27/10/2025

Aparición de una nueva oligarquía vasca en la Ilustración


Debido a la continuada prosperidad de esta nueva clase social emergente, aparece la nueva ideología de la clase dominante, conocido como el Igualitarismo. Los denominados oligarcas, que acababan de apoderarse de la tierra, intentaron acaparar los poderes locales e integrarse en los viejos linajes, en un proceso de aristocratización que conllevaba dos etapas:

1. La formación de la oligarquía de grandes propietarios de los centros de producción, acumulada en dos o tres generaciones. Estos oligarcas eran en gran número hijos y nietos de indianos que invirtieron toda la riqueza ganada en su lugar de origen después de hacer la Américas.

La ley del mayorazgo vascongado se basaba en el derecho castellano por el cual, un conjunto de bienes vinculados entre sí podían pasar al heredero, normalmente el mayor de los hijos, de forma que el grueso del patrimonio de una familia no se diseminaba, sino que sólo podía aumentar.

Como ejemplos podrían servir los fundadores de la Sociedad Vascongada Amigos del País. Xabier de Munibe, conde de Peñaflorida, heredero de 15 mayorazgos y 4 patronatos extendidos por las tres Provincias; Flíx María Samaniego, rico hacendado de Laguardia y heredero de tres mayorazgos en Tolosa; Manuel Ignacio de Altuna, Joaquín de Eguía e Idiáquez, Hurtado de Mendoza y Juintorrea, etc.

2. El ejercicio de poder de esta oligarquía en su propio beneficio, y restringiendo el poder a los demás, en su caso a las masas de campesinos y personal empleada en sus mayorazgos, patronatos y prebostes rurales principalmente.

AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN - DONOSTIA

Estos nuevos propietarios de los centros de producción imponen décimas a los inquilinos de sus tierras y la realización de otros cargas señoriales como hacer carbón, vigilar sus viveros, plantar árboles, etc.

Las cargas señoriales, tanto directas (percepción de diezmos y rentas) como indirectas (privilegios fiscales) contribuyen a crear un clima de descontento que, en un período de crisis, con el odio atizado por la escasez y la miseria, servirá para dirigir la fuerza de la rebelión contra los beneficiarios de tales rentas y privilegios, que se verán endurecidos o amortiguados según el peso de las cargas señoriales.

De esta manera, la estructura económica de la sociedad vasca en el siglo XVIII corresponde a la de una sociedad dividida en diezmeros (perceptores de diezmos) y consumidores (campesinos). En base a esta estructura económica se organizó la superestructura jurídico-política y se establecieron los mecanismos de poder que garantizaron a la oligarquía el ejercicio de los cargos de gobierno.

Las restricciones legislativas puestas por la Hermandad Municipal ordenaban que la cualidad de concejal estuviese unida a la posesión de cierta riqueza y disponibilidades económicas.

La condición de vecino se vincula a cualidades nobiliarias, que pese a la generalidad aparente de que todos los ciudadanos eran hidalgos, estas cualidades debían probarse y ser acreditadas. Por eso si un vecino quería ser elegido deberá acreditar su origen familiar, siendo este proceso muy caro. Había que tener los ducados suficientes para entablar el proceso, pagar a los escribanos y a los informantes, acreditar cierto porte de vida, y hasta tener una cierta edad y autoridad sobre los demás.

Este mecanismo de poder "millarista", característico de la oligarquía, gobernó internamente las villas y ciudades de las Provincias Vascongadas desde el siglo XVII hasta mediados del XIX cuando se aplicó la Constitución liberal.

MUSEO DE BELLAS ARTES DE ÁLAVA EN VITORIA

Este sistema de acumulación de poder económico, social y político fue descrito por escritores y cronistas, algunas veces criticado con dureza, como fue el caso del jesuita Larramendi:
"Aunque todos sean nobles, no todos pueden entrar en los cargos honoríficos de la república; para eso, además, son menester los "millares" que liarán, esto es, tanta hacienda, que haya de seguridad a la república para sanearse de los daños que puede causarle un mal cargohabiente."
Según la Ordenanzas de las Hermandades, era imprescindible una cierta renta o capital en bienes inmuebles para ser elegido o poder elegir cargos.

En las Ordenanzas municipales de la Hermandad de Azpeitia de 1463, establecen que los cargos de la Provincia deben ser "buenos omes, ricos, e abonados", a comienzos del XVI Azpeitia tenía tres mil habitantes y a sus concejos abiertos acudían a veces más de trescientos hombres.

Estas ordenanzas reformadas en 1705, establecía:
"Que los electos para Alcalde y Fiel sean entre todos los vecinos más ricos abonados de la primera representación y autoridad y que los Regidores sean hombres principales, buenos cristianos, ricos y de experiencia."

Según el escritor Gurruchaga, en la Azpeitia de fines del siglo XV (cuando la oligarquía aún no estaba organizada) de 3.000 vecinos que tenía la villa, eran concejales 300 (un 10 %). En el siglo XVIII, con una población de cerca de 5.000 había únicamente de cuarenta a cincuenta "millaristas" algo menos del 1%.

En las Ordenanzas de Rentería, de 1606, con una oligarquía en formación ya se establece la cantidad de riqueza necesaria: "los alcaldes, jurados mayores, mayordomo y sindico poseyesen cada uno de ellos cien mil maravedis en bienes raíces".

CASA HORCASITAS EN BALMASEDA

Para ser cargo elector y elegible en Elgoibar se requerían 500 ducados. En Tolosa "Se operaba una distinción entre los electores de cabeza entera (6.000 mrvs. de bienes raíces en el término jurisdiccional de la villa) y los de media cabeza (3.000 mrvs. si bien eran solo e1ectores, pero no elegibles)".

En el caso de Oñate, las Ordenanzas de 1762 disponían que para ser electo eran necesarios "500 ducados de vellón en bienes raíces en el distrito y jurisdicción de esta villa, libres de todo censo, deuda y gravamen, y qua no estén en concurso, ni privados de su goce y administración".

Según el historiador local Ramiro Larrañaga, Soraluze-Placencia de las Armas exigía en sus Ordenanzas, además de ser noble de sangre y de vida honesta, la condición de "millarista" (posesión de bienes suficientes) para ejercer cargo público.

PLAZA DE LOS FUEROS EN OÑATE

El derecho a la "hidalguía universal" fue establecido por los reyes castellanos para todos los vizcaínos, por pertenecer a lugar y linaje conocidos, y tener sangre limpia sin ser contaminada por los invasores islámicos. Pero este tipo de privilegios que consideraba a todos los vizcaínos como nobles, no dejó de ser pura retórica, que nunca pasó a la práctica entre nobles y súbditos.

Lejos de existir una sociedad equilibrada de poderes y libertades, donde impase un Igualitarismo entre sus miembros por derecho de hidalguía, ocurrió todo lo contrario. Las diferencias entre los nobles y villanos se acrecentaron y agravaron más entre ambos estamentos sociales con respecto a otras jurisdicciones del Reino de España.

Con todo esto, así surgieron las machinadas, revueltas producidas durante los siglos XVII y XVIII, que tiene su origen en la actitud de las masas campesinas al final del Antiguo Régimen por las crisis de subsistencia ante la escasez de alimentos y la fuerte carga tributaria de los oligarcas locales.

Como en tantas partes de España y de Europa, solo los hacendados en inmuebles o heredades en tierras disponían de voto y de capacidad para ser elegidos gobernantes municipales o provinciales.

PLAZA MAYOR Y AYUNTAMIENTO DE AZPEITIA

24/10/2025

Felisa Martín Bravo


Física y meteoróloga, primera mujer científica en ingresar en el Cuerpo Superior de Meteorología y primera doctora en Física en España

FELISA MARTÍN BRAVO

Felisa Martín Bravo era natural de San Sebastián, donde nació en 1898. Siendo joven, estudió el bachillerato en el Instituto General y Técnico de Guipúzcoa de su ciudad natal. Entre 1918 y 1922, cursó estudios superiores en la Universidad Central de Madrid en la carrera de Ciencias Físicas. Durante su estancia madrileña se alojaba en la Residencia de Señoritas hasta 1930.

Mientras que se formaba, colaboraba en la Sección de Ciencias del Instituto-Escuela, dependiente de la Junta para la Ampliación de Estudios, con la aspiración de ingresar en el Magisterio secundario. Se trataba de unas prácticas de física impartidas por los científicos Blas Cabrera y José María Torroja.

En 1922, se licenció en Ciencias Físicas, e ingresó en el Laboratorio de Investigaciones Físicas, fundado por la Junta para la Ampliación de Estudios en Madrid, núcleo científico-técnico fundamental para el desarrollo en la Restauración monárquica y precursor del moderno Instituto Nacional de Física Y Química. Martín era becaria, siendo la primera mujer en un departamento que dirigía Julio Palacios. Este físico aragonés estaba realizando los primeros trabajos sobre rayos X aplicados a estructuras cristalinas.

Martín realizó prácticas junto con Enrique de Rafael Verhulst a través de la Cristalografía de rayos X, aplicando los métodos de Bragg y de Debye-Scherrer. Estableció la estructura cristalina de los óxidos de níquel y de cobalto, y del sulfuro de plomo. Aquellos resultados químicos formaron las bases de la tesis doctoral que Marín realizó entre 1923 y 1926 mediante una beca, bajo el título Determinación de la estructura cristalina del óxido de níquel, de cobalto y del sulfuro de plomo. Estas estructuras cristalinas tenían un gran valor potencial para las investigaciones magnéticas de Blas Cabrera en su Laboratorio, pues permitía conocer las propiedades de las tierras raras.

BLAS CABRERA Y JULIO PALACIOS

De todas formas, Martín no pudo profundizar en este proyecto, ya que en 1925, decidió opositar a la Cátedra de Física y Química del Instituto-Escuela, algo que consiguió al año siguiente, siendo la primera mujer de España en doctorarse en esta materia. Se había convertido en un pionera en esta disciplina científica, como lo fueron otras contemporáneas como Martina Casiano y Mayor, primera mujer miembro de la Sociedad Española de Física y Química, en 1912, o Dorotea Barnés González, cuyas investigaciones sirvieron para el desarrollo de técnicas como la Espectroscopia Raman a los departamentos de Química en España.

Tras esto, aquel año de 1926, Martín renovó la beca con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, una institución creada en 1907, en el marco de la Institución Libre de Enseñanza, para promover la investigación y la educación científica en España. Martín viajó a Estados Unidos al objeto de impartir un curso de lengua española y nociones de física en la Connecticut College, ubicado en New London. Así pues, durante un tiempo estuvo impartiendo clases en el Club Español desde una perspectiva pedagógica, no científica, y pudo visitar las universidades de Harvard, de Yale y el Wellesley College. Finalmente, trabajó en The Spanish School de Vermort durante el verano de 1927.

En 1928, regresada a España, continuó en la Residencia de Señoritas, en donde colaboró en la docencia de Física y otras disciplinas científicas, haciéndose cargo del grupo de estudiantes de la Residencia ubicada en la calle Rafael Calvo.

En 1929, consiguió un puesto como investigadora en el recién fundado Instituto Nacional de Física y Química, del que pasó a forma parte el Laboratorio de Investigaciones Físicas. Su amistad y experiencia con el científico Julio Palacios consiguieron que este le admitiera en su sección de rayos X para la determinación de estructuras cristalinas, y al que se incorporó Martín como becaria de la Cátedra Cajal.

RESIDENCIA DE ESTUDIANTES E INSTITUTO-ESCUELA

En 1931, ingresó como auxiliar en el Servicio Meteorológico Español, siendo la primera mujer en hacerlo de España.

En 1932, la Juan de Ampliación de Estudios concedió de nuevo una beca de diez meses para estudiar Espectrografía de los rayos X en la Universidad de Cambridge. Allí trabajaba su marido, José Vallejo Sánchez, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla. Recibió clases de Ernest Rutherford, físico neozelandés Premio Nobel de Química en 1908, considerado el padre de la Física nuclear por sus descubrimientos sobre la estructura atómica. Realizó pruebas sobre sondeos atmosféricos para su aplicación a la protección aeronáutica, por petición del Servicio Meteorológico Español. Esta investigación estuvo supervisada por el físico escocés Charles Wilson, especializado en electricidad atmosférica, quien recibió el Premio Nobel de Física en 1927 por la invención de la Cámara de Niebla.

En 1933, regresaba a Madrid y entregaba el resultado de sus estudios en el Servicio Meteorológico Nacional, convirtiéndose como en los otros dos casos en la primera mujer española en ser admitida. Era un destino muy acorde con su preparación y experiencia, pero muy alejado del ambiente investigador que vivió en el Instituto Nacional de Física y Química.

En 1936, cuando comenzó la Guerra Civil, la mayoría de la plantilla del Servicio Meteorológico se trasladó a la oficina de Valencia siguiendo al Gobierno de la II República. No tuvieron más opción que partir en el mes de octubre, cuando el frente nacional había cercado la capital. Martín se negó a abandonar Madrid y fue apartada de su actividad profesional inmediatamente. Incluso, logró trasladarse hasta San Sebastián, su ciudad natal en zona nacional, en 1937. En aquel momento, existían otras dos mujeres auxiliares en el Servicio, una era Antonia Roldán, que permaneció en la oficina central de Madrid, y la otra era Cristina Gonzalo, que se mantuvo en su destino de Santander en zona republicada, hasta la caída en agosto de 1937.

En 1939, terminada la contienda, Martín pudo reincorporarse al cuerpo de meteorólogos, aunque con reticencias. Hacían falta profesionales en las estructuras científicas del nuevo Régimen franquista, por eso, Martín tuvo que someterse previamente a un expediente de responsabilidades. En este departamento no volvió a ingresar a una mujer hasta la década de 1960.

PERSONAL DEL SERVICIO METEOROLÓGICO ESPAÑOL EN 1942

En 1969, tomó parte en las I Jornadas Científicas de la Asociación de Meteorólogos Españoles que se organizó en Salamanca. Durante los últimos años de su vida, perteneció a la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias, a la Sociedad Matemática Española y a la Sociedad Española de Física y Química.

En 1973, fue nombrada presidente de la Asociación Meteorológica Española, cargo que desempeñó hasta el año siguiente. También fue pionera, pues además de ser la primera científica española en la dirección no volvió a acceder al alto puesto otra mujer hasta 2019.

A lo largo de su vida formativa y profesional publicó varios trabajos sobre estructuras cristalinas y electricidad atmosférica en revistas españolas de Física y Meteorología, siendo las más destacadas:

Determinación de la estructura cristalina del óxido de níquel, del de cobalto y del sulfuro de plomo, tesis doctoral de 1926 que fue publicada en los Anales de la Sociedad Española de Física y Química nº24 en 1943.

Corrientes eléctricas verticales originadas por la acción de las puntas bajo nubes tormentosas, lluvias, etc., incluida en las Publicaciones del Servicio Meteorológico Nacional, Serie A nº15, en 1945.

Modernas investigaciones sobre electricidad atmosférica, realizada para la Revista de Geofísica nº4, en 1954.

Instrucciones para el montaje y el manejo de aparatos, trabajo realizado para las Publicaciones del Servicio Meteorológico Nacional, Serie C nº28, en 1954.

FELISA MARTÍN BRAVO

El 29 de octubre de 1979, falleció en Madrid. Tendrían que pasar varias décadas para que algunas instituciones científicas y políticas le realizasen algunos reconocimientos.

En 1997, Carmen Magallón escribió el trabajo Felisa Martín Bravo, primera española en Física. Del laboratorio de Investigaciones Físicas a la Meteorología, que publicado en las Actas del II Congreso Internacional Junta para Ampliación de Estudios, en Madrid en 1998.

En 2017, el Ayuntamiento de San Sebastián le homenajea con una calle a su nombre.

En 2018, su nombre su fue incluido en la La Tabla Periódica de las Científicas con motivo de la celebración del 150 Aniversario de la publicación de Medeléyev y la declaración del 2019 el Año Internacional de la Tabla Periódica de los Elementos Químicos.

20/10/2025

Biografía no autorizada del PNV, por Fernando Vaquero Oroquieta


BIOGRAFÍA NO AURORIZADA DEL PNV, POR FERNANDO VAQUERO OROQUIETA 


Biografía no autorizada del PNV
Fernando José Vaquero Oroquieta, Editorial Pompaelo, Pamplona (2022), 208 páginas

El EAJ-PNV permanece instalado en una "leyenda rosa" que prescinde de numerosos hechos inquietantes: el racismo supremacista de sus fundadores; su inicial integrista vaticanista; la participación de los jeltzales navarros y alaveses en el Requeté; los cientos de asesinatos perpetrados en las prisiones vizcaínas del Gobierno Vasco en 1937; su traición a la República en Santoña al pactar su rendición por separado con los fascistas italianos; extraños contactos con los nazis en Francia a la vez que tejía una red de espías al servicio de las potencias anglosajonas; sus relaciones con ETA; la política del "árbol y las nueces"; su equidistancia moral ante las víctimas del terrorismo; sus episodios de corrupción económica…

Por esta Biografía no autorizada del PNV desfilan, descarnadamente, el precursor protonacionalista Joseph Augustin Chaho, los fundadores Sabino y Luis Arana, el lendakari José Antonio Aguirre y Telesforo Monzón, Federico Krutwig e Iñaki Múgica Arregui, Xabier Arzalluz y Joseba Azkarraga. Pero también quien fuera contrapunto de todos ellos, por su lealtad al humanismo cristiano y a su conciencia, que siempre le guiaron, Joseba Arregi.

Son recuperados, por otra parte, episodios bochornosos como el de las falsificaciones arqueológicas de Iruña-Veleia y el invento, por Sabino Arana, de uno de los mitos fundadores del panvasquismo: la batalla inexistente de Padura.

Entre ikurriñas y esvásticas, no podía dejar de tratarse otros temas candentes sobre los que existe una enorme confusión: las relaciones del PNV con las tesis foralistas y su antagonismo inconciliable con el tradicionalismo que, como fruto específico de pensadores vascos, ideó el concepto de Hispanidad.

Biografía no autorizada del PNV es, sin duda, el libro que los panvasquistas del PNV y sus aliados no querrán que usted conozca.

Por último, es uno de los tres libros que corresponden a la serie El nacionalismo vasco en Navarra de Fernando José Vaquero Oroquieta, siendo los otros dos De ETA a EH Bildu. Las pieles de la serpiente, y Emboscada a Navarra. Mitos, falsedades y otras tácticas del panvasquismo.

15/10/2025

José de Mazarredo en la Escuadra Naval del Mediterráneo (1759-1771)


José Domingo de Mazarredo y Salazar Muñatones y de Gortázar era natural de Bilbao, Vizcaya, donde nació el 8 de marzo de 1745, un año antes de la muerte del rey Felipe V. Desde joven fue educado en el contexto de una familia vinculada al mayorazgo de los Salazar Muñatones y a los sectores de la alta sociedad urbana. Su padre Antonio José de Salazar Muñatones Mazarredo fue alcalde de Bilbao, y su madre fue María Josefa de Gortazar y Arandia, nacida en Lima. Su abuelo paterno Antonio José Salazar de Muñatones y Mazarredo fue diputado general del Señorío de Vizcaya y regidor capitular de Bilbao, y su abuelo materno Domingo de Gortazar fue caballero de la Orden de Calatrava, ambos naturales de Bilbao.

Criado en el contexto de una ciudad portuaria y marinera y reinando Fernando VI, Mazarredo sentó plaza en la Compañía de Guardiamarinas del Departamento Naval de Cádiz, a la edad de catorce años, en febrero de 1759. Aquella vocación por la Armada española era compartida por otros tantos jóvenes de origen hidalgo contemporáneos suyos nacidos en las poblaciones costeras de Vizcaya y Guipúzcoa. En la Marina Real pasaría toda su vida profesional, alcanzando todos los empleos hasta teniente general y donde desarrollaría una amplia labor militar, científica y organizativa.

VISTA DEL ARENAL DE BILBAO, POR LUIS PARET Y ALCÁZAR

La etapa inicial de Mazarredo transcurrió siendo Julián de Arriaga y Rivera secretario real de Marina, cargo que ocupó entre los años 1754 y 1776. Era un joven oficial que fue ocupando puestos de responsabilidad a las órdenes directas de mandos como Luis de Córdova, Pedro González de Castejón y Juan de Lángara. Entonces, comenzó a formar parte de una red profesional preocupada por la defensa de los intereses de la Armada como mejor instrumento al servicio de la política exterior de la Monarquía hispánica.

Su primera navegación como cadete de la Compañía fue en julio de 1759, sin haber cumplido aún los catorce años, a bordo del buque Fénix. Este navío pertenecía a la escuadra comandada por Juan de Lángara y Aritzmendi, de origen vasco aunque nacido en Cádiz, y estaba destinada a combatir el corso en las costas norteafricanas dentro de la flota del Mediterráneo. Esta era una práctica habitual entre los aprendices a oficiales de marina, comenzar la cerrera profesional en la persecución del corso.

Durante más de diez años, Mazarredo se mantuvo en este destino, trasbordando de barco en barco, y cambiando de comandantes de forma constante, en la Escuadra Naval del Mediterráneo con base en el Departamento Naval de Cartagena.

Sirvió sucesivamente en la fragata Astrea que formaba parte de una división de jabeques comandada por Juan de Bustamante, en el navío Vencedor comandada por José de Ponce, en el navío Héctor a las órdenes del capitán de navío Francisco de Tilly, y en el chambequín Andaluz comandado por el capitán de fragata Francisco de Vera, entre otros.

JOSÉ DE MAZARREDO Y SALAZAR

Siendo guardiamarina, Mazarredo pudo demostrar sus aptitudes para la navegación, acompañadas de las cualidades de valentía y arrojo propias del mando militar. Así tuvo ocasión de hacerlo tempranamente en 1761 embarcado en el chambequín Andaluz, comandado por el capitán de fragata Francisco de Vera, cuando navegaba desde el puerto de Cartagena hasta el de Barcelona con el objetivo de recoger matrículas. Estado de guardia la noche del 13 de abril, soportando un temporal, y habiendo perdido de vista el cabo de Palos y la costa, la embarcación quedó varada después de haber evitado Mazarredo que se estrellara contra las rocas de las Salinas de la Mata. En la maniobra ejecutada, la lancha que iba a ser utilizada para remolcarlo hacia el mar se fue a la deriva en medio de la oscuridad y del temporal. Habiendo dado por perdido el único recurso que podía servir para desencallar el barco, Mazarredo se lanzó en un pequeño bote con nueve marineros ibicencos a la búsqueda. Su acción resultó exitosa pudiendo realizar la operación de remolque y desencallar al navío, salvado la artillería que transportaba y a una dotación de 300 hombres.

Con tan solo dieciséis años, despuntaban algunas de las cualidades del liderazgo naval como la destreza marinera y la valentía militar. El marino e historiador Martín Fernández de Navarrete lo narró de esta forma:
"… por sus acertadas disposiciones y por su firmeza en sostenerlas contra el dictamen de hombres prácticos en la mar, y por su osadía en embarcarse de noche en medio de un fuerte temporal en un pequeño bote, a recoger la lancha perdida y ver de salvar el buque, logró al menos sacar a salvo toda la tripulación de trescientos hombres."

ESCUELA DE FORMACIÓN DE GUARDIAMARINAS DE CARTAGENA

Esta acción le valió el nombramiento como sub-brigadier de guardiamarinas y que el comandante de la escuadra en Cartagena, el alavés Agustín de Idiáquez, se fijase en sus cualidades, nombrándole ayudante del oficial de órdenes. Sustituía a un oficial enfermo, y lo lógico es que lo hubiese hecho otro oficial y no un brigadier de guardiamarinas. Idiáquez lo mantuvo hasta en tres salidas que realizó en la escuadra del Mediterráneo en aquel verano. Pero, un brote de fiebres teresianas en la escuadra lo obligó a retirarse a Bilbao para recuperarse.

De regreso a Cartagena, en 1766, Mazarredo alcanzó el cargo de alférez de fragata y, en 1767 el de alférez de navío. Ya era oficial de marina, dejaba de ser guardiamarina, y le esperaba una brillante carrera como militar científico y marino ilustrado en la Real Armada española durante décadas. Ocupó diversos destinos embarcado, entre otros, a bordo de la goleta Brillante que formaba parte de una división de galeotes comandada por Félix Ignacio de Tejada, con la que realizó una travesía desde Alicante hasta la costa del Reino de Nápoles y regresando a Cartagena, entre los días 31 de mayo y el 21 de septiembre de 1766. El entonces teniente de fragata Félix de Tejada había estado desempeñando sus misiones en el Mediterráneo luchando contra el corso, participando en las dieciséis expediciones ejecutadas en aquel intervalo de tiempo, desde 1755 hasta el momento.

En el caso de Mazarredo, todas aquellas intervenciones demostraron su capacitación permitiéndole la promoción rápida en las escalas medias. Las acciones bélicas servirían para demostrar sus habilidades ante sus mandos, pero especialmente para ganarse la confianza de sus subordinados, quienes percibían en su éxito la mejor garantía de supervivencia a bordo.

JUAN DE LÁNGARA Y FÉLIX DE TEJADA

En la goleta Brillante, Mazarredo redactó un Cuaderno de diario del alférez de fragata don José de Mazarredo embarcado en la goleta Brillante, dando pruebas de la pericia como navegante e inquietud por la hidrografía. Anexó al mismo una memoria de los fondeaderos en los que ancló la división, anotando de forma exhaustiva las brazas obtenidas en diferentes puntos de aproximación a la costa española, francesa e italiana, desde Alicante hasta Nápoles, reconociendo las bahías y costa de los puertos de Barcelona, Sanint-Tropez, Niza, Génova, Civitavechia, etc. Junto a estos datos, añadió comentarios sobre las condiciones meteorológicas diarias como vientos, las maniobras realizadas por su goleta, y la forma de aproximarse a los puertos dependiendo del tipo de barco.

A los pocos días de embarcar en el Brillante, tuvo la oportunidad de protagonizar una acción militar que concluyó con el apresamiento de un barco corsario argelino. Las autoridades del puerto de Palamós informaron a Félix de Tejada la preocupación por el acoso continuado de las poblaciones de la Costa Brava por parte de dos galeotas berberiscas. Por la descripción minuciosa que recogió Mazarredo en su Diario, el apresamiento se consiguió después de ofrecerles combate hasta que "arriaron la bandera (tras un enfrentamiento de artillería) pero continuaron ofendiendo con quanto podían hasta ser rendidos al abordaje".

COMBATE ENTRE JABEQUE ESPAÑOL Y DOS GELOTAS ARGELINAS

Ya desembarcado en Cartagena, Mazarredo concluiría la primera etapa de su vida profesional en la Real Armada española en la Escuadra del Mediterráneo, primero como cadete de la Compañía de Guardiamarinas del Departamento Naval de Cartagena, después como oficial en diversas expediciones científicas y militares. Fue requerido para desempeñar el cargo de ayudante de la mayoría general del Departamento Naval de Cartagena, alcanzando el rango de teniente de fragata, en enero de 1771.

10/10/2025

Entrevista de Luis XIV y Felipe IV en la isla de los Faisanes, por Jacques Laumosnier


La entrevista de Luis XIV y Felipe IV en la Isla de los Faisanes es una pintura al óleo sobre lienzo de 89,1 x 130 centímetros realizada por Jacques Laumosnier en 1660, que se encuentra en el Museo de Tessé de la ciudad de Le Mans.

La pintura expresa el encuentro entre el rey Luis XIV de Francia y el rey Felipe IV de España, que tuvo lugar el 7 de junio de 1660 en la isla de los Faisanes, en la desembocadura del río Bidasoa que separa ambos países, frente a Irún. Se trata de una isla de soberanía compartida y rotativa cada seis meses entre ambos estados.

El 7 de noviembre de 1659 se firmó el Tratado de Paz de los Pirineos, que puso fin a una cruenta y larga Guerra hispa-gala de 1635-1659. Para afianzar las condiciones futuras de paz entre ambas potencias vecinas, se formalizó la entrega de la infanta María Teresa de Austria y Borbón, hija del rey Felipe IV, para su casamiento con rey Luis XIV de Francia.

ENTREVISTA DE LUIS XIV Y FELIPE IV EN LA ISLA DE LOS FAISANES, JACQUES LAUMOSNIER

La escena está representada sobre una acondicionada cámara sobre el suelo de la isla, que contiene alfombras, puertas abiertas y telas que hacen de cubiertas. A ambos lados, se abren dos grandes espacios al aire libre donde aparecen poblaciones, tal vez Hondarribia o Hendaya.

El séquito francés aparece a la izquierda de la pintura, donde destacan personalidades como Ana de Austria, hermana del rey español y madre del francés, el duque Felipe I de Orleans y el cardenal Julio Mazarino. La corte española se ubica a la derecha, donde aparece el infante Carlos II, el valido real Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde duque de Olivares, y el pintor de cámara Diego de Velázquez. En el centro, ambos reyes se saludan, mientras la infanta espera detrás de su padre. Se aprecia la diferencia de ambos tipos de vestimenta, si la francesa es colorida, la española es más oscura, algo típico del Barroco. Destaca la claridad del vestido blanco de la infanta.

Existe un tapiz con el mismo tema, copia con variantes de la pintura, que se conserva en la Embajada de Francia en Madrid. Fue tejido en la factoría de los Gobelinos de París bajo supervisión de Charles Le Brun.

SLA DE LOS FAISANES, CHARLES LE BRUN

06/10/2025

José Antonio de Lardizábal Oriar y Arza


Director de las Reales Fábricas de Armas de Placencia en 1753 y director de Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1768, cargos que desempeñó hasta 1779, emprendió un programa de reformas en el sistema industrial de Soraluce-Placencia de las Armas durante el reinado de Carlos III

JOSÉ ANTONIO DE LARDIZÁBAL Y ARZA

José Antonio de Lardizábal Oriar y Arza era natural de Villafranca de Oriar, en la actualidad es Ordizia, Guipúzcoa, donde nació en 1724. Pertenecía al linaje nobiliario del Señorío de Oriar y del Señorío de Arza de Lazcano. Era el primogénito de seis hermanos cuyo padre era Juan Francisco de Lardizábal de Oriar y de Elorza, señor de la Casa solariega de Oriar y regidor de Villafranca de Ordizia, y cuya madre era Magdalena Eulalia de Arza y de Altube, señora de la Casa solariega de Arza. El hecho de ser el primer varón nacido de sus hermanos le convirtió en el legítimo y único heredero de los títulos señoriales con sus respectivos mayorazgos de sus padres, de acuerdo con la legislación foral guipuzcoana.

Siendo joven marchó a Madrid junto a sus hermanos Francisco Javier y Domingo Ignacio, donde recibieron una formación académica costeada por sus padres. Se relacionaron con algunos aristócratas guipuzcoanos que servían en la Corte de Felipe V, quienes hicieron de tutores y promocionaron sus carreras: Andrés de Otamendi y Esteban de Abaria e Imaz, que procedían de su misma villa natal, Villafranca de Oria.

Andrés José de Otamendi y Aramburo era miembro del Real Consejo del Despacho del rey y su secretario en el Real Consejo Supremo de la Cámara de Castilla. Representaba a la Provincia de Guipúzcoa en la Corte y al Consulado de San Sebastián en varias instituciones de Madrid, y era caballero de la Orden de Calatrava.

Esteban José de Abaria e Imaz era miembro del Real Consejo de Indias, miembros de su Real Audiencia, miembro de la Real Casa de Contratación de Indias, con nueva sede en Cádiz, y también caballero de la Orden de Calatrava.

Ambos consejeros guipuzcoanos consiguieron formar parte de proyectos empresariales de origen guipuzcoano que necesitaban la aprobación de la Corte, como la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, que monopolizó todo el comercio con la Provincia de Venezuela, en el Virreinato del Perú; y también en la Real Compañía mercante de La Habana, que contaba con una importante participación vasca en su accionariado. Además de accionistas, eran representantes de los intereses de su provincia en la Corte.

Además, pertenecían a la Real Congregación de los Naturales y Oriundos de las Tres Provincias Vascas, bajo la advocación de San Ignacio, hermandad religiosa a la que pertenecía los vascos que residían en Madrid. Desde esta institución y a través de los vascos que servían en la Corte se fue estableciendo una extensa red de influencias de poder, reparto de cargos administrativos y emprendimiento de negocios.

CONGREGACIÓN VASCA DE SAN IGNACIO EN MADRID

Por tanto, la posición en la administración cortesana de la que disfrutaban Otamendi y Abaria les permitió funcionar como una especie de embajadores de los guipuzcoanos en la Corte y promover a sus familiares, vecinos y socios en las estructuras de poder de la Monarquía borbónica.

Gracias a su relación de apadrinamiento por ambos consejeros, los Lardizábal tuvieron una esmerada educación, pudieron conocer el funcionamiento interno de la administración cortesana y desarrollaron una exitosa carrera burocrática y empresarial. Más tarde, tras haber demostrado su lealtad y confianza hacia sus tutores, figurando entre sus albaceas testamentarios.

Francisco Javier de Lardizábal Oriar y Anza, nacido en 1728, fue secretario del Real Consejo, secretario de la Embajada española en Lisboa, y miembro del Tribunal de la Contaduría Mayor de Hacienda.

Domingo Ignacio de Lardizábal Oriar y Anza, nacido en 1731, fue empresario en el Virreinato de la Nueva España, que alcanzó una gran fortuna en sus negocios y un reconocimiento social.

Los tres hermanos Lardizábal fueron nombrados caballeros de la Orden de Santiago en 1766, tras haber probado la nobleza de los linajes de sus cuatro abuelos (Lardizábal, Arza, Elorza y Altube).

REALES FÁBRCAS DE DE ARMAS DE PLACENCIA - SORALUZE

Las circunstancias familiares de José Antonio de Lardizábal propiciaron que no desarrollase una carrera burocrática en la administración Borbónica ni en los negocios de las Indias, como lo hicieron sus hermanos segundones. Al ser primogénito, en 1753, tuvo que regresar a Villafranca de Oriar para ocuparse de la gestión de los mayorazgos familiares que heredó.

Aquel año de 1753, fue nombrado director de las Reales Fábricas de Armas de Placencia, en sustitución de su padre. Era un complejo industrial del que formaban parte números de talleres artesanales distribuidos por la Provincia de Guipúzcoa, especialmente en la cuenca del río Deva, y la parte más occidental del Señorío de Vizcaya, pero con sede central en la villa Plasencia, actual Soraluze-Placencia de las Armas, y que reunía varios gremios armeros en el proceso de fabricación.

Su mayor auge productivo lo tuvo en los siglos XVI y XVII, ante las crecientes necesidades armamentísticas que tenían los Reales Tercios de Infantería involucrados en sucesivas guerras, en la defensa de las posesiones territorial de la Monarquía de los Austrias en Europa. Ya en el siglo XVIII, el complejo industrial de Plasencia estaba en decadencia productiva y sufría una obsolescencia de sus técnicas. Sería Lardizábal quien debía emprender un programa de actualizaciones y reformas del sistema productivo, basadas en las nuevas ideas de la Ilustración.

El plan de modernización del Ejército de Carlos III estableció una homologación técnica de los fusiles y pistolas que se fabricaba en Soraluce. Así, se fueron introduciendo modificaciones en las características de las armas, hasta su regulación definitiva, en 1759.

El Consejo de Guerra adquirió un compromiso de rescate a las Reales Fábricas mediante una mayor contratación armamentística. El año en que Lardizábal accedió a la dirección, se formalizó un contrato de armas entre el Consejo de Hacienda y la Compañía de Caracas, que llevaba implícito una renovación del sistema de control de los gremios y talleres. Otra de las decisiones adoptadas por la Corte fue ofrecer apoyo financiero y mayor contratación a la industria de Mondragón, cuyo acero era considerado una excelente materia primera para la elaboración de armas.

Una sucesión de contratos de fabricación por parte de la Corte consiguió un auge productivo y una estabilidad laboral de los gremios y armeros de las Reales Fábricas. Cuando terminó el contrato de abastecimiento de armas por parte de la Compañía caraqueña en 1768, se volvió a prorrogar el compromiso, manteniendo las condiciones contractuales.

SEDE DE LA COMPAÑÍA DE CARACAS EN LA GUAIRA EN VENEZUELA

Aquel año de 1768, la junta de accionistas nombró a José Antonio de Lardizábal como su director de la Real Compañía Guipúzcoa de Caracas.

En la década de 1770, se fueron incrementando los contratos y la capacidad productiva del complejo de Soraluce. Entre 1775 y 1777, los pedidos extraordinarios con la Corte tuvieron fueron destinados a arsenales y fuertes de los virreinatos españoles de América: Tierra Firme, Puerto Rico, Margarita, Perú, Chile, Santo Domingo, Maracaibo; y también al Reino de Nápoles y Sicilia, territorios italianos en poder de Carlos III.

Debido a problemas de salud, en 1779, Lardizábal decidió abandonar la dirección de ambas empresas. Al frente de la Compañía caraqueña fue sustituido por su hijo mayor, José Antonio de Lardizábal y Olloqui, fruto de su matrimonio con María Ignacia de Olloqui y Hormaechea.

02/10/2025

Palacio Larrea - Parador de Argómaniz, en Argómaniz


El Palacio Larrea alberga en la actualidad el Parador de Argómaniz. Está localizado en el barrio de Argómaniz de la localidad de Elburgo, en la Provincia de Álava, a unos doce kilómetros al este de Vitoria-Gasteiz. Domina toda la llanura oriental alavesa y la Sierra de Gorbea.

Argómaniz fue una de las aldeas agregadas a Elburgo por el rey Alfonso XI de Castilla según real orden firmada en Sevilla, el 20 de octubre de 1337.

El palacio posee una planta baja, una planta intermedia y un gran desván en la parte superior, diferenciados por medio de platabandas. Posteriormente, se construyeron los edificios anexos al lado derecho según de mira hacia la fachada principal. En su interior, se mantiene buena parte del artesonado original del siglo XVIII.

PALACIO LARREA - PARADOR DE ARGÓMANIZ

Originalmente, era un convento de los Carmelitas Descalzos, de planta rectangular que estaba exento, antes de convertirse en palacio. La actual torre-palacio, que data de 1712, era una construcción aristocrática vasca en estilo barroco.

Los constructores y primeros propietarios pertenecían al linaje nobiliario de Larrea, como lo demuestra el bello escudo de armas colocado en la parte superior de la fachada. Este linaje he marcado la historia y patrimonio de la localidad de Argomaniz. Uno de ellos fue Juan de Larrea y Henayo, miembro del Real Consejero de Guerra y secretario del Real Consejo de Estado de Carlos III.

También fue llamado Palacio del Virrey, porque uno de sus propietarios fue José de Iturriaga y Larrea, virrey de la Nueva España entre 1803 y 1808, según aseguran las historiadoras Ana e Begoña Azcarraga en su obra Arquitectura doméstica de Álava, siglos XVI al XVIII.

Durante la Guerra de la Independencia española se utilizó como cuartel general de las tropas francesas. De hecho, se cree que en él Napoleón Bonaparte residió y planeó con sus generales el asalto a Vitoria.

PALACIO LARREA - PARADOR DE ARGÓMANIZ

Las fachadas delantera e izquierda son de sillería, mientras que la fachada trasera es de mampostería con sillería solamente en las esquinas y en los vanos.

En la fachada principal hay cinco ejes verticales de vanos formados por grandes ventanales. En la planta baja, el vano central es una gran entrada. Está flanqueada por dos arcos de medio punto a cada lado, con un cierto influjo italianizante, que podrían haber formado un soportal antes de su modificación.

En la primera planta hay cinco vanos con salida a balcón de cornisa metálica. Los dos vanos laterales presentan cornisas individuales, mientras que los tres centrales comparten una única cornisa.

En el desván hay cuatro grandes ojos de buey, elementos características de la arquitectura vasca. En el centro se ubica un gran escudo de armas de la Casa de Larrea que rehundido y enmarcado en una moldura y rematado por una corona de marqués. Es un escudo bastante sencillo para la época en que se elabora, aunque está decorada con roleos, guirnaldas de frutos y una cara de león en la parte inferior.

En la parte superior dispone de un entablamento liso entre molduras, sobre el que hay una cornisa muy marcada.

En la fachada izquierda solo hay tres ejes verticales de vanos. En la planta baja, los vanos son ventanas; en la primera planta hay una ventana central flanqueada por sendos balcones; y en el desván son ojos de buey.

La fachada trasera cuenta con cuatro ejes de vanos. En la planta baja hay una entrada y pequeños ventanucos inclinados, mientras que en la primera planta y en el desván hay ventanas, algunas de ellas recientes.

PALACIO LARREA - PARADOR DE ARGÓMANIZ

En 1978, el Palacio Larrea fue reconvertido en parador nacional de cuatro estrellas, se rehabilitó el palacio original y sus habitaciones fueron agrandadas. Todo está hecho en madera, no hay nada metálico en toda la estructura. Además, se añadieron las dos galerías construidas con materiales modernos, que están anexas al cuerpo principal desde su lado derecho, y que albergan las habitaciones.

La parte inferior de la fachada delantera contiene la cafetería con ventanales a la terraza y al jardín. El antiguo granero del palacio en la parte superior alberga el restaurante Aletegui con un impresionante artesonado, un entramado de vigas de madera.

ESCUDO DE ARMAS DEL PALACIO LARREA

ARTESONADO DEL PALACIO LARREA

El otro edificio que poseyeron los Larrea en en Argómaniz fue la Casa de los Larrea. Se trata de una casa señorial rural, posiblemente de construcción anterior al palacio, a mediados del siglo XVI como casa solariega y originaria de la familia. Su fecha de construcción está inscrita sobre el escudo, colocado en la fachada occidental y de simple elaboración en su talla, así como la reja de la ventana central.

28/09/2025

Mentalidad militar y tradición naval de los vascos


En la Monarquía Hispánica de la Edad Moderna, guerra y sociedad estaban intrínsecamente vinculadas entre sí: la sociedad como inspiradora de formas de guerra; la guerra como agente de transformación social, y la guerra como principio de la organización social. Todos los miembros de los linajes y casas nobiliarias se caracterizaban por vivir de estos valores sociales y bélicos y por desarrollar una constante participación en la política exterior e interior de los monarcas Austrias, primero, y Borbones, después.

En el caso de las provincias vascas, tenían mar de un lado, hierro y madera de otro, y densa población en un ámbito estrecho, elementos que, según Julio Caro Baroja, condicionaban de un modo decisivo la vida vasca. Este reputado antropólogo ha remarcado que el tipo vasco es el de "hombre de acción: el homo faber de la península", ya que "las dos Provincias y el Señorío" venía desarrollándose como despensa de hierro, fábrica de instrumentos y acero, astillero y anclaje de navíos de carga y guerra, exportador de fuerza humana, marinería intrépida, fiel servicio de armas, etc.
"... la pequeñez o estrechez del país, su riqueza en mineral de hierro, su antigua abundancia de bosques y su situación geográfica han hecho que, desde un momento preciso de la Edad Media hasta la Edad Contemporánea, los vascos se hayan distinguido no sólo como pescadores de altura y como ferrones, sino también como marinos, constructores de barcos de madera e industriales en general."

En la Baja Edad Media, durante el transcurso de la Guerra de los Cien Años, los puertos marítimos ingleses sufrieron los saqueos efectuados por marinos vascos. En la carta de Eduardo III de Inglaterra al arzobispo de Canterbury y de York, en el siglo XIV, decía:
"Líbranos señor de la peste de los vascos."


En la Crónica de los Señores Reyes Católicos, el humanista Hernando del Pulgar, quien escribió sobre los marinos vascos:
"Los que moraban en aquel condado de Vizcaya y en la provincia de Guipúzcoa son gente sabida en el arte de navegar y esforzados en las batallas marinas e tenían naves e aparejos para ello, y en estas tres cosas, que eran las principales para las guerras de la mar, eran más instructos que ninguna otra nación del mundo."

Fuertes, pero difíciles, eran aquellos vascos del Ejército de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, en las Guerras de Italia contra Francia, que se decía de ellos lo siguiente:
"Más quisiera ser leonero que tener cargo con aquella nación."

Desde Burgos el 28 de mayo de 1512, el rey de Aragón, Fernando el Católico, ordenó mediante carta a los parientes mayores de la Provincia de Guipúzcoa el encargo de que se apercibiesen con todos sus dependientes para la guerra contra Navarra, y cosa natural era que ellos también acaudillasen la gente que armasen y mantuvieran. Dicha carta dice:
"Yo escribo al corregidor de la dicha provincia que de mi parte os hable lo que os dirá sobre el apercibimiento de vuestras personas, casa y parientes; por lo que yo vos encargo le deis entera fe y crédito, y que aquello pongáis así por obra, que en ello nos serviréis."

Desde Pamplona, el 6 de noviembre de 1523, en otra carta escrita por el emperador Carlos V a Juan Beltrán de Iraeta se hace igual encargo.

El navarro Antonio de Leyva fue general de los Tercios de Infantería españoles de primeros del siglo XVI, a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba. Ganó mucha fama gracias a sus heroicas victorias contra el Ejército francés en las llamadas Guerras de Italia. A él se refería Robertson, cuando en 1821 publicó Historia de Carlos V, definiéndole así:
"... oficial superior de una clase distinguida, de gran experiencia, bizarro, sufrido y enérgico, fecundo en recursos, deseoso de sobrepujar a los demás, tan acostumbrado a obedecer como a mandar, y por lo mismo capaz de intentarlo todo y sufrirlo todo por salir airoso en sus empresas."

ANTONIO DE LEYVA

El embajador de la República de Venecia, Andrea Navagero, estuvo en España por motivo de la boda real entre el emperador Carlos V e Isabel de Portugal celebrada en Sevilla. Observó que el mar, el bosque y el hierro condicionaban el modo de vida del vasco del siglo XVI. Escribió sobre la tierra de los vizcaínos que:
"... salen mucho al mar por tener muchos puertos y muchas naves construidas con poquísimo gasto, por la gran cantidad de robles y de hierro que poseen; por otra parte la poca extensión de la región y el gran número de gente que la habita les obliga a salir fuera para ganarse la vida."

Muchos vascos de aquella época habían encaminado sus pasos hacia tareas relacionadas con la aventura del mar, lo que llevó a Ramón Seoane, en 1903, a exponer que:
"El conjunto que puede presentarse de marinos, guerreros, descubridores, cosmógrafos, armadores, navegantes e inventores, hace aparecer a este solar como un país privilegiado, que ha producido durante nueve siglos nautas de exuberantes condiciones, siendo su existencia la base de la Marina, la ayuda de la ciencia de los descubrimientos y el pecho infatigable que ha soportado acciones heroicas."

Durante la hegemonía del Imperio de la Monarquía hispánica, decir flota mercante española era hablar de naves, capitanes y marinería, esencialmente vizcaínos. Según Julio Caro Baroja, aquella flota, en tiempos de Felipe II "unida a la de Portugal era la segunda de Europa, dos veces mayor que la alemana y tres veces más que la francesa e inglesa".

El valor, la heroicidad y la fidelidad de los marinos en la defensa de la Monarquía española quedó patente en la historia por sus hazañas y servicios, y registrado por los cronistas de la época.


En la Guerra anglo-española de 1585-1604, la ciudad de Cádiz fue atacada por la flota inglesa en 1596. Estaba defendida por ocho compañías, de las cuales cuatro estaban formadas por andaluces, las otras cuatro por genoveses, portugueses, flamencos y vascos. Con la actuación efectuada por la compañía de vascongados, según la narración de los hechos de un contemporáneo "se escribió la única página brillante de aquel vergonzoso episodio...". Los marinos vascos estaban muy establecidos en la ciudad de Cádiz, punto de partida de expediciones a América y centro del comercio con las Indias, llegando a tener un Colegio de Pilotos vizcaínos.

Se confirmaban los elogios que en su día salieron de la pluma de Lope de Vega, refiriéndose a la bizarría del vasco:
"¡Qué brava infantería tiene esta tierra! En cuanto el mundo abarca no hay mejores soldados."

En la Guerra de los Treinta Años de 1618-1648, se destacó el general almirante Antonio de Oquendo y Zandategui, natural de San Sebastián, procedentes de una reputada y gloriosa saga de marinos guipuzcoanos. En el combate naval de Las Dunas, en 1630, la consigna de la arenga que expresó ofrece buena muestra de esta mentalidad naval y militar:
"¡Qué humor helado es, soldados y compañeros míos, el quivalente discurre por vuestras venas! Acaso habéis olvidado que aún no hace ocho días este enemigo, estos mismos bajeles y este general que tenemos delante, habiéndoles embestido con solo esta "capitana", teniendo él diecisiete navíos, nos volvió las espaldas. ¡Repasad el empeño en que nos encontramos y considerad que no tenemos más remedio que pelear, porque retirarnos no puede ser viviendo yo! Rendirnos y perder la vida es de animales, dejar que nos la quiten de cobardes. Quien por vivir queda sin reputación es esclavo y se deja morir de miedo. Quien no ve la hermosura que tiene el perder la vida por no perder la honra, no tiene honra ni vida. Si Dios fuese servido que en esta ocasión la perdemos, moriremos en defensa de la religión católica contra tan implacables enemigos de ella, por el crédito de nuestro Rey y por la reputación de nuestra nación. Espero que saldremos bien de este empeño, y así no os espante el número, que cúantos más fuesen tendremos más testigos de nuestra gloria. ¡Santiago y a ellos!"

ANTONIO DE OQUENDO Y ZANDATEGUI

"Yo podría dar a cambio unas barras de mucho más valor, los huesos de mi hijo primogénito muerto en América mientras servía en uno de los buques de la Armada."
Fue la respuesta de Cristóbal de Eraso, capitán general de la Armada de la Carrera de Indias, en respuesta a los miembros de la Casa de Contratación, cuando al regresar en uno de sus viajes a España le encontraron unas barras de oro en uno de sus buques que no había declarado y le amenazaron con dar parte de ello al monarca.

Cronistas de la época enfatizaban el carácter noble y guerrero, libre e irredento de los vascos que sirvieron en las Armadas y los Ejércitos Reales. Juan Martínez de Zaldivia describió las hazañas, guerras y peleas de los guipuzcoanos liderados por caudillos parientes mayores. Esteban de Garibay fue un gran narrador sobre los linajes de reyes y nobles, y sus historias bélicas.

Lope Martínez de Isasti escribió hacia 1620 su Compendio historial de Guipúzcoa, uno de cuyos libros es un catálogo de compatriotas de la provincia al servicio de la Monarquía hispánica. Entre sus guipuzcoanos ilustres están los caballeros de las Órdenes Militares, los generales de galeones y navíos, alféreces de guerras, etc., y entre los que no podían faltar sus familiares, protagonistas y héroes de las batallas navales del siglo XVI.
"El año de 1618 tomó asiento Su Magestad con el Señorío de Vizcaya de fabricar diez Galeones y dos Pataches por cinco años, y salieron a navegar por Julio de 1619. A imitación de Vizcaya hizo otro asiento con las Cuatro Villas de siete Galeones y dos Pataches, y salieron á navegar el de 1621. Con la Provincia de Guipúzcoa hizo otro asiento de otros siete Galeones y dos Pataches: la Capitana salió á navegar el año de 1623: y por Octubre de 1624 salieron cinco Galeones para la jornada del Brasil. Cada escuadra de estas tiene su General y Almirante, y todas se entienden debajo del mismo nombre Cantabria según esto, en diciendo Cántabro se podrá entender Guipuzcoano, pues es comprehendido debajo de este nombre: y se infiere de lo que dice Pomponio Mela."

El profesor de filosofía, lengua, retórica y teología Manuel Larramendi dedicó una apología al espíritu guerrero y marcial del guipuzcoano en el Imposible vencido:
"¿pues qué diré del espíritu marcial y del valor invencible de los guipuzcoanos por mar y por tierra? Marte no influye tanto en la producción del fierro y del azero de aquellos montes, quanto influye valor, y gallardía de espíritu en los pechos guipuzcoanos. Cederá el fierro a golpes, y no cederá un guipuzcoano a los trabajos marciales."

Para Larramendi, según aseguró en su Corografía, Guipúzcoa es:
"... provincia del terreno más corto de España y el más fecundo de hombres políticos y guerreros y marciales por mar y por tierra, con la mejor gente de mar que hay en el mundo."

MANUEL DE LARRAMENDI

En las recomendaciones que el Consejo de Indias envía a Felipe V en defensa del nombramiento como virrey de Nueva Granada, al navarro natural de Héneris, Sebastián de Eslava y Lazaga, mencionó sus cualidades como persona de "buen juicio, experiencia, buena conducta, generoso y no lo bastante viejo para no ser capaz de soportar las condiciones de vida de la región, pero bastante maduro para asegurar las regulaciones apropiadas u obrar con buen sentido común".

Compañero de fatigas del virrey Eslava fue el teniente general de la Real Armada española y natural de Pasajes, Blas de Lezo y Olavarrieta, en la defensa de Cartagena de Indias de 1741, frente a una enorme armada inglesa comandada por Edward Vernon. Pero este heroico marino ya había perdido un ojo, una pierna y un brazo defendiendo España en anteriores combates navales.
"Me gusta saber que dejo una parte de mi mismo en cada campo de batalla, a cambio de un poco de gloria."
Carta de Blas de Lezo al almirante Vernon, contestando a la solicitud de rendición que éste hizo de Cartagena de Indias desde la recién conquistada Portobelo:
"He recibido la de V.S. de 27 de Noviembre que me entregó Dña. Francisca de Abarroa. Y en inteligencia del contenido diré, que bien introducido V.E. por los factores de Portobelo (como no lo ignoro) del estado en que se hallaba aquella plaza, tomó la resolución de irla a atacar con sus escuadras aprobechándose de la oportuna ocasión de su imposibilidad para conseguir sus fines, los que si obiera podido penetrar, y creer que las represalias y hostilidades que V.E. intentava practicar en estos mares en satisfacción de las que dicen habían egecutado los españoles, ubieran llegado hasta insultar las plazas del Rey mi amo, puedo asegurar a V.E. me ubiera hallado en Portobelo para impedírselo, y si las cosas ubieran ido a mi satisfacción, aun para buscarle en otra cualquier parte; persuadiéndome que el ánimo que faltó a los de Portobelo, me hubiera sobrado para contener su cobardía."

BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA

El brigadier Cosme Damián Churruca y Elorza, natural de Motrico, luchó en el combate de Trafalgar en 1805, comandando el navío San Juan Nepomuceno de la flota combinada hispano-francesa. Murió enfrentándose a seis navíos ingleses a la vez, antes de que su nave fuese apresada por la armada británica de Horatio Nelson. Junto a él, también murió su amigo y almirante Francisco de Móyua y Mazarredo. Tal era su determinación que, un día antes, envió una carta a su hermano en la que se despedía diciendo:
"Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto."

Este es el parte de guerra que el general Mendizábal dio a la Regencia y la felicitación a los oficiales de la División Navarra por su bravo comportamiento durante la Guerra de la Independencia española.
"La División Navarra se ha cubierto de gloria en la batalla de esta tarde... El orgulloso enemigo se presentó en la orilla derecha del río Aragón, y los batallones de voluntarios en columnas de ataque, mandados por el brigadier Espoz y el coronel Cruchaga, lo arrollaron y envolvieron en las dos alas, mientras con la caballería de Húsares de Iberia su comandante Longa atacaba el centro... De los tres jóvenes guerreros, Espoz, Cruchaga y Longa debe esperar la Patria días tan gloriosos como dieron a la nación en el siglo XV Antonio Leiva y el conde Pedro Navarro."

También Zaratiegui, secretario de Zumalacárregui, durante la Guerra de la Independencia:
"Los anales de la Historia refieren pocos ejemplos que puedan compararse con la guerra que el limitadísimo estado de la Navarra sostuvo contra las huestes de Napoleón."

COSME DAMIÁN DE CHURRUCA Y ELORZA