Otro de los asentistas vascos del último tercio del XVII
Pedro de Aróstegui era natural de San Sebastián. En 1679, el duque de Medinaceli aprobó el primer asiento de Aróstegui, a pesar de haber recibido otras ofertas más ventajosas que ésta, por el cual, se comprometió a fabricar en los astilleros de Basanoaga, para agosto de 1680, dos galeones de 800 toneladas, uno para capitana y otro para gobierno, y un patache. Las obras de los tres barcos se fueron demorando ante la falta de asistencia económica de la Corona. A este problema, se sumó el escaso caudal de Aróstegui. Por todo ello, abandonó el asiento. Tras ello, Villanueva, además de adelantar el dinero para los tres barcos, se hizo cargo del asiento.
Tras este fracaso, Pedro de Aróstegui reapareció en la escena de la construcción naval en 1683 con la manufactura de dos galeones de 1.200 toneladas cada uno.
En 1696, Aróstegui suscribió un nuevo asiento con la Corona para la fábrica de dos galeones en los astilleros de Basanoaga. Sin embargo, Aróstegui después de haber arrendado las instalaciones de Basanoaga y haber logrado el uso exclusivo de las mismas, decidió, finalmente, ejecutar los barcos en los astilleros de Mápil. Esto creó un gran malestar entre los vecinos de Rentería porque pensaban que, con esta actitud de Aróstegui, sus astilleros quedaban desprestigiados. Pedro de Aróstegui falleció y el asiento lo terminó su hijo Pedro Francisco de Aróstegui.
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