Teniente de navío de la Real Armada española y segundo comandante del navío San Juan Nepomuceno en el combate de Trafalgar, en 1805
FRANCISCO DE MOYÚA Y MAZARREDO |
Francisco de Moyúa y Mazarredo nació en Vergara en 1764. Pertenecía a un linaje familiar de hidalga de tradición militar y naviera. Su padre fue el III marqués de Rocaverde, Roque Javier de Moyúa y Ozaeta, que fue alcalde de esta villa guipuzcoana, diputado general de la provincia de Guipúzcoa, uno de los miembros fundadores de la Real Sociedad Económica Bascongada de los Amigos del País. Su tío fue el teniente general de la Armada, el bilbaíno José de Mazarredo y Salazar, quien se encargaría de promover y proteger su carrera dentro de la Marina.
En 1777, a la edad de 13 años, comenzó a servir en la Armada naval española, embarcándose como ayudante de su tío y compatibilizando estos servicios con la formación académica. Como estudiante, destacó en matemáticas, astronomía e hidrografía, así como un buen conocedor de las estrategias náuticas.
En 1786, se puso a las órdenes de Antonio Valdés, secretario del despacho de Marina.
En 1788, fue enviado a bordo de una fragata que formaba parte en la misión diplomática a Estambul, por intervención de su tío Mazarredo. Se trataba de un viaje que pretendía mantener el periodo de paz iniciado años antes entre la Monarquía Hispánica de Carlos III y el Imperio Otomano de Abdul Hamit I, que incluía a las regencias de Marruecos, Trípoli y Túnez. La escuadra, mandada por Federico Gravina y Napoli, llevaba a los embajadores Vasif Efendi y Juan de Bouligny, llegando a Estambul, el 12 de mayo.
Tras unos meses de actividad por el Mediterráneo, a finales del mismo año, Moyúa recuperó su cargo a las órdenes de Valdés.
CASA-PALACIO DE MOYÚA Y FIRMA DE FRANCISCO DE MOYÚA |
En 1789, fue embarcado en el paquebote Santa Casilda, como teniente de fragata, al mando del capitán donostiarra Ventura Barcaiztegui. Formaba parte de la expedición hacia el Caribe para realizar estudios cartográficos e hidrográficos, organizada por la comandancia naval y el almirante José de Mazarredo.
Durante cuatro años en la Expedición hidrográfica a las Antillas, Moyúa se dedicó esencialmente al estudio de la cartografía marítima de la isla de Cuba y a la observación de sus riquezas costeras. Cuando finalizó su cometido, en enero de 1794, fue ascendido a capitán de fragata.
Al regresar del Virreinato de la Nueva España, pudo comprobar que sobre la España peninsular se estaba desarrollando la Guerra de la Convención francesa. Un año después, en 1795, se firmaba la Paz de Basilea con la República de Francia y, en 1796, mediante el Tratado de San Ildefonso, España entraba en guerra con Inglaterra por su apoyo político y militar a la Convención francesa. En esta Primera Guerra de Coalición, Moyúa fue destinado a la escuadra del océano Atlántico.
Desde el Departamento Naval de Cádiz, recibió el mando de la fragata Santa Quiteria, también denominada Pomona, que había sido construida ese mismo año en el astillero del Departamento Naval de Ferro. Portaba 26 cañones de a 12 libras, 6 de a 6 y 12 obuses de a 3 libras. En Cádiz, coincidió con su admirado Cosme Damián de Churruca, a quien había leído sus obras científicas y náuticas. En verano de aquel año, zarpó de Cádiz rumbo a Italia para llevar caudales y para adquirir pertrechos de guerra en Trieste.
De regreso a Cartagena en 1796, se puso al mando del teniente general José de Mazarredo.
En abril de 1796, realizó unas pruebas de comparación entre la goleta bombardera Furia y la corbeta Colón, elaborando un informe al respecto. En julio, se le asignó la misión de trasladar al marqués de Oyra, desde Alicante hasta Nápoles, pues era nombrado embajador de Portugal en dicha Corte.
Ese mismo año realizó unas pruebas para colocar un cañón en las lanchas de los navíos. Había inventado un procedimiento para instalar un cañón en dichas lanchas a través de un sistema de correderas. Ante el éxito que tuvo en la fragata Pomona, Mazarredo pidió que se instalase en el San Juan Nepomuceno y en todos los barcos de la Armada.
TORRE DE MOYÚA EN VERGARA |
En 1799, estuvo destinado en el puerto de Brest en la Bretaña francesa, formando parte de una potente flota combinada hispano-francesa que tenía por objetivo invadir Inglaterra en el momento que el emperador Napoleón Bonaparte considerase más apropiado.
Tuvo tiempo para viajar a París durante dos meses, junto con su amigo y comandante Cosme Damián de Churruca, para visitar el Depósito Hidrográfico, el Observatorio astronómico de la marina, y las sociedades científicas francesas de su interés.
En 1802, solicitó permiso para recuperar la salud en San Sebastián junto a su familia. Durante su descanso, conoció la noticia de no haber sido ascendido a capitán de navío, rechazando aquella decisión desde el alto mando. Envió una misiva al primer ministro Manuel de Godoy, rogando la una nueva evaluación de sus más de dos décadas de buenos servicios a la Armada en la que "los buques mandados por mí se han distinguido siempre, tanto por su organización y disciplina como por mi buen manejo en las escuadras".
Al problema de la deuda que el Estado tenía con él y al de no haber sido incluido en la promoción a capitán de navío, se va añadió uno nuevo, ya que quieren que deje la Armada voluntariamente.
En julio de 1803, recibió un obsequio del emperador Napoleón: un bello estuche con dos pistolas y un sable de honor, obsequio que se hizo extensible al resto de los almirantes españoles presentes en el puerto de Brest.
NAVÍO SAN JUAN NEPOMUCENO |
Al menos, en el Departamento Naval de Ferrol, 22 de marzo de 1805, encontró un nuevo destino en la Armada junto a su amigo el brigadier Cosme Damián de Churruca como teniente del navío San Juan Nepomuceno, de 2 puentes y 74 cañones. El camino hacia el desastre acababa de empezar.
A bordo de este buque tomarían parte en el Combate de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805, contra la Armada británica de Horatio Nelson. La voluntad de Churruca y Moyúa de sujetar hasta el final a los ingleses se demostró al convertirse en "cebo" para cubrir la retirada de los buques que quedaban de su flota. Esta táctica fue el ejemplo más claro de una acción de aniquilamiento por parte británica y, al contrario, también de la resistencia más firme desde un navío de la flota combinada.
A las 12 del mediodía, comenzaron el enfrentamiento en la retaguardia de la línea de navíos que formaban la flota hispano-gala, cubriendo con su eslora al enorme barco Príncipe de Asturias de Federico Gravina.
El San Juan Nepomuceno, con su desorientada posición en la retaguardia tras el viraje de Villeneuve, fue marinado desde el principio para evitar la entrada de los ingleses sobre la línea de la flota combinada. Así, entre las 12 y media y la 1 y media del mediodía, combatió contra los buques británicos Belleisle y Colossus. Sin embargo, en cuanto fue avanzando el combate y fue necesario proteger la retaguardia, Churruca fijó la posición del buque para atraer la atención de los navíos enemigos que hubiese en la zona. Además, estaba más cerca de la línea británica que el resto de sus compañeros. Con la maniobrabilidad del San Juan, Churruca podía haber escapado, pero la derrota hubiese sido aún mucho más estrepitosa.
FRANCISCO DE MOYÚA Y MAZARREDO Y EL COMBATE DE TRAFALGAR |
El resultado fue que sobre las 2 de la tarde se encontraba ya rodeado entre dos fuegos por cinco navíos británicos, dos de los cuales eran de tres puentes. La obstinación táctica de Churruca por no rendir el navío debió generar más odio en los comandantes ingleses. Sin apoyo de algún barco español o francés, y mientras el suyo se destruía, continuaba cañoneando a las muras de los rivales, quienes iniciaron una clara acción de aniquilamiento. A las 3 y media, Churruca y Moyúa seguían luchando, desarbolado de sus mástiles, con el gigantesco velamen destrozado sobre la cubierta principal, con siete balazos de cañón "a la lumbre de agua", sin 15 cañones y con la mayoría de la tripulación muerta o herida.
Entre las 2 y media y las 3 menos cuarto, Churruca fue herido mortalmente por el impacto de un cañonazo que le arrancó una pierna, quedando sin vida al poco tiempo. Su corta agonía estuvo llena de dolor, pero también de entereza al intentar seguir al mando de la acción.
Francisco de Moyúa encontró un final similar veinte minutos después, tras varias ráfagas de metralla sobre su cuerpo, le destrozaron la cara y los brazos. Murió de forma heroica tras con 26 años de buenos servicios a la Armada española.
José de Mazarredo dirigió varios escritos al primer ministro Godoy reclamando una pensión para la familia de Francisco de Moyúa, el cual fue ascendido a capitán de navío a título póstumo, el 9 de noviembre de 1805, a consecuencia de su fallecimiento en el combate de Trafalgar.
CAÍDA DE MOYÚA EN TRAFALGAR, POR DANIEL PARRA |
El Archivo del Museo Naval de Madrid guarda el informe sobre la actuación del capitán Churruca y el teniente Moyúa a bordo de navío San Juan Nepomuceno con el título Historia de los principales acontecimientos marítimos de la Guerra contra la Gran Bretaña declarada el 12 de diciembre de 1804:
"El Nepomuceno, doblada la retaguardia, fue puesto entre dos fuegos por 5 navíos enemigos, dos de tres puentes. La defensa del Nepomuceno, y el empeño de los enemigos por rendirlo fue de lo más obstinado que cabe. A las 3 ½ de la tarde se hallaba este navío sin gobierno, desdoblado de todos sus masteleros, acribillados sus palos, velamen y costados, con siete balazos a la lumbre de agua, cortadas casi todas sus jarcias, inutilizados 15 cañones, y con una tercera parte de la tripulación fuera de combate. Sin embargo, seguía su vigorosa defensa, resueltos su comandante y segundo D. Cosme Damián Churruca y D. Francisco de Moyúa, a perecer antes que rendirse. Ambos murieron en acto de combate poco después de sus heridas; y aunque el Teniente de Navío Joaquín Núñez, que los sustituyó, siguió la defensa sobre media hora más, convencido de ser inútil y un sacrificio infructuoso el que se hacía impunemente de los restos de la valerosa tripulación, desesperanzado de ser socorrido y aumentados los daños hasta quedar el buque casi destrozado, se rindió con acuerdo de su oficialidad al navío Dreadnought. Tuvo 120 hombres muertos y 175 heridos. Los ingleses quedaron asombrados de la defensa de este navío y aseguraban que se había batido de un modo de que no había ejemplo."
La batalla de Trafalgar fue una conmoción que hizo tambalear los logros de un siglo de reformas, mermando las capacidades de toda una generación de eruditos con respecto a los conceptos de ciencia aplicada, reformismo institucional y progreso social. Representó una de las incisiones más graves en el eclipse de la Ilustración española. La pérdida de algunos de los mejores marinos y buques procedentes del siglo XVIII quedando rota la "idea atlántica de Estado" procedente de las directrices ilustradas.
COMBATE DE TRAFALGAR |
El escudo de la foto es el de Bilbao, la iglesia y el puente de San Antón más los lobos de los Haro.
ResponderEliminarMuchas gracias por la aclaración, que paso a corregir ahora. Buscando, he encontrado que el escudo de armas de Moyúa es: Los de Guipúzcoa traen por armas: Partido: primero, de sinople, con un castillo de oro, sobre peñas bañadas por ondas de agua de azur y plata, y segudo, de oro, con dos gallos de gules, pasantes y puestos uno sobre otro. Otros traen: Partido, el primero de sinople y un castillo de oro sobre ondas de plata y azur, cortado de oro y dos gallos pasantes; el segundo de gules, un guerrero a caballo y otro a pie, ambos armados con lanza.
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