19/04/2025

¿Cuál es el origen de los toponimos de Álava-Araba, Guipúzcoa-Gipuzkoa y Vizcaya-Bizkaia?


Los nombres de las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, escrito en lengua española, o de los herrialdes Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, en euskera, aparecieron durante la Baja Edad Media sin que significasen lo que significan en la actualidad, ya que los territorios originarios y primordiales no coincidían enteramente con los actuales. Fueron nombres que aparecieron junto a otros nombres, sin que se sepa cuándo ni quienes idearon esos nombres. Solo se recoge la existencia de esos topónimos a partir de una determinada fecha. Se ignora cómo se constituyeron las cuatro comunidades de Vizcaya, Orduña, Guipúzcoa y Álava, por tanto se desconoce cuándo tuvieron personalidad jurídica propia, y más aún sobre su personalidad política, y mucho más acerca de cómo se concretó o se impuso esa personalidad política, si con "pacto originario" o sin él.

Álava, Vizcaya y Guipúzcoa son las denominaciones en castellano recomendada por la Real Academia Española, usada en documentos oficiales de la Administración central, en documentos no oficiales y, en general, en el ámbito oral y escrito hispanohablante. Es también la denominación utilizada en la versión en castellano de la Constitución española y en la versión en castellano del Estatuto de Autonomía del País Vasco.

Araba, Bizkaia y Gipuzkoa son las denominaciones en euskera recomendada por la Real Academia de la Lengua Vasca, usada en documentos oficiales en este idioma, en documentos en castellano, y es la más empleada por los medios de comunicación en español del País Vasco. Es también la denominación utilizada en la versión en euskera de la Constitución española y en la versión en euskera del Estatuto de Autonomía para el País Vasco. Actualmente son las denominaciones oficiales de las tres provincias.

TÁBULA GEOGRÁFICA DE LAS PROVINCIAS
GUIPUSCOAE, ALAVAE ET BISCAYAE

Durante los siglos del Medievo, los tres espacios denominados como Vizcaya, Guipúzcoa y Álava habían comenzado sus propias andaduras políticas y sus respectivos procesos de ensanchamiento, con una historia distinta, cambiando periódicamente de autoridad.

El territorio de Orduña aparece mencionado hacia el año 900, al lado de Vizcaya, a la que en la actualidad pertenece, por lo tanto, se deduce que la actual Euskadi se trató de cuatro espacios más o menos pequeños, que posteriormente fueron ampliándose con otros territorios adyacentes.

El topónimo de Álava es conocido desde el siglo VII, pues se trata de un nombre derivado del éuscaro araiiar, que significaba "país entre montañas". Pero la primera referencia escrita como provincia, data de fines del siglo IX, en las Crónica de Alfonso III el Magno, rey de Asturias, refiriéndose a las Tierras Llanas, al norte y este de Vitoria, en el extremo oriental de sus dominios.

Durante los siglos VIII y IX, las tierras alavesas, junto a las del norte de Burgos, constituyeron la frontera oriental del Reino asturiano frente a los ataques musulmanes del valle del Ebro. A esta Álava nuclear se sumaría otra periférica, integrada por la tierra de Ayala, Treviño, la Rioja alavesa y la zona al este del río Bayas.

Álava había estado sometida por el príncipe astur Fruela en el siglo VIII, y perteneció al Condado de Castilla en los siglos X-XI. Tras una época fluctuante, por las disputas entre sus reyes cristianos, fue conquistada por el rey de Castilla, Alfonso VIII, entre 1199 y 1200.

Para asegurar el respeto de los fueros, se recurrió al juramento de un pacto originario, llamado Privilegio de Contrato de 1332. Este pacto no fue un compromiso con el rey de Castilla, de quienes ya eran vasallos, sino un concierto entre los propios alaveses divididos en dos facciones: el concejo de Vitoria, un realengo que dependía del rey; y la Cofradía de Arriaga, un señorío, donde el rey tenía delegada su autoridad.

Los de Vitoria y los de Arriaga se disputaban la posesión de cuarenta y cinco pueblos; el rey Alfonso XI medió en el acuerdo por el cual, todas las tierras de Álava se convirtieran en realengo. Álava no se incorporó a Castilla, que ya lo estaba, sino que el rey de Castilla dejaba de delegar su autoridad en la corporación de los Arriaga.

MAPA HISTÓRICO ÁLAVA-ARABA

El de topónimo de Guipúzcoa aparece en un documento de del siglo XI, desde tiempos del rey navarro Sancho III el Mayor y el señor de Ipuscua, García Acenáriz. Este territorio se encuentra en el entorno y vasallaje del Reino de Pamplona, tal y como hicieron del testamento que Acenáriz y Galga, su esposa, habían otorgado en el año 1025 a favor del monasterio de San Juan de la Peña.

Esta integración, resultante de la actividad política de Sancho III del Mayor, duró hasta 1076, año de la muerte de Sancho IV el de Peñalén. Durante ese período los reyes pamploneses tuvieron cuidado de reforzar la relación de las tierras guipuzcoanas con las navarras, pero fueron apareciendo indicios de que las vinculaciones políticas de Guipúzcoa irían a modificarse. Así, a través de ciertas donaciones de bienes parece existir un cambio de orientación en la relación política del área occidental guipuzcoana, no ya hacia Navarra, sino hacia el oeste, hacia Vizcaya, acabando en la autoridad de Alfonso VIII de Castilla en 1200.

MAPA HISTÓRICO GUIPÚZCOA-GIPUZKOA

El texto más antiguo conocido que menciona el nombre de Vizcaya se encuentra, como en el caso alavés, en la Crónica de Alfonso III, redactado en el año 883, situada en el extremo oriental de los dominios del Reino de Asturias. Más tarde, a fines del siglo X, aparece en el Códice de Roda el nombre de Munio, conde vizcaíno casado con una hija de Sancho I Garcés, rey de Pamplona, y a partir del XI comenzaron a ser más frecuentes los datos documentales sobre este territorio, observándose su vinculación a la Monarquía pamplonesa, primero, y castellana después.

El topónimo Vizcaya tiene una etimología discutida. La más consensuada es el significado de "cima" o "loma", aunque también se han propuesto otras etimologías, como bits-kaia cuyo significado es "puerto de espuma" o bizi-kaia "puerto vivo".

Vizcaya debió estar unida, en los siglos X-XI, al Condado de Castilla, a cuya corona quedó incorporado después de un breve paréntesis pamplonés, en 1076. Pero sus señores siguieron actuando con gran autoridad hasta 1379, en que Juan, señor de Vizcaya y príncipe de Castilla, se convirtió en rey de esta corona.

Antes de que acabara esta centuria, ya se había hecho habitual que, cuando un nuevo señor debía tomar posesión del Señorío, se formulara un juramento de homenaje por parte de los principales vizcaínos y de guarda de fueros por parte del señor.

MAPA HISTÓRICO VIZCAYA-BIZKAIA

14/04/2025

Procesión en Elgeta, por Pablo Uranga


Procesión en Elgeta es un óleo sobre lienzo pintado por el artista alavés Pablo Uranga hacia 1905. Se encuentra expuesto en el Museo de Bellas Artes de Vitoria.

La obra refleja una procesión en la guipuzcoana villa de Elgeta. Describe el momento en que la corporación municipal, siguiendo al abanderado y al párroco, se dispone a entrar en la iglesia. Está realizada en un ángulo un tanto forzado y muestra el gusto de Uranga por una pintura dinámica, de factura suelta e impresión de abocetamiento. También se aprecia el interés de Uranga por las tonalidades terrosas y los rojos que tan característicos fueron en su obra.

PROCESIÓN EN ELGETA, POR PABLO URANGA

11/04/2025

Baronía de Areizaga de Villarreal de Urrechu


Los Areizaga ocuparon altos cargos tanto en el municipio como en las administraciones del Imperio de la Monarquía hispánica durante la Edad Moderna, y se vincularon con otra de las poderosas familias de la villa, los Ipeñarrieta. Procedían de Zumarraga antes de establecerse en Villarreal de Urrechu en el siglo XVI. Entonces, comenzaron a desarrollar carreras militares en el Ejército y burocráticas en la Corte.

Consiguieron el título nobiliario de Baronía en el siglo XVII, por su lealtad y servicios a la Monarquía de los Habsburgo durante su participación en la Guerra de los Treinta Años de 1618-1648, destacando Felipe de Areizaga, y en la Guerra Franco-española de 1635-1659.

A mediados del siglo XVIII, se dedicaron al comercio y participaron en la fundación de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, mediante José Gabriel de Areizaga, época en la que se fueron estableciendo en los puertos mercantes de San Sebastián o Pasajes.

Durante la Guerra de la Independencia española de 1808-1814, lucharon contra el Ejército francés de Napoleón Bonaparte, destacando Juan Carlos de Areizaga.

ESCUDO DE AREIZAGA

Felipe de Areizaga y Zandategui fue el primer barón de su linaje, fundador de la baronía de Areizaga. Nació en Villarreal de Urrechu en 1580. Su padre fue Felipe de Areizaga y Aramburu, que fue contador real y comisario del Santo Oficio de la Inquisición, y su madre fue Magdalena de Zandategui y Guerra, vecinos de Villarreal de Urrechu.

Se enroló como voluntario en las tropas del Imperio de los Habsburgo establecidas en Hungría, en 1605. En 1620, se distinguió en la batalla de Praga que le valió una carta encomiástica real cesárea y el grado de coronel de caballería, al mando de 500 jinetes. Después fue enviado a Alsacia, a las órdenes del archiduque de Austria, quien le nombró gobernador de dos ciudades. Por diferentes servicios realizados, consiguió la llave de gentilhombre de cámara real que llevaba consigo el título de barón del Sacro Romano Imperio, concedido en 1630 por el archiduque Leopoldo.

De regreso a España, fue ascendido a general de los Reales Ejércitos de la Monarquía hispánica de los Habsburgo. Lideró a la vanguardia del ejército durante la revuelta de Cataluña en 1640, con el grado de teniente general, y consiguió el hábito de la Orden de Santiago.

Bernardo de Areizaga y Zandategui, hermano de Felipe, fue segundo barón de Areizaga. Nació Villarreal de Urrechu en 1593, fue caballero de Santiago en 1635, y casó con Francisca de Basauri y Ondarza. El hijo de ambos, Matías, sucedió en el patronato familiar.

Matías de Areizaga y Basauri, tercer barón de Areizaga, nació en Villarreal de Urrechu en 1657. Fue caballero de Calatrava y casó con Juana del Corral e Idiáquez. Fue señor del Palacio de Areizaga por línea paterna, del Palacio de Ondarza por la materna, y del Palacio de Olazaran por matrimoniar con la hija de Juan del Corral e Ipeñarrieta, caballero de la Orden de Santiago, y de Tomasa Clara de Idiáquez e Isasi, poderosa rama nobiliaria esta última. De ellos nacieron José Gabriel, Carlos y María Ana, que casó con Juan Bautista de Aranguren y Zeláa, progenitores de los condes de Monterrón.

PALACIO DE AREIZAGA

José Gabriel de Areizaga y del Corral, cuarto barón de Areizaga, nació en Villarreal de Urrechu, en 1680. Fue dueño de los mayorazgos de Areizaga, Ondarza y Olazaran. Fue diputado general a Guerra por la provincia de Guipúzcoa en 1719. En 1697, casó con María Josefa de Irusta y Aguirre, señora de los mayorazgos de Irusta, Aldape-Isasi, Usánsolo y Aguirre.

Sus hijos fueron: Carlos, que siguió esta baronía; Ignacio, que ingresó en el Real Cuerpo de Guardias Marinas el año 1739; Martín José, que fue diputado general de Guipúzcoa en 1756; Ana María, que casó el año 1747 con Rafael de Mencos Ayanz de Navarra, conde de Guendulain y barón de Bigüezal; y María Josefa, casada con Francisco Xavier de Munibe e Idiáquez, conde de Peñaflorida, fundador de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.

Carlos de Areizaga e Irusta, quinto barón de Areizaga, fue capitán general de los Reales Ejércitos, caballerizo y gentilhombre de Cámara Real. Fernando VI recompensó sus relevantes méritos y servicios concediéndole las Dehesas de Ojen y Sanona, en el término municipal de Gibraltar, y la de Macientos, cerca de Carrión, en 1746. Caso con Nicolasa de Alduncin y Larreta.

Sus hijos fueron: Babil, siguiente barón en la saga, caballero maestrante de Granada en 1775, agraciado por Carlos III con los patronatos de las iglesias parroquiales de Aizarnazábal y Oiquina en Guipúzcoa en 1777; Juan Carlos, que sigue esta línea; Joaquín, que ingresó en el Real Cuerpo de Guardias Marinas en 1776 y casó con Juana Antonia de Zuloaga y Zabala, de la casa de los Condes de Torre Alta en Fuenterrabía; y Saturnina, casada con Miguel Damián Manso de Zúñiga, conde de Hervías.

JOSÉ DE AREIZAGA

Juan Carlos de Areizaga y Alduncin, sexto barón de Areizaga, fue teniente general de los Reales Ejércitos y capitán general de Guipúzcoa con residencia en Tolosa. Fue uno de los principales combatientes vascos en la Guerra de la Independencia española, por lo que fue recompensado con creces: caballero de la Orden de Santiago y de la Cruz Laureada de San Fernando.

Casó con Mariana Magallón y Armendariz y sus hijos fueron: Manuel de Areizaga y Magallón, séptimo barón de Areizaga, que casó Josefa del Corral, marquesa de Narros, grandeza de España, y no tuvo descendencia; José de Areizaga y Magallón, que le sucedió en el título; Juan Carlos, caballero de la Orden de Calatrava, en 1857, brigadier de Ejército, que casó con Teresa de Elío, y tuvo por hijo a Francisco de Asís de Areizaga y Elío, comandante de Caballería; y Rosario, casada con el francés General de Thierry, progenitores de los vizcondes de Cornulier Luciniére.

José de Areizaga y Magallón, octavo barón de Areizaga, casó con Romualda de Gortázar y Munibe. Tuvo por hijos: Juan Carlos de Areizaga y Gortázar, noveno varón de Areizaga, caballero maestrante y concejal de Zaragoza, doctor en Derecho Civil y Canónico, y casó con Josefa Sichar y Oliván; Victoria, casó con Manuel Alonso Zabala, inspector general del Cuerpo de Caminos, dejando por heredero a José María Zabala y Areizaga, ingeniero de Montes; Rosario, viuda de José María Alonso Zabala, del que tuvo dos hijos; Patrocinio, que murió sin tomar estado; Concepción, casada con su primo Francisco de Asís de Areizaga con sucesión; Mariano, caballero maestrante de Zaragoza, casado con Natalia Cavero y Sichar, con sucesión; María Teresa, casada con Justo de Legorburu, comandante de Artillería, con sucesión; y Eloísa de Areizaga y Gortázar, soltera.

ANTONIO DE AREIZAGA

Otros ilustres miembros del linaje de Areizaga relacionados con la villa de Villarreal de Urrechu fueron:

Juan de Areizaga y Guevara fue capellán y cosmógrafo de la Expedición a la Especiería de 1526 al mando de Jofre García de Loayza, cuyo objetivo era tomar las islas Molucas. Marchó en el patache Santiago desde La Coruña junto a las otras tres embarcaciones, inspeccionó las costas de la Patagonia y tomó contacto con los Patagones. Tras cruzar el estrecho de Magallanes, una tormenta dispersó las naves, y el patache Santiago alcanzó las costas de Nueva España en julio de 1526. Areizaga demostró la accesibilidad a la costa occidental del virreinato desde el océano Pacífico. Después, viajó a la ciudad de México, dio cuenta de la aventura el virrey Hernán Cortes, y regresó a España en 1527.

Martín José de Areizaga e Irusta

Antonio de Areizaga fue marino de la Real Armada de Felipe V de Borbón. Su heroica participación en la batalla del Cabo Espartel contra los ingleses, en 1704, hizo que alcanzase el grado almirante de la armada. Vivió entre 1660 y 1720, pero no nació en Villarreal de Urrechu sino en Orio.

Javier de Areizaga fue colegial y, más tarde, rector de la Universidad de Salamanca en 1750.


07/04/2025

Antonio de Beroiz


Capitán de marina, armador naval, mercader y corsario en el siglo XVII

ANTONIO DE BEROIZ

Antonio de Beroiz era natural de San Sebastián, donde nació a principios del siglo XVII.

Fue uno de los armadores navales más importantes del siglo XVII, encargándose de equipar de pertrechos, de dotar de tripulación y de mantener en estado de navegabilidad sus propias embarcaciones o aquellas que tenía en posesión para realizar singladuras náuticas. A lo largo de su actividad como armador corsario, Beroiz tuvo intereses en aproximadamente 60 embarcaciones corsarias, casi siempre como armador principal o de la patente, otras veces como fiador. Para ello, se asoció a otros grandes armadores vascos de su tiempo, como Juan de Beográn, el hijo de éste, Francisco de Zárraga Beográn, Miguel de Zuzuarregui, Tomás de Arssu e incluso a su propio padre, Francisco de Beroiz, aparte de otros de menor importancia.

También armó navíos construidos en astilleros vascos con destino a las pesquerías de ballenas en el Atlántico norte.

Dentro de la amplia industria marinera, otra de sus principales actividades fue la navegación en corso, iniciándose hacia 1624. En 1638, decía haber armado ya 42 buques de guerra, que hicieron múltiples capturas a los enemigos de la Monarquía española. En aquel momento, estos eran Inglaterra y Países Bajos, como consecuencia de la Guerra de los Treinta Años, entre 1618 y 1648. Según un memorial, llegó a requisar más de 150 embarcaciones de todo tipo y tonelaje entre 1635 y 1640.

Por sus servicios en corso y otros méritos realizados, Beroiz solicitó al Real Consejo de Guerra el título de capitán de marina con sueldo de 30.000 maravedíes al año, que le fue entregado más tarde.

En 1637, participó en la llamada Campaña de Francia, en la que los Reales Tercios de Infantería que el general Fernando de Austria tenía en Flandes invadieron Francia en sucesivos combates victoriosos hasta llegar a París. Con sus barcos, Beroiz apoyó a las tropas desplegadas, que fueron abastecidas hasta su posterior repliegue a Flandes.

Un año después, formó parte del operativo naval que llevó refuerzos a la ciudad fortificada de Hondarribia durante el sitio de Fuenterrabía de 1638, villa cercada por el Ejército francés. Junto a él, actuaron otros marinos armadores y corsarios vascos de la Escuadra del Norte como Juan Bernardo de Lizardi o Francisco de Escorza.

Al iniciarse la guerra contra la República inglesa de Cromwell, en 1656, Beroiz continuó armando buques de guerra de la Real Armada española o embarcaciones corsarias. Se conoce el abastecimiento a 8 fragatas de 30 cañones de artillería.

Para sus negocios en armamento y aprovisionamiento de buques en corso casi siempre contó con la colaboración de su principal socio, el capitán de marina y corsario Thomás de Arssu, natural de Fuenterrabía.

En 1657, Arssu y Beroiz compartieron la armazón de los galeones de guerra San Antonio el Mayor y Nuestra Señora del Rosario.

Durante la década de 1660, Beroiz y Arssu eran socios en cualquier empresa, se interesaron conjuntamente por el tráfico comercial con los virreinatos españoles de las Indias y por las expediciones balleneras a Terranova y el Atlántico norte. Además, la paz con Inglaterra de 1662, concedió un respiro a las actividades corsarias contra naves de este reino.

En su actividad como mercader y armador de corso sufrió algunos problemas. En 1640, fue enviado preso a Madrid por una denuncia basada en mantener relaciones comerciales con mercaderes franceses de la región de Lorena, claros enemigos de España.

En 1657, el corregidor de Vizcaya le embargó dos fragatas en la ría del Nervión bajo la acusación de perjudicar el comercio marino de Bilbao.

En 1668, dejó su actividad corsaria, momento en el que actuaba de fiador a otros armadores navales de corso.

Dos años después, en 1670, moría el armador de corso Antonio de Beroiz.

01/04/2025

Etapa Puente la Reina - Estella


La Ruta Jacobea se separa definitivamente del valle del Arga y entra en Tierra Estella, por la que discurre en dos etapas. Esta es una etapa costa con dos marcadas subidas al principio y hacia la mitad, cuando después de cruzar el río Salado el Camino sube a Lorca. Esta parte de la comarca es un territorio feraz y de paisaje ondulado, de clima suave, protegido por las sierras de Andía, Urbasa y Lokiz que se elevan al norte. La pirámide natural de Montejurra anuncia desde lejos la situación de Estella.

El Camino de Santiago atraviesa Puente la Reina por la calle Mayor de los Romeros y después de cruzar el río Arga por el puente románico gira a la izquierda para cruzar la carretera y pasar junto al Monasterio del Espíritu Santo. Un camino de tierra avanza primero por la ribera del Arga y después asciende forma suave separándose de ella. Tras pasar el vado de un regacho, el camino inicia un duro ascenso por un sendero entre pinos de repoblación. Superado el alto, una pista de tierra lleva a Mañeru.

PUENTE LA REINA

Mañeru es el primer pueblo de Tierra Estella por el que pasa el Camino de Santiago. Esta zona recibe además su nombre Val de Mañeru, al que pertenece también Cirauqui.

El trazado irregular de sus calles es medieval y hay algunas casonas nobles con sus escudos de armas de los siglos XVI a XVIII. La iglesia de San Pedro es un templo muy interesante. La parte más antigua es el coro y la base de la torre, que se fechan en el siglo XVI. Sobre el viejo campanario, el polifacético artista navarro Fermín de Larrainzar recibió en encargo de hacer una torre nueva para que las campanas pudieran oírse en todo el término de pueblo de forma efectiva. La solución es una magnífica obra de cantería hecha con piedra del lugar, en el año 1713. Las formas son deudoras de la arquitectura herreriana y tan sólo los leones de la balaustrada ponen una nota imaginativa. En 1785, el maestro de obras Santos Ángel de Ochandátegui acometió la gran reforma de la iglesia, construyendo un gran crucero neoclásico resuelto con ábsides semicirculares y una cúpula de media naranja con linterna.

El camino pasa junto al lavadero y deja el pueblo por la calle Forzosa, en dirección a Cirauqui, cuyas casas blancas aparecen a la vista. La silueta de su blanco caserío sobre un suave cerro es inconfundible. Se trata de un pequeño conjunto monumental muy interesante. Desde su posición elevada se contemplan una hermosas vistas del Val de Mañeru y buena parte de Tierra Estella.

CIRAUQUI

Después de seguir un sendero entre vides y olivos, se llega a un camino de tierra ancho que llega a Cirauqui. Su entrada es una puerta medieval de arco apuntado sobre la que se levanta un torreón superviviente de las murallas medievales. Las calles estrechas y empinadas mantienen su trazado medieval, pero las casas son en su mayoría de los siglos XVI a XIX. Entre ellas predominan las portadas con arcos de medio punto y muchas de ellas tienen blasones de piedra.

La Iglesia parroquial de San Román fue construida a finales del siglo XII. Conserva de esta época una bellísima portada lobulada de aire oriental y muy similar a la de San Pedro de la Rúa de Estella. En las claves se representan una estrella de ocho puntas, el Cordero Místico, San Miguel y la mano de Dios en actitud de bendecir. Figuras humanas y animales se sitúan sobre los capiteles en el arranque de las arquivoltas. En el siglo XVI, se hizo la fábrica del coro y la bóveda de crucería, pero el aspecto actual de templo se debe a las obras realizadas a finales del siglo XVII.

En el extremo norte del pueblo se encuentra la Iglesia de Santa Catalina, construida en el siglo XIII y reformada en el XVI. Su portada, también lobulada y con ángeles decorando las claves, se protege con un singular tejaroz hecho con ménsulas triangulares decoradas con cabecillas.

El Camino de Santiago sale de Cirauqui por la calzada romana, un camino empedrado que no tiene más de tres siglos, y atraviesa los restos del puente del regacho de Iguste. Este camino pudo ser romano en origen, como también lo es la calzada de Iguste, aguas arriba del arroyo.

En la subida se cruza la autovía por un paso elevado, desde el que los viñedos dominan el paisaje. Por el camino viejo de Estella, junto a la pista de tierra se llega al puente de Dorrondea, y continúa el viejo camino que conserva en ocasiones el empedrado. Por una pista de tierra pasa bajo la autovía, tomando la carretera de Alloz durante unos centenares de metros para luego desviarse a la izquierda y cruzar por el medieval Puente del río Salado.

PUENTE DEL RÍO SALADO

Así relató Aymeric Picaud la experiencia vivida en el paraje del puente del río Salado o Guesalaz, a los pies de Lorca, por el que todavía hoy pasan los peregrinos:
"Por el lugar llamado Lorca, por la zona oriental, discurre el río llamado Salado: ¡cuidado con beber en él, ni tú ni tu caballo, pues es un río mortífero! Camino de Santiago, sentados a su orilla, encontramos a dos navarros afilando los cuchillos con los que solían desollar las caballerías de los peregrinos que bebían de aquel agua y morían. Les preguntamos y nos respondieron mintiendo, que aquel agua era potable, por lo que dimos de beber a nuestros caballos, de los que al punto murieron dos, que los navarros desollaron allí mismo."

Subiendo por un camino hormigonado que salva una fuerte pendiente, pasa el camino de nuevo bajo la autovía. Y por un sendero paralelo a la antigua carretera, se llega a Lorca.

La calle Mayor de Lorca coincide con el Camino de Santiago. La Iglesia de San Salvador conserva un ábside románico de finales del siglo XII. En su interior se conserva un retablo barroco del siglo XVIII, dedicado a Santiago peregrino. Frente a la iglesia hubo un hospital de peregrinos entre los siglo XIII y XVI, luego convertido en clavería de Roncesvalles.

Al salir del pueblo, se toma un sendero paralelo a la carretera. A mitad del recorrido hacia Villatuerta, se separa de la carretera por otro sendero que avanza entre campos de cereal y sale a una pista. Por caminos de tierra se deja la autovía y se llega a la zona residencial de Villatuerta. Es una población situada al norte del valle de la Solana, convertida en núcleo residencial. Se disputa con Arellano ser el lugar natal de San Veremundo, abad del monasterio de Irache, impulso de los peregrinos a Compostela y patrón del Camino de Santiago en Navarra. Sus restos se conservan en una arqueta que pasa de un pueblo al otro cada cinco años, celebrándose un traslado festivo con paradas en Irache y Dicastillo. Su estatua se encuentra junto a la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un templo gótico que conserva elementos románicos de la antigua iglesia, que fue destruida en el siglo XIV en la guerra contra los castellanos. El retablo mayor, recientemente restaurado, es una obra del siglo XVII.

En Villatuerta se avanza por la calle Regueta cruzando el pequeño puente medieval. Junto a la iglesia se toma el camino de Estella, que a la salida del pueblo se convierte en un sendero que deja la Ermita de san Miguel a la izquierda y baja a una zona de descanso. En este templo hubo un priorato benedictino dependiente de Leyre. Por unas escaleras se baja al puente sobre el río Ega, y superado este, a un camino asfaltado que entra en Estella por la calle de los Curtidores.

ESTELLA

Estella debe su condición de ciudad al Camino de Santiago. Es, por tanto, un lugar jacobeo hasta el tuétano de sus piedras. Su propio nombre deriva de Stella, que significa "estrella", y se ha puesto en relación con el de Compostela, Campus Stellae, es decir "campo de la estrella". Las investigaciones arqueológicas han documentado vestigios desde la prehistoria hasta la época musulmana. Se conoce la existencia en este mismo lugar, en la ribera del río Ega, de un asentamiento rural llamado Lizarra y, posiblemente, un castillo. Y en la Baja Edad Media, llegó a convertirse en uno de los principales centros de comercio y comunicaciones de Navarra.

Debido a las buenas condiciones del lugar, en 1090, Sancho Ramírez, rey de Aragón-Pamplona, estableció en este punto un asentamiento de francos y les concedió un fuero para que pùdieran prosperar. Además, desvió la ruta de los peregrinos para que pasara por aquí. El burgo original era el barrio de San Martín, en torno a la iglesia de San Pedro de la Rúa y la calle de la Rúa o de las Tiendas, como se llamaba en la Edad Media. A lo largo de las siguientes décadas fueron surgiendo barrios que funcionaban de forma independiente. Sobre la Peña de los Castillos se levantó el castillo de Zalatambor. En 1164, Sancho VI el Sabio de Navarra confirmó el fuero de Estella. Aymeric Picaud dejó escrito en su guía del peregrino:
"Estella, fértil en buen pan y excelente vino, así como en carne y pescado, y abastecida de todo tipo de bienes."

ESTELLA

La ciudad se convirtió pronto en el centro de comercialización, no sólo del producto de sus talleres artesanales, sino de los productos de toda la comarca. Hacia el año 1200, la ciudad se dividía entre zonas: la de los francos, la de los judíos y la de los navarros. En 1266 se produjo la unión de los distintos barrios en un sólo concejo. En esos años falleció en uno de los hospitales el obispo de Patrás, que viajaba de forma anónima portando como ofrenda a Compostela una reliquia del apóstol San Andrés. En Estella nadie se dio cuenta de su dignidad hasta que, ya enterrado, un resplandor sobrenatural reveló la presencia de la santa reliquia. Desde entonces, San Andrés es el patrono de la ciudad. El siglo XIV, fue una época de crisis debido a sucesivas epidemias de peste y a las persecuciones de los judíos.

Tras la anexión de Navarra a Castilla, Estella pierde gran parte de su importancia estratégica. El castillo se abandonó en 1512, y se destruyó sesenta años más tarde. También se abandonaron las otras dos fortalezas y las murallas.

En cuanto al Camino de Santiago, la intención del rey Sancho Ramírez de crear un importante hito para los peregrinos entre Pamplona y Nájera fue en todo exitosa. Prueba de ello es el gran número de hospitales y hospederías que tuvo la ciudad, llegando a tener una de las mayores capacidades de alojamiento de toda la ruta jacobea. En el siglo XVI, con el fenómeno de las peregrinaciones en plena decadencia, el rey Carlos I mandó unificar todos los hospitales de la ciudad, creándose en 1524 el hospital General, que atendió durante un siglo las necesidades de los peregrinos. En el siglo XVIII, esta labor la desempeñaban los religioso mercedarios del convento de Nuestra Señora de Salas.

PUENTE MEDIEVAL E IGLESIA DE SANTA MARÍA JUS DEL CASTILLO

Los amigos de las comparaciones llamaron a Estella la "Toledo del Navarra" por la densidad de su patrimonio monumental y su situación junto al río Ega. Pero Estella es una ciudad con una fuerte identidad propia que no necesita buscar analogías. Lo primero que ve el peregrino al entrar es la fabulosa fachada de la Iglesia del Santo Sepulcro. El templo original del siglo XI, muy humilde, se comenzó a sustituir en el primer tercio del siglo XIII por otro mucho mas monumental que no se llegó a terminar. La fachada norte, que es precisamente la que da al camino es gótica, de principios del siglo XIV fue concebida como una gran catequesis sobre la muerte y la resurrección de Cristo. En el tímpano se representan las escenas de la Pasión, la Resurrección y la Última Cena, y a los lados de la portada, los doce apóstoles. Sobre dos sencillos plintos se disponen las figuras de Santiago peregrino y de un obispo, quizás San Saturnino, como San Cernín de Pamplona.

Por encima del Santo Sepulcro quedan el Convento del Santo Domingo, rehabilitado como resistencia de ancianos, y la Iglesia de Santa María Jus del Castillo, del siglo XII, que fue parroquial del barrio alto. Fue así llamada por ser la más cercana el Castillo de Zalatambor, cuyas ruinas fueron excavadas y pueden ser visitadas con guía.

PALACIO DE LOS REYES DE NAVARRA

Siguiendo por rúa de los Curtidores se llega a la plaza de San Martín, donde se encuentra el Palacio de los Reyes de Navarra, del siglo XII, único en Navarra y una de las construcciones del románico civil más importantes de España. De esa época se conservan las fachadas con sus características arquerías. En uno de los capiteles se representa la lucha entre Roldán y el malvado gigante Ferragut. En el siglo XVII, se añadió una tercera planta y se reformaron todos los espacios interiores. Actualmente alberga un interesante museo dedicado a la obra del pintor Gustavo Maeztu, vinculada al Regeneracionismo de la Generación del 98.

FACHAFA DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE LA RÚA

Frente al palacio están las escaleras que suben a la Iglesia de San Pedro de la Rúa. La planta de la iglesia es basilical, con tres ábsides y tres naves. Todo parece estar hecho para realzar el ábside central o capilla mayor, que tiene tres absidolos ganados al espesor de los muros. Parece que el templo es resultado de la ampliación de un proyecto inicial de la iglesia de nave única y cabeza con absidiolos, un tipo de distribución frecuente al norte de los Pirineos. La construcción dilatada en el tiempo hace que se vayan incorporando elementos góticos y que domine el arco apuntado y sus secciones. La gran bóveda gótica de crucería de la nave central se sustituyó por la actual en el siglo XVII.

La voladura del castillo, en 1572, pudo haber causado el derrumbe de dos de los cuatro lados del claustro. Una de las funciones de este, como queda patente en la historia del obispo de Patrás y las reliquias de San Andrés, fue la de cementerio de peregrinos. Aun así, posee una sorprendente riqueza iconográfica de lo que queda del claustro, cuya fábrica se ha puesto en relación con el claustro de Silos, donde también aparecen columnas torsas. Este elemento tan peculiar se da también en la Iglesia de San Pedro de Caracena, en Soria. En el interior de la iglesia se conserva un buen monumento de imágenes y retablos, así como el sepulcro de los duques de Granada de Ega, titulares del llamado palacio de los Reyes de Navarra.

CLAUSTRO DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE LA RÚA

Avanzando por la calle de la Rúa se encuentra el Palacio renacentista, del siglo XVI, donde nació fray Diego de Estella, influyente pensador durante el reinado de Felipe II. Al final de la calle, los peregrinos abandonaban Estella por la Puerta de Castilla.

En la plaza de San Martín se ubica el puente de la Cárcel, reconstruido en el siglo XIX, por el que cruza el río Ega. Las casas viejas, estrechas y elevadas se apiñan a lo largo de su orilla. Tomando a la izquierda por la calle Ruiz de Alda, se llega a los pies de la Iglesia de San Miguel, posiblemente la más interesante, aunque San Pedro y la fachada del Santo Sepulcro acaparen la fama. En torno a ella se fue formando el segundo barrio del burgo medieval. La primera mención escrita se remonta a 1174. Es un edificio peculiar, con planta de cruz latina, tres naves y tres ábsides al exterior. Sin embargo, en el interior hay dos ábsides más abiertos en los muros de los brazos del crucero. Hubo distintas fases de construcción que terminaron en época gótica. Ya en el barranco se acometieron algunas reformas y se levanta la torre. Son de gran interés las dos portadas que dan acceso a las naves laterales, sobre todo la del lado norte, una obra excepcional. Quizás se cuidó especialmente porque era la que daba a la plaza del mercado que el barrio tenía derecho a celebrar desde 1236. Junto a la iglesia está la capilla de San Jorge, del siglo XIV, guarneciendo la bella imagen gótica del titular.

Desde la plaza de San Miguel, se encuentra muy cerca la plaza de los Fueros, junto a la que está la Iglesia de San Juan, de origen románico y muy reformada.

IGLESIA DE SAN MIGUEL DE ESTELLA

En el extremo norte de la ciudad y dominándola está la Iglesia de San Pedro de Lizarra, la Basílica de Nuestra Señora del Puy, con la imagen gótica de la patrona de Estella, y el Monasterio de San Benito, de monjas benedictinas.

Junto al parque de Llanos se encuentra el Monasterio de Santa Clara, del siglo XVII.

RÍO ARGARA SOBRE ESTELLA

27/03/2025

Tratado fronterizo de los Pirineos de 1659


El Tratado de los Pirineos, también llamado Paz de los Pirineos, fue pactado por las coronas de las Monarquías española y francesa el 7 de noviembre de 1659 para poner fin a un conflicto iniciado en 1635, durante la Guerra franco-española de 1635-1659. La firma tuvo lugar en la isla de los Faisanes, sobre el río Bidasoa, lugar que hace frontera entre ambos reinos.

Francia inició este enfrentamiento contra España como consecuencia de las victorias obtenidas por los Reales Tercios de Infantería durante el transcurso de la Guerra de los Treinta Años contra los rebeldes holandeses, en 1620, y contra los suecos en Nördlingen, en 1634.

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ENCUENTRO ENTRE FELIPE IV DE ESPAÑA Y LUIS XIV DE FRANCIA

En 1640, Francia comenzó a interferir en la política española, apoyando a los catalanes durante la sublevación de Cataluña, al tiempo que España apoyaba la Revuelta de la Fronda, en 1648. En las negociaciones de la Paz de Westfalia, en 1648, que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años, Francia se anexionó los territorios de Alsacia y Lorena, cerrando el llamado Camino Español que unía las posesiones españolas en Italia y en Flandes a través de Suiza y el Franco Condado. Todo esto llevó a una guerra abierta entre Francia y España.

Después de diez años de guerra, Francia venció a la Armada española en la batalla de las Dunas, en 1658. La paz se firmó un año después en la isla de los Faisanes, siendo los signatarios Luis de Haro, representante de Felipe IV de España, y el cardenal Mazarino, representante de Luis XIV de Francia.

En la frontera del norte, Francia recibió el condado de Artois y una serie de plazas fuertes en Flandes, Henao y Luxemburgo, entre las que se encontraban Metz, Toul y Verdún. Los franceses devolvieron a España el Charolais, situada en el Franco Condado, y las conquistas de Italia. En la frontera catalana del sur, se concertó la cesión a Francia del Rosellón, el Conflent, el Vallespir y una parte de la Cerdaña, situados en la vertiente septentrional de los Pirineos y que las tropas francesas habían ocupado en apoyo de los sublevados catalanes. La frontera con España se fijó desde entonces siguiendo los montes Pirineos, salvo en lo que se refiere al diminuto enclave de Llivia.

isla faisanes bidasoa tratado pirineos frontera españa francia
ISLA DE LOS FAISANES EN EL RÍO BIDASOA

El tratado también preveía la boda entre Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, hija de Felipe IV de España, cuya dote se fijó en medio millón de escudos de oro, a cambio de renunciar a sus derechos sucesorios al trono de España. Esta compensación no se pagó nunca, sirviendo de excusa a Luis XIV para anular el tratado e iniciar nuevas hostilidades, siendo uno de los factores que llevó a la Guerra de Sucesión Española en 1702.

La Paz de los Pirineos se completó un año después por el Tratado de Llivia de 1660, que acordó el paso a soberanía francesa de treinta y tres pueblos y lugares del valle de Carol y el Capcir, quedando el enclave de Llivia bajo dominio español. De esta forma se fijó de un modo más preciso la división de la Cerdaña entre España y Francia.

23/03/2025

Cruzada de Teobaldo II de Navarra a Túnez


Teobaldo II el Joven pasó a la historia de Navarra por convertirse en un auténtico rey cruzado. El conde Champaña y rey de Navarra había sido alzado en el trono gracias al apoyo del rey Luis IX de Francia, su principal mentor.

En marzo de 1267, reunido en París en una asamblea ante sus nobles, juró el voto de cruzada y tomar parte en la campaña militar tal como le habían pedido los papas Urbano IV y Clemente IV. Fue decretada la octava cruzada. Se había adelantado unos días al juramento de su suegro y protegido Luis de Francia. Una segunda ceremonia tuvo lugar el 5 de junio de 1267 ante un legado papal en Notre-Dame de París, donde el rey Teobaldo II de Navarra, que también había tomado la cruz, estuvo presente.

Lo siguiente que hizo Teobaldo fue la recogida de fondos para la campaña, ejerciendo peticiones a sus súbditos del Reino de Navarra y del Condado de Champaña. El llamamiento no causó mucho entusiasmo ya que no se presentaron ni una docena de caballeros. Consta con seguridad la participación de cuatro navarros, dos de ellos clérigos, Simón de Val y Pedro López de Sarria, y dos caballeros, García Martínez de Uriz y Alfonso Díaz de Falces, testigos del testamento otorgado por Teobaldo en Túnez, en noviembre de 1270.

TEOBALDO II DE NAVARRA

El objetivo estratégico de la cruzada era la defensa del reino cristianos asentado en tierras sirias, que estaba siendo hostigado por el Sultanato de Egipto. Poco antes de embarcase, la campaña empezó a perder visión de su cometido real. La primera acción fue un ataque sobre Túnez, algo incomprensible ya que este reino moro mantenía relaciones pacíficas con los cristianos de Castilla y Aragón.

Fue Luis quien decidió que el nuevo objetivo fuese el Emirato hafsida de Túnez, en lugar de Siria, porque habían recibido informaciones de que el rey Al-Montasir pretendía convertirse al Cristianismo. Pero seguramente que también por presiones de Carlos de Anjou, quien ambicionaba fundar el Reino de África, una prolongación cristiana de sus dominios sobre el norte de este continente y cortar las rutas comerciales de la Corona de Aragón en la zona tunecina del Mediterráneo. Una vez conseguido Túnez, la cruzada retomaría el objetivo primario a la conquista de Egipto.

En julio de 1270, Teobaldo y Luis se reunieron en Cerdeña, junto al francés estaba su hijo y heredero el delfín Felipe. Una potente flota y bien organizada zarpó una semana después de Aigues-Mortes, desembarcando cerca de Cartago, y tomaron una pequeña fortaleza costera. Al día siguiente, una segunda flota al ando de Teobaldo II zarpó de Marsella. Y ambas flotas se unieron en Cagliari, en la costa sur de Cerdeña. Los Ejército de Luis y Teobaldo comenzaron la expedición antes de que llegara el refuerzo de Carlos de Anjou, rey de Sicilia y hermano de Luis.

TEOBALDO DE NAVARRA DE CRUZADA

Pero el plan no salió como estaba previsto y los moros empezaron a asediarles, y con el pretexto de querer convertirse al Cristianismo, primero se acercaba y luego atacaban. Después, recibieron refuerzos y comenzaron a atacar de forma directa. En el Ejército franco-navarro escaseaban los víveres y había estallado una epidemia de peste, que llegó a afectar a algunos magnates galos e incluso al propio rey Luis IX, falleciendo en agosto.

Aun así, resistieron hasta la llegada a Cartago de Carlos de Anjou, que rindió homenaje al nuevo rey de Francia, Felipe, y a uno de los grandes señores de aquel reino, Teobaldo IV de Champaña y II de Navarra.

A comienzo de septiembre, los cruzados continuaron la ofensiva, y dieron un importante golpe cerca de la laguna y el castillo en el que se protegían. Por lo que ambos ejércitos mantuvieron una posición de equilibrio militar hasta firmar una tregua. De esta forma, los cristianos aganaban tiempo a la espera de la llegada de los refuerzos del príncipe Eduardo III de Inglaterra.

El 1 de noviembre, Teobaldo II formalizó un contrato comercial con el sultán de Emirato hafsida de Túnez, Abu Abd Allah Muhammad al-Mustansir. En el acuerdo, el arzobispo de Narbona condenó la capitulación al considerar que habían vendido la Cruz por un tributo al rey moro. Por otra parte, el rey de Sicilia consiguió recibir una indemnización por el de Túnez.

CRUZADOS EN TIERRA SANTA

Cuando llegó la expedición de Eduardo era demasiado tarde. Teobaldo II había tomado la decisión de regresar a tierras cristianas para rearmase todas las partes cristianas involucradas en la cruzada, que había resultado un fracaso.

El 4 de diciembre, ya estaban en el puerto de Palermo, juraron reemprender la misión. Pero Teobaldo había enfermado de disentería, muriendo el 4 de diciembre en el convento de Trápani. Su cuerpo su llevado por el rey de Francia hasta Provins, y enterrado en el convento de Les Cordeliéres.

18/03/2025

Catalina de Erauso


Alférez del Tercio de Infantería del Perú y monja en San Sebastián, conocida como la Monja Alférez, luchó en la Guerra de Arauco donde ganó gran prestigio por haber recuperado una bandera española arrebatada por los mapuches

CATALINA DE ERAUSO

Catalina de Erauso y Gallárraga nacida en San Sebastián en 1592. Era hija del militar Miguel de Erauso y de María Pérez de Gallárraga y Arce. A los cuatro años, fue internada en el Convento de San Sebastián el Antiguo, del que una tía suya era la priora. Allí pasó su niñez y su adolescencia, llevando una austera vida monacal de oración y disciplina.

Sin embargo, su carácter inquieto y rebelde no era muy apropiado para la vida enclaustrada. Tras una pelea con una novicia, en la que recibió varios golpes, fue encerrada en su celda de la que escapó disfrazada de campesino, marchándose del convento para siempre en 1607.

Ya no abandonó su disfraz, su identidad desapareció. Siempre vestida como un hombre y con el pelo cortado a manera masculina, adoptó nombres diferentes, como Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso. Su aspecto físico le ayudó a ocultar su condición femenina ya que fue una mujer de gran estatura, más bien fea y sin unos caracteres sexuales femeninos muy marcados. Pedro de la Valle escribió sobre ella que "no tiene pechos, que desde muchacha me dijo haber hecho no sé que remedios para secarlos y dejarla llana como le quedaron...". También se escribió que nunca se bañaba, y que debió adoptar comportamientos masculinos para así poder ocultar su verdadera identidad.

Desde entonces, pasó a vivir en los bosques y a alimentarse de hierbas, a viajar de pueblo en pueblo, temerosa de ser reconocida, hasta que llegó a Valladolid, y de nuevo, a Bilbao. Finalmente, llegó a Sanlúcar de Barrameda, y se embarcó trabajando como grumete en uno de los grandes navíos de la Carrera de Indias que traen a España la plata extraída de las minas americanas. Curiosamente, el patrón de esa nave era Esteban Eguiño, tío de Catalina, aunque aquel nunca reconoció a su sobrina.

Desembarcó en Araya (Venezuela) y marchó a Cartagena (Colombia), en el Virreinato de Nueva Granada. En América desempeñó diversos oficios, primero trabajó en Trujillo, más tarde, llegó a Lima, en el Virreinato del Perú. Allí se alistó como soldado en el Tercio de Infantería del Perú bajo el mando de distintos capitanes.

ITINERARIO DEL VIAJE DE ERAUSO POR AMÉRICA DEL SUR

En 1619, viajó a la Capitanía general de Chile, donde, al servicio del rey de la Corona hispánica, participó en diversas guerras de conquista. En la Guerra de Araucco contra los mapuches, consiguió ganarse la fama de valiente y hábil con las armas, estacada en el combate y sin revelar que era una mujer. Durante una batalla, en un acto de valor heroico recuperó la bandera de su Tercio de Infantería que les habían arrebatado. En este lance recibió tres flechazos y una lanzada, por los mapuches, siendo ascendida con el grado de alférez por sus mandos.

Así relató su hazaña:
"Llegándoles socorro, nos fue mal y nos mataron mucha gente y capitanes, y a mi alferéz, y llevaron la bandera. Viéndola llevar, partimos tras ella yo y dos soldados de a caballo por medio de gran multitud, atropellando y matando, y recibiendo daño: en breve cayó muerto uno de los tres. Proseguimos los dos. Llegamos a la bandera, cayó de un bote de lanza mi compañero. Yo recibí un mal golpe en una pierna, maté al cacique que la llevaba y quitésela, y apreté con mi caballo, atropellando, matando e hiriendo a infinidad, pero malherido y pasado de tres flechas y de una lanza en el hombro ixquierdo, que sentía mucho."

Catalina descubrió que uno de sus mandos militares era su hermano Miguel de Erauso, el cual no consiguió reconocerle pues tenía dos años cuando él marcho a América. Por otra parte, ella no reveló su identidad, pero si que le estuvo comentando que era de su misma ciudad y de lugares comunes. Miguel acogió a Catalina en su tropa, persuadido de tener junto a sí a un paisano, además con notables virtudes militares.

Durante estos años se vio envuelta en numerosas peleas y disputas. Fue amante del juego, los caballos y el galanteo con mujeres como era normal entre los soldados españoles de la época. Pronto se ganó la fama de duelista arbitrario y peligroso espadachín. En el Virreinato del Río de la Plata fue condenada a muerte por un duelo en el que mató a su contrincante. Ya en el cadalso y con la soga al cuello, fue dada orden de liberación por haber confesado los falsos testigos que habían provocado su detención.

CATALINA DE ERAUSO Y BANDERA DE ESPAÑA EN 1619

En 1615, en la ciudad de Concepción, actuó como padrino de un amigo durante uno de esos duelos. Tras el intercambio de golpes su amigo y su contrincante cayeron heridos al mismo tiempo. Según el protocolo, los oponentes continuaron el combate, Catalina tomó su arma y se enfrentó al padrino rival, hiriéndole de gravedad. Moribundo, éste dio a conocer su identidad, sabiendo entonces Catalina que se trataba de su hermano Miguel de Erauso, sólo pudo huir.

Continuó enrolada en los campos de batalla de Chile y Perú, en Tucumá, Potosí, La Plata, Cochamba, Cruzco, Huamanga...

En otra ocasión, estando en la ciudad peruana de Huamanga en 1623, fue detenida a causa de una disputa. Para evitar ser ajusticiada, se vio obligada a pedir clemencia al obispo Agustín de Carvajal, contándole además que no podía ser ajusticiada por ser mujer y que había escapado hacía ya bastantes años de un convento.

Ella misma lo narró así:
"Señor, la verdad es ésta: que soy mujer, que nací en tal parte, hija de Fulano y Zutana, que me entraron de tal edad en tal convento, con Fulana mi tía; que allí me crié; que tomé el hábito y tuve noviciado; que estando para profesar, por tal ocasión me salí; que me fui al tal parte, me desnudé, me vestí, me corté el cabello, partí y acullá; me embarqué, aporté, trajiné, maté, herí, maleé, correteé, hasta venir a para en los presente, y a los pies de Su Señoría Ilustrísima."

Asombrado, el obispo determinó que un grupo de matronas la examinarían, comprobando que no sólo era mujer, sino virgen. Tras este examen y la demostración de tan extraordinario arrojo, recibió el apoyo del eclesiástico, quien evitó que Catalina fuese castigada por ejercer una falsa identidad e instalándola en el convento de Santa Clara de Huamanga, con el hábito correspondiente, bajo su tutela.

CATALINA DE ERAUSO Y LA GUERRA DE ARAUCO

El asunto llegó a oídos de la Corte, donde se interesan, no por la monja Catalina, sino por el heroico alférez de la Guerra de Arauco. En traje de civil, regresaba embarcada en la Armada del general vascongado Tomás de Larraspuru, natural de Azcoitia, que había prestado extraordinarios servicios a España limpiando de piratas el mar Caribe.

Fue recibida con honores por el rey Felipe IV, sorprendido gratamente por la historia de la donostiarra. El llamado "Rey Planeta", le confirmó su graduación y empleo militar, la llamó "monja alférez", autorizándola además a emplear su nombre masculino y le concedió una pensión de ochocientos escudos de renta.

El memorial que dirigió Catalina al rey para solicitar su ayuda comenzaba con estas palabras:
"Señor: el alférez doña Catalina de Erauso, vecina y natural de la villa de San Sebastián, privicia de Guipúzcoa, dice: que en tiempo de diez y nueve años a esta parte, los quince ha empleado en servicio de Vuestra Majestad en las guerras del reino de Chile e indios del Perú, habiendo pasado a aquellas partes en hábito de varón, por particular inclinación que tuvo de ejercitar las armas en defensa de la fe católica y emplearse en servicios de Vuestra Majestad."
Algo más tarde, mientras su nombre y aventuras se extendían por Europa, Catalina viajó a Roma, quizás para arreglar de la mejor forma posible su extravagante situación personal. El papa Urbano VIII, le recibió en audiencia, escuchó su historia y le autorizó, de forma excepcional, a continuar usando su vestimenta de hombre, pero sin reincidir en más delitos y alborotos.

De esta forma lo escribió:
"Partí de Génova a Roma. Besé el pie a la Santidad de Urbano VIII, y referíle en breve y lo mejor que supe mi vida y correrías, mi sexo y virginidad. Mostró Su Santidad extrañar tal cosa, y con afabilidad me concedió licencia para proseguir mi vida en hábito de hombre, encargóme la prosecución honesta en adelante y la abstinencia de ofender al prójimo. Hízose el caso allí notorio, y fue notable el confuso de que me vi cercado: personajes, príncipes, obispos, cardenales."

CATALINA DE ERAUSO Y LA GUERRA DE ARAUCO

También fue recibida por varios cardenales. Uno de ellos, el italiano Magallón, que no debía de sentir gran simpatía por los españoles, le dijo tras conocer sus aventuras que no tenía más falta que ser español, a lo que respondió la guipuzcoana:
"A mi me parece señor, debajo de la corrección que se debe a Vuestra Señoría Ilustrísima, que no tengo otra cosa buena."
Las jornadas italianas de Catalina, en efecto, fueron de fama y agasajo. Hasta que un día se cansó y marchó a Nápoles para embarcar de regreso a España. Su presencia en Nápoles también suscitó admiración. Paseando por el puerto de aquella ciudad, comentó en sus memorias que unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella diciéndole: "Signora Catalina, dove si cammina?"; a lo que ella respondió: "A darles a ustedes unos pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a defenderlas."

Durante esta tranquila etapa, ella misma escribió o dictó sus propias memorias El memorial de los méritos y servicios del alférez Erauso, que hoy se encuentran en el Archivo de Indias.

Pero su espíritu inquieto y aventurero no conoció reposo. En 1630, la monja alférez viajó de nuevo a América y se instaló en el Virreinato de la Nueva España, probablemente en la ciudad de Orizaba en el estado de Veracruz, donde regentó un negocio de arriera o transporte de mercancías entre México y Veracruz.

A partir de 1635, poco se sabe de su vida, salvo que murió en Cuitlaxtla, localidad cercana a Puebla, quince años más tarde. Sin embargo, tampoco se conocen las causas de su fallecimiento, pues unos dijeron que fue asesinada, otros que murió sola entre sus asnos en los altos de Orizaba, otros que en un naufragio transportando una carga en un bote, y otros que se la había llevado el diablo.

CATALINA DE ERAUSO Y SAN SEBASTIÁN

15/03/2025

Leyenda de la colegiata de Ziortza de Gerrikaitz


Cuenta la tradición que en la vizcaína villa de Gerrikaitz, la población asistía a la misa en Santa Lucía de Gara el día de la Asunción de la Virgen de un año 968. Entonces, un águila tomó una calavera del osario y, volando, la trasladó hasta un lugar donde la dejó caer. Ese lugar es el actual emplazamiento de la Colegiata de Ziortza, la única en toda Vizcaya, y se consideró el hecho de su existencia como milagroso.

leyenda colegiata ziotrza gerrikaitz
COLEGIATA DE ZIORTZA

11/03/2025

Bajo pólvora y estrellas. Churruca y otros marinos vascos de la Ilustración


CHURRUCA Y OTROS MARINOS VASCOS DE LA ILUSTRACIÓN

Bajo pólvora y estrellas. Churruca y otros marinos vascos de la Ilustración
José María Unsain, María Dolores González-Ripoll y Mikel Lertxundi, Editorial Diputación Foral de Gipuzkoa, Untzi Museoa-Museo Naval, San Sebastián (2000), 161 páginas

Este trabajo fue promovido por Untzi Museoa-Museo Naval de San Sebastián, bajo la organización de José María Usain, la participación de Mikel Lertxundi y elaborado en estrecha colaboración con María Dolores González-Ripoll, historiadora que ha dedicado gran parte de sus esfuerzos de investigación al estudio de las expediciones de la Ilustración española.

La asociación de la figura de Cosme Damián Churruca y Elorza con el combate de Trafalgar resulta inmediata como excluyente. Convertido en paradigma de hombre valeroso, los libros escolares incluían junto a su efigie frases de este tipo: "Churruca, héroe de Trafalgar, sacrificado a la ineptitud del mando francés" (Historia, 4º de Bachillerato, S.M., 1963). Para la gran mayoría el timbre de gloria del apellido Churruca deriva exclusivamente del temple y arrojo que Cosme Damián puso de manifiesto al batirse contra una fuerza naval muy superior: el San Juan Nepomuceno, instrumento de su hazaña y su leyenda, enfrentado a seis navíos británicos. Las nubes de pólvora de Trafalgar y un enfoque histórico tendente a enfatizar los hechos de armas difuminaron sus aportaciones de orden científico en el contexto de las expediciones del siglo XVIII. El conocimiento de su trabajo en este campo quedó reducido al círculo de los especialistas en la historia de la época o del tema en cuestión.

Divulgar el trabajo desarrollado por Churruca en el ámbito de los reconocimientos hidrográficos se planteaba en consecuencia como una labor pendiente de realizar, que encajaba en el programa de exposiciones temporales y ediciones del Untzi Museoa-Museo Naval de San Sebastián. En el proceso de maduración del proyecto la dirección planteó la posibilidad de extenderse también a otros personajes vascos ligados al mar, que tenían en su haber un trabajo de índole científica de la entidad equiparable a la de Churruca y que, popularmente, eran incluso menos conocidos.

A pesar de que la biografía de Churruca es altamente representativa de la trayectoria y el modo de vida de los marinos de la Ilustración, se optó por tratar de ofrecer al mismo tiempo una visión panorámica de la aportación vasca a las expediciones científicas del siglo XVIII. Así pues, el área de trabajo se vio ampliado y llevó a incluir información sintética sobre la vida y obra de José Iturriaga, Santiago de Zuloaga, Juan Francisco Aguirre, Andrés Oyarvide, Domingo Bonechea, Ventura Barcaíztegui, José Moraleda, Bruno de Hezeta, Manuel Agote, José Mazarredo y José Joaquín Ferrer. La nómina de "marinos científicos" resulta sin duda incompleta, pero puede resultar válida como aproximación inicial. Tiempo habrá para dar entrada a otros personajes que aún permanecen en la penumbra historiográfica: Ignacio Arteaga, Francisco Eliza, Juan José Elizalde, José Joaquín Ezquerra, Isidro Cortázar, etc.

Quedan fuera de esta relación aquellos marinos del siglo XVIII que tuvieron una trayectoria marcadamente militar, protagonistas de terribles jornadas bélicas, como Blas de Lezo, Francisco Hidalgo de Cisneros, Antonio Areyzaga, Ignacio Mendizábal, Pablo Agustín Aguirre, Ignacio Olaeta, José Lorenzo Goicoechea, Tomás de Ayalde, Manuel Emparan, Baltasar Gomendio, José Manuel de Goicoa o Pedro Mendinueta. Tampoco figuran en ella, aunque en el libro incluye alguna mención, otros como Manuel de Guirior, Ignacio María de Álava, José Ramón de Gardoqui o Luis María Salazar, marinos con muchos días de mar y guerra de experiencia, que tuvieron ocasión de poner de manifiesto su formación y mentalidad ilustrada, y llegaron a desempeñar cargos de trascendencia política. La revisión contemporánea de sus biografías tendría sin duda un considerable interés histórico, humano y hasta literario.

Los personajes objeto de atención en este libro en su mayor parte se trata de marinos formados en las Academias de Guardiamarinas e integrados en la Real Armada. Las empresas científico-técnicas del siglo XVIII español estuvieron en buena medida vinculadas al ejército y a la marina. En cualquier caso, la red de conexiones entre instituciones civiles y militares se percibe con claridad repasando simplemente el listo de miembros de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País o estudiando los vínculos que mantuvieron José de Iturriaga, Manuel Agote o José Joaquín Ferrer con la Armada y las Compañías comerciales de Caracas y de Filipinas.

Los viajes hidrográficos y de descubrimiento organizados por la Corona española en el siglo XVIII responde en primera instancia a intereses geoestratégicos y comerciales muy concretos, pero su contribución al conocimiento de la geografía, la etnografía y las ciencias naturales de América y Filipinas constituye una realidad innegable. La gran cantidad de cartas, mapas, diarios y relatos de viaje generados en torno a las expediciones marítimas conforman un legado de indudable entidad cultural. La satisfacción de prestar servicio a un rey, a una nación o a un imperio que exteriorizan los marinos que tomaron parte en los viajes de carácter científico, resulta compatible con la conciencia de trabajar en favor de la humanidad. En los escritos redactados durante la expedición hidrográfica a las Antillas, Churruca expresa en varias ocasiones el convencimiento de que sus levantamientos cartográficos eran útiles a la Monarquía y al "bien general de la humanidad".

El cosmopolitismo y el anhelo de progreso y felicidad universales, frutos del pensamiento ilustrado, se encuentran sin duda en la raíz de esa voluntad de contribuir al bienestar general mediante el desarrollo científico-técnico, voluntad que manifiesta con suma nitidez el astrónomo y geógrafo José Joaquín Ferrer. Tratando de precisar la finalidad de sus trabajos hidrográficos escribió en 1792:
"Todo el que tenga alguna noción del arte de Navegar, conocerá los graves perjuicios que puede acarrear un error en la verdadera situación de las tierras que tiene que descubrir el navegante; que la confianza en una posición errada puede ser causa de la pérdida total de una expedición… El deseo de contribuir al bien de la humanidad ha sido la única causa que me ha movido a tomar el trabajo de recopilar unos cálculos tan áridos como necesarios."

(Posiciones geográficas de varios puntos del seno Mexicano, Antillas y Azores, manuscrito del Museo Naval, Madrid)

El objetivo que pretende alcanzar Untzi Museoa-Museo Naval con este libro es contribuir a un mayor conocimiento de la vida y la obra de algunos de aquellos marinos que en palabras de Pío Baroja construyeron "la parte más brillante de la historia vasca".