fue fletada por el doctor Rodríguez Lilo, del Consejo Real.
Entre los años 1477 y 1498, sus barcos actuaron en el Mediterráneo, uniendo comercialmente la península Ibérica con las islas Baleares y estas con la península Itálica y Sicilia, transportando sardinas, atún, trigo y sal. Durante estos viajes por el Mediterráneo, se dedicó también al corso e hizo varios apresamientos de naves.
En 1491, se concedió a Íñigo de Artieta un permiso para la construcción de una carraca, para lo cual los reyes despacharon una carta por la que se instaba al Corregidor para que no se le cobrase ningún impuesto ni sufriese ningún daño por la construcción en Laida. Los Reyes Católicos daban estas facilidades a los armadores para incentivar la construcción de barcos para formar armadas, otorgando privilegios a los armadores que construyeran naves cada vez más grandes, así en 1436, premiaban los barcos de más de 600 toneles de capacidad. Íñigo de Artieta se benefició de esta promoción por la nave de 900 toneles construido en Lekeitio.
NAO DE LA ARMADA DE VIZCAYA |
En 1492, Iñigo de Artieta participó activamente en la organización de la Armada de Vizcaya siendo capitán general, cuyo encargado de reunir las embarcaciones fue el capitán bilbaíno Juan de Arbolancha.
La misión principal de la armada era proteger la navegación castellana de la Ruta de las Indias en el estrecho de Gibraltar y costas atlánticas, y frenar el comercio marítimo portugués. Acciones que se desarrollaron en aguas del estrecho de Gibraltar contra embarcaciones portuguesas hasta el Tratado de Tordesillas.
Los ataques turcos en Sicilia y Nápoles hicieron que Íñigo formara parte de la Armada de Sicilia, en 1494, junto a sus naves de la Armada Vizcaína. Estando a las órdenes de Garcerán de Requesens, capitán general de la Armada de Sicilia, participó en el bloqueo de Gaeta y logró que sus enemigos no pudiesen recibir vituallas por mar. En esta ocasión navegaba en compañía de su hermano Francisco de Artieta, preboste de la villa de Tabira de Durango.
Íñigo de Artieta era poseedor de una merced real para cuatro lanzas mareantes. La concesión de una merced tenía por objeto que el que disfrutaba de ella realizase cierto trabajo provechoso para el reino. Por tanto, la concesión de una merced tenía en el Señorío de Vizcaya el exclusivo fin de que el beneficiario de ella sirviese el reino con armamento en proporción a la cuantía de la concesión. El beneficiario de una merced pagaba con ella un número prefijado de lanzas o ballesteros que eran los que se encargaban de combatir por él cuando el rey convocaba a las armas. En Vizcaya casi todas las lanzas y ballesteros que se concedían eran mareantes, y su obligación era servir por mar exclusivamente.
El mismo Íñigo de Artieta, en 1503, contrató con las religiosas Dominicas de Lekeitio, ante el escribano Juan Ortiz de Jáuregui, la cesión de 8.600 maravedis de juro que recibía anualmente de los Reyes Católicos.
VILLA DE LEQUEITIO |
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