28/09/2025

Mentalidad militar y naval de los vascos


En la Monarquía Hispánica de la Edad Moderna, guerra y sociedad estaban intrínsecamente vinculadas entre sí: la sociedad como inspiradora de formas de guerra; la guerra como agente de transformación social, y la guerra como principio de la organización social. Todos los miembros de los linajes y casas nobiliarias se caracterizaban por vivir de estos valores sociales y bélicos y por desarrollar una constante participación en la política exterior e interior de los monarcas Austrias, primero, y Borbones, después.

En el caso de las provincias vascas, tenían mar de un lado, hierro y madera de otro, y densa población en un ámbito estrecho, elementos que, según Julio Caro Baroja, condicionaban de un modo decisivo la vida vasca. Este reputado antropólogo ha remarcado que el tipo vasco es el de "hombre de acción: el homo faber de la península", ya que "las dos Provincias y el Señorío" venía desarrollándose como despensa de hierro, fábrica de instrumentos y acero, astillero y anclaje de navíos de carga y guerra, exportador de fuerza humana, marinería intrépida, fiel servicio de armas, etc.
"... la pequeñez o estrechez del país, su riqueza en mineral de hierro, su antigua abundancia de bosques y su situación geográfica han hecho que, desde un momento preciso de la Edad Media hasta la Edad Contemporánea, los vascos se hayan distinguido no sólo como pescadores de altura y como ferrones, sino también como marinos, constructores de barcos de madera e industriales en general."

En la Baja Edad Media, durante el transcurso de la Guerra de los Cien Años, los puertos marítimos ingleses sufrieron los saqueos efectuados por marinos vascos. En la carta de Eduardo III de Inglaterra al arzobispo de Canterbury y de York, en el siglo XIV, decía:
"Líbranos señor de la peste de los vascos."


En tiempos de los Reyes Católicos, el humanista Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática española, refería que:
"Los que moraban en el condado de Vizcaya era gente sabia en el arte de navegar y esforzada en las batallas marinas, y tenían naves y aparejos para ello, y en estas tres cosas eran más instructos que ninguna otra nación del mundo."

Contemporáneo de Nebrija fue el cronista de los Reyes Católicos, Hernando del Pulgar, quien escribió sobre los vascos en la Crónica de 1480:
"Los que moraban en aquel condado de Vizcaya y en la provincia de Guipúzcoa son gente sabida en el arte de navegar y esforzados en las batallas marinas e tenían naves e aparejos para ello, y en estas tres cosas, que eran las principales para las guerras de la mar, eran más instructos que ninguna otra nación del mundo."

Fuertes, pero difíciles, eran aquellos vascos del Ejército de Gonzalo Fernández de Córdoba en las Guerras de Italia contra Francia, que se decía de ellos lo siguiente:
"Más quisiera ser leonero que tener cargo con aquella nación."


El rey de Aragón, Fernando el Católico, ordenó mediante carta, desde Burgos el 28 de mayo de 1512, a los parientes mayores de la Provincia de Guipúzcoa, con encargo de que se apercibiesen con todos sus dependientes para la guerra contra Navarra, y cosa natural era que ellos también acaudillasen la gente que armasen y mantuvieran. Dicha carta dice:
"Yo escribo al corregidor de la dicha provincia que de mi parte os hable lo que os dirá sobre el apercibimiento de vuestras personas, casa y parientes; por lo que yo vos encargo le deis entera fe y crédito, y que aquello pongáis así por obra, que en ello nos serviréis."

En otra carta escrita por el emperador Carlos V a Juan Beltrán de Iraeta desde Pamplona, el 6 de noviembre de 1523, se hace igual encargo.

El navarro, Antonio de Leyva, fue general de los Tercios de Infantería españoles de primeros del siglo XVI, a las órdenes del Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba. Ganó mucha fama gracias a sus heroicas victorias contra el Ejército francés en las llamadas Guerras de Italia. A él se refería Robertson, cuando en 1821 publicó Historia de Carlos V, definiéndole así:
"... oficial superior de una clase distinguida, de gran experiencia, bizarro, sufrido y enérgico, fecundo en recursos, deseoso de sobrepujar a los demás, tan acostumbrado a obedecer como a mandar, y por lo mismo capaz de intentarlo todo y sufrirlo todo por salir airoso en sus empresas."

ANTONIO DE LEYVA

El embajador de la República de Venecia, Andrea Navagero, estuvo en España por motivo de la boda real entre el emperador Carlos V e Isabel de Portugal celebrada en Sevilla. Observó que el mar, el bosque y el hierro condicionaban el modo de vida del vasco del siglo XVI. Escribió sobre la tierra de los vizcaínos que:
"... salen mucho al mar por tener muchos puertos y muchas naves construidas con poquísimo gasto, por la gran cantidad de robles y de hierro que poseen; por otra parte la poca extensión de la región y el gran número de gente que la habita les obliga a salir fuera para ganarse la vida."

Muchos vascos de aquella época habían encaminado sus pasos hacia tareas relacionadas con la aventura del mar, lo que llevó a Ramón Seoane, en 1903, a exponer que:
"El conjunto que puede presentarse de marinos, guerreros, descubridores, cosmógrafos, armadores, navegantes e inventores, hace aparecer a este solar como un país privilegiado, que ha producido durante nueve siglos nautas de exuberantes condiciones, siendo su existencia la base de la Marina, la ayuda de la ciencia de los descubrimientos y el pecho infatigable que ha soportado acciones heroicas."

Durante la hegemonía del Imperio de la Monarquía hispánica, decir flota mercante española era hablar de naves, capitanes y marinería, esencialmente vizcaínos. Según Julio Caro Baroja, aquella flota, en tiempos de Felipe II "unida a la de Portugal era la segunda de Europa, dos veces mayor que la alemana y tres veces más que la francesa e inglesa".

El valor, la heroicidad y la fidelidad de los marinos en la defensa de la Monarquía española quedó patente en la historia por sus hazañas y servicios, y registrado por los cronistas de la época.

En la Guerra anglo-española de 1585-1604, la ciudad de Cádiz fue atacada por la flota inglesa en 1596. Estaba defendida por ocho compañías, de las cuales cuatro estaban formadas por andaluces, las otras cuatro por genoveses, portugueses, flamencos y vascos. Con la actuación efectuada por la compañía de vascongados, según la narración de los hechos de un contemporáneo "se escribió la única página brillante de aquel vergonzoso episodio...". Los marinos vascos estaban muy establecidos en la ciudad de Cádiz, punto de partida de expediciones a América y centro del comercio con las Indias, llegando a tener un Colegio de Pilotos vizcaínos.

Se confirmaban los elogios que en su día salieron de la pluma de Lope de Vega, refiriéndose a la bizarría del vasco:
"¡Qué brava infantería tiene esta tierra! En cuanto el mundo abarca no hay mejores soldados."

En la Guerra de los Treinta Años de 1618-1648, se destacó el general almirante Antonio de Oquendo y Zandategui, natural de San Sebastián, procedentes de una reputada y gloriosa saga de marinos guipuzcoanos. En el combate naval de Las Dunas, en 1630, la consigna de la arenga que expresó ofrece buena muestra de esta mentalidad naval y militar:
"¡Qué humor helado es, soldados y compañeros míos, el quivalente discurre por vuestras venas! Acaso habéis olvidado que aún no hace ocho días este enemigo, estos mismos bajeles y este general que tenemos delante, habiéndoles embestido con solo esta "capitana", teniendo él diecisiete navíos, nos volvió las espaldas. ¡Repasad el empeño en que nos encontramos y considerad que no tenemos más remedio que pelear, porque retirarnos no puede ser viviendo yo! Rendirnos y perder la vida es de animales, dejar que nos la quiten de cobardes. Quien por vivir queda sin reputación es esclavo y se deja morir de miedo. Quien no ve la hermosura que tiene el perder la vida por no perder la honra, no tiene honra ni vida. Si Dios fuese servido que en esta ocasión la perdemos, moriremos en defensa de la religión católica contra tan implacables enemigos de ella, por el crédito de nuestro Rey y por la reputación de nuestra nación. Espero que saldremos bien de este empeño, y así no os espante el número, que cúantos más fuesen tendremos más testigos de nuestra gloria. ¡Santiago y a ellos!"

ANTONIO DE OQUENDO Y ZANDATEGUI

"Yo podría dar a cambio unas barras de mucho más valor, los huesos de mi hijo primogénito muerto en América mientras servía en uno de los buques de la Armada."
Fue la respuesta de Cristóbal de Eraso, capitán general de la Armada de la Carrera de Indias, en respuesta a los miembros de la Casa de Contratación, cuando al regresar en uno de sus viajes a España le encontraron unas barras de oro en uno de sus buques que no había declarado y le amenazaron con dar parte de ello al monarca.

Cronistas de la época enfatizaban el carácter noble y guerrero, libre e irredento de los vascos que sirvieron en las Armadas y los Ejércitos Reales. Juan Martínez de Zaldivia describió las hazañas, guerras y peleas de los guipuzcoanos liderados por caudillos parientes mayores. Esteban de Garibay fue un gran narrador sobre los linajes de reyes y nobles, y sus historias bélicas.

Lope Martínez de Isasti escribió hacia 1620 su Compendio historial de Guipúzcoa, uno de cuyos libros es un catálogo de compatriotas de la provincia al servicio de la Monarquía hispánica. Entre sus guipuzcoanos ilustres están los caballeros de las Órdenes Militares, los generales de galeones y navíos, alféreces de guerras, etc., y entre los que no podían faltar sus familiares, protagonistas y héroes de las batallas navales del siglo XVI.
"El año de 1618 tomó asiento Su Magestad con el Señorío de Vizcaya de fabricar diez Galeones y dos Pataches por cinco años, y salieron a navegar por Julio de 1619. A imitación de Vizcaya hizo otro asiento con las Cuatro Villas de siete Galeones y dos Pataches, y salieron á navegar el de 1621. Con la Provincia de Guipúzcoa hizo otro asiento de otros siete Galeones y dos Pataches: la Capitana salió á navegar el año de 1623: y por Octubre de 1624 salieron cinco Galeones para la jornada del Brasil. Cada escuadra de estas tiene su General y Almirante, y todas se entienden debajo del mismo nombre Cantabria según esto, en diciendo Cántabro se podrá entender Guipuzcoano, pues es comprehendido debajo de este nombre: y se infiere de lo que dice Pomponio Mela."

El profesor de filosofía, lengua, retórica y teología Manuel Larramendi dedicó una apología al espíritu guerrero y marcial del guipuzcoano en el Imposible vencido:
"¿pues qué diré del espíritu marcial y del valor invencible de los guipuzcoanos por mar y por tierra? Marte no influye tanto en la producción del fierro y del azero de aquellos montes, quanto influye valor, y gallardía de espíritu en los pechos guipuzcoanos. Cederá el fierro a golpes, y no cederá un guipuzcoano a los trabajos marciales."

Para Larramendi, según aseguró en su Corografía, Guipúzcoa es:
"... provincia del terreno más corto de España y el más fecundo de hombres políticos y guerreros y marciales por mar y por tierra, con la mejor gente de mar que hay en el mundo."

MANUEL DE LARRAMENDI

En las recomendaciones que el Consejo de Indias envía a Felipe V en defensa del nombramiento como virrey de Nueva Granada, al navarro natural de Héneris, Sebastián de Eslava y Lazaga, mencionó sus cualidades como persona de "buen juicio, experiencia, buena conducta, generoso y no lo bastante viejo para no ser capaz de soportar las condiciones de vida de la región, pero bastante maduro para asegurar las regulaciones apropiadas u obrar con buen sentido común".

Compañero de fatigas del virrey Eslava fue el teniente general de la Real Armada española y natural de Pasajes, Blas de Lezo y Olavarrieta, en la defensa de Cartagena de Indias de 1741, frente a una enorme armada inglesa comandada por Edward Vernon. Pero este heroico marino ya había perdido un ojo, una pierna y un brazo defendiendo España en anteriores combates navales.
"Me gusta saber que dejo una parte de mi mismo en cada campo de batalla, a cambio de un poco de gloria."
Carta de Blas de Lezo al almirante Vernon, contestando a la solicitud de rendición que éste hizo de Cartagena de Indias desde la recién conquistada Portobelo:
"He recibido la de V.S. de 27 de Noviembre que me entregó Dña. Francisca de Abarroa. Y en inteligencia del contenido diré, que bien introducido V.E. por los factores de Portobelo (como no lo ignoro) del estado en que se hallaba aquella plaza, tomó la resolución de irla a atacar con sus escuadras aprobechándose de la oportuna ocasión de su imposibilidad para conseguir sus fines, los que si obiera podido penetrar, y creer que las represalias y hostilidades que V.E. intentava practicar en estos mares en satisfacción de las que dicen habían egecutado los españoles, ubieran llegado hasta insultar las plazas del Rey mi amo, puedo asegurar a V.E. me ubiera hallado en Portobelo para impedírselo, y si las cosas ubieran ido a mi satisfacción, aun para buscarle en otra cualquier parte; persuadiéndome que el ánimo que faltó a los de Portobelo, me hubiera sobrado para contener su cobardía."

BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA

El brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza, natural de Motrico, luchó en el combate de Trafalgar en 1805, comandando el navío San Juan Nepomuceno de la flota combinada hispano-francesa. Murió enfrentándose a seis navíos ingleses a la vez, antes de que su nave fuese apresada por la armada británica de Horatio Nelson. Junto a él, también murió su amigo y almirante Francisco de Móyua y Mazarredo. Tal era su determinación que, un día antes, envió una carta a su hermano en la que se despedía diciendo:
"Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto."

Este es el parte de guerra que el general Mendizábal dio a la Regencia y la felicitación a los oficiales de la División Navarra por su bravo comportamiento durante la Guerra de la Independencia española.
"La División Navarra se ha cubierto de gloria en la batalla de esta tarde... El orgulloso enemigo se presentó en la orilla derecha del río Aragón, y los batallones de voluntarios en columnas de ataque, mandados por el brigadier Espoz y el coronel Cruchaga, lo arrollaron y envolvieron en las dos alas, mientras con la caballería de Húsares de Iberia su comandante Longa atacaba el centro... De los tres jóvenes guerreros, Espoz, Cruchaga y Longa debe esperar la Patria días tan gloriosos como dieron a la nación en el siglo XV Antonio Leiva y el conde Pedro Navarro."

También Zaratiegui, secretario de Zumalacárregui, durante la Guerra de la Independencia:
"Los anales de la Historia refieren pocos ejemplos que puedan compararse con la guerra que el limitadísimo estado de la Navarra sostuvo contra las huestes de Napoleón."

COSME DAMIÁN DE CHURRUCA Y ELORZA

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