22/01/2022

Acceso de los vascos a la economía del Imperio español en América


Desde la llegada de los primeros colonizadores españoles al continente de América a finales del siglo XV, empezaron a forjarse las primeras élites vascas. Se dedicaron a la administración y gobierno, a las milicias, al sector mercantil y minero, e incluso combinando varias de estas actividades.

Se especializaron en la administración de la hacienda indiana, como oficiales reales en los tribunales de cuentas, pero fue en el campo del comercio y la navegación donde los vascos fueron tomando posiciones, hasta llegar a constituir el grupo más poderoso de españoles a ambos lados del Atlántico. Después de Andalucía, las regiones vascas fueron las más beneficiadas de la empresa colonizadora en toda España.

Entre 1493 y 1508, un 6% del contingente de europeos que viajaron a América, fueron vascos, porcentaje que descendió en la década siguiente. Durante las dos primeras décadas del siglo XVI, el destino preferido de los guipuzcoanos fue Puerto Rico, mientras que el de los vizcaínos fueron Cuba y Santo Domingo.

Durante el período de 1493-1519, los vascos que acudían como criados solo representaron un 4,2%, en cambio los vascos que eran pilotos, maestros y capitanes de buque alcanzan un 6,8%, es decir, la segunda región española tras los andaluces. Este porcentaje aumentó hasta el 13% cuando se trataba de marineros, grumetes y calafetes, y de un 18% en los que se refiere a mercaderes, profesión por excelencia de los vascos en América.

SEVILLA, SIGLO XVI

Una de las causas de este auge fue el hecho de que desde el inicio del descubrimiento de América, varias colonias de vascos ya estaban establecidas en Sevilla y en el Atlántico andaluz.

La Española era una base de expediciones de toda clase. Por esta isla pasaron muchos vascos que después aparecieron en las empresas continentales. Tenían intereses en esta isla Juan de Lacosa, Lope de Olano, Juan Martínez de Zamudio, Pedro de Arbolancha, etc., instalados desde el 1502.

Otros vascos afincados en la isla, a comienzos de siglo fueron el licenciado Alonso de Zuazo, Diego de Leguizamón, Matías Ortiz de Eibar, Juan de Eibar, María Ortiz de Eibar, Juan de Aréchaga, Pedro de Eibar, Juan Ochoa de Zubicoa, Pedro de Oñate, Clemente López de Ochandiano, Sancho Ortiz de Urrutia y Martín de Arraga.

La lista de vascos en Santo Domingo es larga, siendo los más representativos Cristóbal de Vergara, Bernardino de Gamarra, Juan Loyno de Vergara, Pedro de Arana, Jorge de Vitoria, Lorenzo Zozo, Juan de Celaya, Martín de Isasaga, Pedro de Marquina, Francisco de Otalora y otros.

El primer colono que explotó varias industrias agrícolas en Puerto Rico fue Juan Mejía Guiluz o Eguiluz.

MERCADERES VASCONGADOS EN SEVILLA

En la primera etapa descubridora, entre 1500 y 1519, la participación vasca, con naves y hombres fue intensa y alta en relación a los procedentes de otras regiones de España. El 7% de los europeos que llegaron al Nuevo Mundo eran vascos. En la isla La Española eran un 8,5%, en Puerto Rico un 16%, y en Panamá un 10%. Eran el 10% de los capitanes, maestres y marineros de las expediciones navales que zarpaban de Sevilla; y un 18% eran mercaderes, 20 entre 110. La mayoría de estos colonizadores vascos eran comerciantes y apoderados avecindados en Sevilla.

Uno de esos mercaderes vascos establecidos en Andalucía y pionero en el comercio con las Antillas fue el bilbaíno Pedro de Arbolancha. Estimulado por los beneficios que garantizaban las disposiciones de los Reyes Católicos, este comerciante fue oficial de Contaduría general en la isla La Española. En 1513, fue nombrado visitador de indios, llegando a poseer un repartimiento de indios y conseguir una fortuna. Ese mismo año, realizó exploraciones por Panamá junto a Núñez de Balboa, tomando parte del descubrimiento del océano Pacífico. A su vuelta a España, entregó cartas, informes, oro, perlas y otros presentes en la Casa de Contratación de Sevilla, y desde allí a la Corte para informar al rey. En 1525, envió a controlar sus negocios de la isla La Española a Francisco de Arista y Pedro de Bidaguren, pues residía ya en Sevilla.

Procedentes del segundo viaje de Colón, Francisco de Garay fue el primer expedicionario que descubre minas de oro en América (Santo Domingo), convirtiéndose en un rico hacendado en Jamaica, Santo Domingo y Puerto Rico.

Uno de los grupos familiares con mayor cohesión en América, durante los primeros años de la colonización, fue el de los Urrutia, naturales de Valmaseda. En 1508, Sancho Ortíz de Urrutia y Juan de Urrutia iniciaban su andadura en el mercado indiano, especialmente en Santo Domingo, a donde trasportaba productos férreos y textiles. Allí se asociaron con otros emprendedores de origen vascongado, como Martín de Zubizarreta, Ochoa Iñiguez de Ochandiano y Martín Pérez de Achotegui, Juan Martínez de Lexturi, Juanés de Astigarraga y el capitán de tropas y empresario Martín de Murga.

Miguel de Gaviria había remitido, en 1508, una importante partida de herrajes y azadones a Antonio y Pedro de Llanos en isla La Española, y cuyo importe habría de intentar cobrar el mercader Andrés de Aróstegui, destinado en la isla.

Juan de Iranzo, que mantenía una intensa actividad con comerciantes de Puerto Rico, en 1514 remitió a dicha isla con Bartolomé Fernández, maestre de la nao Santa Ana, 25 toneladas de mercaderías diversas.

MERCADERES VASCOS EN UN PUERTO COMERCIAL DEL IMPERIO ESPAÑOL

En la segunda etapa de la colonización americana, entre 1520 y 1539, los destinos se ampliaron por el Virreinato de la Nueva España, por Tierra Firme (América Central) y por el Virreinato del Perú. De los 169 mercaderes que emigraron, los vizcaínos eran el segundo grupo tras los sevillanos, mientras que burgaleses y guipuzcoanos siguieron entre los grupos de nacionales más concurridos.

Una gran actividad a la que se dedicaron los vascos es este período fue la minería, ya que un 13, 2% de ellos se embarcaban como mineros, hacia México y Perú.

Entre los primeros eibarreses que emigraron al Nuevo Mundo figuran Martín de Ibarra y Laurenbide, en 1526, y Ortuño de Ibarra y Mendilibar, en 1538. Ortuño de Ibarra partió con destino a la conquista del Virreinato de la Nueva España y llegó a ocupar el cargo de tesorero general de aquel territorio y factor del rey. De la familia de los eibareses Ibarra, también llegó Martín de Ibarra, pero serían sus sobrinos Francisco y Diego, en la década de 1540, quienes fundarían una potente explotación minera argentífera.

Domingo de Solaruce, compañero de Pizarro en su segunda expedición, se hizo cargo de la compañía de Martín de Zubizarreta a su muerte, en 1529. Fue nombrado regidor de Túmbez, mantuvo negocios en común con los conquistadores Pedro de Alvarado y el alavés Pascual de Andagoya, y se convirtió en el empresario más destacado de la ruta que se estableció entre el Perú y el istmo Panamá, en 1535. Pero especialmente, tuvo grandes vinculaciones con los socios de Urrutia. En el mercado peruano se convirtió en el primer traficante de negros, entre 1529 y 1539, introdujo en México, Tierra Firme y Perú, mediante licencias propias o a terceros, 500 esclavos.

En conjunto, la dedicación de los vascos y el éxito que la acompañó desde las primeras décadas de la colonización es algo más que evidente, éxito ejemplarizado en las figuras de Solaruce o los Urrutia.

ESCUDO DE LA CASA DE CONTRATACIÓN DE BILBAO

Hacia mediados del siglo XVI, el centro del Virreinato de la Nueva España ya había sido conquistado y pacificado, y como los puestos administrativos, militares y políticos estaban en manos de los castellanos principalmente, los vascos se trasladaron al occidente y noroeste y, después de fundar Guadalajara en lo que fue el Reino de la Nueva Galicia, siguieron hacia Zacatecas, donde fundaron un importante centro minero de plata.

Dos sagas de familias vascas, los Oñate y los Ibarra, encabezadas por Cristóbal y Juan de Oñate, y por Diego y Francisco de Ibarra, convirtieron su expansión descubridora y el uso de sus cargos institucionales en una ambiciosa empresa familiar, fundando ciudades y explotando las minas de plata de Zacatecas y Guanajuato tan importantes para el futuro del Imperio. Desarrollaron la economía las provincias de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo México, basadas en el comercio y la minería.

En 1563, partió Ibarra hacia la Nueva Vizcaya, donde fue gobernador y capitán general. La mayoría de los peninsulares que participaron en la expedición eran vascos. Algunos cuantos se quedaron en el nuevo territorio que, con el tiempo, llegaría a tener una superficie superior a 400 mil kilómetros cuadrados: adquirieron tierras e introdujeron el ganado lanar en sus propiedades. Sus descendientes las transformaron poco a poco en latifundios dedicados a la cría de ovejas.

Francisco de Urdinola era natural del valle de Oyarzun, cuando llegó a México sirvió en la milicia en una época en que se llevó a cabo la expansión española por la Provincia de Nueva Vizcaya. Urdiñola se había enriquecido gracias al comercio con Manila y a la explotación de las minas de México. Fue gobernador de la Nueva Vizcaya y fundó Monterrey, ciudad situada en Nuevo León. Adquirió más tierras en el este para fundar así un emporio de casi cinco millones de hectáreas que llegaba hasta Texas. Aunque la mayor parte de la tierra eran pastizales pobres y desierto, había también algunos oasis con mucha agua para irrigar los campos y los viñedos, cultivo este al que Urdiñola dio mucha importancia. Fundó el latifundio más grande del norte del Virreinato dedicado a la cría de ovejas y estableció la bodega vinícola en la Hacienda de Santa María de las Parras, en Coahuila.

Otro de los pioneros fue el primer Simón Bolivar, un ancestro del libertador, un vizcaíno regidor del Cabildo de Caracas y el primero en conceder licencias para adquirir esclavos africanos y explotarlos en el cultivo masivo del cacao. Fue el fundador de la primera Escuela de Gramática Castellana en Venezuela, futura Universidad de Caracas. Más tarde, fueron otros dos vascos quienes se encargaron de la escuela: Juan de Artega y Simón de Basauri. Bolivar terminó de contador general de la Real Hacienda.

El ejemplo de Bolivar fue muy típico entre los vascos allí presentes, ocupándose del comercio y de la administración y de las haciendas reales, creando unas auténticas élites americanas. Como por ejemplo el vizcaíno Martín Calvo de la Puerta y Arrieta, empezando como escribano público en La Habana llegó a ser notario de la ciudad, iniciando la industrialización azucarera y dedicándose al comercio logró una fortuna. Su familia se convertiría en una élite habanera y poseedora de títulos de Castilla en el siglo XVIII.

El navarro Martín de Aróstegui, empezó como apoderado del cabildo de La Habana en 1638. Su nieto Martín de Aróstegui fundó la Compañía Habanera, siendo los Aróstegui otra élite cubana.

La introducción de negros en Cuba, en las vegas de Vuelta Abajo, fue obra de Sancho de Alquizar, pero ya en 1616. Anteriormente había sido gobernador de Caracas y bajo su mando en Cuba se inició el auge del contrabando.

EXPLOTACIÓN MINERA EN POTOSÍ

Al finalizar el siglo XVI, la comunidad vasca de San Luis de Potosí, controlaba las fábricas mineras (el 80% de las 132 explotaciones eran de vascos en 1580), tenía mayoría parlamentaria en el municipio (de los 12 regidores 6 eran vascos), y dominaba el mercadeo de la plata (de 12 mercaderes 8 eran vascos). Se constituyeron en hermandad de ayuda mutua, con sede en el templo de los agustinos del lugar, aunque no se oficializaron los estatutos. Y lo mismo ocurrió por aquellos años en la Ciudad de los Reyes (Lima), donde algunos vascos se reunían, con fines iguales y la misma informalidad de los de Potosí, en el convento de San Agustín.

Como han demostrado los historiadores argentinos César García Belsunce y Susana Frías, los vascos fueron una de las colonias más importantes en el Buenos Aires colonial y las primeras ciudades españolas en el Rio de la Plata. Muchos fueron los vascos que participaron en estas epopeyas.

En el siglo XVI, de las 157 familias procedentes de la España peninsular que se establecieron en Chile, 39 de ellas tenían apellidos vascos.

En la fundación de Santiago de Chile, el trazado era realizado por el alarife Pedro de Gamboa, natural de Elgorrieta, y compañero de armas, el navarro de Lara, Pedro de Miranda. Según el literato y filósofo Miguel Unamuno "La Compañía de Jesús y la República de Chile son las dos grandes hazañas del pueblo vascongado".

Los inmigrantes vascos seguían llegando y se casaban con las hijas de los vascos llegados primero y así, para finales de siglo XVI surgió un grupo de criollos dueños de propiedades que vendían ovejas al centro de la Nueva España, en donde a su vez se surtían de mercancías importadas de Europa.

Una de esas familias de origen vasco fue la de Jugo-Urkidi, constituida por el migrante Agustín Urkidi, y la hija de Pedro Jugo, cuyas propiedades, aquel había estado administrando. Pedro Jugo también inmigrante, se convirtió en el administrador de otro compatriota, Orrantia, con cuya hija se casaría más tarde; de esta manera, la cadena se remonta hasta la Nueva Vizcaya.

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